AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Y aún con mapa...me perdí-libre
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Y aún con mapa...me perdí-libre
Llegamos a París apenas un par de días, una mañana de copiosa lluvia. En cuanto bajamos del carruaje, no importó los medios expuestos pues pasó lo evidente, nos empapamos de la cabeza a los pies. Noté a Camille ofuscada, muy molesta por el clima parisino, estábamos acostumbradas a la incesante lluvia y cielos grises, esperábamos un sol resplandeciente que nos acogiese en nuestro primer encuentro con la ciudad del amor, ...o eso le oí a una de las ayudantes de cámara de la Condesa LeRour tras el alumbramiento de dos preciosas niñas idénticas, fue aparatoso, muchas horas de espera.
Nadie nos recibió en el hall, caladas hasta los huesos, la espera se hizo eterna. Un hombre mayor, vestido de riguroso negro nos indicó dónde dormiríamos hasta que la señora diese a luz, podría ser en cualquier momento y según llegaron a nuestros oídos, fue un embarazo terrible, sólo esperaba que el alumbramiento fuese fructífero.
Tic, tac, tic, tac...
El reloj de cuerda, presidía la alcoba, le daba ese toque serio y elegante, lo encontraba demasiado molesto. Cada segundo se me clavaba en la cabeza, no quería ni pensar oír las campanadas de las horas y las medias durante toda la noche, sólo esperaba no permanecer demasiado en esa casa y la señora se adelantase con el parto. Camille se encontraba en el despacho del señor, seguro que recordando el dinero acordado por carta y de paso, cuánto le costaría por día tenernos allí a la espera.
-Dei, creo que vamos para rato -la voz de mi mentora me sacó de mis pensamientos ¿para rato? No pintaba nada bien, si se complicaba mucho... poco podríamos hacer por los dos bebés, supe que eran dos en cuanto vi a Camille suspirar más de cuatro veces -Necesito unas hierbas, ya sabes cuáles. El ama de llaves me dio la dirección y el señor el dinero. Lo que he palpado no trae buenas esperanzas pero de peores hemos salido ¿no crees? -le sonreí asintiendo con la cabeza, cuando se preocupaba siempre me decía la misma frase, apresuré a tomar el dinero y marchar cuanto antes al lugar indicado con un leve gesto de cabeza.
Y si lo apuntado en el papel se suponía era un mapa para encontrarlo... lo daba por perdido. Garabatos sin sentido, palabras que no lograba leer bien y... ¿eso de la esquina era una especie de gato? Mi sentido de la orientación no fue nunca bueno y en esa misión tampoco iba a serlo. La timidez, un miedo a superar, impedía preguntase a cualquier transeúnte, ¿por qué no era capaz de apartar la mirada del papel y del asfalto empedrado?
Giré en una esquina, esperando encontrar la plaza dibujada...o creo que eso se podía traducirse como tal y... lo que vi fue maleza, sin querer me alejé de la ciudad. Por encima de mi hombro, intenté vislumbrar cualquier dato que me pudiese devolver a la casa... pero ¿cómo iba a conseguir tal cosa si ni siquiea sabía cómo llegué allí? Suspiré y di un respingo al oír pasos, un lugar oscuro en el que ni debería estar ni lo deseaba...
Sólo esperaba que la tierra me tragase y me escupiese en la botica. No iba a acabar bien mi primera noche en París. La primera noche o lo última... Oí rumores al servicio de la casa, salir al anochecer era peligroso, las criaturas (así los oí llamar) acechaban.
No pude evitar sentir curiosidad, de repente... Cómo serían?
Nadie nos recibió en el hall, caladas hasta los huesos, la espera se hizo eterna. Un hombre mayor, vestido de riguroso negro nos indicó dónde dormiríamos hasta que la señora diese a luz, podría ser en cualquier momento y según llegaron a nuestros oídos, fue un embarazo terrible, sólo esperaba que el alumbramiento fuese fructífero.
Tic, tac, tic, tac...
El reloj de cuerda, presidía la alcoba, le daba ese toque serio y elegante, lo encontraba demasiado molesto. Cada segundo se me clavaba en la cabeza, no quería ni pensar oír las campanadas de las horas y las medias durante toda la noche, sólo esperaba no permanecer demasiado en esa casa y la señora se adelantase con el parto. Camille se encontraba en el despacho del señor, seguro que recordando el dinero acordado por carta y de paso, cuánto le costaría por día tenernos allí a la espera.
