Nobody knows my pain {Chace S. Locke}

por **Autumn M. Cunningham** Lun Dic 06, 2010 4:25 pm

El viento soplaba con suavidad, provocando que las hojas verdes de los árboles se movieran en un vaivén singular.
El cielo era azul, un azul celeste que era hermoso a la vista de Autumn, sonrió mientras caminaba con una lentitud envidiable, con una tranquilidad que no cualquiera poseía, sin embargo, Autumn tampoco la poseía, era un simple antifaz, para enmascarar sus verdaderos sentimientos, la opresión que sentía en el pecho día y noche.
Respiró con profundidad, cerrando los ojos un momento.

Dejó la canasta que llevaba en el antebrazo, se agachó para poder coger una amplia tela y extenderla sobre el húmedo pasto cerca de un tronco.
Se sentó con cuidado, frecuentando de no ensuciar el vestido abultado, tenía suficientes vestidos, aunque a ella le gustaba cuidar todos.
Aún recordaba su vida hacía un par de años o menos, cuando aun tenía la idea de que ella no tenía una familia, un techo en el cual vivir, todo para ella se describía en una sola palabra. Nada.

Tomó una bocanada de aire regresando a la realidad, pasó una mano por su enredado cabello, en afán de acomodarlo.
Recargó su espalda en el tronco, sacó un pequeño cuadernillo y un bolígrafo, lo abrió en la última página en la que había escrito apenas unas semanas antes. Lo leyó, mientras sonreía por los absurdos pensamientos que había transmitido a ese poema.

Acomodó la pluma entre sus dedos, comenzó a deslizarla por el papel, concentrada en las palabras que fluían mas no salían de su garganta.
Al terminar, reposó la pluma a un costado suyo, para leer lo que acababa de escribir.

“No hay palabras que escriba que no pueda decir
¿Cuánto te hecho de menos todos los días?
Conforme pasa el tiempo, la soledad crece;
¿Cómo te hecho de menos?
¡Nadie lo sabe!
Pienso en ti en silencio
Me hablan a menudo tu nombre,
Pero todo lo que tengo son recuerdos
Y las fotos en un marco."

por **Chace S. Locke** Lun Dic 06, 2010 6:29 pm

Mire mi vestuario de nuevo mientras iba caminando por el bosque a paso tranquilo, sonriente. Los pájaros cantaban, los conejos salían de su madriguera para sonreír, y los insectos... Estos, gracias al cielo, habían desaparecido. Todos parecían querer alegrarme el camino hasta cierto compromiso para el cual había sido citado. Llevaba un traje de calle de colores negros y blancos, no me gustaba llamar la atención, en lo que no había caído, es que un hombre vestido de negro en un bosque, llama irremediablemente la atención. Aun así... Yo tan contento, oye.

Y os preguntareis, “Oh, Chace, Lord Ingles de carisma arrebatador... Figura magnánima de la arte echa carne y huesos... ¿Por que estáis tan contento esta mañana?”. Pues... Es una pregunta sencilla si te la planteas lo mas rebuscada posible. ¿Por que, un noble Ingles, que en su otra vida es un Ladrón de Joyas, iría sin protección ni acompañamiento por un bosque, cargado con una gran y alegre sonrisa? Pues... Por que tiene una cita. Bueno, no es una cita. Es mas bien... Un citamiento. Lady Autumn había mandado a llamar a Chace para hacer un pequeño picnic, algo realmente Ingles, lo cual, le alegraba el alma. Desde que había llegado a Paris solo había comido cosas francesas, pastas, pasta, y demás. Echo de menos la comida Inglesa... La gente Inglesa... El te.

Los caminos se me hacían iguales, pero mi olfato no me mentía, el perfume Ingles de Autumn estaba cerca. Cruce sendero con un río donde bebí un poco de agua agachándome, ni una gota en mi traje, genial. Diez de diez. Seguí la estela de ese olor femenino tan característico hasta que, finalmente, tuve el antojo de asomarme hacia adelante protegiéndome con un árbol, y ahí estaba. Estaba escribiendo en un cuaderno, y pese a poner una cara de concentración realmente envidiable, sus facciones no se habían agravado, mas bien todo lo contrario. Decidí sorprenderla por detrás con una de mis tan queridas frases ingeniosas. Así pues, me escabullí por el bosque, rodeándola sin ser visto, cosa del cual tenia ya cierto conocimiento.

Y al llegar a su espalda, me acerque al tronco que estaba apoyada, apoyándome yo en el tronco izquierdo, y poniendo una vocecilla que parodiaría la de una dama, diría...

- “Querido diario. Hoy he citado a un apuesto caballero -a la par que fuerte y adinerado-, para hacer un pequeño y modesto picnic. Espero que le guste, ¡estoy taaan impaciente~! -Sonreí mientras aparecía por su espalda, ya siendo observado por la joven.

por **Autumn M. Cunningham** Miér Dic 08, 2010 4:12 pm

Sus pensamientos la inundaron, sin tener una real noción del tiempo o de lo que acontecía a su alrededor.
Suspiró con suavidad y lentitud, llevando su vista hacia el cielo claro y con bastante ausencia de nubes. Sonrió recordando a lo que había asistido aquí, no solo estaba en el bosque por mero gusto, ella no era fanática del medio ambiente y menos le gustaba estar la mayor de su tiempo fuera de la ciudad, pero se daba cuenta de que este era un buen lugar para aclarar sus pensamientos, descansar y pensar…
Chace. El chico con el cual soñaba varias veces, pero claro que haría hasta lo imposible porque él no se enterara de aquello.
Lo había añorado, hacía un poco de tiempo, que para ella era una eternidad, no lo había visto ni había podido disfrutar de su buen humor. Todos los problemas huían de ella cuando estaba con Chace.

Su voz hizo que se perturbara de una manera muy placentera, sonrió de inmediato al escuchar aquella voz que tanto disfrutaba escuchar, como la más bella sonata tocada por su pianista favorito.
Cerró los ojos un par de segundos, antes de girarse para verlo, esperaba que fuera como lo recordaba, igual de apuesto y fuerte.
Soltó otro suspiro, mordió su labio inferior esperando a que Chace no lo hubiera escuchado del todo.

– Acaba de adivinar mis pensamientos, joven apuesto Chace –comentó con una melodiosa voz saliendo de entre sus labios carnosos, sus mejillas se perlaron de un lindo color rosa, eso le sucedía cada vez que veía al joven que se encontraba recargado en el árbol.
Se levantó con dificultad, para poder saludarlo como se debía, tal vez con un poco de atrevimiento.
Caminó un par de pasos para poder llegar a él, para posarse frente a él y rodear el cuello del muchacho con rapidez y algo de urgencia.
Escondió su rostro en la clavícula de Chace, aspirando el perfume emanante de sus ropas y de él, ese perfume que él poseía, natural, al menos a su olfato.
Miel con una suave combinación de flores exóticas –y un toque de canela-, que algunas recordaba haberlas visto y olfateado alguna vez.

– Me alegra mucho volver a verte, Chace –le murmuró cerca del oído, sin querer separase aun de él.

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