AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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First... encounter? | Privado | Varinäel
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First... encounter? | Privado | Varinäel
Tabitha, la mediana de sus hermanas, iba a contraer matrimonio y su padre quería organizar una fiesta para celebrarlo. Pero, como siempre, él estaba demasiado ocupado para encargarse de los preparativos, así que le encargó a Aranwill que lo hiciera. A ella le resultaba fácil hablar con el servicio, repartir tareas, preparar tablas con horarios y fechas, así que enseguida lo tuvo todo dispuesto, quedándose ella con aquellas cosas que sabía su padre sería más exigente, como la elección del menú, el vino y, en honor a su madre, las flores.
Tras rascar algo de información a los criados, descubrió cuál era el vino favorito de su padre y decidió encargar unas cuantas botellas para el gran acontecimiento. Si sólo quisiera un par, podría ir a buscarlas al mercado, pero necesitaban muchas y para un cargamento tan grande, lo mejor era ir directamente a la fuente o, al menos, a un distribuidor grande. Por suerte para ella, a las afueras de la ciudad estaba uno de los viñedos del sello que buscaba, así que cogió a su yegua, Raimar, y cabalgó hacia allí cuando aún brillaba el sol en el firmamento, pero en dirección descendente en el horizonte.
Cuando alcanzó el campo de vid, redujo el tiempo del caballo, pasando del galope al trote y, finalmente al encaminarse por el sendero, al paso. Su yegua era un ejemplar excelente, un caballo andaluz que su padre había traído siendo sólo una potrilla de España, de las tierras del sur, lugar de la procedencia de aquella raza. Ya cerca de la gran masía, desmontó y tomando las riendas se aproximó a uno de los trabajadores que había clasificando uvas. –Buenas tardes, buen hombre. Quisiera hablar con un responsable, ya que necesito encargar una gran cantidad de sus vinos.– Sonrió amablemente, al inclinarse un poco y aguardó su respuesta. El hombre se incorporó, tenía ya una avanzada edad y se notaba que le dolía la espalda por cómo se movía, seguramente por pasarse tantas horas encorvado sobre la mesa y las cubas llenas de uva. –Si quiere hablar con el responsable, debe dirigirse a la masía, señorita, allí dentro está el propietario que nos ha venido a visitar esta semana. No encontrará a nadie por encima de él aquí.– La mano cuyo dedo señalaba la casona, temblaba ligeramente. Aranwill rodeó ésta con las propias y sonrió al, con un tierno gesto, besarle el dorso. El pobre anciano no lo sabía, pero ella acababa de regalarle algo, le había calmado el dolor con un simple roce. –Muchas gracias, buen hombre. Tenga una buena noche.– Le soltó y se dirigió allí a donde le había indicado. Llamó a la puerta y enseguida le abrió una mujer regordeta y con cara de pocos amigos, aunque en su rostro se veían arrugas de expresión que denotaban que, en algún momento, había sido muy risueña. –¿Qué desea?– La muchacha hizo una leve inclinación de cabeza a modo de saludo cortés antes de dirigirle la palabra. –Quisiera hablar con el dueño de las bodegas, madame. Vengo a encargarle una gran cantidad de sus vinos.– La mujer la observó de arriba a abajo antes de, con un pesado suspiro, dejarle pasar al interior. –Espere aquí.– Le indicó con un gesto que se apartara de la entrada y aguardara junto a un estante con distintos modelos de botella, todos ellos vacíos, y se retiró, seguramente para ir a buscar al mandamás. La hechicera quedó allí esperando, mientras observaba el lugar y se impregnaba con el aroma que allí abundaba.
Tras rascar algo de información a los criados, descubrió cuál era el vino favorito de su padre y decidió encargar unas cuantas botellas para el gran acontecimiento. Si sólo quisiera un par, podría ir a buscarlas al mercado, pero necesitaban muchas y para un cargamento tan grande, lo mejor era ir directamente a la fuente o, al menos, a un distribuidor grande. Por suerte para ella, a las afueras de la ciudad estaba uno de los viñedos del sello que buscaba, así que cogió a su yegua, Raimar, y cabalgó hacia allí cuando aún brillaba el sol en el firmamento, pero en dirección descendente en el horizonte.
Cuando alcanzó el campo de vid, redujo el tiempo del caballo, pasando del galope al trote y, finalmente al encaminarse por el sendero, al paso. Su yegua era un ejemplar excelente, un caballo andaluz que su padre había traído siendo sólo una potrilla de España, de las tierras del sur, lugar de la procedencia de aquella raza. Ya cerca de la gran masía, desmontó y tomando las riendas se aproximó a uno de los trabajadores que había clasificando uvas. –Buenas tardes, buen hombre. Quisiera hablar con un responsable, ya que necesito encargar una gran cantidad de sus vinos.– Sonrió amablemente, al inclinarse un poco y aguardó su respuesta. El hombre se incorporó, tenía ya una avanzada edad y se notaba que le dolía la espalda por cómo se movía, seguramente por pasarse tantas horas encorvado sobre la mesa y las cubas llenas de uva. –Si quiere hablar con el responsable, debe dirigirse a la masía, señorita, allí dentro está el propietario que nos ha venido a visitar esta semana. No encontrará a nadie por encima de él aquí.– La mano cuyo dedo señalaba la casona, temblaba ligeramente. Aranwill rodeó ésta con las propias y sonrió al, con un tierno gesto, besarle el dorso. El pobre anciano no lo sabía, pero ella acababa de regalarle algo, le había calmado el dolor con un simple roce. –Muchas gracias, buen hombre. Tenga una buena noche.– Le soltó y se dirigió allí a donde le había indicado. Llamó a la puerta y enseguida le abrió una mujer regordeta y con cara de pocos amigos, aunque en su rostro se veían arrugas de expresión que denotaban que, en algún momento, había sido muy risueña. –¿Qué desea?– La muchacha hizo una leve inclinación de cabeza a modo de saludo cortés antes de dirigirle la palabra. –Quisiera hablar con el dueño de las bodegas, madame. Vengo a encargarle una gran cantidad de sus vinos.– La mujer la observó de arriba a abajo antes de, con un pesado suspiro, dejarle pasar al interior. –Espere aquí.– Le indicó con un gesto que se apartara de la entrada y aguardara junto a un estante con distintos modelos de botella, todos ellos vacíos, y se retiró, seguramente para ir a buscar al mandamás. La hechicera quedó allí esperando, mientras observaba el lugar y se impregnaba con el aroma que allí abundaba.
Última edición por Aranwill el Vie Mar 02, 2018 12:37 pm, editado 4 veces
Aranwill Sylvari- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 29
Fecha de inscripción : 20/02/2018
Re: First... encounter? | Privado | Varinäel
El viñedo de Alsacia es una región vinícola de Francia que se extiende por el nordeste de Francia, coincidiendo con la región homónima. Los vinos de Alsacia tienen una fuerte influencia germánica. El viñedo produce algunos de los más destacados blancos riesling del mundo, pero en el mercado de exportación, Alsacia es quizá más conocida por los muy aromáticos vinos gewürztraminer. Aquella mañana había decidido visitar mi viñedo, tenia algunos asuntos que tratar con el capataz, así como con el comercial que se encargaba de la exportación de los caldos.
Reunido en el despacho con el señor Fransua conversábamos sobre las cuentas del ultimo año, habíamos vendido gran cantidad de botellas a Bélgica y a los Países bajos. Nos reíamos porque Fransua era como el comercial que era muy ducho con las palabras y me recordaba lo que un día dijo Nestor Lujan “El Riesling es el vino de Alsacia por excelencia, la mejor de las cepas, cuyos productos claros, dorados, aristocráticos, presiden la mesa del país. El Riesling es muy fruteado; ligero e hiriente como la estocada de un acero fino: tiene centelleo. Ha de ser seco y puede tomarse con los platos más refinados. Nos agrada la fantasía del Riesling, su gracia y gentileza; como siempre lo tratamos adolescente, a veces nos engaña su fuerza.”
Dos golpes en la puerta a modo de llamada nos interrumpió, era la ama de llaves. Al parecer una jovencita buscaba al dueño para que pudiera aconsejarla sobre los vinos para servir en una boda.
En un inicio pensé en decirle que viniera cuando el capataz pudiera atenderla, pues yo no solía ocuparme de ese tipo de minucias, pero no se bien porque acabé poniéndome en pie para salir al encuentro de mi primera cliente atendida personalmente desde hacia mucho tiempo ¿siglos quizás?
Acompañé a Margaret hasta la entrada de la casa donde de espaldas admirando uno de lo cuadros que pendían de la pared principal, La Muerte de Sardanápalo , un cuadro de gran tamaño, obra de Eugène Delacroix.
Carraspeé para que la señorita dejara de mirar aquella obra y me enfrentara, mas al girarse no me pasó desapercibido aquel parecido que guardaba con la única mujer que había amado.
Quedé paralizado, como si acabara de ver un espectro, mi tez blanquecina adquirió un tono mortecino y mis ojos se abrieron como platos reflejando mi asombro.
Me costó recomponerme, disimular y alargar mi mano para tomar la ajena llevando el dorso a mis labios de forma galante.
-Enchanté, soy el dueño ¿en que puedo ayudarla señorita...?
Reunido en el despacho con el señor Fransua conversábamos sobre las cuentas del ultimo año, habíamos vendido gran cantidad de botellas a Bélgica y a los Países bajos. Nos reíamos porque Fransua era como el comercial que era muy ducho con las palabras y me recordaba lo que un día dijo Nestor Lujan “El Riesling es el vino de Alsacia por excelencia, la mejor de las cepas, cuyos productos claros, dorados, aristocráticos, presiden la mesa del país. El Riesling es muy fruteado; ligero e hiriente como la estocada de un acero fino: tiene centelleo. Ha de ser seco y puede tomarse con los platos más refinados. Nos agrada la fantasía del Riesling, su gracia y gentileza; como siempre lo tratamos adolescente, a veces nos engaña su fuerza.”
Dos golpes en la puerta a modo de llamada nos interrumpió, era la ama de llaves. Al parecer una jovencita buscaba al dueño para que pudiera aconsejarla sobre los vinos para servir en una boda.
En un inicio pensé en decirle que viniera cuando el capataz pudiera atenderla, pues yo no solía ocuparme de ese tipo de minucias, pero no se bien porque acabé poniéndome en pie para salir al encuentro de mi primera cliente atendida personalmente desde hacia mucho tiempo ¿siglos quizás?
Acompañé a Margaret hasta la entrada de la casa donde de espaldas admirando uno de lo cuadros que pendían de la pared principal, La Muerte de Sardanápalo , un cuadro de gran tamaño, obra de Eugène Delacroix.
Carraspeé para que la señorita dejara de mirar aquella obra y me enfrentara, mas al girarse no me pasó desapercibido aquel parecido que guardaba con la única mujer que había amado.
Quedé paralizado, como si acabara de ver un espectro, mi tez blanquecina adquirió un tono mortecino y mis ojos se abrieron como platos reflejando mi asombro.
Me costó recomponerme, disimular y alargar mi mano para tomar la ajena llevando el dorso a mis labios de forma galante.
-Enchanté, soy el dueño ¿en que puedo ayudarla señorita...?
Värinael Warrior- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/02/2018
Re: First... encounter? | Privado | Varinäel
Giró sobre los talones al escuchar el carraspeo y ya se preparaba para disculparse por su mala educación al recibir la llegada del anfitrión estando de espaldas, cuando vio al hombre y, por un motivo que ella desconocía, durante unos instantes se quedó sin aliento. No iba a negar que el dueño del lugar era guapo, atractivo, pero de ahí a quedarse sin respiración, era la primera vez que le ocurría. Logró darse un breve golpe en el pecho, sin saber muy bien cómo, lo que hizo que sus pulmones se hincharan de pronto llenos de aire, a lo que le siguió una tos que cubrió rápidamente con el antebrazo. –Disculpe, no sé lo que me ha dado…–
Permitió que el hombre tomara aquella mano que no se había tenido que llevar cerca de la boca al expectorar. Irguiéndose y recompuesta de nuevo, sonrió por el gesto ajeno. –Enchanté, monsieur…– Hizo una breve reverencia al cruzar una pierna tras la otra, así como sus padres le habían enseñado desde niña y llevaba haciendo durante prácticamente toda su vida. Cuando se incorporó otra vez y recuperó su extremidad, intentó no quedarse mirando fijamente el rostro del desconocido, porque sabía era de mala educación, además de que seguramente parecería una loca o una tonta, y no era ninguna de las dos cosas ni quería que se creyera que lo pudiera ser. –Verá, mi hermana contraerá matrimonio en unas semanas y vamos a celebrar el compromiso. Mi padre es un gran amante de sus vinos y me encantaría poder complacer a toda la familia con una gran cantidad de botellas para todos los invitados.– Hizo una pausa para darle tiempo al propietario de los viñedos a meditar. Pero entonces cayó en un detalle muy importante para que él pudiera decidir si aceptaba o no el encargo. –Madre mía, no sé dónde tengo la cabeza hoy...– Una breve y suave risa escapó de sus labios, al tiempo en que su mirada bailaba por la estancia, intentando eludir toparse con los orbes azules del caballero. –No tengo muy claras las cantidades de vino, supongo que usted estará más acostumbrado a ese tipo de cálculos o bien tendrá a alguien trabajando aquí que lo esté. Lo que sí puedo decirle es que serán cerca de doscientos comensales ese día y que se servirá comida al mediodía. La festividad debería durar unas cinco o seis horas…– Empezaba divagar, sin saber si toda aquella información era relevante o no tenía importancia alguna más que en su mente que parecía bastante dispersas muy a su pesar. ¿A qué venía tanto despiste? Solía ser una mujer muy centrada y tenía puestas muchas esperanzas en aquella celebración. No podía fallarle ni a su padre ni a Tabitha.
