AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
The magic of the keys » Chanel Clutterbuck
2 participantes
Página 1 de 1.
The magic of the keys » Chanel Clutterbuck
❝ Debería ser vuestro Adán, pero soy más bien el ángel caído... ❞
— Mary Shelley
Se viró para mirar a las afueras del teatro desde una buena distancia, hoy daría un buen espectáculo para los humanos que frecuentaban su lugar de trabajo con un nuevo arreglo que él había compuesto hacía unos meses atrás cuando el invierno aún golpeaba los tejados y se enredaba en las ramas desnudas de París. La primavera había llegado en todo su furor, lo cual hacía que sus noches fueran más cortas y los días de resguardo, prácticamente eternos.
Estaba muy emocionado por mostrar sus habilidades, había hablado con el director de orquesta para saber si le permitiría presentar un nuevo número a los clientes recurrentes de las artes dramáticas. Se sentía gustoso de poder albergar ese resquicio de su humanidad perdida en el mar de la maldición que se le había dado. No es que odiara ser vampiro, le había sacado provecho a muchas de las nuevas habilidades de su reciente naturaleza—como la fuerza y el nulo agotamiento en la cama a la hora de disfrutar de los placeres carnales—pero ya no podía disfrutar del sol besando sus pómulos y no podía ir a desayunar a su lugar favorito en París. Ciertamente, no necesitaba consumir ningún alimento que no fuese la sangre vívida de un humano, pero las nimiedades que antaño le habían parecido un absurdo hervidero de monotonía, eran las cosas que más anhelaba en su nueva no vida. Irónico siempre sería el añorar algo que se perdió y no valorarlo cuando se tuvo.
Suspiró, colocando las partituras en su sitio, mientras sus pálidos dedos caían expertamente sobre las teclas del piano, cerró sus ojos y aguzó sus oídos para evitar cualquier imperfección en el ir y venir de las notas que habían resultado ser su fuente de entretenimiento meses atrás. Gozaba de ser un excelente espécimen en la materia, con la técnica y musicalidad propias de los grandes compositores que hoy en día viajaban a través de Europa deleitando los oídos de humanos y seres sobrenaturales.
Movió su pie al ritmo de la música, en el silencio etéreo del teatro, faltaban un par de horas para que empezaran a llegar familias para disfrutar de un acto nocturno tan sublime como lo eran las obras que se presentaban en aquel encantador escenario. Nadie iría allí, exclusivamente a escucharlo, pero aquello era por lo que había solicitado el empleo, no necesitaba de dinero, había robado ciertas ganancias de quien había sido su Domitor para valerse por sí mismo, con la venta de algunas piezas de alto valor histórico, se había hecho una pequeña riqueza que durante esos cuatro años de recién longevidad, había sabido manejar a la perfección, su padre le había enseñado a sacar el mejor provecho de todos los negocios que hiciera. Ahora, pertenecía a la misma clase social con la que había nacido con un poco de sudor y mucha inteligencia. Sus noches en el teatro le daban buenos ingresos, sobre todo por su posición social, pero le gustaba ir a trabajar principalmente como una forma de matar el tiempo alejado de la absorta soledad de su residencia. Le gustaba estar solo, pero había veces en las que ni él mismo se soportaba en tal situación. Agradecía también el poder hacer más cosas en la enormidad de su tiempo libre y por ello había aceptado unirse a la Academia Leviathan que Madame Delacroix había creado para darle una oportunidad aquellos que como él, habían sido engatusados y condenados a la oscuridad sin poder disfrutar de la humanidad de sus años venideros.
El compás y musicalidad de las teclas cambiaron repentinamente de un arreglo alegre y fascinante a uno más oscuro y sombrío, víctima, quizá, de sus estados de ánimo cambiantes, Jerome lanzó un suspiro que pareció llenar cada recoveco del magnífico recinto.
