El Terror (privado)

por **Sigrid7** Jue Mayo 31, 2018 4:46 am

El oficial de la dársena enarcó una ceja cuando la mujer le dijo el nombre de su barco: El Terror. Era una sueca que no levantaba dos palmos del suelo, pelirroja y con la mirada fría como el acero. Tenía facciones duras, severas, como esas personas que parecen no haberse reído en décadas. Sigrid dejó caer el saco de monedas más el segundo saco de soborno para que el funcionario fuera más laxo con las normas y los dejase amarrar de inmediato.

A pesar de su inminente compromiso con Gunnarson, el rey del comercio de los mares del norte, su actividad comercial no cesaba, era la principal proveedora de madera del sur de Escandinavia y sus empresas y barcos no podían detenerse por una pequeña salvedad como casarse. Habían ido a París para poder cerrar algunos negocios y revisar otros tantos y por el camino esa zorra inglesa de Morgan los había emboscado en el mar del Norte, con lo que El Terror sufrió varios daños críticos en el casco y la veladuras. Estaba cabreada, ese barco era su barco, su emblema, igual que para su marido el Jotunheim y para esa pirata descarada La Reina Ana.

Era un mercante de larga eslora, con tres palos y una batería de cañones de defensa, no era un barco de guerra, era un carguero y su mascarón de proa tenía al Dälahast esculpido, el caballo de colores que era el símbolo nacional de Suecia. Los daños en la madera eran perceptibles y a Sigrid le dolía en su orgullo tener que recalar en París en los astilleros y no en el puerto comercial. Cuando enganchase de los pelos a la arpía inglesa se iba a enterar.

—¿Cómo que no hay suficiente personal? ¿qué narices significa eso?
— pues que no tenemos suficientes manos para reparar las naves porque los astilleros van muy cargados de trabajo hasta después del verano.
— Pues contraten más.
— no es tan fácil señora.— Sigrid enarcó una ceja.
—¿que no es tan fácil? Menudos inútiles. Pues pongan anuncios en el periódico. O cojan a un maestro y varios aprendices, que clavar clavos y cepillar tablones tampoco es que sea como construir el Coliseo. Mire, no tengo tiempo de discutir esto, háganlo y luego díganme cuánto es, necesito marcharme de vuelta a Bergen en una semana.

La mujer discutía con el funcionario porque en París se empeñaban en hacer las cosas difíciles. ¿Que no habían manos? ¿estaba de broma? Si la mitad de la población clamaba por un mendrugo de pan que echarse a la boca.

por **Poseidón** Jue Mayo 31, 2018 5:20 am

Nessanié no solo había mandado mi barco al fondo del mar, si no con él a muchos de los míos que ahora solo servían de pasto para peces.
Mi príncipe batallaba contra una maldición que lo devoraba y esa maldita zorra lo asediaba, sería cuestión de tiempo que diera con él y apenas quedábamos dos hombres para protegerlo, algo bastante insuficiente.
Mi única opción, la nuestra ciertamente consistía en conseguir un embarcación con la que huir de las zarpas de la maldita hechicera y de su perro Cronos.

Andaba por el muelle taciturno, admirando los navíos que había allí amarrados cuando escuché la voz femenina de una mujer ataviada con casaca gritando en el aserradero, al parecer por lo que escuché necesitaba reparar su navío, pero no habían manos suficientes para hacerlo.
Ni siquiera se que me llevó a acercarme a ella, pero lo hice, seguramente la desesperación me movió, necesitaba un barco y no uno cualquiera, uno capaz de evitar que las naves de la hechicera nos siguieran.

