The great war

por Invitado Dom Abr 08, 2018 8:12 pm

Como un cuento prohibido se está viviendo hoy en día, quizás debería de iniciarse con; “Erase una vez” Pero las palabras son poderosas para entrar al mundo en el que está atrapada Svanna, pensarían: pobre pequeña, enfrentarse a un mundo oculto de sueños, donde las realidades son el pan de cada día y las crueldades son las nuevas, sintiendo pena por ella porque no es como cualquier adolescente que debería de vivir alegre, inocente y viva, ella vive sin esperanza y diversión, con aquellos juegos como comúnmente los conocen. Sin en cambio, sin ello, ella cree lo contrario, le maravilla conocer el mundo exactamente como es, no siente miedo, más a veces la tristeza acecha por el recuerdo de su padre y madre difuntos, pero se ha jactado como una villana, pero aun así la sangre corre, litros, y litros de sangre…

Que la década en la ciudad de París; llamándose la década roja, como lo conocen muchos inmortales que presencian con sus propios ojos el surgimiento de la gran guerra. Paris enfrenta la dificultad de un príncipe que ha desaparecido, y por casi un año la camarilla no encuentra un líder digno, ya que el rey perdió la cordura, y debía de llevar el cargo, más los sobrenaturales planearon conquistar, pero la ciudad se fue situando por vampiros sedientos, sin reglas, y ni autoridad. Mientras la batalla encarnizada se daba ya incluso sin ocultarse de la mascarada, los humanos enfrentan la época victoriana en su máximo esplendor, en la cúspide de la batalla, los humanos se hacían poderosos (hallaron la manera de emplear las habilidades de los cambiapieles, se iban multiplicando, ¡se defendían!), desde sus orígenes siempre fueron peligrosos en multitud, pero ahora habían dado un giro a la balanza.

Aunque los humanos tenían su propio enemigo mortal, el cólera. Una enfermedad que no podían controlar y mucha de su población cayó enferma. Esto era malo para un vampiro porque esa sangre contaminada mermaba la calidad de la comida…¡humanos! ¿Qué no saben que deben mantenerse sanos? Detesta la sangre de enfermos terminales, aunque si se lo preguntaran entre la peste y el cólera tal vez prefería el sabor de una sangre infectada con cólera.

Hasta decenas de personas, muchas de ellas socialistas o desempleados, se sacrificaban por querer destruir a los inmortales y para manifestarse en contra del Gobierno estaban enfermos y la pobreza en las clases bajas estaban cobrando consecuencias perturbadoras, no solo estaba desapareciendo por la oleada de violencia de los clanes y su falta de reglas en la sociedad, el consejo estaba preocupado ya que la situación y los disturbios se estaban saliendo de control; Los humanos estaban moviéndose en territorios peligrosos para el estallido de una gran masacre. El jefe de la policía ordenó a los soldados armados y a 2000 policías contestar. Los disturbios se sucedieron, con el resultado de cientos de personas heridas, llegando a aliarse hasta la inquisición, siendo devastadora la ciudad.

Y ahí estaba ella, observando al mundo destruirse, indagando y asegurándose de que el caos no se propagara, había mucha sangre en los suelos, y sorprendente es que ella a pesar de ser neófita, no es lo que le atrae, sino las personas heridas, (casi moribundas) muriendo y otras enfermas, ¿por qué? Porque quizás espera la llegada de sus muertes y pueda descubrir secretos, secretos de ellos tras hablar con estos. Claro, sin ser ella quien los mate, solo otorgarles el descanso, pero entre la multitud, y los homicidas, tenía que esconderse, no tenía que ser vista, no podía permanecer en su escondite por mucho tiempo, estaban superando el territorio, quemando lo que encontrarse, destruyendo lo que no sea humano, y más allá de esa destrucción, no podía pasarse por una pequeña, su imagen la delataría, y su vestimenta ensangrentada está, junto con esos zapatos, y por la manera en la que huye de la camarilla y sus acompañantes, salpica todo y es descubierta, habían arrastrado a los sobrenaturales hacia una pira, y el que le perseguía, tiro de sus cabellos, aventándola hacia el suelo, no tuvo temor, ni valentía, era nada, pero no le gusta sentirse de esa manera! custodiada, tratada como un animal peligroso, no, esa sensación es asquerosa, y ahí, frente a él, con las irises violentas, no por asesinar, ni por el hambre, sino por seguir con esa inquietud, jamás quiso dañar a nadie, jamás quiso que fuese vista pero el momento pudo más que su paciencia, llegó a su límite, y con las muertes y las peleas, se enfrentó a él mentalmente, pero alcanzó a herirla en gravedad con la estaca, fue imposible quitársela de la espalda, logro emplear la persuasión, e hizo que retrocediera, liberándola, ella escapó, corrió lo más rápido por el área desolada, yendo hacia la zona habitada, metiéndose por una ventana, como un gato buscando refugio. Sin embargo, se tambaleo al ingresar, chocando con un mueble que cayeron dos objetos de este, pudiendo tomar uno, pero el florero cayo y se estrelló, y como la situación era alarmante, eran pocas las casas habitadas, a su mayoría desalojaron refugiándolos en guaridas donde decenas de inquisidores los resguardaban, espero que fuese ese lugar deshabitado, pero algo diferente predominaba, y tirada a un lado del mueble trato de alcanzar la estaca, dolía, pero jamás derramo lagrima, ni expresó dolor, no estaba asustada, porque el espíritu de su padre le hacía compañía, susurrándole: Todo estará bien, permanece oculta, no salgas, shhh, no hagas ruido, ¡alguien se está acercando. ¡No estamos solos!” Y ella misma guardó silencio, observando a todas partes, quizás alguien más le perseguía y hallo su nuevo escondite, o alguien dentro de la casa estaba, ¿quién era?...Desconoce, y en esas condiciones, corrió a ocultarse al lado de la puerta, esperando atacar por la espalda a quien ingresara por esta, aunque no llegó, cayo al suelo de rodillas, la estaca parecía incrustarse más, ya traspasando su pecho.

por **Mirko Vinográdov** Dom Abr 15, 2018 7:37 pm

Eran escasa las noches en las que el señor Vinogràdov era galardonado con un apropiado descanso para un hombre típicamente atormentado y dado a la bebida como él. Aquella madrugada no era distinta. Las pinturas oníricas lo atormentaban, dientes desnudos, gruñidos viscerales, plasma carmesí, irises esmeralda y el rostro cadavérico de una madre. El sudor frío atormentó su cuerpo y el ruso despegó los parpadeos, su boca seca, como cada noche. Atavió su cuerpo con su bata y se desplazó perezoso hacia la cocina. No había necesidad alguna de llamar a las sirvientas. Quizás en el pasado hubiese hecho halago al capullo que solía ser y las habría sacado de la cama para que le trajeran un simple sorbo de agua, peor en aquel instante, ni necesitaba molestar ni deseaba compañía alguna. Aquellos sueños siempre lo tomaban desprevenido, como si realmente la historia volviera a suceder, una y otra vez, una y otra vez…El aullar lupino se estancó en su mente y zumbo, vagando entre los recónditos lugares de sus pensamientos mientras descendía las escaleras de su mansión. La primera semana que pasó allí, el más mínimo ruido lo hacía saltar como un resorte. Después de un tiempo, comprendió que los ruidos pertenecían a sus pesadillas y dejó de preocuparse. Pero no aquella vez, se encontraba plenamente despierto cuando lo escuchó. El estallar de un jarrón resultó más que evidente. Mirko se detuvo al instante. Un mascullido terminó de alarmarlo.

Giró sobre sus talones y se marchó en la dirección contraria, hacia el salón. Su olfato detectó un aroma nítido, un aroma a todo y nada, inquietante. Aquel aroma, se mimetizó con el de la sangre. Mirko frunció la nariz. Fuera lo que fuera, aquel que se había colado en su salón, no era humano, tampoco lobo como él, ¿qué podría ser entonces?

Ah.

Una niña. Una adolescente.

En la oscuridad la interceptó con una mano, como si hubiese estado a punto de tratar de esconderse. La aferró del cuello de sus ropajes y la alzó del suelo, dejando que estos colgaran en el aire. Mirko frunció profundamente las cejas, casi con pereza, como si un triste mosquito veraniego lo hubiese despertado de una cabezada.

─¿Y tu eres…?

Sus pupilas se anclaron en la cándida mirada de la muchachita, pero no permanecieron allí por mucho tiempo. Algo sobresalía de su espalda, una… ¿una estaca? ¿Qué demonios estaba sucediendo allí a fuera para que a una extraña criatura se le clavase una estaca de aquel calibre? Mirko frunció la nariz con recelo, si pudiera salir de su mansión lo comprobaría, mientras tanto, una invitada inesperada se había colado en su casa. No sentiría compasión por ella hasta que supiera si sus intenciones eran buenas. Pero antes que eso, descubrir qué demonios era.

─Dime niña, ¿qué eres? Es evidente que, a pesar de ser un monstruo como yo, no tienes la fuerza suficiente como para deshacerte de mi agarre. Y de ser humana y estar yo equivocado, esa herida en tu espalda te tendría agonizando y desangrada. Así que dime, ¿qué eres? Sé sincera y te ayudaré a deshacerte de esa estaca, la cual parece resultar difícil de alcanzar en las condiciones en las que te encuentras. Soy misericordioso, pero cuando algo que desconozco se cuela en mis aposentos, mejor prevenir…Que curar. Así que habla ahora.

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