-Dei, creo que vamos para rato -la voz de mi mentora me sacó de mis pensamientos ¿para rato? No pintaba nada bien, si se complicaba mucho... poco podríamos hacer por los dos bebés, supe que eran dos en cuanto vi a Camille suspirar más de cuatro veces -Necesito unas hierbas, ya sabes cuáles. El ama de llaves me dio la dirección y el señor el dinero. Lo que he palpado no trae buenas esperanzas pero de peores hemos salido ¿no crees? -le sonreí asintiendo con la cabeza, cuando se preocupaba siempre me decía la misma frase, apresuré a tomar el dinero y marchar cuanto antes al lugar indicado con un leve gesto de cabeza.
Y si lo apuntado en el papel se suponía era un mapa para encontrarlo... lo daba por perdido. Garabatos sin sentido, palabras que no lograba leer bien y... ¿eso de la esquina era una especie de gato? Mi sentido de la orientación no fue nunca bueno y en esa misión tampoco iba a serlo. La timidez, un miedo a superar, impedía preguntase a cualquier transeúnte, ¿por qué no era capaz de apartar la mirada del papel y del asfalto empedrado?
Giré en una esquina, esperando encontrar la plaza dibujada...o creo que eso se podía traducirse como tal y... lo que vi fue maleza, sin querer me alejé de la ciudad. Por encima de mi hombro, intenté vislumbrar cualquier dato que me pudiese devolver a la casa... pero ¿cómo iba a conseguir tal cosa si ni siquiea sabía cómo llegué allí? Suspiré y di un respingo al oír pasos, un lugar oscuro en el que ni debería estar ni lo deseaba...
Sólo esperaba que la tierra me tragase y me escupiese en la botica. No iba a acabar bien mi primera noche en París. La primera noche o lo última... Oí rumores al servicio de la casa, salir al anochecer era peligroso, las criaturas (así los oí llamar) acechaban.
No pude evitar sentir curiosidad, de repente... Cómo serían?
Deirdre**- Humano Clase Media
- Mensajes : 17
Fecha de inscripción : 26/04/2018
Re: Y aún con mapa...me perdí-libre
A pesar de las continuas advertencias de su hermano Aelius, Abrielle, se había vestido aquella tarde, apenas pasado el mediodía, para salir a montar - Solo serán un par de horas, antes de anochecer, prometo que habré regresado... confía en mi ¿o acaso alguna vez dejé de cumplir mis promesas? - dijo muy seria, mientras veía como el mayordomo realizaba un gesto de hartazgo, - lo que usted diga, señorita Arezzo, pero sabe muy bien que su hermano se encuentra de viaje, y sus recomendaciones fueron claras...- comenzó a repetir aquella máxima que el cazador le dijera antes de salir de viaje. Mas la joven italiana, se apresuró a contestar, - Si, que no debo estar fuera de la casa después que el sol se haya puesto, que los bosques son peligrosos y que una dama debe estar en su hogar, no cabalgando por vaya a saber donde -, repitió, mientras movía los brazos y reparaba la forma de hablar de su hermano. Giró, buscando nuevamente la figura del mayordomo, le levantó su mano y con su dedo indice apuntando al retrato del dueño de casa, continuó su alegato, - pero se olvida, que como toda la familia Arezzo, he sido educada en el uso de armas, y combate, así que no debe porque tratarme como si fuera una damisela en peligro -, resopló, sin dejar que el hombre siguiera dando su opinión, ya estaba vestida con unos pantalones de cuero, camisa blanca, casaca, botas de caña, y con el cabello atado en una trenza que caía en su espalda. Salió por la puerta principal, subió a su caballo y partió, perdiéndose de vista apenas girar la esquina rumbo a los bosques que circundaban París.
La tarde había sido muy divertida, pesar de que un chaparrón la hiciera tener que refugiarse en el interior de unas ruinas, pero gracias a que el clima de su tierra natal era mas agreste que el de la capital de Francia, Abrielle, había sido lo bastante precavida como para guardar en la alforja de su caballo, un chubasquero, que le ayudó a llegar seca, hasta la antigua iglesia que sirviera de refugio en su aventura vespertina. Mientras esperaba que la lluvia menguara, recorrió las ruinas, con ojo critico, comprobó que la iglesia había sido desacralizada hacía relativamente poco tiempo atrás, pero permanecía bastante vandalizada, lo que le hizo pensar que era un lugar a donde algunos brujos podrían acercarse para hacer conjuros, hechizos, y hasta algún contacto con demonios. - No es buen lugar para esperar la noche, lo mejor será que emprenda el regreso a casa - caviló, mientras se acercaba a la montura, y verificaba si aún se encontraban el arma que había cargado antes de salir de la mansión. Tocó su espalda baja y allí sintió el duro y frío metal de su pistola, se inclinó, colocándose de cuclillas y pudo distinguir su puñal, - pues parece que estoy bien preparada... mas siempre es mejor huir del peligro - dijo sonriéndose, mientras se preparaba para abandonar el refugio.
