AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Les Casse-noisettes - Privé
2 participantes
Página 1 de 1.
Les Casse-noisettes - Privé
“Quando vivo da solo
Sogno un orizzonte
Manca di parole.
All'ombra e tra le luci
Tutto è nero per il mio
Se non sei con me... qui”
-Gianetti, tienes un paquete encima de la cama. ¡Apresúrate! Vas a llegar tarde, como siempre.-la voz de la madame le sobresaltó, se encontraba fumándose el último cigarrillo que le quedaba. El humo escapó de sus labios, esa mujer se ponía demasiado nerviosa ¡había tiempo de sobra! Dos horas ¿o tres? No importaba, con estar en perfecto a la hora acordada, más que suficiente. El revuelo del interior, le arrancó un largo y eterno suspiro, sus compañeras terminaban de acicalarse para una nueva jornada de trabajo.
-¡Andiamo, bellas! -animó a las jóvenes que entre risas, observaban al italiano, hoy parecía de buen humor. Y encima de la cama, perfectamente colocado, una caja de grandes dimensiones en tonos ocres y un gran lazo que le predecía. Curioso, se acercó para tirar del borde y... voilá, dentro un traje de su talle en tonos grises, muy elegante y al que no le faltaba detalle. Esa mujer contaba con el más mínimo detalle. El traje en cuestión le quedaba como un guante, tan buen gusto y considerada.
La señora Gilles, una mujer viudad de mediana edad, la habitual clienta en la que sólo pedía compañía y buena conversación, una antigua conocida de la madre del italiano. Conoció su situación por el boca a boca de una de sus más allegadas amigas de la mujer y piadosa, cuidaba al joven a su modo, con pequeños detalles que suponían para ella poca cosa.
Como de costumbre, se encontró con la mujer en la puerta del teatro, una sonrisa y su brazo a disposición. Las miradas cómplices, la elegancia de aquel que era su acompañante por esa noche, su conocido, más allegado protector por llamarlo de algún modo.
-Está hermosa esta noche, señora Gilles -la mujer, canosa y unos grandes ojos verdes, se echó a reír por el halago, ese don juan terminaba haciendo lo que deseaba, pero esa noche, asistiría a la obra -Y a ti te queda como un guante, hijo. ¿Recibiste mi otro paquete? Te mandé a hacer un abrigo, no me entere de que pasas frío -qué ternura, las yemas del italiano se deslizaron por los nudillos ajenos, en una caricia casual, suave.
La obra en cuestión, aún no había empezado, se aseguró de dónde estarían situados para llevar a su acompañante al lugar en cuestión. Las miradas pronto se centraron en la inusual pareja, a la mujer no le importaba lo más mínimo lo que pensasen, es más, incluso se acercaba de más al italiano para que hablasen, soltasen chismes y fuesen la comidilla de esos momentos.
-¡Oh! ¿qué ven mis ojos? Hijo, ¿recuerdas a …? olvídalo, no lo recordarías a no ser que ¡señorita Guich! -Éferon parpadeó, mirando en la misma dirección y ver que en efecto la muchacha en cuestión se acercaba ¿cuánto tiempo había pasado? Mucho, sólo dedicó una leve reverencia... clavando sus felinos ojos verdes en la dama, Fleur. Si era una mocosa...
Sogno un orizzonte
Manca di parole.
All'ombra e tra le luci
Tutto è nero per il mio
Se non sei con me... qui”
-Gianetti, tienes un paquete encima de la cama. ¡Apresúrate! Vas a llegar tarde, como siempre.-la voz de la madame le sobresaltó, se encontraba fumándose el último cigarrillo que le quedaba. El humo escapó de sus labios, esa mujer se ponía demasiado nerviosa ¡había tiempo de sobra! Dos horas ¿o tres? No importaba, con estar en perfecto a la hora acordada, más que suficiente. El revuelo del interior, le arrancó un largo y eterno suspiro, sus compañeras terminaban de acicalarse para una nueva jornada de trabajo.
-¡Andiamo, bellas! -animó a las jóvenes que entre risas, observaban al italiano, hoy parecía de buen humor. Y encima de la cama, perfectamente colocado, una caja de grandes dimensiones en tonos ocres y un gran lazo que le predecía. Curioso, se acercó para tirar del borde y... voilá, dentro un traje de su talle en tonos grises, muy elegante y al que no le faltaba detalle. Esa mujer contaba con el más mínimo detalle. El traje en cuestión le quedaba como un guante, tan buen gusto y considerada.
La señora Gilles, una mujer viudad de mediana edad, la habitual clienta en la que sólo pedía compañía y buena conversación, una antigua conocida de la madre del italiano. Conoció su situación por el boca a boca de una de sus más allegadas amigas de la mujer y piadosa, cuidaba al joven a su modo, con pequeños detalles que suponían para ella poca cosa.
Como de costumbre, se encontró con la mujer en la puerta del teatro, una sonrisa y su brazo a disposición. Las miradas cómplices, la elegancia de aquel que era su acompañante por esa noche, su conocido, más allegado protector por llamarlo de algún modo.
-Está hermosa esta noche, señora Gilles -la mujer, canosa y unos grandes ojos verdes, se echó a reír por el halago, ese don juan terminaba haciendo lo que deseaba, pero esa noche, asistiría a la obra -Y a ti te queda como un guante, hijo. ¿Recibiste mi otro paquete? Te mandé a hacer un abrigo, no me entere de que pasas frío -qué ternura, las yemas del italiano se deslizaron por los nudillos ajenos, en una caricia casual, suave.
La obra en cuestión, aún no había empezado, se aseguró de dónde estarían situados para llevar a su acompañante al lugar en cuestión. Las miradas pronto se centraron en la inusual pareja, a la mujer no le importaba lo más mínimo lo que pensasen, es más, incluso se acercaba de más al italiano para que hablasen, soltasen chismes y fuesen la comidilla de esos momentos.
-¡Oh! ¿qué ven mis ojos? Hijo, ¿recuerdas a …? olvídalo, no lo recordarías a no ser que ¡señorita Guich! -Éferon parpadeó, mirando en la misma dirección y ver que en efecto la muchacha en cuestión se acercaba ¿cuánto tiempo había pasado? Mucho, sólo dedicó una leve reverencia... clavando sus felinos ojos verdes en la dama, Fleur. Si era una mocosa...
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
- Mensajes : 289
Fecha de inscripción : 21/01/2016
Localización : La ciudad del amore , París.
Re: Les Casse-noisettes - Privé
La invitación vino de parte de los Savary, Fleur, quién pertenecía a su reducido círculo de amistades aceptó gustosa e intentó arrastrar a su hermana a dicha presentación, pero al parecer Marion no se sentía del todo bien, conociéndola como la conocía, dejó a Gertrude a su cuidado y ella partió sola en el coche de la familia hasta la residencia de sus amigos y de ahí, cumplida a hora, partirían hacia el teatro. Era, en efecto, su primera salida en solitario, es decir, sin ningún otro miembro de su familia o sirvientes, así que los Savary tomaron tal lugar y aceptaron el cuidarla. Tras una charla acerca de la obra que se presentaría, subieron los tres al coche del matrimonio amigo y partieron.
A Fleur el corazón le iba dando tumbos tan fuertes que sintió que podría partirle el pecho y salir volando, nerviosa, agitada y más que risueña, descendió del coche y del brazo de Monsieur Savary, entró al recinto; estaban todos los que debían estar, con sus mejores galas y peinados, igual que sus joyas, tan rancias como sus abolengos. Fleur llevaba un vestido tan pálido como su piel y del larguísimo cuello, pendía un collar de diamantes diminuto que había pertenecido a su madre. Los guantes de satén le contraían los delgados brazos y sobre éstos, en las muñecas, un par de brazaletes a juego, toda ella gritaba juventud y encanto, más cuando decidió que uno de sus mejores artificios en la hechicería -empatía- no vendría mal esa noche. Secretamente, le gustaba ser admirada y sabía que lo era, era bonita, se sabía codiciada, no sólo por esa renta de veinte mil francos al año, sino por su familia y su reputación intacta.
—Dios mío, tengo el estómago hecho un nudo—, confesó a Madame Savary entre presentación y presentación. Algunos rostros nuevos y otros no tanto, gente que había conocido y admiraba a su padre, un hombre valiente y respetado por sus ideales e incorruptibilidad, todo pretendiente de las mellizas tenía un puesto enorme que ocupar, definitivamente. —'Ahí está Madame Gilles! Oh, por favor, vamos a saludarla, tengo mucho tiempo sin verla—, pidió a su anfitriona, mientras se encaminaban hacía la anciana que iba acompañada de un hombre bastante joven, quizás su nieto o sobrino. —Madame Gilles—, dijo una Fleur encantada, mientras hacía una suave y elegante reverencia. —¡Qué gusto verla aquí!.
Madame Gilles, una mujer que a todo canto dejaba constancia de haber sido una mujer hermosa en su juventud, correspondió al efusivo saludo de la jovencita quien la presentó -aunque se conocían- a Madame Savary; cuando fue el turno de Gilles, presentó a su acompañante con ambas damas. Fleur de nuevo, reverencio al acompañante de Madame Gilles y le sonrió ampliamente, echando mano de su pequeño poder. —Un placer, Monsieur Gianetti...—, dijo, mientras rebuscaba en su memoria dónde es que había escuchado o visto el apellido del caballero.
A Fleur el corazón le iba dando tumbos tan fuertes que sintió que podría partirle el pecho y salir volando, nerviosa, agitada y más que risueña, descendió del coche y del brazo de Monsieur Savary, entró al recinto; estaban todos los que debían estar, con sus mejores galas y peinados, igual que sus joyas, tan rancias como sus abolengos. Fleur llevaba un vestido tan pálido como su piel y del larguísimo cuello, pendía un collar de diamantes diminuto que había pertenecido a su madre. Los guantes de satén le contraían los delgados brazos y sobre éstos, en las muñecas, un par de brazaletes a juego, toda ella gritaba juventud y encanto, más cuando decidió que uno de sus mejores artificios en la hechicería -empatía- no vendría mal esa noche. Secretamente, le gustaba ser admirada y sabía que lo era, era bonita, se sabía codiciada, no sólo por esa renta de veinte mil francos al año, sino por su familia y su reputación intacta.
—Dios mío, tengo el estómago hecho un nudo—, confesó a Madame Savary entre presentación y presentación. Algunos rostros nuevos y otros no tanto, gente que había conocido y admiraba a su padre, un hombre valiente y respetado por sus ideales e incorruptibilidad, todo pretendiente de las mellizas tenía un puesto enorme que ocupar, definitivamente. —'Ahí está Madame Gilles! Oh, por favor, vamos a saludarla, tengo mucho tiempo sin verla—, pidió a su anfitriona, mientras se encaminaban hacía la anciana que iba acompañada de un hombre bastante joven, quizás su nieto o sobrino. —Madame Gilles—, dijo una Fleur encantada, mientras hacía una suave y elegante reverencia. —¡Qué gusto verla aquí!.
Madame Gilles, una mujer que a todo canto dejaba constancia de haber sido una mujer hermosa en su juventud, correspondió al efusivo saludo de la jovencita quien la presentó -aunque se conocían- a Madame Savary; cuando fue el turno de Gilles, presentó a su acompañante con ambas damas. Fleur de nuevo, reverencio al acompañante de Madame Gilles y le sonrió ampliamente, echando mano de su pequeño poder. —Un placer, Monsieur Gianetti...—, dijo, mientras rebuscaba en su memoria dónde es que había escuchado o visto el apellido del caballero.
Fleur du Bouëxic de Guich- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 119
Fecha de inscripción : 26/02/2018
Localización : París, Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Les Casse-noisettes - Privé
-¡Éferon! -el italiano resopló por la insistencia de la señora Gilles, esa noche iba a ser mortal, soportar al grupo de señoras amigas de su cliente de esa noche iba a ser todo un suplicio. No era la primera vez que la acompañaba a tomar el té, no le pesaba en absoluto pues la dama le consentía y le daba conversación, cosa que apremiaba, las mujeres que llamaban a su puerta no era para hablar precisamente.
Con su mejor sonrisa, dedicó una reverencia con la cabeza, ligeramente hacia adelante y sus orbes felinas buscando la de la desconocida, no tanto en su mente. ¿De qué le sonaba su apellido? Conocía a muchas personas, imposible acordarse de todos y cada una de ellas pero ese apellido, resonaba en su mente, ¿Guich? Tenía que ser ella, la niña pizpireta que le iba detrás cuando eran más pequeños , él con unos años más que ella.
No la perdía de vista, desde que regresó a París no se habían encontrado, en realidad dudaba que le recordase, era muy pequeña, niños en su inocencia, jugando en los jardínes de la familia de la joven. La señora Gilles, tomó del brazo a la acompañante de Fleur , dejándola atrás junto a Éferon quién contrariado, clavó sus orbes verdes en las dos mujeres que aprisa abandonaban el lugar. Él se echó a reír por la prisa de tomar del brazo a la recién llegada, tendrían asuntos que tratar.
-Me temo que tendrá que acompañarme -murmuró divertido, seguido de una sonrisa, una broma en aquel extraño encuentro, dudaba que se acordase -El recuerdo más próximo... creo que no levantábamos tres palmos del suelo, no le culpo por no recordarme, en cambio... me es imposible olvidarle -comenzó a caminar a su lado, no estaba seguro de ofrecerle su brazo, amablemente y a su lado, emprendieron el camino hacia en realidad ningún destino en concreto, él venía acompañando a la señora Gilles quién le había dejado abandonado por enterarse de los chismes más frescos.
-No, no me olvidaría pero vos de mí sí. Espero que no os incomode, le puedo acompañar a donde desee si no quiere ir a...ese corral, no se lo tome a mal...es que ese enjambre de abejas no es mi colmena -con las manos en los bolsillos, miraba al frente, el cabello revoloteaba travieso por la fría brisa de invierno. -¿Me recuerda o tengo que tomarla en brazos y darle vueltas? Lo hacía hasta que perdíamos el sentido... -rió por el recuerdo de su infancia feliz, una...que borrosa recordaba con una sonrisa, una muy diferente a su estado actual.
-¿Qué ha sido de vos?
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
- Mensajes : 289
Fecha de inscripción : 21/01/2016
Localización : La ciudad del amore , París.
Re: Les Casse-noisettes - Privé
Repasó cada libro y rostro de su vida hasta que dio con el origen de esa sensación de familiaridad. Si bien, no habían compartido una infancia próxima -él debía tener más de la media veintena para ese entonces-, era un hecho de que aquel caballero era el hijo de uno de esos entrañables amigos que quedaban en la familia. Casi no podía reconocerlo en aquel lujoso frac y corbatín, estaba impecable, cosa que querría decir por supuesto, que el negocio de su familia iba en ascenso. Fleur sonrió puerilmente y observó a su anfitriona irse del brazo con la acompañante de Monsieur Gianetti, no tenía idea de cuánto tiempo tenían ellas sin verse pero sin duda, debían ponerse al corriente. El matrimonio Savary escoltó a Madame Gilles unos pasos adelante, lo cual valió para que ella quedara a solas con él, algo que hizo, sin ninguna razón para Fleur al menos, que las miradas se fijaran en ambos.
