AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Sacando carácter [Chloé Hohenzollern]
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Sacando carácter [Chloé Hohenzollern]
El valiente vive hasta que el cobarde quiere.
Aunque muchas veces el cobarde muere antes de alzar el arma.
Aunque muchas veces el cobarde muere antes de alzar el arma.
Sus falanges atrapan el fino papel del sobre depositado sobre el enorme escritorio de ébano que domina la mayor parte de su despacho decorado con tonos blancos y dorados, de conformidad a la actual moda de París. Tras tomar asiento en la silla con reposabrazos tapizada, mantiene su mente distraída con una revisión global de las actividades, soluciones, pendientes y personas a quien ver en los próximos cuatro días antes de la fiesta de los Lumiere. En conclusión, como ha sido en toda su existencia, con la hiperactividad a flor de piel. El abrecartas cuyo extremo superior está rematado con una figura de plata pura imitando la forma del busto de un córcel, rasga el papel del sobre de la primera carta. La lectura la obliga a ir apoyando la espalda en el tapizado. Hace algunas anotaciones en un papiro con caligrafía firme y con rasgos elegantes. Incluso, la punta de la pluma casi perfora el material de que está hecho de la fuerza con que escribe. En la intimidad, Aleksandra escribe con la siniestra, la primera mano con la que aprendiera a hacerlo en la China. En Europa tuvo que aprender con la diestra. Las habladurías se alzan señalando a los que no son iguales. Dicen que escribir con la izquierda son cosas del diablo.
- Como si el acostarse con alguien que no es tu cónyuge te salvara del infierno - susurra poniéndole voz a sus pensamientos. De la carta, subraya algunas líneas o conceptos. Repite el proceso con toda la correspondencia que para ella, es poca comparada a otros días. Una en particular la hace tomar la campanilla, agitarla para que con su melódico sonido atraiga a la servidumbre - decidle a Josephine que prepare mis maletas. Tengo que estar a Londres en dos semanas - ordena cuando el mayordomo se apersona. Una reverencia del hombre es suficiente para que toda la maquinaria se eche a andar. Pensativa, Sasha golpea la carta doblada contra la palma de su mano enguantada. Su notario la quiere ver con urgencia. Se pregunta el por qué. Sus negocios son bastos, cualquier problemática con ellos puede ser resuelta por su amanuense. Si su presencia es requerida es porque su consentimiento es indispensable.
SEMANAS DESPUÉS
La presencia de la rusa en la notaría causa revuelo. Saben que es exigente, no se le puede hacer esperar, debe atendérsele con rapidez. Dos de los abogados apresuran el paso. Llevan los documentos hasta la sala de juntas y es el notario en persona, quien del brazo, la dirige a un despacho donde se encuentra una dama sentada. Aleksandra se queda en silencio, su mirada es inquisitiva cuando sus ojos verdes se posan en el rostro del notario que carraspea - le hemos citado, my lady porque comparte un negocio con Mrs. Chloé Hohenzollern, aquí presente. Se trata de la empresa de embarcaciones donde detenta una participación accionaria del cincuenta por ciento con mister Hayes, el cual ha fallecido y ella es la legal heredera del porcentaje restante. Por favor, tome asiento y les explicaré mejor - solicita nervioso. Cuando la rusa avanza, el hombre de mediana edad le recorre la silla, toma asiento con elegancia, acomodando las enaguas del vestido quedando cara a cara de la dama separadas por la enorme mesa en cuya cabecera se ubica el notario.
Un servicio de té ingresa a la sala de juntas, es servido con rapidez y pocas palabras. Sasha va desprendiéndose de los negros guantes largos hasta doblarlos y colocarlos al lado de su lugar sobre la mesa. Toma la taza de té para dar un ligero sorbo y luego, devolver la porcelana con cuidado. - Está frío - nadie puede saber que no es cierto, sólo le gusta presionar a los hombres. El notario palidece llamando de nuevo al servicio con un par de palmadas que justo, se había retirado - el té de mi lady está frío. Calentadlo ya - ordena con nerviosismo en la voz. La dama en cuestión sonríe con un dejo de cinismo. Cómo le gusta apretar los tornillos de los demás hasta romper sus fachadas. - No deseo que lo calienten. Deseo que me sirvan de nuevo - sus ojos pardos se posan sobre la dama frente a ella.
De su bolsito, extrae una caja dorada de la cual toma un cilindro de papel de arroz. Encaja uno de los extremos en una boquilla. En tanto el servicio es retirado, el escribano se apresura a ofrecerle fuego con el que ella enciende el cigarrillo antes de soltar la primera bocanada con los labios formando una diminuta "o". Al haber ladeado un poco el rostro al exhalar, el humo se eleva por la sala desapareciendo antes de tocar el techo. El olor a tabaco con menta entremezclados alcanza su nariz. La mano siniestra se posa en el lateral contrario de su pequeña cintura en tanto su diestra sostiene la boquilla. Algo novedoso para la época donde son más populares los habanos y las pipas. - Mrs. Hohenzollern ¿Tiene idea de lo que heredó? - su voz se apaga cuando el cigarrillo vuelve a su boca observándola. A simple vista no parece que tuviera la menor de las ideas de qué hace en el lugar. Mucho menos lo que significa tener una de las compañías portuarias más importantes del mundo en las manos. Con parsimonia, da un golpe pequeño al largo cilindro dejando que la ceniza caiga al piso.
El notario palmea de nuevo ordenando que traigan un cenicero. La irreverencia de la rusa no se debe a una mala educación como podrá apreciarse con su voz - si hubiera un cenicero en la mesa, no tendrían que limpiar. Creo que entiende, Mrs. Bradbury, que si bien es cierto soy una mujer, no hay nadie más poderoso en el rubro de embarcaciones en Londres ¿Correcto? Debería estar preparado para mis excentricidades, no es la primera vez que fumo en su oficina - una aspiración más a la punta del cigarrillo ofrece un espectáculo de arrogancia. El cenicero llega a la mesa, la mano se extiende para dejar caer la punta consumida del tabaco. - ¿Qué hay que hacer? - el notario abre la carpeta para empezar a leer - No. Deténgase. No quiero que me lo lea. Para eso no lo contrato. Puedo leer con mis ojos. Explíqueselo - señala con el dedo índice de la mano que aún sostiene el cigarrillo, a la nueva socia que tiene. - Quiero que entienda dónde está parada y que no tenga dudas cuando salgamos de aquí - su voz mandante es la que se obedece. No será en esta notaría donde se haga lo contrario.
