AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Adrenalina | Chace S. Locke
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Adrenalina | Chace S. Locke
Escapar de casa aquella noche fue casi como un regalo, un milagro concedido por Dios para que me relajase un poco. Dasha, Adrianne, Nadezhda, Dima y su prima... de tener una vida monótona y odiosa en París había pasado a estar todo el rato ocupado. Lo peor era aquel nudo que apretaba en mi pecho, negándome la respiración y logrando que me sintiera más incómodo de lo normal en cualquier lugar.
Así había tenido que huir de las carretas, me había visto obligado por aquel nudo agobiante, necesitado de un momento de calma. Y no, lo último que me apetecía era irme al lago a beber solo como había hecho otras veces, luego la culpa me invadiría y ya tenía suficiente.
Me perdí por las calles de París, repitiéndome mentalmente una y otra vez que debía dejar de pensar tanto, debía comenzar a ver la vida desde un punto de vista diferente. La cuestión era desde cual, cuando estaba tan acostumbrado a que las cosas fueran de mal en peor a cada rato.
Suspiré, aburrido y observando a las familias francesas dirigiéndose ya a sus casas para resguardarse y cenar todos juntos.
Mejor, más silencio, menos gente. Comenzaba a creer que mi condición de licántropo lograba que apreciase más la soledad, o tal vez el saber de la experiencia, que me llevaba a comprender que solo yo podía dar solución a todos mis problemas como siempre había hecho.
Decidí torcer por un callejón para atajar hasta la Catedral de París, donde el silencio daría lucidez a mi mente, cuando en la oscuridad de éste comenzaron a oírse extraños ruidos. ¿Un ladrón?
Me apoyé en la pared intentando descubrir de cual de los edificios provenía, y esperar el momento por si había que actuar. ¿Por qué de un momento a otro olvidaba todos los problemas y sentía el corazón latir con fuerza? ¿Adrenalina, tal vez? ¿Emoción que me sacaba de una rutina problemática?
PD: No es gran cosa, lo sé, pero no sabía bien como comenzar... avísame si así no sirve ^^
Así había tenido que huir de las carretas, me había visto obligado por aquel nudo agobiante, necesitado de un momento de calma. Y no, lo último que me apetecía era irme al lago a beber solo como había hecho otras veces, luego la culpa me invadiría y ya tenía suficiente.
Me perdí por las calles de París, repitiéndome mentalmente una y otra vez que debía dejar de pensar tanto, debía comenzar a ver la vida desde un punto de vista diferente. La cuestión era desde cual, cuando estaba tan acostumbrado a que las cosas fueran de mal en peor a cada rato.
Suspiré, aburrido y observando a las familias francesas dirigiéndose ya a sus casas para resguardarse y cenar todos juntos.
Mejor, más silencio, menos gente. Comenzaba a creer que mi condición de licántropo lograba que apreciase más la soledad, o tal vez el saber de la experiencia, que me llevaba a comprender que solo yo podía dar solución a todos mis problemas como siempre había hecho.
Decidí torcer por un callejón para atajar hasta la Catedral de París, donde el silencio daría lucidez a mi mente, cuando en la oscuridad de éste comenzaron a oírse extraños ruidos. ¿Un ladrón?
Me apoyé en la pared intentando descubrir de cual de los edificios provenía, y esperar el momento por si había que actuar. ¿Por qué de un momento a otro olvidaba todos los problemas y sentía el corazón latir con fuerza? ¿Adrenalina, tal vez? ¿Emoción que me sacaba de una rutina problemática?
PD: No es gran cosa, lo sé, pero no sabía bien como comenzar... avísame si así no sirve ^^
Invitado- Invitado
Re: Adrenalina | Chace S. Locke
Salte otro edificio, con el rostro tapado por una mascara de fiesta, y vestido de negro con un elegante pero cómodo traje que me permitía salta sin ningún tipo de protección. Podría transformarme en gato para huir sin ser visto, pero por desgracia, hoy ya había gastado mi transformación con un guardia que estaba en el sitio equivocado. Baje por las escaleras laterales para llegar al suelo, donde tras coger carrerilla, saltaría de nuevo, y me escondería en un balcón lleno de flores que parecía el escondrijo perfecto. Mire hacia abajo. Jamas habría pensado que tendrían escondidos perros de guardia para cazarme... Que irónico. Uno me había mordido en el brazo, el cual sangraba mas de la cuenta. Por suerte, había hecho un torniquete con mi propio traje, por lo que no iba goteando. ¡Un momento! He escuchado un ruido...
Tras unos instantes, una abuela con menos pelo que yo se asomo al balcón, mirando hacia los lados con rostro desconfiado, asomándose para ver lo que pasaba. Al no ver nada del otro mundo, se volvió, y entro en casa, cerrando la puerta, y luego las persianas. Tras entrar, se escucho un grito masculino, seguramente providente de su marido, y a continuación femenino, de la mujer. El típico matrimonio parisino. Aun así... había estado rápido. Salte para colocarme encima del marco rápidamente, evitando así que la mujer me viera. Baje de nuevo silenciosamente, y escalando por los marcos de las ventanas, caí finalmente al suelo Parisino, que estaba mojado, seguramente, había llovido mientras robaba la Joya. Di unos pequeños golpes al bolsillo de mi chaqueta, ahí estaba, la esmeralda.
Salí corriendo callejón abajo, mirando siempre antes de torcer al próximo callejón. Justo cuando pensaba que estaba fuera de peligro... Escucho otro ruido. El olor a lluvia impregna mi taponada nariz, que me impide descifrar el olor rival, por lo que no se si es un conocido, o por el contrario no lo es. Así pues, cuando paro, me lo encuentro justo delante. Me mantengo quieto, a lo mejor se piensa que soy un chapero... Es entonces cuando lo reconozco. Río dentro de la mascara, y me la quito con la mano, sonriendo.
- Aleksandr, maldito viejo... Nunca me había alegrado tanto de verte. -Se que no es tan viejo, pero es uno de los muchos motes que le he puesto a lo largo de nuestro trato. Le mire a los ojos y sonreí maleficamente, esa sonrisa que solo hago cuando he echo algo malo.
[…]
Tras unos instantes, una abuela con menos pelo que yo se asomo al balcón, mirando hacia los lados con rostro desconfiado, asomándose para ver lo que pasaba. Al no ver nada del otro mundo, se volvió, y entro en casa, cerrando la puerta, y luego las persianas. Tras entrar, se escucho un grito masculino, seguramente providente de su marido, y a continuación femenino, de la mujer. El típico matrimonio parisino. Aun así... había estado rápido. Salte para colocarme encima del marco rápidamente, evitando así que la mujer me viera. Baje de nuevo silenciosamente, y escalando por los marcos de las ventanas, caí finalmente al suelo Parisino, que estaba mojado, seguramente, había llovido mientras robaba la Joya. Di unos pequeños golpes al bolsillo de mi chaqueta, ahí estaba, la esmeralda.
Salí corriendo callejón abajo, mirando siempre antes de torcer al próximo callejón. Justo cuando pensaba que estaba fuera de peligro... Escucho otro ruido. El olor a lluvia impregna mi taponada nariz, que me impide descifrar el olor rival, por lo que no se si es un conocido, o por el contrario no lo es. Así pues, cuando paro, me lo encuentro justo delante. Me mantengo quieto, a lo mejor se piensa que soy un chapero... Es entonces cuando lo reconozco. Río dentro de la mascara, y me la quito con la mano, sonriendo.
- Aleksandr, maldito viejo... Nunca me había alegrado tanto de verte. -Se que no es tan viejo, pero es uno de los muchos motes que le he puesto a lo largo de nuestro trato. Le mire a los ojos y sonreí maleficamente, esa sonrisa que solo hago cuando he echo algo malo.
Chace S. Locke- Mensajes : 162
Fecha de inscripción : 04/12/2010
Edad : 32
Localización : No se sabe~!
Re: Adrenalina | Chace S. Locke
Un par de golpes más se escucharon y de pronto apareció una figura ante mí, vestida de negro con una máscara cubriendo su rostro. ¡Un ladrón!
Pero por alguna razón aquel tipo, en lugar de huir, se acercó a mí levantando su máscara con una sonrisa en los labios.
-Aleksandr, maldito viejo... Nunca me había alegrado tanto de verte.- dijo de pronto aquel hombre. ¡Chace! ¡Dios! ¿Cuantas sorpresas más me esperaban en París? ¡Otro viejo amigo! Sonreí cuando sus ojos se clavaron en los míos, y la sonrisa que apareció en sus labios segundos más tardes fue la señal para saber que se había metido en un lío.
-Deja que adivine lo que has hecho, maldito loco.- reí acercándome a él para abrazarlo. Fue justo entonces cuando me percaté que alguna parte de su traje estaba más húmeda de lo normal. Al observar la mano que había tocado aquella zona húmeda, descubrí que se había manchado de sangre. -¡Estás herido!.- exclamé preocupado. -Cuando aprenderás, ¡cuando, dichoso loco!.- murmuré con un leve bufido mirando a sus ojos.
