AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Time goes by. [Privé]
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Time goes by. [Privé]
La luna sonreía desde el firmamento o, al menos, esa era la impresión que daba si mirabas al cielo ladeando ligeramente la cabeza de modo en que tu boca se alineara con la forma cóncava de la dama blanca. Las estrellas no se apreciaban demasiado, porque un fino manto de nubes grises se empeñaba en navegar allí arriba, llevadas por el viento, el mismo que silbaba de manera casi silenciosa, entonando una deliciosa melodía que le recordaba a los transeúntes que había llegado ya la primavera. Y con aquella premisa de paisaje decorando y acompañando las húmedas callejuelas del París nocturno, Spártakos salió de un abandonado edificio para unirse a cualquiera que osara pasar por allí a tan altas horas de la madrugada. Se subió el cuello del abrigo con las dos manos a la vez, no sentía frío, pero así aparentaba ser más normal, más humano. Miró a ambos lados, ocultando la sonrisa con una de aquellas solapas que acababa de alzar y emprendió su camino habitual.
Por extraño que pudiera sonar, en aquellos barrios bajos, las caras con las que se cruzaba eran casi siempre las mismas. El mismo mendigo tiritando en el suelo, el mismo borracho intentando no caerse de bruces, incluso el mismo perro callejero rebuscando en el mismo cubo de basura de siempre, mientras el mismo gato negro con una mancha blanca en el centro de su frente como una pequeña estrella, le bufaba desde lo alto de la misma caja de transporte para barco astillada de todos los días. Parecía una escena que se repetía en bucle pero, sin embargo, el tiempo transcurría, incluso para el inmortal, para el cual la relatividad de su paso había convertido en un juego, en una apuesta, en una meta: ¿Cuándo dejaría de moverse el mundo ante sus ojos? ¿Quién sería la persona que le pondría fin a su no-vida? ¿Sería realmente eterna su existencia o, llegado el momento, se le antojaría efímera?
Al pasar a un barrio con un mejor renombre, encauzó sus pasos hacia un local que siempre se le antojaba interesante. Con el paso de los años, le había cogido el gusto a observar la evolución del hombre, en parte para adaptarse a los tiempos y mimetizarse con el entorno, pero mayormente porque, cuando no le temías a la muerte, empezabas a encontrarle más placer a las vidas ajenas que a la tuya propia o, al menos, eso ocurría en el caso del tracio. Empujó la puerta con la diestra, mientras con la zurda iba sacando los botones de los ojales y se abría la chaqueta. Una vez quitada la dejó reposar en el respaldo de una silla y se acomodó, llamando la atención de un camarero que, apresurado, se acercó a atenderle.
—Una copa de vino tinto. Del que sea más caro aquí, por favor.— Pidió, dejando que el que le había tomado nota, fuera a servirle su bebida y se la trajera un par de minutos después. Mientras, el cainita ya estaba estudiando el ambiente y a los presentes.
Por extraño que pudiera sonar, en aquellos barrios bajos, las caras con las que se cruzaba eran casi siempre las mismas. El mismo mendigo tiritando en el suelo, el mismo borracho intentando no caerse de bruces, incluso el mismo perro callejero rebuscando en el mismo cubo de basura de siempre, mientras el mismo gato negro con una mancha blanca en el centro de su frente como una pequeña estrella, le bufaba desde lo alto de la misma caja de transporte para barco astillada de todos los días. Parecía una escena que se repetía en bucle pero, sin embargo, el tiempo transcurría, incluso para el inmortal, para el cual la relatividad de su paso había convertido en un juego, en una apuesta, en una meta: ¿Cuándo dejaría de moverse el mundo ante sus ojos? ¿Quién sería la persona que le pondría fin a su no-vida? ¿Sería realmente eterna su existencia o, llegado el momento, se le antojaría efímera?
Al pasar a un barrio con un mejor renombre, encauzó sus pasos hacia un local que siempre se le antojaba interesante. Con el paso de los años, le había cogido el gusto a observar la evolución del hombre, en parte para adaptarse a los tiempos y mimetizarse con el entorno, pero mayormente porque, cuando no le temías a la muerte, empezabas a encontrarle más placer a las vidas ajenas que a la tuya propia o, al menos, eso ocurría en el caso del tracio. Empujó la puerta con la diestra, mientras con la zurda iba sacando los botones de los ojales y se abría la chaqueta. Una vez quitada la dejó reposar en el respaldo de una silla y se acomodó, llamando la atención de un camarero que, apresurado, se acercó a atenderle.
—Una copa de vino tinto. Del que sea más caro aquí, por favor.— Pidió, dejando que el que le había tomado nota, fuera a servirle su bebida y se la trajera un par de minutos después. Mientras, el cainita ya estaba estudiando el ambiente y a los presentes.
Spártakos- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 07/09/2017
Re: Time goes by. [Privé]
Otra noche mas de silencios que gritaban tan fuerte en casa que era incapaz de conciliar el sueño, hacia unas semanas había vuelto de Akershus, alli quedó mi familia y en Paris viajé junto al amor de mi vida que trabajaba incansable en el museo, la gané a ella, y a su vez, me había perdido a mi mismo.
Incapaz de conciliar el sueño, me coloqué los pantalones, la camisola y salí de la casa en completo silencio.
El espectro pronto estuvo recorriendo las calles mas oscuras de París, no la zona principal, esa que los ricos adinerados de mi categoría frecuentaban paladeando los mejores vinos entre posturas exquisitas.
Yo fui a los suburbios, hacia escasas noches había encontrado una taberna donde las jarras de cerveza negra eran tan espesas que se podían masticar.
No llegaban a ser como la bebida norteña, pero me podría conformar.
Me adentre en un antro oscuro, repleto de tipos con pinta de perdona vidas, que olían a cerdo, sudor y alcohol.
Aquello si era como estar en casa, sonreí de medio lado, acoplando las pieles a mis hombros hasta alcanzar la barra.
Allí tome asiento, dispuesto a no levantarme hasta que le sueño me venciera de una u otra manera.
Llevaba ya unas cuantas jarras, perdí la cuenta por la cuarta, tal y como se agolpaban al lado de la barra.
Así borracho todo se veía de otra manera, o quizás siguiera viéndolo igual de oscuro, pero al menos se movía y era mas divertido.
Me alcé con una botella de whisky en la mano, dirigiendo mis pasos tambaleantes hasta un sofá vació frente a la lumbre.
Apenas había gente en ese lado de la taberna, así que me dejé caer en el y pronto el sopor del alcohol empezó a hacer efecto en mi, hasta que cerré los ojos por completo perdiéndome el baile del crepitante fuego.
Incapaz de conciliar el sueño, me coloqué los pantalones, la camisola y salí de la casa en completo silencio.
El espectro pronto estuvo recorriendo las calles mas oscuras de París, no la zona principal, esa que los ricos adinerados de mi categoría frecuentaban paladeando los mejores vinos entre posturas exquisitas.
Yo fui a los suburbios, hacia escasas noches había encontrado una taberna donde las jarras de cerveza negra eran tan espesas que se podían masticar.
No llegaban a ser como la bebida norteña, pero me podría conformar.
Me adentre en un antro oscuro, repleto de tipos con pinta de perdona vidas, que olían a cerdo, sudor y alcohol.
Aquello si era como estar en casa, sonreí de medio lado, acoplando las pieles a mis hombros hasta alcanzar la barra.
Allí tome asiento, dispuesto a no levantarme hasta que le sueño me venciera de una u otra manera.
Llevaba ya unas cuantas jarras, perdí la cuenta por la cuarta, tal y como se agolpaban al lado de la barra.
Así borracho todo se veía de otra manera, o quizás siguiera viéndolo igual de oscuro, pero al menos se movía y era mas divertido.
Me alcé con una botella de whisky en la mano, dirigiendo mis pasos tambaleantes hasta un sofá vació frente a la lumbre.
