Como niños. | Autumn M. Cunningham

por **Dima Yakovlev** Vie Dic 10, 2010 5:11 pm

Dima se despertó aquella mañana con unas ganas irresistibles de divertirse, con la enorme necesidad de sacar aquella parte de él tan infantil y alocada que tenía dentro de sí.
Le habría gustado ir acompañado de alguien, tal vez de Alina, pues Sasha no era tan infantil como él, y sabía que Nadezhda trabajaba, pues el hermano de ésta se lo había comentado por casualidad.
Estando solo, se negó a perder la oportunidad de disfrutar del parque de atracciones de la ciudad, del que tanto había oído hablar en el hotel donde se hospedaba.
Desconocía si en Rusia había aquel tipo de parques, pero algo tenía claro: se pasaría la mañana en el parque de atracciones.
Salió del hotel casi corriendo, tomándose el café con rapidez intentando que éste no se vertiese sobre sus ropas, y tras preguntar en varias ocasiones, alcanzó su meta. El parque de atracciones se hallaba ante él dispuesto a acogerle el tiempo que hiciera falta.
No había demasiada gente debido a la hora que era, pero pude distinguir un par de niños saltando junto a su padre pidiéndoles subir en una de las atracciones. Éste se negaba, pues debían tener la compañía de un adulto y él no pensaba subir a aquel trasto que le resultaba tan escalofriante, según sus propias palabras. Dima, impulsivo como él solo, se decidió a acercarse al hombre.
-Disculpe, sé que me meto donde no me llaman pero... si quiere yo puedo subir con los niños.- sonrió el ruso, mirando a los niños divertido.
Éstos se abrazaron a su padre en un momento, asustados en un primer momento, esperanzados después de que su padre les diera permiso para subir a la atracción con aquel desconocido. Dima sonrió ante aquella inocencia tan pura, y alzó la vista hacia el padre esperando una respuesta de éste.
-¿Cree que voy a dejar a mis hijos con un completo desconocido? ¿Por quién me ha tomado?.- exclamó el hombre abrazando a sus dos hijos.
-Prometo no hacerles daño.- sonrió el joven. -Están deseando subir, y yo también...
-¡Está usted loco!.- exclamó de nuevo el hombre.
Dima giró la cabeza, buscando algo entre las pocas personas que había en el lugar, y encontró a una joven de cabellos castaños con gesto despistado. La señaló entonces mirando al hombre y dijo:
-¿Ve aquella joven de allí? Es mi hermana, y está deseando subir a las atracciones también... ¿que daño íbamos a hacerle dos jóvenes a dos niños tan bonitos como los suyos?
El hombre pareció comenzar a entrar en razón, pero clavó su vista en la chica como si esperase que ella dijese algo.
-Iré a buscarla.- sonrió. Y solo fue consciente del lío en el que se había metido cuando estuvo enfrente a la chica. Posó la mano en el hombro de ella con suavidad, intentando no asustarla, y puso su mejor sonrisa. -Señorita....- comenzó a decir, sin saber bien por donde empezar.

por **Autumn M. Cunningham** Dom Dic 19, 2010 3:30 pm

Con una mirada aturdida, permaneció frente al parque de diversiones, ella no sabía que era lo que hacía dentro de ahí ¿Qué hacía ahí? ¿Por qué?
¡Vaya! Creo que ya sabíamos la razón. Tratando de divertirse, aunque fuese solo un poco, sus problemas la mantenían aturdida y desorientada.
El ruido trastabillante de los juegos mecánicos que para ella eran una porquería, le daba miedo subirse a uno, ya que, no conocía su funcionamiento y le temía a las alturas.

Su vestido corto, un poco más abajo de las rodillas, un vestido de manta que su abuela le había regalado o más bien, dejado en su testamento antes de morir.
Se acomodó los tirantes, uno de cada hombro, mientras tragaba saliva y su corazón latía desbocado por el nerviosismo que el parque producía en ella.

A su corta lejanía, pudo ver a unos pequeños niños que le insistían a un señor que deseaban subir a un juego, en el cual, ni loco su padre se subiría.
Pensó unos minutos, tal vez podría subir con ellos, pero se moriría de miedo, así que de nada serviría su compañía.
Suspiró con pesadez, mordió con fuerza su labio inferior sin temor a abrírselo o sacarse sangre.