Había calculado mal el tiempo y la distancias, pues aún se encontraba bastante alejada de la ciudad, cuando la noche ya había caído. Un frío recorrió su espalda, instintivamente llevó su mano al cuello, en donde colgaba una cruz de plata. recitó varios Ave Maria y algunos Padre Nuestro, solo esperaba no tener que usar sus escasos conocimientos de defensa personal. A lo lejos divisó las luces titilantes de algunas casuchas, mas allá las luces de gas que iluminaban las calles mas alejadas de la ciudad, - vaya, ya estamos llegando Rossini - dijo a su caballo, sonriendo complacida. Entonces puso atención en el camino, como a unos cientos de metros, un bulto negro se movía, caminaba por el costado del camino. Abrielle tragó saliva, ¿sería una bruja?
La tarde había sido muy divertida, pesar de que un chaparrón la hiciera tener que refugiarse en el interior de unas ruinas, pero gracias a que el clima de su tierra natal era mas agreste que el de la capital de Francia, Abrielle, había sido lo bastante precavida como para guardar en la alforja de su caballo, un chubasquero, que le ayudó a llegar seca, hasta la antigua iglesia que sirviera de refugio en su aventura vespertina. Mientras esperaba que la lluvia menguara, recorrió las ruinas, con ojo critico, comprobó que la iglesia había sido desacralizada hacía relativamente poco tiempo atrás, pero permanecía bastante vandalizada, lo que le hizo pensar que era un lugar a donde algunos brujos podrían acercarse para hacer conjuros, hechizos, y hasta algún contacto con demonios. - No es buen lugar para esperar la noche, lo mejor será que emprenda el regreso a casa - caviló, mientras se acercaba a la montura, y verificaba si aún se encontraban el arma que había cargado antes de salir de la mansión. Tocó su espalda baja y allí sintió el duro y frío metal de su pistola, se inclinó, colocándose de cuclillas y pudo distinguir su puñal, - pues parece que estoy bien preparada... mas siempre es mejor huir del peligro - dijo sonriéndose, mientras se preparaba para abandonar el refugio.
Había calculado mal el tiempo y la distancias, pues aún se encontraba bastante alejada de la ciudad, cuando la noche ya había caído. Un frío recorrió su espalda, instintivamente llevó su mano al cuello, en donde colgaba una cruz de plata. recitó varios Ave Maria y algunos Padre Nuestro, solo esperaba no tener que usar sus escasos conocimientos de defensa personal. A lo lejos divisó las luces titilantes de algunas casuchas, mas allá las luces de gas que iluminaban las calles mas alejadas de la ciudad, - vaya, ya estamos llegando Rossini - dijo a su caballo, sonriendo complacida. Entonces puso atención en el camino, como a unos cientos de metros, un bulto negro se movía, caminaba por el costado del camino. Abrielle tragó saliva, ¿sería una bruja?
Julia Sánchez-Gijón- Humano Clase Media
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 10/06/2018
Re: Y aún con mapa...me perdí-libre
De esperar que me perdiese en una ciudad totalmente desconocida, hallar el camino de vuelta iba a ser un calvario. Y gracias a que el verano raras veces poblaba la ciudad de niebla, aún menos visión. Tuve que detenerme, intentar no perder los nervios e incluso darme prisa ¡muy urgente! Necesitábamos ese calmante, sólo así se aliviaría el malestar de la señora a lo que me lleva a pensar ¿por qué Camille no fue en mi lugar? Ya había estado en París, alguna idea tendría que tener pero no...¡a Deirdre la joven que la sacaba de apuros siempre! No podía negarle nada tampoco, la quería demasiado y aunque siempre andaba de lo más refunfuñona, se dejaba querer esa mujer.