Apenas había gente en ese lado de la taberna, así que me dejé caer en el y pronto el sopor del alcohol empezó a hacer efecto en mi, hasta que cerré los ojos por completo perdiéndome el baile del crepitante fuego.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Time goes by. [Privé]
Había terminado el encargo que le había sido asignado y se dirigía al punto de encuentro de cada noche. Su dueño tenía una extraña costumbre a la que ella ya se había acostumbrado, aunque eso no quitaba que le pareciera absurda. Sentirse incómoda era casi un imposible para Ruby, ella había adquirido un don con su pequeño cambio, un arte innato que, a base de ponzoña y aunque no tuviera nada que ver de manera lógica, se había desarrollado de manera abrumadora y espectacular. Podría ser la mejor actriz de París si así lo quisiera, ¿pero qué gracia tenía la seguridad de un escenario? ¿Dónde estaba la emoción de seguir un guión en el que sabías de antemano lo que haría tu contraparte? Era mucho mejor improvisar y tomar como partenaires de la obra a seres que desconocían formaban parte de ella.
Una vez frente al local se adecentó la ropa, sabiendo lo quisquilloso que llegaba a ser Spártakos con lo de la idea que se proyectaba de uno mismo por cómo vestía, era mejor no escucharle una vez más soltando su discurso. Abrió la puerta y fue directa a su encuentro, tomando asiento a su lado sin esperar siquiera a una invitación o un asentimiento. Muchos hombres la miraron, en parte por su melena rubia, en parte por su mirada fiera y, principalmente, por su descaro al acomodarse junto a un varón sin ser invitada. –He traído lo que me pediste.– Espetó, al tiempo en que alzaba una mano y chasqueaba los dedos. El camarero la miró enarcando ambas cejas, como si creyera que bromeara, mas cuando los ojos claros de Ruby se clavaron en los de aquel pobre desgraciado, supo que iba completamente en serio y se apresuró en atenderla. –Me pones un whisky doble.– Podrían pensar lo que quisieran que ella no era ninguna damisela, ni una muñequita de porcelana que con un soplo se rompiera. Aunque ahora mismo fuera vestida como la más hermosa de las doncellas, actuaba como una burda carnicera. Todo era mera fachada y cuando no necesitaba actuar, lo seguía haciendo de modo que pudiera contrariar a cualquiera y dejar descolocada a media ciudad con el contraste entre lo que aparentaba y lo que demostraba que era.
Una vez frente al local se adecentó la ropa, sabiendo lo quisquilloso que llegaba a ser Spártakos con lo de la idea que se proyectaba de uno mismo por cómo vestía, era mejor no escucharle una vez más soltando su discurso. Abrió la puerta y fue directa a su encuentro, tomando asiento a su lado sin esperar siquiera a una invitación o un asentimiento. Muchos hombres la miraron, en parte por su melena rubia, en parte por su mirada fiera y, principalmente, por su descaro al acomodarse junto a un varón sin ser invitada. –He traído lo que me pediste.– Espetó, al tiempo en que alzaba una mano y chasqueaba los dedos. El camarero la miró enarcando ambas cejas, como si creyera que bromeara, mas cuando los ojos claros de Ruby se clavaron en los de aquel pobre desgraciado, supo que iba completamente en serio y se apresuró en atenderla. –Me pones un whisky doble.– Podrían pensar lo que quisieran que ella no era ninguna damisela, ni una muñequita de porcelana que con un soplo se rompiera. Aunque ahora mismo fuera vestida como la más hermosa de las doncellas, actuaba como una burda carnicera. Todo era mera fachada y cuando no necesitaba actuar, lo seguía haciendo de modo que pudiera contrariar a cualquiera y dejar descolocada a media ciudad con el contraste entre lo que aparentaba y lo que demostraba que era.
Ruby- Esclavo de Sangre/Clase Alta
- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 21/05/2018
Re: Time goes by. [Privé]
El día que me ofrecí a dar con la salvación de la humanidad no sabía la verdad, una verdad que no se me contó y que descubrí de la peor de las maneras.
Mi amigo enfermó a causa de un virus letal del que nada se conocía, al parecer la clave estaba en mi sangre, yo no contraía dicha enfermedad y como tal se pensaba que en mi inmunidad podrían dar con una vacuna que pudiera inmunizar a muchos otros.
Por supuesto que me ofrecí voluntario, porque en una vida donde nada mas tenía se me antojo una utopía que este chico pobre pudiera salvar con su heroico acto a tantas y tantas personas.
Mas en cuanto me encerraron en aquel laboratorio como una cobaya lleno de cables y agujas supe que me estaban usando, nunca volvería a ser libre pese a que mi amigo había quedado sano.
Una morena se encargaba de investigar mi evolución, me inyectaron muchas cosas y ella observaba como la fiebre subía o bajaba y como reaccionaba a las enfermedades a las que me estaban sometiendo.
-Quiero irme -le pedía una y otra vez sin ningún tipo de respuesta por su parte.
Un día descubrí que ese virus al que yo era inmune no había surgido de la nada, era el mismo laboratorio el que lo había creado ¿entonces? ¿que estaban haciendo con mi sangre? ¿querían acaso una vacuna selectiva para solo sanar a aquello que ellos creyeran lo merecían? Como arma militar seria poderosa.
Ese mismo día, en un descuido escapé vestido de medico, mas pronto sonaron las alarmas pues el paciente 0 no estaba en la camilla.
Corrí por las calles perseguido por unos hombres, la inquisición parecía estar detrás de todo esto por lo que había podido escuchar en mi cautiverio ¿y si pensaban usar el virus para matar a todas las brujas y licanos?
Encontré un antro, estaba bastante lleno y aquella gentuza me pisaba los talones así que quitándome la bata de medico que dejé tirada en el callejón de atrás me colé en el bar y me fundí entre la multitud esperando no ser encontrado.
Mi amigo enfermó a causa de un virus letal del que nada se conocía, al parecer la clave estaba en mi sangre, yo no contraía dicha enfermedad y como tal se pensaba que en mi inmunidad podrían dar con una vacuna que pudiera inmunizar a muchos otros.
Por supuesto que me ofrecí voluntario, porque en una vida donde nada mas tenía se me antojo una utopía que este chico pobre pudiera salvar con su heroico acto a tantas y tantas personas.
Mas en cuanto me encerraron en aquel laboratorio como una cobaya lleno de cables y agujas supe que me estaban usando, nunca volvería a ser libre pese a que mi amigo había quedado sano.
Una morena se encargaba de investigar mi evolución, me inyectaron muchas cosas y ella observaba como la fiebre subía o bajaba y como reaccionaba a las enfermedades a las que me estaban sometiendo.
-Quiero irme -le pedía una y otra vez sin ningún tipo de respuesta por su parte.
Un día descubrí que ese virus al que yo era inmune no había surgido de la nada, era el mismo laboratorio el que lo había creado ¿entonces? ¿que estaban haciendo con mi sangre? ¿querían acaso una vacuna selectiva para solo sanar a aquello que ellos creyeran lo merecían? Como arma militar seria poderosa.
Ese mismo día, en un descuido escapé vestido de medico, mas pronto sonaron las alarmas pues el paciente 0 no estaba en la camilla.
Corrí por las calles perseguido por unos hombres, la inquisición parecía estar detrás de todo esto por lo que había podido escuchar en mi cautiverio ¿y si pensaban usar el virus para matar a todas las brujas y licanos?
Encontré un antro, estaba bastante lleno y aquella gentuza me pisaba los talones así que quitándome la bata de medico que dejé tirada en el callejón de atrás me colé en el bar y me fundí entre la multitud esperando no ser encontrado.