Aleksandra Kurdaliova- Humano Clase Alta
- Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 26/04/2018
Re: Sacando carácter [Chloé Hohenzollern]
Chloé tenía tanto miedo… si algo le había dejado su difunto esposo eran problemas. Dinero también, pero problemas en cantidades desorbitantes que no le permitían dormir en las noches y le amargaban los días. Ella, acostumbrada al ocio, a los placeres pequeños de la vida –como leer junto al fuego, pasear por los jardines o tomar sus clases de pintura- debía ahora ocuparse de negocios que ninguna mujer estaba capacitada para entender, al menos así la habían enseñado. Tenía miedo a que su vida cambiase, aunque ya había cambiado.
Ciegamente seguía a Simon, quien había sido el abogado y secretario de su esposo durante los últimos quince años. No lo hacía porque confiara en él, de hecho nunca le había gustado ese hombre que tenía demasiada ascendencia sobre Andrew, sino porque no tenía a nadie más, estaba realmente sola metida en todo aquello y se aferraba a la certeza de que Simon, para bien o para mal, parecía saber lo que hacía.
Nerviosa de momento no estaba. Se había interesado más en la elección de su vestido –de telas pesadas, negro y con detalles en bordados con hilos de plata- y en aprobar el peinado que en pensar qué debía preguntar en la reunión que tendría en unas horas. ¿Qué sabía al respecto? Que estaba prevista para conocer a la socia de Andrew en una de sus empresas portuarias –la de mayor importancia- y que deberían realizar cambios en todos los papeles pues donde estaba el nombre, la firma y el sello del difunto Hayes tendría que aparecer el nombre de su viuda. ¿Habría sido aquella mujer una más de las amantes de Andrew? No. No tenía que pensar en esas cosas, no tenía que imaginarse atestiguando lo que ya no podría ocurrir jamás pues era un real sinsentido. Ah, pero lo hacía. En eso pensaba mientras su asistenta le trenzaba el cabello para elevarlo en un peinado alto, lo hacía mientras viajaba en el carruaje junto a Simon y también los minutos que les tocó aguardar por la mujer en la sala de reuniones que tenía la oficina del prestigioso notario ante el que actualizarían los papeles legales.
Si no había estado nerviosa en la previa del encuentro, si lo estaba ahora al ver ingresar a aquella mujer. Segura, resuelta y demandante, su socia impartía órdenes con voz incuestionable, aunque se tratase de cuestiones intrascendentes.
-Bienvenida –murmuró y ensayó un saludo con la cabeza, pero nadie lo notó. Hasta el propio Simon se hallaba subyugado por la fuerza de la recién llegada.
¿Cómo podía esa mujer ingresar sin saludar? ¿Cómo podía no darle el pésame? Ni siquiera recordaba que le hubiera enviado una carta mostrándose dolida por el fallecimiento de Andrew, mucho menos que se hubiese apersonado en la ceremonia del adiós. Y sí que era escandalosa. Chloé jamás había visto a una mujer fumar, mas ahora no podía apartar los ojos de ella… ¿Cómo era posible que hiciese algo tan impropio con tanta naturalidad? Algo que siempre había relacionado a los hombres ahora le parecía sumamente femenino al ver a la mujer fumar así. La viuda de Hayes estaba entre escandalizada y admirada.
El notario intentó explicar, leer los documentos que ya estaban prontos para la importante reunión, pero Kurdialiova lo mandó a callar. Simon intentó retomar, pero fue el turno de Chloé de mandar a callar al empleado. Quería explicarlo ella misma, quería demostrar que podía hacerlo. Tal vez se debiera que a que la otra mujer la había inspirado. Así lo hizo, repitiéndose que ella no era menos, que estaban a la par. Que eran socias.
-Lamento mucho que tenga que perder su valioso tiempo en esta reunión –eligió comenzar disculpándose-. Seré puntual, explicando lo que a mí me han explicado a su vez, comprenderá que todo este mundo es realmente nuevo para mí. Supongo que resulta evidente. Mi esposo y su socio ha fallecido, como su heredera debe figurar mi nombre en los documentos y por eso los han vuelto a hacer. Se necesita que ambas firmemos nuevamente el acuerdo de sociedad. No es mi intención que nada cambie en el negocio, no sé qué es puntualmente de lo que se encargaba mi esposo pero creo que podremos hallar a quien lo reemplace.
Ciegamente seguía a Simon, quien había sido el abogado y secretario de su esposo durante los últimos quince años. No lo hacía porque confiara en él, de hecho nunca le había gustado ese hombre que tenía demasiada ascendencia sobre Andrew, sino porque no tenía a nadie más, estaba realmente sola metida en todo aquello y se aferraba a la certeza de que Simon, para bien o para mal, parecía saber lo que hacía.
Nerviosa de momento no estaba. Se había interesado más en la elección de su vestido –de telas pesadas, negro y con detalles en bordados con hilos de plata- y en aprobar el peinado que en pensar qué debía preguntar en la reunión que tendría en unas horas. ¿Qué sabía al respecto? Que estaba prevista para conocer a la socia de Andrew en una de sus empresas portuarias –la de mayor importancia- y que deberían realizar cambios en todos los papeles pues donde estaba el nombre, la firma y el sello del difunto Hayes tendría que aparecer el nombre de su viuda. ¿Habría sido aquella mujer una más de las amantes de Andrew? No. No tenía que pensar en esas cosas, no tenía que imaginarse atestiguando lo que ya no podría ocurrir jamás pues era un real sinsentido. Ah, pero lo hacía. En eso pensaba mientras su asistenta le trenzaba el cabello para elevarlo en un peinado alto, lo hacía mientras viajaba en el carruaje junto a Simon y también los minutos que les tocó aguardar por la mujer en la sala de reuniones que tenía la oficina del prestigioso notario ante el que actualizarían los papeles legales.
Si no había estado nerviosa en la previa del encuentro, si lo estaba ahora al ver ingresar a aquella mujer. Segura, resuelta y demandante, su socia impartía órdenes con voz incuestionable, aunque se tratase de cuestiones intrascendentes.
