AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Cuando nuestros caminos se encuentren [Dima Yakovlev]
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Cuando nuestros caminos se encuentren [Dima Yakovlev]
Apesar del viento frío que soplaba, el sol aminoraba la sensación gélida que éste trataba de dejar en la piel de los transeúntes de las clles de París, no podía evitar que la brisa jugueteara con su cabello ya que tenía las manos ocupadas, tenía más cosas de las que podía cargar, pinceles, carboncillos, lienzos hojas.
Iba por las calles mirando con sus recuerdos, ensimismada y distraída, embriagandose de los aromas que surgían, hipnotizandose con los sonidos que danzaban a su alrededor, ya no era dueña de sus pasos, al menos no de manera consciente sus ojos no miraban el camino que recorría sino el que en algún momento su infancia caminó al lado de su Padre.
Tal distracción le costó ya que a sus ojos las calles por las que caminaba estaban vacías, pero en realidad se adentró en una de las calles mas concurridas, fué sacaa abruptamnte de su fantasía al sentír un fuerte golpe en su costado, había chocado con alguien y esto la desequilibró haciendola caer y con ella todas las cosas que llevaba.
Miró hacia arriba y a su alrededor y sonrí para si misma al imaginarse la escena de una mujer allí sentada en el piso con sus pertenencias regadas, se hincó y comenzó a recojer los pedazos de carboncillos, los lienzos sucios y lo demás que traía.
Iba por las calles mirando con sus recuerdos, ensimismada y distraída, embriagandose de los aromas que surgían, hipnotizandose con los sonidos que danzaban a su alrededor, ya no era dueña de sus pasos, al menos no de manera consciente sus ojos no miraban el camino que recorría sino el que en algún momento su infancia caminó al lado de su Padre.
Tal distracción le costó ya que a sus ojos las calles por las que caminaba estaban vacías, pero en realidad se adentró en una de las calles mas concurridas, fué sacaa abruptamnte de su fantasía al sentír un fuerte golpe en su costado, había chocado con alguien y esto la desequilibró haciendola caer y con ella todas las cosas que llevaba.
Miró hacia arriba y a su alrededor y sonrí para si misma al imaginarse la escena de una mujer allí sentada en el piso con sus pertenencias regadas, se hincó y comenzó a recojer los pedazos de carboncillos, los lienzos sucios y lo demás que traía.
Última edición por Charleen Rumsfeld el Lun Ene 03, 2011 12:50 am, editado 4 veces
Invitado- Invitado
Re: Cuando nuestros caminos se encuentren [Dima Yakovlev]
Dima había salido del hotel donde aún se hospedaba -muy a su pesar- con ánimo extraño, tal vez nostálgico. Necesitaba algo nuevo, algo especial que le hiciera tocar las teclas de su acordeón y componer alguna nueva melodía, algo más allá de su folclore.
Su reencuentro con los hermanos Kuznetsov, la responsabilidad de cuidar de Alina y saberla feliz, el haberse reencontrado con tantos antiguos amigos o el conocer a muchos otros colmaban su sonrisa aquel día donde el viento jugaba con sus rubios cabellos y el sol iluminaba sus azules ojos.
Caminó sin rumbo por las calles, con un par de hojas en el bolsillo y un lápiz roído de tanto haberlo mordido.
Inquieto como siempre, pero con aquella sensación, recorrió París asombrado por la belleza de sus calles, la alegría de su gente, al igual que su elegancia, los murmullos en los cafés de la zona y tantas otras cosas que hacían de aquella ciudad un lugar lleno de vida al gusto de Dima.
Se colocó la boina de color oscuro y comenzó a silbar mientras continuaba con su camino, esperando que tal vez en algún lugar, encontrase aquella inspiración que le faltaba. ¿Qué le depararía París aquella mañana?
Sonrió, en un gesto aniñado, silbando una melodía que había aprendido antaño en las pobres calles de Rusia, donde los niños aprendían lo que era verdaderamente la vida.
Pero despistado como siempre, chocó con una joven haciéndola caer, tirando a su vez lo que la chica llevaba en brazos.
Sin embargo, la chica no dijo absolutamente nada, y se agachó para comenzar a recoger aquellas cosas que él mismo había tirado.
-Señorita, lo siento....- comenzó avergonzado, agachándose al lado de la joven. -No estaba atento a lo que hacía, perdóneme....- a penas le dio tiempo a comenzar a recoger nada, pues cuando extendió su brazo para alcanzar algunos carboncillos y lienzos, su cabeza chocó contra la de la joven. -¡Au!.- se quejó torpe, frotándose la frente. -Soy un maldito patoso....- rió divertido ante su propia torpeza.
Fue entonces cuando alzó la vista a la joven, y divertido, pensó por un momento haber encontrado algo distinto en aquel paseo por París. Abrumado por la dulce belleza de la chica, colocó el pelo de la chica tras su oreja para luego observar la frente de ésta buscando algún golpe.
-¿Te he hecho daño?.- la cuestionó en tono más informal, acariciando con suavidad la frente de la chica.
Su reencuentro con los hermanos Kuznetsov, la responsabilidad de cuidar de Alina y saberla feliz, el haberse reencontrado con tantos antiguos amigos o el conocer a muchos otros colmaban su sonrisa aquel día donde el viento jugaba con sus rubios cabellos y el sol iluminaba sus azules ojos.
Caminó sin rumbo por las calles, con un par de hojas en el bolsillo y un lápiz roído de tanto haberlo mordido.
Inquieto como siempre, pero con aquella sensación, recorrió París asombrado por la belleza de sus calles, la alegría de su gente, al igual que su elegancia, los murmullos en los cafés de la zona y tantas otras cosas que hacían de aquella ciudad un lugar lleno de vida al gusto de Dima.
Se colocó la boina de color oscuro y comenzó a silbar mientras continuaba con su camino, esperando que tal vez en algún lugar, encontrase aquella inspiración que le faltaba. ¿Qué le depararía París aquella mañana?
Sonrió, en un gesto aniñado, silbando una melodía que había aprendido antaño en las pobres calles de Rusia, donde los niños aprendían lo que era verdaderamente la vida.
Pero despistado como siempre, chocó con una joven haciéndola caer, tirando a su vez lo que la chica llevaba en brazos.
Sin embargo, la chica no dijo absolutamente nada, y se agachó para comenzar a recoger aquellas cosas que él mismo había tirado.
-Señorita, lo siento....- comenzó avergonzado, agachándose al lado de la joven. -No estaba atento a lo que hacía, perdóneme....- a penas le dio tiempo a comenzar a recoger nada, pues cuando extendió su brazo para alcanzar algunos carboncillos y lienzos, su cabeza chocó contra la de la joven. -¡Au!.- se quejó torpe, frotándose la frente. -Soy un maldito patoso....- rió divertido ante su propia torpeza.
Fue entonces cuando alzó la vista a la joven, y divertido, pensó por un momento haber encontrado algo distinto en aquel paseo por París. Abrumado por la dulce belleza de la chica, colocó el pelo de la chica tras su oreja para luego observar la frente de ésta buscando algún golpe.
-¿Te he hecho daño?.- la cuestionó en tono más informal, acariciando con suavidad la frente de la chica.
Dima Yakovlev- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/10/2010
Edad : 34
Re: Cuando nuestros caminos se encuentren [Dima Yakovlev]
No bien había comenzado a recojer sus pertenecias cuando su cabeza siguió el mismo trayecto que la del que suponía, la había llevado a estar en el suelo, provocando que sus cabezas chocasen; instintivamente se llevó la mano a la cabeza cerrando los ojos y dejando escapar un pequeño gemido de dolor.
Entre tanta confusión escuchó una voz varonil, con una mezcla entre alegría y arrepentimiento, logró alzar la mirada que denotaba confusión y nerviosismo, no sabía que le había pasado ni estaba muy conciente de la situación, fué cuando su mirada se topó con el azul profundo de unos ojos llenos de vigor, cerró los ojos y sacudió levemente la cabeza haciendo que su cabello le cayera en la cara y repasó las imagenes en su cabeza, ella caminando y luego en el piso, el joven delante de sus ojos debía ser con quien había chocado.
Sintió el roce de la mano del extraño en su rostro retirando el cabello que tenía en la cara en busca de alguna herida.
-¿Eh?.... auch!
Las primeras palabras que decía después de tanto ajetreo y eran solo monosílabos, pero el roce cálido de los dedos de aquel joven en su frente habían producido dolor y ardor, suponía que ahí había recibido el golpe.
-Pe...perdone yo, yo...Estoy bien, ¿usted?
Atinó a decir después de acomodar un poco sus ideas, sonrió levemente y volvió a posar su mirada en la de aquel caballero, un azul vivaz, misterioso... volvió a sacudir la cabeza para salir de ese pequeño lapso de confusión.
- Fuí yo la que no ha puesto atención en sus pasos, creo que iba soñando despierta
Bajo la mirada un poco avergonzada lo cual se notaba en el color rosado que adquirían sus mejillas, "Deja de soñar en el día que no dejarás nada para la noche" solía decirle su Padre, se dió cuenta de todo el peso que llevaban esas palabras
Entre tanta confusión escuchó una voz varonil, con una mezcla entre alegría y arrepentimiento, logró alzar la mirada que denotaba confusión y nerviosismo, no sabía que le había pasado ni estaba muy conciente de la situación, fué cuando su mirada se topó con el azul profundo de unos ojos llenos de vigor, cerró los ojos y sacudió levemente la cabeza haciendo que su cabello le cayera en la cara y repasó las imagenes en su cabeza, ella caminando y luego en el piso, el joven delante de sus ojos debía ser con quien había chocado.