¿Dónde había quedado el nudo de mi pecho con un encuentro como aquel? Estaba claro que sólo me esperaba una noche cargada de emociones al lado de Chace, aquel loco inglés con doble vida que además de robar, era cambiaformas. Uno de los pocos con lo que mantenía una buena relación, debía añadir. ¿Pero cómo no mantener una buena relación con un tipo tan peculiar como él?
-Tenemos que salir de aquí....- susurré casi regañándolo. -En cuanto estemos en un lugar seguro vas a contarme que has hecho... viejo amigo.- sonreí dando una suave palmada en su rostro.
Podía resultar extraño aquella forma de actuar, cualquier buen ciudadano le habría llevado ante las autoridades, pero conocía bien a Chace para ser incapaz de juzgarle. Al igual que mi hermana, su vida había sido marcada, de tal forma que había llegado a aquella "afición" por el hurto. ¿Quién era yo pues, para juzgarles a ambos? Solo podía preocuparme porque no les pasara nada a ninguno de los dos.
Observando pues a ambos lados del callejón, comprobé que nadie se nos había visto, y adelantándome unos pasos para ver si alguien recorría las calles en aquel momento, tiré de él corriendo hasta la parte trasera de una taberna.
-Ya sé que duele, ya lo sé, solo será un momento.- bromeé corriendo hasta aquel lugar.
Al llegar, busqué algo en lo que pudiera sentarse para poder comprobar así su herida. Encontré finalmente un barril que coloqué para él.
-Y yo que tenía la esperanza de que tarde o temprano te volvieras un tipo corriente....- dije de nuevo con aquel tono de regaño mirando sus ojos.
Lo primero era saber dónde estaba herido y si era de gravedad, después lo importante sería encontrar algún lugar donde escondernos durante un buen rato. Estaba seguro de que la policía comenzaría a rebuscar la ciudad, Chace no era un ladrón de poca monta precisamente, y no se habría arriesgado por cualquier baratija.
Pero por alguna razón aquel tipo, en lugar de huir, se acercó a mí levantando su máscara con una sonrisa en los labios.
-Aleksandr, maldito viejo... Nunca me había alegrado tanto de verte.- dijo de pronto aquel hombre. ¡Chace! ¡Dios! ¿Cuantas sorpresas más me esperaban en París? ¡Otro viejo amigo! Sonreí cuando sus ojos se clavaron en los míos, y la sonrisa que apareció en sus labios segundos más tardes fue la señal para saber que se había metido en un lío.
-Deja que adivine lo que has hecho, maldito loco.- reí acercándome a él para abrazarlo. Fue justo entonces cuando me percaté que alguna parte de su traje estaba más húmeda de lo normal. Al observar la mano que había tocado aquella zona húmeda, descubrí que se había manchado de sangre. -¡Estás herido!.- exclamé preocupado. -Cuando aprenderás, ¡cuando, dichoso loco!.- murmuré con un leve bufido mirando a sus ojos.
¿Dónde había quedado el nudo de mi pecho con un encuentro como aquel? Estaba claro que sólo me esperaba una noche cargada de emociones al lado de Chace, aquel loco inglés con doble vida que además de robar, era cambiaformas. Uno de los pocos con lo que mantenía una buena relación, debía añadir. ¿Pero cómo no mantener una buena relación con un tipo tan peculiar como él?
-Tenemos que salir de aquí....- susurré casi regañándolo. -En cuanto estemos en un lugar seguro vas a contarme que has hecho... viejo amigo.- sonreí dando una suave palmada en su rostro.
Podía resultar extraño aquella forma de actuar, cualquier buen ciudadano le habría llevado ante las autoridades, pero conocía bien a Chace para ser incapaz de juzgarle. Al igual que mi hermana, su vida había sido marcada, de tal forma que había llegado a aquella "afición" por el hurto. ¿Quién era yo pues, para juzgarles a ambos? Solo podía preocuparme porque no les pasara nada a ninguno de los dos.
Observando pues a ambos lados del callejón, comprobé que nadie se nos había visto, y adelantándome unos pasos para ver si alguien recorría las calles en aquel momento, tiré de él corriendo hasta la parte trasera de una taberna.
-Ya sé que duele, ya lo sé, solo será un momento.- bromeé corriendo hasta aquel lugar.
Al llegar, busqué algo en lo que pudiera sentarse para poder comprobar así su herida. Encontré finalmente un barril que coloqué para él.
