Giros y vueltas que nunca sabes en que acierta

por **Xande Włodek** Jue Feb 22, 2018 11:24 pm

Hay veces que decían que las primeras impresiones o acertaban de pleno o uno mismo se equivocaba respecto a la persona. Quizá eso fue lo que le pasó con la morena cuando la vio. Prácticamente pensaba que era todo un monumento de personaje a quien sería mejor evitar por sus hábitos y acciones, pero tras dos pequeñas palabras y con una voz que no lo parecía del todo mala le había cambiado la idea, por ahora. Muy lejos de llegar a una persona correcta y buena, pero con un toque de maldad nunca venia mal a nadie. Ella se pensaría también que era el típico chico bueno y responsable pero detrás de ello, durante ciertas horas se transformaba en una persona que quitaba las vidas a seres que habitaban en el mismo lugar que él. Mucho estaba suponiendo cuando estaba seguro que iba a ser este el único momento que iban a intercambiar palabras. Como ya decía su imagen, a nivel de ella el era demasiado bueno y quizá eso en el status del que hablaban algunos no estaba permitido. Esos temas al cambiante no le intervenían para nada, pero a día de hoy muchas personas lo tenían bastante en cuenta.

Con el cigarro entre sus dedos, sosteniéndolo entre el índice y el medio, dio unos pequeños toques con el pulgar en la boquilla del cigarro para tirar la ceniza sobrante al suelo. Y antes de que terminase de caer ya le había dado otra calada y expulsado el humo. Oh, bendito cigarro, gracias por existir. El felino para ser tan aparente joven, fumaba como un adulto. Llevaba el vicio tras de sí años atrás y aunque no hiciera mucha gracia en su casa que tuviera esa adicción no lo podían evitar. Lo que sí evitaba era no hacerlo delante de su amiga, sentía demasiado amor por ella como para tener que agobiarla con algo en lo que no tendría que ver y si pensaba fumar alguna vez se vería en la postura de ponerse serio y tener que quitarle esa misma manía. Bastante contradictorio no dejarla de algo que ya él era víctima, pero no quería que ella sufriera ese tipo de enganche del que él no se había ni propuesto escapar. Sacudió la cabeza quitando de su mente sus pensamientos y volviendo a su completa atención a la pequeña Juiet. Quien parecía haber cambiado de idea y no tener ni la más mínima gana de seguir con dicho encuentro callejero. Con su voz seca y desganada. Vaya, la idea que le había sacado nueva a la joven se desvanecía como el humo. Frunció los labios, confuso. "¿Sería bipolar?" Era una opción que debería empezar a replantearse sobre ella. Aun así no dejó de mirarla, era guapa y no cabía la menor duda de ello; pero sus ojos, sus ojos tenían algo que le hacían mantener sus azulados ojos en los suyos. Veía que había algo más en ella que una cara bonita y una personalidad algo repelente.

por **Xande Włodek** Miér Abr 25, 2018 10:53 pm

No lo pensó ni lo meditó, el pago era lo que más necesitaba y no le importa en lo más mínimo lo que hicieran con la joven más tarde. Por lo que, su única participación sería engañándola y drogándola, el resto se ocuparían los “otros” pero primero había que concertar la “cita”. Primero se regaron pequeños rumores de cierta jovencita entre los burdeles, un antro de mala muerte y placeres prohibidos para señoritas castas, todos comentaban que una cierta chica nueva había sido vista en uno de los pocilgueros de la zona para luego ser vendida a otra y a otra dos calles más abajo. Los organizadores sabían que aquella mujer caería.

No tardó mucho en aparecer, los ojos de vigías estaban atentos a cualquier indicio de la mujer y aquella noche las dio. Enseguida entraron al bar haciéndose pasar por borrachos bebiendo y conversando de putas en la barra, el cantinero ya estaba comprado y solo tenía que llevarla a la habitación para que luego todo tomara sentido. Solo rogaban que aquella estúpida no se diera cuenta y saliera gritando en busca de ayuda o tendrían que usar la fuerza, pero, todo salió a pedir de boca, la ingenuidad de la joven les ayudó mucho y ellos solo reían.

La última pieza estaba en la habitación jugando con una moneda en sus manos, riéndose de imaginar la cantidad de dinero que iba a tener por solo engañar a una tonta riquilla. El sonido de la puerta le indicó que ya estaba cerca.

“Estás aquí ratoncito tonto”

Percibió las visagrar chirrear con fuerza, junto al tumbo que se arremetió al cerrarse abruptamente la madera sucia y gastada. En ese momento se levantó de aquella cama cubierta de una sabana que no había sido lavada en días, si, hasta eso fue planeado. Se acercó sigiloso hasta la mujer. Su camisa abierta mostrando su cuerpo, como un felino que acecha al ratón antes de devorarlo, su sonrisa cínica y entre sus dedos aquella moneda. Estaba a solo tres pasos más y luego se detuvo observándola, asustada, tímida y tan tonta.

“siempre son así las riquillas, pero por dentro son unas safadas”

Rueda los ojos y la observa impávido. Se relame los labios secos y luego acota.

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