Sintió el roce de la mano del extraño en su rostro retirando el cabello que tenía en la cara en busca de alguna herida.
-¿Eh?.... auch!
Las primeras palabras que decía después de tanto ajetreo y eran solo monosílabos, pero el roce cálido de los dedos de aquel joven en su frente habían producido dolor y ardor, suponía que ahí había recibido el golpe.
-Pe...perdone yo, yo...Estoy bien, ¿usted?
Atinó a decir después de acomodar un poco sus ideas, sonrió levemente y volvió a posar su mirada en la de aquel caballero, un azul vivaz, misterioso... volvió a sacudir la cabeza para salir de ese pequeño lapso de confusión.
- Fuí yo la que no ha puesto atención en sus pasos, creo que iba soñando despierta
Bajo la mirada un poco avergonzada lo cual se notaba en el color rosado que adquirían sus mejillas, "Deja de soñar en el día que no dejarás nada para la noche" solía decirle su Padre, se dió cuenta de todo el peso que llevaban esas palabras
Invitado- Invitado
Re: Cuando nuestros caminos se encuentren [Dima Yakovlev]
Cuando su mano rozó con la frente de la joven, ésta se quejó automáticamente, y Dima se separó rápidamente de la chica, pues no quería hacerle daño.
Miró a la joven a los ojos al separar su mano de ella, esperando una reacción de la joven. Quizá lo mirase con odio, tal vez con molestia, alguna expresión debía mostrarse en su mirada.
-Pe...perdone yo, yo...Estoy bien, ¿usted?.- atinó a decir la chica, que parecía confusa por el golpe. Dima asintió rápidamente sin dejar de observar a la chica, preocupado por ella como si acabara de darle el mayor golpe de su vida. -Fui yo la que no ha puesto atención en sus pasos, creo que iba soñando despierta.- añadió bajando la mirada un tanto avergonzada.
Dima no pudo evitar dejar escapar una risita cuando notó que las mejillas de la chica se sonrojaban ligeramente.
-Tranquila.- sonrió Dima, tomando el rostro de la chica para alzarlo y poder mirar sus ojos. -Yo estaba perdido en mi mundo, soy todo un torpe....- rió él, intentando que la chica olvidase el incidente. -Parece que sí te hice daño....- alncazó a decir él, de nuevo preocupado, dirigiendo su mano al golpe de la chica. -Creo que estoy en completa obligación de cuidar de ti hasta que te encuentres mejor.- dijo él en tono divertido, dibujando una sonrisa aniñada en sus labios.
Dima no había mentido al decir aquello, se sentía en la obligación de cuidar de la chica hasta que se encontrara mejor, pues a fin de cuentas la culpa de que la chica estuviera aturdida era suya.
Se levantó lentamente, tomando luego la mano de la chica sin abandonar la sonrisa de sus labios, e hizo un pequeño gesto con la cabeza.
-Quizá en algún café me dejen una servilleta mojada para calmarte ese chichón....-dijo él a modo de invitación, no podía evitar pensar en lo bonita que era la chica y en la suerte que había tenido... bueno, al menos él, porque la chica había recibido un buen golpe. -Por favor.- añadió un tanto avergonzado.
Miró a la joven a los ojos al separar su mano de ella, esperando una reacción de la joven. Quizá lo mirase con odio, tal vez con molestia, alguna expresión debía mostrarse en su mirada.
-Pe...perdone yo, yo...Estoy bien, ¿usted?.- atinó a decir la chica, que parecía confusa por el golpe. Dima asintió rápidamente sin dejar de observar a la chica, preocupado por ella como si acabara de darle el mayor golpe de su vida. -Fui yo la que no ha puesto atención en sus pasos, creo que iba soñando despierta.- añadió bajando la mirada un tanto avergonzada.
Dima no pudo evitar dejar escapar una risita cuando notó que las mejillas de la chica se sonrojaban ligeramente.
-Tranquila.- sonrió Dima, tomando el rostro de la chica para alzarlo y poder mirar sus ojos. -Yo estaba perdido en mi mundo, soy todo un torpe....- rió él, intentando que la chica olvidase el incidente. -Parece que sí te hice daño....- alncazó a decir él, de nuevo preocupado, dirigiendo su mano al golpe de la chica. -Creo que estoy en completa obligación de cuidar de ti hasta que te encuentres mejor.- dijo él en tono divertido, dibujando una sonrisa aniñada en sus labios.
Dima no había mentido al decir aquello, se sentía en la obligación de cuidar de la chica hasta que se encontrara mejor, pues a fin de cuentas la culpa de que la chica estuviera aturdida era suya.
Se levantó lentamente, tomando luego la mano de la chica sin abandonar la sonrisa de sus labios, e hizo un pequeño gesto con la cabeza.
-Quizá en algún café me dejen una servilleta mojada para calmarte ese chichón....-dijo él a modo de invitación, no podía evitar pensar en lo bonita que era la chica y en la suerte que había tenido... bueno, al menos él, porque la chica había recibido un buen golpe. -Por favor.- añadió un tanto avergonzado.
Dima Yakovlev- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/10/2010
Edad : 34
Re: Cuando nuestros caminos se encuentren [Dima Yakovlev]
Respiró profundo y tomó conciencia al cien porciento de la situación y una sonrisa se dibujó en sus labios, volvió a sentir las cálidas manos del joven en su rostro obligandola a mirarlo a los ojos, transmitía una tranquilidad increíble que hizo que toda confusión y el ardor de su frente desaparecieran... al menos hasta que el chico volvió a rozar la herida, la sensación ya no fué tan quemante por lo que sólo entrecerro los ojos sonriendo más ampliamente.
-Parece que sí te hice daño....Creo que estoy en completa obligación de cuidar de ti hasta que te encuentres mejor.
Escuchó decir al joven mientras éste se ponía de pie ofreciendole su mano para que dejase de estar en el piso, la aceptó y se puso de pie quedando frente a él, y al momento ladeó la cabeza llevandose la uña del dedo meñique a la boca, señal de que estaba nerviosa y apenada, no solo ella había recibido el golpe por lo que creyó que quizás él también tendría un hermoso chichón adornando su frente entre tanto cabello dorado.
-No es necesario que se tome tantas molestias, aún así...
Hizo una pausa mientras se acercaba más al muchacho estirando su mano y colocandose sobre las puntas de sus pies para lograr alcanzarlo, si bien ella no era para nada baja de estatura aquel joven la sobrepasaba, con su mano retiró un poco del rubio cabello de la frente del joven en busca de alguna marca rozando levemente con sus dedos.
-Mi nona suele decirme que soy cabeza dura, no le haya provocado también algo yo a usted.Dibujó una sonrisa divertida en su cara, no había situación que desdibujara esa jovial entrada de alegría de su rostro, además así liberaba más la tensión de toda la confusión que había causado.
-No es necesario que se tome tantas molestias, aún así...
Hizo una pausa mientras se acercaba más al muchacho estirando su mano y colocandose sobre las puntas de sus pies para lograr alcanzarlo, si bien ella no era para nada baja de estatura aquel joven la sobrepasaba, con su mano retiró un poco del rubio cabello de la frente del joven en busca de alguna marca rozando levemente con sus dedos.
-Mi nona suele decirme que soy cabeza dura, no le haya provocado también algo yo a usted.Dibujó una sonrisa divertida en su cara, no había situación que desdibujara esa jovial entrada de alegría de su rostro, además así liberaba más la tensión de toda la confusión que había causado.
Invitado- Invitado
Re: Cuando nuestros caminos se encuentren [Dima Yakovlev]
Finalmente la muchacha tomó su mano para levantarse y alzarse ante él, logrando que Dima la recorriera curioso con la mirada de la forma más disimulada posible.
De pronto, la chica se puso de puntillas y retiró con delicadeza el cabello rubio del rubio, logrando que éste sonriese divertido y mirase los ojos de la chica con profundida.
-Mi nona suele decirme que soy cabeza dura, no le haya provocado también algo yo a usted.- dijo la chica dibujando una divertida sonrisa en el rostro, logrando que Dima se riese, disfrutando de algún modo de aquella situación.
-Estoy acostumbrado a los golpes, en el ejército me dieron unos cuantos....- bromeó, para darse cuenta al instante de que no debía haber dicho aquello. -Nada de usted, soy Dima.- dijo de forma apresurada, dibujando una sonrisa un tanto nerviosa en sus labios. -¿Te encuentras bien? ¿Te duele?.- comenzó a preguntar, acariciando el chichón de la joven. -Te has llevado la peor parte....- rió con delicadeza y sin ánimo de ofender.
Dima separó la vista de la chica casi a regañadientes, observando con rapidez a su alrededor para comprobar que hubiera algún café cerca. Su vista se topó entonces con las cosas de la joven aún tiradas en el suelo, y se agachó veloz a recogerlas.
-¿Eres pintora?.- preguntó con curiosidad, levantándose de un salto cuando hubo recogido todo. -Perdona, ni siquiera me has dicho tu nombre y no dejo de hablar...- se excusó el chico con inocencia.
De pronto, la chica se puso de puntillas y retiró con delicadeza el cabello rubio del rubio, logrando que éste sonriese divertido y mirase los ojos de la chica con profundida.
-Mi nona suele decirme que soy cabeza dura, no le haya provocado también algo yo a usted.- dijo la chica dibujando una divertida sonrisa en el rostro, logrando que Dima se riese, disfrutando de algún modo de aquella situación.