Vio a un joven rubio acercarse al hombre y a los niños, varias ideas pasaron por su mente en aquel momento, él sería familiar de ellos u otra persona que pensaba al igual que ella pero no era tan cobarde como Autumn.
Desde su sitio, Autumn, lograba escuchar varias exclamaciones provenientes del hombre, se hubiera entrometido pero eso no era parte de ella, ella dejaba que la gente arreglara sus problema sin intervención alguna de ella, simplemente, desvió la vista, girando su mirada hacia la montaña rusa que estaba hecha de madera, y de eso se dio cuenta, ya que cuando el carrito pasaba cerca de ella, la madera crujía estrepitosamente.

Sintió como una mano se posaba sobre su hombro y alguien le hablaba, giró de nuevo su mirada, desorientada, no esperaba que nadie le hablara o encontrarse a alguien ahí.
Vislumbró al mismo que chico que minutos antes, había visto con el padre y sus hijos, lanzó una rápida mirada en dirección a estos últimos y se percató de que miraban en su dirección.

Sonrió con timidez sin saber que era lo que ocurría.

– ¿En que puedo ayudarle? –preguntó Autumn esperando con impaciencia la respuesta.

por **Dima Yakovlev** Sáb Dic 25, 2010 2:50 pm

Ante la pregunta de la joven, Dima no supo que contestar. Tragó saliva nervioso, observando sus ropajes que bien parecían de la misma calidad que los que llevaban los aristócratas, y maldijo en ruso por lo bajo apartando ligeramente en la cabeza.
Se sintió incómodo ante la profundidad de la mirada de la chica, y buscó rápidamente las palabras que servirían de respuesta. Se frotó el pelo retirándose la boina que llevaba, y la agarró con ambas manos, retorciéndola nervioso.
-Yo....- se puso aún más nervioso al no saber como empezar, así que señaló a los niños que estaban mirándoles. -¿Ve aquellos niños? Su padre no les deja subir y había pensado subir con ellos, pero creo que no le he gustado demasiado al padre y le he dicho que usted es mi hermana. Sí, ya lo sé, una completa locura, pero con lo refinada que usted parece seguro que logramos que les deje subir....- Dima habló tan rápido que cuando se calló, notó como le faltaba el aire. Rió nervioso llenando sus pulmones y miró a los ojos a la chica con vergüenza. -¿Me ayudarías? Por favor...
Puso la mejor cara de pena que se le ocurrió, la misma que ponía cuando Alina o Sasha querían pegarle por lo alocado que era, e intentó convencer así a la joven de que lo ayudase. A fin de cuentas, no lo hacía por él, sino más bien por aquellos niños que estaban deseando divertirse al igual que él.
-Yo pagaré su billete si es necesario... pero no me gustaría ver como esos pobres niños se quedan sin subir por culpa de un padre amargado.- sus palabras sonaron un tanto dolidas, tal vez porque aquel hombre le había recordado a Sergey, aquel que se había pavoneado de tener un hijo en el ejército para conseguir sus objetivos en política. Agitó rápidamente la cabeza y tomó la mano de la joven para besarla con delicadeza. -Estaría muy agradecido si me ayudara... alguien tiene que lograr que todos los niños estén felices.- sonrió con dicha, viéndose por unos segundos como un salvador del divertimento y la dicha, dispuesto a ayudar a todo aquel al que le negaran el derecho a ser feliz y divertirse.
Giró el rostro para observar a los niños, quienes esperaban ansiosos a que el joven volviera con la chica y poder así subir a la atracción. Sonrió nervioso, alzando el pulgar en un gesto de positivismo, y miró de nuevo a la chica.
-Por favor....- suplicó con su voz más suave.

por **Autumn M. Cunningham** Dom Mar 13, 2011 12:49 pm

Lo escuchó con atención, sin decir ni una sola palabra; no sabía que decir ni que hacer, al principio pensó en detenerlo para decirle que no se subiría; pero al ver a los pequeños niños que le había señalado, una sonrisa fugaz flameó su rostro. Le encantaban los niños, de eso no había duda. Entrecerró los ojos, inspeccionadose mentalmente a sí misma. "¿Tengo el valor suficiente como para subirme a esas mounstrosidades?" Se preguntó a sí misma, buscando una respuesta claro, sin resultado alguno en sus variadas cavilaciones.
Mordió con demasiada fuerza su labio inferior, divagando entre sus pensamientos; el cuerpo comenzó a temblarle de una extraña manera. ¿Miedo? Seguramente.
Abrió la boca para tomar una gran bocanada de aire y después, la soltó pesadamente, torció el esto antes de responder.

– Lo ayudaré –dijo con una sonrisa entre sus labios, ella no debía ser tan cobarde... como siempre, había que mirarle el lado bueno; no se subiría sola.– Con una pequeña condición –continuó con la misma sonrisa que antes había permancido dibujada en su rostro.– Tendrá que ayudarme... porque, verá... soy una persona muy... –dijo buscando una palabra adecuada para describirse.– Miedosa –terminó bajando la mirada y pasando una mano por su propia mejilla.

– ¡No! No se procupe, yo pagaré mi propio billete, no quiero causarle molestias –recalcó sonriendo de nuevo, con amplitud.
El muchacho le agradaba, se veía simpático y simplemente, al verlo, unas terribles ganas de conocerlo aunque solo fuése un poco más, le invadian.
Su mirada se dirigió con rapidez a los niños que miraban en su dirección, junto a su padre que aguardaba con una mueca, extraña. Les dedicó una sonrisa y un pequeño saludo con la mano, para que al menos, el padre se relajara un poco.
– Se ve que es muy amargado –comentó con diversión dejando de mirar al señor que aun le miraba, soltó una risa ante su propio comentario.– Soy Autumn –se presentó

Autumn lo tomó de la mano, para jalarlo y correr hasta los niños y su padre, él había dicho que eran hermanos, los hermanos podían hacer eso, ¿No?
Se paró en seco, frente a ellos, sonriéndoles con calidez y aun sin soltar la mano de él.

por **Dima Yakovlev** Jue Mar 31, 2011 1:39 pm

En el lío que se había metido por complacer a unos niños, su sentido de la bondad y su excesivo positivismo acabarían por traerle problemas algún día... pero hasta entonces, Dima sería Dima, y donde viera una cara larga, allí estaría él con su boina y su acordeón, dispuesto a cualquier travesura para solucionar el más triste rostro.
Y allí estaba, pidiéndole ayuda a una joven que, aunque parecía alegre, algo en lo que Dima le habría propuesto la torturaba. Cuando la vio soltar una fuerte bocanada de aire creyó que la travesura llegaría a su fin y la chica diría "¿estás loco?" o simplemente "tengo cosas que hacer", así que cuando escuchó a la chica aceptar su propuesta no pude sino soltar una leve carcajada y frotarse las manos como un niño pequeño con un plan entre manos. Estuvo a punto de hacer hincapié en que pagaría él el billete cuando la chica comentó despreocupada lo amargado que se veía el padre de aquellos dos niños.
-Y los niños no tienen culpa de lo amargado que es su padre....- musitó el ruso torciendo un momento la boca, retomando su sonrisa anterior para dedicársela a la amable chica que acababa de conocer. Debía compensarla por aceptar tal locura de un completo desconocido... y su sonrisa era lo suficientemente bonita como para que el rubio deseara volver a verla asomando de aquellos labios.
Escuchó con dicha el nombre de la joven, y para cuando quiso besar su mano y hacer las debidas presentaciones, Autumn lo tomó de la mano y comenzó a correr hacia la familia para finalmente quedar ambos plantados a escasos centímetros de ellos.
Los niños miraron a Dima con cierto brillo en los ojos al que él correspondió con un divertido guiño, y mirando al padre, levantó la mano que la chica había enlazado con la suya.
-¿Ve? Autumn y yo ya estamos listos para subir... ¿pueden venir ya los niños?.- sonrió mirando a los niños quienes tiraban de las ropas a sus padres.
-Pero....- el hombre acalló ante las peticiones de sus hijos a gritos de "por fa, papi, por fa". -Está bien... pero yo pagaré los billetes
-¡No se preocupe!.- exclamó Dima sonriendo, tomando a la pequeña niña que parecía no tener más de 5 años en brazos. -Se los traeremos de vuelta en cuanto bajemos de la atracción.
Se atrevió a dirigir por fin la mirada a la chica y sonreírle ampliamente, entrecerrando ligeramente sus azulados iris ante tal gesto. Se rió luego y estiró una mano para el que el niño la tomara y así, poder caminar los cuatro hasta el puesto de entradas.
-Yo soy Dima... hermanita.- le susurró divertido a la chica cuando estuvieron varios pasos más allá del amargado padre, acortando las distancias entre ellos para besar la mejilla de su ahora "hermana".
Rió un momento al separarse de la cálida mejilla de la chica, pensando en qué diría Sasha de su infantil comportamiento... ¿lo tomaría como un loco como solía hacer? ¿O se reiría con ternura de su gesto y participaría en una locura así? Al menos, la compañera que había encontrado para aquella mañana parecía ser más de la segunda opinión.