-Bienvenida –murmuró y ensayó un saludo con la cabeza, pero nadie lo notó. Hasta el propio Simon se hallaba subyugado por la fuerza de la recién llegada.
¿Cómo podía esa mujer ingresar sin saludar? ¿Cómo podía no darle el pésame? Ni siquiera recordaba que le hubiera enviado una carta mostrándose dolida por el fallecimiento de Andrew, mucho menos que se hubiese apersonado en la ceremonia del adiós. Y sí que era escandalosa. Chloé jamás había visto a una mujer fumar, mas ahora no podía apartar los ojos de ella… ¿Cómo era posible que hiciese algo tan impropio con tanta naturalidad? Algo que siempre había relacionado a los hombres ahora le parecía sumamente femenino al ver a la mujer fumar así. La viuda de Hayes estaba entre escandalizada y admirada.
El notario intentó explicar, leer los documentos que ya estaban prontos para la importante reunión, pero Kurdialiova lo mandó a callar. Simon intentó retomar, pero fue el turno de Chloé de mandar a callar al empleado. Quería explicarlo ella misma, quería demostrar que podía hacerlo. Tal vez se debiera que a que la otra mujer la había inspirado. Así lo hizo, repitiéndose que ella no era menos, que estaban a la par. Que eran socias.
-Lamento mucho que tenga que perder su valioso tiempo en esta reunión –eligió comenzar disculpándose-. Seré puntual, explicando lo que a mí me han explicado a su vez, comprenderá que todo este mundo es realmente nuevo para mí. Supongo que resulta evidente. Mi esposo y su socio ha fallecido, como su heredera debe figurar mi nombre en los documentos y por eso los han vuelto a hacer. Se necesita que ambas firmemos nuevamente el acuerdo de sociedad. No es mi intención que nada cambie en el negocio, no sé qué es puntualmente de lo que se encargaba mi esposo pero creo que podremos hallar a quien lo reemplace.
Chloé Hohenzollern- Humano Clase Alta
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 30/05/2017
Re: Sacando carácter [Chloé Hohenzollern]
No deberías fumar, te hará mal y no te ves bien así.
No deberías meterte en la cama con tu sobrina, te hará mal
y en cuanto tu cuñado se entere, tu rostro no volverá a ser el mismo.
No deberías meterte en la cama con tu sobrina, te hará mal
y en cuanto tu cuñado se entere, tu rostro no volverá a ser el mismo.
Aleksandra peca de intransigente, de ser un individuo tan independiente que la mayor parte del tiempo exige más que solicita. Su tiempo es oro, invaluable y no está acostumbrada a desperdiciarlo. Las normas sociales imponen una serie de formulismos para las interacciones entre las personas que la propia rusa ignora y hace de éstas lo que le place para acortar los tiempos, terminar los asuntos rápido y seguir adelante en su apretada agenda. En este mismo momento, en la reunión en la oficina del Notario, su propia conducta indomable es parte del encanto de la rusa por así decirlo, por lo que ver en su nueva socia una orden de silencio al abogado que fuera de su marido, quien posee un carácter bastante belicoso y no tan fácilmente puede cerrar la boca, le agrada. Es eso lo que le llama la atención en la otra dama.
En silencio, escucha y procesa cada palabra de la mujer. Quedándose grabadas las frases que le indican cuán nueva es en ésto. Cuánto depende de alguien para salir adelante, como el abogado que tiene a su lado. Alguien a quien Aleksandra ya hubiese despedido desde el inicio de la conversación. Es una mujer sin guía, que se deja llevar por la tempestad al igual que un buque sin su capitán. Ni siquiera hay un contramaestre que haga equilibrio y el abogado que tiene a su lado lo único que busca es su propio beneficio. Da otra calada al cigarrillo dejando que el resto se consuma al depositar el cilindro en el cenicero. El humo que emerge de sus labios deja a todos en silencio esperando su respuesta.
- Me encantaría platicar con usted a solas. Sin abogados, sin notario, sólo usted y yo ¿Le parece bien? - propone en tanto de reojo observa la reacción del abogado que seguro intentará convencerla de lo contrario - si gusta, le doy unos instantes en soledad con su abogado para que lo mediten. En tanto, voy a revisar algunos documentos que me faltan en mis archivos y así les doy intimidad. Sólo le pido algo, concédame la oportunidad de dialogar con usted, le prometo que no tardaré más allá de lo que usted misma necesite de tiempo y que llegaremos a un arreglo que nos convenga a ambas. Regreso en cinco minutos - se pone en pie para ir a con el Notario a su despacho entendiendo que la dama no tiene la misma fuerza que ella, sus palabras han sido demasiado obvias y para alguien tan perspicaz como la rusa, fueron tan claras como el agua.
Tras recibir algunas escrituras, revisa la que tiene que firmar en compañía de la viuda. Es cuando su cerebro registra que ni siquiera le dio el pésame por el fallecimiento de su marido. Para Aleksandra un hombre como Hayes era mejor muerto que vivo, sin embargo, puede que para la dama haya sido la parte más importante de toda su existencia. Deja que pasen los minutos prometidos para regresar al lugar esperando que ella tenga la buena voluntad de tomarse el tiempo necesario para aclarar la situación sin escuchas como su abogado o el Notario. Al atravesar el marco de la puerta, sus labios forman una leve mueca que pareciera una sonrisa sin llegar a terminar. - ¿Ha decidido algo? - espera paciente a que le explique el por qué no o bien, que acepte para lo cual, Aleksandra ya mandó traer un té extra, una botella de un fino licor muy suave para el paladar femenino y de paso, le pagó al notario por tener la sala exclusiva para ellas el tiempo necesario para el diálogo.
Aleksandra Kurdaliova- Humano Clase Alta
- Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 26/04/2018
Re: Sacando carácter [Chloé Hohenzollern]
En cuanto la mujer le propuso hablar sin testigos, Chloé buscó la mirada de Simon y en ella halló una clara advertencia para que no lo hiciera, para que no oyera lo que su socia tenía que decir. Él quería que se negase, que no hiciera nada a solas y sin su asesoramiento. ¿Ni siquiera ahora que había enviudado podría librarse de mandatos? ¿Debía seguir obedeciendo? No quería, aunque así la habían educado. Chloé le sonrió, fue una sonrisa inconsciente, una sonrisa sin sentido y realmente fugaz.