-Estoy acostumbrado a los golpes, en el ejército me dieron unos cuantos....- bromeó, para darse cuenta al instante de que no debía haber dicho aquello. -Nada de usted, soy Dima.- dijo de forma apresurada, dibujando una sonrisa un tanto nerviosa en sus labios. -¿Te encuentras bien? ¿Te duele?.- comenzó a preguntar, acariciando el chichón de la joven. -Te has llevado la peor parte....- rió con delicadeza y sin ánimo de ofender.
Dima separó la vista de la chica casi a regañadientes, observando con rapidez a su alrededor para comprobar que hubiera algún café cerca. Su vista se topó entonces con las cosas de la joven aún tiradas en el suelo, y se agachó veloz a recogerlas.
-¿Eres pintora?.- preguntó con curiosidad, levantándose de un salto cuando hubo recogido todo. -Perdona, ni siquiera me has dicho tu nombre y no dejo de hablar...- se excusó el chico con inocencia.
Dima Yakovlev- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/10/2010
Edad : 34
Re: Cuando nuestros caminos se encuentren [Dima Yakovlev]
Ladeó la cabeza un poco sin desdibujar la sonrisa de su cara, los ojos de aquel muchacho eran algo hipnotizantes y su sonrisa... eran cosas que no podía imaginar que existieran en alguien que hubiese recibido un duro entrenamiento, o almenos suponía que había tenido algún tipo de entrenamiento por lo que le dijo de haber estado en el ejército.
Lo miró fijamente y se sonrojó al escuchar el reproche del joven ante su actitud de hablarle de usted, los modales que su padre le había inculcado eran algo de lo que estaba muy orgullosa, ni siquiera con los de su edad o niños les hablaba de otra forma que no fuera de "usted"... hasta que le pedían que dejara de hacerlo.
Dima, memorizo el nombre mientras lo miraba entretenida sintiendo de nuevo el roce que, descubrió, causaba una ligera sensación de nerviosismo nada desagradable, de pronto perdió contacto con aquellos ojos azules y siguió atenta sus movimientos, se sonrojó más al ver que levantaba apresurado todas las cosas que ella había dejado regadas.
No pudo evitar sonreir y proferir una ligera risa al escuchar todo lo que salía de su boca, era como ver a un pequeño niño en un parque rodeado de todo lo que le maravilla intentando descubrir al mismo tiempo todo lo que sucede.
-Char...
Agacho un poco la mirada levantandola enseguida mientras colocaba un pequeño mechon de cabello detrás de su oreja para después extender su mano hacia Dima.
-Pintora por amor al lienzo a tu servicio
Dijo con una pequeña sonrisa llena de vivacidad
Lo miró fijamente y se sonrojó al escuchar el reproche del joven ante su actitud de hablarle de usted, los modales que su padre le había inculcado eran algo de lo que estaba muy orgullosa, ni siquiera con los de su edad o niños les hablaba de otra forma que no fuera de "usted"... hasta que le pedían que dejara de hacerlo.
Dima, memorizo el nombre mientras lo miraba entretenida sintiendo de nuevo el roce que, descubrió, causaba una ligera sensación de nerviosismo nada desagradable, de pronto perdió contacto con aquellos ojos azules y siguió atenta sus movimientos, se sonrojó más al ver que levantaba apresurado todas las cosas que ella había dejado regadas.
No pudo evitar sonreir y proferir una ligera risa al escuchar todo lo que salía de su boca, era como ver a un pequeño niño en un parque rodeado de todo lo que le maravilla intentando descubrir al mismo tiempo todo lo que sucede.
-Char...
Agacho un poco la mirada levantandola enseguida mientras colocaba un pequeño mechon de cabello detrás de su oreja para después extender su mano hacia Dima.
-Pintora por amor al lienzo a tu servicio
Dijo con una pequeña sonrisa llena de vivacidad
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Re: Cuando nuestros caminos se encuentren [Dima Yakovlev]
Miró a la chica divertido, observando el leve rubor que había aparecido en sus mejillas cuando le había dicho que no le tratase de usted. Rió divertido cuando aquel rubor aumentó debido a que había acariciado su chichón, para finalmente sonreír cuando la chica también lo hizo, divertida tal vez con su inocencia.
"Char", escuchó que decía la joven agachando un momento la mirada, para después levantarla mirándole. Se colocó un mechón de pelo tras la oreja, y luego extendió la mano hacia el chico.
Dima sonrió, tomando la mano de la joven para dar un suave beso en el dorso de ésta. Alzó la mirada para clavar sus azulados ojos en los de la joven, aún sin separar sus labios de la mano de ella. Lo hizo finalmente, acariciando levemente su mano con un roce de sus labios, sonriendo al separarse y ladear la cabeza con curiosidad justo cuando la chica dijo que era pintora por amor al lienzo.
-¡Pintora!.- exclamó él divertido. -Espero no haber estropeado tus instrumentos de trabajo Char...¿lotte? ¿Char...line?.- bromeó observando los lienzos de la joven que había recogido. -¿Si te invito a un café me mostrarás tus dibujos?.- sonrió con amabilidad.
Dima daba pequeños botes esperando la respuesta de la chica, como si fuera un niño pequeño que aguarda por un premio dado por sus progenitores. Sonreía divertido, pues ya había olvidado aquel extraño sentimiento que le había invadido desde el comienzo del día, agradeciendo el hecho de haber encontrado una agradable compañía. Quién sabe lo que podía salir de allí, y era aquel pensamiento el que divertía a Dima.
"Char", escuchó que decía la joven agachando un momento la mirada, para después levantarla mirándole. Se colocó un mechón de pelo tras la oreja, y luego extendió la mano hacia el chico.
Dima sonrió, tomando la mano de la joven para dar un suave beso en el dorso de ésta. Alzó la mirada para clavar sus azulados ojos en los de la joven, aún sin separar sus labios de la mano de ella. Lo hizo finalmente, acariciando levemente su mano con un roce de sus labios, sonriendo al separarse y ladear la cabeza con curiosidad justo cuando la chica dijo que era pintora por amor al lienzo.
-¡Pintora!.- exclamó él divertido. -Espero no haber estropeado tus instrumentos de trabajo Char...¿lotte? ¿Char...line?.- bromeó observando los lienzos de la joven que había recogido. -¿Si te invito a un café me mostrarás tus dibujos?.- sonrió con amabilidad.
Dima daba pequeños botes esperando la respuesta de la chica, como si fuera un niño pequeño que aguarda por un premio dado por sus progenitores. Sonreía divertido, pues ya había olvidado aquel extraño sentimiento que le había invadido desde el comienzo del día, agradeciendo el hecho de haber encontrado una agradable compañía. Quién sabe lo que podía salir de allí, y era aquel pensamiento el que divertía a Dima.
Dima Yakovlev- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/10/2010
Edad : 34
Re: Cuando nuestros caminos se encuentren [Dima Yakovlev]
El chico tomó su mano y depositó un ligero beso en el dorso de la misma, apenas un roce con la mirada levantada y fija en sus ojos, Charleen le sonrió entrecerrando los ojos asintiendo con la cabeza, ¿a qué le decía que si?... probablemente al nuevo encuentro.
Se sobresaltó un poco ante la reacción de Dima cuando le dijo que era pintora, pero ese cambio en su posición fue casi imperseptible ya que lo disimuló con una nueva sonrisa y con cierto brillo en sus ojos, la pintura era algo que le apasionaba en esta vida.
-Char...leen
Completó sonriente ante los pequeños cambios de nombre que le hacían, mientras presionaba un poco sobre su pecho la carpeta con hojas de bocetos y los lienzos doblados con trazos que sobresalían de ella ¿Un café acambió de mostrarle unos simples bocetos?, al parecer él no ganaría mucho, aún así asintió con la cabeza.
-Será un placer, pero advierto que no son las mejores obras del mundo... simple afición combinada con el don de saber sostener un pincel y un carboncillo
Dijo mientras levantaba el dedo índice como maestra que le explica a un pequeño infante alguna nueva definición, y quizás pasaba eso ya que la expresión y comportamiento de Dima le recordaban mucho a los niños que solía ver en las galerías o tiendas en compañía de sus padres.
Ante tal imagen no pudo dejar de sonreír, algo en ese chico de azules ojos y traviesa mirada la hacían sentir en extrema confianza y tranquilidad, quizás este día nos sería tan malo, al menos logró quitarse la imagen de sus sueños de su mente.
Se sobresaltó un poco ante la reacción de Dima cuando le dijo que era pintora, pero ese cambio en su posición fue casi imperseptible ya que lo disimuló con una nueva sonrisa y con cierto brillo en sus ojos, la pintura era algo que le apasionaba en esta vida.
-Char...leen
Completó sonriente ante los pequeños cambios de nombre que le hacían, mientras presionaba un poco sobre su pecho la carpeta con hojas de bocetos y los lienzos doblados con trazos que sobresalían de ella ¿Un café acambió de mostrarle unos simples bocetos?, al parecer él no ganaría mucho, aún así asintió con la cabeza.
-Será un placer, pero advierto que no son las mejores obras del mundo... simple afición combinada con el don de saber sostener un pincel y un carboncillo
Dijo mientras levantaba el dedo índice como maestra que le explica a un pequeño infante alguna nueva definición, y quizás pasaba eso ya que la expresión y comportamiento de Dima le recordaban mucho a los niños que solía ver en las galerías o tiendas en compañía de sus padres.
Ante tal imagen no pudo dejar de sonreír, algo en ese chico de azules ojos y traviesa mirada la hacían sentir en extrema confianza y tranquilidad, quizás este día nos sería tan malo, al menos logró quitarse la imagen de sus sueños de su mente.