por **Autumn M. Cunningham** Vie Mayo 06, 2011 1:07 pm

La chica miró con una sonrisa al señor rechoncho que yacía de pie frente a ellos, estuvo a punto de negarse pero las vocesitas hermosas de aquellos infantes le refrenaron y aceptó. Sonrió con más amplitud, se puso de cuclillas para saludar a la pequeña y revolverle el cabello, algo que hizo de la misma manera con el niño.
El muchacho cargó a la pequeña, a Autumn le causaba muchísima curiosidad el saber el nombre de su nuevo "hermano". Sí, de esa forma lo veía y a ella le agradaba de sobremanera.
Antes de girarse, le dedicó otra sonrisa al señor para infundarle confianza. Le daba risa el gesto del señor... de procupación preguntandose y esperando a que no se robaran a sus criaturas.
Mordió su labio inferior mientras comenzaba a caminar al lado de él, Autumn se preguntó si aquellos niños tendrían a una madre que los cuidara y protegiera de ellos; seguramente... no. Si si, ¿Dónde estaba la mujer? En fin, no era de su incumbencia.

Sonrió con amplitud al escuchar el susurro de Dima. Dima, ese era su nombre... sin duda, ya nunca sería capaz de olvidarlo.– Es un plácer, hermanote –bromeó de cierta forma pero sus palabras reflejaban que verdaderamente le daba gusto el haberlo conocido. Rió con suavidad al sentir aquel beso sobre su mejilla, se acercó a la mejilla de su nuevo hermano y depositó un beso.
Hacía bastantes años que no conocía a alguien como él, a alguien que le hiciera reir y comportarse como una infante. Claro, aquello no era nada malo para ella, pero sí que lo sería a ojos de su abuelo. ¡Ja! ¿A quién le importaba ahora lo que pensara un viejo amargado como aquel?
Sacó un par de monedas del bolso que llevaba cruzándole el pecho, jugó unos segundos con el peculiar sonido que estas producían cuando entrechocaban. Sacó otras seis monedas, cuatro que le había dado el padre de los niños y las otras dos para Dima.
Se acercó al chico encargado del juego y le entregó todas las monedas con una sonrisa.

OFF: No me mates (?) Siento muchísisisisisisimo la tardanza >.<

por **Dima Yakovlev** Lun Mayo 23, 2011 3:28 pm

Sin poder evitarlo, se alegró de no ser abofeteado al instante en que aquel beso había sido depositado en mejilla ajena, y sonrió al ver como la chica también lo hacía, bromeando después con la pseudo hermandad que había creado el chico por iluminación del momento. Aún se preguntaba como tenía ideas tan tontas pero que tanto le ayudaban, o tenía mucha suerte, o algún tipo de ser de la suerte le ayudaba.
Fuera como fuese, Dima estaba allí con Autumn y la pareja de hermanos a punto de subir a una atracción que le parecía, simplemente, maravilloso. No podía sentir más que adrenalina recorriendo sus venas, haciendo que su corazón palpitase con fuerza en su pecho y volviese sus movimientos similares a los de un niño pequeño, o incluso, a los de un demente.
Dejó de pensar un momento y corrió hacia la chica, que pretendía pagar los pasajes, y sacó un par de monedas para pagarlos él. ¡Que clase de caballero sería él si no pagaba el billete de una señorita!
Rió sin poder evitarlo y tomó la mano de Autumn con fuerza, ayudándola a subir a la atracción y hacer lo propio con los niños. Cuando todos estuvieron sentados, los imitó con una risita alborotada, propia de la emoción que cabía en su pecho.
-¿Todos listos?.- dijo en voz alta. Los niños exclamaron un fuerte "sí" que no le hizo más que reír, y buscó la mirada de la joven que lo acompañaba a la par que tomaba su mano. -Será divertido.- afirmó con total seguridad, seguro de aquello que decía.
Dedicó una amable sonrisa a la joven y miró a los niños, que hablaban entre ellos y reían, tan emocionados como el propio ruso. Por un momento envidió el amor fraternal entre los niños, y apretó sin querer la mano de Autumn, casi para darse ánimos a si mismo.
-¡Lo siento!.- exclamó un tanto avergonzado, acariciando la tersa piel de la chica. Antes de poder decir nada más, la atracción comenzó y él se echó a reír preso de la emoción. Oyó un grito de júbilo por parte de los niños y extendió los brazos hacia el cielo. -¡Allá vamos!

Discúlpame ahora a mi, estaba ausente...

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