An Idle Mind Is The Devil's Workshop | Privado

por **Jordan White** Vie Mayo 25, 2018 4:05 pm

Había dejado que aquel océano oscuro me engullera en sus fauces para poder morir, fue una caída libre que me conllevo a permanecer herida por mucho tiempo, la sangre de aquellos crímenes y las vidas que había tomado por mano propia serían las mayores cicatrices que me marcarían por el resto de mis días. Resultaba increíble creer como una viuda, una mujer que lo había perdido todo tuvo la suerte de hallar respuestas a las interrogantes que durante tanto tiempo flotaban en mi cabeza. Dios estaba demasiado ocupado para tomarse la molestia de brindarme una pizca de su misericordia, así que en un acto de desesperación me vi orillada a vender mi alma al demonio, segura estaba que pagaría con creces, un trato justo. Y fue durante ese espacio que aquel hombre se cruzó en mi camino, confieso que odié su presencia en ese instante, lo odiaba quizás por el hecho de que su confesión era autentica, apartó de mi la idea estúpida de un hombre perfecto y fue así como comprendí muchas cosas, yo estaba realmente enamorada de Heinrich y era lo que mantuvo ciega por tanto tiempo.

Pero mi círculo estaba cerrado y debía regresar el favor a quien me lo brindó sin pedir nada a cambio. Así que en cuanto la carta llegó a mis manos no dudé un minuto en citarme de inmediato con él, ya no poseía los medios ni las alianzas que en su momento mantuve con la escoria parisina, pero tenía otros modos de brindarle a mí invitado una solución inmediata a su problema. Trasladarme no fue un impedimento y aunque Cedric conocía a la perfección mis movimientos me tomé el tiempo para dejarle un memorándum, de ese modo sabría donde me encontraría por el resto de la tarde, evité las preguntas molestas durante el transcurso del recorrido, porque aunque mi vida había cambiado de manera drástica nunca sentí la necesidad de hablar sobre los asuntos privados con la servidumbre, su trabajo no incluía inmiscuirse hasta ese punto. Agradecí al caballero y le pedí que se marchara, regresar a la mansión no sería un inconveniente. Aparte de mi cabeza la caperuza y enseguida le vi de pie en el umbral de la puerta, con esa misma gallardía que le caracterizaba.

No pude evitar sonreír con un dejo de nostalgia y entonces mi mente evocó ese primer encuentro en los cafés, indiqué con una señal que se adentrara en la habitación.

–Monsieur Laurent ha sido mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, por favor tome asiento no deje que la impresión de esta vieja conocida le tome por sorpresa sigo siendo la misma de siempre ¿Le ofrezco algo de tomar?–

Acomodé los repliegues del corsé y por unos segundos me visualicé en el espejo oval de la antesala, la apariencia seguía siendo uno de los puntos importantes para mí y no permitiría ni por error descuidar mi aspecto.

–Se preguntará porque lo he citado en este lugar nuestro último encuentro fue algo fortuito por decirlo de cierto modo, desconozco los detalles de su visita pero estoy segura que aquello que busca no lo encontrará en la suntuosidad de la gran urbe–

Le miré fijamente.

–Monsieur Laurent necesita deshacerse de un estorbo eso es más que obvio y no me jacto de ser la mejor en el rango pero si algo me ha gustado siempre ofrecer es reciprocidad a quien me ayuda, usted lo hizo en ese entonces y no me haga recordar los pormenores– moví la diestra para restarle importancia –Así que lo que deba hacerse se hará con cautela y a la brevedad posible, el tiempo es un factor que tenemos en contra debemos mover nuestras piezas antes que ellos ¿Dígame, está dispuesto a iniciar su jugada?–