—Un placer—, respondió sin perder la sonrisa, obviando la mirada de aquellos se encontraban alrededor, disimulando y charlando sobre la presentación próxima. Fleur mantuvo las manos a la altura de su vientre, jugando con los delicados lazos de su bolso de satín, a juego con su vestido. Quizás la más entusiasmada con aquel reencuentro de los años felices de su infancia sería su hermana, enamoradiza hasta el hartazgo desde pequeña, soñando con el gallardo joven de diecisiete años que las hacía girar hasta que no podían levantarse más. El comentario, aunque un poco salido, la hizo soltar una risita traviesa, mientras asentía y modulaba la voz sólo para que llegara a él. —No se preocupe, yo tampoco tengo interés en llegar a ese lugar, pero es un pequeño sacrificio que hay que hacer para lograr lo mejor—, comentó, refiriéndose claro a la presentación próxima. —Lo recuerdo muy bien, Monsieur Gianetti, mi hermana estaba loca perdida por usted; volvía loca también a mi tía al decir que se casaría con usted cuando crecieramos... Yo me encuentro de maravilla, con la emoción hecha nuda en el alma por esta noche... ¿Usted?, ¿cómo está su familia? Por favor, tenga la amabilidad de comunicarles que estaremos encantadas de invitarlos a tomar el té en casa.
Madame Savary en ese momento volteó a ver a la pareja que les seguía, aunque concentrando más la mirada en el caballero, su gesto adusto de pronto, reveló que algo probablemente no estaba bien, pero Madame Gilles, riendo, la volvió a tomar del brazo, intentando contenerla. Quién permaneció quieto fue Monsieur Savary, acercándose a Fleur para ofrecerle su brazo, saludando apenas con una inclinación de cabeza al caballero Gianetti. La gente comenzó entonces a avanzar hacia los respectivos lugares en el teatro, siendo el grupo de los Savary y Gilles los únicos que irían a palcos por ese camino. Uno de los mejores lugares, sin duda. Fleur, pálida de pronto, volteó a ver a Gianetti y le sonrió ampliamente, sin darse cuenta que alrededor de ella y de los demás ocupantes del palco, comenzaban a formarse densas nubes de habladurías. No, ella no puso atención, con el corazón desbocado, tomó asiento a un costado de Madame Savary, quedando también en un ángulo apropiado hacia su amigo de infancia a quien dedicaba miradas y sonrisas cada tanto entre escena y escena, sin darse cuenta de la situación que se desarrollaba entre Madame Gilles y él. Al finalizar, sonrojada y agitada, llevó sus manos frías de nervios hacia las mejillas y se acercó a él, posando la mano en su brazo. —¿No ha sido acaso hermoso también para usted? Dios, estoy tan agitada que creo que si me pongo en pie me iré al suelo de una...
—Un placer—, respondió sin perder la sonrisa, obviando la mirada de aquellos se encontraban alrededor, disimulando y charlando sobre la presentación próxima. Fleur mantuvo las manos a la altura de su vientre, jugando con los delicados lazos de su bolso de satín, a juego con su vestido. Quizás la más entusiasmada con aquel reencuentro de los años felices de su infancia sería su hermana, enamoradiza hasta el hartazgo desde pequeña, soñando con el gallardo joven de diecisiete años que las hacía girar hasta que no podían levantarse más. El comentario, aunque un poco salido, la hizo soltar una risita traviesa, mientras asentía y modulaba la voz sólo para que llegara a él. —No se preocupe, yo tampoco tengo interés en llegar a ese lugar, pero es un pequeño sacrificio que hay que hacer para lograr lo mejor—, comentó, refiriéndose claro a la presentación próxima. —Lo recuerdo muy bien, Monsieur Gianetti, mi hermana estaba loca perdida por usted; volvía loca también a mi tía al decir que se casaría con usted cuando crecieramos... Yo me encuentro de maravilla, con la emoción hecha nuda en el alma por esta noche... ¿Usted?, ¿cómo está su familia? Por favor, tenga la amabilidad de comunicarles que estaremos encantadas de invitarlos a tomar el té en casa.
