Somehow, I'll find him (Libre)

por **Catherine Blossom** Lun Mayo 07, 2018 6:41 pm

No estaba inspirada para quedarme en el pequeño palacio en el que me hospedaba momentáneamente desde que llegué buscando al vampiro que puede que tenga en su posesión a mi amado esposo, pero sin embargo, algo me inquieta. Una sensación extraña me dice que no está en París o si quiera en este mundo. Puede que sea el temor de lo que me llegue a encontrar cuando encuentre finalmente la verdad. Es puede que esté en negación prematura el intuir lo que pueda pasar en un futuro. De momento no me encontraba con demasiadas ganas de seguir a pie. En palacio no me apetecía estar por lo que estuve andando sin cesar por las calles de París en, posiblemente, busca de la verdad o de alguna pista fresca pues parecía que estaba paseando mi pesar en círculos sin terminación alguna. La primavera había llegado a París en mi estancia y las noches eran frescas pero no demasiado frías por lo que no me molestaban en absoluto.

- … - No dije nada. Deje que el silencio delatara mi desgana. Tal vez debía de volver a donde me hospedaba, en el palacio de unos conocidos pero que igualmente podía sentirla como si fuera mi propia estancia. ¿Esto era el fin? ¿Ya me había dado por vencida?

Temblé. Un escalofrió recorrió mi columna vertebral de arriba abajo y después por todo mi cuerpo. Posiblemente algo estaría cerca, pero ¿Qué sabía yo? No era adivina pero era cierto que estaba atardeciendo, se estaba haciendo completamente tarde y probablemente debería de estar de vuelta….Sí, probablemente era la mejor idea que por el momento se me podría ocurrir en estos momentos, por lo que mis cansados pies se esforzaron por caminar un poco más en busca de un carruaje en el que poder montar y así poder transportarme a donde residía en París, pero había algo que no me esperaba. Me había perdido y enseguida un carruaje se paró a mi lado. Sentía que algo no iría bien si me subía en el carruaje, miedo me entró pero estaba agotada ¿debería de arriesgarme?

- Señorita, No voy a comerla ni a hacerle ningún daño, pero si me han sorprendido el estado de esos caros zapatos los cuales lleva usted casi ajados.

- Buena razón tiene usted, señor cochero – Suspiré con un poco de pesar – Solo necesito que me llevéis al hotel. Al menos desde allí podré descansar. – No tenía ganas de aparecer por el palacio con los zapatos destrozados. A la mañana siguiente haría que un sirviente me trajera un par de zapatos nuevos de alguna tienda que hubiera cerca del Hotel, por lo que entonces, sin más dilación, monté en el carruaje y cerrando tras de mí la puerta, el cochero se puso en marcha en dirección hacia el hotel, pero conforme llegábamos, una horda de hambrientos y furiosos gitanos llegaban hasta el centro impidiéndonos el paso, furiosos y muertos de hambre, pero ¿Yo que podía hacer entonces? No tenía recursos en ese momento para poder calmar la ira de dicho grupo furioso.

por **Amane Fay** Jue Mayo 10, 2018 2:16 pm

La despiadada rapidez con la que un monstruo podía acabar con la vida de un inocente jamás cesaría de enfurecer a Jean Fay. Infinitas veces intentó su esposa inquirir más allá, pero acababa palpando una gruesa pared que le impedía descubrir si su dedicación a la Santa Inquisición se debía a una revancha personal. Pero Amane había aprendido a entender que se trataba de un legado, de un odio constante corriendo por sus venas, por las de su padre antes de él, por los siglos de los siglos. Sumida en sus pensamientos transitaba por una calle desolada, giró hacia su derecha a paso apresurado, con una capa sobre la cabeza y sin lujos que ostentar más que su cabellera color fuego. Fueron gritos externos los que la sacaron de su línea de pensamientos. Parpadeó varias veces, como despertando de un sueño y desaceleró el paso. Pudo entonces dilucidar un atosigamiento de gente alrededor de un carruaje. De inmediato procuró estar fuera de vista hasta comprender lo que sucedía. Gitanos, dedujo por sus vestimentas y los rasgos que alcanzaba a ver. Ahogó un suspiro y caminó en dirección a ellos, con paso firme y temerario—. Buenas noches, caballeros —se hizo oír con voz clara y delicada—. Mi corazón se encoge al veros, tenéis hambre y hace mucho frío en esta noche dura —habló despacio y frunció ligeramente el ceño, para acompañar sus sentidas palabras—. No tengo mucho para ofreceros, pero espero sea suficiente para compraros algo caliente de comer y beber —extendió su mano para darle a quien intuía era el líder de la manada, probablemente más dinero del que había visto en sus vidas. Amane sabía que vivían de vender joyas en el mercado, y sabía lo poco que podían recibir por sus artesanías. Vio el brillo en sus ojos, la ambición subir hasta la coronilla y supo que, o se marcharían a gastar el tesoro encontrado, o intentarían asaltarla para obtener más. Calculó con rapidez y supo que debía actuar rápido; el juicio de los hombres se encontraba nublado y podía aprovecharse para manejarlos con más facilidad.