Lorenzo- Humano Clase Baja
- Mensajes : 9
Fecha de inscripción : 29/05/2018
Re: Time goes by. [Privé]
Ella trabajaba para la inquisición, pero no la controlaban, al menos de manera evidente, porque la necesitaban de su lado. Su mente era brillante, sus ideas revolucionarias, sus ganas de aprender infinitas y sus metodologías no tenían límites éticos. Era una científica única, ducha en técnicas de muchos países y ambientes distintos, de épocas actuales y de muchas otras ya olvidadas. Dejaba de dormir a cambio de mejorar, de saber más, de hallar algo imposible. Su sed de conocimiento era tal que, a su corta edad, era una experta doctora, chamán, curandera, matrona y forense. Se sorprendía con cada pequeño descubrimiento como una niña y lo analizaba hasta el más mínimo detalle.
Allí estaba, en su laboratorio, estudiando los restos de su último sujeto, no porque lo hubiese reventado, al menos no era ese caso concreto aquella vez, sino porque, aprovechando el descuido de uno de los celadores, el paciente cero había escapado. Recogió muestras de sangre que quedaron manchando los grilletes y pequeñas partículas de piel, como escamas. Todo era sumamente valioso para su observación. Si habían perdido al objetivo de examen, deberían aprovechar lo que había dejado atrás.
La iglesia no pensaba dejar las cosas así, mandaría a sus soldados a recuperar lo que les pertenecía. Ellos sabían, tan bien como la doctora Hope Harper, que ese individuo era vital para poder desarrollar lo que ellos deseaban. Pronto se organizaron varias partidas que barrerían la ciudad. Era un hombre enfermizo que viajaba solo, poco nutrido y, al menos a su salida de allí, iba descalzo. No podría haber llegado muy lejos sin dejar un evidente rastro. Le localizarían pronto y lo regresarían al calabozo. Obviamente, habría un castigo por su osadía. La inquisición no perdonaba a los fugados, como tampoco hacía la vista gorda a la traición.
Allí estaba, en su laboratorio, estudiando los restos de su último sujeto, no porque lo hubiese reventado, al menos no era ese caso concreto aquella vez, sino porque, aprovechando el descuido de uno de los celadores, el paciente cero había escapado. Recogió muestras de sangre que quedaron manchando los grilletes y pequeñas partículas de piel, como escamas. Todo era sumamente valioso para su observación. Si habían perdido al objetivo de examen, deberían aprovechar lo que había dejado atrás.
La iglesia no pensaba dejar las cosas así, mandaría a sus soldados a recuperar lo que les pertenecía. Ellos sabían, tan bien como la doctora Hope Harper, que ese individuo era vital para poder desarrollar lo que ellos deseaban. Pronto se organizaron varias partidas que barrerían la ciudad. Era un hombre enfermizo que viajaba solo, poco nutrido y, al menos a su salida de allí, iba descalzo. No podría haber llegado muy lejos sin dejar un evidente rastro. Le localizarían pronto y lo regresarían al calabozo. Obviamente, habría un castigo por su osadía. La inquisición no perdonaba a los fugados, como tampoco hacía la vista gorda a la traición.
Hope- Humano Clase Alta
- Mensajes : 9
Fecha de inscripción : 26/05/2018
Re: Time goes by. [Privé]
Mientras el camarero se alejaba a traerle lo que había pedido, la rubia clavó de nuevo sus dos claros cristales azules en los del vampiro, aquel que le otorgaba su poder. Ella cumplía con las órdenes que éste le daba, pero no era su esclava, ni su recadera. Tenían un trato y mientras Spártakos cumpliera su parte, ella lo haría con la que le tocaba. –No ha sido fácil conseguir esta mierda.– Le dijo sin florituras ni tono amable. Ella era una mujer sin tapujos, que soltaba las cosas tal cuál las pensaba, sin más.
El cainita sonrió ante su burdo comentario. –Tranquila, te aseguro que el esfuerzo habrá valido la pena.– Posó una mano sobre la rodilla de la rubia y ésta la apartó sin miramientos. El inmortal se echó a reír, le gustaba el carácter de esa joven, ese ímpetu que se gastaba, ese sentimiento de fortaleza que irradiaba. Era frágil como el cristal, ambos lo sabían, pero ella se empeñaba en ocultarlo bajo gruesas capas de indiferencia, mal humor y agresividad. –No soy tu novia, soy tu matona. No confundas las cosas.– Espetó, justo cuando le traían su bebida y un tipo entraba a toda prisa en el local, chocando con el camarero que, por suerte, ya no tenía la copa de Ruby en la mano. La chica le siguió con la mirada, hasta que se sentó junto a la chimenea, lo más lejos posible de la puerta, en una butaca frente a la lumbre y a un tipo que, demasiado borracho, se había quedado dormido y estaba babeando el reposabrazos de su sillón. Los ojos azulados de la mujer bajaron hasta los pies desnudos del sujeto. Sí, cuando uno iba ebrio hacía un montón de tonterías, muchos se desnudaban y luego pretendían correr en pelotas por la calle, pero esos pies estaban empapados, sucios y por cómo se movía el sujeto, no iba suficientemente bebido como para haber hecho eso en un estado de irracionalidad. O bien estaba loco y ya venía así de su casa o algo ocurría. Llevaba años curtiéndose en la calle, aprendiendo a fijarse en todos los detalles, a sacar conclusiones, a buscar debilidades, errores, oportunidades. Así que de manera inconsciente solía analizar a todo el mundo que la rodeaba, como al mesero y sus uñas mordidas, como al hombre de la barra al que le faltaba el meñique de la mano derecha, a la joven camarera que llevaba un trozo de falda metido por dentro de las bragas y a la que nadie le había dicho nada. Todo podía resultar útil o no tener uso alguno, pero la memoria a corto plazo no debía ser infravalorada. Ya cuando se largaran y pasaran las horas, olvidaría aquello innecesario, pero hasta entonces, lo retendría en su memoria por si le servía como recurso en algún momento de la noche.
–Vas a perforarle los tobillos al chico como le sigas mirando así los pies.– Comentó de manera relajada el vampiro, llevándose la copa a los labios para darle un trago a su vino.
El cainita sonrió ante su burdo comentario. –Tranquila, te aseguro que el esfuerzo habrá valido la pena.– Posó una mano sobre la rodilla de la rubia y ésta la apartó sin miramientos. El inmortal se echó a reír, le gustaba el carácter de esa joven, ese ímpetu que se gastaba, ese sentimiento de fortaleza que irradiaba. Era frágil como el cristal, ambos lo sabían, pero ella se empeñaba en ocultarlo bajo gruesas capas de indiferencia, mal humor y agresividad. –No soy tu novia, soy tu matona. No confundas las cosas.– Espetó, justo cuando le traían su bebida y un tipo entraba a toda prisa en el local, chocando con el camarero que, por suerte, ya no tenía la copa de Ruby en la mano. La chica le siguió con la mirada, hasta que se sentó junto a la chimenea, lo más lejos posible de la puerta, en una butaca frente a la lumbre y a un tipo que, demasiado borracho, se había quedado dormido y estaba babeando el reposabrazos de su sillón. Los ojos azulados de la mujer bajaron hasta los pies desnudos del sujeto. Sí, cuando uno iba ebrio hacía un montón de tonterías, muchos se desnudaban y luego pretendían correr en pelotas por la calle, pero esos pies estaban empapados, sucios y por cómo se movía el sujeto, no iba suficientemente bebido como para haber hecho eso en un estado de irracionalidad. O bien estaba loco y ya venía así de su casa o algo ocurría. Llevaba años curtiéndose en la calle, aprendiendo a fijarse en todos los detalles, a sacar conclusiones, a buscar debilidades, errores, oportunidades. Así que de manera inconsciente solía analizar a todo el mundo que la rodeaba, como al mesero y sus uñas mordidas, como al hombre de la barra al que le faltaba el meñique de la mano derecha, a la joven camarera que llevaba un trozo de falda metido por dentro de las bragas y a la que nadie le había dicho nada. Todo podía resultar útil o no tener uso alguno, pero la memoria a corto plazo no debía ser infravalorada. Ya cuando se largaran y pasaran las horas, olvidaría aquello innecesario, pero hasta entonces, lo retendría en su memoria por si le servía como recurso en algún momento de la noche.
