Did you sleep well? (Rayis)

por **Sorin Madej** Dom Mar 25, 2018 3:21 pm

Sorin bajó el libro que había estado leyendo y echó un rápido vistazo al reloj que descansaba sobre la ornada chimenea. Las diez. Se levantó con parsimonia, tomándose el tiempo necesario parac colocar el marca páginas allí donde se había quedado y devolver el libro a la estantería antes de acercarse a la ventana más cercana.

Apartó la cortina con un rápido movimiento, observando la calle que empezaba más allá del cuidado patio delantero. Las luces de Paris ya estaban encendidas, pero no bastaban para combatir la oscuridad de aquella noche sin Luna. Se preguntó entonces en que líos se estarían metiendo Lacey y Millie... Probablemente debería rastreárlas o usar sus poderes para comprobar como se encontraban, pero a Sorin le bastaba con imaginarse la peor situación posible.

Raras veces se alejaba mucho de la realidad.

Antes, sin embargo, se entretuvo en abrir todas las cortinas de la casa. no había nada terrible en aparentar ser normal. Encendió algunas lámparas de gas y avivó la chimenea con especial cuidado. Pronto tendría que alimentarse, se le terminaban las reservas y tendría que salir a cazar.

Quizá aquella noche, si no se veía obligado a recorrer la mitad de los burdeles de Paris... con suerte le sobraría tiempo.

Se alejó del fuego para regresar a la ventana, sus dedos acariciaron el cristal helado y cerró los ojos enseguida, concentrándose para encontrar a las dos chicas, sin embargo, cuando empezó a concentrarse fue otra la presencia que sintió.

Sorin abrió los ojos de golpe y retrocedió un par de pasos. Rayis... Había temido y ansiado aquel día desde que su creadora le informó de su descanso y durante un tiempo incluso había dejado de creer en su regreso. Tal vez no era el momento más conveniente, sin embargo, Sorin no era capaz de sentir decepción alguna y en lugar de planear su salida nocturna, decidió esperar. Sabía que ella lo encontraría y llamaría a la puerta tarde o temprano, le había dejado notas durante siglos para asegurarse de que así fuera.

por **Rayiš** Dom Mar 25, 2018 4:24 pm

I don't mind Falling to pieces.

El sueño de Rayiš había sido el más ligero y tortuoso de toda la eternidad. Se había hallado pensando en él, deseándolo, anhelando que a su despertar él estuviese ahí con ella abrazándola y diciéndole que todo había sido una mala pesadilla pero en cuanto sus ojos se abrieron camino entre la neblina de una nueva noche supo que la suerte la había eludido. Por las innumerables notas de Sorin no era difícil calcular que habían pasado un par de siglos, sino más. El mundo había cambiado tanto que a la vampiresa le fue difícil reconocer incluso la humanidad, cuyo olor era una mezcla entre la pestilencia habitual con algunos buenos aromas, un total despropósito para su fina nariz. Sus primeras dos noches sirvieron para alimentar los instintos de la bestia sedienta de sangre y después siguió los pasos de su hijo convertido hasta alcanzar los albores de la ciudad gala que con tanto ahínco mencionaba en sus notas.

No había nada agradable en las vistas de aquel lugar, nada atrayente, pero por alguna razón el Dacio había elegido ese lugar para su descanso y ella, se moría de curiosidad por saber si tales acontecimientos tenían que ver con su línea sanguínea. ¿Cuántos más de sus hijos quedarían? Esa pregunta le rondaba por la cabeza a la mujer mientras sus pasos se acercaban hacía la zona residencial rica donde el aroma de Sorin era embriagadora e intensa. Una punzada de incertidumbre cruzo el pecho de la vampira masageta al no sentir el otro aroma conocido. ¿Dónde estaba Jalal? Su otro hijo convertido nunca se habría perdido su vuelta. Había estado con él tan solo un año de su vida enseñándole pero sabía que el vampiro era fiel a los suyos, y a pesar de ello ahí no se encontraba ni en ningún lugar cercano a aquellas residencias. Se castigó el labio con ligereza pero siguió avanzando con los pies descalzos sobre aquel suelo pétreo. Con anterioridad a su llegada a Paris había tenido unas sandalias pero estas, más que ayudarle, la habían molestado por lo que las había dejado atrás sin ningún tipo de remordimiento aunque, de esa manera, parecía más una humana vagabunda terriblemente hermosa a los ojos de los demás.

En cuanto alcanzo la puerta de la vivienda deseada dio tres golpes casi inaudibles para el oído de los humanos, pero lo suficientemente altos como para todos los vampiros de la zona. Estaba deseosa de abrazar a su hijo y así lo hizo en cuanto este abrió la puerta. Su mano apresó su muñeca y de un solo tirón lo arrastró a sus brazos para rodearlo con ellos y enterrar la cabeza en su pecho, tal y como lo había hecho una vez antes de ir a dormir –Sorin, hijo mío, eres tú. ¡Que los dioses me perdonen por haberte abandonado a tu suerte! Que tu Zalmoxis tenga piedad de mi alma si alguna vez llego a encontrarme con él– Rayis nombró el dios principal de los dacios a posta para demostrar cuan arrepentida estaba por haberle fallado como la madre que debería haber sido. Quería explicarle, quería decirle más cosas pero no era capaz ¿Qué podía decirle acaso? ¿Qué le había abandonado porque un humano había jugado con su corazón? Sonaba como una excusa demasiado humana para un ser de la noche aunque, desde luego, era muy cierto. Cuando alejo el rostro de su pecho, una lagrima de sangre caía sobre su mejilla demostrando cuan arrepentida estaba por sus malas decisiones.

por **Sorin Madej** Dom Mar 25, 2018 6:06 pm

Algo similar a la impaciencia se apoderó de él y por primera vez en más de mil años, Sorin entendió un poco como debían sentirse los humanos... Si estuviera vivo, su corazón latiría de forma desenfrenada, sin embargo, lo único que sentía era una metafórica sensación de opresión, similar a la desesperación que causaba el hambre.

No le gustaba sentirse impotente, sin embargo, lo único que podía hacer era esperar y sentir como el olor de su madre se hacía más intenso cuanto más acercaba. Dio un suave respingo cuando la escucho llamar a la puerta. De forma inconsciente se alisó la chaqueta y se ajustó el nudo del corbatín con la esperanza de causar una buena impresión.

Tardó unos segundos en reaccionar y avanzar hasta la puerta. Sabía que Rayis querría saber lo que había pasado durante su descanso y Sorin no tenía buenas noticias. Ojalá fuese distinto, en cierta forma, sentía que había fallado a la mujer que le había dado la vida eterna y temía que la información que tenía aumentara su pena.

Sin embargo, tuvo que dejar de lado todas esas preocupaciones cuando abrió la puerta y vio a Rayis por primera vez en cuatro siglos. Había tanto que quería decir, mas su madre se adelantó y tomó su mano para tirar de él y darle un fuerte abrazo. Sorin no tardó en corresponder el gesto y rodeó a la mujer con sus brazos tan fuerte como pudo.

— Madre... —quería consolarla de algún modo, ella no podía ver la sonrisa que empezaba a asomar en la comisura de sus labios al tiempo que alzaba una mano para acariciar sus largos cabellos—. Por favor, madre... Jamás me abandonaste, me enseñaste cuanto necesitaba para sobrevivir y siempre supe que volverías algún día.

Llevaba un milenio sin escuchar el nombre del Dios que antiguamente había venerado, cuando Rayis lo mentó, la sonrisa de Sorin aumentó de forma involuntaria, pues ella siempre había sido una mujer culta y siempre había mostrado respeto por su cultura. Sabía que su regreso supondría una nueva oportunidad para celebrar que ambos fueron cuando estaban vivos.

—Eres bienvenida aquí, por favor, pasa. Debes querer saber lo que ha pasado con el mundo en todo este tiempo —limpió la lágrima que caía por la pálida mejilla de Rayis y después tomó su mano para guiarla al interior—. Si tienes hambre tengo un poco de sangre que pudo ofrecerte y... está es tu casa también.

Alzó la mano en dirección a una de las puertas laterales que daba a un salón, permitiendo a su creadora entrar primero.

por **Rayiš** Dom Mar 25, 2018 11:52 pm

Una tímida sonrisa apareció en los labios de Rayiš al sentir como su hijo, sangre de su sangre eterna, le limpiaba la huella de la lágrima de sangre con la ternura de un soldado. Sus dedos callosos no eran más que una demostración de cuanto había luchado en la vida para conseguir lo que tenía y sus cicatrices, ocultas a los ojos de los demás, signo de buen respeto hacía una patria perdida en el tiempo. La vampira admiraba a los dacios, que se habían enfrentado a los romanos con mucha valentía, pero no había otro igual que el suyo. Ninguno lo suficiente bueno como para comprarse con él –Debí haber hecho algo muy bueno en otra vida para tenerte a ti como hijo, fiel acompañante de esta eternidad– le murmuró aquellas palabras en su lengua materna. Mucho había cambiado el mundo, pero aún quedaban unos pocos capaces de recordar y hablar aquellas lenguas antiguas cuyo paso del tiempo no había sido benévolo con ellas.

–Tú hospitalidad es digna de la de los antiguos reyes– Rayiš sabía mucho de antiguos reyes, puesto que ella misma había formado parte de ese elenco en algún momento de su vida. Con los años, hasta el siglo XIV, había visto como dicha figura se pervertía. El rey ya no era uno más, el rey no iba a la guerra, el rey no escuchaba los problemas del pueblo y así pasaba, que este se revelaba contra él. Nadie se había revelado contra ella, aun siendo mujer, y la vampira estaba segura de que nadie se habría revelado contra Sorin se haber tenido la oportunidad de comandar un ejército como el que una vez tuvo y se perdió en el tiempo. –Entraré, aunque no preciso cena alguna. He saciado lo suficiente de mi sed en el largo camino, de Tomis hasta aquí– desconocía por completo como los humanos llamaban a la antigua ciudad que ella había fundado y realmente que largo era el camino de allí a las tierras galas, puesto que el tiempo era relativo cuando uno estaba ensimismado en todas las posibilidades de un futuro roto.

Antes siquiera de entrar en aquella pequeña entrada, la vampira se inclinó y limpio la suela de sus pies de piedras y de todo rastro posible de tierra. En Delhi había aprendido lo importantes eran unos pies limpios al entrar en la casa de una persona y, desde luego, su intención no era ofender a su hijo. –¿Dónde esta Jalal?– no espero siquiera a entrar en el salón puesto que la pregunta se la formulo mientras se dirigía a paso demasiado lento hacía a aquella pequeña estancia. –No siento su aroma aquí y tampoco en ti. ¿Hace cuánto que no os veis?– todas preguntas formuladas casi de forma temerosa por unos labios que hora antes habían estado en la yugular de algún humano, saciados de sed pero llenos de dudas.

por **Sorin Madej** Lun Mar 26, 2018 12:17 pm

—Debemos ser los últimos en el mundo que recuerdan esta lengua —había pasado tanto tiempo que las palabras le resultaron extrañas. Era lo único que quedaba de su hogar y por etéreo y efímero que fuera, se sentía como en casa—. Debemos preservarla —respondió a Rayis en el mismo idioma.

Su creadora se detuvo para limpiar sus pies en la entrada y Sorin negó afectuosamente con la cabeza. Estaba seguro de que la falta de zapatos no se debía a la necesidad, si ella los hubiese querido, los habría conseguido en el camino de la misma forma que había conseguido sangre de la que alimentarse.

Rayis había dicho que se sentía afortunada por tenerlo como hijo y Sorin deseaba que no cambiara de parecer cuando supiera lo que había ocurrido durante su ausencia. A menudo se preguntaba si podría haber hecho más. Quizá podría haber salvado a Jalal. Y si no hubiese intervenido aquella noche, la madre de Millie y Lacey seguiría con vida y ellas estarían bien.

Era imposible no culparse.

—Siento no haberme mantenido cerca, tu familia lleva casi un siglo asentada aquí, pero antes de eso han disfrutado de incontables hogares... No disfrute mucho España —imaginaba que el viaje había sido largo y tedioso. Rayis se habría visto obligada a detenerse cada vez que amanecía, por lo que Sorin se preguntó cuanto tiempo llevaba despierta realmente—. Creo que ahora a Tomis la llaman Constantia.

Debía hacer planes, si ella accedía a quedarse, Sorin le ofrecería una de sus habitaciones, la acomodaría especialmente para ella, de todos modos él jamás tenía compañía. La siguió a la salita y esperó a que ella tomara asiento para hacer lo propio en el otro sillón. Ojalá hubiese tenido más tiempo para dedicar a los buenos momentos, en cuanto Rayis preguntó por Jalal, Sorin dejó de sonreír y bajó tontamente la mirada.

—Lo siento mucho, madre... Jalal y yo permanecimos juntos cuando tú nos dejaste, pero hace tiempo que ya no está... Lo mataron —sabía que no había sentido en endulzar la situación, pero de todos modos, Sorin se levantó y se acercó a Rayis para tomar su mano.

por **Rayiš** Mar Mar 27, 2018 2:30 pm

El corazón de la vampira se hincho de orgullo al ver el rostro de satisfacción de su hijo. Echaba de menos su lengua. ¿Y quién no? Ella también echaba de menos la suya pero ya prácticamente no quedaban hombres capaces de hablarla. Algunos de sus cien hombres, los cuales habían sido convertidos con ella para ganarle a Ciro, aun vivían y podían mantener una conversación en su antiguo idioma pero estaban desperdigados por el mundo. Otros muchos habían muerto y Ray lo lamentaba mucho. Aunque habían vivido por encima de sus posibilidades de vida eso, lo que los vampiros tenían, no era vida bajo ningún concepto. Su aire melancólico estaba empañando aquella reunión de dolor, por lo que dejo al lado cualquier pensamiento negativo y le sonrío sencillamente a su hijo –Mientras tú y yo existamos hijo mío, tu lengua va a seguir existiendo con nosotros– su mirada se dirigió hacía todas las modernidades que los humanos habían inventado. Todo ello para hacer sus vidas más fáciles, desde luego eran ingeniosos. Muchos de aquellas cosas que estaban en la habitación le habría servido a la vampira en sus tiempos más precoces, cuando no contaba con el favor de sus poderes.

–Así que a mi descendencia le gusta viajar…¿Cuántos quedan ya de los hijos de mi hija?– Sorin no sabía toda la historia de la vampira, solo sabía parte, pero había aceptado cuidarlos sin ningún tipo de queja. La morena tenía la sensación de que ese cometido le había dado un sentido en la vida puesto que si no habría sido uno de los típicos vampiros ahogados en su propia desgracia, algo parecido a como se sentía ella habitualmente. –Un nombre bastante parecido al de Contantinopla y Constantino ¿Tendrá alguna relación con eso? De todos modos el nombre original nunca me ha gustado. Ya nadie me llama Tomiris desde hace más de mil años– y era cierto. Solo Sorin y Jalal sabían el verdadero nombre de la vampira y ni siquiera ellos la habían llamado por ese. –De camino aquí he escuchado a un humano renegar de su historia. Estos humanos para no gustarles recordar el pasado, lo recuerdan mucho. Casi todas las ciudades y los pueblos por los que he pasado hacen alusión a hechos antiguos, tan viejos en el tiempo como tú y yo.Es cuanto menos curioso.–

Ray tomo asiento en un pequeño sillón y dejo el más grande para el dacio. Su cuerpo no era muy amplio. No tenía ni hombros anchos, ni caderas muy anchas y tampoco mucha carne sobre sus huesos por lo que no tenía sentido ocupar un sillón grande cuando estaba claro que el antiguo guerrero lo necesitaba más. Estaba esperando impacientemente para que Sorin le contara más sobre sus hijos, tanto los de sangre como Jalal, pero en cuanto Sorin hablo deseo volver a aquella fría cama que también era su tumba. Se llevo la mano al corazón, el cual ya no latía, pero dolía igual o más que antes. Tuvo ganas de gritar, de gritar al viento, a las estrellas y a la noche por haberle arrebatado a su hijos pero de sus labios solo salió un leve sollozo que enseguida se confundió con el golpe del viento contra los cristales –¿Quién, quién le hizo eso a mi hijo? ¿Tú lo sabes sangre de mi sangre eterna?– preguntó levantando una mano en dirección a Sorin. Necesitaba de su apoyo en ese momento más que nunca.

por **Sorin Madej** Sáb Mar 31, 2018 1:33 pm

— Constantinopla es por el Emperador Constantino y Constantia por su hermana. Los humanos son curiosos... Creo que la única parte del pasado que no les gusta recordar son las derrotas. Pero si tienen algo que celebrar y de lo que presumir, crearán fiestas, nombrarán ciudades, calles... — Rayis no tardó en preguntar por su familia, por lo que después de su pequeño apunte geográfico Sorin corrigió su postura y cuadró los hombros. — Ahora mismo tienes dos descendientes vivas, son hermanas... Millie y Lacey Cléirigh. — Se preguntó si, ahora que Rayis estaba de vuelta, Sorin no tendría que cuidar más de ellas. La idea debería hacerle sentir bien, le gustaba quejarse y asegurar lo mucho que le molestaba seguirlas por París mientras se mentían en problemas: Millie no podía controlar su vida y Lacey intentaba matarlo cada vez que intuía su presencia. — No les va del todo mal, seguro que quieres saber mucho sobre ellas. — sonrió.

La verdad es que no se sentía bien, estaba demasiado acostumbrado a verlas cada día, era la misión de toda su vida y si dejaba de hacerlo... no estaba seguro de que pasaría entonces, cuando dejara de tener un propósito. Demasiado tiempo libre.

La conversación debería centrarse en ellas, pero Rayis quería saber lo que le había ocurrido a Jalal. El vampiro tomó la mano de la mujer y se agachó frente a ella. Su rostro serio y sus ojos llenos de pesar y añoranza. — Fue por amor... Jalal se había enamorado y quería proteger a la mujer de su padre, un rey que no les permitía estar juntos. Intentó enfrentarse a él y... perdió. — Sorin también lo echaba de menos, se había sentido solo desde la muerte de Jalal, pues antes de eso se habían hecho compañía y ahora solo quedaba la soledad que él había dejado.

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