—Mi esposo me reprenderá, pero cada día doy gracias al Señor por poder ayudar a gente como vosotros —sonrió con sutileza—. Por favor marchaos antes de que os vea, no quiero que dé órdenes a sus hombres para daros caza por un impulso mío —a pesar de no portar joyas, bastaba con mirar la tela de su vestido de alta costura para saber que no era cualquier mujer jugando a ser de la alta sociedad. Ante la amenaza de perder la pequeña fortuna recién obtenida, la masa se disolvió al cabo de medio minuto. Amane dirigió su atención al carruaje, asintió al cochero señalando la puerta. Éste, aún quizás sobresaltado por lo recién ocurrido, atinó a abrir torpemente. Amane miró al interior para encontrar a una sola mujer—. Buenas noches —le saludó, asintiendo una vez. La estudió brevemente pero omitió comentarios—. ¿Se encuentra bien?

por **Catherine Blossom** Sáb Mayo 19, 2018 10:33 am

Pensé que todo iba a durar un poco más de lo debido.

La plebe ausente de tranquilidad y que había venido enfurecida con antorchas de fuego ardiente hacia probablemente a un carruaje lujoso cualquiera, se disipo gracias a la muchacha que ahora mismo me miraba y que me preguntaba por mi estado.

- ¡Pues claro que no! ¡Han estado a punto de asaltarme…! – Suspiré un poco para calmar la voz que rugía de temor dentro de mi persona – Lo siento – Probablemente mi disculpa no iba a ser suficiente o sí, me daba lo mismo, observaba con precaución a la muchacha de cabellos de fuego, no me perdía ni un detalle y parece que no necesitaba la ayuda de un hombre. Escuché tras el carruaje que su esposo la reprenderá, ahora me siento fatal por causarla problemas a mi costa – Lamento causarte problemas, no era mi intención meterte en este embrollo – saqué de mi pequeño bolso escondido entre mi falda unas cuantas monedas – Toma, así compensa el dinero que le hayas dado a esa gente. Te he visto tras las ventanillas del carruaje, más la valentía no es una de mis fuertes cualidades por lo que por favor, acepta estas monedas como expresión de gratitud…. – Mis palabras de los nervios estaban siendo enrevesadas, confundidas, mi mano extendida se apoyó rápidamente sobre mi regazo de lo floja que estaba del susto otorgado momentos atrás.

El cochero que estaba escuchando todo, vi cómo se subió de nuevo a su asiento para recolocarse en su posición.

- Si quieren, seguiremos el viaje hasta el Hotel Des Arenes, señoritas. Por favor, cierren con pestillo al entrar. – El cochero por más que lo quisiera evitar, estaba temblándole la voz, notaba su voz imposible de alzar como normalmente hacía.

- Creo que andaré hasta el hotel – Rápidamente salí por la otra puerta, no quería estar metida en el carruaje, necesitaba andar para recomponer mi postura. Di la vuelta al carruaje para posicionarme delante de la muchacha a la que desconocía el nombre y sonriendo, le puse yo misma las monedas encima de la palma ajena, hice una reverencia y tapé mejor mis ropas con la capa oscura que había cogido para cobijarme del frio y taparme de miradas extrañas.

- Muchas gracias por ayudarme con la furiosa plebe. Ojalá estuviera en mi mano poder hacer más por estas personas, pero…desde que desapareció mi esposo estoy a la deriva y mis mercadillos benéficos no están dando el resultado que antes daban… -Encogiéndome de hombros demostraba cual perdida estaba y cual mal me había rematado el incidente de unos momentos. No solía comportarme de manera tan desgarbada frente a otro tipo de gente, pero me imaginaba que no sería momento de refinamientos oportunos – Mil gracias de nuevo y ahora me encaminaré hacia el hotel – De nuevo hice una reverencia para demostrarle mi agradecimiento y respeto hacia la joven de flamantes cabellos.

