Tiempo de Paz / libre

por **Arlett de Lesseps** Miér Abr 18, 2018 2:48 pm

Tiempo de Paz

Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero,
y quemará la paja en fuego que nunca se apagará.{Mateo 3, 12}

Y el camino se limpió tras mis propios pasos, la sonrisa amplia en mi rostro se ensanchó aún más cuando el olor dulce de una extraña fragancia comenzaba azotar mi cuerpo de manera lenta. Suspire y al cabo de dos segundos mis ojos vieron a una joven que caminaba sola por las calles de Paris, era entrada la noche y pocos transeúntes andaban por las calles, la mayoría seres de la noche que compartían las horas en la oscuridad. Gire mi cuerpo y como si mis pies volaran apresure mi paso para ir tras la joven que por todos sus poros afloraba aquello tan dulce, tan sabroso, hacia un día que no bebía de aquel elixir que me permitía seguir con mi cometido. Los perros comenzaron a ladrar cuando sintieron mi presencia, los intimide con un pequeño rugido y con el rabo entre las piernas arrancaron en dirección contraria, me puse a sonreír y mientras el silencio gobernaba tararee una canción de cuna que parecía la canción para un final. Mis pasos lentos, mi vestido al viento y de frente me encontré con aquella dama, mis ojos se clavaron en ella y con lentitud me acerque en silencio, no acostumbraba hablar más de la cuenta cuando tenía esa cierta ansiedad de sangre, sangre pura, sangre virginal.

No paso mucho para que la joven cayera prácticamente rendida a mis pies, no la toque, mas nunca deje de mirarla podía descifrar sus sentimientos estaba enamorada de un hombre mayor, que poseía grandes riquezas pero para su pesar tenía una esposa y mil amantes, simplemente eso no era para ella. Conversamos, cruzamos palabras, le dije que era viuda y me dio su pesar ahí el error de ella habían ya pasado suficientes años aun cuando superado no estaba, ya no era un problema sino un recuerdo un buen recuerdo. La joven de nombre María comenzó a llorar, pidiéndome consejos me abrazo un alma en pena eso era aquella jovencita en ese momento, moje mis labios y pase mi lengua por mi colmillo que radiante aparecía en mi boca, como una madre le di mi apoyo pero era una lástima que su sangre me llamara suspire y con palabras de consuelo aparte sus largos cabellos dejando despejado su cuello – No temas… todo saldrá bien – y con suavidad mis incisivos tocaron su piel, con el tiempo había aprendido a solo dejar una pequeña marca, no quería lastimarla pero esto me superaba y en creces.

Solo bebí lo justo para que ella siguiera con vida, haciéndola dormir la tome entre mis brazos y la deje en una pequeña escalera, la volvería a buscar su sangre era el dulce que le hacía falta a esta noche y como un fantasma que recorre las calles desaparecí de la ciudad, cruce las calles con una energía descomunal, así era cuando me alimentaba de sangre pura, el sabor aún estaba en mis labios y saboreando llegue a las afueras de la ciudad donde me encontré con un establo en el cual varios caballos habían exaltados ellos tensaron su cuerpo y con una mirada suave me acerque a uno color canela, le acaricié con delicadeza, intentando tranquilizar al animal que temeroso poco a poco caía bajo mis encantos…

A pelo (Sin montura) lo monte, un pequeño paseo por la laguna me vendría bien después del éxtasis que había sentido un poco de paz y tranquilidad al menos por esta noche sería suficiente el amanecer estaba lejos a esa hora y a galope firme deje que el corcel se liberara junto a mí, mis cabellos sueltos se ondeaban por la noche estrellada, con mis ojos cerrados disfrutaba de la briza que golpeaba mi rostro y una de mis manos afirmaba al caballo con cuidado, haciéndolo agitarse, llevándolo a recorrer la laguna que parecía tan tranquila como si de un cuadro colgado en una pared fuera. Una hora habré estado así hasta que desmonte y llevando a mi acompañante a un lado y comencé a caminar, por la orilla con una mano acariciando el cuello del animal y con la otra a un lado acaricie algunos arbustos, mis pasos se hacían lentos pero seguro, mi mirar estaba en el horizonte oscuro y mi… mi inexistente corazón, pedía latir en mi cuerpo inerte.

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por **Arden Annice Gladstone** Mar Jun 19, 2018 12:51 pm

Los inquisidores lo llaman: “Percepción del aura”, es una habilidad que permite a los sobrenaturales, saber quién es el otro. Burdamente: casi lo mismo que cuando los perros se olfatean los traseros. Saben frente a qué tipo de bestia se encuentran, y pueden ver su estado de ánimo y sensaciones. Claro que, en los humanos, sólo pueden interpretar lo último, por eso siempre intento mostrarme inofensiva, incluso cuando salgo de cacería. A veces me pregunto cómo es que saben tanto, tengo miedo de conocer la respuesta. Sea como sea, son jugadores con ventaja. Saben a qué clase de ser se enfrentan, y tienen varias habilidades a su favor. Mi lista de deseos, definitivamente incluyen puntos extra en mi camino al cielo. Humanos comunes y corrientes, sólo con armas mundanas y nuestro entrenamiento, nos valemos para salir adelante en una pelea infinita entre el bien y el mal. Si el bien es la armonía y el mal es la discordia, ¿Qué es un cazador? ¿No somos acaso, los que creamos discordia para lograr la paz? Las guerras santas existen, desde que la tierra es el tablero de la partida entre ambos extremos. Mucho me temo, que esto nunca terminará, y eventualmente, todos vamos a perder.

La laguna no era un territorio que había considerado hasta hace unos días atrás, es de hecho una excelente zona para la caza; principalmente, de hombres lobo. Hay varios animales salvajes, vegetación espesa, y no hay mucho cerca. La he recorrido de día y he tomado anotaciones sobre la variación del terreno y el paisaje. Incluso, me atreví a hacer un par de dibujos; algo que, como nota mental, debería recordarme no volver a hacer, ya que no me quedan tan bien como quisiera. Un asunto muy diferente es recorrerla de noche. Fui sembrando trampillas de todo tipo, sólo para sentirme más segura. Los cambiantes también son peligrosos, pueden ser cualquier animal aquí, incluso el venado que me observa como un ser ajeno a este medio ambiente. Tal vez lo sea, pero no por mucho. Porto mi traje de cacería, bien puedo, siendo necesaria la ocasión, inventar cualquier historia que la justifique mi vestimenta. Aun así, ando con cautela hasta que una imagen a la lejanía llama mi atención. Es una mujer que lleva un largo cabello del color de las zanahorias, eso siempre me ha resultado extraño, una belleza exótica como algunos le nombran. Está caminando junto a un corcel de buen porte frente a la laguna… a estas horas de la noche ¿Quién eres? O quizás la pregunta adecuada sea: ¿Qué eres?

Sé que mi aroma es muy llamativo, las bestias de la noche lo codician, aunque parece que nunca sabré el porqué. Decido subirme a un árbol, sobre la copa, de allí con los binoculares podré observarla mejor y detectar si hace algún movimiento raro o toma una acción que alarme mis sentidos. Por más sigilosa que sea, trepar a la maleza implica, indefectiblemente movimiento de hojas y ramas; mucho más en esta época del año, en la que el follaje esta sobre crecido gracias a la naturaleza y la gracia de Dios. Cualquier monstruo de la noche, me escucharía a pesar de los 400 metros que nos separan; o al menos, escucharía el movimiento y voltearía. Primera prueba, en mi investigación de qué eres, y si esta es tu última noche en la tierra. Descarto el que sea un hombre lobo, no es época aún. Puede ser una hechicera, maga, cambiante o vampiresa. Las opciones se reducen. De ser alguna gitana loca, que viene aquí adorar a sus raros dioses del agua, sólo puedo rezar para su perdón, ante la ignorancia de él único Dios, nuestro señor: Jehová. Si es una hechicera… bueno, sé que tienen ese contacto íntimo con la naturaleza y esas cosas. Que muchos son más inofensivos que el agua, que erosiona las piedras. Es sólo cuestión de saber que no estén jugando con los huesos de los muertos sepultados; ni sacrificando animales sin sentido. Pero si es una vampiresa…

Una vez bien instalada, busco una posición de ventaja. De difícil acceso, pero fácil salida. Me acomodo y con mis dagas de plata y besando previamente el colgante con cruz que rodea mi cuello; sólo clavo la punta del arma dejando que una gota, una leve y mísera gota me recorra el dedo. Esto te delatará, lo quieras o no. Si volteas, esta es la noche, que dejas de ser depredadora y te conviertes en presa.

por **Arlett de Lesseps** Vie Jul 13, 2018 2:09 pm

Tiempo de Paz

El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo..{Juan 1, 29}

La noche estaba bastante cálida aun cuando no podía sentir el frío, la calidez si podía cuando el ambiente estaba más acalorado que de costumbre, uno de mis lugares donde podía encontrar la paz era aquel aquella laguna donde la luminosidad de la noche se reflejaba de una forma sin igual, 987 años llevaba sin poder ver el sol, sin sentir aquel singular calor, ¿lo extrañaba? En realidad extrañaba los paisajes con la luz de día, ya que la noche siempre podía sorprender a cualquier mortal o inmortal.

El caballo caminaba en paz a mi lado, como si fuéramos amigos, como si supiera todo de mi sin juzgarme, podía escuchar su corazón un singular palpitar en el interior de gran animal, me relajaba, hacía que pudiera concentrarme en mi entorno, en los grillos que chillaban a mi pasar, en los roedores que salían a cazar, en el búho que ululaba en el árbol cercano, otra lechuza extendía sus alas para cazar a un roedor distraído, la naturaleza y sus sonido, sus aromas, la sangre de un animal yacía metros de mí y un corazón palpitaba casi nervioso, casi tranquilo, el dulce aroma de un mortal, siempre era agradable aquel aroma, mi cuota de sangre ya estaba tomada por la noche, la gula no era precisamente uno de mis pecados favoritos lo podía dejar pasar.

Mientras en mi cabeza se formaban los famosos pecados capitales, ¿De cuáles era culpable? Lujuria sin lugar a dudas, tal vez un poco de soberbia, pero nada más, al menos eso era lo que creía. El caballo suspiro de manera notoria y pase mi mano sobre su pelaje y poniéndome frente de el acaricie su mejilla - ¿Tu sabes que no soy mala? – le susurre mientras apoyaba mi cabeza en su frente y seguía acariciándolo, bien podía ser una de estas especies cambiantes, aunque tenía mis dudas. Nos detuvimos y la brisa trajo a mí el más dulce aroma, por el cual muchos de mi especie matarían y me saboree, apretando mis labios con fuerzas con los ojos cerrados, buscando al culpable, o a la.

Con la concentración en la que me encontraba cree una ilusión de mi misma quedándome así tal cual me encontraba, mientras mi cabeza buscaba al culpable que yacía en un árbol, podía distinguir la mirada de un cazador, sonreí y volví todo a la normalidad. - Puede que quieran cazarme – le susurre a mi amigo corcel, mientras le daba la espalda y continuaba mi camino. Hacía años que no me topaba con un cazador que quisiera cazarme. Y tal vez era porque muchos habían muerto no bajo mis manos pero si bajo a los de mi especie, yo había hecho un pacto y cumpliría aunque fuera lo último que hiciera, ¿Quién era la culpable? Viola… me había hecho prometer no matar. Aunque podían existir excepciones, solo si mi vida corría realmente peligro. Por lo demás podía vivir con los cazadores e incluso ayudarlos de vez en cuando en sus búsquedas de seres inmortales… esta noche parecía ser un laberinto donde yo solo quería tranquilidad. Era la presa de aquel cazador y no pensaba darle en el gusto, al menos no por el momento.

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