Invitado- Invitado
Re: Cuando nuestros caminos se encuentren [Dima Yakovlev]
Cuando la chica completó su nombre, Dima rió divertido: aquel nombre le gustaba mucho más para ella que los anteriormente mencionados.
Continuó dando pequeños botes hasta que finalmente Charleen aceptó a su propuesta asintiendo. Dima hizo un gesto triunfal, como si acabase de ganar una carrera, y sonrió ante las palabras de la chica.
-El plácer es mío por poder acompañarte... estoy seguro de que tus dibujos no serán cualquier cosa.- rió con amabilidad, sacándose la boina de repente para hacer un gesto caballeroso, inclinándose ante la joven con una sonrisa. -¿Me concedes el honor, Charleen?.- musitó divertido, pronunciando su nombre con suma delicadeza, para luego alzar el brazo con intención de que la joven se asiera de él.
Dima pensó un momento lo divertido que le resultaba que aquella chica no le hubiera llamado ya "loco", "infantil" o "malcriado". Parecía estar en frente a una persona distinta, tal vez incluso divertida y con la suficiente paciencia para soportar sus aventuras.
Le creaba curiosidad aquella joven, más cuando había hablado de la pintura, pues pensaba que las personas con amor por algún arte eran diferentes a los demás, y a él le gustaba conocer gente que se saliera del molde.
Aguardó impaciente a que la muchacha aceptara su oferta, y comenzó a buscar con la mirada alguna cafetería donde parar.
-¡Allí hay una!.- exclamó en voz alta, pero al momento hizo una mueca con la boca. -Uhm, ese no... es mejor que busquemos otro, seguro que el camarero me reconoce y vuelve a echarme como la otra vez....- al percatarse que había dicho todo aquello en alto se tapó la boca clavando sus ojos en los de Charleen. -¡No pienses mal de mí!.- exclamó lloriqueando. -Pero cuando te aburres por las noches y te pones a tocar el acordeón delante de una cafetería te metes en algunos problemas....- murmuró avergonzado, evitando nombrar el hecho de que aquello había sucedido en una un par de noches atrás cuando estaba borracho. Agitó disimuladamente la cabeza, intentando olvidar el hecho de que había sentido la necesidad de beber un par de noches atrás... y eso que acababa de llegar a la ciudad. Rió nervioso al momento, poniéndose la boina con parsimonia.
Continuó dando pequeños botes hasta que finalmente Charleen aceptó a su propuesta asintiendo. Dima hizo un gesto triunfal, como si acabase de ganar una carrera, y sonrió ante las palabras de la chica.
-El plácer es mío por poder acompañarte... estoy seguro de que tus dibujos no serán cualquier cosa.- rió con amabilidad, sacándose la boina de repente para hacer un gesto caballeroso, inclinándose ante la joven con una sonrisa. -¿Me concedes el honor, Charleen?.- musitó divertido, pronunciando su nombre con suma delicadeza, para luego alzar el brazo con intención de que la joven se asiera de él.
Dima pensó un momento lo divertido que le resultaba que aquella chica no le hubiera llamado ya "loco", "infantil" o "malcriado". Parecía estar en frente a una persona distinta, tal vez incluso divertida y con la suficiente paciencia para soportar sus aventuras.
Le creaba curiosidad aquella joven, más cuando había hablado de la pintura, pues pensaba que las personas con amor por algún arte eran diferentes a los demás, y a él le gustaba conocer gente que se saliera del molde.
Aguardó impaciente a que la muchacha aceptara su oferta, y comenzó a buscar con la mirada alguna cafetería donde parar.
-¡Allí hay una!.- exclamó en voz alta, pero al momento hizo una mueca con la boca. -Uhm, ese no... es mejor que busquemos otro, seguro que el camarero me reconoce y vuelve a echarme como la otra vez....- al percatarse que había dicho todo aquello en alto se tapó la boca clavando sus ojos en los de Charleen. -¡No pienses mal de mí!.- exclamó lloriqueando. -Pero cuando te aburres por las noches y te pones a tocar el acordeón delante de una cafetería te metes en algunos problemas....- murmuró avergonzado, evitando nombrar el hecho de que aquello había sucedido en una un par de noches atrás cuando estaba borracho. Agitó disimuladamente la cabeza, intentando olvidar el hecho de que había sentido la necesidad de beber un par de noches atrás... y eso que acababa de llegar a la ciudad. Rió nervioso al momento, poniéndose la boina con parsimonia.
Dima Yakovlev- Humano Clase Alta
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Re: Cuando nuestros caminos se encuentren [Dima Yakovlev]
En definitiva su nombre sonaba muy bien al salir de boca del joven con ese timbre de voz tan especial, sonrió ante la reverencia que le hacía con su sombrero, por lo que con la mano libre tomó una parte de la falda de su vestido inclinando la cabeza contestando tal saludo tan elegante.
-El honor será mío, Dima
La actitud tan natural y tan espontanea que tenía ese chico la tranquilizaba a sobre manera, no era como los muchachos de alta sociedad con los que lamentablemente había tenído que convivir, todos serios, con trajes impecables y cabello relamido, sin sentido del humor, sin comprensión del arte más allá de lo que sus tutores les enseñaban sobre los reconocidos autores, Dima era diferente era alegre, risueño... divertido.
Se propuso posar su mano en el brazo que se le estaba ofreciendo, pero no pudo evitar seguir con sus ojos la mirada del chico, y mirarlo con cara de sorpresa cuando éste comentó lo del mesero regresando su rostro hacia el suyo fijando la vista en la de él, sin poder evitar reir levemente cuando Dima se llevó la mano a la boca y trató de desviar su mente de cualquier pensamiento malo sobre él que hubiera tenído... no hacía falta ya que no había pensado mas que posiblemente tuvo algún roce con el personal del café.
-Bueno, entonces ese queda descartado...quizás me corra a mi también si me pongo a sacar mi tenderete de pinturas
Dijo divertida con una gran sonrisa en el rostro, asiendose de manera firme al brazo de Dima.
-¿Qué te parece aquél?
Dijo mientras señalaba con la mirada lo que parecía ser una pequeña explanada con mesas que supuso era de algún café o restaurante
-El honor será mío, Dima
La actitud tan natural y tan espontanea que tenía ese chico la tranquilizaba a sobre manera, no era como los muchachos de alta sociedad con los que lamentablemente había tenído que convivir, todos serios, con trajes impecables y cabello relamido, sin sentido del humor, sin comprensión del arte más allá de lo que sus tutores les enseñaban sobre los reconocidos autores, Dima era diferente era alegre, risueño... divertido.
Se propuso posar su mano en el brazo que se le estaba ofreciendo, pero no pudo evitar seguir con sus ojos la mirada del chico, y mirarlo con cara de sorpresa cuando éste comentó lo del mesero regresando su rostro hacia el suyo fijando la vista en la de él, sin poder evitar reir levemente cuando Dima se llevó la mano a la boca y trató de desviar su mente de cualquier pensamiento malo sobre él que hubiera tenído... no hacía falta ya que no había pensado mas que posiblemente tuvo algún roce con el personal del café.
-Bueno, entonces ese queda descartado...quizás me corra a mi también si me pongo a sacar mi tenderete de pinturas
Dijo divertida con una gran sonrisa en el rostro, asiendose de manera firme al brazo de Dima.
-¿Qué te parece aquél?
Dijo mientras señalaba con la mirada lo que parecía ser una pequeña explanada con mesas que supuso era de algún café o restaurante
Última edición por Charleen Rumsfeld el Lun Ene 03, 2011 12:52 am, editado 1 vez
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Re: Cuando nuestros caminos se encuentren [Dima Yakovlev]
Dima se sintió gratamente tranquilo cuando la joven dejó descartado aquel café y bromeó con que tal vez la echarían a ella también si sacaba sus utensilios de pintura. Sonrió ampliamente ante la sonrisa de ella, pensando lo mucho que le gustaba, y posó su mano sobre la de la joven cuando se asió de su brazo con firmeza.
-¿Qué te parece aquel?.- dijo entonces, señalando con la mirada un café cercano al que había sido anteriormente nombrado.
-Ese me gusta.- sonrió él mirando los ojos de la chica y comenzando pues a caminar hacia el café.
Cuando finalmente llegaron, se separó con suavidad de la chica, y tomando una silla, la arrastró ligeramente dejando un espacio para que ella tomara asiento. Le sonrió y se apoyó en la mesa con expresión divertida.
-¿Qué desea la señorita? ¿Un café o tal vez algo más refrescante? ¡Pero con moderación!.- exclamó divertido. -No queremos que a la señorita le ocurra nada.- bromeó fingiendo estar serio un momento para luego echarse a reír. -¿Qué quieres tomar?.- preguntó finalmente colocando un mechón del pelo de la chica detrás de su oreja.
Jugueteó luego con otro mechón de pelo, mirando a la chica a los ojos sin abandonar la sonrisa de su rostro. Se sentía cómodo en compañía de aquella chica, aunque temía que pensara que era un idiota y acabara marchándose. ¿Pero qué podía hacer él? Le gustaba divertirse y ver todo desde un lado más bonito de la vida, incluso cuando bebía seguía viéndolo todo de forma positiva. Había tenido una vida demasiado oscura como para perderse en aquel pozo, y la vida era demasiado corta y maravillosa a su parecer como para hacer aquella locura.
Se preguntó, por un momento, si Charleen pensaría como él. ¿Qué clase de chica sería? ¿Cómo habría sido su vida? Cuanta curiosidad lo había invadido de pronto.
-¿Qué te parece aquel?.- dijo entonces, señalando con la mirada un café cercano al que había sido anteriormente nombrado.
-Ese me gusta.- sonrió él mirando los ojos de la chica y comenzando pues a caminar hacia el café.
Cuando finalmente llegaron, se separó con suavidad de la chica, y tomando una silla, la arrastró ligeramente dejando un espacio para que ella tomara asiento. Le sonrió y se apoyó en la mesa con expresión divertida.
-¿Qué desea la señorita? ¿Un café o tal vez algo más refrescante? ¡Pero con moderación!.- exclamó divertido. -No queremos que a la señorita le ocurra nada.- bromeó fingiendo estar serio un momento para luego echarse a reír. -¿Qué quieres tomar?.- preguntó finalmente colocando un mechón del pelo de la chica detrás de su oreja.
Jugueteó luego con otro mechón de pelo, mirando a la chica a los ojos sin abandonar la sonrisa de su rostro. Se sentía cómodo en compañía de aquella chica, aunque temía que pensara que era un idiota y acabara marchándose. ¿Pero qué podía hacer él? Le gustaba divertirse y ver todo desde un lado más bonito de la vida, incluso cuando bebía seguía viéndolo todo de forma positiva. Había tenido una vida demasiado oscura como para perderse en aquel pozo, y la vida era demasiado corta y maravillosa a su parecer como para hacer aquella locura.
Se preguntó, por un momento, si Charleen pensaría como él. ¿Qué clase de chica sería? ¿Cómo habría sido su vida? Cuanta curiosidad lo había invadido de pronto.
Dima Yakovlev- Humano Clase Alta
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Re: Cuando nuestros caminos se encuentren [Dima Yakovlev]
Caminó del brazo de aquel joven de alegre sonrisa y enigmática mirada, en todo el camino...que le pareció realmente corto... se sintió segura y extrañamente ¿feliz?, se perdía en los azules ojos de aquel muchacho y la sonrisa no desaparecía de su rostro.
Al llegar al café hizo una ligera reverencia hacia el caballero que le extendía la silla y tomó asiento riendo suavemente, la mezcla entre el caracter infantil, la caballerosidad y la actitud tan relajada que tenía Dima la cautivó de inmediato; odiaba a sobre manera tanta formalidad, pompa y gala de todos los hijos de los altos funcionarios con quien siempre se había relacionado, y este chico que por casualidad se había cruzado en su camino la trataba con una familiaridad y soltura que la embriagaba.
Miró divertida los ademanes de Dima, recargó sus codos en la mesa y colocó su barbilla en sus manos colocando un semblante serio como dama de sociedad, cosa que le habían enseñado muy bien.
-¿Que me puede ofrecer?
No pudo contener la sonrisa que se asomaba en sus labios cuando el chico de ojos azules omenzó a jugar con su cabello, abandono su postura de seriedad y recargó la mejilla en su mano, actitud que la hacía ver como una pequeña niña indefensa.
-¿Lo que sea me darás?
Preguntó con tono infantil, haciendo cara de niña en espera de algún juguete después de muchos ruegos a sus padres, después se echó a reír e instintivamente se llevó la mano al cabello para acomodarselo detrás de la oreja pero su mano chocó con la de Dima haciendo que el rubor regresara a su rostro.
Al llegar al café hizo una ligera reverencia hacia el caballero que le extendía la silla y tomó asiento riendo suavemente, la mezcla entre el caracter infantil, la caballerosidad y la actitud tan relajada que tenía Dima la cautivó de inmediato; odiaba a sobre manera tanta formalidad, pompa y gala de todos los hijos de los altos funcionarios con quien siempre se había relacionado, y este chico que por casualidad se había cruzado en su camino la trataba con una familiaridad y soltura que la embriagaba.
Miró divertida los ademanes de Dima, recargó sus codos en la mesa y colocó su barbilla en sus manos colocando un semblante serio como dama de sociedad, cosa que le habían enseñado muy bien.
-¿Que me puede ofrecer?
No pudo contener la sonrisa que se asomaba en sus labios cuando el chico de ojos azules omenzó a jugar con su cabello, abandono su postura de seriedad y recargó la mejilla en su mano, actitud que la hacía ver como una pequeña niña indefensa.
-¿Lo que sea me darás?
Preguntó con tono infantil, haciendo cara de niña en espera de algún juguete después de muchos ruegos a sus padres, después se echó a reír e instintivamente se llevó la mano al cabello para acomodarselo detrás de la oreja pero su mano chocó con la de Dima haciendo que el rubor regresara a su rostro.
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Re: Cuando nuestros caminos se encuentren [Dima Yakovlev]
Charleen parecía ser mucho más interesante de lo que Dima podía llegar a creer. Tenía un aire infantil que al chico le encantaba, pues le hacía sentir menos solo en ese mundo tan duro y real que se ocultaba fuera de la burbuja en la que él vivía, donde todos estaban serios y nadie disfrutaba de la vida, olvidando que solo tenían una oportunidad para vivir.
Cuando la mano de la joven chocó con la suya tras la pregunta que ésta formuló, la tomó sonriendo y la acercó a sus labios mirando a los ojos de la chica.
-Puedo ofrecerte lo que quieras.- susurró divertido, haciendo pequeños círculos en la mano de la joven. -Pero nada de lo que yo pueda darte te calmará la sed....- bromeó divertido, guiñándole un ojo y uniendo después su otra mano a las caricias que propiciaba divertido a la chica. -¿Un té, mademoiselle?.- la cuestionó finalmente, haciendo aparición su tosco acento ruso en medio de aquella palabra tan francesa y que a él tan poco le gustaba.
Dando un pequeño beso en la mano de la joven, giró la cabeza en busca de alguien que pudiera atenderles. Tras buscar rápidamente con la mirada, se topó con un camarero que por casualidad guió la mirada hasta el chico, que alzó el brazo como si estuviera saludándolo. Se echó a reír y aguardó a que el camarero se acercase.
-¿Qué van a tomar?.- preguntó entonces con voz formal aquel fornido joven.
-Pues... creo que yo tomaré un café, ¡con mucho azúcar!.- exclamó alzando el dedo como un niño pequeño, riendo ante la sobresaltada expresión del joven que les atendeía. -Mi hermosa acompañante aún no lo tiene claro....- continuó dirigiendo la mirada a Charleen, dedicándole una cálida sonrisa sin dejar de mirar sus ojos.
Cuando la mano de la joven chocó con la suya tras la pregunta que ésta formuló, la tomó sonriendo y la acercó a sus labios mirando a los ojos de la chica.
-Puedo ofrecerte lo que quieras.- susurró divertido, haciendo pequeños círculos en la mano de la joven. -Pero nada de lo que yo pueda darte te calmará la sed....- bromeó divertido, guiñándole un ojo y uniendo después su otra mano a las caricias que propiciaba divertido a la chica. -¿Un té, mademoiselle?.- la cuestionó finalmente, haciendo aparición su tosco acento ruso en medio de aquella palabra tan francesa y que a él tan poco le gustaba.
Dando un pequeño beso en la mano de la joven, giró la cabeza en busca de alguien que pudiera atenderles. Tras buscar rápidamente con la mirada, se topó con un camarero que por casualidad guió la mirada hasta el chico, que alzó el brazo como si estuviera saludándolo. Se echó a reír y aguardó a que el camarero se acercase.
-¿Qué van a tomar?.- preguntó entonces con voz formal aquel fornido joven.
-Pues... creo que yo tomaré un café, ¡con mucho azúcar!.- exclamó alzando el dedo como un niño pequeño, riendo ante la sobresaltada expresión del joven que les atendeía. -Mi hermosa acompañante aún no lo tiene claro....- continuó dirigiendo la mirada a Charleen, dedicándole una cálida sonrisa sin dejar de mirar sus ojos.
Dima Yakovlev- Humano Clase Alta
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Re: Cuando nuestros caminos se encuentren [Dima Yakovlev]
Como dos viejos conocidos, como si en un momento con tan solo mirarla decifrara todos sus secretos y desenredara toda su mente ¿era eso posible?¿podía ser que, con tan solo algunos minutos, una persona totalmente ajena a su mundo recorriera los caminos de su mente como si tuviera un mapa?, Dima le agradaba, o al menos la parte que éste le mostraba en esos momentos, quería ser ella quien decifrara todo lo que había detrás de esa sonrisa tan encantadora y esa mirada tan infantil y simplona que de la nada, le quitaban el aliento.
No pudo evitar volver a sonrojarse ante las caricias y jugueteos que el chico hacía con su mano, era la primera vez que el color de su cara no era apiñonado sino rosado en un lapso tan prolongado, ni si quiera cuando corría por los jardines de la mansión sus mejillas mantenían ese tono tan uniforme.
Prestó atención a las palabras de Dima, intentando disimular su vergüenza, aunque no le molestaba en lo más mínimo si era notoria o no, ya que sabía que el chico seguiría provocando el cambio de tonalidad de su rostro, distinguió el carraspeo forzado en las últimas palabras, si antes había pensado que no era parisino, ahora lo confirmaba... el acento extranjero le daba un toque de sensualidad a su voz.
- Mmmm... no té no
Soltó mientras observaba como el rubio llamaba la atención de uno de los meseros, por lo que Char esbozó una sonrisa en su rostro ladeando un poco la cabeza rozando con su lengua la parte superior de su labio, durante años habían tratado de quitarle esa manía, pero no podía evitar hacerlo cuando estaba muy concentrada o pensativa.
- Quiero... ¡un chocolate caliente!
Dijo por fin al mesero con una amplia sonrisa en su rostro, la cual la hacía verse aún mas inocente, tierna y porque no...bella, miró directamente a Dima ahora dedicandole una sonrisa a él, sin tapujos ni limitaciones.
No pudo evitar volver a sonrojarse ante las caricias y jugueteos que el chico hacía con su mano, era la primera vez que el color de su cara no era apiñonado sino rosado en un lapso tan prolongado, ni si quiera cuando corría por los jardines de la mansión sus mejillas mantenían ese tono tan uniforme.
Prestó atención a las palabras de Dima, intentando disimular su vergüenza, aunque no le molestaba en lo más mínimo si era notoria o no, ya que sabía que el chico seguiría provocando el cambio de tonalidad de su rostro, distinguió el carraspeo forzado en las últimas palabras, si antes había pensado que no era parisino, ahora lo confirmaba... el acento extranjero le daba un toque de sensualidad a su voz.
- Mmmm... no té no
Soltó mientras observaba como el rubio llamaba la atención de uno de los meseros, por lo que Char esbozó una sonrisa en su rostro ladeando un poco la cabeza rozando con su lengua la parte superior de su labio, durante años habían tratado de quitarle esa manía, pero no podía evitar hacerlo cuando estaba muy concentrada o pensativa.
- Quiero... ¡un chocolate caliente!
Dijo por fin al mesero con una amplia sonrisa en su rostro, la cual la hacía verse aún mas inocente, tierna y porque no...bella, miró directamente a Dima ahora dedicandole una sonrisa a él, sin tapujos ni limitaciones.
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Re: Cuando nuestros caminos se encuentren [Dima Yakovlev]
Dima se sintió extrañamente intimidado por aquella sonrisa. No en un sentido feo de la expresión, sino al contrario. Se sintió tímido y tuvo que apartar la mirada como un tonto, sonrojándose ligeramente, riéndose luego ante aquella situación que tan pocas veces solía suceder. Solía ser él quien sonrojaba a las chicas, y no al contrario. ¿Qué tenía Charleen de especial? Justo eso quería averiguar, quería conocerla, quería saber qué la hacía tan diferente.
Con una sonrisa dulce en los labios, dirigió su mirada al camarero y encogiéndose de hombros, rió divertido.
-Un chocolate caliente para la señorita... ¡y no la haga esperar!.- exclamó cuando el camarero comenzaba a alejarse.
Sonrió aún más complacido cuando el hombre giró el rostro para mirarle, arqueando una ceja. ¿Pensaría que estaba loco? ¡Quién no lo pensaría! Su alegría era endiabladamente envidiable.
-Así que te gustan las cosas dulces.- comenzó, atreviéndose al fin a levantar la mirada hacia la chica, clavando sus azules ojos en los de la joven. -¡Eso explica por qué te caigo tan bien!.- exclamó divertido, dibujando un corazón con sus dedos dirigido a su acompañante.
Deshaciendo aquel corazón, apoyó su brazo en la mesa, y finalmente, su mejilla quedó apoyada en la palma de su mano, dándole un aspecto despreocupado con aquella boina siempre mal colocada.
Observó sonriente a Charleen, pensando lo bonito que era su pelo, lo bonito que era el color de sus ojos, lo largo y estilizado que era su cuello, lo rosados y carnosos que eran sus labios... aquello último le llevó a pensar en los besos, y rápidamente negó con la cabeza en un gesto disimulado, ocultando su sonrisa picarona tras su mano.
-Además de simpática... hermosa... ¡como amo esta vida, siempre tengo tan buena suerte!.- rió jugueteando de nuevo con un mechón de pelo de la chica. -Tengo curiosidad... ¿de donde eres? Supongo que antes habrás notado mi tosco acento... ¡siempre delatándome!.- bromeó, como si estuviera regañando a alguien. -Cuéntame lo que sea de ti....- musitó sonriendo, descargando el brillo de sus ojos azules en los de la joven.
Con una sonrisa dulce en los labios, dirigió su mirada al camarero y encogiéndose de hombros, rió divertido.
-Un chocolate caliente para la señorita... ¡y no la haga esperar!.- exclamó cuando el camarero comenzaba a alejarse.
Sonrió aún más complacido cuando el hombre giró el rostro para mirarle, arqueando una ceja. ¿Pensaría que estaba loco? ¡Quién no lo pensaría! Su alegría era endiabladamente envidiable.
-Así que te gustan las cosas dulces.- comenzó, atreviéndose al fin a levantar la mirada hacia la chica, clavando sus azules ojos en los de la joven. -¡Eso explica por qué te caigo tan bien!.- exclamó divertido, dibujando un corazón con sus dedos dirigido a su acompañante.
Deshaciendo aquel corazón, apoyó su brazo en la mesa, y finalmente, su mejilla quedó apoyada en la palma de su mano, dándole un aspecto despreocupado con aquella boina siempre mal colocada.
Observó sonriente a Charleen, pensando lo bonito que era su pelo, lo bonito que era el color de sus ojos, lo largo y estilizado que era su cuello, lo rosados y carnosos que eran sus labios... aquello último le llevó a pensar en los besos, y rápidamente negó con la cabeza en un gesto disimulado, ocultando su sonrisa picarona tras su mano.
-Además de simpática... hermosa... ¡como amo esta vida, siempre tengo tan buena suerte!.- rió jugueteando de nuevo con un mechón de pelo de la chica. -Tengo curiosidad... ¿de donde eres? Supongo que antes habrás notado mi tosco acento... ¡siempre delatándome!.- bromeó, como si estuviera regañando a alguien. -Cuéntame lo que sea de ti....- musitó sonriendo, descargando el brillo de sus ojos azules en los de la joven.
Dima Yakovlev- Humano Clase Alta
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Re: Cuando nuestros caminos se encuentren [Dima Yakovlev]
No podía quitarle la mirada de encima a Dima, y su mirada se enterneció aún más cuando notó el nuevo color del rostro de su acompañante y sus esfuerzos por ocultarselo, cayó en cuenta de eso y devió su mirada hacia el andar del camarero si seguía mirando de esa forma a Dima de seguro creería que era una loca acosadora.
Escuchó la energía con la que reafirmaba su pedido y la pregunta que le hacía, volteó la cara para toparse de nuevo con esos profundos ojos azules y sonrió ampliamente sin poder evitar reirse cuando se imagino a Dima con envoltorio de chocolate.
-¡Amo lo dulce!...¿empalagas mucho?
Bromeó llamando la atención de algunos de los presentes ante la emotividad con la que su melodiosa voz inundaba el lugar, desde que lo había conocido no hubo momento en que su sonrisa desapareciera, ahora se encontraba frente a él y pudo clavar sus grisáceos ojos en todo su rostro, memorizandolo como fiel réplica... la manera en que su dorado cabello se renegaba a quedarse quieto bajo la boina, el brillo de sus ojos que lo hacía parecer un cielo iluminado, la delicada curvatura que tomaban sus labios al momento de sonreirle...
Cerró los ojos y sonrió de nuevo ruborizandose más al escuchar de labios del joven como adulaba su belleza y como de inmediato comenzaba otra vez toda la juguetona letanía que tenía para darle, ¿como hacer a un lado sus peticiones?
-Exageras... ¿eso se lo dices a todas las chicas con las que chocas?
Bromeó imitando la posición que tenía Dima, su mejilla apoyada en la palma de su mano dejandole libre el acceso a su cabellera para que pudiera enredar sus dedos en ella.
-Soy de Inglaterra... ¿mi acento no me ha delatado?, ¡lo tengo bien domado!
Rió haciendo referencia al tosco pero sensual acento de aquel chico... ¿ruso?¿alemán?¿danés?... tan gutural sonido le encantaba.
-¿Tú de donde eres? que si bien tu acento te delató... no me quiso decir la dirección
Se sentía tan libre en su compañía, que le era inevitable el sacar su lado infantil y fresco... con él no tenía que reprimir nada, bueno solo se resguardaba con recelo el secreto de su familia, lo demás sería como un libro abierto ante él.
-¿Qué es lo que deseas saber de mí?
Fijó sus hermosos ojos grises en los de él y por un momento una enorme combinación de luces salió entre ellos, el choque del brillo de los celestes ojos del ruso y los enigmáticos ojos de la cambiaformas era impresionante.
Escuchó la energía con la que reafirmaba su pedido y la pregunta que le hacía, volteó la cara para toparse de nuevo con esos profundos ojos azules y sonrió ampliamente sin poder evitar reirse cuando se imagino a Dima con envoltorio de chocolate.
-¡Amo lo dulce!...¿empalagas mucho?
Bromeó llamando la atención de algunos de los presentes ante la emotividad con la que su melodiosa voz inundaba el lugar, desde que lo había conocido no hubo momento en que su sonrisa desapareciera, ahora se encontraba frente a él y pudo clavar sus grisáceos ojos en todo su rostro, memorizandolo como fiel réplica... la manera en que su dorado cabello se renegaba a quedarse quieto bajo la boina, el brillo de sus ojos que lo hacía parecer un cielo iluminado, la delicada curvatura que tomaban sus labios al momento de sonreirle...
Cerró los ojos y sonrió de nuevo ruborizandose más al escuchar de labios del joven como adulaba su belleza y como de inmediato comenzaba otra vez toda la juguetona letanía que tenía para darle, ¿como hacer a un lado sus peticiones?
-Exageras... ¿eso se lo dices a todas las chicas con las que chocas?
Bromeó imitando la posición que tenía Dima, su mejilla apoyada en la palma de su mano dejandole libre el acceso a su cabellera para que pudiera enredar sus dedos en ella.
-Soy de Inglaterra... ¿mi acento no me ha delatado?, ¡lo tengo bien domado!
Rió haciendo referencia al tosco pero sensual acento de aquel chico... ¿ruso?¿alemán?¿danés?... tan gutural sonido le encantaba.
-¿Tú de donde eres? que si bien tu acento te delató... no me quiso decir la dirección
Se sentía tan libre en su compañía, que le era inevitable el sacar su lado infantil y fresco... con él no tenía que reprimir nada, bueno solo se resguardaba con recelo el secreto de su familia, lo demás sería como un libro abierto ante él.
-¿Qué es lo que deseas saber de mí?
Fijó sus hermosos ojos grises en los de él y por un momento una enorme combinación de luces salió entre ellos, el choque del brillo de los celestes ojos del ruso y los enigmáticos ojos de la cambiaformas era impresionante.
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Re: Cuando nuestros caminos se encuentren [Dima Yakovlev]
Se sintió un tanto indefenso tras aquellas palabras, como si delataran la necesidad por acallar un millón de preguntas que nacían en su interior de forma involuntaria. Como si de repente, hubiera abierto parte de su alma, dejando escapar un suspiro de vida para entregárselo a Charleen. ¿Qué tenía aquella chica que lo hacía sentir tan bien? Era diferente a todas las chicas con las que se había topado, no se fijaba solo en su precioso rostro, sino también en un interior que cada vez tenía más ganas de conocer. ¿Desde cuando le pasaban ese tipo de cosas?
Sonrió olvidando sus pensamientos cuando la joven bromeó en voz alta, restándole importancia a la gente que le miraba a su alrededor. Le gustaba sentir que no era el único al que le importaba poco lo que la gente dijera o pensara de su carácter alegre y despreocupado.
-Puede que se lo diga a muchos....- comenzó con cierta seriedad, bajando hasta la mano de ella para tomarla en un gesto suave. Entonces alzó la mirada a los ojos de la joven, y sonrió ampliamente. -Pero no te miento al decirte que hasta el momento, ninguna se lo ha merecido tanto como tú.
Y así era, no le mentía. Charleen le parecía hermosa, y todo aquello que le hacía sentir la hacía verse mucha más bonita ante sus azules ojos. Le resultaba extraño, pero no quería pararse a pensar entonces en ello, no quería perder un momento de la compañía de aquella joven.
-De Inglaterra....- repitió él pensativo, aún sin soltar su mano. -Tienes el francés muy dominado... o eso, o tu sonrisa me tenía demasiado ocupado.- sonrió tomando la mano de Charleen con ambas las suyas, como si fuera las conchas de una ostra guardando una bella perla.
Y entonces, al oír la broma que había pronunciado su acompañante, estalló a carcajadas de tal modo que cuando paró, tuvo que secarse las lágrimas.
Poniéndose serio un instante, se colocó la ropa como si fuera a asistir a una recepción en el Palacio Real, y se aclaró la garganta suavemente.
-San Petersburgo, Rusia, a las orillas del Río Neva.- murmuró con un fuerte acento ruso, exagerándolo notablemente y guiñando un ojo a Charleen, en un claro intento por volver a oír su melodiosa risa. -Seguro que en tu país no hace ni la mitad de frío que en el mío.- añadió sonriendo, negando con la cabeza con un gesto convencido.
Ante la última pregunta de la chica, Dima estuvo a punto de contestar que lo quería saber todo, pero no se atrevió a pronunciar aquella simple pero tan profunda palabra. Se dedicó pues a mirar los ojos de Charleen, de los cuales descubrió un color fuera de lo común, un gris que al le parecía el más brillante que había visto. Soñador y romántico en el fondo, intentó evitar aquel tipo de pensamientos, una vez más.
-¿Qué te ha traído a París?.- acertó a preguntar finalmente, jugando una vez más con uno de los mechones de pelo de la joven, no sabiendo si aquello le agradaba o no a la chica, pero a él personalmente le gustaba bastante. -¿Cuando vas a enseñarme uno de tus dibujos?.- exclamó después en un gesto divertido y exagerado, como un niño pequeño pidiendo su dulce favorito.
Sonrió olvidando sus pensamientos cuando la joven bromeó en voz alta, restándole importancia a la gente que le miraba a su alrededor. Le gustaba sentir que no era el único al que le importaba poco lo que la gente dijera o pensara de su carácter alegre y despreocupado.
-Puede que se lo diga a muchos....- comenzó con cierta seriedad, bajando hasta la mano de ella para tomarla en un gesto suave. Entonces alzó la mirada a los ojos de la joven, y sonrió ampliamente. -Pero no te miento al decirte que hasta el momento, ninguna se lo ha merecido tanto como tú.
Y así era, no le mentía. Charleen le parecía hermosa, y todo aquello que le hacía sentir la hacía verse mucha más bonita ante sus azules ojos. Le resultaba extraño, pero no quería pararse a pensar entonces en ello, no quería perder un momento de la compañía de aquella joven.
-De Inglaterra....- repitió él pensativo, aún sin soltar su mano. -Tienes el francés muy dominado... o eso, o tu sonrisa me tenía demasiado ocupado.- sonrió tomando la mano de Charleen con ambas las suyas, como si fuera las conchas de una ostra guardando una bella perla.
Y entonces, al oír la broma que había pronunciado su acompañante, estalló a carcajadas de tal modo que cuando paró, tuvo que secarse las lágrimas.
Poniéndose serio un instante, se colocó la ropa como si fuera a asistir a una recepción en el Palacio Real, y se aclaró la garganta suavemente.
-San Petersburgo, Rusia, a las orillas del Río Neva.- murmuró con un fuerte acento ruso, exagerándolo notablemente y guiñando un ojo a Charleen, en un claro intento por volver a oír su melodiosa risa. -Seguro que en tu país no hace ni la mitad de frío que en el mío.- añadió sonriendo, negando con la cabeza con un gesto convencido.
Ante la última pregunta de la chica, Dima estuvo a punto de contestar que lo quería saber todo, pero no se atrevió a pronunciar aquella simple pero tan profunda palabra. Se dedicó pues a mirar los ojos de Charleen, de los cuales descubrió un color fuera de lo común, un gris que al le parecía el más brillante que había visto. Soñador y romántico en el fondo, intentó evitar aquel tipo de pensamientos, una vez más.
-¿Qué te ha traído a París?.- acertó a preguntar finalmente, jugando una vez más con uno de los mechones de pelo de la joven, no sabiendo si aquello le agradaba o no a la chica, pero a él personalmente le gustaba bastante. -¿Cuando vas a enseñarme uno de tus dibujos?.- exclamó después en un gesto divertido y exagerado, como un niño pequeño pidiendo su dulce favorito.
Dima Yakovlev- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/10/2010
Edad : 34
Re: Cuando nuestros caminos se encuentren [Dima Yakovlev]
Dima... quería saber todo sobre él, en tan pocos minutos el chico ya se había plasmado en su mente cual oleo a un lienzo, esos ojos azules ¡Oh pero que perdida la tenían!, intentó acomodar sus pensamientos y evitar que sus ojos navegaran por ese profundo mar de su mirada y mas porque, no quería emocionarse y terminar descubriendo que era un reverendo patán como todos los demás.
Quería creer en sus palabras... y no le fué dificil hacerlo, esa sinceridad en su melodiosa voz, ese tono monocorde sin cambios exacerbantes, esa mirada fija y profunda tenía que ser verdad, no, no tenía; ERA verdad. Se sintió halagada por tales palabras y a la vez aliviada, había encontrado a un muchacho digno de admirar.
-Puede que sea ambas...
¿Sonó altanero ese comentario? la verdad no se arrepentía puesto que por un lado el francés había sido como su segunda lengua y por el otro que aquel muchacho de dorados cabellos decidiera perderse en su sonrisa la enaltesían demasiado, le gustaba recibir tales halagos tan poco complejos pero llenos de vivacidad, respeto, alegría...
El oír su tosca carcajada con ese aire tan despreocupado e infantil le divertían y hacía que quisiera abrirse ante él aún más, dejarle percibir por completo el aroma tan embriagante de la flor que apenas soltaba una sutil fragancia, miró divertida como se arreglaba la chaqueta cual si estuviera ante la mismisima reina, y no pudo evitar reír embelesada al oír aquel encantador carraspeo que lo hacían escuchar tan seductoramente atrevido.
Colocó una mano en la boca para calmar su risa, cerrando los ojos para concentrarse una vez recuperado el aliento suspiró y abrió lentamente los ojos para centrarlos de lleno sobre los azules orbes de aquel muchacho en los cuales había descubierto un mar entero con las olas mas tranquilas que jamás pudo haberse imaginado, aclaró la garganta y respondió.
-Tienes razón, no estamos en temperaturas que hagan que parezcamos cubos de hielo...Sabes, si eso llegase a pasar, ¡serías realmente refrescante!...¿a que sabrías?
Volvió a reír provocando la mirada de varios curiosos, estaba mal visto que una dama de alta sociedad se riera de esa forma pero... en este momento no era Emma Charleen Rumsfeld hija de Theodore Rumsfeld el tan codiciado y exitoso empresario con algún título nobiliario, no hoy era simplemente Charleen que a los ojos de cualquiera era simplemente una chica alegre que disfrutaba a cada instante de la compañía de un maravilloso chico.
-Vengo por...recuerdos, obligaciones y libertad
Dijo un tanto melancólica pero decidida, libertad... eso quería ante todo, sin importar el precio, sus miedos y tristezas decidieron esfumarce en cuanto sintió un nuevo roce de Dima ¿cómo lograba hacerla olvidar de todo lo que su confundida mente elaboraba?.
-¡Oh vamos! ¿de verdad quieres que te enseñe mis trabajos tan nulos de gracia?
Rió una vez más levantando la mano hacia el en busca de su sombrero, el cuál reclamó como suyo profiriendo una ahogada risa al ver sus rebeldes cabellos desbordarse y relucir cual rayos de sol en el amanecer.
"...Pero no te miento al decirte que hasta el momento, ninguna se lo ha merecido tanto como tú."
Quería creer en sus palabras... y no le fué dificil hacerlo, esa sinceridad en su melodiosa voz, ese tono monocorde sin cambios exacerbantes, esa mirada fija y profunda tenía que ser verdad, no, no tenía; ERA verdad. Se sintió halagada por tales palabras y a la vez aliviada, había encontrado a un muchacho digno de admirar.
-Puede que sea ambas...
¿Sonó altanero ese comentario? la verdad no se arrepentía puesto que por un lado el francés había sido como su segunda lengua y por el otro que aquel muchacho de dorados cabellos decidiera perderse en su sonrisa la enaltesían demasiado, le gustaba recibir tales halagos tan poco complejos pero llenos de vivacidad, respeto, alegría...
El oír su tosca carcajada con ese aire tan despreocupado e infantil le divertían y hacía que quisiera abrirse ante él aún más, dejarle percibir por completo el aroma tan embriagante de la flor que apenas soltaba una sutil fragancia, miró divertida como se arreglaba la chaqueta cual si estuviera ante la mismisima reina, y no pudo evitar reír embelesada al oír aquel encantador carraspeo que lo hacían escuchar tan seductoramente atrevido.
Colocó una mano en la boca para calmar su risa, cerrando los ojos para concentrarse una vez recuperado el aliento suspiró y abrió lentamente los ojos para centrarlos de lleno sobre los azules orbes de aquel muchacho en los cuales había descubierto un mar entero con las olas mas tranquilas que jamás pudo haberse imaginado, aclaró la garganta y respondió.
-Tienes razón, no estamos en temperaturas que hagan que parezcamos cubos de hielo...Sabes, si eso llegase a pasar, ¡serías realmente refrescante!...¿a que sabrías?
Volvió a reír provocando la mirada de varios curiosos, estaba mal visto que una dama de alta sociedad se riera de esa forma pero... en este momento no era Emma Charleen Rumsfeld hija de Theodore Rumsfeld el tan codiciado y exitoso empresario con algún título nobiliario, no hoy era simplemente Charleen que a los ojos de cualquiera era simplemente una chica alegre que disfrutaba a cada instante de la compañía de un maravilloso chico.
-Vengo por...recuerdos, obligaciones y libertad
Dijo un tanto melancólica pero decidida, libertad... eso quería ante todo, sin importar el precio, sus miedos y tristezas decidieron esfumarce en cuanto sintió un nuevo roce de Dima ¿cómo lograba hacerla olvidar de todo lo que su confundida mente elaboraba?.
-¡Oh vamos! ¿de verdad quieres que te enseñe mis trabajos tan nulos de gracia?
Rió una vez más levantando la mano hacia el en busca de su sombrero, el cuál reclamó como suyo profiriendo una ahogada risa al ver sus rebeldes cabellos desbordarse y relucir cual rayos de sol en el amanecer.
Invitado- Invitado
Re: Cuando nuestros caminos se encuentren [Dima Yakovlev]
Los segundos en los que tuvo que esperar por oír la respuesta de Charleen se le hicieron eternos, queriendo continuar con aquella charla... y volver a oír su melodiosa risa. Una lucecita se encendió en su cabeza, sintiendo que una idea, y por lo tanto una melodía, había nacido de repente.
Sonrió fascinado mirando a la joven, cuyo humor divertía al chico en demasía, y lo atraía deseando no terminar aquel encuentro en horas.
-Apuesto por tu sonrisa.- dijo con pasmosa sinceridad, sonriendo ampliamente. ¡Ay si la chica supiera lo que el joven pensaba en aquel momento! Lo habría llamado loco, descarado e incluso se reiría de él por ser un romántico soñador.
La risa de la chica volvió a embriagarlo, y aquella luz que había nacido en su cabeza se expandía dando claridad a miles de notas que unidas, creaban la melodía de aquel sonido tan maravilloso: la risa de Charleen.
No se atrevió a decirle nada a la joven de lo que estaba pensando, al menos no aún. Quería dar vida a aquella melodía, colocar los compases, subir y bajar las tonalidades de las notas para acomodarlas al son de aquella risa que tanto le gustaba.
Se rió como un loco ante la broma de la joven, haciendo que un montón de gente le mirara. ¡Y qué le importaba a él! Estaba divirtiéndose, y lo hacía de verdad.
-Uhmm....- comenzó aguántandose la risa. Una carcajada escapó de entre sus rojizos y carnosos labios antes de volver a dejarle hablar. -Sabría a chocolate.- le sonrió. -O cualquier otro sabor que te gustase... ¡claro, siempre estaría frío!.- rió despreocupadamente.
Fueron entonces interrumpidos por el camarero, que sirvió lo pedido a cada uno de los jóvenes, y al que Dima pagó sacando unas monedas de su pantalón, esperando que el hombre no dijera que no eran suficientes. Se sintió aliviado cuando el camarero se marchó sin decir nada. No querría tener que pedir dinero a la dama, ¡se sentiría un aprovechado!
-Recuerdos, obligaciones y libertad....- repitió el chico pensativo, mirando al cielo mientras torcía la boca. -Yo puedo crear contigo algunos recuerdos divertidos, puedo darte algo de libertad y librarte de las obligaciones....- dijo con cierta seriedad revolviendo la cuchara en el chocolate de la chica. -¡Pero tú tendrás que dejarme ver tus dibujos!.- exclamó echándose a reír mientras la chica tomaba su boina, dejando sus dorados cabellos chocando al sol que los hacía brillar.
Sonrió entonces, tomando con delicadeza la boina y colocándose a la joven, acomodando sus cabellos en ésta. Se le escapó una risita al verla con ésta, y la miró entrecerrando los ojos, alzando el mordido lápiz que llevaba consigo.
-De saber dibujar, te pintaría para tener recuerdo de este momento.- sonrió, sintiendo de nuevo que en aquellas palabras escapaba parte de él. Tomó una de sus hojas y apartó su café, casi haciendo que éste cayese de la mesa. Rió nervioso mirando a la joven y cuando estuvo seguro de que la taza no se caería, comenzó a escribir en su hoja mordiéndose la lengua como un niño pequeño que hace un esfuerzo. -Puede que no sepa pintar, pero....- murmuró casi para si mismo, dejando las palabras huyendo en el aire como lo hacía el sonido del viento.
Sonrió fascinado mirando a la joven, cuyo humor divertía al chico en demasía, y lo atraía deseando no terminar aquel encuentro en horas.
-Apuesto por tu sonrisa.- dijo con pasmosa sinceridad, sonriendo ampliamente. ¡Ay si la chica supiera lo que el joven pensaba en aquel momento! Lo habría llamado loco, descarado e incluso se reiría de él por ser un romántico soñador.
La risa de la chica volvió a embriagarlo, y aquella luz que había nacido en su cabeza se expandía dando claridad a miles de notas que unidas, creaban la melodía de aquel sonido tan maravilloso: la risa de Charleen.
No se atrevió a decirle nada a la joven de lo que estaba pensando, al menos no aún. Quería dar vida a aquella melodía, colocar los compases, subir y bajar las tonalidades de las notas para acomodarlas al son de aquella risa que tanto le gustaba.
Se rió como un loco ante la broma de la joven, haciendo que un montón de gente le mirara. ¡Y qué le importaba a él! Estaba divirtiéndose, y lo hacía de verdad.
-Uhmm....- comenzó aguántandose la risa. Una carcajada escapó de entre sus rojizos y carnosos labios antes de volver a dejarle hablar. -Sabría a chocolate.- le sonrió. -O cualquier otro sabor que te gustase... ¡claro, siempre estaría frío!.- rió despreocupadamente.
Fueron entonces interrumpidos por el camarero, que sirvió lo pedido a cada uno de los jóvenes, y al que Dima pagó sacando unas monedas de su pantalón, esperando que el hombre no dijera que no eran suficientes. Se sintió aliviado cuando el camarero se marchó sin decir nada. No querría tener que pedir dinero a la dama, ¡se sentiría un aprovechado!
-Recuerdos, obligaciones y libertad....- repitió el chico pensativo, mirando al cielo mientras torcía la boca. -Yo puedo crear contigo algunos recuerdos divertidos, puedo darte algo de libertad y librarte de las obligaciones....- dijo con cierta seriedad revolviendo la cuchara en el chocolate de la chica. -¡Pero tú tendrás que dejarme ver tus dibujos!.- exclamó echándose a reír mientras la chica tomaba su boina, dejando sus dorados cabellos chocando al sol que los hacía brillar.
Sonrió entonces, tomando con delicadeza la boina y colocándose a la joven, acomodando sus cabellos en ésta. Se le escapó una risita al verla con ésta, y la miró entrecerrando los ojos, alzando el mordido lápiz que llevaba consigo.
-De saber dibujar, te pintaría para tener recuerdo de este momento.- sonrió, sintiendo de nuevo que en aquellas palabras escapaba parte de él. Tomó una de sus hojas y apartó su café, casi haciendo que éste cayese de la mesa. Rió nervioso mirando a la joven y cuando estuvo seguro de que la taza no se caería, comenzó a escribir en su hoja mordiéndose la lengua como un niño pequeño que hace un esfuerzo. -Puede que no sepa pintar, pero....- murmuró casi para si mismo, dejando las palabras huyendo en el aire como lo hacía el sonido del viento.
Dima Yakovlev- Humano Clase Alta
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