por **Amane Fay** Mar Mayo 22, 2018 8:40 pm

La mujer estaba más sobresaltada de lo que Amane había anticipado, aunque consciente de ello no tardó en disculparse. La cazadora permaneció en silencio. La vio sacar dinero para compensar el que ella le había dado a los gitanos, pero no hizo amago de acercarse para aceptarla, y el cochero interrumpió, quizás para poder continuar con su camino cuanto antes y deshacerse del lío en el que se había visto envuelto. La mujer, sin embargo, no tardó en salir del carruaje. Una vez la hubo enfrentado, se encargó de poner las monedas que le había ofrecido con anterioridad. Amane le regaló una sonrisa cálida en tanto se dedicaba a estudiar a la mujer que aún no se presentaba. Rasgos claramente finos y extranjeros, probablemente se trataba de una mujer inglesa perteneciente a la alta sociedad. La manera en la que la había tuteado hacía unos minutos, sin siquiera conocerla, le daba una pista de un estatus aún superior—. Pierda cuidado —comenzó por decir con tono suave—, aquellas personas no eran inocentes en lo absoluto. Créame cuando le digo que se habrían ensañado con usted de no haber tenido nada que quitarle —le aseguró—. Mi nombre es Amane de Fay, y sólo acepto las monedas porque sería de pésima educación rechazar su muestra de gratitud —estiró su mano derecha al presentarse—. Por favor acepte mi compañía hasta el hotel, las noches en París son menos inofensivas de lo que parece a simple vista —a pesar de parecer un ofrecimiento, fue dicho con tono imperativo; no le estaba preguntando. No dejaría a una mujer indefensa caminar sola—. Esos gitanos que la interceptaron pueden seguir merodeando cerca. No pretendo asustarla, pero es necesario que esté preparada. Ante cualquier peligro posiciónese detrás de mí y siga mis instrucciones, así no se expone. Estoy armada, por si hace falta defendernos —lo último fue pronunciado casi en un susurro. Sabía que darle información y mostrarse tan bien equipada podría jugarle en contra, sobre todo tras darle su nombre, pero también podría jugarle a favor la honestidad y la protección desinteresada.

—Ahora que ya sacamos eso del camino, ¿por qué no me cuenta acerca de su marido? Quizá pueda brindarle algo de ayuda u orientación, tengo recursos. ¿Desaparecido dijo? —Amane comenzó a caminar a paso lento, dándole tiempo a la mujer a componerse y reaccionar. Se aseguró de tener sus dagas en sus escondites habituales y, una vez que las sintió, acomodó sus manos adelante, entrelazando sus dedos. Echó un vistazo a los alrededores para cerciorarse de que no había amenazas de las que estar alerta. Al comprobar que el resto de la calle estaba desolada, supo que estarían completamente a salvo una vez que alcanzaran la avenida, donde la iluminación y seguridad eran considerablemente mejores. Incluso sospechaba del cochero. La calle por la que había escogido transitar para llevarla hasta su hotel, era peculiar. También su apuro por ponerse en marcha después de una situación tan traumática para una mujer. Grabó a fuego su rostro y se dijo a sí misma que debería indagar sobre él. Era posible que trabajara en conjunto con gitanos para abordar a inocentes, y quizás qué otras razas más estaban involucradas, cuyo propósito no fuera sencillamente joyas y monedas. La sospecha era el arma mejor afilada que Amane Fay guardaba bajo la manga.

por **Catherine Blossom** Dom Jun 10, 2018 1:43 pm

Me quede un momento callada pensando en que poder decir, hasta que la mire a los ojos. La muchacha…o Amane como se llamaba, me había hecho una pregunta pero tan solo sonreí. Seguí andando en silencio hasta que probablemente la estaría aburriendo de estar tan callada de repente, pero se me ocurrió decir algo.

- Me llaman Catherine, Catherine Blossom – De nuevo hice una reverencia ante Amane que tan amable se ofreció a ayudarme con la muchedumbre de antes – Si…- mire hacia delante para continuar la marcha – Es algo complicado, pero para resumírtelo todo mejor, estaba por acostarme, y vi mi cama vacía y a los pies de la cama como si hubieran peleado, lleno de sangre y cristales de una ventana rota… -Paré in situ porque no podía hacer dos cosas, hablar y recordar el peor momento de mi vida – Perdona, es difícil…-Miraba cabizbaja al suelo porque no podía levantarla de la impotencia que tenía – Y luego una nota – encogí los hombros de manera pasiva – y era de un vam...,de alguien que ha tenido tratos con mi familia…-paré un momento de nuevo a escoger mejor mis palabras – Este….individuo, al final nos tenía manipulados…-miré hacia un lado – Demasiado…

Tuve que callarme un momento porque podía notar como me estaba hirviendo la sangre en aquel momento. La rabia que sentía sabiendo que el vampiro tenia por seguro a mi esposo, sabía certeramente que lo tenía preso o estaba haciéndolo su esclavo de sangre, pero mirando a Amane a los ojos, supe que al menos al decirle todo podría confiar en ella….o ¿no? Que me haya salvado no significa que ahora tenga que comentarle en confidencia hasta el plano astral de mi horóscopo o ¿sí?

- Perdona si te estoy abrumando o aburriendo con mi propio drama personal – Reí de la vergüenza que sentía en aquel momento, mire a ambos lados nerviosa, un ruido detrás de mí me sobresalto y abracé a Amane para después ponerme detrás de ella, temerosa, pero al ver que salía un gato detrás de los restos de la basura en la oscuridad, me quede un poco más tranquila – Pardiez con el gato…. –dije y enseguida me di cuenta de mi vocabulario - ¡Oh! Lamento…que me estés escuchando hablar tan mal… -Podría notar el sonrojo en mi rostro como era de evidente.

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