Madame Savary en ese momento volteó a ver a la pareja que les seguía, aunque concentrando más la mirada en el caballero, su gesto adusto de pronto, reveló que algo probablemente no estaba bien, pero Madame Gilles, riendo, la volvió a tomar del brazo, intentando contenerla. Quién permaneció quieto fue Monsieur Savary, acercándose a Fleur para ofrecerle su brazo, saludando apenas con una inclinación de cabeza al caballero Gianetti. La gente comenzó entonces a avanzar hacia los respectivos lugares en el teatro, siendo el grupo de los Savary y Gilles los únicos que irían a palcos por ese camino. Uno de los mejores lugares, sin duda. Fleur, pálida de pronto, volteó a ver a Gianetti y le sonrió ampliamente, sin darse cuenta que alrededor de ella y de los demás ocupantes del palco, comenzaban a formarse densas nubes de habladurías. No, ella no puso atención, con el corazón desbocado, tomó asiento a un costado de Madame Savary, quedando también en un ángulo apropiado hacia su amigo de infancia a quien dedicaba miradas y sonrisas cada tanto entre escena y escena, sin darse cuenta de la situación que se desarrollaba entre Madame Gilles y él. Al finalizar, sonrojada y agitada, llevó sus manos frías de nervios hacia las mejillas y se acercó a él, posando la mano en su brazo. —¿No ha sido acaso hermoso también para usted? Dios, estoy tan agitada que creo que si me pongo en pie me iré al suelo de una...
Fleur du Bouëxic de Guich- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 119
Fecha de inscripción : 26/02/2018
Localización : París, Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Les Casse-noisettes - Privé
Los recuerdos de una infancia feliz, plena e inolvidable. Ella apenas una niña y él, un joven educado que a tan temprana edad ya sabía como encandilar, seducir y provocar, con una simple sonrisa podía conseguir cualquier cosa, la caballerosidad y los buenos modales intactos, mostrándose tal como era, ¿quién podía negarle nada con esa sonrisa deslumbrante? Una risa, escapó de los labios del italiano al recordar viejos tiempos, no era ningún secreto que las mujeres suspirasen por su persona, no podía sentirse más halagado por ello.
La sonrisa permaneció intacta en su rostro hasta que al nombrar a su familia se congelase. De los Gianetti más cercanos, no quedaba nadie, algún familiar retirado y poco más que añadir, dejó escapar un suspiro, asintiendo con la cabeza, prefirió no mencionar el detalle de la ausencia de todos los miembros de su familia, era joven y seguramente...no se acordaba de la muerte de su padre hará un par de años. La deliciosa e inocente sonrisa de Fleur, fue contagiada, alguien tan elegante y sofisticada como ella , del brazo de un hombre muy diferente al que recordaba de su niñez. Su reputación seguía mantenida por el silencio de esas mujeres que lo contrataban, silencio por silencio, un pacto justo.
Acompañarla hasta el palco fue un placer, las sonrisas y miradas no cesaban, fueron devueltas hasta que entre aquel corro de gallinas, reinó la paz. La voz melodiosa de la joven Guich, acaparó la atención de Éferon quien reía por un comentario de lo más divertido que acababa de contarle su acompañante de esa noche, una amiga íntima que lo cuidaba a su manera, siempre fue importante para ella, no era ningún secreto. Ahora que las cosas habían cambiado, él sobrevivía entre fiesta y fiesta, como si su clase no hubiese cambiado, nada en realidad.
-Y entonces me dijo que dormida, se levantaba a comer todo lo de la despensa...y yo creyendo que eran ratones ¡dormida! ¿es eso posible? Deja de reírte, te lo pregunto en serio. Pero qué digo, eres tan guapo sonriendo que todas esas lenguas viperinas se envenenan solas. Todas menos ella, ¿no crees? -Volteó la mirada hacia Fleur, parecía mareada e indispuesta, totalmente comprensible, él fue quien delicadamente tomó a la señorita del brazo y se levantó, ofreciéndole una salida, un respiro entre tanto humo a puro habanero , sudor y perfume caro -Creo que le hará bien que salgamos, la señora Gilles, necesita hablar con madame Savary -murmuró para que solo Fleur pudiese oírlo a medida que salían a la calle.
Una vez fuera, alzó la mirada al cielo, las nubes tintaban en tonos grisáceos, amenazaban con brindar esa noche una buena tormenta. Cerró el ojo al primer relámpago, bajo el balcón del teatro, resguardados de la lluvia...lejos de aquella jauría.
-Fue hermoso, más el apreciarlo en vos, signorina. Tranquila, no desvelaré a nadie que se le ha escapado alguna lagrima ¡hasta a mí me ha conmovido! -bromeó con una sonrisa, dejando su hombro apoyarse en uno de los pilares de piedra -Iré a tomar el té si gusta, no creo que ningún Gianetti se anime más, sólo quedo yo -bajó un instante la mirada, buscando uno de sus cigarrillos, prenderlo y dejar escapar el humo muy despacio, sabía lo que decían las malas lenguas, dudaba si ella pudo escuchar algo pero no dijo nada al respecto, sólo cerró los ojos disfrutando del momento -¿Siente que vuelve a caerse? Al final tendré que cogerla en brazos...¿acaso es lo que busca? -le guiñó un ojo, buscaba hacerla sonreír, se había convertido en una mujer elegante, muy hermosa.