—Es complejo poder concentrarme con su presencia, caballero —murmuró Jerome a la nada, sabiendo de sobra que ya no se encontraba completamente solo. La música se había detenido de manera abrupta, sus dedos inmóviles sobre el piano y sus ojos eclipsados de la ira a causa de la intromisión.
Estaba muy emocionado por mostrar sus habilidades, había hablado con el director de orquesta para saber si le permitiría presentar un nuevo número a los clientes recurrentes de las artes dramáticas. Se sentía gustoso de poder albergar ese resquicio de su humanidad perdida en el mar de la maldición que se le había dado. No es que odiara ser vampiro, le había sacado provecho a muchas de las nuevas habilidades de su reciente naturaleza—como la fuerza y el nulo agotamiento en la cama a la hora de disfrutar de los placeres carnales—pero ya no podía disfrutar del sol besando sus pómulos y no podía ir a desayunar a su lugar favorito en París. Ciertamente, no necesitaba consumir ningún alimento que no fuese la sangre vívida de un humano, pero las nimiedades que antaño le habían parecido un absurdo hervidero de monotonía, eran las cosas que más anhelaba en su nueva no vida. Irónico siempre sería el añorar algo que se perdió y no valorarlo cuando se tuvo.
Suspiró, colocando las partituras en su sitio, mientras sus pálidos dedos caían expertamente sobre las teclas del piano, cerró sus ojos y aguzó sus oídos para evitar cualquier imperfección en el ir y venir de las notas que habían resultado ser su fuente de entretenimiento meses atrás. Gozaba de ser un excelente espécimen en la materia, con la técnica y musicalidad propias de los grandes compositores que hoy en día viajaban a través de Europa deleitando los oídos de humanos y seres sobrenaturales.
Movió su pie al ritmo de la música, en el silencio etéreo del teatro, faltaban un par de horas para que empezaran a llegar familias para disfrutar de un acto nocturno tan sublime como lo eran las obras que se presentaban en aquel encantador escenario. Nadie iría allí, exclusivamente a escucharlo, pero aquello era por lo que había solicitado el empleo, no necesitaba de dinero, había robado ciertas ganancias de quien había sido su Domitor para valerse por sí mismo, con la venta de algunas piezas de alto valor histórico, se había hecho una pequeña riqueza que durante esos cuatro años de recién longevidad, había sabido manejar a la perfección, su padre le había enseñado a sacar el mejor provecho de todos los negocios que hiciera. Ahora, pertenecía a la misma clase social con la que había nacido con un poco de sudor y mucha inteligencia. Sus noches en el teatro le daban buenos ingresos, sobre todo por su posición social, pero le gustaba ir a trabajar principalmente como una forma de matar el tiempo alejado de la absorta soledad de su residencia. Le gustaba estar solo, pero había veces en las que ni él mismo se soportaba en tal situación. Agradecía también el poder hacer más cosas en la enormidad de su tiempo libre y por ello había aceptado unirse a la Academia Leviathan que Madame Delacroix había creado para darle una oportunidad aquellos que como él, habían sido engatusados y condenados a la oscuridad sin poder disfrutar de la humanidad de sus años venideros.
El compás y musicalidad de las teclas cambiaron repentinamente de un arreglo alegre y fascinante a uno más oscuro y sombrío, víctima, quizá, de sus estados de ánimo cambiantes, Jerome lanzó un suspiro que pareció llenar cada recoveco del magnífico recinto.
—Es complejo poder concentrarme con su presencia, caballero —murmuró Jerome a la nada, sabiendo de sobra que ya no se encontraba completamente solo. La música se había detenido de manera abrupta, sus dedos inmóviles sobre el piano y sus ojos eclipsados de la ira a causa de la intromisión.
Última edición por Jerome C. Césaire el Dom Abr 08, 2018 4:05 pm, editado 31 veces
Jerome C. Césaire- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 32
Fecha de inscripción : 25/03/2018
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: The magic of the keys » Chanel Clutterbuck
The magic of the keys
Teatro | Jerome C. Césaire | París, Francia
"Quería terminar con el mundo,
pero me conformaré con terminar el tuyo"
— Arthur Connal Doyle
pero me conformaré con terminar el tuyo"
— Arthur Connal Doyle
"Su inestable raciocinio brincaba como un niño de puente en puente, de rama en rama, esperando no desvanecerse por aquél timorato precipicio que le llevaba a obtener los más despiadados besos que le ofrecía la soledad, y desde luego, la melancolía; le dejaban marcas imborrables en los pómulos que le definían como un hombre aborrecible y desalmado, al que sólo le importaba él mismo, porque después de todo, su intachable reputación narcisista no se había hecho en las calles de un país cualquiera, sino en los desgarradores pasadizos parisinos que se ocultaban tras los deleites más exquisitos de toda la ciudad."
Las noches se desvanecían cuán tardías eran las estrellas, cuya luz permanecía estática cada minuto, contrario a los deseos, que seguían pasándose de cuerpo en cuerpo, cada uno distinto al otro, con personalidades diferentes; unos deseos eran frívolos, otros eran voraces, pero a fin de cuentas, eran deseos y eso nadie lo podría cambiar.
El galante pero no menos indiferente varón al que nombraron Chanel, se hallaba consumido entre millones de deseos, deseos pasionales, cuya fuente de energía era la mismísima luna, quien creaba un inexplicable deleite con su escultural cuerpo denudo y su pulcra belleza. El hombre la percibía como una de las tantas féminas que se exponían frente a él y sus magníficas pinturas al óleo. Todo era perfecto dentro de la tormenta que se hallaba causando una gran odisea al interior de la cabeza de Chanel; habían relámpagos por allí y unas cuantas gotas de lujuria por allá.
De repente, se interceptó un sonido entre sus anhelos, un sonido un poco fuera de lo común; aquella era una hermosa melodía engendrada por los dedos de un ser que se encontraba tras un senil piano. Era majestuosa, muy majestuosa, así que Chanel decidió añadirla a un oscuro lugar entre sus fúnebres anhelos.
Aquella provenía del gran teatro parisino, que no se encontraba sino a unos pocos metros de la banca en la que el hombre se encontraba sentado; no lo pensó dos veces. Se dirigió con rapidez para presenciar al creador de tal obra tan magnífica, puesto que su don no merecía uno, sino millones de méritos.
Así fue como se escabulló entre las sombras e ingresó con cautela a uno de los lugares más prestigiosos de la ciudad; lo que hacía estaba mal, pero aquello se sentía tan bien, su caso era todo un enredo. Pero allí lo descubrió, tal y como se lo imaginaba, un muchacho de cabellos ensortijados y con un aspecto parcialmente elegante.
No paró de espiarlo, se sentía maravillado frente a su interpretación, hasta que la brisa sopló un aire frío y el ambiente se empezó a tornar trágico. La melodía se hacía cada vez más tétrica hasta el momento en que un gran silencio logró dominar las auras del teatro. Él sabía que Chanel se encontraba en algún lugar de penumbras, y que no saldría hasta finalmente hallarlo, o al menos eso era lo que Clutterbuck presentía.
Todo sucedió al revés, puesto que el pelirrojo se atrevió a mostrarse frente a una suave voz que se dirigía a él con sutileza.
—¿Acaso me habla a mí? O le habla a todos los secretos que guarda al interior de la caja de su piano —mencionó Chanel al joven, dándole el beneficio de la duda, duda que le conllevaría a nada más y nada menos que al mismísimo infierno.
Última edición por Chanel Clutterbuck el Lun Abr 09, 2018 1:48 pm, editado 11 veces
Chanel Clutterbuck- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 25/03/2018
Localización : París, Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: The magic of the keys » Chanel Clutterbuck
❝ Los monstruos son reales y los fantasmas también:
viven dentro de nosotros y, a veces, ellos ganan ❞
viven dentro de nosotros y, a veces, ellos ganan ❞
— Stephen King
Frunció el ceño, dándose la vuelta, apartando su atención de las teclas del hermoso Steinway que tenía el placer de tocar y le echó una mirada al intruso. Se le notaba en la apariencia y en el aura qué clase de monstruo era, su oído había captado el mensaje también: el hombre no respiraba y su corazón estaba detenido. Por su apostura, Jerome podía reconocer que pertenecía a su mismo círculo social y en sus ojos podía ver una oscuridad tan absurda como aterrorizadora. Algo en él le traía memorias de Hywel y por ende, su aversión creció.
—¿Qué podría saber usted de mis secretos, Monsieur? —bufó, alzando una ceja con la misma soberbia que le caracterizaba cuando tendía a encontrarse a los hombres de su misma naturaleza. Le causaba tirria la manera en la que parecían querer adueñarse del mundo, como si todo lo demás estuviera por debajo de sus pálidos pies—. Se percibe a kilómetros que Narciso no le llega ni a los talones. Es mi turno para preguntar ¿qué hace usted aquí? Aún no es tiempo para la función, está distrayendo mi ensayo. Le solicito el favor de que se retire. —Su voz se quebró al final. Le costaba ser cortés con los de su especie, sentía que al hacerlo estaba venerando de nuevo las huellas y cenizas de un recuerdo amargo, de aquel que había sido su Domitor. El entablar conversaciones con otros vampiros siempre se tornaba como un trabajo doble, incluso más que el resistirse a la sangre humana, sacaba lo peor de él, tan acostumbrado a ser agradable y de buenos modales como sus padres le habían enseñado en lo que parecían eones, los de su especie tan monstruosos como él, lograban tocar la punta de sus nervios. Algo siempre le había quedado claro en cada encuentro posible con vampiros: no podías confiar en ninguno. Incluso a veces, no era capaz de confiar en sí mismo. La Academia Leviathan le estaba ayudando a entablar relaciones y a no juzgar a otros por su condición mientras aprendía todo aquello que no podía tras el arrebato de su humanidad, no obstante, seguía resultándole un martirio encontrar a otros fuera del recinto académico, otros lo suficientemente experimentados como para agarrar su corazón y estrujarlo hasta convertirlo en una masa putrefacta, sin esperanza.
Inspiró, aún sabiendo que era inútil, el oxígeno no era indispensable para su nueva naturaleza. Tuvo que girarse de inmediato, cuando sus ojos cayeron sobre los carnosos labios del intruso y se imaginó múltiples escenarios indecorosos, de haber sido humano, se hubiera sonrojado. Cerró los ojos, mientras sus manos volvían a las teclas del piano y empezaba a tocar una sonata vertiginosa de Liszt. Rondeau Fantastique llenó sus oídos mientras sus dedos delgados maniobraron de nuevo, concentrarse en una melodía que exigía un nivel de destreza mayor, le permitiría alejar sus imaginaciones pecaminosas con el intruso. Esperaba que al hacerlo, también, el vampiro recibiera el mensaje y se fuera del teatro tan rápido como el viento lo había traído.
—¿Qué podría saber usted de mis secretos, Monsieur? —bufó, alzando una ceja con la misma soberbia que le caracterizaba cuando tendía a encontrarse a los hombres de su misma naturaleza. Le causaba tirria la manera en la que parecían querer adueñarse del mundo, como si todo lo demás estuviera por debajo de sus pálidos pies—. Se percibe a kilómetros que Narciso no le llega ni a los talones. Es mi turno para preguntar ¿qué hace usted aquí? Aún no es tiempo para la función, está distrayendo mi ensayo. Le solicito el favor de que se retire. —Su voz se quebró al final. Le costaba ser cortés con los de su especie, sentía que al hacerlo estaba venerando de nuevo las huellas y cenizas de un recuerdo amargo, de aquel que había sido su Domitor. El entablar conversaciones con otros vampiros siempre se tornaba como un trabajo doble, incluso más que el resistirse a la sangre humana, sacaba lo peor de él, tan acostumbrado a ser agradable y de buenos modales como sus padres le habían enseñado en lo que parecían eones, los de su especie tan monstruosos como él, lograban tocar la punta de sus nervios. Algo siempre le había quedado claro en cada encuentro posible con vampiros: no podías confiar en ninguno. Incluso a veces, no era capaz de confiar en sí mismo. La Academia Leviathan le estaba ayudando a entablar relaciones y a no juzgar a otros por su condición mientras aprendía todo aquello que no podía tras el arrebato de su humanidad, no obstante, seguía resultándole un martirio encontrar a otros fuera del recinto académico, otros lo suficientemente experimentados como para agarrar su corazón y estrujarlo hasta convertirlo en una masa putrefacta, sin esperanza.
Inspiró, aún sabiendo que era inútil, el oxígeno no era indispensable para su nueva naturaleza. Tuvo que girarse de inmediato, cuando sus ojos cayeron sobre los carnosos labios del intruso y se imaginó múltiples escenarios indecorosos, de haber sido humano, se hubiera sonrojado. Cerró los ojos, mientras sus manos volvían a las teclas del piano y empezaba a tocar una sonata vertiginosa de Liszt. Rondeau Fantastique llenó sus oídos mientras sus dedos delgados maniobraron de nuevo, concentrarse en una melodía que exigía un nivel de destreza mayor, le permitiría alejar sus imaginaciones pecaminosas con el intruso. Esperaba que al hacerlo, también, el vampiro recibiera el mensaje y se fuera del teatro tan rápido como el viento lo había traído.
Última edición por Jerome C. Césaire el Dom Abr 08, 2018 4:08 pm, editado 1 vez
Jerome C. Césaire- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 32
Fecha de inscripción : 25/03/2018
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: The magic of the keys » Chanel Clutterbuck
The magic of the keys
Teatro | Jerome C. Césaire | París, Francia
"Primero vienen las sonrisas, luego las mentiras.
Finalmente las balas."
— Stephen King
Finalmente las balas."
— Stephen King
Todas aquellas almas que fueron abandonadas son frágiles y fáciles de atraer, cuán destrozadas fueron por sus anteriores cuerpos que las calcinaron sin escrúpulos hasta volverlas cenizas. Pero ahora son errantes, y andan en la búsqueda de un cuerpo ameno donde refugiarse, que les proporcionen unos calientes brazos mitigantes y que les sustenten de falsos juramentos, para después de unos cuantos lucros expulsarlas de nuevo sin ningún tipo de desasosiego, porque eso hace lo carnal; aquellos no tienen buenas intenciones, y ésto no se suele creer sino hasta el momento en que se hace realidad.
Chanel Clutterbuck era así, sus sentimientos eran tan fríos como el refrigerador donde guarda su colección de corazones; pero ésto probablemente no era culpa de él, sino de sus padres, quienes le enseñaron a ser tirano desde que es un infante, agostandole y creando día a día un espacio muy grande para un corazón indiscutiblemente diminuto. Pero Chanel era un hombre de apariencias y las personas le veían como un ser seráfico y risueño, incluso cuando sus sonrisas parecían ser sacadas del mismísimo averno.
Pero todo continuaba en una majestuosa melodía que era interpretada por la que parecía ser la próxima víctima del señor Clutterbuck.
El varón ladeó una sonrisa pícara enseñando sus tentativos hoyuelos, inclusive sabiendo que el único beneficio que podría sacar del jóven era su jugosa sangre y unas cuántas canciones de Pierre Baillot.
—Ay jeune, mi especialidad es conocer absolutamente todos los secretos de los no-amados, aunque también me gusta conocer aquellos de los que sí son amados. —bramó, apeteciendo desde un principio la cólera del muchacho, que le conduciría a completar cada uno de los pasos de su irrefutable plan, aquél que nunca le salía mal—. Además, usted no tiene porqué expulsarme caballero, parece que tiene una actitud intachable y que ninguna persona podría ser una distracción para usted, ¿verdad?—concluyó mordaz, atisbando un asiento cómodo que le permitiría ubicarse más cerca del rizado, quien simulaba no hacer contacto visual, iniciando otra de sus magníficas interpretaciones y nuevamente dejando al hombre hechizado, pero aquél no era un hechizo de amor ni mucho menos de deseo, sino un hechizo ferozmente lenitivo, que lograba hipnotizar a Chanel, y todo lo que se trataba de sus movimientos; el hombre tenía aquél increíble secreto, oculto entre los más recónditos misterios que guardaba dentro de su baúl de antiguedades, pero nadie podría saberlo porque presentía que le podrían sacar provecho.
Chanel Clutterbuck- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 25/03/2018
Localización : París, Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: The magic of the keys » Chanel Clutterbuck
❝ Un mirlo cantando, sobre un campo de musgo tapizado,
capullos que ensombrecen, penumbras que salvajes florecen ❞
capullos que ensombrecen, penumbras que salvajes florecen ❞
— Francis Ledwidge
Rodó los ojos al oír las palabras que el vampiro le dijo, ignorando su previa despedida brusca. Suspiró, mientras sus dedos tocaban las teclas con esa técnica tan propia suya, una que honradamente mostraría ante los grandes artistas y, entonces le echó un vistazo por el hombro al intruso que se había puesto cómodo para su desgracia.
Sus dedos no dejaron de trazar arte a través del sonsonete de las teclas del Steinway, reconociendo todos los altos y bajos del arreglo sin necesidad de colocar expresa atención, le sonrió dulcemente—un gesto que bien podía significar la guerra—al vampiro y le preguntó—: ¿Tiene algún interés por escuchar una pieza en específico, Monsieur? Ya que se encontró más que satisfecho interrumpiendo, no me iría nada mal recibir sugerencias de parte suya. —Y para agregar, porque, en efecto, le quedaba imposible seguir dirigiéndose sin conocimiento básico de su compañero, inquirió—: ¿Cuál dijo que era su nombre, Monsieur?
Regresó su atención al piano, terminando la agraciada e intensa pieza de Listz. Mientras el golpeteo rítmico le traía memorias de un pasado que había estado absorbido por la completa oscuridad y el deseo ferviente de poseer de un ser con el que ahora compartía naturaleza, su corazón se apretujó y sus dedos inconscientemente cambiaron. Sin esperar respuesta del vampiro, empezó a tocar el melancólico arreglo de Bach, Cordero de Dios llenando el recinto con su lento y fúnebre humor.
Podía no ser grato para Jerome el tener compañía a la hora de ensayar las piezas que se encontraban dentro del protocolo de la obra, pero se encontró de alguna oscura manera, disfrutando de la presencia de su igual, en términos puramente estéticos. Claro estaba que el hombre tenía mayor experiencia y podía ser más peligroso de lo que su apostura aparentaba. Sin embargo, el joven vampiro recién convertido se deleitó con el sentimiento de no estar solo en el mundo. Podía encontrar afecto entre los humanos, pero solo un vampiro podía conocer la perversidad de su propia naturaleza, la condena que se cargaba sobre los hombros de todos aquellos que moraban en la oscuridad de los callejones y deambulaban bajo la luz de la luna llena porque la vida diurna suponía un fin mortal para ellos.
—Tiene usted razón, Monsieur. No todos pueden distraerme, me temo que recaeré en eso que tanto detesto, subirle los ánimos a uno de mis iguales. Pero, no puedo dejar de comentar que, sin duda alguna, usted es de esas personas que distraen a cualquiera. —No quería sonar adulador y mucho menos estaba en su deseo el querer coquetearle al vampiro. Para ello, podría disfrutar haciendo sonrojar a los prostitutos con los cuales a veces tenía el placer de encontrarse. Un vampiro era tan gélido, que ninguna caricia podía extraer esa exquisitez que tanto agraciaba a los humanos que le fascinaba degustar; el vampiro, no obstante, le había causado cierta curiosidad, su forma de hablar y su lenguaje corporal lo atrajeron como un gato a su muerte anunciada.
Sus dedos no dejaron de trazar arte a través del sonsonete de las teclas del Steinway, reconociendo todos los altos y bajos del arreglo sin necesidad de colocar expresa atención, le sonrió dulcemente—un gesto que bien podía significar la guerra—al vampiro y le preguntó—: ¿Tiene algún interés por escuchar una pieza en específico, Monsieur? Ya que se encontró más que satisfecho interrumpiendo, no me iría nada mal recibir sugerencias de parte suya. —Y para agregar, porque, en efecto, le quedaba imposible seguir dirigiéndose sin conocimiento básico de su compañero, inquirió—: ¿Cuál dijo que era su nombre, Monsieur?
Regresó su atención al piano, terminando la agraciada e intensa pieza de Listz. Mientras el golpeteo rítmico le traía memorias de un pasado que había estado absorbido por la completa oscuridad y el deseo ferviente de poseer de un ser con el que ahora compartía naturaleza, su corazón se apretujó y sus dedos inconscientemente cambiaron. Sin esperar respuesta del vampiro, empezó a tocar el melancólico arreglo de Bach, Cordero de Dios llenando el recinto con su lento y fúnebre humor.
Podía no ser grato para Jerome el tener compañía a la hora de ensayar las piezas que se encontraban dentro del protocolo de la obra, pero se encontró de alguna oscura manera, disfrutando de la presencia de su igual, en términos puramente estéticos. Claro estaba que el hombre tenía mayor experiencia y podía ser más peligroso de lo que su apostura aparentaba. Sin embargo, el joven vampiro recién convertido se deleitó con el sentimiento de no estar solo en el mundo. Podía encontrar afecto entre los humanos, pero solo un vampiro podía conocer la perversidad de su propia naturaleza, la condena que se cargaba sobre los hombros de todos aquellos que moraban en la oscuridad de los callejones y deambulaban bajo la luz de la luna llena porque la vida diurna suponía un fin mortal para ellos.
—Tiene usted razón, Monsieur. No todos pueden distraerme, me temo que recaeré en eso que tanto detesto, subirle los ánimos a uno de mis iguales. Pero, no puedo dejar de comentar que, sin duda alguna, usted es de esas personas que distraen a cualquiera. —No quería sonar adulador y mucho menos estaba en su deseo el querer coquetearle al vampiro. Para ello, podría disfrutar haciendo sonrojar a los prostitutos con los cuales a veces tenía el placer de encontrarse. Un vampiro era tan gélido, que ninguna caricia podía extraer esa exquisitez que tanto agraciaba a los humanos que le fascinaba degustar; el vampiro, no obstante, le había causado cierta curiosidad, su forma de hablar y su lenguaje corporal lo atrajeron como un gato a su muerte anunciada.
Jerome C. Césaire- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 32
Fecha de inscripción : 25/03/2018
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Temas similares
» Chanel Clutterbuck » FPJ
» EL LIBERTINO CASTIGADO » Chanel Clutterbuck
» Chanel Rosethal
» God save your blood, fools! | Relaciones de Chanel
» My magic circle
» EL LIBERTINO CASTIGADO » Chanel Clutterbuck
» Chanel Rosethal
» God save your blood, fools! | Relaciones de Chanel
» My magic circle
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour