Ghiocelului -[Privado]

por **Viorica Matei** Jue Abr 05, 2018 7:47 pm

A pesar de ser relativamente nueva en la ciudad, Viorica había tenido ciertos contactos con individuos de la clase alta de Paris, entre ellos, la esposa de un profesor de la universidad, quien por mera casualidad estaba participando una tertulia en dónde se planeaba hablar del folklore, leyendas y algunos mitos de los países Bálticos. Así que sin mas ni más, Viorica había sido invitada para participar en el evento.
El día comenzaba y con él, los primeros días de primavera; aunque era agradable sentir el calor y cierta humedad en su piel para variar. La muchacha odiaba con toda su alma los charcos que se habían formado en el suelo gracias a la lluvia de la noche anterior pues el barro estaba ensuciando el perfecto borde de encaje blanco de su vestido a rayas. -Tal vez hubiese sido bueno aceptar la oferta del transporte- pensaba mientras recogía lo mejor que podía su amplio vestido para evitar que éste se llenara aún más de barro; sin embargo, aunque había nacido en una cuna privilegiada, la castaña gustaba de valerse por sí misma cuando podía.
Al llegar a la universidad, en la entrada estaba un pequeño chico con una canastilla llena de flores que estaban a la venta, entre ellas había una pequeña docena de “campanillas”, lo cual llamó la completa atención de la chica pues una de las primeras leyendas que había aprendido de su madre era precisamente sobre estas flores. Sin dudarlo un segundo sacó un par de francos, que sabía que eran demasiado por unas flores, pero aquel niño le había dado un arma en caso de que le pidieran su participación directa con algún mito o leyenda durante el evento.
Así pues, ingresó lo mas serena posible y se dirigió al patio principal, tomando asiento en una de las mesas destinadas para los asistentes, no sin antes saludar al profesor que le había brindado tal honor al invitarla. El evento aún no comenzaba así que decidió esperar pacientemente mientras cerraba los ojos y trataba de recordar lo mejor posible la historia de aquellas flores, siendo inevitable hacer un mohín tratando de emular las palabras exactas de Alina mientras que sin darse cuenta comenzaba a apretar demasiado el tallo de aquellas flores comenzando a marchitarlas.

por **Angele Nïm** Vie Abr 06, 2018 11:07 am

Florent era la mejor compañía en ese tipo de eventos, inteligente, respetuoso y con una lengua rápida y afilada, asistir a charlas sobre cualquier tema con él era un verdadero placer. En el momento que habían sido informados del Simposio sobre mitología y cultura Baltica que aconteceria en la académie de Paris ambos habían cancelado todos sus planes -Entre ellos una fiesta ofrecida por Madame LaRoux, de la cual Jules no había parado de hablar en semanas- y habían caminado hasta la académie, parloteando como colegiales.

No les importaba demasiado la ligera llovizna primaveral, tampoco los cientos de charcos del camino, la gran ventaja de las tertulias y simposios que la Academie ofrecían era que se trataban de eventos casi informales, en muchos casos como aquella tarde, permitiendo a mujeres que no formaban parte de la universidad a discursar y compartir su conocimiento.
No tardaron mucho en llegar a la sala donde todos se reunirían, dejando sus cuadernos de apuntes en una de las mesas y acercándose al organizador de la tertulia, Hristo Topalov, profesor de mitología en la Académie y un viejo amigo del profesor de Historia de los dos jóvenes.

Poniendo sus mejores caras de alumnos aplicados y curiosos, Florent y Angele comenzaron a seguir al profesor, rodeándolo como un par de buitres, intentando sacarle cualquier tipo de información sobre lo que les esperaba esa tarde.
Por supuesto, el hombre no dijo nada, tan solo los mandó volver a su mesa, puesto que la tertulia estaba a punto de comenzar.

-Estimadas Damas y Caballeros -dijo el hombre, llamando la atención de todo el mundo- Es un placer tenerlos aquí esta tarde…

El profesor continuó hablando, nombrado varios discursantes y tertulianos que hablarian aquella tarde. Llamándolos al pequeño escenario para que comenzasen a hablar, mientras que en las mesas, Florent tomaba notas al tiempo que Angele observaba a los asistentes, intercambiando saludos y sonrisas con los conocidos que allí se encontraban.

por **Viorica Matei** Mar Abr 10, 2018 9:58 pm

Viorica estaba absorta en sus pensamientos, tanto que no se percató que la tertulia daba comienzo sino hasta que el maestro de ceremonias estaba dando el discurso de apertura, propio en un evento de dicha magnitud.
-Concentración Vior, concentración – se exigió mentalmente mientras trataba de aplacar sus pensamientos. Había sido colocada en una de las mesas contiguas al escenario principal con varios hombres mayores y mujeres vestidas con las mas ricas telas que sus ojos habían podido ver, desafortunadamente comenzó una charla a voz baja en la mesa. Era una falta de respeto impropia de las figuras “ilustres”, conocidos de la clase alta de la ciudad la que se estaba llevando a cabo en la mesa que hablaban y reían cada vez más fuerte -Cacatúas- pensó hastiada de la situación. Aquellos hombres y mujeres estaban ignorando por completo al pobre hombre en el escenario que luchaba discretamente lanzando una que otra mirada furtiva a la concurrencia que no paraba de hablar en su dirección. A sus espaldas, asistentes realmente interesados en la charla pedían silencio casi a gritos. Abrumada por la falta de respeto, Viorica lanzó una mirada mordaz a sus compañeros de asiento, pero su educación no le permitió reprenderles como hubieran merecido por su falta de respeto, así que muy molesta se levantó de la mesa con el menor ruido posible. -Señores- comentó entre dientes inclinando ligeramente la cabeza, dando a entender que se retiraba de ese sitio, no sin antes dar una breve explicación para no ser reprendida o verse afectada en sus futuros negocios -Si me disculpan, debo ir con mi primo- musitó lo más serena, sabiendo que estar con un chaperón o figura masculina era una excusa aceptada y entendida casi en cualquier sitio.
De momento las urracas callaron mirándola fijo, espiando cada uno de sus movimientos; Viorica se destacaba por pensar rápido y muchas veces por interpretar un papel falso a la perfección. Con toda la elegancia que le permitía su pequeño cuerpo apartó la silla mientras el discurso seguía ya con un maestro de ceremonias poco menos desesperado, y se dirigió hacia donde su mirada encontró al primer hombre que lucía decente en aquel lugar. – Hola querido- saludó a un chico rubio con la mirada zafiro de apariencia sumamente angelical. Sonrió fijando su mirada en el suelo casi fingiéndose avergonzada por la tardanza en llegar al lugar – Por favor ayúdame, no quiero estar con las cacatúas- susurró implorando la ayuda del muchacho mientras ofrecía una de sus campanillas al extraño.

por **Angele Nïm** Miér Abr 11, 2018 1:19 pm

Florent se había excusado hacía ya quince minutos,ofreciéndose para ayudar al Profesor Topalov tras los bastidores de la charla, y Angele se habìa quedó solo, intentando prestar atenciòn al discursante, lo que resultaba más que imposible. Aparentemente ciertas personas eran incapaces de comportarse en público y mantenerse en silencio. Incluso sus compañeros de clase tenían más modales que esos.

Iba a levantarse y pedirles que se callasen cuando una voz femenina y con un acento extranjero se dirigió a él, haciéndolo ladear la cabeza sorprendido. Pero al fijarse en su expresión y oír sus palabras no dudó en prestarle su ayuda.

-Seré su caballero de brillante armadura si asì lo desea - No era común que Damas tan elegantes, especialmente en situaciones como aquella se dirigieran a él, aun asì se levantó de la silla, ofreciéndole asiento a su lado y sonriendo suavemente- Salvarla de semejantes bestias parlanchinas será todo un honor.

En cuanto la mujer se sentó volvió a sonreírle unos segundos para volver a prestar atenciòn al discursante, quein cada vez elevaba más la voz para hacerse oír sobre las voces de la otra mesa.

-Esto es ridículo -murmuró, compartiendo una mirada cómplice con la mujer sentada a su lado- Uno esperaría màs de “Personas de Bien”.

Iba a continuar ignorandolos, pero una risa alta y aguda interrumpió al discursante, armando el suficiente alboroto como para que uno de los conserjes tomase el asunto entre sus manos, pidiéndoles que o se callasen o abandonaran la sala.

Ya en silencio, el hombre en el palco continuó hablando y respondiendo preguntas de los curiosos asistentes por más quince minutos, ganando un aplauso cuando dijo sus últimas palabras.

Ahora, mientras esperaban al próximo discursante, Angele se giró hacia la mujer, olvidando sus modales y extremadamente curioso -¿Es usted estudiante Madamme? ¿O solo esta aquí por placer?

por **Viorica Matei** Miér Abr 18, 2018 8:04 pm

Agradeció el amable gesto del joven con una discreta inclinación de su cabeza, tomando el asiento que aquel le ofrecía. -Más que ridículo, es indignante- apoyó las palabras de su acompañante, agregando al final del comentario y con una risa sorda apenas perceptible – Mi madre tenía un dicho que es muy cierto “La educación se mama”- soltó haciendo un ademán de institutriz que acabara de decir una línea importantísima para la vida diaria.
Una vez que aquellos irrespetuosos asistentes recibieron un ultimátum para poder permanecer en aquel sitio, Viorica lanzó una mirada triunfante o altiva, aplaudiendo mentalmente las acciones que se acababan de suscitar por parte de los organizadores – Bien merecido se lo tienen- repetía para sí en sus pensamientos.
Sin más percances resultó casi imposible no disfrutar del magnífico discurso del presentador, y una vez que este hubo terminado para dar paso a la presentación de los expositores, la castaña fue una de las primeras en aplaudir tan magistral entrada.
-Me gustaría decirle que soy estudiante, mi señor, pero lo cierto es que me han invitado… y fue tan de improviso que no tengo mucho preparado- confesó, bajando un poco la mirada y enfocándola al pequeño ramo de campanillas que ya hacía en sus manos. -No soy de aquí, cómo haber podido notar por mi acento, yo soy rumana- comentó con orgullo muy a pesar de las guerras y los tiempos difíciles que se estaban presentando en los países bálticos. – Y lo único que tengo son estas- Levantó cual si fuese una delicada criatura aquellas flores en su mano derecha – Eso y una vieja leyenda que habla de compartir lo que tienes y que enseña que lo bueno , viene a los justos y los que no ostentan más en la vida que hacer las cosas de la manera correcta- terminó- En realidad es una de las leyendas con las que crecemos los rumanos que tenemos la dicha de contar con quienes aún no se olvidan de sus raices- Sonrió melancólicamente, como no lo había hecho en mucho tiempo, al recordar su hogar.
-Y usted señor, ¿Es estudiante o expositor? - devolvió la pregunta, tratando de ocultar aquella melancolía, aunque también con interés de conocer más acerca del muchacho que le había salvado de un trago amargo.

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