La sonrisa permaneció intacta en su rostro hasta que al nombrar a su familia se congelase. De los Gianetti más cercanos, no quedaba nadie, algún familiar retirado y poco más que añadir, dejó escapar un suspiro, asintiendo con la cabeza, prefirió no mencionar el detalle de la ausencia de todos los miembros de su familia, era joven y seguramente...no se acordaba de la muerte de su padre hará un par de años. La deliciosa e inocente sonrisa de Fleur, fue contagiada, alguien tan elegante y sofisticada como ella , del brazo de un hombre muy diferente al que recordaba de su niñez. Su reputación seguía mantenida por el silencio de esas mujeres que lo contrataban, silencio por silencio, un pacto justo.
Acompañarla hasta el palco fue un placer, las sonrisas y miradas no cesaban, fueron devueltas hasta que entre aquel corro de gallinas, reinó la paz. La voz melodiosa de la joven Guich, acaparó la atención de Éferon quien reía por un comentario de lo más divertido que acababa de contarle su acompañante de esa noche, una amiga íntima que lo cuidaba a su manera, siempre fue importante para ella, no era ningún secreto. Ahora que las cosas habían cambiado, él sobrevivía entre fiesta y fiesta, como si su clase no hubiese cambiado, nada en realidad.
-Y entonces me dijo que dormida, se levantaba a comer todo lo de la despensa...y yo creyendo que eran ratones ¡dormida! ¿es eso posible? Deja de reírte, te lo pregunto en serio. Pero qué digo, eres tan guapo sonriendo que todas esas lenguas viperinas se envenenan solas. Todas menos ella, ¿no crees? -Volteó la mirada hacia Fleur, parecía mareada e indispuesta, totalmente comprensible, él fue quien delicadamente tomó a la señorita del brazo y se levantó, ofreciéndole una salida, un respiro entre tanto humo a puro habanero , sudor y perfume caro -Creo que le hará bien que salgamos, la señora Gilles, necesita hablar con madame Savary -murmuró para que solo Fleur pudiese oírlo a medida que salían a la calle.
Una vez fuera, alzó la mirada al cielo, las nubes tintaban en tonos grisáceos, amenazaban con brindar esa noche una buena tormenta. Cerró el ojo al primer relámpago, bajo el balcón del teatro, resguardados de la lluvia...lejos de aquella jauría.
-Fue hermoso, más el apreciarlo en vos, signorina. Tranquila, no desvelaré a nadie que se le ha escapado alguna lagrima ¡hasta a mí me ha conmovido! -bromeó con una sonrisa, dejando su hombro apoyarse en uno de los pilares de piedra -Iré a tomar el té si gusta, no creo que ningún Gianetti se anime más, sólo quedo yo -bajó un instante la mirada, buscando uno de sus cigarrillos, prenderlo y dejar escapar el humo muy despacio, sabía lo que decían las malas lenguas, dudaba si ella pudo escuchar algo pero no dijo nada al respecto, sólo cerró los ojos disfrutando del momento -¿Siente que vuelve a caerse? Al final tendré que cogerla en brazos...¿acaso es lo que busca? -le guiñó un ojo, buscaba hacerla sonreír, se había convertido en una mujer elegante, muy hermosa.
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
- Mensajes : 289
Fecha de inscripción : 21/01/2016
Localización : La ciudad del amore , París.
Re: Les Casse-noisettes - Privé
Tomó gustosa del brazo a su viejo amigo y salió junto a él, no sin antes disculparse por su ausencia que era más que requerida. El aire fresco, es decir, falto de toda humanidad cercada, la hizo sentirse mejor de inmediato aunque aún estaba bajo el influjo de la magia de aquella presentación que tanto la había fascinado. Sus mejillas, cubiertas de pecas y un permanente sonrojo, brillaban satinadas por el sudor y algún rastro de lágrimas traicioneras. Le sonrió cómplice a Éferon y al igual que él, alzó el rostro para ver el cielo plagado de estrellas, justo como a ella le gustaba. —Oh, no sea cruel en sus bromas, creo que no fue el único en percibir que lloraba, de hecho, siempre lo hago, en la ópera es peor, no puedo contenerme, hay algo dentro de mí que siempre permanece trémulo en cada aria que escucho—, le platicó, mientras recordaba una de sus óperas favoritas que lamentablemente, no presentaban mucho en París.
Bajó el rostro y observó a su amigo, comprendió a su hermana hasta ese momento, ya que más pequeña, lo único que le llamaba la atención eran los juegos que aquel apuesto jovencito les ofrecía a ambas mellizas, ahora más consciente de las cosas, podía darse cuenta que Monsieur Gianetti era lo que las damas de sociedad catalogaban como un Don Juan, aunque sin la mala fama. La sonrisa de Fleur sin embargo, se eclipsó al escuchar la triste suerte del viejo amigo de su padre y lo lamentó muchísimo, deseando haberlo sabido desde antes para poder darle al menos una frase de consuelo y no esa plática banal. —Oh, Monsieur Éferon, no sabe cuánto lo lamento, ahora con más razón está invitado a mi casa, es más... ¿Sabe del baile de Primavera que hará Madame LaMotte? Le extiendo la invitación para que asista, será algo muy ameno, se lo aseguro—, le dijo, intentando animarlo. Lo dejó encender el cigarrillo y dio un par de pasos hacia atrás, el aroma no le incordiaba pero tampoco era asidua, así que evitó también toser para no molestarle. Suspiró con cierto pesar, pero pronto recobró ese sino pícaro y casi pueril del rostro ante el guiño de su amigo de la infancia, dio una risita y negó sutilmente. —¿Se imagina? Si escuchan mis gritos, porque le aseguro que lo haré aunque sean risas, no quiero ni imaginarme como me van a comer mañana a la hora del té.