–Vas a perforarle los tobillos al chico como le sigas mirando así los pies.– Comentó de manera relajada el vampiro, llevándose la copa a los labios para darle un trago a su vino.
Ruby- Esclavo de Sangre/Clase Alta
- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 21/05/2018
Re: Time goes by. [Privé]
Entreabrí un ojo al notar una leve corriente y ver a un muchacho pasar frente a mi como si fuera un vendaval.
Asomé un poco la cabeza por el borde del sofá, apestaba a miedo, ese chico estaba en problemas y como yo buscaba la oscuridad del lugar aunque por motivos seguramente muy distintos.
Cerré los ojos de nuevo, escuchaba el castaño del los dientes del crio, aterrado solo le faltaba llorar. De nuevo la puerta se abrió, el joven dio un respingo pegándose mas a la pared, creo que de poder se hubiera metido dentro de la misma, pero allí estaba vendido solo había una puerta de salida, la misma donde dos gorilas se habían apostado, portaban mascaras al igual que las otras dos rocas que tras localizar con un vistazo rápido al chico se adentraban en el antro para darle caza.
-¡por favor no! -susurró el joven creo que en un intento absurdo de que le dejaran tranquilo, no funcionarían, esos parecían perros, mercenarios.
Cuando pasaron por mi altura y sin cambiar de posición llevé mi zurda a la bastarda y la desenvainé alzándola ligeramente hasta coartarles el paso con el filo.
-Esto durmiendo, venir mas tarde -apunté ladeando la sonrisa con ese carácter tan Cannif que me gastaba.
La risa de los dos subnormales inundó la estancia así como el silencio del los apostados en el local.
-Aparta eso borracho o te daremos una paliza
-tenemos un problema -aseguré con cierta ironía sin bajar el acero que les rozaba las rodillas -y es que no puedo hacer eso.
De un salto me puse en pie abriendo mis dos orbes azules como los mismo mares del norte, ahora si colocando el filo de mi espada en el cuello de uno de ellos, el mas bocazas.
-Mejor dicho, tenéis un problema, fuera -rugí
El otro, menos hablador hizo ademan de darme un puñetazo, uno que esquivé con facilidad y girando sobre mi propio pies deje un tajo en su brazo que lo hizo aullar de dolor y sangrar sin parar.
Devolví el acero a su lugar.
El herido salia de allí corriendo, pero mas que por la herida porque aseguraba que el traje se había abierto y estaba en riesgo.
-¿Riesgo? -enarqué una ceja sin comprender -Explícate ordené al tipo que de no hablar perdería el gaznate - Mi paciencia es limitada.
Asomé un poco la cabeza por el borde del sofá, apestaba a miedo, ese chico estaba en problemas y como yo buscaba la oscuridad del lugar aunque por motivos seguramente muy distintos.
Cerré los ojos de nuevo, escuchaba el castaño del los dientes del crio, aterrado solo le faltaba llorar. De nuevo la puerta se abrió, el joven dio un respingo pegándose mas a la pared, creo que de poder se hubiera metido dentro de la misma, pero allí estaba vendido solo había una puerta de salida, la misma donde dos gorilas se habían apostado, portaban mascaras al igual que las otras dos rocas que tras localizar con un vistazo rápido al chico se adentraban en el antro para darle caza.
-¡por favor no! -susurró el joven creo que en un intento absurdo de que le dejaran tranquilo, no funcionarían, esos parecían perros, mercenarios.
Cuando pasaron por mi altura y sin cambiar de posición llevé mi zurda a la bastarda y la desenvainé alzándola ligeramente hasta coartarles el paso con el filo.
-Esto durmiendo, venir mas tarde -apunté ladeando la sonrisa con ese carácter tan Cannif que me gastaba.
La risa de los dos subnormales inundó la estancia así como el silencio del los apostados en el local.
-Aparta eso borracho o te daremos una paliza
-tenemos un problema -aseguré con cierta ironía sin bajar el acero que les rozaba las rodillas -y es que no puedo hacer eso.
De un salto me puse en pie abriendo mis dos orbes azules como los mismo mares del norte, ahora si colocando el filo de mi espada en el cuello de uno de ellos, el mas bocazas.
-Mejor dicho, tenéis un problema, fuera -rugí
El otro, menos hablador hizo ademan de darme un puñetazo, uno que esquivé con facilidad y girando sobre mi propio pies deje un tajo en su brazo que lo hizo aullar de dolor y sangrar sin parar.
Devolví el acero a su lugar.
El herido salia de allí corriendo, pero mas que por la herida porque aseguraba que el traje se había abierto y estaba en riesgo.
-¿Riesgo? -enarqué una ceja sin comprender -Explícate ordené al tipo que de no hablar perdería el gaznate - Mi paciencia es limitada.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Time goes by. [Privé]
Ya me veía preso por aquellos dos matones que me devolverían a aquella sala de torturas donde agujerearían mi cuerpo buscando una cura, una que parecían no encontrar. Estaba infectado, era cierto que en mi la enfermedad avanzaba de un modo muy distinto a como lo hacía en el resto de enfermos que sucumbían rápido a una muerte demasiado dolorosa y sangrienta, pero eso no me convertía en inmune, conmigo solo ganaban tiempo, tiempo, pero no cura, al menos no de momento.
Fue el borracho el que se interpuso entre esos dos y yo, me apiadé de él porque lo iban a matar, no quedaría nada de él y por un momento quise entregarme para que no tocaran a ese pobre hombre condenado por mi culpa, peor antes de abrir la boca ese hombre tumbado se puso en pie usando de forma diestra la espada y sacando a esos dos del antro.
El de la larga trenza se acercó a mi posición con una ladeada sonrisa, eso si recuperando su botella.
-Parece que se te da bien meterte en líos muchacho, me recuerdas a alguien, aunque ese alguien tiende a salir solo de las mierdas en las que se mete.
Dio un trago antes de tenderme la mano
-Soy Ubbe Cannif.
Miré su diestra, no podía tocarlo, estaba enfermo, lo contagiaría.
-Gracias -atajé a decir pero he de salir de aquí, tu no lo entiendes -replique casi tartamudeando.
El rubio me miró enarcando una ceja sin comprender a que venían mis prisas.
-Vamos tomate una jarra conmigo, relájate un poco, esos no van a molestarte y tardaran en volver con refuerzos, para cuando lo hagan podrás estar lejos ¿por que te persiguen chaval?
Dudé, seguramente si le confesara que era el paciente cero de un experimento de la inquisición él mismo me entregaría, así que guarde silencio temblando, no quería hacer daño a nadie, pero tampoco volver a ese infierno, quizás lo mas sensato sería acabar con mi vida despeñándome por cualquier sitio.
Fue el borracho el que se interpuso entre esos dos y yo, me apiadé de él porque lo iban a matar, no quedaría nada de él y por un momento quise entregarme para que no tocaran a ese pobre hombre condenado por mi culpa, peor antes de abrir la boca ese hombre tumbado se puso en pie usando de forma diestra la espada y sacando a esos dos del antro.
El de la larga trenza se acercó a mi posición con una ladeada sonrisa, eso si recuperando su botella.
-Parece que se te da bien meterte en líos muchacho, me recuerdas a alguien, aunque ese alguien tiende a salir solo de las mierdas en las que se mete.
Dio un trago antes de tenderme la mano
-Soy Ubbe Cannif.
Miré su diestra, no podía tocarlo, estaba enfermo, lo contagiaría.
-Gracias -atajé a decir pero he de salir de aquí, tu no lo entiendes -replique casi tartamudeando.
El rubio me miró enarcando una ceja sin comprender a que venían mis prisas.