En cuanto aparecí atravesando el portón sus ojos se centraron en mi persona.
-Busco trabajo, mas bien hacer un trato. Yo puedo reparar tu barco, llevo haciéndolo desde que era apenas un muchacho, peor a cambio, tu cuando yo te lo diga me devolverás el favor con un viaje peligroso hacia ninguna parte ¿estas de acuerdo? -dije extendiendo la mano para que la tomara.
La dialéctica nunca fue mi mayor fuerte, pero si los negocios, ambos ganaríamos de laguna forma, ella porque no tendría que esperar a que algún gañan reparara ese barco y yo porque conseguiría una salida que llegado el momento podría sacar a mi príncipe de París poniendo rumbo a cualquier parte.
No se me ocurría nada mejor para protegerlo y aunque bien sabia que no cedería a huir sin mas, tenía que comprender que Grecia y su estabilidad dependía de Agarwaen.

por **Sigrid7** Vie Jul 06, 2018 2:20 pm

Una deuda que quizás pudiera pagar, quizás no, porque a veces la gente tenía accidentes o cambiaba de aires y esa deuda quedaba como si se hubiera escrito en un bloque de hielo que después se derritiese, es decir, en nada. Estaba apurada, no podía quedarse en París más tiempo del necesario, así que si el hombre de rudos modales sabía arreglar barcos, adelante.

— Sea. Me llamo Sigrid Hendrickson, búscame cuando quieras cobrar la deuda.— le dio la mano sosteniéndole la mirada acerada, era una mujer de redaños y no en vano tenía negocios muy productivos. Iba a decir Sigrid Gunnarson, pero aún no se había formalizado el matrimonio, y aunque Ysgramir era más respetado en París que ella, a quien no conocían, prefería no usar su futuro apellido de casada.

Le dio instrucciones a Cronos para que buscara una pequeña cuadrilla y ayudasen a Poseidón a reparar su nave, El Terror. El navío de bandera sueca tenía tres mástiles y una batería de cañones de defensa, pero era en realidad un carguero, así que no se trataba de un buque de guerra al uso. Sus misiones eran comerciales, el buque insignia de la pelirroja y de su compañía, que aunque contaba con más barcos para transporte y otros sólo para defensa o transporte ligero, ese era su barco porque fue el primero que heredó y le cambió el nombre.

— Un viaje peligroso a ninguna parte... eso suena a estupidez con consecuencias letales. Al menos dime el motivo de hacer una cosa así..— la pelirroja se cruzó de brazos apoyandose en un poste de madera, con el sombrero de ala ancha doblado por un lado y cayendo sobre su frente. Su casaca estaba algo descolorida, era de pieles tratadas para que no dejasen pasar el agua de alta mar, en Escandinavia te podías congelar con solo que soplase un poco de viento del Norte.

por **Poseidón** Mar Jul 10, 2018 1:06 pm

Ladeé la sonrisa ante las palabras de la pelirroja, no podía evitar que incluso en una situación tan desesperada como la que acontecía mi chulería quedara marcada en mi mirada de acero, la misma que le sostuve para fijarme en esos dos ojos que me miraban a través del ala de su sombrero.
-Porque soy estúpido y nada me causa mas placer que las consecuencias letales -dejé escapar una sonrisa -si os lo contara, tendría que mataros -apunté guiñándole un ojo antes de darme la vuelta para analizar aquellos desperfectos del impresionante navío.

No tardé demasiado en inspeccionarlo, llevaba desde niño metido en barcos, por eso mi padre me dió ese nombre, era el encargado de llevar al príncipe a todas las misiones que necesitaran cruzar mar y dado que vivíamos en una isla era muy frecuente, ademas era un cazador bueno y experimentado, y leal a mi señor aunque no siempre estábamos de acuerdo en el modo de hacer las cosas. Agarwaen tendía a arriesgarse demasiado y Nessanie era peligrosa, esa hija de puta se había cobrado la vida de demasiados de los míos

Asentí al elevar mis aceros encontrándome con su interrogante mirada.
-Lo tendré listo, tu ten preparado mi dinero -extendí mi diestra para cerrar el trato, su capataz me conseguiría unos cuantos hombre mas, seguramente no con demasiadas horas echadas en astilleros, peor bueno, necesitaba el maldito dinero, sacar de París a mi señor era lo único que importaba, si Nessa lo localizaba, Grecia sería suya, caeríamos en manos de una bruja que no tenía piedad, solo seríamos esclavos sin voluntad.

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