-Hablaré con ella –le dijo con voz firme cuando la mujer se hubo ido-, puedes retirarte, estaré bien. Creo que podremos hablar de mujer a mujer, que entenderá la dura posición en la que estoy hoy. Tranquilo, estará todo bien, no arruinaré las cosas.
Al hombre no le gustó nada la decisión de la viuda, pero no dejaba de ser un empleado –de confianza y que había tenido buena relación con Andrew, pero un empleado al fin- y ambos lo sabían bien, no podía ponerse en posición exigente. Finalmente acabó saliendo de la habitación y dejando sola a la mujer que iba de la incertidumbre al desconcierto. Se jugaba su futuro en aquella reunión, pero no confiaba en su socia –porque no la conocía- y tampoco conocía en profundidad el negocio del que tratarían. Eso era lo peor, tener que hablar de cosas que desconocía.
La seguridad de la mujer le daba seguridad, pero muchas eran las personas que habían defraudado a Chloé Hohenzollern y de cada experiencia había aprendido, por eso no le resultaría fácil confiar en la mujer, aunque si su esposo lo hacía ¿por qué ella no podría? Estaba convencida de que no se equivocaría siguiendo los pasos de Andrew, no fallaría si hacía todo lo que él haría si estuviese vivo.
La mujer regresó luego de unos minutos y al verla otra vez Chloé se reacomodó en su butaca, se movió hacia adelante y puso recta su espalda llevando los hombros hacia atrás, estaba tensa de miedo, nerviosa. Luego de soltar un comedido suspiro, habló:
-Sí, creo que es oportuno que hablemos tranquilas, sin tantas personas opinando. Como habrá notado estoy un poco… confundida con todo esto. Pero ya no puedo continuar demorando más el momento de poner orden a lo que mi esposo ha dejado, es por eso que comencé a interiorizarme de sus asuntos, mismos que eran completamente ajenos a mí hasta hace unos meses.
Chloé era la mujer ideal, esa que se ocupaba de que todo estuviese en funcionamiento en la enorme casa que compartía con su esposo, esposo que sus padres habían buscado para ella hacía muchos años. Buena anfitriona, correcta en sus palabras y modos, amante de la lectura y la pintura… Era esa que hacía vista gorda pese a conocer las infidelidades de su esposo y también esa que le sería obediente a él incluso si le pidiese hacer cosas de lo más delirantes; ¿qué más se le podía pedir? Cualquier hombre de la época, con buena educación y reputación estaría feliz de compartir la vida con una mujer así, que no traía problemas. ¿Cómo era que ahora tenía que ponerse al corriente de negocios masculinos?
-Me tranquiliza encontrar una voz femenina en este mundo netamente masculino –le confesó-. Yo no pretendo darle problemas, solo quiero llegar a un acuerdo justo, firmar lo que corresponda y seguir mi vida.
Era completamente cierto, no había segundas ni terceras intenciones. ¿A qué más podía aspirar una mujer monótona como ella?
-Hablaré con ella –le dijo con voz firme cuando la mujer se hubo ido-, puedes retirarte, estaré bien. Creo que podremos hablar de mujer a mujer, que entenderá la dura posición en la que estoy hoy. Tranquilo, estará todo bien, no arruinaré las cosas.
Al hombre no le gustó nada la decisión de la viuda, pero no dejaba de ser un empleado –de confianza y que había tenido buena relación con Andrew, pero un empleado al fin- y ambos lo sabían bien, no podía ponerse en posición exigente. Finalmente acabó saliendo de la habitación y dejando sola a la mujer que iba de la incertidumbre al desconcierto. Se jugaba su futuro en aquella reunión, pero no confiaba en su socia –porque no la conocía- y tampoco conocía en profundidad el negocio del que tratarían. Eso era lo peor, tener que hablar de cosas que desconocía.
La seguridad de la mujer le daba seguridad, pero muchas eran las personas que habían defraudado a Chloé Hohenzollern y de cada experiencia había aprendido, por eso no le resultaría fácil confiar en la mujer, aunque si su esposo lo hacía ¿por qué ella no podría? Estaba convencida de que no se equivocaría siguiendo los pasos de Andrew, no fallaría si hacía todo lo que él haría si estuviese vivo.
La mujer regresó luego de unos minutos y al verla otra vez Chloé se reacomodó en su butaca, se movió hacia adelante y puso recta su espalda llevando los hombros hacia atrás, estaba tensa de miedo, nerviosa. Luego de soltar un comedido suspiro, habló:
-Sí, creo que es oportuno que hablemos tranquilas, sin tantas personas opinando. Como habrá notado estoy un poco… confundida con todo esto. Pero ya no puedo continuar demorando más el momento de poner orden a lo que mi esposo ha dejado, es por eso que comencé a interiorizarme de sus asuntos, mismos que eran completamente ajenos a mí hasta hace unos meses.
Chloé era la mujer ideal, esa que se ocupaba de que todo estuviese en funcionamiento en la enorme casa que compartía con su esposo, esposo que sus padres habían buscado para ella hacía muchos años. Buena anfitriona, correcta en sus palabras y modos, amante de la lectura y la pintura… Era esa que hacía vista gorda pese a conocer las infidelidades de su esposo y también esa que le sería obediente a él incluso si le pidiese hacer cosas de lo más delirantes; ¿qué más se le podía pedir? Cualquier hombre de la época, con buena educación y reputación estaría feliz de compartir la vida con una mujer así, que no traía problemas. ¿Cómo era que ahora tenía que ponerse al corriente de negocios masculinos?
-Me tranquiliza encontrar una voz femenina en este mundo netamente masculino –le confesó-. Yo no pretendo darle problemas, solo quiero llegar a un acuerdo justo, firmar lo que corresponda y seguir mi vida.
Era completamente cierto, no había segundas ni terceras intenciones. ¿A qué más podía aspirar una mujer monótona como ella?
Chloé Hohenzollern- Humano Clase Alta
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 30/05/2017
Re: Sacando carácter [Chloé Hohenzollern]
¿Por qué no eres como las demás, Aleksandra?