Permitió que el hombre tomara aquella mano que no se había tenido que llevar cerca de la boca al expectorar. Irguiéndose y recompuesta de nuevo, sonrió por el gesto ajeno. –Enchanté, monsieur…– Hizo una breve reverencia al cruzar una pierna tras la otra, así como sus padres le habían enseñado desde niña y llevaba haciendo durante prácticamente toda su vida. Cuando se incorporó otra vez y recuperó su extremidad, intentó no quedarse mirando fijamente el rostro del desconocido, porque sabía era de mala educación, además de que seguramente parecería una loca o una tonta, y no era ninguna de las dos cosas ni quería que se creyera que lo pudiera ser. –Verá, mi hermana contraerá matrimonio en unas semanas y vamos a celebrar el compromiso. Mi padre es un gran amante de sus vinos y me encantaría poder complacer a toda la familia con una gran cantidad de botellas para todos los invitados.– Hizo una pausa para darle tiempo al propietario de los viñedos a meditar. Pero entonces cayó en un detalle muy importante para que él pudiera decidir si aceptaba o no el encargo. –Madre mía, no sé dónde tengo la cabeza hoy...– Una breve y suave risa escapó de sus labios, al tiempo en que su mirada bailaba por la estancia, intentando eludir toparse con los orbes azules del caballero. –No tengo muy claras las cantidades de vino, supongo que usted estará más acostumbrado a ese tipo de cálculos o bien tendrá a alguien trabajando aquí que lo esté. Lo que sí puedo decirle es que serán cerca de doscientos comensales ese día y que se servirá comida al mediodía. La festividad debería durar unas cinco o seis horas…– Empezaba divagar, sin saber si toda aquella información era relevante o no tenía importancia alguna más que en su mente que parecía bastante dispersas muy a su pesar. ¿A qué venía tanto despiste? Solía ser una mujer muy centrada y tenía puestas muchas esperanzas en aquella celebración. No podía fallarle ni a su padre ni a Tabitha.
Aranwill Sylvari- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 29
Fecha de inscripción : 20/02/2018
Re: First... encounter? | Privado | Varinäel
Ella se movía inquieta por la recepción, como un cordero que acaba de encontrarse de frente con un depredador, el bombeo incesante de su agitado corazón me hacia enloquecer, pero no era si no su parecido con la mujer que un día ame lo que me perturbaba la mente trayéndome viejos recueros de épocas ya pasadas, enterradas mas bien.
Mis ojos, que ocultaban el fuego por la experiencia de los milenios la seguían a todos lados, una boda, su hermana, apenas la escuchaba, solo podía admirar su belleza etérea, era como tener ante mi a un fantasma, el castigo de los dioses hecho mujer, replica exacta de ella.
-¿perdone cuantos ha dicho? -pregunté fingiendo no haber escuchado y no estar completamente distraído.
Ella repitió con ese tono dulce la cantidad de invitados que ascendía al numero de 200 y me pedía que yo sopesara cual debía ser el cargamento de botellas a disponer para tal evento.
-Claro, llevaremos 200 botellas, mas vale que sobre y no que falte, os haré un buen precio, no os apuréis.
De normal no eran de mi interés este tipo de negocios menores, me dedicaba mas a la exportación a gran escala. Mas la dama me intrigaba y necesitaba llegar al final de todo aquello, jamas creí en las casualidades y su parecido era demasiado asombroso como para serlo.
-disculpe ¿como puedo llamarla? -pregunté pues su nombre no me había sido revelado, tampoco su apellido y lo necesitaba.
Le tendí de nuevo la mano, podéis mi señora acompañarme a catar los caldos, quizás podamos así elegir el que mas se adecue al evento.
La dama tomó mi mano con delicadeza, un escalofrió me recorrió de inmediato, su piel era suave, cálida, tersa.
Descendimos a las bodegas y allí me hice con un par de copas que tras descorchar una de las mejores botellas serví en sendas.
Moví ligeramente la copa observando el liquido, el ropaje es amarillo pálido con reflejos verdes brillantes que resaltan su frescura característica. Lo acerqué a la nariz indicando a la dama que hiciera lo mismo. su bouquet es de una gran finura, con clase, con aromas afrutados sutiles (limón, toronjil, pomelo, durazno, pera, frutas de compota…) y florales (flores blancas, tila, ortiga blanca…) o aún de anís, comino, orozuz y semilla de hinojo. En su evolución, el Riesling es único ya que según el suelo en el que está plantado, desarrolla aromas minerales.
Por ultimo lo acerqué a msi labios invitando a la doncella a probarlo. El vino es seco. Está construido alrededor de una gran frescura que se aprecia desde el principio hasta el fin de la cata. Entre el principio y final de boca destaca su amplitud y redondez.
-¿y bien? Sin duda este seria el vino que yo le recomendaría -aseguré bajando mi mirada a su boca bañada en vino.
Mis ojos, que ocultaban el fuego por la experiencia de los milenios la seguían a todos lados, una boda, su hermana, apenas la escuchaba, solo podía admirar su belleza etérea, era como tener ante mi a un fantasma, el castigo de los dioses hecho mujer, replica exacta de ella.
-¿perdone cuantos ha dicho? -pregunté fingiendo no haber escuchado y no estar completamente distraído.
Ella repitió con ese tono dulce la cantidad de invitados que ascendía al numero de 200 y me pedía que yo sopesara cual debía ser el cargamento de botellas a disponer para tal evento.
-Claro, llevaremos 200 botellas, mas vale que sobre y no que falte, os haré un buen precio, no os apuréis.
De normal no eran de mi interés este tipo de negocios menores, me dedicaba mas a la exportación a gran escala. Mas la dama me intrigaba y necesitaba llegar al final de todo aquello, jamas creí en las casualidades y su parecido era demasiado asombroso como para serlo.
-disculpe ¿como puedo llamarla? -pregunté pues su nombre no me había sido revelado, tampoco su apellido y lo necesitaba.
Le tendí de nuevo la mano, podéis mi señora acompañarme a catar los caldos, quizás podamos así elegir el que mas se adecue al evento.
La dama tomó mi mano con delicadeza, un escalofrió me recorrió de inmediato, su piel era suave, cálida, tersa.
Descendimos a las bodegas y allí me hice con un par de copas que tras descorchar una de las mejores botellas serví en sendas.
Moví ligeramente la copa observando el liquido, el ropaje es amarillo pálido con reflejos verdes brillantes que resaltan su frescura característica. Lo acerqué a la nariz indicando a la dama que hiciera lo mismo. su bouquet es de una gran finura, con clase, con aromas afrutados sutiles (limón, toronjil, pomelo, durazno, pera, frutas de compota…) y florales (flores blancas, tila, ortiga blanca…) o aún de anís, comino, orozuz y semilla de hinojo. En su evolución, el Riesling es único ya que según el suelo en el que está plantado, desarrolla aromas minerales.
Por ultimo lo acerqué a msi labios invitando a la doncella a probarlo. El vino es seco. Está construido alrededor de una gran frescura que se aprecia desde el principio hasta el fin de la cata. Entre el principio y final de boca destaca su amplitud y redondez.
-¿y bien? Sin duda este seria el vino que yo le recomendaría -aseguré bajando mi mirada a su boca bañada en vino.
Värinael Warrior- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/02/2018
Re: First... encounter? | Privado | Varinäel
Por la pregunta que le hizo el hombre, una sonrisa apareció fugazmente en los labios de la hechicera, percatándose que, al parecer, no era la única algo despistada en esa conversación y aquello aligeró un poco el peso sobre sus hombros, la culpa que sentía de no estar centrada como debiera en una causa tan importante como la organización de aquella fiesta. –Disculpe, qué mala educación…– Sus mejillas se ruborizaron de inmediato y se llevó ambas manos a cubrirlas con espanto ante su falta de modales, cuando sabía perfectamente que lo primero que debería haber hecho era presentarse. Pero al verle a él, la reacción que ella había tenido, había nublado su juicio y su cabeza se había dispersado como la de una niña pequeña al ver un caramelo. Negó, aún avergonzada, antes de volver a hacer una reverencia como la hiciera antes. –Mi nombre es Aranwill Horsfall, hija de Edwin y Wilhelma Horsfall, propietarios de las colinas que hay al sur del río Sena y las tierras que las rodean.– Irguió la espalda, quedando de nuevo de pie frente al propietario del lugar, tomando aquella mano que le fue ofrecida para caminar junto a él a hacer una breve cata del vino. Pero cuando las pieles de ambos se rozaron y sintió el tacto frío de aquellos dedos, se le erizó el vello de la nuca de inmediato, tal vez por el contraste de temperaturas entre ellos.
Bajaron varios escalones y avanzaron por un estrecho pasillo hasta dar con una amplia bodega llena de cubas, barriles y botas, todos bien dispuestos, organizados, marcados en sus pieles o tapas. La simbología la desconocía, pero imaginó que serían fechas, tipos de uva y la procedencia de sus recolectas. Tomó la copa con delicadeza y observó con suma atención cada gesto del varón. Ella no estaba demasiado acostumbrada a probar vinos, de hecho, ni siquiera lo estaba a tomar ninguna clase de alcohol. Conocía los gustos de su padre, sabía que adoraba aquella casa en concreto y confiaba en que el propietario supiera, mejor que nadie, qué reserva era la mejor. Le dio un breve sorbo, silencioso. Paladeó con tranquilidad el zumo de aquella fruta fermentado, macerado durante meses o, tal vez, incluso años. La primera impresión le dejó un sabor un tanto amargo, pero luego, a medida que desaparecían las primeras sensaciones, las trazas se volvieron más agradables. –Si le soy sincera, no sé mucho de catar caldos… Pero sé que mi padre adora sus vinos. Así que estaré encantada de encargarle esas doscientas botellas.– Sonrió con dulzura, regresándole la copa al dueño y echó un vistazo a su alrededor, sintiendo la humedad, el olor de las barricas de madera y el mosto aún por filtrar. –Me parece un mundo fascinante, el hecho de convertir una fruta dulce y sencilla como la uva en una bebida capaz de encandilar.– Rio por su mala manera de expresar lo que pensaba en realidad y negó, tocándose la nariz con el dedo índice, intentando evitar reír más de la cuenta por algo que, objetivamente, no tendría ninguna gracia. –No sé si sea posible, pero ¿hacen tours por los viñedos?– En realidad lo preguntaba para, en el futuro, pensar en ello como en un posible regalo de cumpleaños para su padre, aunque tal y como formuló la cuestión y el brillo que destilaban sus ojos, pareciera que ella misma deseara verlos
Bajaron varios escalones y avanzaron por un estrecho pasillo hasta dar con una amplia bodega llena de cubas, barriles y botas, todos bien dispuestos, organizados, marcados en sus pieles o tapas. La simbología la desconocía, pero imaginó que serían fechas, tipos de uva y la procedencia de sus recolectas. Tomó la copa con delicadeza y observó con suma atención cada gesto del varón. Ella no estaba demasiado acostumbrada a probar vinos, de hecho, ni siquiera lo estaba a tomar ninguna clase de alcohol. Conocía los gustos de su padre, sabía que adoraba aquella casa en concreto y confiaba en que el propietario supiera, mejor que nadie, qué reserva era la mejor. Le dio un breve sorbo, silencioso. Paladeó con tranquilidad el zumo de aquella fruta fermentado, macerado durante meses o, tal vez, incluso años. La primera impresión le dejó un sabor un tanto amargo, pero luego, a medida que desaparecían las primeras sensaciones, las trazas se volvieron más agradables. –Si le soy sincera, no sé mucho de catar caldos… Pero sé que mi padre adora sus vinos. Así que estaré encantada de encargarle esas doscientas botellas.– Sonrió con dulzura, regresándole la copa al dueño y echó un vistazo a su alrededor, sintiendo la humedad, el olor de las barricas de madera y el mosto aún por filtrar. –Me parece un mundo fascinante, el hecho de convertir una fruta dulce y sencilla como la uva en una bebida capaz de encandilar.– Rio por su mala manera de expresar lo que pensaba en realidad y negó, tocándose la nariz con el dedo índice, intentando evitar reír más de la cuenta por algo que, objetivamente, no tendría ninguna gracia. –No sé si sea posible, pero ¿hacen tours por los viñedos?– En realidad lo preguntaba para, en el futuro, pensar en ello como en un posible regalo de cumpleaños para su padre, aunque tal y como formuló la cuestión y el brillo que destilaban sus ojos, pareciera que ella misma deseara verlos
Aranwill Sylvari- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/02/2018
Re: First... encounter? | Privado | Varinäel
Cuanto mas la miraba menos podía apartar los ojos de ella, nunca creí en las coincidencias y esta de serlo era demasiado perfecta.
Vi morir ante mis ojos, entre mis brazos a la única mujer que había amado, pero esta era su fiel retrato. Conocía a Indigo, era mas que capaz de hacer brujería para domar así a su hijo díscolo, nada temía mas que a ese sentimiento que te devoraba por dentro y aunque una parte de mi ansiaba alejarla cuanto mas lejos mejor para seguir con mi vida de perversión sin ataduras y de venganza despiadada, otra se preguntaba ¿quien demonios era ella?