-Y yo que tenía la esperanza de que tarde o temprano te volvieras un tipo corriente....- dije de nuevo con aquel tono de regaño mirando sus ojos.
Lo primero era saber dónde estaba herido y si era de gravedad, después lo importante sería encontrar algún lugar donde escondernos durante un buen rato. Estaba seguro de que la policía comenzaría a rebuscar la ciudad, Chace no era un ladrón de poca monta precisamente, y no se habría arriesgado por cualquier baratija.
Invitado- Invitado
Re: Adrenalina | Chace S. Locke
La cara de Aleksandr es como un mapa me emociones, siempre lo he pensado. Primero, se puso mas tieso que un guardia Ingles, mirándome como el hombro lobo que es: con ganas de despedazar. Pero a continuación, tras quitarme la mascara y acercarme sonriendo, su mapa cambio a un estado de alegría incontenida, sin duda me había reconocido, o eso, o le acababa de dotar la lotería. Alek es un buen amigo que conocí hace un tiempo en Inglaterra. En seguida se hizo un sitio en mis amistades por su lealtad, pese a no ser exactamente del circulo por el que me muevo, es sin duda de los pocos que me conocen del todo, sabiendo que soy The Cat, comprendiéndolo, y aceptándolo. Se que incluso The Cat le tiene respeto, y que es realmente difícil que le robe nada. En cualquier caso, el también se acerco a mi levantando las manos para abrazarme, como buen samaritano que es.
Fui a hacer lo mismo, sonriente, cuando... Oh, crap. Tengo el brazo herido... Momento incomodo. Hacerle un feo a Alek, o pasar de todo y abrazarle igualmente. Desde tiempos inmemoriales, los ladrones no nos hemos preocupado mucho por nuestra salud, y no creo que empiece hacerlo hoy mismo. Así que alce los brazos con decisión (y alguna que otra maldición por lo bajo) y le propine un abrazo con fuerza, dándole pequeñas palmadas en la espalda. Pero al parecer, el también se dio cuenta de mi herida en el brazo, quizás por el olfato, quizás por que le había dejado la camisa perdida. En cualquier caso, este se aparto de mi, y me miro con cara de “¿Que demonios?”
¡Estás herido!-Grito el sorprendido. Le hice bajar la voz, pues aun me estaban persiguiendo, y para colmo me había quitado la mascaraCuando aprenderás, ¡cuando, dichoso loco!
- ¡Oh! ¿Te refieres a esto? Como sabes, ni me había dado cuenta. ¿Se me habrá caído algo de salsa de tomate cuando me estaba haciendo unos Ravioli? -Bromee, era algo malo, pero en mi vida hago dos tipos de chistes: los buenos, y lo que son... Una mierda. Al fin y al cabo... Al mal tiempo, buena cara.
Así pues, ni corto ni perezoso, el Licantropo me agarro del otro brazo, por suerte el bueno, con fuerza, llevándome a rastras hasta un lugar seguro. ¿Debería decirle que me he arrastrado por los tejados de Paris a salto limpio, por lo que podía correr perfectamente...? Of course, no. Era mejor ver como me arrastrara cual cánido de pastoreo, mas divertido, por lo menos. La única condición que impuso, como siempre, es que le contara todo lo que había hecho para recibir esas heridas. Era un buen trato. Finalmente, llegamos a un callejón detrás de una taberna, que por los ruidos de dentro debía ser bastante buena, o por lo menos su camarera debía estarlo.
Me sentó y mientras me quitaba la chaqueta rápidamente, miraba alrededor. Alek conoce mis métodos, sabe que no robo en joyerías cualquiera, robo obras de arte, ya que mis propios robos, son acciones perfectas, obras de arte. ¿Yo he dicho eso?... Al parecer The Cat aun ronda por mi mente. Me quite la camisa para mostrarle mi herida en el brazo derecho, en la zona superior, casi llegando al hombro, en la parte derecha del mismo. Era un buen mordisco de un perro, seguramente bastante grande. Estaba oscuro, y todo sucedió muy deprisa; no vi donde estaba hasta que me alcanzo. Pero en cualquier caso, yo le mostré con el brazo libre el resultado de mi “expedición”. Saque una gran Esmeralda de un tamaño superior al de un tomate, que brillaba como una bombilla.
- Fijate. La esmeralda traída de zonas Asiáticas. -Musite moviendola, creando diferentes resplandores.