Una dama, una mujer de sociedad, así nunca brillarás.
Y por eso mismo es que brillo, pues al seguir los estándares
pierdo mi esencia.
Una dama, una mujer de sociedad, así nunca brillarás.
Y por eso mismo es que brillo, pues al seguir los estándares
pierdo mi esencia.
Está tan o más tensa que las cuerdas de un violín. Le parece que como rasguñe la apariencia, se rompe en mil pedazos. Si bien aparenta como cualquier dama de sociedad, hay pequeños y reconocibles gestos que la rusa interpreta bien. Desde la tensión en los hombros que puede vislumbrarse en su cuello y las finas clavículas. La manera en que mantiene las manos unidas. La forma en que los ojos observan queriendo de inmediato fijar sus orbes en los de ella aparentando seguridad, son los rastros que deja cual migas de pan. Por un momento rememora a Andrew en vida, así como la noticia de su muerte. Mientras la escucha, cierra la puerta con seguro para que absolutamente nadie les moleste. Que sea libre para decidir es lo que busca, que comprenda todo para que tenga las bases para conducir su vida como le plazca. Si quiere ser una hoja al viento ¡Que lo sea!
Se acerca con pasos medidos poniendo en su rostro la sonrisa más confortable de todo su repertorio para apoyar la mano en el escritorio al lado suyo terminando de escuchar sus palabras. Mueve la cabeza de derecha a izquierda antes de tomar sus manos instándola a levantarse, sabe que lo necesita, así que susurra suave - vamos a dejar ésto muy claro. Lo que menos quiero es que esté asustada, preocupada o tensa. Así que aspire profundo hasta que no pueda más, sostenga cinco segundos y exhale con suavidad, despacio, que ese suspiro tarde cinco segundos porque eso es lo que necesita para relajarse al menos. Que quede en su mente algo, a diferencia de cualquier otra persona en este sitio, soy feminista. Ayudo a mis pares, así que vamos, inhale - solicita esperando a que lo haga, en cuanto la observa hinchar el pecho, asiente - sostenga. Uno, dos, tres, cuatro y cinco. Exhale despacio, muy despacio - si su voz suena relajante es porque así es.
Lo que menos espera es asustar a alguien que tiene la valentía para plantar cara ante las situaciones y si bien Aleksandra conoce a su abogado, sabe bien que querrá monopolizar la situación para que la fémina desconozca el real estado de sus negocios. Para eso está la rusa, para abrirle los ojos. - muy bien, repita el proceso, por favor. Inhale. Sostenga. Uno, dos, tres, cuatro y cinco. Exhale lento, muy lento - vuelve a indicar al tiempo que la otra lo hace. Y una vez listo, le sonríe - bien, ahora usted sola, quite de su mente todos los pensamientos, los miedos, las preocupaciones. Aquí no existen, no tiene rivales, ni nadie que le va a decir cómo debe hacer las cosas más que este ejercicio de respiración que le ayudará a relajar su cuerpo - asiente paciente en tanto mira qué bien lo hace ahora, cómo la tensión empieza a desaparecer. Es el momento de seguir - Ahora, por cinco minutos me dejará hacer lo que sé que necesita - y cuando termina de decirlo, la rusa sonríe antes de envolverla en sus brazos - lamento su pérdida, señora Hohenzollern y como me incordia tener que ser tan impersonal, la voy a tutear. Lo lamento, Chloe, por lo que has perdido. Por tu esposo que se ha ido dejándote en esta situación. Por cómo se fue. Por lo que significa para ti como mujer, lo lamento mucho, Chloe - la contiene durante el espacio justo que ella necesita.
Cuando siente que es suficiente, la va descubriendo tomando sus hombros con las palmas de las manos - y sin embargo, escucha lo que te digo. Fue lo mejor que pudo pasarte. En tu vida, en tu historia. Deshacerte de él fue lo mejor que pudo suceder. ¿Por qué? Porque ahora sí podrás vivir con tus reglas, con tus demandas y todos te escucharán. ¿Tienes ganas de hacerlo? Yo te ayudaré. ¿Tienes ganas de esconderte? Yo te ayudaré. Sólo decide, querida, qué es lo que deseas y te apoyaré en ello - alza su rostro para que la mire a los ojos con la firmeza de que es capaz, con toda esa autoestima que le sobra y se desborda por los poros - nada puede detenerte ahora que no sean tus propios actuares y conciencia, ¿Entendiste? Y si para eso tengo que quedarme a tu lado para que aprendas, lo haré. Y mis juramentos se cumplen más que los cacareos de los hombres que dicen que tienen palabra de honor - sonríe con sarcasmo al tiempo que le guiña un ojo.
Es en momentos como éste que le alegra ser tan independiente - al contrario de lo que piensas, quiero que me des problemas. Cada uno de ellos significará una mejora en mi conducta, en mi experiencia. Porque sigo mi consejo, soy capaz de ser incontenible si me lo propongo, logro todo lo que quiero y me encanta que me digan que es imposible porque sólo así veo qué tanto puedo evolucionar con cada reto que supero, porque así somos las mujeres. Porque nada nos detiene. Así que, querida, dime ¿Qué eliges? ¿Te subes al barco para controlar tu destino o te quedas abajo mirando cómo te sigues haciendo rica como tu marido? Porque eso era lo que hacía, sentarse a ver cómo incrementaba las ganancias. Sí, Chloe, quien maneja la empresa naviera soy yo. No tu esposo, no tu abogado. Yo. ¿Quieres compartir el timón? Sólo di que sí - su voz es suave, relajada y tranquilizante. Lo que menos quiere es que se preocupe o se ponga más nerviosa de lo que ya está.
Quiere liberarla de sus ataduras, de sus grilletes. Quiere que se independice porque para eso trabaja Aleskandra. En pos de la revolución.
Aleksandra Kurdaliova- Humano Clase Alta
- Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 26/04/2018
Re: Sacando carácter [Chloé Hohenzollern]
Le extrañó mucho la familiaridad con la que la otra mujer comenzó a tratarla, pero no se molestó con eso. Al contrario, le estaba agradecida. Hizo como ella le sugería, se tomó unos segundos para guiar su respiración… al principio no sintió nada especial, ni siquiera le parecía lógico lo que hacía, pero al final acabó relajando su cuello y poco a poco todo el cuerpo se le relajó. Era extraño pero agradable lo que sentía, justo lo que la otra mujer le parecía: extraña pero agradable.