»"¿Viste a Mademoiselle du Bouëxic de Guich junto a Monsieur Gianetti en el palco? ¡Qué descaro, qué incordia!"—, bromeó Fleur, incluso haciendo gestos y el tono de voz particular de las mujeres que se secreteaban, entonces comenzó a reírse libremente, sabiéndose en total confianza con él ya que la conocía incluso enrojecida de risa debido a los juegos de antaño. Quizás Éferon nunca lo sabría, pero para Fleur, aquel reencuentro era algo que necesitaba bastante, era como una bocanada de aire fresco, el mismo que entraba ahora por sus pulmones a pesar del cigarro. —No sabe lo feliz que se pondrá Marion cuando le diga que lo he visto, prepárese para tenerla de nuevo tras usted toda la visita pero por favor, no se lo tome a mal, mi hermana es una dama.
Bajó el rostro y observó a su amigo, comprendió a su hermana hasta ese momento, ya que más pequeña, lo único que le llamaba la atención eran los juegos que aquel apuesto jovencito les ofrecía a ambas mellizas, ahora más consciente de las cosas, podía darse cuenta que Monsieur Gianetti era lo que las damas de sociedad catalogaban como un Don Juan, aunque sin la mala fama. La sonrisa de Fleur sin embargo, se eclipsó al escuchar la triste suerte del viejo amigo de su padre y lo lamentó muchísimo, deseando haberlo sabido desde antes para poder darle al menos una frase de consuelo y no esa plática banal. —Oh, Monsieur Éferon, no sabe cuánto lo lamento, ahora con más razón está invitado a mi casa, es más... ¿Sabe del baile de Primavera que hará Madame LaMotte? Le extiendo la invitación para que asista, será algo muy ameno, se lo aseguro—, le dijo, intentando animarlo. Lo dejó encender el cigarrillo y dio un par de pasos hacia atrás, el aroma no le incordiaba pero tampoco era asidua, así que evitó también toser para no molestarle. Suspiró con cierto pesar, pero pronto recobró ese sino pícaro y casi pueril del rostro ante el guiño de su amigo de la infancia, dio una risita y negó sutilmente. —¿Se imagina? Si escuchan mis gritos, porque le aseguro que lo haré aunque sean risas, no quiero ni imaginarme como me van a comer mañana a la hora del té.
»"¿Viste a Mademoiselle du Bouëxic de Guich junto a Monsieur Gianetti en el palco? ¡Qué descaro, qué incordia!"—, bromeó Fleur, incluso haciendo gestos y el tono de voz particular de las mujeres que se secreteaban, entonces comenzó a reírse libremente, sabiéndose en total confianza con él ya que la conocía incluso enrojecida de risa debido a los juegos de antaño. Quizás Éferon nunca lo sabría, pero para Fleur, aquel reencuentro era algo que necesitaba bastante, era como una bocanada de aire fresco, el mismo que entraba ahora por sus pulmones a pesar del cigarro. —No sabe lo feliz que se pondrá Marion cuando le diga que lo he visto, prepárese para tenerla de nuevo tras usted toda la visita pero por favor, no se lo tome a mal, mi hermana es una dama.
Fleur du Bouëxic de Guich- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 119
Fecha de inscripción : 26/02/2018
Localización : París, Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Les Casse-noisettes - Privé
La inocente y dulce imagen de la signorina derramando lágrimas por la actuación, le arrancó una sincera sonrisa. Tan sincera, sin pudor alguno de mostrar sus verdaderos sentimientos y pensamientos, alguien tan transparente... recordándole que no había maldad en todas las personas que se cruzaban en su camino, ella era un claro ejemplo de ello. Comprensible que no supiese de la muerte de su padre, él mismo quiso que no se difundiese como un chismorreo y fuese más íntimo.
-Sois muy amable, grazzie... pero ya pasó tiempo. Un par de años quizás -se notaba en el tono de su voz que no deseaba hablar del tema en cuestión, los ojos rasgados del italiano, se cerraron un instante... sólo recordar a su padre avivaba el sentimiento de rabia e incomprensión, por culpa del malnacido de su progenitor se había quedado sin nada...sólo un apellido al que hacer justicia y no manchar más de lo que él ya lo hizo en el pasado.
-Si voy con usted seguramente sería mejor recibido y bienvenido, sólo eventualmente voy a ciertos eventos y demás... mis quehaceres no me permiten tener tanto tiempo de ocio, gracias a madame Gilbert he podido saborear y disfrutar de tan deliciosa obra de teatro, los sábado solía asistir por muchas veces que la hubiese presenciado ¿no lo cree igual? Puede ser la misma obra pero... nunca es igual -la risa del italiano, provocó que el humo de su cigarrillo abandonase sus labios y por consiguiente lo dejase caer al suelo, pisándolo con la punta.
-Jugáis con fuego, signorina pero...va a ser muy divertido el cuchicheo general en cuanto nos vean aparecer juntos en el baile de primavera. Si no recuerdo mal me ha invitado, con gusto seré su pareja, robarle uno y mil bailes, sonrisas y... esa risa incontrolable que dará de qué hablar -se auto invitó pero lo dijo con ese tono tan encantador que era imposible no decirle que sí, los ojos verdes del italiano, se achicaron al sonreír divertido, acercándose un tanto más a ella...acortar las distancias hasta con la palma, descansar al final de su espalda... y girarla, ella dejarla apoyada en la pared del teatro y a él como único campo de visión, estaba creando una imagen falsa de todos aquellos que iban abandonando el recinto para evitar el acumulo de gente al salir.
-Ahora sería perfecto que gritáseis, más...o mejor, ¡monsieur Gianetti! Así me ganaría más clientas... -se le escapó pero ella no tenía porqué saber a qué se refería, él rió como un condenado niño pequeño que acababa de realizar una travesura -Vuestro cabello rebelde dorado, aquella mata de pelo que apenas os dejaba ver vuestros hermosos ojos... ahora es cuando me gano un ¡oh sí! O como ...vuestros seguro dulces labios... me dediquen -el italiano sabía jugar bien sus cartas, la palma seguía apoyada en su espalda, su frente dedicó un leve roce con la ajena y la sonrisa de perlados y perfectos dientes, tan cerca de sus inocentes y apetecibles labios -También podemos jugar al escondite entre tanta multitud, ¿qué me decís? Os doy caza y quién encuentre a quién... un premio
-Sois muy amable, grazzie... pero ya pasó tiempo. Un par de años quizás -se notaba en el tono de su voz que no deseaba hablar del tema en cuestión, los ojos rasgados del italiano, se cerraron un instante... sólo recordar a su padre avivaba el sentimiento de rabia e incomprensión, por culpa del malnacido de su progenitor se había quedado sin nada...sólo un apellido al que hacer justicia y no manchar más de lo que él ya lo hizo en el pasado.
-Si voy con usted seguramente sería mejor recibido y bienvenido, sólo eventualmente voy a ciertos eventos y demás... mis quehaceres no me permiten tener tanto tiempo de ocio, gracias a madame Gilbert he podido saborear y disfrutar de tan deliciosa obra de teatro, los sábado solía asistir por muchas veces que la hubiese presenciado ¿no lo cree igual? Puede ser la misma obra pero... nunca es igual -la risa del italiano, provocó que el humo de su cigarrillo abandonase sus labios y por consiguiente lo dejase caer al suelo, pisándolo con la punta.
-Jugáis con fuego, signorina pero...va a ser muy divertido el cuchicheo general en cuanto nos vean aparecer juntos en el baile de primavera. Si no recuerdo mal me ha invitado, con gusto seré su pareja, robarle uno y mil bailes, sonrisas y... esa risa incontrolable que dará de qué hablar -se auto invitó pero lo dijo con ese tono tan encantador que era imposible no decirle que sí, los ojos verdes del italiano, se achicaron al sonreír divertido, acercándose un tanto más a ella...acortar las distancias hasta con la palma, descansar al final de su espalda... y girarla, ella dejarla apoyada en la pared del teatro y a él como único campo de visión, estaba creando una imagen falsa de todos aquellos que iban abandonando el recinto para evitar el acumulo de gente al salir.
-Ahora sería perfecto que gritáseis, más...o mejor, ¡monsieur Gianetti! Así me ganaría más clientas... -se le escapó pero ella no tenía porqué saber a qué se refería, él rió como un condenado niño pequeño que acababa de realizar una travesura -Vuestro cabello rebelde dorado, aquella mata de pelo que apenas os dejaba ver vuestros hermosos ojos... ahora es cuando me gano un ¡oh sí! O como ...vuestros seguro dulces labios... me dediquen -el italiano sabía jugar bien sus cartas, la palma seguía apoyada en su espalda, su frente dedicó un leve roce con la ajena y la sonrisa de perlados y perfectos dientes, tan cerca de sus inocentes y apetecibles labios -También podemos jugar al escondite entre tanta multitud, ¿qué me decís? Os doy caza y quién encuentre a quién... un premio
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
- Mensajes : 289
Fecha de inscripción : 21/01/2016
Localización : La ciudad del amore , París.
Temas similares
» Privé | +18
» Fiançailles {Privé}
» Preludio || Privé +18
» Time goes by. [Privé]
» Thortenrías-privé
» Fiançailles {Privé}
» Preludio || Privé +18
» Time goes by. [Privé]
» Thortenrías-privé
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour