Estupendas citas para prenombrar a la familia || privado

Luna llena—Diciembre

Sangre fresca gotea por las fauces de aquel animal enorme de pelaje gris, sus zarpas enormes destrozan lo que antes era un ser, o si se lo podría considerar ser a aquellas bestias usurpadoras de sangre, pero ahora no era más que partes desmembradas, las tripas por fuera esparcidas y reventadas. La carne que arrancada la arroja junto a lo que queda de una pierna, se oye el hueso crujir y ser escupido por la bestia. Sus enormes patas traseras iban dando tumbos como pasos donde trituraban al resto de víctimas. Baja a cuatro patas olfateando el aroma de aquel bosque, el olor a tierra humedecida, algo que provoca una risa con aquellos caninos afilados y la baba chorreando lentamente, avanza sigilosa aquella criatura adentrándose más a las sombras nocturnas.

Lástima que las cosas no terminaron como se deseaba en la última noche de luna llena


Apartada de todos había terminado aquella bestia;la bella noche con la luna nueva en el cielo francés, que se reflejaba sobre un cuerpo cubierto de lo que se puede considerar sangre e indecencia tambaleante se levanta y cuya visión es menos de un metro de distancia, oye el trinar de los pájaros algo que la vuelva loca, agita los brazos a los cielos para alejar los ruidos infernales. Tierras lejanas en las que se encuentra y se priva en la totalidad de su presencia, busca en los alrededores alguna especie de ayuda pero no es más que solo en varios pasos que encuentra cerca de los campos una familia que creen en sus mentiras tendiéndole la ayuda que pedía.

El vestido queda ajustado molestándole completamente llevar ese tipo de prendas pero al menos son de utilidad hasta llegar a la ciudad, en su búsqueda de algo de comodidad y armas llega a la cofradía religiosa de donde su entrenamiento ha surgido, la bella arquitectura llena de corrupción y mentiras, aquella hermosa Catedral a la que muchos se refugian. Luego de varias horas su ropa ha cambiado de aquel vestido femenino por una ropa más “cómoda” y varonil, el cabello suelto se agita como sus pies que se dirigen hacia la taberna más próxima, sus armas están dormidas por el momento pero siempre atentas.

Al llegar a la taberna más próxima esperaba encontrar la misma algarabía de las tierras que provenía, pero se había equivocado todo era tranquilidad incluso en las mujeres, viendo todo ello solo se limitó a arrojar un suspiró de decepción. Se acercó a lo que simulaba como una barra con la mirada atenta del cantinero cuando depositó dos de sus armas sobre aquella madera sucia y podrida.

—Sirve un trago, ron y doble necesito algo para este dolor—

El cantinero la mira de mala manera mientras ella murmura dejándose caer del trabajo exhausto que había tenido, pero mejor dicho de la noche fatídica que le había dejado cubierta del aroma de pólvora, sangre y tierra.

Siempre actuando sin pensar.