Family begin - Fashback [Artyom]

por **Katya Berdiáyeva** Dom Mayo 27, 2018 10:03 pm

Pertenecer al clan Berdiáyev era todo un honor, al menos para Katya, quien se sentía orgullosa no solamente de haber sido capaz de conquistar a un hombre como Artyom y hacerlo su esposo, sino también, de haber sido capaz de prevalecer ante los desprecios y malos comentarios de matriarca de la familia. Klavdiya era una mujer dura, forjada por la adversidad, temida por los débiles y decidida a que su linaje prevaleciera durante muchos años más, deseo que la llevaba a convertirse en la peor de las pesadillas para aquellos que intentaban obtener un lugar en la familia, pero no para Katya, quien creía que hasta de la familia se podía obtener algo positivo, pues como muestra de ello, se encontraba ahí ella.

Como la mayor de las hijas, Katya poseía el derecho de heredar toda la riqueza de su padre, algo que nunca fue del todo aceptado por sus hermanas, quienes con dureza y crueldad, ayudaron a la ahora Berdiáyev a forjar el carácter que la convertiría en la perfecta esposa de Artyom. Irónico, ¿no?. Sus hermanas, que tan ansiosas estuvieron de deshacerse de ella, habían terminado por hacerle un gran favor, mismo que Katya no dejo de hacerles notar en cada oportunidad que poseía cuando debía visitar a su padre. Ahora, la joven tenía un golpe más que darle a sus hermanas, pero antes de eso, necesitaba hablar con Artyom y después, con Klavdiya; aunque no sabía si su esposo estaría de acuerdo en tomar la opinión de su abuela, pues para él, aquella mujer más que una aliada, parecía ser un enemigo. Katya no es que quisiera tampoco que la abuela y su esposo tuvieran una relación de lo mejor, pero al menos quería que se frecuentaran, mucho más considerando lo que se venía ahora.

Llevaba ya meses casada con el hombre más codiciado de San Petersburgo, ese al que muchas mujeres aun devoraban con la mirada mientras andaba por la calle, detalle que a Katya no le agradaba en lo más mínimo pues él, estaba completamente prohibido, era suyo y de nadie más. Quizá por eso es que había decidido que era el momento de hacer que el hombre no mirase a ningún otro lado, porque si bien ella se negaba a compartirlo con el exterior, si estaba dispuesta a ceder el amor de Artyom a una sola criatura, una que fuera parte de ellos.

Sentada pues en la sala de estar, con un libro abierto entre sus manos pero la atención completamente dispersa, Katya suspiro. Artyom se encontraba en la misma sala, hojeando algunos documentos que ella no pudo diferenciar, no porque fuera estúpida, sino porque su mente le impedía centrarse en cualquier otra cosa que no fuera el secreto que durante un par de meses estuviera guardando. Los ojos de ella se posaron sobre el rostro concentrado de su esposo.
– ¿Tienes un momento para que charlemos? – preguntó de manera abrupta – Hay algo importante que necesito decirte, aunque es probable que ya lo hayas notado y simplemente no lo mencionaras – dejó el libro sobre una pequeña mesita al lado del sofá donde permanecía sentada, preguntándose si realmente la confesión que haría resultaría una sorpresa para él o como siempre, ya se encontraría él un paso por delante.

por **Artyom Berdiáyev** Miér Jun 13, 2018 10:32 pm

El día no había iniciado nada bien para Artyom, y no porque fuera hombre de andar presumiendo su mal humor, sino que su abuela Klavdiya, como solía hacer ya por costumbre, logró sacarlo de sus casillas. El enfrentamiento entre ambos había sido mucho más fuerte que los de veces anteriores, y eso sólo le indicaba a él que las cosas iban de mal en peor entre esa relación desquiciante. Sabía, perfectamente, que ella no soportaba la idea de que Aleksei lo hubiera dejado como heredero y futuro líder de los Berdiáyev, y que por esa razón, no se iba a quedar de brazos cruzados, algo que él no iba a hacer tampoco. Clava era ambiciosa, pero Artyom tenía los mismos deseos de justicia de su abuelo, y no podía permitir que la estirpe cayera en manos de un monstruo como esa mujer.

Sin embargo, desde la mañana, cuando discutió con Clava, Artyom no dejó de darle vueltas al asunto. Parecía un pensamiento ansioso yendo de un lado a otro, fastidiándolo hasta tal punto, que consiguió abstraerlo por completo hasta ignorar a todos. Él estaba pensando, más que nada, en su familia. Sí, pensaba en su esposa, y en que, lo más prudente, era que ambos se largaran de Rusia de una vez por todas. Pero para ello tendría que acudir a los viejos grimorios de Aleksei, que le enseñó a descifrar antes de fallecer. Aquel secreto arcano no lo sabía ni siquiera Klavdiya, para que se muriera más de la impotencia, llegó a burlarse Artyom mentalmente.

Estuvo releyendo los textos una y otra vez, y en determinado momento parecía demasiado concentrado. Se quedaba fijo en algún sitio, con la vista dentro de la lectura y la mano en la barbilla, como si pensara en muchas cosas, y de hecho, sí lo hacía. No obstante, lo que consiguió sacarlo de ese letargo no fue otra sino la voz de Katya. Artyom volteó a verla, en silencio, pero al notar ella el semblante preocupado de él, simplemente se limitó a negar, esbozando luego una sonrisa.

—No te preocupes, estoy bien, es sólo que... las cosas con Clava no van tan bien y no sé qué hacer —afirmó, sentándose a su lado, mientras dejaba los libros a un lado. A continuación, le tomó las manos, besando el dorso y centrándose en su mirada—. ¿Estás bien tú? Te noto algo pensativa. Bueno, desde hace días estás así. ¿Qué es eso que me tienes que decir? Perdona, he estado con miles cosas y mi cabeza se ha hecho un lío. Pero sabes que siempre estoy dispuesto a escucharte cuando me lo pidas...

Extendió su mano para acariciar su mejilla. Katya era su tesoro más preciado, y no iba a permitir que Clava osara en ponerle un dedo encima, o se enfrentaría con la parte oscura de Artyom, esa que no había querido dejar salir, pero que estaba ahí, al acecho. Una parte que sólo esperaba a ser invitada para atacar y defender a lo suyo sin importar las consecuencias.

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