Fui a hacer lo mismo, sonriente, cuando... Oh, crap. Tengo el brazo herido... Momento incomodo. Hacerle un feo a Alek, o pasar de todo y abrazarle igualmente. Desde tiempos inmemoriales, los ladrones no nos hemos preocupado mucho por nuestra salud, y no creo que empiece hacerlo hoy mismo. Así que alce los brazos con decisión (y alguna que otra maldición por lo bajo) y le propine un abrazo con fuerza, dándole pequeñas palmadas en la espalda. Pero al parecer, el también se dio cuenta de mi herida en el brazo, quizás por el olfato, quizás por que le había dejado la camisa perdida. En cualquier caso, este se aparto de mi, y me miro con cara de “¿Que demonios?”
¡Estás herido!-Grito el sorprendido. Le hice bajar la voz, pues aun me estaban persiguiendo, y para colmo me había quitado la mascaraCuando aprenderás, ¡cuando, dichoso loco!
- ¡Oh! ¿Te refieres a esto? Como sabes, ni me había dado cuenta. ¿Se me habrá caído algo de salsa de tomate cuando me estaba haciendo unos Ravioli? -Bromee, era algo malo, pero en mi vida hago dos tipos de chistes: los buenos, y lo que son... Una mierda. Al fin y al cabo... Al mal tiempo, buena cara.
Así pues, ni corto ni perezoso, el Licantropo me agarro del otro brazo, por suerte el bueno, con fuerza, llevándome a rastras hasta un lugar seguro. ¿Debería decirle que me he arrastrado por los tejados de Paris a salto limpio, por lo que podía correr perfectamente...? Of course, no. Era mejor ver como me arrastrara cual cánido de pastoreo, mas divertido, por lo menos. La única condición que impuso, como siempre, es que le contara todo lo que había hecho para recibir esas heridas. Era un buen trato. Finalmente, llegamos a un callejón detrás de una taberna, que por los ruidos de dentro debía ser bastante buena, o por lo menos su camarera debía estarlo.
Me sentó y mientras me quitaba la chaqueta rápidamente, miraba alrededor. Alek conoce mis métodos, sabe que no robo en joyerías cualquiera, robo obras de arte, ya que mis propios robos, son acciones perfectas, obras de arte. ¿Yo he dicho eso?... Al parecer The Cat aun ronda por mi mente. Me quite la camisa para mostrarle mi herida en el brazo derecho, en la zona superior, casi llegando al hombro, en la parte derecha del mismo. Era un buen mordisco de un perro, seguramente bastante grande. Estaba oscuro, y todo sucedió muy deprisa; no vi donde estaba hasta que me alcanzo. Pero en cualquier caso, yo le mostré con el brazo libre el resultado de mi “expedición”. Saque una gran Esmeralda de un tamaño superior al de un tomate, que brillaba como una bombilla.
- Fijate. La esmeralda traída de zonas Asiáticas. -Musite moviendola, creando diferentes resplandores.
Chace S. Locke- Mensajes : 162
Fecha de inscripción : 04/12/2010
Edad : 32
Localización : No se sabe~!
Re: Adrenalina | Chace S. Locke
Descubrir que Chace ni se había percatado de su herida no fue ninguna sorpresa. Y mucho menos lo fue oír sus bromas acerca de su propia salud. Él siempre así, con aquel humor tan diferente. No había sido uno de sus mejores chistes, pero bastó para hacerme reír, cosa que no era del todo sencilla.
Ya escondidos en aquel callejón, con Chace sentado, se quitó la chaqueta y la camisa después, para mostrarme la herida en su brazo. Una fea herida en la zona cercana a su hombro que parecía un enorme mordisco de un perro. Sangraba, lo suficiente como para preguntarme si le dolía de verdad o no.
Porque aún con tal herida, lo primero que hizo fue buscar en su bolsillo la recompensa a su fechoría.
-Fíjate. La esmeralda traída de zonas Asiáticas.- musitó moviendo aquella enorme joya logrando que brillase creando hermosos resplandores.
-¡Jo-der!.- exclamé, para rápidamente taparme la boca. -Es... enorme... ¡y preciosa!.- volví a exclamar, maravillado por la belleza de aquella joya. -Nunca dejarás de sorprenderme...- reí sin malicia. -Pero ahora deja que te cure....- comencé, arrancando un trozo de mi maltrecha camisa para envolver su herida con él. Tal vez debería limpiar la herida con alcohol, ¿pero donde encontrarlo?
Oh Sasha, ¡estás enfrente una taberna!
-No sé si sea seguro dejarte aquí mientras voy a buscar algo para limpiarte la herida... dudo que sea seguro, la policía estará buscándote....- murmuré, oyendo pasos apresurados corriendo a lo largo de la calle. Iba a ser imposible ocultarse por mucho más tiempo, la policía comenzaría a buscar en la taberna y acabarían encontrándonos... ¡tú siempre pensando en negativo!, me recriminé.