Por dónde me situaba, seguramente había bordeado la ciudad, eso seguro pertenecía a las afueras y no a un camino hacia el centro. Al girarme, las tenues luces anaranjadas de la ciudad, me mostraban un camino incierto y confuso, si se suponía debía volver por dónde había venido...no tenía ni la más remota idea ¡no tenía la culpa de ser tan despistada!. Bien, lo primero tomar aire y soltarlo, sólo de ponerme tan alterada...sería cuando no encontraría salida alguna.
Cuando comenzaba a lograr encontrar mi propio norte, unos pasos acompasados se oyeron de fondo ¿un caballo? Lo más seguro que así fuese, instintivamente, acomodé mi capucha azul oscura sobre mi rostro, ya me avisaron que París a esas horas terminaba rozando lo peligroso y más allá pero ni cuenta eché, siempre tan aventurera y curiosa, me gustaba conocer y experimentar por mí misma pero esa noche...no era la más indicada.
Me alejé del paso, esperando que quién fuese se acercase y tomase su camino, recé todo lo que supe para que fuese totalmente invisible a sus ojos. Sería mi fin. Cerré con fuerza los ojos, sin esperar a que tan siquiera se acercase, alcé las manos en señal de rendición, no llevaba más que un papel con unas letras, una dirección... sólo quería la medicina y volver a esa casa en donde seguro me aguardaba encima un buen rapapolvo.
-Por piedad, no me haga nada -qué simple y necia mi tono de voz pero por si acaso, me apresuré a los acontecimientos, siempre un par de pasos por delante aunque me diese de bruces contra el suelo -¡Me perdí! Esta ciudad tiene tantas pequeñas callejuelas que...ya no sé ni por dónde voy -con un ojo cerrado, alcé la mirada al jinete, un “gracias” aclamé al cielo por no parecer nada...aparentemente peligroso -Sólo busco la botica pero creo que entre la maleza no la encontraré...¿me ayudais mi señora? -me mordí el labio inferior de la tensión, qué manera de empezar mi aventura.
Por dónde me situaba, seguramente había bordeado la ciudad, eso seguro pertenecía a las afueras y no a un camino hacia el centro. Al girarme, las tenues luces anaranjadas de la ciudad, me mostraban un camino incierto y confuso, si se suponía debía volver por dónde había venido...no tenía ni la más remota idea ¡no tenía la culpa de ser tan despistada!. Bien, lo primero tomar aire y soltarlo, sólo de ponerme tan alterada...sería cuando no encontraría salida alguna.
Cuando comenzaba a lograr encontrar mi propio norte, unos pasos acompasados se oyeron de fondo ¿un caballo? Lo más seguro que así fuese, instintivamente, acomodé mi capucha azul oscura sobre mi rostro, ya me avisaron que París a esas horas terminaba rozando lo peligroso y más allá pero ni cuenta eché, siempre tan aventurera y curiosa, me gustaba conocer y experimentar por mí misma pero esa noche...no era la más indicada.
Me alejé del paso, esperando que quién fuese se acercase y tomase su camino, recé todo lo que supe para que fuese totalmente invisible a sus ojos. Sería mi fin. Cerré con fuerza los ojos, sin esperar a que tan siquiera se acercase, alcé las manos en señal de rendición, no llevaba más que un papel con unas letras, una dirección... sólo quería la medicina y volver a esa casa en donde seguro me aguardaba encima un buen rapapolvo.
-Por piedad, no me haga nada -qué simple y necia mi tono de voz pero por si acaso, me apresuré a los acontecimientos, siempre un par de pasos por delante aunque me diese de bruces contra el suelo -¡Me perdí! Esta ciudad tiene tantas pequeñas callejuelas que...ya no sé ni por dónde voy -con un ojo cerrado, alcé la mirada al jinete, un “gracias” aclamé al cielo por no parecer nada...aparentemente peligroso -Sólo busco la botica pero creo que entre la maleza no la encontraré...¿me ayudais mi señora? -me mordí el labio inferior de la tensión, qué manera de empezar mi aventura.
Deirdre**- Humano Clase Media
- Mensajes : 17
Fecha de inscripción : 26/04/2018
Re: Y aún con mapa...me perdí-libre
Cuanto mas se acercaba al bulto, Abrielle, cayó en la cuenta que se trataba de una mujer, la capucha color azul obscuro que la cubría, le había hecho temer, pero al ver las delgadas manos elevarse al cielo y la vocecilla implorando piedad, no pudo mas que sonreír. No porque le hiciera gracia, sino por darse cuenta que si ella fuera la joven, hubiera terminado haciendo lo mismo. Siguió unos pasos mas, detrás de la joven, hasta que detuvo el paso de Rosini. Entonces ésta se giró, viendo por primera vez el rostro de la desconocida, la mirada, el tono de voz, le dijeron que no se trataba de una trampa, pero aún así enarcó una ceja y tras escucharla, llevó su mirada por el alrededor, pues bien podía ser una encerrona.