-¿Por que no vienes a la fiesta de la cosecha? -ni siquiera se por que se lo ofrecí..no era justo para mi revivir aquello que un día perdí.
Aceptó antes de que pudiera recular..así que ante su ilusión, y la pregunta de como era una noche de esas no pude mas que ladear la sonrisa.
-Pues...hace tiempo que no vengo a una vendimia (no sabía cuanta verdad había en eso), durante el día se recoge la uva de sus cepas, bebemos mientras lo hacemos, conversamos reímos y al llegar la noche tras la tradicional mesa servida al aire libre...las uvas se sirven en grandes toneles...sois las mujeres las que entráis dentro descalzas para pisar el fruto de la vid. Se pone música de fondo, bailáis, os miramos..
Di un sorbo de la copa paladeando su textura, su sabor ligeramente a frutado.
-Te divertirás..ponte un vestido blanco...-ahí relucía el modo que tenía de hacer las cosas, mi palabra solía ser ley -por favor -atajé al percatarme de mi imperativo -es tradición -concluí como explicación.
Quería saber de ella, cuanto mas la observaba, mas crecía mi curiosidad era como si una parte de mi viera cada gesto de la mujer que un día me tiro por un precipicio y lucho conmigo para darme muerte mientras nos arrastraban las aguas bravas de un rio.
-¿habéis venido sola? -pregunté mirándola de forma afilada.
En mi mente barajaba la idea de probarla, ver a través de su sangre que me ocultaba, mas era una niña bien y quizás eso descubriría algo que durante siglos mantuve en secreto, mi condición de vampiro.
Vi morir ante mis ojos, entre mis brazos a la única mujer que había amado, pero esta era su fiel retrato. Conocía a Indigo, era mas que capaz de hacer brujería para domar así a su hijo díscolo, nada temía mas que a ese sentimiento que te devoraba por dentro y aunque una parte de mi ansiaba alejarla cuanto mas lejos mejor para seguir con mi vida de perversión sin ataduras y de venganza despiadada, otra se preguntaba ¿quien demonios era ella?
-¿Por que no vienes a la fiesta de la cosecha? -ni siquiera se por que se lo ofrecí..no era justo para mi revivir aquello que un día perdí.
Aceptó antes de que pudiera recular..así que ante su ilusión, y la pregunta de como era una noche de esas no pude mas que ladear la sonrisa.
-Pues...hace tiempo que no vengo a una vendimia (no sabía cuanta verdad había en eso), durante el día se recoge la uva de sus cepas, bebemos mientras lo hacemos, conversamos reímos y al llegar la noche tras la tradicional mesa servida al aire libre...las uvas se sirven en grandes toneles...sois las mujeres las que entráis dentro descalzas para pisar el fruto de la vid. Se pone música de fondo, bailáis, os miramos..
Di un sorbo de la copa paladeando su textura, su sabor ligeramente a frutado.
-Te divertirás..ponte un vestido blanco...-ahí relucía el modo que tenía de hacer las cosas, mi palabra solía ser ley -por favor -atajé al percatarme de mi imperativo -es tradición -concluí como explicación.
Quería saber de ella, cuanto mas la observaba, mas crecía mi curiosidad era como si una parte de mi viera cada gesto de la mujer que un día me tiro por un precipicio y lucho conmigo para darme muerte mientras nos arrastraban las aguas bravas de un rio.
-¿habéis venido sola? -pregunté mirándola de forma afilada.
En mi mente barajaba la idea de probarla, ver a través de su sangre que me ocultaba, mas era una niña bien y quizás eso descubriría algo que durante siglos mantuve en secreto, mi condición de vampiro.
Värinael Warrior- Vampiro Clase Alta
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Re: First... encounter? | Privado | Varinäel
En cuanto el varón le ofreció la posibilidad de asistir a la fiesta de la cosecha, sin siquiera pensárselo asintió de inmediato. No tenía claro el motivo, pero la idea se le antojó maravillosa y accedió con entusiasmo. –Me encantaría. ¿Qué se hace exactamente en esa festividad?– Se percató entonces de la rapidez con la que se había abalanzado a una proposición que ni siquiera sabía lo que implicaría. Pero tampoco iba a ser nada peligroso, era una fiesta y envolvía la recogida de la uva, de eso estaba convencida.
La sonrisa que se dibujó en los labios del caballero caló en ella de un modo extraño, fue como si la atravesara un rayo, un shock eléctrico, mágico, doloroso. Arrugó la frente una milésima de segundo, mientras intentaba asimilarlo, y pronto recuperó la expresión normal de su rostro. No sabía lo que había sido aquello, pero no iba a parar a pensarlo ahora, lo dejaría para otro momento, para cuando estuviera a sola y pudiera concentrarse en sus poderes. Regresó su atención al hombre que tenía delante, a sus palabras, a sus gestos. –Suena muy divertido, la verdad.– Le dedicó otra de sus afables sonrisas, asintiendo a la petición del vestido blanco. Gran parte de su ropa era de aquel color, así que no habría problema alguno en cumplir con la tradición. –El vino no se limpia con facilidad, ¿cierto? Creo que tengo un vestido de algodón ya un poco viejo, ese seguramente servirá.– Lo último, aunque lo dijo en voz alta, era más una charla que mantenía unilateralmente consigo misma.
–¿Cuándo será la celebración?– No sabía si era únicamente un día, si duraba más tiempo o qué. Sólo esperaba que no coincidiera con la fiesta de compromiso de Tabitha y su prometido, porque a esa por nada del mundo pensaba faltar. Nada ni nadie se interpondría en su camino cuando se trataba de ver feliz a su familia y, además, Tab era especial para Aranwill, era su protegida, su niña mimada, la hermana a la que siempre se había sentido más ligada. –Disculpe, no respondí a su pregunta. Vine acompañada, Raimar me espera fuera.– Hizo una breve pausa antes de reír, cubriéndose la boca con la mano para no parecer descortés. –Es mi yegua, ella me trajo desde las colinas hasta sus campos de vid. Creo que le gusta el olor de las uvas, pero tranquilo, es una buena chica y no le robará ninguna.– La sonrisa de la mujer era sincera, destilaba cercanía y la felicidad que rodeaba actualmente su vida. Sin embargo, algo pulsaba en la parte trasera de su mente, algo amenazaba con acudir a su recuerdo, algo que su propio cerebro, rechazaba sacar a flote.
La sonrisa que se dibujó en los labios del caballero caló en ella de un modo extraño, fue como si la atravesara un rayo, un shock eléctrico, mágico, doloroso. Arrugó la frente una milésima de segundo, mientras intentaba asimilarlo, y pronto recuperó la expresión normal de su rostro. No sabía lo que había sido aquello, pero no iba a parar a pensarlo ahora, lo dejaría para otro momento, para cuando estuviera a sola y pudiera concentrarse en sus poderes. Regresó su atención al hombre que tenía delante, a sus palabras, a sus gestos. –Suena muy divertido, la verdad.– Le dedicó otra de sus afables sonrisas, asintiendo a la petición del vestido blanco. Gran parte de su ropa era de aquel color, así que no habría problema alguno en cumplir con la tradición. –El vino no se limpia con facilidad, ¿cierto? Creo que tengo un vestido de algodón ya un poco viejo, ese seguramente servirá.– Lo último, aunque lo dijo en voz alta, era más una charla que mantenía unilateralmente consigo misma.
–¿Cuándo será la celebración?– No sabía si era únicamente un día, si duraba más tiempo o qué. Sólo esperaba que no coincidiera con la fiesta de compromiso de Tabitha y su prometido, porque a esa por nada del mundo pensaba faltar. Nada ni nadie se interpondría en su camino cuando se trataba de ver feliz a su familia y, además, Tab era especial para Aranwill, era su protegida, su niña mimada, la hermana a la que siempre se había sentido más ligada. –Disculpe, no respondí a su pregunta. Vine acompañada, Raimar me espera fuera.– Hizo una breve pausa antes de reír, cubriéndose la boca con la mano para no parecer descortés. –Es mi yegua, ella me trajo desde las colinas hasta sus campos de vid. Creo que le gusta el olor de las uvas, pero tranquilo, es una buena chica y no le robará ninguna.– La sonrisa de la mujer era sincera, destilaba cercanía y la felicidad que rodeaba actualmente su vida. Sin embargo, algo pulsaba en la parte trasera de su mente, algo amenazaba con acudir a su recuerdo, algo que su propio cerebro, rechazaba sacar a flote.
Aranwill Sylvari- Hechicero Clase Alta
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Re: First... encounter? | Privado | Varinäel
Fascinado admiré sus gestos como si hubiera regresado a una época donde fui feliz. Como si el tiempo acabara de detenerse y el mundo dejara de girar contemplé aquella alegría casi infantil que desprendía la doncella. Ella no dudaba, con una verborrea no tan típica de una dama de sus estatus, en aceptar mi propuesta.
-Si lo deseáis podría enviaros a buscar a vuestra casa, mi cochero lo hará encantado, tristemente el día me mantiene ocupado con ciertos quehaceres pero os doy mi palabra que contaré los minutos hasta la puesta de sol para venir a veros y celebrar la fiesta de la cosecha con vos.
Le tendí el brazo para que lo tomara y poder acompañarla hacia el exterior de la mansión, por suerte el ocaso había dado paso la brillante luna que coronaba el firmamento, así que pude despedirla como una doncella de su categoría merecía, si bien es cierto no acepto la escoltaba hasta su casa, si me permitió conocer cual era el paradero de la misma y una semana después como le prometí el cochero estuvo en su puerta puntual como un reloj y con doce rosas rojas engarzadas en un ramo para agasajarla.
Mi condición de inmortal no me permitía caminar bajo el sol, mas eso no quitaba que pudiera complacerla de otras formas distintas.
Al llegar a la mi caserío pudo ver como los trabajadores recogían la uva, la música acompañaba la festividad y el buen vino corría de vaso en vaso mientras lentamente y con mimo iban sacando de las parras el fruto.
Las niñas, bien instruidas tomaron las manos de Aranwil y la llevaron a la sombra para trenzar su cabello y adornarlo de blancas flores que se fundían con su impoluto vestido blanco.
Pasaron las horas las suficientes como para que el sol dejara su apogeo y con el dar por finalizada mi maldición. En un carruaje tirado por negros percherones llegué al caserío con un traje blanco de lino. La mirada de la joven se posó en mi al instante mientras descendía la escalinata era generoso con mis trabajadores, así que todos me saludaron animados ya no solo por la celebración si no por el alcohol y pronto tuve un vaso en mi mano que paladeé despacio poniendo rumbo hacia mi preciada presa.
-Espero lo estés pasando bien -susurré tomado su diestra para llevarla con delicadeza a mis labios -perdón por tutearos ¿me lo permitís? -pedí sin apartar su piel de mis labios hundiendo mis azules en sus dos turbias tormentas -estáis preciosa.
-Si lo deseáis podría enviaros a buscar a vuestra casa, mi cochero lo hará encantado, tristemente el día me mantiene ocupado con ciertos quehaceres pero os doy mi palabra que contaré los minutos hasta la puesta de sol para venir a veros y celebrar la fiesta de la cosecha con vos.
Le tendí el brazo para que lo tomara y poder acompañarla hacia el exterior de la mansión, por suerte el ocaso había dado paso la brillante luna que coronaba el firmamento, así que pude despedirla como una doncella de su categoría merecía, si bien es cierto no acepto la escoltaba hasta su casa, si me permitió conocer cual era el paradero de la misma y una semana después como le prometí el cochero estuvo en su puerta puntual como un reloj y con doce rosas rojas engarzadas en un ramo para agasajarla.
Mi condición de inmortal no me permitía caminar bajo el sol, mas eso no quitaba que pudiera complacerla de otras formas distintas.
Al llegar a la mi caserío pudo ver como los trabajadores recogían la uva, la música acompañaba la festividad y el buen vino corría de vaso en vaso mientras lentamente y con mimo iban sacando de las parras el fruto.
Las niñas, bien instruidas tomaron las manos de Aranwil y la llevaron a la sombra para trenzar su cabello y adornarlo de blancas flores que se fundían con su impoluto vestido blanco.
Pasaron las horas las suficientes como para que el sol dejara su apogeo y con el dar por finalizada mi maldición. En un carruaje tirado por negros percherones llegué al caserío con un traje blanco de lino. La mirada de la joven se posó en mi al instante mientras descendía la escalinata era generoso con mis trabajadores, así que todos me saludaron animados ya no solo por la celebración si no por el alcohol y pronto tuve un vaso en mi mano que paladeé despacio poniendo rumbo hacia mi preciada presa.
-Espero lo estés pasando bien -susurré tomado su diestra para llevarla con delicadeza a mis labios -perdón por tutearos ¿me lo permitís? -pedí sin apartar su piel de mis labios hundiendo mis azules en sus dos turbias tormentas -estáis preciosa.
Värinael Warrior- Vampiro Clase Alta
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Re: First... encounter? | Privado | Varinäel
A pesar de su condición social, a Aranwill no le gustaban en demasía las muestras excesivas de prepotencia que solían rodear a aquellas personas de alto pode adquisitivo, y si bien prefería cabalgar a cualquier parte en vez de ir en coche, por algún motivo que era incapaz de comprender en aquel momento, accedió al ofrecimiento de ser recogida en coche el día de la vendimia. Tal vez porque pensó que bebería bastante vino y no quería montar ebria, o porque no deseaba dejar tantas horas desatendida a su querida yegua. Sea como fuere, aceptó la oferta con una sonrisa.