-¿Por qué no hay una botella de vodka cuando la necesitas?.- murmuré entre dientes con una leve risa, mirando a sus ojos.
Me levanté para observar la entrada del callejón, cuando un guardia me empujó con fuerza hacia atrás.
-¡Eh!.- grité molesto, apretando los dientes.
El guardia agarró mis ropas con fuerza, pegándome a él para comenzar a interrogarme.
-¿Qué hace aquí?
-Soy ruso, no entiendo.- mentí con mi tosco acento ruso. -¿Qué querer?.- continué con aquel acento.
-Ha habido un robo, estamos comprobándolo todo....- continuó el policía, alzando la mirada por encima de mi hombro para observar a Chace. -¿Qué le ha pasado?
-Ladrón atacar mi amigo... yo necesitar curarle.- cada vez las mentiras eran más malas y mi forma de hablar me hacía gracia hasta a mí, parecía un completo idiota. -¿Poder irme?.- finalicé, pensando que asemejaba a un hombre de cromagnon.
El policía asintió y miré a Chace con la culpabilidad en la mirada. Debíamos irnos si no queríamos meternos en problemas... en más problemas. Agradecí que hubiera escondido la esmeralda al escuchar unos pasos, y esperaba que no nos registraran, o no se me ocurrirían más mentiras para cubrirle.
Ya escondidos en aquel callejón, con Chace sentado, se quitó la chaqueta y la camisa después, para mostrarme la herida en su brazo. Una fea herida en la zona cercana a su hombro que parecía un enorme mordisco de un perro. Sangraba, lo suficiente como para preguntarme si le dolía de verdad o no.
Porque aún con tal herida, lo primero que hizo fue buscar en su bolsillo la recompensa a su fechoría.
-Fíjate. La esmeralda traída de zonas Asiáticas.- musitó moviendo aquella enorme joya logrando que brillase creando hermosos resplandores.
-¡Jo-der!.- exclamé, para rápidamente taparme la boca. -Es... enorme... ¡y preciosa!.- volví a exclamar, maravillado por la belleza de aquella joya. -Nunca dejarás de sorprenderme...- reí sin malicia. -Pero ahora deja que te cure....- comencé, arrancando un trozo de mi maltrecha camisa para envolver su herida con él. Tal vez debería limpiar la herida con alcohol, ¿pero donde encontrarlo?
Oh Sasha, ¡estás enfrente una taberna!
-No sé si sea seguro dejarte aquí mientras voy a buscar algo para limpiarte la herida... dudo que sea seguro, la policía estará buscándote....- murmuré, oyendo pasos apresurados corriendo a lo largo de la calle. Iba a ser imposible ocultarse por mucho más tiempo, la policía comenzaría a buscar en la taberna y acabarían encontrándonos... ¡tú siempre pensando en negativo!, me recriminé.
-¿Por qué no hay una botella de vodka cuando la necesitas?.- murmuré entre dientes con una leve risa, mirando a sus ojos.
Me levanté para observar la entrada del callejón, cuando un guardia me empujó con fuerza hacia atrás.
-¡Eh!.- grité molesto, apretando los dientes.
El guardia agarró mis ropas con fuerza, pegándome a él para comenzar a interrogarme.
-¿Qué hace aquí?
-Soy ruso, no entiendo.- mentí con mi tosco acento ruso. -¿Qué querer?.- continué con aquel acento.
-Ha habido un robo, estamos comprobándolo todo....- continuó el policía, alzando la mirada por encima de mi hombro para observar a Chace. -¿Qué le ha pasado?
-Ladrón atacar mi amigo... yo necesitar curarle.- cada vez las mentiras eran más malas y mi forma de hablar me hacía gracia hasta a mí, parecía un completo idiota. -¿Poder irme?.- finalicé, pensando que asemejaba a un hombre de cromagnon.
El policía asintió y miré a Chace con la culpabilidad en la mirada. Debíamos irnos si no queríamos meternos en problemas... en más problemas. Agradecí que hubiera escondido la esmeralda al escuchar unos pasos, y esperaba que no nos registraran, o no se me ocurrirían más mentiras para cubrirle.
Invitado- Invitado
Re: Adrenalina | Chace S. Locke
-¡Jo-der!.-Grito el ruso. Le hice bajar la voz rápidamente, aun estaban al acecho. Al fin y al cabo, ese era su trabajo- Es... enorme... ¡y preciosa!.