Tras sacarse la duda, llevó su mirada nuevamente a la joven, y le sonrió, - Suele pasar cuando una recién llega a ésta ciudad, no debe preocuparse, solo le volverá a pasar unas cuantas veces, hasta que descubra el truco y no vuelva a perderse - dijo sin poder esconder la picardía en sus ojos. Pensó en lo que había dicho la joven, ¿una botica?, ella había visto varias en la ciudad, pero ¿cual sería la que estaba buscando?, mientras pensaba en ello, un ruido entre unos matorrales la hizo girar la cabeza por un segundo, hasta que pudo detectar que se trataba de un animal pequeño. No era bueno seguir allí paradas, pues la suerte podía cambiar en pocos segundos, lo mejor sería partir lo antes posible hasta las zonas mas iluminadas de la ciudad. Por lo que su mirada recorrió la humanidad de la joven, sopesando la posibilidad de ir las dos en su caballo.
Acarició el cuello del animal, - Rosini, tienes la oportunidad de ser un héroe, y llevar a ésta señorita de regreso a casa sana y salva - dijo, antes de extender la mano hacia la joven, - Sube, será mejor que no nos quedemos en éste lugar, no es bueno tentar a la suerte - reflexionó en voz alta, mientras ayudaba a subir a la joven, - si me dices como se llama la botica, tal vez pueda ayudarte- , unos suaves golpes en el vientre del animal, pusieron en camino al caballo, con un trote rápido, como si quisiera dejar el lugar lo antes posible. - por cierto, mi nombre es Abrielle Arezzo -.
Tras sacarse la duda, llevó su mirada nuevamente a la joven, y le sonrió, - Suele pasar cuando una recién llega a ésta ciudad, no debe preocuparse, solo le volverá a pasar unas cuantas veces, hasta que descubra el truco y no vuelva a perderse - dijo sin poder esconder la picardía en sus ojos. Pensó en lo que había dicho la joven, ¿una botica?, ella había visto varias en la ciudad, pero ¿cual sería la que estaba buscando?, mientras pensaba en ello, un ruido entre unos matorrales la hizo girar la cabeza por un segundo, hasta que pudo detectar que se trataba de un animal pequeño. No era bueno seguir allí paradas, pues la suerte podía cambiar en pocos segundos, lo mejor sería partir lo antes posible hasta las zonas mas iluminadas de la ciudad. Por lo que su mirada recorrió la humanidad de la joven, sopesando la posibilidad de ir las dos en su caballo.
Acarició el cuello del animal, - Rosini, tienes la oportunidad de ser un héroe, y llevar a ésta señorita de regreso a casa sana y salva - dijo, antes de extender la mano hacia la joven, - Sube, será mejor que no nos quedemos en éste lugar, no es bueno tentar a la suerte - reflexionó en voz alta, mientras ayudaba a subir a la joven, - si me dices como se llama la botica, tal vez pueda ayudarte- , unos suaves golpes en el vientre del animal, pusieron en camino al caballo, con un trote rápido, como si quisiera dejar el lugar lo antes posible. - por cierto, mi nombre es Abrielle Arezzo -.
Julia Sánchez-Gijón- Humano Clase Media
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 10/06/2018
Re: Y aún con mapa...me perdí-libre
¡Por todos los santos! Qué suerte haber encontrado una hermosa señorita quien me guiase por esta ciudad con un sin fin de callejuelas. Una sonrisa nerviosa, inevitable que jugase con algún que otro mechón de mi cabello...el hecho de tratar con gente que acababa de conocer me llevaba a comportarme de este modo tan poco usual en mi forma de ser. Aún nerviosa por lo que podía haber pasado, ¿y si esa mujer fuese otra persona? O cosa...ya oí al servicio hablar sobre ello, “ataques” en plena noche, desapariciones y cosas extrañas, ese tipo de curiosidades que me llamaban la atención y estaba dispuesta a comprobar por mí misma.