-Vamos tomate una jarra conmigo, relájate un poco, esos no van a molestarte y tardaran en volver con refuerzos, para cuando lo hagan podrás estar lejos ¿por que te persiguen chaval?
Dudé, seguramente si le confesara que era el paciente cero de un experimento de la inquisición él mismo me entregaría, así que guarde silencio temblando, no quería hacer daño a nadie, pero tampoco volver a ese infierno, quizás lo mas sensato sería acabar con mi vida despeñándome por cualquier sitio.
Lorenzo- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 29/05/2018
Re: Time goes by. [Privé]
Tras salir la partida de soldados en busca del importante paciente de la doctora, ella recibió una inesperada visita en el laboratorio. Uno de los altos cargos de la iglesia, el principal responsable del estudio que Hope estaba llevando a cabo, se presentó para verla. -Buenas noches, doctora. ¿Cómo va la investigación?- El rostro de aquel hombre se mostraba tranquilo, inalterable. Pero la morena sabía que ocultaba muchas cosas tras la aparente máscara, porque era imposible que no supiera de la huida de Enzo, el conejillo de indias humano que estaban utilizando para los experimentos.
Ella dio un paso hacia un lado, dejando un pequeño frasco sobre la mesa. Se limpió las manos en la bata que portaba y le tendió una al invitado. -Señor Ferrelli, es un honor tener aquí, en mi humilde laboratorio.- Le dedicó una calmada sonrisa, estrechando la mano del caballero. Estudio su pulso con disimulo, su respiración al observar las fosas nasales ajenas. Era un médico experto y sabía cómo analizar aquellas cosas con un sencillo toque o a simple vista. Los detalles eran siempre cruciales. -Os informaría encantada de mis progresos pero, como ya sabéis, nuestro paciente cero ha escapado y sin él, no puedo mostraros nada.- El siervo de Dios se irguió de repente, mostrando un ceño fruncido. -¿Y qué hacéis aquí, si puede saberse?- La doctora arqueó una ceja, ladeando ligeramente la cabeza. -¿Esperáis que mis soldados hagan vuestro trabajo, señora? Puede que el paciente no regrese con vida si le deja las tareas delicadas a hombres de batalla.- Las pupilas de la mujer se dilataron y una reprimida sonrisa asomó amplia en sus labios. -¿Insinuáis que puedo salir de aquí e ir a buscar a mi paciente yo misma?- Un asentimiento fue toda la contestación que recibió por parte de aquel estirado sujeto, que tras decir lo que había venido a decir, giró sobre los talones y se marchó.
Hope corrió a quitarse la bata y ponerse el abrigo, se cambio el calzado y buscó algunas cosas que podría necesitar y que no dudó en deslizar al interior de su bolso de mano. Mujer precavida vale por dos, eso es un refrán popular que no debe nadie tomarse a la ligera, menos aún una científica como ella.
Ella dio un paso hacia un lado, dejando un pequeño frasco sobre la mesa. Se limpió las manos en la bata que portaba y le tendió una al invitado. -Señor Ferrelli, es un honor tener aquí, en mi humilde laboratorio.- Le dedicó una calmada sonrisa, estrechando la mano del caballero. Estudio su pulso con disimulo, su respiración al observar las fosas nasales ajenas. Era un médico experto y sabía cómo analizar aquellas cosas con un sencillo toque o a simple vista. Los detalles eran siempre cruciales. -Os informaría encantada de mis progresos pero, como ya sabéis, nuestro paciente cero ha escapado y sin él, no puedo mostraros nada.- El siervo de Dios se irguió de repente, mostrando un ceño fruncido. -¿Y qué hacéis aquí, si puede saberse?- La doctora arqueó una ceja, ladeando ligeramente la cabeza. -¿Esperáis que mis soldados hagan vuestro trabajo, señora? Puede que el paciente no regrese con vida si le deja las tareas delicadas a hombres de batalla.- Las pupilas de la mujer se dilataron y una reprimida sonrisa asomó amplia en sus labios. -¿Insinuáis que puedo salir de aquí e ir a buscar a mi paciente yo misma?- Un asentimiento fue toda la contestación que recibió por parte de aquel estirado sujeto, que tras decir lo que había venido a decir, giró sobre los talones y se marchó.
Hope corrió a quitarse la bata y ponerse el abrigo, se cambio el calzado y buscó algunas cosas que podría necesitar y que no dudó en deslizar al interior de su bolso de mano. Mujer precavida vale por dos, eso es un refrán popular que no debe nadie tomarse a la ligera, menos aún una científica como ella.
Hope- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 26/05/2018
Re: Time goes by. [Privé]
La aparente calma pronto llegó a su fin cuando dos hombres con un aspecto que Ruby ya conocía muy bien se adentraron en el local, dirigiendo sus pasos al joven descalzo. Ella no era de meterse en asuntos ajenos… Mentira, adoraba andar de lío en lío, como si la adrenalina fuera lo que realmente la alimentara y no la comida o la ponzoña que Spártakos, de vez en cuando, le proporcionaba. Sin embargo, esperó un poco, observando lo que sucedía a continuación, expectante. ¿Qué querrían de aquel pobre desgraciado? Con las pintas que llevaba, no era precisamente un noble ni alguien importante, no aparentemente, al menos.
En mitad del bullicio del bar, un tipo que parecía haber estado inconsciente desde hacía rato, se levantó de un salto empuñando una espada. La rubia alzó ambas cejas, sorprendida por el equilibrio que parecía tener a pesar de la cogorza que debía llevar encima. –Al fin un poco de diversión.– Añadió, dedicándole una sonrisa a su compañero de mesa, que seguía dando sorbos al vino como si nada aconteciera a su alrededor. El tracio era excesivamente tranquilo para el gusto de su esclava de sangre, siempre ansiosa por algo de acción, pero reconocía que cuando éste se ponía manos a la obra, se tambaleaban los cimientos de toda París.
Pero, a pesar de las ilusiones que Ruby se había hecho, los dos tipos se retiraron sin más que decir. Aquello no le olía bien, la inquisición no era de esa clase de gente que se aparta o recula sin luchar. Los soldados, cegados por su fe y el propósito asignado, siguen siempre a rajatabla los planes diseñados por sus superiores, así que si habían salido fuera, era porque esperaban refuerzos. La rubia se levantó y con paso firme se dirigió al hombre sin zapatos. –No te acomodes, van a volver a buscarte y lo sabes. ¿Qué es lo quieren de ti?– Inquirió con su habitual tono demandante y un porte que rebosaba seguridad en sí misma. Podía ser mortal, una humana, pero su carácter era el de mil demonios cuando se enfadaba.
En mitad del bullicio del bar, un tipo que parecía haber estado inconsciente desde hacía rato, se levantó de un salto empuñando una espada. La rubia alzó ambas cejas, sorprendida por el equilibrio que parecía tener a pesar de la cogorza que debía llevar encima. –Al fin un poco de diversión.– Añadió, dedicándole una sonrisa a su compañero de mesa, que seguía dando sorbos al vino como si nada aconteciera a su alrededor. El tracio era excesivamente tranquilo para el gusto de su esclava de sangre, siempre ansiosa por algo de acción, pero reconocía que cuando éste se ponía manos a la obra, se tambaleaban los cimientos de toda París.
Pero, a pesar de las ilusiones que Ruby se había hecho, los dos tipos se retiraron sin más que decir. Aquello no le olía bien, la inquisición no era de esa clase de gente que se aparta o recula sin luchar. Los soldados, cegados por su fe y el propósito asignado, siguen siempre a rajatabla los planes diseñados por sus superiores, así que si habían salido fuera, era porque esperaban refuerzos. La rubia se levantó y con paso firme se dirigió al hombre sin zapatos. –No te acomodes, van a volver a buscarte y lo sabes. ¿Qué es lo quieren de ti?– Inquirió con su habitual tono demandante y un porte que rebosaba seguridad en sí misma. Podía ser mortal, una humana, pero su carácter era el de mil demonios cuando se enfadaba.