No se esperaba ese abrazo, sí que fue toda una sorpresa y en un primer momento se quedó rígida, perdiendo todo lo que había logrado en los minutos de respiración profunda. Pero Chloé se dejó abrazar y acabó aferrándose también al cuerpo de la otra mujer, las primeras lágrimas cayeron en silencio mientras oía lo que ella le decía, pero conforme iba poniendo en palabras todo lo que Chloé sentía, el llanto se volvió sonoro y doloroso.
¿Por qué? Porque sabía que tenía razón, que ser viuda era lo mejor que podía pasarle, que liberarse de Andrew y de sus locuras representaba para Chloé el inicio de una nueva vida. Ella nunca lo había amado, pero sí respetado, cosa que él no había hecho con ella en los años compartidos. Las lágrimas eran también de culpa ante tamaños pensamientos.
-No sé qué deseo –le confesó, y tras decirlo se tapó la boca-. No sé… no sé qué deseo. Creo que lo único que proyecto a corto plazo es que esto funcione, que este negocio con usted me salga bien. Solo quiero demostrar que puedo hacerme cargo de esto que mi esposo hacía.
Una sorpresa más, enterarse que su esposo no trabajaba realmente hombro con hombro junto a su socia. ¿Y por qué no le extrañaba eso? Porque perfectamente podía ser mentira lo que esa mujer decía, pero ella sabía que era verdad, porque oírla era poder ver en su mente a su difunto marido. ¿Pero no era una locura lo que ella le proponía? ¿Qué podía hacer Chloé?
Se separó de la mujer y fue a tomar asiento. Agradeció que alguien hubiera servido unos vasos de aguamiel, porque era justo lo que necesitaba así que bebió hasta que la dulzura de la bebida le reconfortó el cuerpo.
-Yo no soy como él –le dijo primeramente para despegarse del mal concepto que Aleksandra tenía de su esposo, no sabía por qué, pero deseaba que ella la viese como una mujer respetable, no quería defraudarla-. No soy como él, pero tampoco soy capaz de manejar nada, se lo aseguro. Míreme –le pidió con un gesto de franqueza-, lo único que sé es pintar cuadros de flores. ¿Qué negocios navieros puedo hacer yo? Le agradezco la confianza que parece tenerme, la valoro, claro que sí. Pero no puedo aceptar el desafío, por mucho que me motive la posibilidad que comenzar algo nuevo, sé que no estoy a su altura, querida.
No se esperaba ese abrazo, sí que fue toda una sorpresa y en un primer momento se quedó rígida, perdiendo todo lo que había logrado en los minutos de respiración profunda. Pero Chloé se dejó abrazar y acabó aferrándose también al cuerpo de la otra mujer, las primeras lágrimas cayeron en silencio mientras oía lo que ella le decía, pero conforme iba poniendo en palabras todo lo que Chloé sentía, el llanto se volvió sonoro y doloroso.
¿Por qué? Porque sabía que tenía razón, que ser viuda era lo mejor que podía pasarle, que liberarse de Andrew y de sus locuras representaba para Chloé el inicio de una nueva vida. Ella nunca lo había amado, pero sí respetado, cosa que él no había hecho con ella en los años compartidos. Las lágrimas eran también de culpa ante tamaños pensamientos.
-No sé qué deseo –le confesó, y tras decirlo se tapó la boca-. No sé… no sé qué deseo. Creo que lo único que proyecto a corto plazo es que esto funcione, que este negocio con usted me salga bien. Solo quiero demostrar que puedo hacerme cargo de esto que mi esposo hacía.
Una sorpresa más, enterarse que su esposo no trabajaba realmente hombro con hombro junto a su socia. ¿Y por qué no le extrañaba eso? Porque perfectamente podía ser mentira lo que esa mujer decía, pero ella sabía que era verdad, porque oírla era poder ver en su mente a su difunto marido. ¿Pero no era una locura lo que ella le proponía? ¿Qué podía hacer Chloé?
Se separó de la mujer y fue a tomar asiento. Agradeció que alguien hubiera servido unos vasos de aguamiel, porque era justo lo que necesitaba así que bebió hasta que la dulzura de la bebida le reconfortó el cuerpo.
-Yo no soy como él –le dijo primeramente para despegarse del mal concepto que Aleksandra tenía de su esposo, no sabía por qué, pero deseaba que ella la viese como una mujer respetable, no quería defraudarla-. No soy como él, pero tampoco soy capaz de manejar nada, se lo aseguro. Míreme –le pidió con un gesto de franqueza-, lo único que sé es pintar cuadros de flores. ¿Qué negocios navieros puedo hacer yo? Le agradezco la confianza que parece tenerme, la valoro, claro que sí. Pero no puedo aceptar el desafío, por mucho que me motive la posibilidad que comenzar algo nuevo, sé que no estoy a su altura, querida.
Chloé Hohenzollern- Humano Clase Alta
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 30/05/2017
Re: Sacando carácter [Chloé Hohenzollern]
Por tus palabras y tus actitudes, es por lo que no consigues marido.
Entonces ¡Algo debo estar haciendo bien!
Entonces ¡Algo debo estar haciendo bien!
"Quien entienda lo que estas palabras significan, entenderán la historia de la creación del mundo". Así podríamos englobar lo que por milenios ha sido el sometimiento que el hombre ejerce sobre la mujer. ¿Quién dijo que era él quien debía dominar? ¿Quién habló de que eran únicos y capaces de someter el carácter de la mujer que tiende a "enloquecer" una vez al mes? Si supieran que la biblia está mal traducida, les daría un soponcio como descubrieran la verdad de: "Y lo creó a su imagen y semejanza". No es en singular, era en plural. Así como la manzana que mordió Adán jamás fue manzana, la iglesia sigue ocultando tantas verdades, como estrellas hay en el cielo. ¿Sabías que la facultad de creación y de la ciencia y tecnología estaba reservada a las mujeres? ¿Que no sólo hay un Dios, si no también una Diosa? La iglesia les quitó muchos privilegios a las del sexo femenino por codicia. ¿Sabías que hubo un Papa mujer? Gracias a los hombres, muchas mujeres como la que tiene frente a ella, están inseguras de sus capacidades. Si un varón no las respalda, ¿Cómo pueden hacerse cargo de algo? Sus habilidades se limitan a su casa y a veces, ni a eso.
