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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Danielle Morgan Lun Mar 12, 2018 4:18 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Por enésima vez se le vertió una gota de tinta sobre la página del libro de cuentas y resopló soltando un bufido y una maldición que se escuchó hasta en las cocinas.

No podía ser, ese balance de cuentas le estaba dando un quebradero de cabeza terrible, según sus operaciones, tenía una de las cuentas en números rojos, Akershus movía una cantidad de dinero exagerada, consumía sus arcas al galope y por mucho que los negocios de Höor fueran más o menos bien, los inversores no querían hacer cuentas con los rebeldes si podían sacar más tajada de hacerla con otros condados menos inestables y más ricos. La gente podia cazar y pescar, pero con eso no se compraba acero, pólvora o medicamentos. Con buena voluntad no se alimentaban las bocas de enfermos, huérfanos e inválidos. Con coraje no se financiaba el espionaje y los servicios y ella más que nadie lo sabía. Todos ponían de su parte; Giuliana costeaba el hospital casi con entero con su fortuna personal y la ayuda de su padre; Danielle se ocupaba de inversiones y negocios de ultramar donde las cosas no estaban tan feas, avalándolos con sus propios bienes; por supuesto Höor tenía toda su fortuna invertida en Akershus sin malgastar un céntimo en chorradas innecesarias.

Por eso se tomó tan mal que la extranjera venida por capricho de la reina fuera agasajada con atenciones especiales. Se hablaba entre el servicio de una fiesta. ¿Una fiesta? estaban locos? ese libro de cuentas tenía el saldo en negativo y le iba a tocar hacer malabarismos para reflotarla. Luego decían que Giuliana hacía magia…no, hacer magia era multiplicar la plata como los panes y los peces.

¿Por qué estaba tan picajosa? igual que habían celebrado la Navidad podían montar una pequeña recepción, no iban a importar el mejor champán francés, en Akershus se podían hacer fiestas con bajo presupuesto…pero le jodía que fuera para…”esa”.

Estaba gruñona, le dolía la cabeza de tanto rebanarse los sesos pensando cómo podrían revertir la situación y cuando miró por la ventana sintió que se la llevaban los demonios. Ulf y Höor reían y la extranjera se paseaba por allí como Pedro por su casa. Y ella encerrada haciendo cuentas mientras los muy inconscientes se lo pasaban en grande. Dio una voz y ordenó a un criado que le dijera a Höor que acudiese a su oficina. Esperó que el conde ocupara su lugar de trabajo, recogió el libro de cuentas y salió del despacho contiguo en tromba, cerrando las puertas tras de si con una patada. Dejó caer el libro frente a él con los labios fruncidos.

— Números rojos. Y tú andas planificando una estúpida fiesta.

Ulf y yo entrenábamos con los mas jóvenes en el patio de armas, aquel día estábamos de risas porque tras el viaje a Londres para que Dani diera su ultimo adiós a su padre las cosas habían estado tranquilas, la única novedad había sido la llegada de mi amiga enviada pro la reina de Inglaterra para que fuera escondida y de paso protegida.
Le debía un favor a Lena e hizo uso de el, creo no abusó pues sus barcos nos estaban ayudando a mantener a salvo Akershus.
Maisie se reía de las bromas que Ulf y yo nos gastábamos mientras el acero bailaba entre nuestras manos. Ulf saltaba la espada con las piernas abiertas como una rana, alegando que era un pirata imitando a Dani cuando manejaba su sable y daba saltitos esquivando el del enemigo.
Yo no podía evitar reirme porque de vez en cuando ponía morritos y me lanzaba besos y guiños de ojo.
La extranjera había congeniado con Ulf tras el primer encontronazo, así que pasábamos tiempo los tres juntos y habíamos hablado de hacerle una pequeña fiesta como bienvenida.

Fue entonces cuando una de las doncellas bajó a buscarme, su gesto lo decía todo , Dani quería que subiera de inmediato y mi mirada se cruzo como la de un niño que ha cometido la mayor de las trastadas con la de Ulf que ahora imitaba colgar de una soga sacando la lengua y balanceando su cuerpo con los ojos en blanco.
-Voy cortándole el mástil del palo mayor Höor o crees que en ese caso aprovechará el primer árbol que le pille de camino a Puerto.
Le lancé un golpe de espada que esquivó y secándome el sudor de la frente con el antebrazo subí escaleras arriba para ver que era eso que la había llevado a llamarme tan de inmediato.

Me dejó entrar, tragué saliva cuando la puerta se cerró a sus espaldas de un portazo, acababa de aposentar mi culo en el trono del trabajo cuando dejó caer el libro de cuentas ante mis ojos abierto por los claros humeros rojos que Akershus ostentaba.
-¿Te molesta la fiesta o los números rojos? -pregunté enarcando una ceja mientras una picara sonrisa asomaba de mis labios -no es la primera vez que estamos en números rojos Dani, se que haces un esfuerzo por que las cuentas salgan, pero...eso no es razón para no poder hacer una pequeña fiesta para la chica, algo que apenas lleve costes.

Tiré mi mano para atrapar la de Dani pero esta la apartó como si yo fuera fuego y quemara.
-No he gastado un céntimo en mi, todo lo aporto a estas cuentas Dani, llamaré al gestor si es necesario, tengo un par de palacetes heredados, uno está Flandes y el otro en Escocia. Ademas de algunas casonas repartidas por Europa. El patrimonio de mis negocios está todo invertido en esas cuentas, pero de ser necesario venderemos algo de esto, deja de preocuparte y de fruncir el ceño -susurré finalmente atrapando su cintura antes de que me quebrara y lanzándola sobre mi mientras esta exigía enfadada que la soltara. Deslicé mi nariz por su cuello cerrando los ojos.
-Ummm, hueles tan bien -desvié el tema dejando un reguero de besos por su piel sintiendo las cosquillas de su pelo corto en mi cara y ella las de mi barba de unos días. Me gustaba mucho estar con ella, nuestra relación se estaba afianzando, llevábamos poco tiempo y discutíamos, nos enfadábamos pero al final de la noche acaba entre sus brazos y muchas eran las noches que con suerte entre sus piernas, la necesitaba aunque no siempre se lo decía.
-Saldremos de esta -susurré mordiendo su mentón antes de llevar mis labios a su boca.-ademas…quiero estar contigo de fiesta, siempre estamos trabajando, una noche..tu, yo, unas botellas y los amigos ¿te parece?

—¿Tus casas y tu patrimonio? Estás chalado? Eso es lo único que les garantiza a tus hijos un vida digna si las cosas se tuercen. Me molesta que estéis ahí tú y Ulf jugando con las espadas, como si la guerra sólo fuera choque de aceros, como si fuerais quinceañeros tratando de divertir a la dama…pensando en una fiesta, Dios santo!! Estamos en números rojos y yo me devano los sesos por sacar adelante las cuentas para que toda esta gente, incluidos tus hijos y yo, no tengamos que comer piedras.— se levantó y caminó por la estancia gesticulando.— sé que saldremos de esta porque no dejaré que esto vuelva a suceder, he descuidado las cuentas porque siempre andamos ocupados. Pero no me digas que me ponga a tirar cohetes para agasajar a…esa. ¿Inglaterra no es lo suficientemente grande para que la prima de la reina vaya de fiesta en fiesta?.— ahora no estaba hablando de cuentas ni de descubiertos, le molestaba que le prestasen atención a ese florero refinado mientras ella se quedaba ciega frente a los libros de contabilidad. Gruñó el comentario cuando Höor la agarró y la olió. Por un instante casi la convenció de la conveniencia de esa pequeña fiesta porque era muy cierto que no tenían apenas momentos de relax o diversión, pero recordó que era en honor de la pija inglesa que venía a meterse en su terreno y agarró el libro de cuentas cerrándolo.— Números rojos. No tengo tiempo para ir a lamerle el culo a la prima de nadie.*

No pude evitar reír aunque intenté aguantar la risa porque sabía estaba celosa y admito una parte de mi disfrutaba viendo por primera vez en toda nuestra "relación" de esa guisa a la pirata a la que todo le resbalaba. Cerró el libro de cuentas con cara de pocos amigos dejándome claro que no habría fiesta de ningún tipo, que ya era suficiente si conseguía comprar grano para en el próximo invierno dar de comer a todos nuestros hijos.

Me puse en pie atajando la distancia que nos separaba, mi pecho se pegó a su espalda y mis brazos rodearon su cintura quedado asi abrazada por mi cuerpo.Dejé un reguero de besos por su cuello mordiendo el hueco que quedaba entre este y su medio hombro descubierto.
-Tenia ganas de celebrar contigo una fiesta, siempre estamos de gesta en gesta y por una noche diferente..no creo pase nada. A los hombres también les viene bien de vez en cuando darse una alegría, enfrentan con valor a Randulf cada día, alzan el acero por nosotros, por estas tierras, por sus familias y por el honor que tenemos los norteños peor a veces necesitamos...desfogarnos y una fiesta en la que acabar borrachos y perdidos entre las piernas de nuestras mujeres de vez en cuando es necesario. No lo veas como para agasajar a mi amiga Inglesa, si no para que el animo de las tropas crezca.

La giré enfrentando sus azules, mi nariz acarició la suya dejando que nuestros alientos se fundieran despacio.
-Siempre hago el tonto con Ulf en el patio de armas, pero ha tenido que venir una mujer de fuera para que te fijes en mi, tendré que traer a mas si con eso acaparo tu atención pirata.- Mordí su labio inferior con picardía, relamiéndome después incapaz de levantar mis pardos ahora dilatados de deseo de sus belfos entreabiertos -Me gusta verte celosa, te pones muy sexy cuando te enfadas por estas cosas, pero para tu información, no me gusta la extranjera, solo te quiero a ti -dije sin poder borrar la ladeada sonrisa que me gastaba en ese momento.

—¡No estoy celosa! ¿celosa yo? Pffff…ésa no me dura ni dos asaltos. Seguro que se las da de gran dama…meh, todas son como floreros engalanados. No entiendo qué os divierte tanto, si siempre dices que odias el té y las costumbres inglesas que sólo los británicos apreciamos.— Estaba realmente cabreada con el mundo, sobre todo por poner a Lady Pija en su camino.— desde luego Dios es un cachondo…estaba de juerga con Odín y le dijo “me sobra una pija inglesa” y el tuerto le dijo “pues mándala a Akershus, y verás lo que nos reimos”. Pfffff…— resopló ahuyentando su flequillo de los ojos y gruñendo cuando vio a Höor reirse.*
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Mensaje por Viggo Ludvig Jue Abr 26, 2018 12:36 pm

La joven dama estaba mareada por el alcohol, demasiado fuerte en el norte para una jovencita acostumbrada a las mariconadas inglesas, no pude evitar reirme pues me pidió silencio tras su retahíla de largas preguntas.
-No temo que te pierdas -aseguré ensanchando la sonrisa mientras esta daba un paso para subí las escaleras cayendo de bruces contra mi pecho, mis manos afianzaron su cintura y con suma facilidad alcé su cuerpo como si no pesara entre mis brazos.
-Shhhh -le dije antes que replicara -o en vez de como una princesa te llevare como un saco de patatas.

La joven frunció el ceño recogiendo el honor del suelo que había perdido con la borrachera y sin mas pasó sus brazos rodeando mi cuello mientras me miraba ahora mas de cerca.
-¿que? -pregunté relamiendome los labios al sentir su aliento pesado golpearlos -¿aun crees que no eras capaz de perderte?

Caminé hacia el castillo sin poder borrar esa sonrisa engreída.
-Si fueras una norteña arrugarías mis pieles de otra forma -aseguré guiñándole un ojo.
No mentía, de ser una de las nuestras estaríamos enrollandonos, sus manso buscarían quitarme la ropa incluso antes de llegar a la cámara, nuestras mujeres eran fuego, quizás por eso no entendía porque se comportaba como si las relaciones fueran un deshonor.
-¿es por tu religión? Se que las inglesas sois fieles a ese crucificado dios ¿acaso no tiene bastante con dar esa patética imagen a sus fieles que ni folla ni deja follar a sus mujeres?

La risa de Massie acarició mis labios antes de hundir su cabeza en mi cuello alegando que todo se movía sin ser cierto.
-Ya llegamos preciosa.
Subí las escaleras de palacio hasta el piso superior y le pregunté cual era la habitación donde estaba hospedada, con el dedo la señalo, eso si, incapaz de dejar atrás esa risa ebria ahora repasando con su dedo mi mandíbula asegurando que no parecía un león.
-Si te portas bien te dejaré verlo alguna vez.

De una patada abrí la puerta, ella chillo sobresaltada antes de volver a ponerse a reír enterrando la cabeza nuevamente en mi cuello.
-Puedes desnudarte o te echo las dos manos -pregunté bajándola al suelo de espaldas al lecho con esa picara sonrisa que delataba mis ganas de no irme a casa.
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Mensaje por Maisie Mountbatten Jue Abr 26, 2018 3:04 pm

Hay dos cosas que el hombre no puede ocultar: su embriaguez y su enamoramiento.
–Antífanes


Cuando caí contra el cuerpo de Viggo, éste me sujetó y alzó en vilo. Fui a pedirle que me bajara, pero él ya me estaba acomodando en sus brazos y me chistaba para que guardara silencio. Me dejó claras las dos únicas opciones que me daba y como ir boca abajo tenía claro que me marearía por completo, con el ceño fruncido le dejé que me llevara como a una princesa, o al menos eso es lo que él había dicho. Jamás vi a Lena viajar de ese modo antes de ser coronada, así que me parecía una comparación poco acertada o, más bien, poco cierta.

El alcohol estaba haciendo de las suyas, así que además de darme vueltas la cabeza, comenzó a soltarme la lengua y una risa tonta y sinsentido escapó de mis labios mientras en un vano intento me aferraba al cuello del león con los brazos y apoyaba en su hombro mi cabeza. –Nada tiene que ver la religión. Escapé de Inglaterra, mi hogar, porque no me quería desposar con el hombre que había elegido para mí el consejo. No estaba dispuesta a dejar que esos viejos decidieran con quién pasaría el resto de mi vida.– Arrastraba un poco algunas letras, pero aún se me entendía. Estaba enojada ahora que recordaba el tema y el gesto de mi rostro se arrugó, dejando clara cuál era mi postura. –Aquí en el norte sois distintos y aunque sois demasiado libres en eso del sexo para mi gusto, no vais imponiendo cómo deben vivir los demás sus vidas y eso es algo que respeto y me gusta...– Suspiré, apoyándome mejor en el lugar que había tomado como almohada, aunque estaba demasiado duro para mi gusto, pero era lo que había. –Algún día yo me entregaré a alguien, pero no será a cualquiera ni tampoco como insinúas que hacen las norteñas, con todos... He esperado toda la vida por alguien que le dé la vuelta a mi mundo y aunque me creas una necia, soñar es bonito.–

Me quedé observando el perfil de aquel hombre y le delineé la cuadrada mandíbula con la yema del dedo índice. –No pareces un león, ¿sabes?– Las palabras salieron de mi boca sin previo aviso, y es que el brandy me animaba mucho.

Me sobresalté cuando la puerta se abrió de un golpetazo, llevándome la diestra al pecho mientras con la zurda aún me sujetaba al contrario. –Qué susto, ¿quieres matarme?– Le malmiré mientras me dejaba en el suelo y ante su pregunta volví a soltar una risotada. –Claro que me puedo desnudar yo sola, que he bebido, no me he quedado manca...– Arrugué la nariz al negar y le empujé suavemente con una mano al posarla en su pecho. –Cuando te conviertes en león, ¿hablas?– La curiosidad me invadía y las preguntas nacían en mi garganta, aflorando sin vergüenza alguna. –¿Sigues siendo como ahora o dejas de razonar como un humano? ¿Me morderías si te transformaras ahora?– Mi cabeza se fue ladeando poco a poco y, sin darme cuenta, también lo fue haciendo mi cuerpo hasta casi caerme de costado. –Ups.– Me eché a reír, cubriéndome la boca con una mano y chisté, como si fuera Viggo el del escándalo. –Que puede que haya gente durmiendo...– Susurré contra el dedo que cruzaba ahora mis labios, mientras mis turquesas intentaban mantenerse fijos en los azules del cambiante.
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Mensaje por Viggo Ludvig Mar Mayo 08, 2018 7:09 am

Massie con las mejillas sonrosadas y la mirada turbia aseguraba ser muy capaz de ocuparse de si misma, incapaz de borrar mi sonrisa ladeada me moví frente a ella como el depredador que era, deliciosa mi presa hablaba de porque salió huyendo de sus tierras, al parecer todo se debía a un matrimonio concertado que ni de lejos entendía.
-Aquí las mujeres eligen marido, pocas veces hay enlaces obligados y cuando se dan es entre hijos de grandes guerreros para asegurar un linaje adecuado. Nuestras mujeres son libres y de un golpe nos dejan claro lo que quieren, así que bueno, digamos que el sexo es algo natural ¿como si no se debería ver?
Me intrigaba el porque los cristianos lo veían pecaminoso cuando nuestros dioses por contra nos incitaban en los rituales a follar sin parar.
-el sexo es algo placentero, a las mujeres les gusta tanto como a nosotros, no entiendo porque una mujer debería simplemente aguantarse las ganas para estar mejor considerada o ser mas respetada.
Aquí el respeto se gana a base de acero, o de duro trabajo..nada tiene que ver con las veces que una mujer abra sus piernas.

No pude evitar echarme a reír volviendo a acercarme a ella la ver como se peleaba con las lazadas que anudaban el corseé a sus espaldas.
Mi aliento golpeó sus bañados labios mientras mi diestra jugaba con las cuerdas tan cerca de ella que el calor de mi cuerpo la invitaba a orillarse contra mi cuerpo.
-Mi temperatura corporal es mas alta, soy un cambiante, pasa igual con los licanos -aseguré a modo de información mientras esta curiosa posaba sus manso en mi pecho dibujado con sus dedos la musculatura de mi torso.
-Sueña con lo que quieras, yo prefiero vivir, es fácil morir en estas tierras y no quiero pasarme la vida que tenga esperando que algo llegue cuando puedo tomarlo.

De un tirón solté su corseé liberando su cuerpo de la presión, un jadeó escapó de sus labios muriendo en mi boca entreabierta.
-Mucho mejor ¿verdad? -pregunté con una picara sonrisa.
Y ahí llegaron sus siguientes ebrias preguntas, todas ellas sobre mi condición de León.
-No, no puedo hablar, puedo rugir -apunté lanzandole un mordisco al cuello que la hizo estremecerse entre mis brazos erizandole la piel.

Le di un poco de espacio para que acabara de quitarse las prendas de ropa quedándose  frente a mi con la interior y las pieles que con rapidez acomodó sobre sus hombros, eso si, sin dejar ni por un momento de reírse.
-No, no pierdo la razón, soy lo que soy, a diferencia de los licanos mantengo el juicio todo el tiempo, mi parte humana convive sin problemas con la animal, digamos que esto no es una maldición, es como una nueva especie, soy tan humano como León.
Me eché a reír divertido cuando vi que su cuerpo se iba ladeando y rápidamente atajé de nuevo la distancia poniendo mi brazo alrededor de su cintura mientras esta muerta de la risa se afianzaba a mi cuello y llevaba su dedo a  los labios para pedirme silencio.
-Si, durmiendo, seguro -apunté con una divertida sonrisa -creo somos los únicos que nos hemos ido de la fiesta tan pronto, ni los niños del conde andan a estas horas durmiendo -bromeé guiñándole un ojo.
-Voy a meterte en la cama -aseguré deslizando mis manso por su cintura, dibujando sus formas.
-¿estas segura de que quieres hacerlo sola?
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Mensaje por Maisie Mountbatten Mar Mayo 08, 2018 3:51 pm

Es amigo mío aquel que me socorre, no el que me compadece.
–Thomas Fuller


El alcohol corriendo por mis venas empezaba a provocarme sofocos y con ello un extraño agobio que me hacía sentir que el corsé me impedía hasta respirar. Me llevé una mano hacia la espalda mientras con la otra me apoyaba en la pared e intenté desatar los lazos que me constreñían las costillas hasta casi ahogar mis pulmones. Jadeé, entre hastiada por no poder liberarme del aprisionamiento y porque el brazo parecía no querer hacerme caso o, tal vez, fueran mis dedos los que iban a la suya y no atinaban a tirar de los cordeles para desanudarme el cruzado. Fue entonces cuando el león me atrajo de la cintura y con una habilidad que se me antojó pasmosa, liberó mi cuerpo de la prisión y de inmediato tomé aire en profundidad, hinchando mi pecho. Mis senos se apretaron contra el torso ajeno y pude sentir el calor de su piel traspasar mi ropa. –Confirmo lo de la temperatura, sí...– Susurré contra sus labios, ya que, de repente, estábamos sumamente cerca el uno del otro de nuevo, no sólo el cuerpo, sino incluso los rostros.

Mis ojos se fijaron en los ajenos, o al menos lo intentaron, mientras mi cuerpo se tambaleaba y él me sujetaba para que no me cayera de nuevo. Cada palabra que Viggo pronunciaba, acariciaba mis cerezos y éstos se entreabrían, respirando por la boca muy despacio, aunque no en silencio. –Yo sé que el sueño de muchas chicas es ser princesa... Pero yo he experimentado de cerca lo que eso significa con mi prima y te aseguro que no es ninguna fantasía.– Mis palabras se enredaban a veces y no tuve muy claro si el león me entendía o si me escuchaba siquiera. Parecía más centrado en mirarme que en atenderme o esa era la impresión que yo tenía. –Puede que vosotros seáis unos bárbaros, pero prefiero esto a... a casarme con ese viejo verde que me impuso el consejo.–

De repente el mundo desapareció de mi vista y de no ser porque el cambiante me sujetó con firmeza, me hubiese caído de bruces contra el suelo. No sé si fue un mareo o que el sueño me sobrevino de inmediato y sin previo aviso, pero tal como vino, se fue y me erguí de nuevo, pegando mi frente al mentón foráneo. Mis pupilas sumamente dilatadas se clavaron en la nuez marcada que tenía justo delante y que se movía cada vez que el león tragaba saliva o hablaba. Mis manos se posaron en sus antebrazos y las deslicé despacio hacia sus codos. Las pieles me calentaban la espalda, pero era su presencia la que me hacía sentir cómoda. Me separé lo justo para intentar buscar de nuevo su mirada, aunque mis ojos se iban de un lado a otro, aún algo ida mi cabeza y medio adormilada por el brandy que me había metido entre pacho y espalda como si fuera agua. –Méteme en la cama... y quédate conmigo hasta que me duerma, por favor…– Mi voz sonó débil y mis dedos se aferraron a los brazos ajenos al apretar un poco allí donde reposaban. Me sentía muy sola en Akershus, no podía evitarlo. Las mujeres me odiaban y los hombres no hacían más que reírse de mí, de lo torpe que era con las armas y de lo remilgada que me veía. Nunca me había avergonzado de mí misma, hasta ahora. Dejé caer la cabeza hacia delante y mi frente chochó con el pecho de Viggo. Suspiré despacio y profundamente.
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Mensaje por Viggo Ludvig Mar Mayo 29, 2018 12:43 pm

Massie apenas era capaz de tenerse en pie, enredaba las palabras por la borrachera que llevaba lo que me causo mucha gracia y mas cuando habló de los bárbaros y nuestras rudas formas. Iba a replicar, explicarle que para mi bárbaro era obligar a una mujer por serlo a desposarse con un viejo pero ella misma aseguró que le gustábamos los bárbaros.
-No tengo comparación con un ingles -aseguré enardecido y envalentonado -esos repeinados son incapaces de aguantarme ni un asalto.

Massie aun aferrada a mi cuerpo me pidió que me quedara con ella hasta que se durmiera, mis ojos se abrieron como platos..¿quedarme? Yo no hacia eso, yo follaba y me largaba.
-No creo sea una buena idea -aseguré empujando mi aliento contra su boca -yo solo tengo ganas de acostarme contigo porque te deseo -dije con esa sinceridad que nos caracterizaba a los norteños.

La inglesa se aferró a mi como si temiera que me fuera, mi cuerpo se tensó y por un momento no sabía que hacer, desarmado por las palabras de una mujer.
-Puedo llamar a Höor -dije tratando de escapar de esa habitación.
Su nariz se paseó por mi cuello, deje escapar el aire de forma pesada mientras mi piel se erizaba.
-Solo hasta que te duermas -sentencié finalmente.

Si los miso supieran que me acostaba con una mujer para dormir como hermanos sería el hazmerreír de mi clan, los vikingos no funcionábamos así.
En principio la acosté y tras cubrirla con las pieles me quedé sentado a su lado en la cama mirando por el ventanal, ella sujetaba con sus dos manso mi diestra como si temiera escapara antes de tiempo y de nuevo se quedara sola.

Poco a poco mi cuerpo con el silencio y el cansancio del viaje fue cediendo, me dejé car sobre las sabanas con los labios entreabiertos y los ojo cerrándose en un esfuerzo colosal por no terminar de dormirse.
-Ummm -susurré girándome hacia ella al escucharla decir algo ya mas en el limbo que consciente de todo lo que a mi alrededor pasaba.
Pasé mi brazo por encima de su cintura, hundí mi cabeza en su pelo y sucumbí a los brazos de Morfeo.

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Mensaje por Maisie Mountbatten Miér Mayo 30, 2018 11:31 am

El mejor borrador del mundo es dormir bien toda la noche.
–Orlando Aloysius Battista



El león intentó escapar diciendo que avisaría a Höor, mas yo sabía que si se iba me quedaría sola toda la noche, porque mi viejo amigo tenía una pareja a la que atender y no se separaría de ella por hacerme compañía hasta que me durmiera. Haberle pedido al cambiante que se quedara había sido toda una osadía, aunque yo no esperaba que me dijera que me deseaba, pues aunque había dado indicios claros de querer acostarse conmigo, pensaba que habían sido todo palabras y que, de ser ciertas, le daría igual una mujer que otra, porque con las velas apagadas no había diferencias. Para mí era la primera vez que compartía lecho, obviamente sólo como modo de descanso, con un hombre que no fuera mi padre y de eso hacía ya más de veinte años. Yo me quedé dormida enseguida, aferrándome a la mano ajena con ambas mías, pegando la frente al dorso de la mano que sostenía.

Cuando desperté, Viggo estaba tendido a mi lado, apegándome a su cuerpo con su brazo rodeando mi cintura, con una firmeza que me desconcertaba. Recordé entonces su comentario sobre la temperatura, igual que algunos otros flashes de la conversación que mantuvimos la noche anterior, pero un dolor acuciante acudió a mi cabeza haciendo que me llevara dos dedos a la sien derecha. –Odio el brandy...– Murmuré, deslizando las yemas hasta apretarme los lagrimales cerca de la nariz. Aquello pareció calmar un poco la sensación agobiante y tras cerrar unos instantes los ojos y abrirlos de nuevo, me fijé en el apacible rostro que tenía delante. Así con la boca cerrada se le veía más atractivo que cuando no dejaba de soltar barbaridades.

Sin darme cuenta cambio mi mano de lugar y para cuando me percaté, mis dedos contorneaban su mandíbula con una ligera sombra de barba. Él se movió entonces, despertándose y yo me puse roja como un tomate. –Esto, bue-buenos días...– Carraspeé un poco, porque mi voz sonó áspera, obvio dado el ligero picor de garganta que tenía. –¿Has dormido bien?– Parpadeé un par de veces mientras él bostezaba con total descaro, abriendo la boca como un león rugiendo. –Quiero decir... Gracias por quedarte conmigo.– Me vino otra punzada y en cuanto moví mano y cabeza para tocarme la sien, chocaron las frentes de ambos de manera sonora y dolorosa. –Auh...–
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Mensaje por Viggo Ludvig Dom Jun 17, 2018 3:16 pm

Entreabrí los ojos al sentir un ligero cosquilleo en la barba, no pude evitar ladear la sonrisa lago que llevó a la mujer a apartar su dedo de golpe sintiéndose descubierta en primera instancia.
-puedes seguir, no me molesta -bromeé divertido poniendo cara de pillo mientras esta iba pasando por todos los colores hasta que sus mejillas se pusieron mas rojas que las mismas brasas que en la chimenea reposaban.

Su resaca era mas que evidente, pero atarantada como estaba por la cercanía de mi cuerpo, el calor intenso que desprendía en todo momento, acabó pegándose un golpe con mi frente en la cabeza que la llevó a quejarse mientras yo enarcaba una ceja.
-Puedes estarte quieta de una vez mujer -rugí sujetando su mentón para que me mirara -he dormido bien ¿y tu? -pregunté a sabiendas que conmigo era imposible no hacerlo.

Tímida como era mantuvo unos instantes el silencio, esos que usé para deslizar mis ojos hasta sus labios gruesos.
-De nada -susurré golpeándolos con mi aliento para acto seguido soltar su mentón -pero ahora he de irme, la manada me espera, tengo obligaciones que atender en las fronteras.
Ella me miró fijamente mientras me incorporaba de la cama para buscar la camisola por el suelo.
-El estreñido de Randul no hace mas que enviar a sus putos lacayos a atacarnos, es tan marica que en vez de librar sus guerras crea bestias para que nos den muerte y caza.
Me encogí de hombros al localizar mi camisa tirada en un sillón frente a la lumbre.

Me calcé las botas y antes de salir de la habitación rehíce mis pasos para dejar un beso casto en su frente.
-No ha sido la noche que esperaba pero bueno, agradecería no le contaras a nadie esto, ya sabes, tengo una fama que mantener -dije guiñándole un ojo.
Si contaba que solo habíamos dormido sería el hazmereir de los míos, así que mucho mejor si no decía que había estado en esa habitación mas que para custodiar que llegara de una pieza, así ninguno de los dos perdería su “honor”
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Mensaje por Maisie Mountbatten Lun Jun 18, 2018 12:07 pm

No olvides nunca que el primer beso no se da con la boca, sino con los ojos.
–O.K. Bernhardt


Mis ojos se encontraron con los del león que ya de buena mañana andaba rugiendo, mientras en mi cabeza parecía que tocaban tambores africanos o incluso trompetas. Notaba la sangre concentrada en la zona y el dolor pulsante en las sienes. Aún estaba ruborizada por su comentario y el calor no ayudaba demasiado en mi estado. Quise hablar, contestar a su pregunta que, claramente, formulaba porque deseaba corresponder a mi cortesía, pero su intensa mirada, su cercanía y ese calor que emanaba todo el tiempo, me desconcentraban y sentí que, si abría la boca, tartamudearía. Me mordí el labio inferior al escuchar que debía marcharse, tenía razón, era un hombre con obligaciones y yo, en teoría, debería tener también las mías.

Me incorporé, cubriéndome con una sábana por encima del pecho, aunque no estaba desnuda, llevaba aún ropa de la noche anterior, la camisa blanca y las prendas interiores, pero por algún motivo sentía vergüenza a pesar de no haber hecho nada impuro. Le seguí con la mirada mientras él se vestía, incapaz de despegar mis dos mares de su silueta, sus gestos, de aquella sonrisa que no parecía querer borrarse de sus labios.

Le vi darse la vuelta para regresar, no sé qué es lo que pasó por mi cabeza que cerré los ojos, sólo para sentir el roce de un beso en la frente. Mi corazón había estado a punto de dar un vuelco y, como si me sintiera decepcionada, los latidos continuaron, pero más lentos. –¿Eh? Oh... claro, una reputación, sí…– Reí como una estúpida, porque no hay otra palabra que sirva para describir como me sentí en aquel instante y cómo fue la reacción que tuve. Carraspeé un poco, intentando omitir la cara de tonta que debía mostrar y verme más calmada, como una norteña, como una mujer más fuerte y acostumbrada a esas cosas a las que yo, ni por asomo, lo estaba. –Tranquilo, no se lo contaré a nadie.– Aseguré, y aunque mi voz tembló un poco, no mentí. No le iba a decir a nadie lo ocurrido, no porque tuviera un honor que proteger, porque eso allí a nadie le importaba, sino porque consideraba que él, al quedarse a mi lado, me había hecho un favor y no iba a pagárselo con ingratitud, dejándolo mal frente a sus amigos. Comprendía, a mi manera, que él no se había quedado velando mi sueño por placer, sino porque era amigo de Höor y no quería hacerle un feo a su compañero. –Ve con cuidado...– Alcancé a decir en un susurro con mis azules fijos en la silueta que se dibujaba frente a la puerta. –Suena absurdo, ¿verdad?– Comenté al darme cuenta de que me miraba como si acabara de pedirle que hiciera el pino sosteniéndose únicamente con la nariz. Ellos vivían en guerra, la batalla era el pan de cada día y yo era la princesita inútil que había venido a comerse sus reservas sin aportar nada. Fue entonces cuando me percaté de que no podía dejarme vencer por el miedo, que aunque yo no hubiera nacido para aquello, como siempre me había enseñado mi padre, correspondería a la ayuda que me habían brindado. Si no podía pelear, cosería, cocinaría, limpiaría las hojas de las espadas… Algo tenía que poder hacer. Yo no era una inútil o, al menos, no lo quería ser.
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Mensaje por Viggo Ludvig Mar Jul 10, 2018 9:52 am

Había bajado la manivela de la puerta cuando escuché a mis espaldas a una desencajada Massie, seguramente por los efectos de una buen resaca.
Dejé volver el hierro a su sitio para girarme y enfrentar su dos mares inciertos y aun algo turbios.
-El norte no es Inglaterra -aseguré dando un par de pasos hacía ella -estamos en tiempo de guerras, de hombres valientes, de morir en pie para no vivir arrodillados, estamos en tiempo de luchar por la tierra que nos vio nacer, crecer y que nos acogerá al morir.
Estamos en tiempo de hombres que aprietan los dientes y mujeres fuertes que entienden que para que sus hijos sean libres quizás tengan que perderlo todo. Estamos en tiempos en los que ir con cuidado solo es una utopía que les dices a tus hijos porque no puedes decírselo al hombre que amas y que puede no vuelvas a ver ¿lo entiendes?
El norte es incierto, cada instante puede ser el ultimo, es posible que nunca volvamos a estar aquí, juntos.

Ladeé la sonrisa al ver sus ojos fijos en los míos.
-Por eso nos bebemos la vida, los escudos que alzamos cada día son necesarios para vivir en paz mientras nos envuelve la guerra.
Höor, Ulf, Sahale, Atharal, Lund, Khayla..somos bárbaros, puede que creas que no te llegamos ni a la suela del zapato, que no comprendas como podemos ser tan salvajes e inhumanos, pero el norte te endurece la piel, te devora las entrañas y te hace entender que algún día seremos leyenda.

Me di la vuelta para volver hacía la puerta, esta no era su vida, había huido de un hombre, pero a cambio había entrado en la misma boca del lobo.
-Descansa Massie -dije mirándola por encima del hombro antes de abrir la puerta para atravesar el umbral, en el patio de armas los aceros me llamaban, era hora de entrenar.
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Mensaje por Maisie Mountbatten Mar Jul 10, 2018 1:42 pm

A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.
–Oscar Wilde


Como si me hubiese leído la mente, el león se dio la vuelta, acercándose a mi posición y repitió en voz alta las palabras que habían estado danzando por mi cabeza. Obviamente él fue más crudo al soltarlas, hasta el punto de lograr hacerme sentir diminuta. Me recriminó ser de Inglaterra, como si haber nacido allí significara que no tenía derecho a comprender a las gentes del norte. Si bien era de familia noble y allí, la mayoría de ricos se mantenía al margen de las batallas, nuestros antepasados habían luchado en muchas guerras, sencillamente ahora vivíamos tiempos mejores. Pero no era mi culpa haber nacido en otro lugar donde el hambre no asolaba al pueblo ni la enfermedad debilitaba por completo al hambriento.

Sin embargo, uno de sus comentarios me ofendió a hizo que arrugara la frente, entornando la mirada que no dudé en clavar en la ajena. –Que os considere bárbaros no implica que me crea superior a vosotros, Viggo. No te equivoques conmigo.– Solté hablando muy seriamente. –Sois vosotros los que me tratáis de manera diferente. Os reís a mis espaldas, os burláis sin darme una oportunidad. Juzgáis mis habilidades sin tomaros la molestia de enseñarme.– Estaba cansada de que me señalaran con el dedo como si fuera la misma peste que había cruzado sus muros para acabar con todos con mi mera presencia. –Höor es el único que, aún tomándose a broma las cosas, ha intentado ayudarme. El resto preferís reíros de mí entre dientes.– Lo solté todo, pero ni se molestó en escucharme, pues salió de la habitación dejándome sola con mis pensamientos.

Podría haberme echado a llorar, compadecerme a mí misma durante horas, enroscada bajo las pieles. Pero no lo haría, porque eso sería darles la razón a todos aquellos que no tenían ningún tipo de fe en mí. Podía ser inglesa, pero también lo era Danielle y a ella la respetaban, algunos incluso la temían. La tomaría como ejemplo, aunque yo no ansiara ser pirata, pero sí una mujer a la que vieran como a una igual, en la que confiaran.

Me levanté de la cama y fui a sacar algo de ropa del armario. Me puso unos pantalones, botas y una camisola. De nuevo usé el chaleco que la novia de Höor me había dado y lo abotoné por el frente hasta dejarlo completamente cerrado. Bajé las escaleras, dirigiendo mis pasos al patio de armas y busqué con la mirada el arco y las flechas. Aún podía escuchar las risas de Ulf resonando en mis oídos, pero de pequeña me habían enseñado que únicamente con práctica se alcanzaba la perfección. Dudaba llegar a tanto, pero con acertar en la diana me conformaría, aunque fuera en el círculo exterior.
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Mensaje por Viggo Ludvig Vie Ago 03, 2018 5:41 am

Grata mi sorpresa cuando la vi aparecer, los aceros chocaban furibundos en aquel patio entre risa,s quiebros y bailes de pies.
Ulf gruñía, Höor tensaba el gesto, ambos luchaban como fieros guerreros y allí estaba ella, la inglesa que nunca lucho azuzada por mis palabras para hacerlo, a su paso se hizo el silencio, Ulf le dio a Höor un codazo al ver la decisión de la inglesa hacia los arcos, allí tomo uno, las dianas en frente y aunque tenso un par de veces la flecha no llegó ni siquiera a rozar la paja.

Caminé hacía ella, mi pecho se pegó a su espalda, sobresaltada noté como iba a escabullirse, así la sostuve rodeando con mi brazo su cintura.
-No huyas, has llegado demasiado lejos como para temerme ahora ¿no crees? Tensa de nuevo -su mirada se hundió en mis azules, dudaba de mi, o quizás solo seguía ofendida – deja de pensar en la espada que te oprime las nalgas, no es ahí donde has de centrar tu atención, aunque entiendo que lo hagas.

Gruño porque de nuevo pensaba me burlaba de ella, era muy susceptible la princesa
-Aqui en el norte, todos nos burlamos de todos, eso significa que te aprecian, den o hacerlo te cuelgan y despellejan.
Su cuerpo estaba tenso como las cuerdas de un arpa.
-Tan nerviosa estas por tener que lanzar la flecha o es quizás mi cercanía lo que te altera.

La dama volvió a atravesarme con sus dos dagas.
-Esta bien, solo respira, y déjate llevar, disparar una flecha se asemeja a hacer el amor, has de sentir, dejarte llevar solo así acertaras.
Deslicé mi nariz por su cuello con suma delicadeza, olfateando aquel perfume a flores secas.
-Déjate llevar, tensa, mira apenas una vez, a veces el tiro intuitivo ayuda a dar en el blanco y sobre todo confía que allí donde va tu mirada irá la flecha.
La cuerda en tus labios, como si la besaras, que roce tu nariz,huele el olor de la muerte y simplemente suelta.
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Mensaje por Maisie Mountbatten Sáb Ago 04, 2018 1:06 pm

El éxito requiere de persistencia, la habilidad de no rendirse en la cara del fracaso.
–Martin Seligman


Las risas estallaron de nuevo en cuanto me vieron cruzar la puerta que daba al patio de armas. Me siguieron con la mirada, cuchichearon y se dieron codazos entre descaradas carcajadas. Intenté mostrarme firme y caminé directa a por el arco, aunque mis piernas avanzaban tan rígidas que en cuatro pasos me dolieron hasta las rodillas.

Cogí una flecha y con el pulso trémulo la coloqué en su lugar, tensando la cuerda con intención de apuntar. Disparé y la saeta se quedó a más de dos metros de la diana, clavándose en la arena. Apreté los labios, conteniendo el temblor que me venía y las ganas de salir corriendo. Pero me había propuesto demostrarles que podía ser fuerte y resistir. Tal vez no fuera buena guerrera, pero podía ser la más perseverante. Estaba tomando aire con intención de volver a intentarlo, tan concentrada en no dejar escapar ni una lágrima, que no me percaté que se acercaba alguien hasta que su calor impactó con mi cuerpo y di un bote, sobresaltada. Giré la cabeza y me encontré con el león que me miraba sonriente. –Me alteran las dos cosas y tu forma de hablarme sobre espadas...– Solté en un murmuro que, espero, sólo escuchó él.

Intenté relajarme pero, de nuevo, volvió a hacer mención a los actos carnales que él ya sabía yo desconocía, así que le miré mal una vez más. –El que más me aprecia pareces ser tú, ¿no?– Dije, haciendo referencia a su comentario anterior sobre las burlas, porque ninguno me atacaba de un modo tan directo como él lo hacía, ni siquiera mi viejo amigo Höor. Sus manos se posaron en mis caderas y bajaron un poco para indicar cómo debía colocarlas piernas. La diestra ajena ascendió por mi vientre, presionándome justo encima del abdomen y la zurda rozó mi zona lumbar, logrando que me pusiera más recta que una tabla de cortar sin estrenar. Alcé de nuevo el arco, sosteniendo la cuerda entre los dedos de mi mano derecha, pero el cosquilleo de su respiración me alteraba la concentración. –No puedo contigo tan… tan...– Ni siquiera acabé la frase con la cuerda rozando mis labios que, sin querer, la solté y la flecha salió disparada, clavándose en la circunferencia exterior de la diana. Mis ojos se abrieron como platos, ¡si ni siquiera estaba apuntando! Me giré, alzando los brazos en señal de victoria. El resto seguían riendo, porque eso distaba mucho de ser un acierto, pero para mí era ya un logro, un milagro. –¡Le he dado!– Salté con efusividad un par de veces en el sitio y a la tercera me colgué del cuello de Viggo, dejándome llevar por el instante de entusiasmo.
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Mensaje por Viggo Ludvig Lun Ago 27, 2018 5:12 am

Cuando la flecha escapó de su mano dando en la zona exterior de la diana escuché aquel grito de jubilo, incrédula aseguraba que había dado en el blanco. La iba a corregir, eso distaba mucho de ser un blanco, pero al ver como se giraba y saltaba sobre mi cuello pensé que acaba de dar en el centro de la diana con mi acto.
-Creo que no hay nada que podamos hacer juntos -susurré en su oído arrastrando las palabras, la lascivia de mi voz parecía un rugido y en ese instante Massie recuperó las formas encontrándose con una sonrisa ladeada que delataba que esa impulsividad me gustaba -quizás no seas aun un caso perdido.

La di por perdida cuando salí de su cuarto, no quería una mujer pija en mi vida, yo no estaba hecho para princesas, vivía en las afueras, en territorios salvajes, allí ella no duraría ni siquiera una noche con vida, así que...preferí dejar de “cortejarla” lo llamaban ellos, intentar follarla y conocerla, nosotros.
-¿sigue en pie la cena? -pregunté recuperando el interés en ella -podemos ir con Höor y su pirata..la noche decidirá si terminas en mi cama -apunté dejando un mordisco al aire que hizo al resto de hombres estallar en carcajadas.

Las espadas chocaron contra los escudos mientras Ulf y Höor miraban la escena con un deje de diversión, ambos sacaban dinero de sus bolsillos apostando seguramente uno a que me plantaría y el otro a que aceptaría.
-¿y bien? Los muchachos están ilusionados con nuestro encuentro ¿vas a decepcionar a la juventud que nos mira?
Muchos eran chavales de unos 14 o 15 años formándose para soldados, aprendían todo de nosotros, hasta el modo de conquistar a las mujeres, aunque algo me decía que su técnica a estas alturas eran bastante perfectas.

Di un paso mas hasta que apenas quedó aire que bailar entre nuestros cuerpos, mis ojos se hundieron en sus intensos azules y descendieron hasta sus carnosos labios de fresa.
-No voy a mentir, mi intención es pasar la noche contigo, no solo la cena, pero..te doy mi palabra que no pasará nada que no quieras que ocurra, no soy de los que fuerzan a las mujeres a abrirme sus piernas. No lo necesito ciertamente -dije con un deje de ego que por supuesto tenia.
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Mensaje por Maisie Mountbatten Mar Ago 28, 2018 4:05 pm

No hay virtud tan fuerte que pueda estar segura contra la tentación.
–Immanuel Kant


Cuando el cálido aliento del león removió mi flequillo me percaté de mis actos, de la cercanía repentina, de impulsividad desmedida. Entonces reaccioné y, regresando los pies al suelo, me aparté un poco, intentando no ser muy brusca para que el cambiante no se tomara a mal si me alejaba demasiado. Sabía cuán orgullosos eran todos allí en el norte y aunque todos presumían de ir sobrados en todas las cosas, si tocabas el punto correcto, se deshinchaban como globos. Y mi intención no era, en modo alguno, ofender a Viggo después de lo bien que se había portado. Algo que, muy a mi pesar, debería mantener en secreto pues así se lo había prometido.

Intenté pensar en algo que decir, en una excusa que justificara que me hubiese abalanzado sobre él y que luego me hubiese separado como si al tocarle todo mi cuerpo quemara. Si bien era cierto que me había subido la temperatura, estaba claro que era un sofoco, la vergüenza y no otra cosa lo que me sucedía. Me mordí el labio inferior, meditando, cuando él sacó el tema de la cena a colación. Escuché las risas a mi alrededor y el rubor acudió a mis mejillas, al tiempo en que mi ceño se fruncía. Desvié la mirada hacia Höor cuando el león le mencionó. Y si bien me parecía buena idea tener carabinas, me parecía inapropiado obligar a los dos únicos amigos que parecía tener y haber hecho, a acompañarme a una cena con Viggo. Despegué los labios para responder cuando empezó a hacer comentarios sobre sus, supuestas, verdaderas intenciones. Mis cejas se inclinaron aún más por el centro y de no haber sido yo quien era y tenido los modales y educación que tenía, le hubiese golpeado en ese momento. Sin embargo, antes de contestarle en tono algo amargo y contenido, matizó algunas cosas con sobrada suficiencia. Esa parte a mí me daba igual, que el ego le cupiera o no en el cuerpo era cosa suya y no mía. A mí lo que me importaba era que prometía respetarme y dada la actitud que por allí abundaba, eso ya me parecía todo un avance. –Está bien, podemos cenar juntos.– Fijé mis dos zafiros en los foráneos, ladeando un poco la cabeza. –Pero creo más adecuado que lo hagamos solos y no forcemos a otros a escoltarnos.– La sorpresa se dibujó en el rostro ajeno, lo vi enseguida. No sé si fue porque acepté lo de la cita o porque le decía que no necesitábamos compañía.

Vi a Höor y Ulf intercambiando monedas por el rabillo del ojo y eso me enfadó un poco. Ellos todo se lo tomaban a broma y juego, apostando por las cosas como si sólo importara cuál de los dos vencía. Aunque aquello podía generalizarse a todos los vikingos, no sólo el conde y su mejor amigo hacían semejantes tonterías. –Entonces, ¿cuándo será la cena?– Quise saber. Quería mentalizarme y pedirle algún consejo a Danielle, puesto que ella, al igual que yo, era inglesa y aguantaba al bárbaro que era su pareja. Si alguien podía darme algunas directrices para mantener una conversación que el cambiante no considerase aburrida, era ella. Además de ser la única que se había ofrecido a ser mi “amiga”.
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Mensaje por Viggo Ludvig Mar Sep 18, 2018 9:55 am

¿Había escuchado bien? Decía que aceptaba esa cena y ademas solos...eso implicaba que pillaría seguro y los rugidos de mis compatriotas no hicieron mas que confirmar lo que yo ya sabía, que me acaba de proclamar vencedor de esta gesta.
Como buen depredador la había asediado y ahora el conejito caía en mi trampa.
-¿y donde quieres que cenemos? -pregunte incapaz de borrar ese ego que hinchaba ahora mi pecho -podemos ir al lago y hacer allí un picknick ¿sabes que es eso? Cenar bajo la cúpula de estrellas te gustara, porque algo me dice que estas acostumbrada a que te lleven a sitios caros y bueno, eso no abunda aquí, como mucho te puedo llevar al asadero de Shold, pero estará lleno de vikingos borrachos comiendo con las manos -alegué con diversión.

Höor y Ulf se acercaron a nosotros uno con cara de fastidio porque pagaba al otro lo que habían apostado.
-Dejanos preparar una cena en el lago -dijo Höor echando su brazo sobre los hombros de la princesa -veras como es mejor que cualquier restaurante.
-Mas frio -apuntó Ulf que no las tenía todas consigo antes de que el gesto le cambiara y ladeara la sonrisa dándome un codazo en el estomago -pero mejor así...en nada la tendrás buscando el calor de tu cuerpo.

Massie enarcó una ceja mientras yo restaba importancia al comentario y pronto nos despedimos porque ella al parecer quería ir a contar todo a su nueva inseparable amiga.
Nosotros tres nos fuimos a preparar las cosas para que llegada la hora la cena estuviera lista y todo preparado, no estaría a la altura de otros sitios que seguro hubiera visitado pero sin duda yo estaba muy por encima de los medio hombres que la habrían invitado.

Unas velas, una mesa y una cena fue suficiente para montar mi cena épica con la realeza, ahora solo faltaba que viniera.


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Mensaje por Maisie Mountbatten Mar Sep 18, 2018 12:10 pm

Uno no puede pensar bien, amar bien, dormir bien, si no ha comido bien.
–Virginia Woolf


Cuando me preguntó si sabía lo que era un picnic, me mordí la lengua, pues obvia mente lo sabía, aquello era una invención de mi tierra, algo típico de mi querida Inglaterra. Incluso los nobles los hacían a veces cuando iban a la caza del zorro o a jugar a polo al campo. Sin embargo, no quería quitarle la ilusión al león que parecía orgulloso hasta de conocer algo tan sencillo. Me limité a sonreír y asentir como bien me habían enseñado en casa que debía hacer cuando no tuviera algo bueno que decir o nadie esperara que yo hablara. De estar los dos solos se lo hubiese explicado, pero con tantos ojos fijos en nosotros y todos esperando que el cambiante quedara como el rey de la selva, creí que lo más oportuno era no decir nada al respecto.

Enseguida se acercaron Höor y Ulf, les vi intercambiando monedas, lo que me hizo fruncir el ceño. Se pasaban el día apostando todos sobre vidas ajenas como si todo les pareciera un juego. Se escudaban en que eran guerreros y morirían pronto, que debían divertirse mientras pudieran. Terminé por rodar los ojos, intentando omitir lo sucedido. El lobo no tardó en hacer un comentario de los suyos que de no haber sido yo una dama, hubiesen logrado que le cruzara la cara de un guantazo. Tomé aire despacio, ignorando a esos dos bárbaros que se habían unido a la conversación y me centré únicamente en Viggo. –Imagino que es esta noche, entonces.– Ladeé ligeramente la cabeza, aguardando a su afirmación y me despedí de ellos, mordiéndome el labio pues con sólo confirmar la cita, ya me estaba poniendo nerviosa.

Pasé el día en mi habitación, a solas, intentando pensar en cosas graciosas, graciosas para los norteños, no para los británicos estirados. Ensayé mi postura más relajada, intenté no verme tan rígida todo el rato. Necesité muchos intentos porque parecía tener un cordón tirando de la coronilla que hacía que mi espalda pareciera entablillada. Tampoco iba a verme como una jorobada, simplemente necesitaba tranquilizarme un poco, demostrar que no me sentía forzada ni incómoda. Quería conocer mejor a aquel hombre, disfrutar de la charla, de la noche. No debía ser tan difícil, ¿no?

Llegada la hora, alguien llamó a mi puerta, mas al abrir, no había nadie al otro lado. Miré a ambos lados, confusa, y fue cuando di un paso atrás para cerrar de nuevo que vi el sobre en el suelo. Me agaché, lo recogí y me adentré en mi habitación para leer la nota que portaba en su interior. “Sigue mis pasos”. Fue lo que rezaba el pequeño papel. Ahora estaba aún más perdida que cuando no vi a nadie fuera. Me toqué la oreja derecha, jugando con los mechones oscuros de mi cabello y salí del palacete. Cuál fue mi sorpresa al ver que, en la arena, había pisadas oscuras. Decidí dejarme llevar y fui colocando mis pies sobre cada una, avanzando en dirección a la playa. Ya antes de alcanzar la arena más fina, pude ver una mesa con dos sillas, iluminado todo con velas. Y al lado una silueta oscura que miraba al horizonte con la puesta de sol recortando su figura. –Esto pinta mejor que el asador.– Aseguré entre risas, acercándome al cambiante que se giraba para recibirme. –Buenas noches, Viggo.– Le dediqué la mejor de mis sonrisas, sin fingir nada. La brisa removía traviesa mi cabello y acariciaba mis mejillas. La imagen era preciosa y la temperatura muy agradable. Tenía algunas esperanzas puestas en aquel encuentro, aunque no tenía claro exactamente cuáles.
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Mensaje por Viggo Ludvig Miér Oct 10, 2018 12:47 pm

Escuché sus pasos a mi espalda, ladeé la sonrisa de forma engreída antes de girar para enfrentarla porque como buen felino que era notaba a las leguas su nerviosismo.
-Estas muy guapa -aseguré mirándola de arriba a bajo, se había surtido de pieles para no pasar frio, tenía que reconocer que la señorita iba aprendiendo a pasos agigantados -he preparado una cena muy romántica.

Massie deslizó sus ojos por aquella mesa algo burda, con  sillas de madera mal puestas y los candiles esos que iluminaban un poco el lugar como hacía la luna que con haces plata nos acompañaba.
-Bueno, quizás no sea exactamente lo que hubiera encontrado en otro tipo de cita, pero..bueno, yo no defraudo en las distancias cortas y pronto te darás cuenta que no necesariamente las cosas...rudas son menos perfectas.

En esto tenia razón, no serviría té, ni paté, al revés, en los platos había unos buenos solomillos condimentados y hechos en una lumbre que había apagado hacia apenas unos minutos y aun desprendía cierto calor.
-Te sientas -pedí mientras ella me miraba esperando no se bien que -¿que? -pregunté enarcando una ceja.
-La silla.
Me eche a reír con cierta diversión
-No te preocupes, aunque sea de madera maciza no pesa tanto, puedes moverla hasta tu que se te ve debilucha. Ves porque has de comer carne y patatas, para coger un poco de energía mujer.
Algo me decía por la cara que puso que no era por eso por lo que me lo pedía peor al final acabó sentándose con una sonrisa como si la situación de algún modo le divirtiera.
-Que aproveche -dije cortando la carne con una navaja, para ella había traído cubiertos, Höor insistió en ello, así que con eso me la había ganado seguro -¿quieres vino? -dije alzando dos veces la ceja mientras ponía mi arrebatadora sonrisa -eh, no he escatimado, vino y todo en vez de hidromiel, para que veas que estoy dispuesto a currarme esto para que la final de la noche... -me cayé para no ser burdo pero la continuación era clara, te abras de piernas.
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Mensaje por Maisie Mountbatten Miér Oct 10, 2018 3:48 pm

Si lo puedes soñar, lo puedes hacer. Piensa, cree, sueña y atrévete..
–Walt Disney


Observé de nuevo la mesa al escuchar la descripción del león y reí bajo, no porque me burlara de él, algo que jamás osaría hacer, sino porque él mismo se excusaba y echaba por tierra lo que me había vendido sin problemas a la primera. –A mí me parece que está todo precioso.– Aseguré, acercándome hasta él y la silla. Como había dicho que era algo romántico y parecía dispuesto a mostrarse como un caballero, esperé por si me acomodaba en mi asiento, pero él se colocó en su sitio primero y después me miró como si no supiera lo que yo estaba aguardando. –La silla…– Quise explicar que pensaba que la apartaría para mí, pero él no sé en qué pensó que me dijo que no pesaba tanto como creía y que seguro que podía con ella yo sola. Parpadeé un par de veces y sacudí la cabeza antes de hacerlo por mi cuenta.

Ya frente al plato, me dediqué a ver como mi acompañante cortaba la carne. Por mi mente pasó una imagen y le vi agarrando el filete a dos manos y comiéndoselo directamente a bocados. Reí sin darme cuenta y me cubrí la boca con la mano para pedir una disculpa silenciosa. Me había dado cuenta que él usaba herramientas más rudimentarias, mientras que a mí me había puesto cubiertos normales. Sonreí agradecida y me dispuse a probar la comida. Llevé un pequeño trozo a mi boca y lo mastiqué con calma y sin que se viera lo que en ella tenía. Pasé la lengua por mi labio inferior antes de sonreír y acercarle mi copa al ver que servía. –Sí, por favor. La carne está muy sabrosa.– Añadí lo segundo tras una breve pausa que aproveché para limpiarme con una servilleta. Él tampoco tenía y tras pasar ya algunos días en el norte imaginé que usaría el dorso de la mano o la manga de la ropa como si no importara ensuciarla con lo que fuera.

Le di un mudo sorbo a mi vino antes de regresar el vaso a la mesa. Con las manos libres, aunque acariciando con la yema de los dedos los mangos de madera de mis cubiertos, intenté sacar tema de conversación con cierta timidez. Estaba acostumbrada a charlas sobre política, arte, música… Pero dudaba que ninguna de aquellas cosas interesara al hombre que tenía delante. Tragué sin hacer ruido y elevé la mirada que había mantenido durante unos largos segundos fija en mi plato. –¿Sería mucha molestia para ti si, cuando tengas algún rato libre, me enseñaras los bosques?– Höor le había dicho que Viggo era el guardián de la zona, no sólo el llamado rey de la selva, sino un gran comandante al que sus gentes querían. Tenía curiosidad por conocer más allá de la ciudadela y ¿quién mejor para hacerlo que el león que custodiaba toda la zona?
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Mensaje por Viggo Ludvig Miér Oct 31, 2018 6:52 am

La “princesita” parecía estar disfrutando de la cena, supongo que no era lo que acostumbraba a tener, pero sin duda una pieza recién cazada tenía que estar mejor que los suculentos manjares que en su tierra natal le sirvieran. ¿Te? Por Odin si solo era agua con hierbas?
Limpié los restos de aceite con la manga mientras miraba a la joven que ahora daba un sorbo al vino.
-Es una buena botella ¿eh? -pregunte con cara de haber dado en el clavo con ese deje engreído que me gastaba.
El conde la había sacado de sus bodegas así que no podía fallar, según Massie había salido por patas de sus tierras porque un viejo verde quería casarse con ella y meterle mano bajo las faldas, no podía culparlo ni a él por querer hundir su verga decrepita entre ellas, ni a la “pija” por salir a toda velocidad mientras su prima solucionaba el conflicto.
-¿Y volverás a Inglaterra cuando la reina frene los instintos del abuelo? -pregunté apurando la copa para llenar ambos vidrios de nuevo.

La chica se reía por la simpleza con la que yo veía la política, francamente no era así del todo, solo que aquí en el norte era todo mas fácil, si dos hombres nos peleábamos por la misma mujer de normal elegía ella, y decía de normal porque había veces que nos matábamos a hostias y no había lugar a la elección ,el que mantenía la cabeza sobre los hombros era el ganador.
Bueno también estaban las esclavas, muchas habían acabado siendo libres tras casarse con nosotros, vamos que aquí las cosas eran fáciles y se regían por una cosa por el calor que a ellas les entraba en el coño al vernos y por lo dura que nos la ponían a nosotros al hacerlo.

-¿quieres ver mis bosques? -pregunte sorprendido por su petición -claro pero tendrás que ir en botas, pantalones..ya sabes con esos vestidos no llegarías ni a los lindes.
Yo era le rey de la selva, con quien mejor que conmigo para poder ver aquellos espesos bosques del norte no exentos de peligros -¿y a cambio? -pregunté acercando mis labios a los suyos calcinandolos con mi aliento -¿un beso?

La joven negó con la cabeza, mira que le ciervo se me estaba resistiendo, pero yo era un depredador y para ese entonces mi sed de caza ya estaba despierta, rellené de nuevo su copa sin dejar de mirarla con cierta malicia -si es necesario te emborrachare y te tomaré aquí mismo -dije lanznadole un mordisco -¿que perderás por sentir un hombre de verdad?
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Mensaje por Maisie Mountbatten Miér Oct 31, 2018 12:15 pm

Nubes de viento que no traen lluvia es el hombre fanfarrón que no cumple sus promesas.
–Anónimo


Pude ver la expresión cargada de sorpresa del león y, por algún motivo que desconocía, me pareció divertido haberle encontrado desprevenido y sacarle, aunque fuera durante un segundo, de esa actitud habitual suya cargada de orgullo y de “yo lo sé todo” que se gastaba casi siempre. Me sentí bien y hasta un poquito rebelde. Sonreí, asintiendo a su pregunta y me llevé otro trozo de carne a la boca. Lo mastiqué despacio, saboreándolo, porque si algo había descubierto como fascinante allí en el norte, era que se comía muchísimo mejor que en Inglaterra. Tragué y tras darle otro sorbo al vino, respondí a su comentario. –No te preocupes, cuando llegué se encargaron de darme algunas ropas más adecuadas al clima aquí y más cómodo. No fui con vestido al patio de armas, ¿recuerdas?– Amplié la sonrisa como eso aclarase sus dudas, pero me hizo entonces la pregunta y negué entre risas. Iba a decirle algo al respecto, pero él mismo me interrumpió mientras me rellenaba la copa. Negué de nuevo al añadir con convicción. –Prometiste no hacer nada que yo no deseara y sé que incluso los bárbaros tienen palabra.– No sé de dónde sacaba aquella seguridad, porque desde luego no parecía mía y de estar de pie, posiblemente me hubiesen temblado un poco las rodillas.

Hice una pausa en la que dejé los cubiertos cuidadosamente sobre la mesa y de nuevo elevé mis dos turquesas hasta encontrarme con los zafiros del rey de la selva. –No se trata de perder ni de ganar. Simplemente, yo no soy vikinga y hago las cosas de otra manera. Sin embargo, si no deseas seguir mi ritmo… podemos dejarlo aquí y no estropear una velada preciosa.– Mis palabras iban cargadas de sentimientos, pues me entristecía la idea de dejar allí la cena. No pretendía obligarle a cambiar y sabía que él estaba acostumbrado a otro tipo de mujeres. Yo no era lo que él quería y eso me hizo ver que, tal vez, aceptar la invitación había sido una mala idea después de todo. Me había aferrado a una idea equivocada, a la ilusión de conocer a alguien un poco y dejar de encerrarme todo el día en mi cuarto. Viggo me había ofrecido la posibilidad, pero yo me había hecho la tonta con la verdad que él nunca me había ocultado. Su intención era llevarme a la cama, no había nada más que eso. Y, a pesar de todo, aún albergaba la esperanza de que me retuviera, aunque fuera por no hacerle un feo al conde. Todos allí tenían razón, no era más que una ilusa.
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