Una vez junto a Raimar, se despidieron de manera cordial, pero no precisamente fría. El hombre fue muy atento con ella, más de lo que cabría esperar para haberle sorprendido con su inesperada visita. La morena le dedicó una cálida sonrisa antes de subirse al caballo y partir hacia su hogar.
Una semana después, tal y como se le había prometido, fueron a buscarla y la llevaron al caserío donde ya estaban ocupados faenando desde que el primer rayo de sol brillara en el firmamento. Ella llegó poco después de comer y vivió de cerca lo que era la recolecta. Además, un grupo de niñas se acercó a ella para jugar, peinarla y entretenerla. Charlaron y entonaron canciones mientras se trenzaban el pelo las unas a las otras, colocando bonitas flores blancas que sujetaban entre mechones. La hechicera estaba fascinada y encantada al mismo tiempo, la fiesta era amena, divertida y muy cercana, como si todos fueran una gran familia.
Ya se había puesto el sol para cuando llegó el anfitrión en un carruaje negro como el manto que cubría el cielo. A juego con los grandes y fornidos sementales que tiraban de él. Al descender vestido todo de blanco, parecía como si la luna saliera de entre los portones del carro. Copa en mano, sin saber ya las que se había tomado, pero las suficientes para que sus mejillas estuvieran coloradas hasta las orejas y le hormiguearan los labios, se alzó, porque estaba sentada en un tocón de madera que le hacía de asiento, y sonrió en dirección al castaño que se aproximaba a su posición.
Asintió ante la primera pregunta, observando como la boca ajena se aproximaba hasta rozarse con la piel de su mano. –Lo estoy pasando maravillosamente bien y, por supuesto, podéis tutearme si lo deseáis.– El rubor pareció subir hasta la punta de su nariz que se movió antes de que se le escapara un breve estornudo, uno que cubrió eficientemente con su antebrazo libre, vino en mano. –Disculpad, creo que algo me ha hecho cosquillas y por eso…– No terminó la frase, riendo por lo ocurrido y vio de reojo como las niñas de antes les observaban entre risitas y cuchicheos. –Creo que somos el centro de atención ahora mismo.– Se aproximó el vidrio a los labios y dio un lento sorbo. –Está delicioso y no lo digo porque lleve toda la tarde probándolo... Aunque es cierto que a cada trago, me sabe mejor que el anterior.– Confesó sin tomarse molestia alguna en ocultar que el alcohol corría por sus venas igual que lo hacía por las del resto, aunque con bastante más moderación que por la sangre de los hombres. Pero para alguien poco acostumbrado a beber, aunque hiciera pausas largas entre copa y copa, se le notaba esa chispa vivaracha en la mirada y en el lento paladeo de las sílabas que pronunciaba. –¿No teníamos que pisar uvas descalzos?– Inquirió con diversión, fijando sus lapislázuli en los dos orbes marinos de Varinäel.
Una vez junto a Raimar, se despidieron de manera cordial, pero no precisamente fría. El hombre fue muy atento con ella, más de lo que cabría esperar para haberle sorprendido con su inesperada visita. La morena le dedicó una cálida sonrisa antes de subirse al caballo y partir hacia su hogar.
Una semana después, tal y como se le había prometido, fueron a buscarla y la llevaron al caserío donde ya estaban ocupados faenando desde que el primer rayo de sol brillara en el firmamento. Ella llegó poco después de comer y vivió de cerca lo que era la recolecta. Además, un grupo de niñas se acercó a ella para jugar, peinarla y entretenerla. Charlaron y entonaron canciones mientras se trenzaban el pelo las unas a las otras, colocando bonitas flores blancas que sujetaban entre mechones. La hechicera estaba fascinada y encantada al mismo tiempo, la fiesta era amena, divertida y muy cercana, como si todos fueran una gran familia.
Ya se había puesto el sol para cuando llegó el anfitrión en un carruaje negro como el manto que cubría el cielo. A juego con los grandes y fornidos sementales que tiraban de él. Al descender vestido todo de blanco, parecía como si la luna saliera de entre los portones del carro. Copa en mano, sin saber ya las que se había tomado, pero las suficientes para que sus mejillas estuvieran coloradas hasta las orejas y le hormiguearan los labios, se alzó, porque estaba sentada en un tocón de madera que le hacía de asiento, y sonrió en dirección al castaño que se aproximaba a su posición.
Asintió ante la primera pregunta, observando como la boca ajena se aproximaba hasta rozarse con la piel de su mano. –Lo estoy pasando maravillosamente bien y, por supuesto, podéis tutearme si lo deseáis.– El rubor pareció subir hasta la punta de su nariz que se movió antes de que se le escapara un breve estornudo, uno que cubrió eficientemente con su antebrazo libre, vino en mano. –Disculpad, creo que algo me ha hecho cosquillas y por eso…– No terminó la frase, riendo por lo ocurrido y vio de reojo como las niñas de antes les observaban entre risitas y cuchicheos. –Creo que somos el centro de atención ahora mismo.– Se aproximó el vidrio a los labios y dio un lento sorbo. –Está delicioso y no lo digo porque lleve toda la tarde probándolo... Aunque es cierto que a cada trago, me sabe mejor que el anterior.– Confesó sin tomarse molestia alguna en ocultar que el alcohol corría por sus venas igual que lo hacía por las del resto, aunque con bastante más moderación que por la sangre de los hombres. Pero para alguien poco acostumbrado a beber, aunque hiciera pausas largas entre copa y copa, se le notaba esa chispa vivaracha en la mirada y en el lento paladeo de las sílabas que pronunciaba. –¿No teníamos que pisar uvas descalzos?– Inquirió con diversión, fijando sus lapislázuli en los dos orbes marinos de Varinäel.
Aranwill Sylvari- Hechicero Clase Alta
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Re: First... encounter? | Privado | Varinäel
No pude evitar sonreír al ver como el mosto había hecho mella en ella y lucia aquella sonrisa en sus húmedos labios y la alegría que tocaba en el ambiente festivo que nos rodeaba.
-Me gusta saber que estas divirtiéndote, mal anfitrión sería si no fuera así -aseguré llevando la botella a su copa y dejando caer el liquido ambarino hasta volver a llenarla.
No se bien como pero la dama iba a dar un paso adelante y tropezó con la gasa que caía sobre sus pies de aquel bello vestido blanco adherido a su piel, mis brazos la acogieron mientras ambos nos reíamos muy cerca del otro.
-Creo va a ser mejor pisemos el mosto o me tocara cargar contigo para que puedas hacerlo bromeé mirando sus dos enormes ojos ligeramente brillantes.
No podía crees que estaba allí, de nuevo conmigo, sabía que tenia que ser cauto, no solo porque no era el único consciente de su reencarnación, si no porque Indigo había fijado su vista en ella y de seguro que ya le habría ido con el cuento a mi hermano.
Lo único positivo de esto es que si la rata salía del agujero para asediar el queso, caería sobre el como un gato hambriento y de seguro Indigo no quería eso, tenia que reconocer que mi hermano era mucho mas..servicial para con nuestra “sire” que yo.
Las niñas murmuraban a nuestro alrededor con sus cabellos ondeando al viento y sus infantiles ojos puestos en nosotros.
-Creo que quieren que me beses -bromeé con una picara sonrisa que puso sus mejillas mas rojas de lo que estaban.
No esperé respuesta cuando la lacé entre mis brazos en volandas mientras ella ligeramente mareada se agarró a mi cuello pasando su brazo derecho por este sin apartar sus titilantes ojos de los míos.
Su aliento bañado en vino acariciaba mis labios y por un momento el mundo como antaño se detuvo, era difícil no desear en estos instante llegar a mucho mas, peor era consciente del peligro que para mi esa mujer entrañaba, así que volviendo en mi caminé hasta la enorme balda dejándola caer sobre las uvas.
Otras mujeres se unieron a ella pronto la orquesta tocó vivaraz para que las mujeres bailaran bajo la atenta mirada de los hombres que haciendo palmas y riéndonos las animábamos a seguir le ritmo.
Sus ropas se teñían de rosa, la tela se pegaba a su piel y mis ojos no pudieron ni por un instante apartarse de ea mujer que daba vueltas riéndose.
-Me gusta saber que estas divirtiéndote, mal anfitrión sería si no fuera así -aseguré llevando la botella a su copa y dejando caer el liquido ambarino hasta volver a llenarla.
No se bien como pero la dama iba a dar un paso adelante y tropezó con la gasa que caía sobre sus pies de aquel bello vestido blanco adherido a su piel, mis brazos la acogieron mientras ambos nos reíamos muy cerca del otro.
-Creo va a ser mejor pisemos el mosto o me tocara cargar contigo para que puedas hacerlo bromeé mirando sus dos enormes ojos ligeramente brillantes.
No podía crees que estaba allí, de nuevo conmigo, sabía que tenia que ser cauto, no solo porque no era el único consciente de su reencarnación, si no porque Indigo había fijado su vista en ella y de seguro que ya le habría ido con el cuento a mi hermano.
Lo único positivo de esto es que si la rata salía del agujero para asediar el queso, caería sobre el como un gato hambriento y de seguro Indigo no quería eso, tenia que reconocer que mi hermano era mucho mas..servicial para con nuestra “sire” que yo.
Las niñas murmuraban a nuestro alrededor con sus cabellos ondeando al viento y sus infantiles ojos puestos en nosotros.
-Creo que quieren que me beses -bromeé con una picara sonrisa que puso sus mejillas mas rojas de lo que estaban.
No esperé respuesta cuando la lacé entre mis brazos en volandas mientras ella ligeramente mareada se agarró a mi cuello pasando su brazo derecho por este sin apartar sus titilantes ojos de los míos.
Su aliento bañado en vino acariciaba mis labios y por un momento el mundo como antaño se detuvo, era difícil no desear en estos instante llegar a mucho mas, peor era consciente del peligro que para mi esa mujer entrañaba, así que volviendo en mi caminé hasta la enorme balda dejándola caer sobre las uvas.
Otras mujeres se unieron a ella pronto la orquesta tocó vivaraz para que las mujeres bailaran bajo la atenta mirada de los hombres que haciendo palmas y riéndonos las animábamos a seguir le ritmo.
Sus ropas se teñían de rosa, la tela se pegaba a su piel y mis ojos no pudieron ni por un instante apartarse de ea mujer que daba vueltas riéndose.
Värinael Warrior- Vampiro Clase Alta
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Re: First... encounter? | Privado | Varinäel
Ella quiso dar un paso cuando tropezó torpemente y, de no ser por el contrario, se hubiese ido de bruces al suelo, copa de vino en mano, el cuál se derramó en el suelo con el gesto brusco de la caída. Pronto apareció una muchacha que le quitó el vaso de la mano, para seguidamente desaparecer y dejarles de nuevos a solas, a pesar de la cantidad de gente que allí se congregaba. Todos iban a sus cosas, festejando, bailando y cantando. Era como si ellos dos se encontraran en un lugar aparte, ajenos a lo demás. Entre risas, los dos se quedaron mirando, silenciándose poco a poco hasta quedar completamente callados. Los labios de la hechicera se entreabrieron al tomar aire, como si hubiese olvidado cómo se hacía por la nariz. Fueron las palabras del hombre las que rompieron el silencio que les envolvía al comentar el supuesto motivo de las risitas de las niñas. Las mejillas de Aranwill ardieron de inmediato, tornándose coloradas como si se las hubieran pintado con picotas. Se llevó las manos a acunar su rostro y ocultar el rubor más que evidente, pero antes de que pudiera decir algo al respecto de lo dicho por el inmortal, éste la levantaba del suelo. Ella volvió a reír, al tiempo en que se le escapaba un breve grito de sorpresa y se agarró al cuello ajeno con los brazos. Los rostros de ambos estaban sumamente cerca y sus alientos se acariciaron frente a sus bocas.
El tiempo se detuvo o eso le pareció a la morena, porque cuando quiso darse cuenta sus pies se hundían y las manos de Varinäel la soltaban. Se movía con torpeza y sus pies se sentían extraños sobre aquel lecho de uvas. Pronto vinieron un par de mujeres a tomarla de las manos e instarla a bailar sobre la fruta. La bruja, ni corta ni perezosa, animada por el vino y porque siempre había sido una joven muy osada y divertida, se puso a danzar como el resto de las chicas que saltaban sobre los frutos de la vid, salpicando y manchando sus ropas claras. Las palmas, la música y las carcajadas resonaron allí, todos se lo estaban pasando bien.
En uno de los ires y venires del perímetro hacia el centro, Aranwill se separó del grupo y fue hacia la pared de madera del gran barreño, tendiendo los brazos hacia el exterior en dirección al anfitrión. –¿Por qué no te unes? Es muy divertido y quiero bailar contigo.– Le dedicó una amplia sonrisa, moviendo los dedos para invitarle con mayor insistencia como haría una niña pequeña. Ladeó un poco la cabeza y abultó el labio inferior esperando que cediera a su inocente petición. –Vamos, ven aquí. ¿No era importante que disfrutara de mi estancia aquí? Lo haré más si te unes…– La sonrisa regresó a sus labios cuando él aceptó, o al menos se estaba acercando hasta ella. El que se metiera dentro del balde era secundario, si se aproximaba suficiente, podría convencerlo o lanzarle algunas uvas, mancharlo. Todo se le antojaba muy gracioso y no se decidía en para qué acción tomar medidas.
