Pray You Catch Me | Privado

por **Hyun Queneau** Lun Jun 25, 2018 6:43 pm

Una pausa fue necesaria para poder continuar. A últimas fechas los colores se disipaban en una terrible oscuridad que caía sobre los hombros de la hechicera de forma cruel. A veces podía escuchar el pulso de sus latidos un tanto débiles, se encontraba ahí entumecida en el fondo de un laberinto sin salida. Esa noche particularmente decidió tomar un rumbo nuevo, hasta hace poco un nuevo camino se perfilaba en su vida, un nuevo sendero que, aunque inexplicable aún, le brindaba cierta felicidad a la pesadumbre de sus días. ¿Que era ese sentimiento que poco a poco coloreaba su nostalgia? Las lágrimas ya no marcaban más ese rostro níveo, pues era ahora una tenue sonrisa que se enmarcaba en sus labios cada que vez que aquel joven le llamaba por su nombre, aunque les costaba trabajo aun aceptar que quizás podría empezar desde cero, se sentía insegura y todo aquel poder sobrenatural sobraba cuando era su parte humana la que hablaba.

El incesante sonido de las manecillas generó un eco en los pasillos empolvados de su subconsciente. Entonces, la rubia aterrizó una vez más en su realidad. Pasó sus dedos largos por el espeso mar de cabellos, recostada aún en la comodidad de su mullido tálamo. Suspiró con la mirada ausente de la belleza y la artificialidad que le rodeaba en su habitación. Se había quedado dormida, como lo hacía todas las noches desde su llegada a la capital. Se abrazó a las sabanas resistiéndose a ponerse de pie. No se sentía del todo integra para asistir a la presentación del Teatro que recientemente había visitado. Movió ligeramente su cabeza alejando esas inclinaciones egoístas, no podía anteponer el dolor propio cuando tenía ya todo listo. Una de las mucamas le indicó que faltaban un par de minutos para que el cochero arribara.

Suspiró y dio un vistazo a su imagen en el enorme espejo ovalado. Nada distinto de lo que veía los días previos. ¡Despierta Lorraine! levántate de este letargo, se repetía a si misma a diario antes de dirigirse a su destino. Agradeció el gesto por parte de la mujer que aguardaba indicaciones aún bajo el umbral de la puerta, con voz delicada pidió no ser molestada de no ser necesario. Tomó un baño y se vestía dando paso al rito de transformación, de inmediato bajó por la enorme escalera y entonces le vio de pie junto a la carroza, con una indumentaria sobria pero que resaltaba ese atractivo ya tan característico en él.

–Joven Sainz, si me permite decirlo luce muy apuesto con ese traje– se aproximó a él y acomodó la solapa de su atuendo.

Pidió al cochero que había contratado para esa ocasión les condujera al Teatro, indicando al joven que ingresara con ella al mismo, pero no como su chofer sino como su acompañante.

–Como puede ver joven Sainz, esta noche no me guiará hasta el edificio, sino irá conmigo–

Sonrió.

–Claro, si está de acuerdo–

por **Eliah Sainz** Mar Jul 17, 2018 11:17 pm

Nunca había tenido ropas tan finas, ropa tan delicada y suave con la que vestirse… eso era un lujo que se sentía un sueño y él estaba feliz por la posibilidad de vivirlo. Sí que era una sorpresa para él, encontrarse aquello sobre su cama con la indicación de que se vistiese para asistir a un sitio especial en la noche. Quería hacer preguntas, pero a la vez lo entusiasmaba la idea de una aventura inesperada y por eso decidió no buscar a Lorraine para hacerle preguntas.

Se vistió luego de darse un rápido baño y cuidó cada detalle de su cabello y barba, se hallaba entre ansioso y desconcertado pero se arregló con especial esmero. Seguramente, la señora Leuenberger se dirigiría a un lugar importante y por eso quería que su cochero se encontrase por demás presentable. Sí, seguramente fuese eso porque recordaba que le había hablado sobre una función especial en el teatro a la que deseaba asistir. Lo cierto era que Lorraine no salía tanto como podía esperarse para una mujer de su posición, era más dada a la tranquilidad del hogar.

Bajó, ya listo, y se paró junto al coche, esperándola como siempre hacía, viendo cómo se acercaba a él y disfrutando de estar en la vida de una mujer así de bella, de elegante y culta. Movimientos en la parte delantera del coche lo sobresaltaron y por un momento se debatió entre ir a ver quién había ocupado su sitio al mando de los caballos o asistir a la dama para que suba al coche. Por supuesto, Eliah hizo lo segundo -era prioridad ella siempre para él- y fue así como se enteró de lo que la noche le tenía reservado.

-¿Con usted al teatro? ¿Es esto real? –necesitó preguntar asombrado porque, aunque recordaba que ella lo había invitado la primera vez que se vieron, Eliah había creído que aquello nunca ocurriría.

Por darle el gusto aceptó, aunque tampoco mentiría diciendo que era algo que no le emocionaba porque estaba como un niño a punto de dar brincos de alegría. Se subió tras ella al coche y los caballos no tardaron en comenzar a andar. Eliah no sabía cómo comportarse en ese espacio tan reducido y estando tan cerca de Lorraine, pero intentó mostrarse relajado y entablar una charla casual.

-¿Qué iremos a ver? ¿De qué trata la obra? Estoy un poco nervioso, lo confieso. Temo no comprender nada de lo que vea, aunque no le mentiré: me siento trementamente ilusionado. Gracias por este regalo, por esta oportunidad.

Y sí, le convenía dar por hecho que era un regalo porque era obvio que alguien como él no podría devolverle el valor de la entrada a la mujer, al menos no en unos meses. Le parecía incorrecto, pero a la vez pensaba que era ella quien había decidido invitarlo. No estaba mal aceptar eso, se repetía.

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