- Lo que desea es paz y tranquilidad, saber que puede hacerse cargo de su vida y que nadie más la va a someter bajo un yugo. A la larga, es lo que todas desean cuando sus maridos mueren - es lo que escuchó en tertulias donde el alcohol suelta las lenguas. La vehemencia con que reafirma la diferencia entre su marido y ella, es de aplaudirse. Que después de un enunciado tan magnífico se critique a mal la capacidad de su compañera por hacer algo que no sea pintar cuadros, deja a Sasha con el hormigueo en la lengua. Ese típico que siente cuando quiere refutar algo porque por supuesto, le parece que es incorrecto. Y éste, es el resultado de tantos años de dominación masculina que provocan que una mujer capaz, se sienta tan diminuta como una hormiga. La fuerza de su ser debería ser mucho mayor que la aparente, es su falta de autoestima la que la rusa deberá combatir. Se sienta a su lado, toma el vaso de licor para dar un pequeño trago observando el proceder de la otra mujer. Toma papel y tinta para escribir en el centro de la hoja la oración "Lo que dicen que no puedo hacer".
- Cuando una mujer habla como tú, me siento tan frustrada que no sé si reír o llorar -, le pone frente a ella la hoja - ¿Has escuchado de Marie-Anne Lavoisier? Estuve con ella y su esposo hace unos años. Son una pareja de investigadores científicos, que trabajan en su laboratorio hombro con hombro. Alguna vez, Marie-Anne me dijo que antes de casarse con Antoine, sólo era una pintora. Esa habilidad con la pintura permitió que pudiera dibujar los experimentos a la perfección. Era la que organizaba y la que editaba los informes. Traducía varios de los resultados de otros científicos a Antoine por su habilidad lingüista. Lo que quiero demostrar, es que el matrimonio Lavoisier salió adelante en sus investigaciones por la ayuda de ambos. ¿Quién diría que las habilidades de Marie-Anne en la pintura, les servirían tanto? No digas que no estás a la altura. Sólo di que no lo has intentado aún. Al menos inténtalo, sólo perderás tiempo y con todo respeto, es lo que te sobra - bebe un poco más del licor analizando a la mujer. Esperando a que tenga algo de confianza.
Aleksandra Kurdaliova- Humano Clase Alta
- Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 26/04/2018
Re: Sacando carácter [Chloé Hohenzollern]
Aquella empresa no era la única que su esposo tenía, esa mujer no era la única socia de su difunto marido a la que debía enfrentarse, pero Chloé estaba agradecida de que sí fuese la primera porque -aunque tal vez no lo supiera- le estaba enseñando mucho. Al menos ya sabía cómo serían las cosas, aunque intuía que, como los demás eran hombres, ninguno le ofrecería la ayuda casi empática que ella le estaba queriendo brindar.
Le gustaría aceptar, pero no podía. Por un momento había estado verdaderamente tentada a decir que sí, pero resistió sabiendo que así las cosas estaban mejor. Prefería firmar y darle un mayor porcentaje de todo, pero no soportaría saber que estropeaba las cosas, que por su incapacidad algo de lo que Adrew le había dejado se arruinaba. Sí, era lo mejor, no importaba todo lo que la mujer le dijese para convencerla -creía que con buenas intenciones, por supuesto- porque simplemente Chloé no lo creía, no lo veía. Sus motivos tendría ella para hacerlo y de seguro eran los mismos que a Chloé le faltaban y estaba bien, las personas no tenían por qué ser todas iguales, de variedad se nutría el mundo y sus sociedades.
-Tiene razón, se lo concedo. He de decir que no lo he intentado y que tampoco me siento fuerte para hacerlo en este momento –agregó, lamentando tener que fallarle, en el fondo sentía que la estaba defraudando-. Quisiera poder aceptar, se lo repito, pero no puedo. Al menos no ahora que todo es tan reciente. Le ofrezco lo siguiente: firmemos nuevamente los papeles y veámonos en unos meses nuevamente, cuando haya podido organizar las demás empresas, las casas y… bueno, algunos otros asuntos que son de índole personal –se refería a la amante de Andrew a la que debía tratar de callar con dinero, por supuesto-, tal vez en ese tiempo yo pueda ver las cosas con mayor claridad, me temo que este no es buen momento aunque sus ideas me parezcan tentadoras. Será lo más prudente esperar, así siento que me lo indica mi corazón ahora.
Tiempo le sobraba antes, cuando solo tenía que ocuparse de la casa y de su esposo, ahora no tenía un minuto para pensar en sí misma. Sabía solo Dios hacía cuanto que no iba de compras… Andrew le estaba dando problemas ahora que estaba muerto y eran muchos más que los que le daba antes, aunque ella supiera de su afición al juego y a los burdeles. Nada del pasado se comparaba a esto...
-Me gustaría llamar ya a los notarios, querida. Firmemos por favor todo, quiero que terminemos con el papelerío. Le pido por favor que me entienda y que acepte mi agradecimiento… pero ahora me es imposible pensar en nada más. Tal vez en un tiempo podamos hablar más tranquilas, en mi casa con más comodidad, ahora no veo las cosas con claridad y eso me abruma.
Le gustaría aceptar, pero no podía. Por un momento había estado verdaderamente tentada a decir que sí, pero resistió sabiendo que así las cosas estaban mejor. Prefería firmar y darle un mayor porcentaje de todo, pero no soportaría saber que estropeaba las cosas, que por su incapacidad algo de lo que Adrew le había dejado se arruinaba. Sí, era lo mejor, no importaba todo lo que la mujer le dijese para convencerla -creía que con buenas intenciones, por supuesto- porque simplemente Chloé no lo creía, no lo veía. Sus motivos tendría ella para hacerlo y de seguro eran los mismos que a Chloé le faltaban y estaba bien, las personas no tenían por qué ser todas iguales, de variedad se nutría el mundo y sus sociedades.