Ruby- Esclavo de Sangre/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/05/2018
Re: Time goes by. [Privé]
El cainita pudo ver el brillo en los ojos de la mortal, uno que conocía muy bien y había visto ya en diversas ocasiones. Cada vez que se anunciaba una trifulca, que se dibujaba la posibilidad de una discusión, una pelea o de armar revuelo, Ruby se llenaba de energía, como si se alimentara de ello. A Spártakos le parecía muy divertido observar los actos de la rubia, especialmente porque era muy buena en lo que hacía, más desde que disponía del pequeño impulso que implicaba el nutrirse de la ponzoña del vampiro. Su velocidad, fuerza y reflejos se habían visto aumentados, lo que la volvían una contrincante difícil para cualquier humano normal. Él, que era un buen hombre a pesar de todo, solía hacerle una señal si se metía con sobrenaturales, porque aunque no lo dijera verbalmente, excepto para exacerbar a su esclava de sangre, le tenía cariño y no deseaba perder su valiosa ayuda y entretenida compañía.
En aquella ocasión no se pronunció, porque, por el momento, allí sólo había humanos y sabía que Ruby podía apañárselas por su cuenta. Giró ligeramente en la silla cuando ella se levantó, siguiéndola con la mirada. No deseaba perderse detalle de lo que aconteciera, aunque al haberse marchado los hombres de la inquisición, parecía que la parte animada no iba a ser tan llamativa como se esperaba.
Sonrió ladino al escuchar el tono demandante de su amiga, conteniendo una carcajada bien merecida ante el rostro de estupefacción del tipo que iba descalzo y que parecía no entender por qué aquella chica se dirigía a él de tal modo. Por el momento se mantendría al margen, o eso tenía pensado. Uno nunca sabía lo que podía ocurrir a continuación y el tracio siempre estaba preparado para un inesperado cambio en la dirección del viento en cualquier momento.
En aquella ocasión no se pronunció, porque, por el momento, allí sólo había humanos y sabía que Ruby podía apañárselas por su cuenta. Giró ligeramente en la silla cuando ella se levantó, siguiéndola con la mirada. No deseaba perderse detalle de lo que aconteciera, aunque al haberse marchado los hombres de la inquisición, parecía que la parte animada no iba a ser tan llamativa como se esperaba.
Sonrió ladino al escuchar el tono demandante de su amiga, conteniendo una carcajada bien merecida ante el rostro de estupefacción del tipo que iba descalzo y que parecía no entender por qué aquella chica se dirigía a él de tal modo. Por el momento se mantendría al margen, o eso tenía pensado. Uno nunca sabía lo que podía ocurrir a continuación y el tracio siempre estaba preparado para un inesperado cambio en la dirección del viento en cualquier momento.
Spártakos- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/09/2017
Re: Time goes by. [Privé]
Enarqué una ceja al escuchar a la rubia que inquisitiva me lanzaba un sin fin de preguntas que no sabia bien como darles respuesta.
Negué con la cabeza a punto de estallar ¿tan difícil era que todos me dejaran en paz?
-No os acerquéis -repetí al ver al norteño caminar calmo hacia mi.
-Vamos muchacho, estas en shok, estas a salvo, bebete unas jarras, te ayudará a estar mejor y podrás explicarnos a mi y a mi amiga la rubita esa que no ha movido el culo por protegerte y que ahora se anota el tanto que te ha pasado.
Ladeé la cabeza, el mastodonte de la trenza no parecía muy de fiar, pero me había protegido y supongo que dejarme guiar por las pintas era absurdo pues seguramente tuviera buen fondo aunque a su espalda colgaba una espada mas grande que yo mismo.
-Estoy enfermo, no os acerquéis -repetí para que el rubio se detuviera, mas no lo hizo. ¿Era acaso un suicida?
Por contra la gente si empezó a correr a toda velocidad saliendo del antro porque una enfermedad infecciosa, como la peste o la gripe no era moco de pavo.
-¿Estas loco? -le recriminé al tal Ubbe que se limitaba a ladear la sonrisa.
-Puede, pero los dioses disponen mi destino y las nornas lo tejen, si Odin me reclama, iré, mas no me arrastrara de Midgard una enfermedad. He visto a muchos enfermos a lo largo de mi existencia y tu no tienes pinta de estarlo. ¿Que querían esos de ti?
Alargué la mano tomando la jarra que me ofreció el vikingo, yo había avisado a los presentes, si no se iban era su elección y no la mía.
-Al parecer a la inquisición se le ha ido de las manos un virus, soy el paciente cero, mi cuerpo lucha contra la enfermedad peor no soy inmune del todo, me quieren para crear un antidoto.
Negué con la cabeza a punto de estallar ¿tan difícil era que todos me dejaran en paz?
-No os acerquéis -repetí al ver al norteño caminar calmo hacia mi.
-Vamos muchacho, estas en shok, estas a salvo, bebete unas jarras, te ayudará a estar mejor y podrás explicarnos a mi y a mi amiga la rubita esa que no ha movido el culo por protegerte y que ahora se anota el tanto que te ha pasado.
Ladeé la cabeza, el mastodonte de la trenza no parecía muy de fiar, pero me había protegido y supongo que dejarme guiar por las pintas era absurdo pues seguramente tuviera buen fondo aunque a su espalda colgaba una espada mas grande que yo mismo.
-Estoy enfermo, no os acerquéis -repetí para que el rubio se detuviera, mas no lo hizo. ¿Era acaso un suicida?
Por contra la gente si empezó a correr a toda velocidad saliendo del antro porque una enfermedad infecciosa, como la peste o la gripe no era moco de pavo.
-¿Estas loco? -le recriminé al tal Ubbe que se limitaba a ladear la sonrisa.
-Puede, pero los dioses disponen mi destino y las nornas lo tejen, si Odin me reclama, iré, mas no me arrastrara de Midgard una enfermedad. He visto a muchos enfermos a lo largo de mi existencia y tu no tienes pinta de estarlo. ¿Que querían esos de ti?
Alargué la mano tomando la jarra que me ofreció el vikingo, yo había avisado a los presentes, si no se iban era su elección y no la mía.
-Al parecer a la inquisición se le ha ido de las manos un virus, soy el paciente cero, mi cuerpo lucha contra la enfermedad peor no soy inmune del todo, me quieren para crear un antidoto.
Lorenzo- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 29/05/2018
Re: Time goes by. [Privé]
En cuanto tuvo el bolso repleto de cosas que casi parecía una pelota de cuero en vez de una bolsa de mano, se lo cargó al hombro, cruzando la cinta por el centro del pecho y lo apoyó contra la cadera. Sonrió, echando un último vistazo a su laboratorio y salió a toda prisa de allí en busca del soldado que, en teoría, debía servirle de guardia y, al mismo tiempo, de vigilante por si ella misma escapaba. No era una prisionera, o eso le decían siempre, pero el motivo era sencillo, ella no quería irse. Le gustaba disponer de todo el material con solo pedirlo y no tener que preocuparse por conseguir financiación para sus estudios y experimentos. Tenían un trato, pero por si ella decidía, en algún momento, que éste ya no le interesaba, siempre tenía puestos en ella un par de ojos.
El inquisidor que iba con ella, la acompañó a la última posición conocida del paciente cero. Al parecer, dos soldados lo habían encontrado, pero se había hecho con un guardia que portaba una gran espada. -Hombres, tan presumidos y orgullosos… Pero cuando se planta uno delante con mala pinta, el resto os meáis encima.- Aseguró, hablando con ella misma, pero en voz alta para que el que iba a su lado la escuchara y se diera por aludido. Éste resopló ras dejar escapar un gruñido. -Sé que no te gusta tener que ir conmigo, pero soy valiosa y tú, prescindible.- Le dedicó una maliciosa sonrisa, aún caminando por los callejones de los barrios de clase media de un París húmedo y triste.