El tiempo se detuvo o eso le pareció a la morena, porque cuando quiso darse cuenta sus pies se hundían y las manos de Varinäel la soltaban. Se movía con torpeza y sus pies se sentían extraños sobre aquel lecho de uvas. Pronto vinieron un par de mujeres a tomarla de las manos e instarla a bailar sobre la fruta. La bruja, ni corta ni perezosa, animada por el vino y porque siempre había sido una joven muy osada y divertida, se puso a danzar como el resto de las chicas que saltaban sobre los frutos de la vid, salpicando y manchando sus ropas claras. Las palmas, la música y las carcajadas resonaron allí, todos se lo estaban pasando bien.
En uno de los ires y venires del perímetro hacia el centro, Aranwill se separó del grupo y fue hacia la pared de madera del gran barreño, tendiendo los brazos hacia el exterior en dirección al anfitrión. –¿Por qué no te unes? Es muy divertido y quiero bailar contigo.– Le dedicó una amplia sonrisa, moviendo los dedos para invitarle con mayor insistencia como haría una niña pequeña. Ladeó un poco la cabeza y abultó el labio inferior esperando que cediera a su inocente petición. –Vamos, ven aquí. ¿No era importante que disfrutara de mi estancia aquí? Lo haré más si te unes…– La sonrisa regresó a sus labios cuando él aceptó, o al menos se estaba acercando hasta ella. El que se metiera dentro del balde era secundario, si se aproximaba suficiente, podría convencerlo o lanzarle algunas uvas, mancharlo. Todo se le antojaba muy gracioso y no se decidía en para qué acción tomar medidas.
Aranwill Sylvari- Hechicero Clase Alta
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Re: First... encounter? | Privado | Varinäel
Con esa amplia sonrisa que iluminaba su rostro se aproximó a mi suplicante, sus ojos brillaban reflejando la luz de las hogueras que bailaban a mi espalda, en un principio negué con la cabeza no muy dado yo a bailar de buenas a primeras, peor cuando sus manos se estiraron para que sobre ellas depositara las mías, acabé hipnotizado caminando como un niño hacia ella.
Pronto la distancia fue efímera, nuestros alientos impactaron y con ellos su risa. Arwil tiraba de mi para que el barreño se convirtiera en la pista de baile donde danzar entre uvas Me quité las botas antes de pasar primero una pierna y luego otra, ambos quedamos en el centro mientras el resto de mujeres bailaban a nuestro alrededor y nos iba salpicando quedando ambos completamente mojados de vino.
La atrapé por la cintura elevándola por los aires cuando esta cogiendo uvas con la diestra me las lanzó y así ambos nos reímos pegados el uno al otro, mirándonos a los ojos.
El tiempo no había pasado ,reconocía cada sendero de su rostro, cada curva de su cuerpo, cada matiz de su piel y la profundidad de aquella boca que cerca estuve de besar nuevamente en ese instante embriagador en el que simplemente me estaba dejando llevar.
Quietos nos miramos en silencio, agitadas nuestras respiraciones rozaban la boca ajena de forma fantasmagórica, se alzo de puntillas quedando a mi altura y yo atajé esa distancia ladeando la cabeza, cerrando los ojos embriagado por la necesidad de recorrer aquellos conocidos senderos de nuevo.
Era mi mano la que la afianzaba temerosa de que escapara, mis dedos en su nuca anclados para que no zarpara. Gruñí al presionar tan carnoso manjar y fue en se instante preciso en el que recordé que si bien era todo cuanto me hizo feliz un día, también era el motivo por el que me perdí. El amor era una maldición y tropezar dos veces con la misma piedra una necedad.
Abrí los ojos tomando un poco de distancia para su sorpresa, quería volver contra su piel, devorarla, quería todo de ella, pero si lo hacía me arrepentiría pues Indigo conocía de su existencia y por algún designo del destino había vuelto a confabular seguramente para que la historia se repitiera sin mas.
-Deberíamos salir de aquí, ponernos ropa limpia y seca, no deseo que enferme para la celebración de su hermana.
Ella hizo un mohin sin soltar mis manos como si fuera una niña pequeña pidiéndome un poco mas de diversión. Ensanché la sonrisa contemplando su infernal belleza y mis ojos bajaron hasta esos labios que por un instante había saboreado.
-me cuesta negaros nada -aseguré consciente de la veracidad de esas palabras -estáis preciosa.
No estaba dispuesto a volver a tropezar con la misma piedra, peor alli estabamos los dos y era como antaño.
Pronto la distancia fue efímera, nuestros alientos impactaron y con ellos su risa. Arwil tiraba de mi para que el barreño se convirtiera en la pista de baile donde danzar entre uvas Me quité las botas antes de pasar primero una pierna y luego otra, ambos quedamos en el centro mientras el resto de mujeres bailaban a nuestro alrededor y nos iba salpicando quedando ambos completamente mojados de vino.
La atrapé por la cintura elevándola por los aires cuando esta cogiendo uvas con la diestra me las lanzó y así ambos nos reímos pegados el uno al otro, mirándonos a los ojos.
El tiempo no había pasado ,reconocía cada sendero de su rostro, cada curva de su cuerpo, cada matiz de su piel y la profundidad de aquella boca que cerca estuve de besar nuevamente en ese instante embriagador en el que simplemente me estaba dejando llevar.
Quietos nos miramos en silencio, agitadas nuestras respiraciones rozaban la boca ajena de forma fantasmagórica, se alzo de puntillas quedando a mi altura y yo atajé esa distancia ladeando la cabeza, cerrando los ojos embriagado por la necesidad de recorrer aquellos conocidos senderos de nuevo.
Era mi mano la que la afianzaba temerosa de que escapara, mis dedos en su nuca anclados para que no zarpara. Gruñí al presionar tan carnoso manjar y fue en se instante preciso en el que recordé que si bien era todo cuanto me hizo feliz un día, también era el motivo por el que me perdí. El amor era una maldición y tropezar dos veces con la misma piedra una necedad.
Abrí los ojos tomando un poco de distancia para su sorpresa, quería volver contra su piel, devorarla, quería todo de ella, pero si lo hacía me arrepentiría pues Indigo conocía de su existencia y por algún designo del destino había vuelto a confabular seguramente para que la historia se repitiera sin mas.
-Deberíamos salir de aquí, ponernos ropa limpia y seca, no deseo que enferme para la celebración de su hermana.
Ella hizo un mohin sin soltar mis manos como si fuera una niña pequeña pidiéndome un poco mas de diversión. Ensanché la sonrisa contemplando su infernal belleza y mis ojos bajaron hasta esos labios que por un instante había saboreado.
-me cuesta negaros nada -aseguré consciente de la veracidad de esas palabras -estáis preciosa.
No estaba dispuesto a volver a tropezar con la misma piedra, peor alli estabamos los dos y era como antaño.
Värinael Warrior- Vampiro Clase Alta
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Re: First... encounter? | Privado | Varinäel
El anfitrión aceptó de manera silenciosa. Su mirada, gestos y actos hablaban por sí solos. Esperó a que se descalzara y en cuanto le tuvo dentro del gran barreño, le tomó nuevamente de las manos y le arrastró hacia el centro. Las mujeres bailaban a su alrededor, los hombres daban palmas desde fuera y ellos dos permanecían en el centro, pisando, danzando sobre las uvas, intentando no caerse, alternando entre mirarse los pies y verse a los ojos el uno al otro. Cuando él la tomó de la cintura para alzarla en vilo, las manos de ella se posaron en los hombros ajenos y las pupilas dilatadas de la joven morena, danzaron titilantes, fijas en el rostro de Varinäel. Él la bajó muy despacio, sus cuerpos se rozaron en cada movimiento, hasta que los pies de Aranwill volvieron a hundirse entre las frutas trituradas por tantos andares y saltos. Los dedos de ella habían ido descendiendo y ahora reposaban en su pecho. Alzó los talones, quedando casi a la altura del rostro ajeno. Fue el cainita el que acortó la distancia entre sus bocas y, dejándose llevar por el momento, la hechicera entregó su primer beso. Fue más arrollador de lo que había imaginado. El frescor que sentía allí donde la tela se impregnaba de vino y el viento acariciaba su silueta, se volvió calor, ardiente casi. Arrugó la camisa ajena entre sus falanges, dispuesta a prolongar aquel intercambio de alientos que la estaba dejando sin sentido. Sin embargo, el castaño cortó el contacto entre sus labios y se separó tras tomar a la joven de los brazos. Interpuso distancia entre ambos y la cara de incomprensión de la morena dijo más que cualquier palabra, porque él respondió al interrogante de su cabeza, aunque lo hiciera de manera evasiva.
El momento había pasado y fuera cual fuera el motivo, algo había cambiado. Él volvía a tratarla de usted, aunque la había tuteado durante unos instantes. Aranwill se mordió el labio inferior, clavando la mirada en el manto de uvas aplastadas bajo sus pies y asintió. Los dedos de la hechicera se cerraron alrededor de los ajenos cuando éste la instó a avanzar hacia el muro de madera de la cuba para salir de ella los dos. Sintió una gran pena en su pecho y ni siquiera que le dijera lo hermosa que estaba, logró hacer reaparecer la sonrisa en su rostro. Sentía que había hecho algo mal y la vergüenza pesó sobre sus hombros. Había sido demasiado osada con sus actos y por eso él la rechazaba.
En cuanto la ayudaron a salir del barreño, alguien le ofreció una piel con la que cubrirse y eso hizo, envolviéndose por encima de los hombros al cruzar los brazos frente a su pecho. No podía calzarse sin más, entre los pequeños dedos tenía pieles de vid y semillas, por no hablar de lo empapados que estaban en el mosto tinto. Descalza caminó hacia una zona más apartada, siguiendo la sombra de Varinäel que las antorchas proyectaban en el suelo. Ella seguía sin hablar, sin pronunciar palabra alguna. No sabía dónde meterse, porque en aquel instante, de poder hacerlo, montaría sobre Raimar y desaparecería al galope.
El momento había pasado y fuera cual fuera el motivo, algo había cambiado. Él volvía a tratarla de usted, aunque la había tuteado durante unos instantes. Aranwill se mordió el labio inferior, clavando la mirada en el manto de uvas aplastadas bajo sus pies y asintió. Los dedos de la hechicera se cerraron alrededor de los ajenos cuando éste la instó a avanzar hacia el muro de madera de la cuba para salir de ella los dos. Sintió una gran pena en su pecho y ni siquiera que le dijera lo hermosa que estaba, logró hacer reaparecer la sonrisa en su rostro. Sentía que había hecho algo mal y la vergüenza pesó sobre sus hombros. Había sido demasiado osada con sus actos y por eso él la rechazaba.
En cuanto la ayudaron a salir del barreño, alguien le ofreció una piel con la que cubrirse y eso hizo, envolviéndose por encima de los hombros al cruzar los brazos frente a su pecho. No podía calzarse sin más, entre los pequeños dedos tenía pieles de vid y semillas, por no hablar de lo empapados que estaban en el mosto tinto. Descalza caminó hacia una zona más apartada, siguiendo la sombra de Varinäel que las antorchas proyectaban en el suelo. Ella seguía sin hablar, sin pronunciar palabra alguna. No sabía dónde meterse, porque en aquel instante, de poder hacerlo, montaría sobre Raimar y desaparecería al galope.
Aranwill Sylvari- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/02/2018
Re: First... encounter? | Privado | Varinäel
La tristeza de Aranwill fue desoladora, como si volviera al día del concilio, como si pudiera ver de nuevo a la suplicante hechicera pidiéndonos que nos fugáramos juntos, que olvidáramos quien eramos y simplemente nos quisiéramos, tragué saliva manteniéndome impertérrito y en silencio.
Hacia tiempo que mi corazón se rompió, luego se paro, no podía permitir dejarlo de nuevo latir, el amor era una condena y yo había pagado ya su penitencia.
Bajo la luz de una danzante hoguera contemplé los pies descalzos de la doncella, nada quedaba de su risa y cuando alcé la mirada la suya no brillaba.
-Escucha -susurré deteniéndome para que me mirara -hace tiempo alguien me hizo daño, perdí al amor de mi vida, desde entonces no he vuelto a amar..no puedo, no estoy preparado.
Fui sincero al menos en una efímera parte de lo contado.
-No has hecho nada mal, al contrarío, me he sentido bien contigo y eso...es complicado Aranwill.
Yo nunca dejaba que nadie llegara a mi, era cuidadoso y mas debía serlo ahora que sabia Indigo había dado con ella y que sería cuestión de tiempo que la metiera en este peligroso juego.
-Déjame compensarte, no puedes irte sola, estas...-iba a decir borracha, mas guarde silencio -déjame llevarte a casa, vamos a la habitación ,date un baño tranquila, te llevaré un vestido seco y limpio y te acercaré yo mismo a casa, déjame...arreglarlo.
La arropé con las pieles pues se le escurrían por los hombros, no estaba en condiciones de irse a casa.
-Vamos Aranwill -pedí arropándola. Bien conocía del carácter de esa mujer, pero esperaba que me escuchara por esta vez .
De no ceder enviaría a uno de mi hombres para que se asegurara de que llegaba bien a casa, pero francamente no quería que saliera de mi caserón de esa manera.
-Ha sido culpa mía, no volverá a pasar, tienes mi palabra, nos hemos dejado llevar por el alcohol, el baile, la música, las llamas, sois una señorita preciosa y se que las cosas con vos han de ir de otra manera.
Traté de que en esta ocasión mis palabra sonaran bien, de convencerla no se bien de que.
Hacia tiempo que mi corazón se rompió, luego se paro, no podía permitir dejarlo de nuevo latir, el amor era una condena y yo había pagado ya su penitencia.
Bajo la luz de una danzante hoguera contemplé los pies descalzos de la doncella, nada quedaba de su risa y cuando alcé la mirada la suya no brillaba.
-Escucha -susurré deteniéndome para que me mirara -hace tiempo alguien me hizo daño, perdí al amor de mi vida, desde entonces no he vuelto a amar..no puedo, no estoy preparado.
Fui sincero al menos en una efímera parte de lo contado.
-No has hecho nada mal, al contrarío, me he sentido bien contigo y eso...es complicado Aranwill.
Yo nunca dejaba que nadie llegara a mi, era cuidadoso y mas debía serlo ahora que sabia Indigo había dado con ella y que sería cuestión de tiempo que la metiera en este peligroso juego.
-Déjame compensarte, no puedes irte sola, estas...-iba a decir borracha, mas guarde silencio -déjame llevarte a casa, vamos a la habitación ,date un baño tranquila, te llevaré un vestido seco y limpio y te acercaré yo mismo a casa, déjame...arreglarlo.
La arropé con las pieles pues se le escurrían por los hombros, no estaba en condiciones de irse a casa.
-Vamos Aranwill -pedí arropándola. Bien conocía del carácter de esa mujer, pero esperaba que me escuchara por esta vez .
De no ceder enviaría a uno de mi hombres para que se asegurara de que llegaba bien a casa, pero francamente no quería que saliera de mi caserón de esa manera.
-Ha sido culpa mía, no volverá a pasar, tienes mi palabra, nos hemos dejado llevar por el alcohol, el baile, la música, las llamas, sois una señorita preciosa y se que las cosas con vos han de ir de otra manera.
Traté de que en esta ocasión mis palabra sonaran bien, de convencerla no se bien de que.
Värinael Warrior- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/02/2018
Re: First... encounter? | Privado | Varinäel
Las palabras del hombre no le llegaban, era como si toda ella estuviera en otro lugar, en otro tiempo. Se sentía ajena a la realidad que en aquel momento la rodeaba y sólo era consciente del latido de su propio corazón y de aquellas pulsaciones en la parte trasera de la cabeza, dolorosas, insistentes.
La joven alzó el rostro y sus ojos se encontraron con los orbes ajenos. Alcanzó a escuchar y asimilar sus últimas palabras, ladeó la cabeza mientras sus dedos jugaban con las mangas del vestido, arrugando y tirando de la tela, sin preocuparse en si se estropeaba o no el tejido. –¿Arreglar el qué?– Inquirió, ida, con la mirada perdida y sus pupilas empequeñecidas, diminutas y casi invisibles. El azul de sus iris estaba oscurecido, más parecido al tono del mar que al habitual suyo habitual y similar al cielo. Entonces, sus yemas comenzaron a liberar chispas blancas como la nieve, electricidad que saltaba e un dígito a otro conformando pequeñas redes que se quebraban y recomponían cada pocos segundos. Su poder se estaba rebelando contra su mente. Una corriente de aire la envolvió, agitando la falda de la ropa que portaba y la electricidad se traspasó a sus pies, sucios, tintados de vino y ennegrecidos por la tierra que a ellos se había adherido al andar descalza por el terreno, siguiendo al vampiro.
Se percató ella misma de eso que estaba ocurriendo y como si mostrar de lo que era capaz fuera el mayor de los pecados, salió corriendo en dirección opuesta a cualquier ser vivo. Era muy rápida, demasiado para su propio bien y pronto alcanzó la zona boscosa, donde piedras y ramas hirieron sus plantas y brazos. Se ocultó tras un gran roble y se quedó mirando aquellas palmas que irradiaban luz y centelleaban. –¿Qué me está ocurriendo?– Se preguntó a sí misma como si verbalizar aquella duda pudiera ayudar a solventarla en modo alguno.
Escuchó pasos a sus espaldas y aunque había estado sumida en su propio desconcierto, aquello la alertó e intentó esconderse mejor, pero no había sitio en el que esconder aquella claridad que proyectaba a su alrededor, como si la luna hubiese bajado a la tierra e intentara cubrirse con unos arbustos. Y mientras pensaba cómo solucionar el entuerto, lo que se puso en blanco fue su mente, cayendo fulminada en el suelo.
Inconsciente, su poder perdía intensidad y aquellos recuerdos encerrados, comenzaron a aflorar, pero sin que Aranwill fuera conocedora de la veracidad de las imágenes que surcaban su mente. Para ella, eso era un sueño que se convertía en pesadilla, no el rememorar una vida pasada.
La joven alzó el rostro y sus ojos se encontraron con los orbes ajenos. Alcanzó a escuchar y asimilar sus últimas palabras, ladeó la cabeza mientras sus dedos jugaban con las mangas del vestido, arrugando y tirando de la tela, sin preocuparse en si se estropeaba o no el tejido. –¿Arreglar el qué?– Inquirió, ida, con la mirada perdida y sus pupilas empequeñecidas, diminutas y casi invisibles. El azul de sus iris estaba oscurecido, más parecido al tono del mar que al habitual suyo habitual y similar al cielo. Entonces, sus yemas comenzaron a liberar chispas blancas como la nieve, electricidad que saltaba e un dígito a otro conformando pequeñas redes que se quebraban y recomponían cada pocos segundos. Su poder se estaba rebelando contra su mente. Una corriente de aire la envolvió, agitando la falda de la ropa que portaba y la electricidad se traspasó a sus pies, sucios, tintados de vino y ennegrecidos por la tierra que a ellos se había adherido al andar descalza por el terreno, siguiendo al vampiro.
Se percató ella misma de eso que estaba ocurriendo y como si mostrar de lo que era capaz fuera el mayor de los pecados, salió corriendo en dirección opuesta a cualquier ser vivo. Era muy rápida, demasiado para su propio bien y pronto alcanzó la zona boscosa, donde piedras y ramas hirieron sus plantas y brazos. Se ocultó tras un gran roble y se quedó mirando aquellas palmas que irradiaban luz y centelleaban. –¿Qué me está ocurriendo?– Se preguntó a sí misma como si verbalizar aquella duda pudiera ayudar a solventarla en modo alguno.
Escuchó pasos a sus espaldas y aunque había estado sumida en su propio desconcierto, aquello la alertó e intentó esconderse mejor, pero no había sitio en el que esconder aquella claridad que proyectaba a su alrededor, como si la luna hubiese bajado a la tierra e intentara cubrirse con unos arbustos. Y mientras pensaba cómo solucionar el entuerto, lo que se puso en blanco fue su mente, cayendo fulminada en el suelo.
Inconsciente, su poder perdía intensidad y aquellos recuerdos encerrados, comenzaron a aflorar, pero sin que Aranwill fuera conocedora de la veracidad de las imágenes que surcaban su mente. Para ella, eso era un sueño que se convertía en pesadilla, no el rememorar una vida pasada.
Aranwill Sylvari- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/02/2018
Re: First... encounter? | Privado | Varinäel
Inmóvil frente a ella pude ver como sus ojos se teñían de un matiz bien distinto, podría asegurar no conocerlo, mas por contra lo hacía, ella fue mi primer amor, el único y eso me dejaba claro que en ese momento estaba perdida, enfada y asustada, conocía cada gesto porque viví rememorandolos durante demasiado tiempo y ahora que había aprendido a vivir sin ella a combatir mis propios fantasmas, regresaba a mi vida en forma de inocente humana. El destino era paradójico y sin duda cruel conmigo.
Las chispas que emergían de sus dedos sacudían mi mundo y creo que también el suyo, se daba cuenta de lo que estaba pasando y aunque trataba de ocultarme que la magia residía en ella como antaño, no logro hacerlo, aunque si salir corriendo.
Dejé escapar el aire a sabiendas que en esta contienda nadie podía ayudarme y caminé tras ella pues dejarla sola en ese estado era la peor de las ideas, tras un árbol Aranwil se escondía con el miedo escondido en su tembloroso cuerpo, alce las manos para que entendiera que no quería lastimara, ni asustarla, solo hablar con ella sobre lo que estaba ocurriendo mas nada mas la alcance, su cuerpo se desplomó entre mis brazos casi inerte.
-¡Aranwill! -rugí solo encontrando la calma al ver que respiraba.
La alcé y caminé con ella entre mis brazos hacia el interior del caserón ,sus pies estaba descalzos y el vestido empapado del liquido de la uva manchandolo.
-Solo ha bebido mas de la cuenta, necesita un poco de descanso -la escudé ante aquellos trabajadores que le habían cogido cariño que a mi paso me preguntaban por su estado.
Una vez acomodada en el cuarto de invitados hice a dos de las doncellas desvestirla y ponerle una de mis camisas para que al menos estuviera seca, nada mas acabaron con ella me adentré en el cuarto cerrando la puerta.
La lumbre estaba prendida para que la estancia se caldeara, o no necesitaba para nada el fuego que ahora lamia mi piel y el perfil de la paladín.
Me serví una copa de whisky, necesitaba pasar el trago de lo que estaba pasando y tomé asiento en el sofá cercano al lecho, frente a la lumbre perdiendo mis ojos en el incesante refulgir de las llamas, condenado a volver a repetir la historia, algo me decía que el sino de todos los presentes volvía a estar en juego y la partida solo comenzaba.
Las chispas que emergían de sus dedos sacudían mi mundo y creo que también el suyo, se daba cuenta de lo que estaba pasando y aunque trataba de ocultarme que la magia residía en ella como antaño, no logro hacerlo, aunque si salir corriendo.
Dejé escapar el aire a sabiendas que en esta contienda nadie podía ayudarme y caminé tras ella pues dejarla sola en ese estado era la peor de las ideas, tras un árbol Aranwil se escondía con el miedo escondido en su tembloroso cuerpo, alce las manos para que entendiera que no quería lastimara, ni asustarla, solo hablar con ella sobre lo que estaba ocurriendo mas nada mas la alcance, su cuerpo se desplomó entre mis brazos casi inerte.
-¡Aranwill! -rugí solo encontrando la calma al ver que respiraba.
La alcé y caminé con ella entre mis brazos hacia el interior del caserón ,sus pies estaba descalzos y el vestido empapado del liquido de la uva manchandolo.
-Solo ha bebido mas de la cuenta, necesita un poco de descanso -la escudé ante aquellos trabajadores que le habían cogido cariño que a mi paso me preguntaban por su estado.
Una vez acomodada en el cuarto de invitados hice a dos de las doncellas desvestirla y ponerle una de mis camisas para que al menos estuviera seca, nada mas acabaron con ella me adentré en el cuarto cerrando la puerta.
La lumbre estaba prendida para que la estancia se caldeara, o no necesitaba para nada el fuego que ahora lamia mi piel y el perfil de la paladín.
Me serví una copa de whisky, necesitaba pasar el trago de lo que estaba pasando y tomé asiento en el sofá cercano al lecho, frente a la lumbre perdiendo mis ojos en el incesante refulgir de las llamas, condenado a volver a repetir la historia, algo me decía que el sino de todos los presentes volvía a estar en juego y la partida solo comenzaba.
Värinael Warrior- Vampiro Clase Alta
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Re: First... encounter? | Privado | Varinäel
Lo último que había llegado a ver antes de caer inconsciente había sido a Varinäel acercándose a ella con las dos manos alzadas, seguramente en señal de tregua, aunque eso poco importaba, porque lo que Aranwill buscaba era ocultar la fuente de su poder y ser encontrada significaba exponerse y sabía el peligro que aquello significaba. Mas no pudo reaccionar, no pudo, en realidad, hacer nada. El mundo se oscureció de pronto ante sus ojos y en cuanto volvió la luz, lo hizo para aterrorizarla. En su sueño salía él también, tal vez porque había sido su última visión o por aquel beso que se habían dado. La cuestión era que en esas imágenes ellos dos reían, se miraban de manera cómplice, caminaban de la mano, observaban un escenario que la hechicera no conocía en aquella vida. Todo era hermoso, los sentimientos cálidos, y en mitad de toda esa felicidad, se abrió una brecha llena de dolor. Guerra, traición y muerte tiñeron de rojo la escena, dos espadas atravesaron su cuerpo, una empuñada por un rostro que desconocía y la otra por el propio Varinäel que la sostenía a su caída. Las lágrimas corrían por sus mejillas, tanto en el sueño como en la realidad, mas únicamente en el primero una linfa de sangre se deslizaba desde la comisura izquierda de sus labios hacia la mandíbula. Su boca se entreabrió, intentando tomar aire que su perforado pulmón no procesaba. Quiso hablar, decir algo, pero las palabras no brotaban, únicamente sonidos incongruentes escapaban de su garganta semi ahogada. El hombre gritaba su nombre, le suplicaba que no la dejara, pero el sonido tampoco alcanzaba sus oídos y todo lo que él le decía, se perdía y era llevado lejos por el viento.
En aquella cama, tendida como estaba, balbuceó algo. Aquellas palabras que en la pesadilla no sonaban, lo hacían en el mundo real, en el presente. Murmuros ligeramente afónicos se pronunciaron en la habitación en la que no estaba sola. –Lo siento... siento dejarte solo…– Los dedos de su diestra se movieron por cuenta propia, temblorosos, subiendo y bajando como si tocara un piano. No era consciente de nada de lo que ocurría a su alrededor, ni de dónde se encontraba, ni de si tenía compañía o si pasaba algo. De nuevo la luz mortecina emanó de las yemas de sus dígitos y parecieron atravesar el cochón en forma de diminutos rayos.
De pronto, se incorporó, quedando sentada, con los ojos abiertos, pero en blanco. Quieta se mantuvo varios segundos, antes de gritar con tremebunda fuerza como una banshee anunciando una muerte. El chorro de voz parecía ajeno, pero manaba de su boca, emergía de la profundidad de sus pulmones y el vibrar de las cuerdas vocales. Las pupilas aparecieron repentinamente, dilatándose a partir de la nada, tornando sus ojos incoloros en aguamarinas. La consciencia regresó a la vez, pero apareció entonces el desconcierto. –¿Dónde estoy…?– Preguntó al aire, antes de encontrarse con el rostro de Varinäel centrado en ella.
En aquella cama, tendida como estaba, balbuceó algo. Aquellas palabras que en la pesadilla no sonaban, lo hacían en el mundo real, en el presente. Murmuros ligeramente afónicos se pronunciaron en la habitación en la que no estaba sola. –Lo siento... siento dejarte solo…– Los dedos de su diestra se movieron por cuenta propia, temblorosos, subiendo y bajando como si tocara un piano. No era consciente de nada de lo que ocurría a su alrededor, ni de dónde se encontraba, ni de si tenía compañía o si pasaba algo. De nuevo la luz mortecina emanó de las yemas de sus dígitos y parecieron atravesar el cochón en forma de diminutos rayos.
De pronto, se incorporó, quedando sentada, con los ojos abiertos, pero en blanco. Quieta se mantuvo varios segundos, antes de gritar con tremebunda fuerza como una banshee anunciando una muerte. El chorro de voz parecía ajeno, pero manaba de su boca, emergía de la profundidad de sus pulmones y el vibrar de las cuerdas vocales. Las pupilas aparecieron repentinamente, dilatándose a partir de la nada, tornando sus ojos incoloros en aguamarinas. La consciencia regresó a la vez, pero apareció entonces el desconcierto. –¿Dónde estoy…?– Preguntó al aire, antes de encontrarse con el rostro de Varinäel centrado en ella.
Aranwill Sylvari- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/02/2018
Re: First... encounter? | Privado | Varinäel
Sentado en el sillón con la lumbre lamiendo mi piel y el alcohol calentando mis entrañas miraba a esa mujer que había supuesto mi felicidad mas absoluta y mi mayor desdicha.
Su sueño distaba mucho de ser placido, se removía inquieta en el lecho y por unos instantes me pregunté que era exactamente aquello que ahora pasaría por su mente, tentado estaba de llevar mis colmillos a su muñeca y descubrir que era era aquello que la inquietaba.
Fue la frase la que me trasladó a otra época, cerré los ojos recordando aquella fatídica noche de aceros, de hermanos enfrentados por una mujer, un trono y una inmortal que nos convirtió en monstruos.
Aranwill pagó las consecuencias del odio, la recordé entre mis brazos asegurando no querer dejarme solo, mas en algo se equivocó entonces, ya no era el mismo hombre al que un día amo, ese que creía en que su sacrificio llevaría la paz a dos reinos enfrentados desde hacía siglos.
Mi conversión me convirtió en otro, un hombre con la necesidad de poseerla ¿por que renunciar por el bien de otros a lo que era mío por derecho?
Su muerte fue mi culpa y también la de mi hermano que me la arrebato de mis brazos.
La hechicera se despertó sobresaltada elevando su torso del lecho para enfrentar mis ojos claros, di un nuevo sorbo dejando la copa sobre la pequeña mesa que quedaba dispuesta a mi diestra y me acerqué a la cama sentándome en le borde para poder hablar con la desorientada mujer.
-Has bebido mucho y te has mareado ¿estas bien? -pregunté tratando de restar importancia a todo l oque había sucedido y esperaba hubiera olvidado.
Mis ojos se hundieron en los suyos esperando una respuesta que no llegaba, como si le costara asumir y entender las cosas vividas hasta llegar a la cama.
-Voy a servirte un vaso de agua -aseguré poniéndome en pie para acercarme a la jarra y verter sobre un vaso una cantidad suficiente para refrescar su mente.
-Toma -le dije tendiéndoselo para que lo apurara -todo esta bien -aseguré ensanchando la sonrisa -puedes quedarte a pasar la noche, mañana mi cochero te llevará a casa.
La lumbre crepitaba en el lateral caldeando la estancia y velando por el sueño de la bruja.
-¿puedo hacer algo mas por ti Aranwill? Algo que no tenga que ver con beber mas copas de vino -bromeé quitando hierro al asunto.
Su sueño distaba mucho de ser placido, se removía inquieta en el lecho y por unos instantes me pregunté que era exactamente aquello que ahora pasaría por su mente, tentado estaba de llevar mis colmillos a su muñeca y descubrir que era era aquello que la inquietaba.
Fue la frase la que me trasladó a otra época, cerré los ojos recordando aquella fatídica noche de aceros, de hermanos enfrentados por una mujer, un trono y una inmortal que nos convirtió en monstruos.
Aranwill pagó las consecuencias del odio, la recordé entre mis brazos asegurando no querer dejarme solo, mas en algo se equivocó entonces, ya no era el mismo hombre al que un día amo, ese que creía en que su sacrificio llevaría la paz a dos reinos enfrentados desde hacía siglos.
Mi conversión me convirtió en otro, un hombre con la necesidad de poseerla ¿por que renunciar por el bien de otros a lo que era mío por derecho?
Su muerte fue mi culpa y también la de mi hermano que me la arrebato de mis brazos.
La hechicera se despertó sobresaltada elevando su torso del lecho para enfrentar mis ojos claros, di un nuevo sorbo dejando la copa sobre la pequeña mesa que quedaba dispuesta a mi diestra y me acerqué a la cama sentándome en le borde para poder hablar con la desorientada mujer.
-Has bebido mucho y te has mareado ¿estas bien? -pregunté tratando de restar importancia a todo l oque había sucedido y esperaba hubiera olvidado.
Mis ojos se hundieron en los suyos esperando una respuesta que no llegaba, como si le costara asumir y entender las cosas vividas hasta llegar a la cama.
-Voy a servirte un vaso de agua -aseguré poniéndome en pie para acercarme a la jarra y verter sobre un vaso una cantidad suficiente para refrescar su mente.
-Toma -le dije tendiéndoselo para que lo apurara -todo esta bien -aseguré ensanchando la sonrisa -puedes quedarte a pasar la noche, mañana mi cochero te llevará a casa.
La lumbre crepitaba en el lateral caldeando la estancia y velando por el sueño de la bruja.
-¿puedo hacer algo mas por ti Aranwill? Algo que no tenga que ver con beber mas copas de vino -bromeé quitando hierro al asunto.
Värinael Warrior- Vampiro Clase Alta
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Re: First... encounter? | Privado | Varinäel
Tardó un poco en ubicarse, pero fue cuando lo hizo que sintió de nuevo el abrumador miedo de su sueño. Había tenido premoniciones con anterioridad, pero jamás se habían sentido tan reales como aquella. No sólo porque la persona presente en la visión era alguien que conocía, sino porque todo en sí, desde el dolor a la tristeza, la felicidad previa y ese desbordante amor que por poco no hacía que el corazón se le salieran del pecho, los había experimentado como propios, y no ajenos como las veces anteriores.
Se llevó la mano al pecho, como aquel que siente que le arrancan algo de dentro y, seguidamente, observó la palma con sorpresa, como si el verla limpia y no empapada en sangre fuera algo que no se esperaba. De nuevo alzó sus luceros hasta toparse con los dos mares de Varinäel. Entreabrió los labios, mas ninguna palabra escapó de ellos. El cainita se levantó y le trajo un vaso con agua, el cual tomó con la zurda, mientras la diestra reposaba boca arriba en su regazo, tal cuál la había retirado de su pecho. –Gracias...– Dudó un instante, centrando sus lapislázuli en el líquido que suavemente oscilaba en el interior de la copa antes de volver a centrarlos en los azules del inmortal y formular la pregunta que nacía de forma natural para ella en ese preciso momento. –Si todo está bien, ¿por qué me siento morir por dentro?– Su voz se quebró al finalizar aquel interrogante, cubriéndose la boca con la mano derecha para evitar el extraño llanto que sabía anidaba en su garganta. Esperó unos instantes y apartó los dedos para beber seguido, sin pausa, hasta terminar la última gota de agua, como el que intenta aplacar el hipo, usando exactamente el mismo truco, para calmar la pena que luchaba por salir fuera y no debía hacerlo.
Tomó el vaso entre los dedos de ambas manos, enlazando éstos al rodear el cristal. Apoyó todo, nuevamente, en el regazo y dejó caer los párpados, guardando silencio. Sentía una tristeza tan grande que podría ahogarse en ella si se dejara llevar, mas no lo hizo ni tenía pensado hacerlo más adelante. Deseaba tranquilizarse y permitir que el dolor se fuera allí desde donde viniera. Tomó aire despacio y poco después de lo dejó salir, igual de lento. Y aún con los ojos cerrados, habló una vez más. –No sé lo que ocurre, nunca un sueño me había afectado tanto...– Murmuró en un tono sumamente bajo de voz. –Pero ha sido tan real… y tan trágico...– Suspiró apesadumbrada, dejando que sus orbes emergieran hasta poder ver el rostro del cainita. –Tú salías en él.– Aseguró, sin saber muy bien por qué se lo contaba, cuando seguramente la tomara por loca tras su reacción al despertar y las tonterías que estaba soltando ahora.
Se llevó la mano al pecho, como aquel que siente que le arrancan algo de dentro y, seguidamente, observó la palma con sorpresa, como si el verla limpia y no empapada en sangre fuera algo que no se esperaba. De nuevo alzó sus luceros hasta toparse con los dos mares de Varinäel. Entreabrió los labios, mas ninguna palabra escapó de ellos. El cainita se levantó y le trajo un vaso con agua, el cual tomó con la zurda, mientras la diestra reposaba boca arriba en su regazo, tal cuál la había retirado de su pecho. –Gracias...– Dudó un instante, centrando sus lapislázuli en el líquido que suavemente oscilaba en el interior de la copa antes de volver a centrarlos en los azules del inmortal y formular la pregunta que nacía de forma natural para ella en ese preciso momento. –Si todo está bien, ¿por qué me siento morir por dentro?– Su voz se quebró al finalizar aquel interrogante, cubriéndose la boca con la mano derecha para evitar el extraño llanto que sabía anidaba en su garganta. Esperó unos instantes y apartó los dedos para beber seguido, sin pausa, hasta terminar la última gota de agua, como el que intenta aplacar el hipo, usando exactamente el mismo truco, para calmar la pena que luchaba por salir fuera y no debía hacerlo.
Tomó el vaso entre los dedos de ambas manos, enlazando éstos al rodear el cristal. Apoyó todo, nuevamente, en el regazo y dejó caer los párpados, guardando silencio. Sentía una tristeza tan grande que podría ahogarse en ella si se dejara llevar, mas no lo hizo ni tenía pensado hacerlo más adelante. Deseaba tranquilizarse y permitir que el dolor se fuera allí desde donde viniera. Tomó aire despacio y poco después de lo dejó salir, igual de lento. Y aún con los ojos cerrados, habló una vez más. –No sé lo que ocurre, nunca un sueño me había afectado tanto...– Murmuró en un tono sumamente bajo de voz. –Pero ha sido tan real… y tan trágico...– Suspiró apesadumbrada, dejando que sus orbes emergieran hasta poder ver el rostro del cainita. –Tú salías en él.– Aseguró, sin saber muy bien por qué se lo contaba, cuando seguramente la tomara por loca tras su reacción al despertar y las tonterías que estaba soltando ahora.
Aranwill Sylvari- Hechicero Clase Alta
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Re: First... encounter? | Privado | Varinäel
Mi mirada se perdió en el fuego, incapaz de enfrentar sus dos enormes orbes húmedos, asustados y llenos de una tristeza tal que dolía y traspasaba mis entrañas.
No necesitaba escuchar su historía, no cuando yo había sido el protagonista de la misma, cuando mis manso se llenaron de su sangre, cuando su dolor fue mi perdición y su muerte mi condena. Mi amor por ella resultó una larga penitencia, mi hambre de venganza una lacra...
-estás borracha..no sé...quizás has liado las cosas.
¿Que iba a hacer? Contarle la verdad no era una opción, no cuando le arrebataría toda inocencia, toda opción de una vida mejor.
¿Acaso no vía en lo que me había convertido el tiempo? Era un vampiro, un maldito ser oscuro que poblaba las noches, que se alimentaba de sangre y cuya pureza, esa que un día tuve se marchitó al tragar la ponzoña de mi sire.
Mi hermano y yo la habíamos llevado a la muerte, Indigo quería repetir la partida no sé si para buscar un fin distinto aunque de seguro no menos horrible y yo estaba allí frente a ella debatiéndome entre ser sincero... o guardar el secreto.