-Tiene razón, se lo concedo. He de decir que no lo he intentado y que tampoco me siento fuerte para hacerlo en este momento –agregó, lamentando tener que fallarle, en el fondo sentía que la estaba defraudando-. Quisiera poder aceptar, se lo repito, pero no puedo. Al menos no ahora que todo es tan reciente. Le ofrezco lo siguiente: firmemos nuevamente los papeles y veámonos en unos meses nuevamente, cuando haya podido organizar las demás empresas, las casas y… bueno, algunos otros asuntos que son de índole personal –se refería a la amante de Andrew a la que debía tratar de callar con dinero, por supuesto-, tal vez en ese tiempo yo pueda ver las cosas con mayor claridad, me temo que este no es buen momento aunque sus ideas me parezcan tentadoras. Será lo más prudente esperar, así siento que me lo indica mi corazón ahora.
Tiempo le sobraba antes, cuando solo tenía que ocuparse de la casa y de su esposo, ahora no tenía un minuto para pensar en sí misma. Sabía solo Dios hacía cuanto que no iba de compras… Andrew le estaba dando problemas ahora que estaba muerto y eran muchos más que los que le daba antes, aunque ella supiera de su afición al juego y a los burdeles. Nada del pasado se comparaba a esto...
-Me gustaría llamar ya a los notarios, querida. Firmemos por favor todo, quiero que terminemos con el papelerío. Le pido por favor que me entienda y que acepte mi agradecimiento… pero ahora me es imposible pensar en nada más. Tal vez en un tiempo podamos hablar más tranquilas, en mi casa con más comodidad, ahora no veo las cosas con claridad y eso me abruma.
Chloé Hohenzollern- Humano Clase Alta
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 30/05/2017
Re: Sacando carácter [Chloé Hohenzollern]
La mano se estira para todos los que necesiten ayuda.
La diferencia de ayudar o no, radica en que quieran tomarla.
La diferencia de ayudar o no, radica en que quieran tomarla.
En esta época, los hombres como Andrew están sobrevalorados. Sus egos ganan la contienda contra el raciocinio. La mente es un elemento poderoso que sobre los sentimientos y el corazón, rigen de manera más propicia los caminos de los hombres porque en el instante en que los segundos empiezan a ganar, no hay manera de que se avance con serenidad y paso firme. Chloé está en este preciso momento, caminando en un fango que la hunde conforme sus sentimientos pesan más a cada paso. Para aligerar la carga, debe desprenderse de todo ello y seguir sus instintos, pensar con la cabeza y no con el estómago. Ocuparse, es la respuesta para salir avante de todo lo que la acongoja. Estar tanto tiempo sin hacer nada, seguro que le está cobrando factura y ella es incapaz de pagar con creces lo que se le exige como siga por esta vertiente. Es por esta razón, que Aleksandra ofreció su ayuda reconociendo los signos del sufrimiento en el rostro de la inglesa, dando una oportunidad de que su vida cambie a bien. Se imagina, por la manera en que Andrew en vida, trató a la propia rusa, lo que su esposa tuvo que vivir a su lado.
Desde injurias, desprecios hasta una desvalorización en su papel de mujer, si no por qué razón Andrew estuvo en tantos burdeles. La no satisfacción en el lecho matrimonial grita las respuestas. Y conforme la época, Aleksandra está segura que esa frustración era paralela para la fémina que ahora se excusa y se protege tras frases que indican su conducción vía sentimental que racional. Exigir de ella un comportamiento diferente a poco tiempo de la defunción de Andrew sería abrumador. La rusa lo hace para que ella vea una salida, una luz al final del túnel que le permita apreciar que la vida no es lo que Andrew le demostró. Que ella tiene una valía mayor que el ser una simple ama de casa y una dama como la sociedad actual lo requiere: devota y pusilánime. Tiene mucho qué ver el pensamiento revolucionario de la Kurdaliova con sus experiencias antañas, para continuar el camino, se tiene que tropezar y caer. Sólo así se puede levantar y ver el mundo de forma diferente. Al comprender ésto, Aleksandra está dispuesta a dejar que Chloé caiga por completo, se rompa las dos rodillas y se agriete las manos para que sufra lo indecible y después de eso, ver si tiene la voluntad para levantarse o bien, quedarse donde está.
Para la rusa, no hay cambios. Seguirá al frente de la compañía haciendo lo que hasta el momento le sale de maravilla: creciendo el negocio y dando dividendos. - De acuerdo, llamaré entonces al Notario. Pierda cuidado, sólo recuerde que si se deja llevar por sus sentimientos en lugar de por la cabeza, seguirá hundida en el mar de tiburones y aunque no me compare todavía con uno, puede ser que sí sea la que más la comprenda - agita la campanilla para que los abogados y el Notario hagan acto de presencia a sabiendas de que todo ésto ya está decidido. Sin siquiera meter más las manos para ayudar a esta mujer cuyo destino es incierto. Le gustaría encontrarse con Chloé en el futuro para ver de qué madera está hecha. Si sólo es un simple sauce en lugar de una elegante caoba, ¿Qué se le va a hacer? La presencia de los caballeros inunda el lugar, las firmas son puestas en los documentos una tras otra, no sin antes una revisión a conciencia de la rusa que cambia un par de cosas para que las acciones sigan como están: sin mayor beneficio para ella.
Si los otros negocios salen mal para la viuda, al menos que tenga la serenidad de que en éste, sacará el dinero que necesita para mantener su ritmo de vida - de acuerdo, si todo está listo, me despido. Es un placer, señora Hohenzollern, espero volverla a ver en circunstancias menos traumáticas para usted y tenga la seguridad de que el negocio seguirá viento en popa. A veces, para obtener un beneficio mayor, hay que arriesgarse, así que no le sorprenda que haga algunos cambios en la empresa. Tenga por seguro que mi fortuna respaldará éstos y usted podrá seguir tranquila recibiendo sus ganancias - estrecha la mano de la viuda con una sonrisa antes de despedirse de los demás y salir de ahí con los documentos en la mano. Es requerida en otros lugares, su vida es demasiado ajetreada, más los resultados bien valen la pena. Desea que algún día, Chloé entienda y acepte su camino decidiendo tomar las riendas de su vida e impedir que nadie le diga qué o cómo hacer. En eso se basa la felicidad.
TEMA FINALIZADO
Aleksandra Kurdaliova- Humano Clase Alta
- Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 26/04/2018
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