El inquisidor que iba con ella, la acompañó a la última posición conocida del paciente cero. Al parecer, dos soldados lo habían encontrado, pero se había hecho con un guardia que portaba una gran espada. -Hombres, tan presumidos y orgullosos… Pero cuando se planta uno delante con mala pinta, el resto os meáis encima.- Aseguró, hablando con ella misma, pero en voz alta para que el que iba a su lado la escuchara y se diera por aludido. Éste resopló ras dejar escapar un gruñido. -Sé que no te gusta tener que ir conmigo, pero soy valiosa y tú, prescindible.- Le dedicó una maliciosa sonrisa, aún caminando por los callejones de los barrios de clase media de un París húmedo y triste.
Hope- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 26/05/2018
Re: Time goes by. [Privé]
El tipo aseguraba portar una enfermedad y que, por eso, los soldados de la inquisición se habían retirado. Sin embargo, algo no le cuadraba a la rubia, ya que si le perseguían era porque tenían información sobre él y no les había dicho nada sobre su supuesto contagio a ninguno de ellos. Si fuera tan peligroso, hubiesen enviado a algún inmortal a darle caza, ya que esos malditos chupasangres no enfermaban. Miró de reojo a su jefe, y éste se encogió de hombros, antes de hacerle un gesto con la mano para que prosiguiera con lo que fuera que pretendía. –¿Y qué clase de enfermedad tienes? Si tanto te preocupara contagiar a la gente, no habrías entrado en una taberna a estas horas de la noche, sabiendo que estaría hasta los topes.– Le recriminó, echando por tierra su excusa para que no se le acercaran.
Ruby era tozuda como la que más, porque no sólo era una mujer de armas tomar, sino que había sido entrenada para imponerse ante cualquier adversario y ganar todas las disputas, ya fueran éstas físicas y verbales. Así que dio varios pasos más, plantándose junto al tipo de la gran espada. Le miró de pies a cabeza por el costado, enarcando una ceja. –¿Algo que compensar, amigo?– Sonrió con malicia, regresando su atención al supuesto “paciente cero”. –¿Y qué diablos se supone que significa eso? ¿En qué quedamos, estás o no estás enfermo?– Quiso saber, cruzándose de brazos.
Presintió, porque tenían un vínculo, como el cainita que la alimentaba con su ponzoña se levantaba de su silla. Él era sigiloso y si quería podía pasar desapercibido entre una multitud, pero aquel no era el lugar para hacerlo, porque ahora demasiada gente tenía las miradas puestas en el pequeño grupo en el que se encontraba su rebelde esclava de sangre. Se colocó junto a ella, tocándole el hombro y con un sencillo movimiento de ojos, le indicó que salía fuera. Para el resto podía parecer que se retiraba, pero la chica sabía que lo que pretendía era prepararles, a todos, una posible huida forzada.
Ruby era tozuda como la que más, porque no sólo era una mujer de armas tomar, sino que había sido entrenada para imponerse ante cualquier adversario y ganar todas las disputas, ya fueran éstas físicas y verbales. Así que dio varios pasos más, plantándose junto al tipo de la gran espada. Le miró de pies a cabeza por el costado, enarcando una ceja. –¿Algo que compensar, amigo?– Sonrió con malicia, regresando su atención al supuesto “paciente cero”. –¿Y qué diablos se supone que significa eso? ¿En qué quedamos, estás o no estás enfermo?– Quiso saber, cruzándose de brazos.
Presintió, porque tenían un vínculo, como el cainita que la alimentaba con su ponzoña se levantaba de su silla. Él era sigiloso y si quería podía pasar desapercibido entre una multitud, pero aquel no era el lugar para hacerlo, porque ahora demasiada gente tenía las miradas puestas en el pequeño grupo en el que se encontraba su rebelde esclava de sangre. Se colocó junto a ella, tocándole el hombro y con un sencillo movimiento de ojos, le indicó que salía fuera. Para el resto podía parecer que se retiraba, pero la chica sabía que lo que pretendía era prepararles, a todos, una posible huida forzada.
Ruby- Esclavo de Sangre/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/05/2018
Re: Time goes by. [Privé]
El bárbaro alzó la jarra en dirección a la rubia guiñándole el ojo, parecía importarle una soberana mierda la ofensa.
-Lo se, mi espada es grande, peor es para que iguale la balanza, ya me entiendes -apuntó antes de dar un trago desviando sus mares hasta mis pardos.
-Si estas enfermo y eres el único con poder para solucionar esa enfermedad ¿por que huyes?
Él no parecía comprender lo que suponía ser un conejo de indias, no dejaban de sacarme sangre, de inocularme mas virus, de llevarme al limite entre la vida y la muerte ¿que esperaba el vikingo que me quedara allí para siempre? Había aguantado mucho, mas de lo humanamente posible, quería una cura para el mundo peor no se producía, estaba enfermo, mi poder no era sanar porque de serlo yo estaría sano, solo conseguían tiempo con mi sangre, tiempo y nada mas.
-La desesperación -confesé mirando a la rubia, eso me ha obligado a meterme en esta taberna, huir de mis captores, lo lamento.
El vikingo dejó la jarra en la mesa limpiándose la boca con el antebrazo.
-Bueno, en mi opinión tenemos dos opciones, ayudar al muchacho a extender el virus o devolverlo.
Posó su mano en mi hombro.
-Son los dioses los que nos ponen a prueba, tu valor será recompensado, nadie sangra por gusto en el campo de batalla, lo hacemos con un propósito, luchar por quien no puede alzar la espada, hazlo por quien no dispone mas que de tiempo hasta que encuentren la cura.
Yo no tenía complejo de héroe, me puse en pie y reculé, el que me había protegido ahora parecía dispuesto a entregarme, estaba loco, no iba a volver.
-Dile a tu amigo vampiro que deje de buscar salvoconductos fuera, no vamos a ayudarlo a enfermar a la población, tengo mujer que proteger.
-Lo se, mi espada es grande, peor es para que iguale la balanza, ya me entiendes -apuntó antes de dar un trago desviando sus mares hasta mis pardos.
-Si estas enfermo y eres el único con poder para solucionar esa enfermedad ¿por que huyes?
Él no parecía comprender lo que suponía ser un conejo de indias, no dejaban de sacarme sangre, de inocularme mas virus, de llevarme al limite entre la vida y la muerte ¿que esperaba el vikingo que me quedara allí para siempre? Había aguantado mucho, mas de lo humanamente posible, quería una cura para el mundo peor no se producía, estaba enfermo, mi poder no era sanar porque de serlo yo estaría sano, solo conseguían tiempo con mi sangre, tiempo y nada mas.
-La desesperación -confesé mirando a la rubia, eso me ha obligado a meterme en esta taberna, huir de mis captores, lo lamento.
El vikingo dejó la jarra en la mesa limpiándose la boca con el antebrazo.
-Bueno, en mi opinión tenemos dos opciones, ayudar al muchacho a extender el virus o devolverlo.
Posó su mano en mi hombro.
-Son los dioses los que nos ponen a prueba, tu valor será recompensado, nadie sangra por gusto en el campo de batalla, lo hacemos con un propósito, luchar por quien no puede alzar la espada, hazlo por quien no dispone mas que de tiempo hasta que encuentren la cura.
Yo no tenía complejo de héroe, me puse en pie y reculé, el que me había protegido ahora parecía dispuesto a entregarme, estaba loco, no iba a volver.
-Dile a tu amigo vampiro que deje de buscar salvoconductos fuera, no vamos a ayudarlo a enfermar a la población, tengo mujer que proteger.