Al parecer, a Alek parecía gustarle mi nueva adquisición, o al menos, estaba sorprendido de su tamaño. Aunque normalmente, no solía quedarme mis robos, eso era demasiado sospechoso, y si por alguna cosa, la policía me cogiera, estaría en problemas. Recordé pues que nunca le había contado a Alek que hacia con las cosas que robaba.
- Gracias Alek, pero no voy a quedármela. A “The Cat”, no le interesan los beneficios. -Empece a contar- A el solo le interesa hacer valer su arte como mejor ladrón de joyas. Así pues, cuando robo algo, puedo hacer varias cosas. Cambiarla por dinero, y dar este a algún organismo de caridad... personalmente, no me fio de las personas que dicen ser buenas. Aunque últimamente me ha dado por “darlas” a los peores mafiosos de este ciudad. Les encarcelan pensando que son “The Cat”, y aunque no lo son y ellos lo saben, les pueden culpar por compra de objetos robados, o algo así.
Una charla interesante, pero el viejo tubo en cuenta mis heridas, y creyó que ya era hora de curarlas. Es cierto, ya me estaba empezando a doler ligeramente... Justo cuando se giro, escondí la joya en mi chaqueta, por acto reflejo. Eran guardias. Inmediatamente, me puse tenso como la columna de un soldado de la reina. Los guardias no hicieron esperar sus interrogatorios, si en vez de hacer tantas preguntas hicieran un poco de ejercicio, me habrían cogido, y no tendrían que ir preguntando a gente inocente como Aleksandr.
-Ha habido un robo, estamos comprobándolo todo....-Musito el agente de la ley, mientras levantaba la vista hacia mi. Tape mi herida moviendo mi cuerpo ochenta grados, lo suficiente como para que no la vieran-¿Qué le ha pasado?
Aleksandr no se pensó demasiado la pregunto, eso era bueno, y ademas estaba haciendo muy bien el papel de Ruso idiota. ¿Se habría topado con muchos de ellos? Bendita ironía.
Ladrón atacar mi amigo... yo necesitar curarle.-Ha. Un ladrón no suele morder a la gente, y pese a ser una mentira bastante fuera de lugar, los policías, tontos como ellos solos, parecieron tragársela-¿Poder irme?.
Asintieron, y echándome una ultima mirada, salieron. Espere un poco para hablar, por si se habían quedado escondidos para escuchar nuestra conversación. Finalmente, Alek me dio el visto bueno, ya se habían ido.
- Sigues sin ir falto de suerte, querido amigo. ¿Como lo haces? Esas mentiras no se las cree nadie...
Al parecer, a Alek parecía gustarle mi nueva adquisición, o al menos, estaba sorprendido de su tamaño. Aunque normalmente, no solía quedarme mis robos, eso era demasiado sospechoso, y si por alguna cosa, la policía me cogiera, estaría en problemas. Recordé pues que nunca le había contado a Alek que hacia con las cosas que robaba.
- Gracias Alek, pero no voy a quedármela. A “The Cat”, no le interesan los beneficios. -Empece a contar- A el solo le interesa hacer valer su arte como mejor ladrón de joyas. Así pues, cuando robo algo, puedo hacer varias cosas. Cambiarla por dinero, y dar este a algún organismo de caridad... personalmente, no me fio de las personas que dicen ser buenas. Aunque últimamente me ha dado por “darlas” a los peores mafiosos de este ciudad. Les encarcelan pensando que son “The Cat”, y aunque no lo son y ellos lo saben, les pueden culpar por compra de objetos robados, o algo así.
Una charla interesante, pero el viejo tubo en cuenta mis heridas, y creyó que ya era hora de curarlas. Es cierto, ya me estaba empezando a doler ligeramente... Justo cuando se giro, escondí la joya en mi chaqueta, por acto reflejo. Eran guardias. Inmediatamente, me puse tenso como la columna de un soldado de la reina. Los guardias no hicieron esperar sus interrogatorios, si en vez de hacer tantas preguntas hicieran un poco de ejercicio, me habrían cogido, y no tendrían que ir preguntando a gente inocente como Aleksandr.
-Ha habido un robo, estamos comprobándolo todo....-Musito el agente de la ley, mientras levantaba la vista hacia mi. Tape mi herida moviendo mi cuerpo ochenta grados, lo suficiente como para que no la vieran-¿Qué le ha pasado?
Aleksandr no se pensó demasiado la pregunto, eso era bueno, y ademas estaba haciendo muy bien el papel de Ruso idiota. ¿Se habría topado con muchos de ellos? Bendita ironía.