-Es muy amable, señora...señorita -volvía a las andadas tenía el don de meter la pata inconscientemente, miré de reojo al animal si aceptaba me llevase llegaría antes a la botica...y urgía mucho. Tomé la mano de la señorita, acomodándome tras su espalda, aún no había emitido palabra alguna...intentaba recordar el nombre que Camille me dijo antes de salir pero entre el miedo y el nerviosismo de mi perdida...-Se encuentra en el centro...déjeme recordar... ¡aún me tiemblan las piernas! -reí sin control, una risa limpia y divertida... una anécdota cuando regresase y de la que seguro mucha gracia no le haría.
-Deirdre, acabo de llegar a París. Necesito el pedido todo lo rápido que pueda, la señora está pasando por muy mal momento...los bebes llegan y tenemos que estar precavidas, hemos palpado dos y uno aún no se dio la vuelta ...va a ser muy complicado -se me escapó un suspiro, de algún modo me había desahogado y sentí que hablé demasiado, seguro no le importaba nada de todo esto...-¡Disculpe! Hablo muy deprisa, se añade que no soy francesa y quizás no me ha entendido palabra -
Al señor Rossini le lanzó una mirada divertida, le llamó la atención la forma en la que se trataban, de confianza y respeto. Poco a poco el caballo les llevó sin ninguna perdida por entre las calles, las luces de las faroles daban un toque mágico a esa parte de la ciudad, a pesar de ser aún verano...la suave brisa me resultó muy agradable.
-Iba en dirección opuesta ¿he intervenido en no llegar a su destino cuando debe? Quiero decir...¡no me gustaría ser una molestia! Va con ropa de montar...y el paseo se le ha fastidiado por culpa de una joven torpe y descuidada -sonreí entre risas, era observadora por naturaleza y pocas veces se me escapaba nada -Somos comadronas, Camille y yo... por eso me urge el remedio, en caso de que haya desgarro no podemos perder a la madre y con suerte a los bebés...no es tan complicado como parece, bueno...a veces sí pero el milagro de la vida no se puede comparar con nada. ¿Tiene hijos?
Mi sonrojo me delató, me metí de nuevo donde no me llamaban pero la curiosidad me podía... no podía estar callada.
-Es muy amable, señora...señorita -volvía a las andadas tenía el don de meter la pata inconscientemente, miré de reojo al animal si aceptaba me llevase llegaría antes a la botica...y urgía mucho. Tomé la mano de la señorita, acomodándome tras su espalda, aún no había emitido palabra alguna...intentaba recordar el nombre que Camille me dijo antes de salir pero entre el miedo y el nerviosismo de mi perdida...-Se encuentra en el centro...déjeme recordar... ¡aún me tiemblan las piernas! -reí sin control, una risa limpia y divertida... una anécdota cuando regresase y de la que seguro mucha gracia no le haría.
-Deirdre, acabo de llegar a París. Necesito el pedido todo lo rápido que pueda, la señora está pasando por muy mal momento...los bebes llegan y tenemos que estar precavidas, hemos palpado dos y uno aún no se dio la vuelta ...va a ser muy complicado -se me escapó un suspiro, de algún modo me había desahogado y sentí que hablé demasiado, seguro no le importaba nada de todo esto...-¡Disculpe! Hablo muy deprisa, se añade que no soy francesa y quizás no me ha entendido palabra -
Al señor Rossini le lanzó una mirada divertida, le llamó la atención la forma en la que se trataban, de confianza y respeto. Poco a poco el caballo les llevó sin ninguna perdida por entre las calles, las luces de las faroles daban un toque mágico a esa parte de la ciudad, a pesar de ser aún verano...la suave brisa me resultó muy agradable.
-Iba en dirección opuesta ¿he intervenido en no llegar a su destino cuando debe? Quiero decir...¡no me gustaría ser una molestia! Va con ropa de montar...y el paseo se le ha fastidiado por culpa de una joven torpe y descuidada -sonreí entre risas, era observadora por naturaleza y pocas veces se me escapaba nada -Somos comadronas, Camille y yo... por eso me urge el remedio, en caso de que haya desgarro no podemos perder a la madre y con suerte a los bebés...no es tan complicado como parece, bueno...a veces sí pero el milagro de la vida no se puede comparar con nada. ¿Tiene hijos?
Mi sonrojo me delató, me metí de nuevo donde no me llamaban pero la curiosidad me podía... no podía estar callada.
Deirdre**- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 26/04/2018
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