Lorenzo- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 29/05/2018
Re: Time goes by. [Privé]
En cuanto llegaron al bar en el que los soldados se habían echado para atrás, el inquisidor que acompañaba a la doctora, sin temor a equivocarse y sin importarle si su acto causaba un revuelo innecesario, desenvainó su espada y abrió la puerta del local de una patada. Ni siquiera sabían si el paciente seguía allí o si, siendo listo y tras la visita de los dos amigos de la iglesia, había cogido sus ropas y se había largado como correspondía. Hope rodó los ojos ante la muestra excesiva de testosterona que demostraba aquel hombre de Dios. Mucha fe pero al final todo se le iba en actos de macho que de toparse con algún sobrenatural medianamente decente se esfumarían en un santiamén.
El tipo entró primero y buscó enemigos. En teoría la mujer debía aguardar a su señal para pasar tras él, cuando éste le indicara que todo estaba seguro, pero la médica jamás había sido una persona que se rigiera por protocolos de guerra absurdos y más cuando estaba en riesgo su investigación. Así que se coló sin más y sonrió al ver a su querido conejillo de indias rodeado por un hombre alto y una mujer rubia. -¡Enzo! ¿Por qué te fuiste sin dejar una nota?- A pesar de los experimentos que realizaba con él, Hope trataba muy bien a su invitado. No le golpeaba ni le vejaba, al contrario, le hablaba y explicaba cada cosa que le hacía. No le mentía nunca. Y era cuidadosa cuando le sacaba sangre o le inoculaba muestras. Se encargaba de él mejor que lo haría la madre más devota, claro que el italiano era único en su especie, al menos por ahora, y un bien muy valioso para la doctora. Uno irreemplazable. -Lloré cuando vi que te habías ido, ¿lo sabías?- Y era cierto, no en vano llevaba meses trabajando con él como para, de repente, echar a perder el estudio de toda una vida. Lo curioso era que la mujer no consideraba que hiciera nada malo, él resistía las pruebas, ella lo sabía, así que no le torturaba ni ponía en riesgo, sólo utilizaba los recursos que tenía a mano para intentar “mejorar el mundo”. Dio un par de pasos en su dirección, extendiendo los brazos hacia el muchacho, pero la otra rubia se interpuso en su camino y Hope frunció el ceño. -¿Y tú quién eres?- Quiso saber.
El tipo entró primero y buscó enemigos. En teoría la mujer debía aguardar a su señal para pasar tras él, cuando éste le indicara que todo estaba seguro, pero la médica jamás había sido una persona que se rigiera por protocolos de guerra absurdos y más cuando estaba en riesgo su investigación. Así que se coló sin más y sonrió al ver a su querido conejillo de indias rodeado por un hombre alto y una mujer rubia. -¡Enzo! ¿Por qué te fuiste sin dejar una nota?- A pesar de los experimentos que realizaba con él, Hope trataba muy bien a su invitado. No le golpeaba ni le vejaba, al contrario, le hablaba y explicaba cada cosa que le hacía. No le mentía nunca. Y era cuidadosa cuando le sacaba sangre o le inoculaba muestras. Se encargaba de él mejor que lo haría la madre más devota, claro que el italiano era único en su especie, al menos por ahora, y un bien muy valioso para la doctora. Uno irreemplazable. -Lloré cuando vi que te habías ido, ¿lo sabías?- Y era cierto, no en vano llevaba meses trabajando con él como para, de repente, echar a perder el estudio de toda una vida. Lo curioso era que la mujer no consideraba que hiciera nada malo, él resistía las pruebas, ella lo sabía, así que no le torturaba ni ponía en riesgo, sólo utilizaba los recursos que tenía a mano para intentar “mejorar el mundo”. Dio un par de pasos en su dirección, extendiendo los brazos hacia el muchacho, pero la otra rubia se interpuso en su camino y Hope frunció el ceño. -¿Y tú quién eres?- Quiso saber.
Hope- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 26/05/2018
Re: Time goes by. [Privé]
Observó de nuevo al gigantón de pies a cabeza y se le escapó la risa sin remordimiento alguno cuando hizo el comentario sobre la balanza. Le hubiese respondido un “sí, claro”, pero le interesaba más saber por qué aquel hombre que decía ser portador de una enfermedad se veía tan sano. Clavó sus azules orbes en los ajenos y reconoció lo que vio en ellos. Ruby se había sentido igual en el pasado, hacía ya mucho tiempo, antes de cruzarse con Spártakos en su camino y que éste le diera un nuevo rumbo a su vida, un sentido.
El norteño parecía muy decidido a sacrificar a la oveja sin pensárselo siquiera, sin corroborar su historia, sin molestarse en descubrir por qué la inquisición, aquellos empeñados en cumplir la supuesta palabra de Dios a costa de muchos, iba tras ese joven descalzo y aterrorizado. Iba a contestar cuando éste hizo mención de su dueño y su condición. Ella le miró de reojo, alzando una ceja. –¿Tan borracho vas que crees en esas estupideces sobrenaturales?– No iba a delatar al hombre que la ayudó y si ese greñudo pensaba que podía decidir el destino de cualquiera porque le salía del rabo, estaba muy equivocado. –Si tienes mujer que proteger, no te acerques al portador de la enfermedad, da media vuelta y lárgate. El mundo no es para los débiles por muy grandes que sean sus espadas.– Se interpuso entre el vikingo y el desesperado conejillo de indias, dispuesta a clavarle el puño en la cara o la rodilla en los huevos si hacía falta. Pero antes de que el enfrentamiento llegara a más, la puerta se abrió de golpe y entraron otro maldito soldado de la iglesia y una extraña mujer que parecía conocer al muchacho desubicado.
La escuchó decir tonterías, o lo que a ella le parecían banalidades y acercarse al chico con los brazos extendidos. Le echó un vistazo al supuesto “Lorenzo” y vio cómo le temblaban las manos, así que, de nuevo, cortó el paso de quien se acercaba a él. –Soy una amiga de Lorenzo.– Respondió con convicción. La cosa iba a ponerse fea rápido, lo intuía, pues el inquisidor se aproximaba ya tras la morena y alzaba la espada en su dirección. –¿Es que no sabéis hacer nada sin armas los hombres?– Preguntó, mirando al vikingo y al soldado alternativamente.
El norteño parecía muy decidido a sacrificar a la oveja sin pensárselo siquiera, sin corroborar su historia, sin molestarse en descubrir por qué la inquisición, aquellos empeñados en cumplir la supuesta palabra de Dios a costa de muchos, iba tras ese joven descalzo y aterrorizado. Iba a contestar cuando éste hizo mención de su dueño y su condición. Ella le miró de reojo, alzando una ceja. –¿Tan borracho vas que crees en esas estupideces sobrenaturales?– No iba a delatar al hombre que la ayudó y si ese greñudo pensaba que podía decidir el destino de cualquiera porque le salía del rabo, estaba muy equivocado. –Si tienes mujer que proteger, no te acerques al portador de la enfermedad, da media vuelta y lárgate. El mundo no es para los débiles por muy grandes que sean sus espadas.– Se interpuso entre el vikingo y el desesperado conejillo de indias, dispuesta a clavarle el puño en la cara o la rodilla en los huevos si hacía falta. Pero antes de que el enfrentamiento llegara a más, la puerta se abrió de golpe y entraron otro maldito soldado de la iglesia y una extraña mujer que parecía conocer al muchacho desubicado.
La escuchó decir tonterías, o lo que a ella le parecían banalidades y acercarse al chico con los brazos extendidos. Le echó un vistazo al supuesto “Lorenzo” y vio cómo le temblaban las manos, así que, de nuevo, cortó el paso de quien se acercaba a él. –Soy una amiga de Lorenzo.– Respondió con convicción. La cosa iba a ponerse fea rápido, lo intuía, pues el inquisidor se aproximaba ya tras la morena y alzaba la espada en su dirección. –¿Es que no sabéis hacer nada sin armas los hombres?– Preguntó, mirando al vikingo y al soldado alternativamente.
Ruby- Esclavo de Sangre/Clase Alta
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