Ladrón atacar mi amigo... yo necesitar curarle.-Ha. Un ladrón no suele morder a la gente, y pese a ser una mentira bastante fuera de lugar, los policías, tontos como ellos solos, parecieron tragársela-¿Poder irme?.
Asintieron, y echándome una ultima mirada, salieron. Espere un poco para hablar, por si se habían quedado escondidos para escuchar nuestra conversación. Finalmente, Alek me dio el visto bueno, ya se habían ido.
- Sigues sin ir falto de suerte, querido amigo. ¿Como lo haces? Esas mentiras no se las cree nadie...
Chace S. Locke- Mensajes : 162
Fecha de inscripción : 04/12/2010
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Localización : No se sabe~!
Re: Adrenalina | Chace S. Locke
Que mal se me daba mentir. Me mordí la lengua nervioso, caminando fuera del callejón al lado de Chace. Hubo un silencio entre nosotros, esperando a estar seguros para volver a hablar. Cuando pareció no haber nadie, con un gesto avisé a Chace de que ya estábamos seguros, y fue cuando se decidió a hablar.
-Sigues sin ir falto de suerte, querido amigo. ¿Como lo haces? Esas mentiras no se las cree nadie...
Me mordí aún más la lengua nervios y dejé escapar una leve risita. Ciertamente, mentir no era lo mío. Pero por la gente que quería, hacía lo que fuera, incluyendo mentiras y todo lo que fuera necesario.
-No se me da demasiado bien eso de mentir... ¡agradece a Nadezhda que siempre está metida en líos y me obliga a practicar!.- exclamé con una leve risa.
Continuamos caminando sin rumbo alguno, y preocupado, detuve mis pasos mirando hacia los lados para comprobar que nadie nos veía.
-Debería curarte eso... si no te avergüenzas de la carreta humilde de un ruso bobalicón, podemos ir hasta ésta. Estaremos seguros allí y podré curarte...
Le miré esperando una respuesta, llevando una mano a su herida para comprobar el estado de ésta. No tenía buena pinta, y le vendría más que bien ser curada por alguien. En medio de la calle era imposible encontrar nada que pudiera ayudarle, y no podíamos pedir ayuda a nadie. ¿Qué pensarían de dos hombres desconocidos, uno de ellos heridos? ¿Como explicaríamos lo de la herida?
-Por cierto... ¿cómo te has hecho esto? ¿Te ha atacado alguna clase de ser sobrenatural?.- bromeé en voz baja, pues ambos sabíamos la condición sobrenatural del otro. -La luna llena no ha estado presente esta noche, dudo haber sido yo....- continué bromenado para dejar escapar luego un fuerte suspiro. -Si quieres ir a la carreta donde vivo... debo pedirte algo.- susurró con pesadumbre.
[Te envio un MP con una sugerencia ^^]
-Sigues sin ir falto de suerte, querido amigo. ¿Como lo haces? Esas mentiras no se las cree nadie...
Me mordí aún más la lengua nervios y dejé escapar una leve risita. Ciertamente, mentir no era lo mío. Pero por la gente que quería, hacía lo que fuera, incluyendo mentiras y todo lo que fuera necesario.
-No se me da demasiado bien eso de mentir... ¡agradece a Nadezhda que siempre está metida en líos y me obliga a practicar!.- exclamé con una leve risa.
Continuamos caminando sin rumbo alguno, y preocupado, detuve mis pasos mirando hacia los lados para comprobar que nadie nos veía.
-Debería curarte eso... si no te avergüenzas de la carreta humilde de un ruso bobalicón, podemos ir hasta ésta. Estaremos seguros allí y podré curarte...
Le miré esperando una respuesta, llevando una mano a su herida para comprobar el estado de ésta. No tenía buena pinta, y le vendría más que bien ser curada por alguien. En medio de la calle era imposible encontrar nada que pudiera ayudarle, y no podíamos pedir ayuda a nadie. ¿Qué pensarían de dos hombres desconocidos, uno de ellos heridos? ¿Como explicaríamos lo de la herida?
-Por cierto... ¿cómo te has hecho esto? ¿Te ha atacado alguna clase de ser sobrenatural?.- bromeé en voz baja, pues ambos sabíamos la condición sobrenatural del otro. -La luna llena no ha estado presente esta noche, dudo haber sido yo....- continué bromenado para dejar escapar luego un fuerte suspiro. -Si quieres ir a la carreta donde vivo... debo pedirte algo.- susurró con pesadumbre.
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