-Aranwill, yo...*
Las palabras del inmortal no ayudaron en lo más mínimo, porque ella sabía que el alcohol no tenía nada que ver con lo que en su sueño había sentido. Pero claro, ¿quién iba a creer las divagaciones de una mujer con las ropas tintadas de vino? Normal que pensara que estaba borracha, al menos eso era mejor a que la tildara de loca.
Sentía vergüenza por la situación, por ser incapaz de sobrellevarla mejor. Se suponía que no debía andar por ahí hablando de su poder y allí estaba, diciendo cosas que nadie entendería y de hacerlo, la llevaría a la hoguera como a la bruja que era.
-Tienes razón, es el alcohol, seguro...
Su rostro reflejaba tristeza, ya no sólo por lo experimentado en la visión, sino por no poder ser sincera. Mentir era algo que ella no soportaba y que nunca hacía, pero allí estaba, engañando a un buen hombre que le había ofrecido descansar en su casa aquella noche aunque las cosas no hubieran terminado bien entre ellos.
-Perdona, es que no suelo beber...*
Me sentía como n hijo puta, allí, mintiéndole descabelladamente ¿pero tenía otra opción? ¿estaba preparado para afrontar la verdad? ¿estaba ella preparada para saberla? ¿y para las consecuencias que la verdad nos traería a los dos? ¿y Daredhal? ¿cuándo entraría en escena?
Las preguntas se arremolinaban en mi cabeza, llevé los dedos a mi sien tratando de despejarme de aquel dolor que de nuevo sentía, yo que hacía demasiado tiempo apagué mi humanidad para no poder volver a ser roto ahora me sentía...mal.
- Estoy cansado, también he bebido demasiado y eso que estoy acostumbrado -dije tratando de hacerla sentir bien -Toma un baño, descansa, mañana veremos esto..distinto, te acompañaré a casa, siento haber sido tan mal anfitrión.*
Sabía que él no la comprendería, que lo que a ella le ocurría no tenía una solución sencilla que cualquier mortal pudiera entender y tolerar. Sin embargo, en aquel momento, tenía miedo de dormirse de nuevo. Miró de reojo la almohada, echándose más hacia delante.
-Tomaré la oferta del baño, gracias...
Giró el rostro, regresando sus lapislázuli al rostro foráneo.
-No has sido mal anfitrión, más bien yo he sido una mala invitada. Debería haber controlado mejor lo que bebía...
Sonrió levemente. Le sabía mal que el contrario se sintiera culpable. Él no tenía nada que ver aunque hubiese aparecido en su sueño. Sólo esperaba que aquello que había visto, no llegara a cumplirse.*
Me incorporé del sillón acercándome a ella, mi diestra atrapó su nuca con naturalidad, una que me hizo sentir demasiado bien y mis labios se posaron en su frente con familiaridad.
-Dejémoslo en que los dos hemos bebido demasiado -concluí con intención de dar carpetazo a aquel sin fin de reproches que nos lanzábamos contra nosotros mismos y que en el fondo no tenían sentido -toma el baño, y perdóname. Hace tiempo perdí a alguien, me cuesta intimar, me cuesta...todo a decir verdad y ...-ladeé la sonrisa - y es hora de que me acueste y deje de decir sandeces -bromeé -buenas noche... -corregí -buenos días.
Pronto el alba nos regalaría un nuevo día y yo debía para ese entonces estar en mis aposentos bien resguardado de todo haz de luz.*
Cuando la mano ajena se posó en su nuca, pudo sentir la frialdad de su tacto a través de los huecos que se formaban al separar los mechones de pelo. Cerró los ojos un instante al notar el roce de los labios foráneos contra su frente, pero los abrió de inmediato, temiendo dormirse.
-No tienes que insistir, lo comprendo. Fue culpa mía por... por dejarme llevar.
Colocó su mano sobre la muñeca del inmortal para que éste bajara el brazo y se apartara, despacio y con cuidado. No entendía por qué, pero le dolía que la tratara de ese modo, aún cuando una parte de ella deseaba tenerle cerca.
-Descansa. El anfitrión no puede andar por ahí con ojeras hasta la barbilla...
Intentó bromear, aunque quedó claro que no era lo suyo por la poca gracia del comentario.
-Buenos días.*
La puerta se cerró a mis espaldas, era incapaz de decir más, bien sabía que no merecía mi silencio, pero menos mi verdad, así que aunque no lo creyera estaba haciendo lo mejor para ella, apartarla del peligroso juego de damas donde sin duda acabaría muerta sobre el tablero... Indigo siempre era la reina y lo demostraba con cada movimiento.
Daredhal, quizás era tiempo de terminar con nuestro odio, trabajar juntos por sacar a Aranwill de este entuerto, se lo debíamos de un modo u otro y matar a Indigo era el único modo que se me ocurría de que la hechicera fuera libre, libre de nosotros...*
El sol estaba a punto de salir cuando el vampiro abandonó la estancia. La bruja había dormido suficiente, sino demasiado, así que descansar era lo último que necesitaba. Especialmente teniendo en cuenta el doloroso sueño que había presenciado. Así que se levantó de la cama y se acercó al pequeño estante que había sobre el escritorio. Pasó la yema de los dedos por los lomos de una breve selección de libros que parecía llevar mucho tiempo acumulando polvo. Eligió uno al azar, porque no tenían título y regresó con él a la cama, acomodando las dos almohadas a su espalda.
Había frases un tanto extrañas, seguramente porque estaba escrito en otra época, pero globalmente se entendía lo que se narraba en las páginas. Contaba la historia de un caballero que había perdido su corcel y era más tarde encontrado en unos jardines de flores vistosas cuidado por una dama cuyo rostro nunca se veía. El cuento tenía cierto tono de humor y eso lo hacía más entretenido, hasta el punto que se pasó la hora de la comida y todo y ella no se había despegado del libro.
El anfitrión había encargado, seguramente antes de retirarse a su recámara que cuidaran de su invitada, pero aunque la avisaron de que podía presentarse en el salón y comer, ella dijo que no tenía hambre y se quedó leyendo hasta el atardecer, y porque se había terminado el tomo, sino hubiese seguido aún otro rato.
Salió entonces de su estancia, de nuevo con su vestido que habían lavado, y aceptó gustosa una taza de té, algo de pan, queso y una extraña carne curada que jamás en su vida había visto antes.*
No necesitaba escuchar su historía, no cuando yo había sido el protagonista de la misma, cuando mis manso se llenaron de su sangre, cuando su dolor fue mi perdición y su muerte mi condena. Mi amor por ella resultó una larga penitencia, mi hambre de venganza una lacra...
-estás borracha..no sé...quizás has liado las cosas.
¿Que iba a hacer? Contarle la verdad no era una opción, no cuando le arrebataría toda inocencia, toda opción de una vida mejor.
¿Acaso no vía en lo que me había convertido el tiempo? Era un vampiro, un maldito ser oscuro que poblaba las noches, que se alimentaba de sangre y cuya pureza, esa que un día tuve se marchitó al tragar la ponzoña de mi sire.
Mi hermano y yo la habíamos llevado a la muerte, Indigo quería repetir la partida no sé si para buscar un fin distinto aunque de seguro no menos horrible y yo estaba allí frente a ella debatiéndome entre ser sincero... o guardar el secreto.
-Aranwill, yo...*
Las palabras del inmortal no ayudaron en lo más mínimo, porque ella sabía que el alcohol no tenía nada que ver con lo que en su sueño había sentido. Pero claro, ¿quién iba a creer las divagaciones de una mujer con las ropas tintadas de vino? Normal que pensara que estaba borracha, al menos eso era mejor a que la tildara de loca.
Sentía vergüenza por la situación, por ser incapaz de sobrellevarla mejor. Se suponía que no debía andar por ahí hablando de su poder y allí estaba, diciendo cosas que nadie entendería y de hacerlo, la llevaría a la hoguera como a la bruja que era.
-Tienes razón, es el alcohol, seguro...
Su rostro reflejaba tristeza, ya no sólo por lo experimentado en la visión, sino por no poder ser sincera. Mentir era algo que ella no soportaba y que nunca hacía, pero allí estaba, engañando a un buen hombre que le había ofrecido descansar en su casa aquella noche aunque las cosas no hubieran terminado bien entre ellos.
-Perdona, es que no suelo beber...*
Me sentía como n hijo puta, allí, mintiéndole descabelladamente ¿pero tenía otra opción? ¿estaba preparado para afrontar la verdad? ¿estaba ella preparada para saberla? ¿y para las consecuencias que la verdad nos traería a los dos? ¿y Daredhal? ¿cuándo entraría en escena?
Las preguntas se arremolinaban en mi cabeza, llevé los dedos a mi sien tratando de despejarme de aquel dolor que de nuevo sentía, yo que hacía demasiado tiempo apagué mi humanidad para no poder volver a ser roto ahora me sentía...mal.
- Estoy cansado, también he bebido demasiado y eso que estoy acostumbrado -dije tratando de hacerla sentir bien -Toma un baño, descansa, mañana veremos esto..distinto, te acompañaré a casa, siento haber sido tan mal anfitrión.*
Sabía que él no la comprendería, que lo que a ella le ocurría no tenía una solución sencilla que cualquier mortal pudiera entender y tolerar. Sin embargo, en aquel momento, tenía miedo de dormirse de nuevo. Miró de reojo la almohada, echándose más hacia delante.
-Tomaré la oferta del baño, gracias...
Giró el rostro, regresando sus lapislázuli al rostro foráneo.
-No has sido mal anfitrión, más bien yo he sido una mala invitada. Debería haber controlado mejor lo que bebía...
Sonrió levemente. Le sabía mal que el contrario se sintiera culpable. Él no tenía nada que ver aunque hubiese aparecido en su sueño. Sólo esperaba que aquello que había visto, no llegara a cumplirse.*
Me incorporé del sillón acercándome a ella, mi diestra atrapó su nuca con naturalidad, una que me hizo sentir demasiado bien y mis labios se posaron en su frente con familiaridad.
-Dejémoslo en que los dos hemos bebido demasiado -concluí con intención de dar carpetazo a aquel sin fin de reproches que nos lanzábamos contra nosotros mismos y que en el fondo no tenían sentido -toma el baño, y perdóname. Hace tiempo perdí a alguien, me cuesta intimar, me cuesta...todo a decir verdad y ...-ladeé la sonrisa - y es hora de que me acueste y deje de decir sandeces -bromeé -buenas noche... -corregí -buenos días.
Pronto el alba nos regalaría un nuevo día y yo debía para ese entonces estar en mis aposentos bien resguardado de todo haz de luz.*
Cuando la mano ajena se posó en su nuca, pudo sentir la frialdad de su tacto a través de los huecos que se formaban al separar los mechones de pelo. Cerró los ojos un instante al notar el roce de los labios foráneos contra su frente, pero los abrió de inmediato, temiendo dormirse.
-No tienes que insistir, lo comprendo. Fue culpa mía por... por dejarme llevar.
Colocó su mano sobre la muñeca del inmortal para que éste bajara el brazo y se apartara, despacio y con cuidado. No entendía por qué, pero le dolía que la tratara de ese modo, aún cuando una parte de ella deseaba tenerle cerca.
-Descansa. El anfitrión no puede andar por ahí con ojeras hasta la barbilla...
Intentó bromear, aunque quedó claro que no era lo suyo por la poca gracia del comentario.
-Buenos días.*
La puerta se cerró a mis espaldas, era incapaz de decir más, bien sabía que no merecía mi silencio, pero menos mi verdad, así que aunque no lo creyera estaba haciendo lo mejor para ella, apartarla del peligroso juego de damas donde sin duda acabaría muerta sobre el tablero... Indigo siempre era la reina y lo demostraba con cada movimiento.
Daredhal, quizás era tiempo de terminar con nuestro odio, trabajar juntos por sacar a Aranwill de este entuerto, se lo debíamos de un modo u otro y matar a Indigo era el único modo que se me ocurría de que la hechicera fuera libre, libre de nosotros...*
El sol estaba a punto de salir cuando el vampiro abandonó la estancia. La bruja había dormido suficiente, sino demasiado, así que descansar era lo último que necesitaba. Especialmente teniendo en cuenta el doloroso sueño que había presenciado. Así que se levantó de la cama y se acercó al pequeño estante que había sobre el escritorio. Pasó la yema de los dedos por los lomos de una breve selección de libros que parecía llevar mucho tiempo acumulando polvo. Eligió uno al azar, porque no tenían título y regresó con él a la cama, acomodando las dos almohadas a su espalda.
Había frases un tanto extrañas, seguramente porque estaba escrito en otra época, pero globalmente se entendía lo que se narraba en las páginas. Contaba la historia de un caballero que había perdido su corcel y era más tarde encontrado en unos jardines de flores vistosas cuidado por una dama cuyo rostro nunca se veía. El cuento tenía cierto tono de humor y eso lo hacía más entretenido, hasta el punto que se pasó la hora de la comida y todo y ella no se había despegado del libro.
El anfitrión había encargado, seguramente antes de retirarse a su recámara que cuidaran de su invitada, pero aunque la avisaron de que podía presentarse en el salón y comer, ella dijo que no tenía hambre y se quedó leyendo hasta el atardecer, y porque se había terminado el tomo, sino hubiese seguido aún otro rato.
Salió entonces de su estancia, de nuevo con su vestido que habían lavado, y aceptó gustosa una taza de té, algo de pan, queso y una extraña carne curada que jamás en su vida había visto antes.*
Värinael Warrior- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/02/2018
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