Shut the world down

por **Killian De'Ath** Vie Jun 29, 2018 5:27 pm

Drunk tales on a drunk night

Killian no se veía asi mismo como un tipo complicado. En raras ocasiones dejaba filtrar su pasado y poco le interesaba lloriquear sobre el tema, incluso soportaba las bromas de la menor de los Seung sobre Attila con humor. Sin embargo, todo el alboroto que su improvisada familia patrocinaba le hacían desear un descanso ¿a quien engañaba? Era ella quien más le molestaba, los condenados siempre fueron parte de la obra después de todo. Odiaba la mera idea de un futuro en el que Tae se uniera a alguien más. Comenzaba a odiarla a ella.

Cuanto deseaba que fuera el menor de los demonios su única preocupación, ahora era el muchacho humano quien se las ingeniaba para ocupar su cabeza.

Bufó hastiado como si tal cosa fuese a ventilar el mar de pensamientos en el que se estaba ahogando. Entró en la taberna no muy diferente a los desdichados que solían frecuentar el lugar, vaya ironía. Hace tiempo atrás, cuando uno de ellos intentó ensayar un remedo de vida y decidió abrir una taberna por su cuenta, Killian obtuvo la misión de rondar el lugar, vigilarlo, acercarse…, ser uno más y vaya que detestaba tan banal encargo. El alcohol era bueno, no lo negaba sin embargo le repudiaba el ambiente a putrefacción humana que destila cada cliente, miseria en su más pura existencia. Hoy entraba y se hacía de una mesa, para entonces Tae debí de estar dando las noticias a la gitana y poco le importaba formar parte de aquel rito.

No se tomó la molestia en recorrer el lugar con la mirada, su misión de la noche era beber y acostarse con alguna mujer al finalizar la noche; media sonrisa traviesa se las ingenió para relucir, una orgía no caería nada mal, pensaba.

Dejó caer el saco en la silla de al lado y arremangó las mangas de la fina camisa blanca que vestía hasta los codos. Era tiempo de perderse una noche o dos.

No, en definitiva no era un tipo complicado pero sus emociones amenazaban con decir lo contrario y como bien aprendió de sus mentores, es necesario derramar sangre para mantener los negocios en control. Así que para cuando la botella de licor llegó a su mesa ya se las habían arreglado para tener a una de las mujeres que se sin descaro se vendían a los clientes, la sentó sobre su regazo, apretó uno de sus glúteos e hincó los colmillos en el cuello bronceado de la mujer. Maldición, necesitaba un descanso.

por **Jofranka Dascălu** Mar Ago 14, 2018 8:47 pm

Jofranka había tenido un inicio de vida muy complicado, aunque nada que se pudiera lamentar. Esa fue la vida que le tocó y los problemas que debía afrontar, así que intentaba no quejarse demasiado, sin embargo, le resultaba imposible en ocasiones salir de control y enojarse al grado de querer explotar. Era una mujer tranquila y con carácter dócil, pero intentaba que nadie quisiera pasar por encima de lo que era. Extrañamente eligió cuidar a un hombre desagradable que se quejaba por todo y en ocasiones pensaba que podría volverse loca de soportarlo. Lo único bueno que le dejaba, era que pagaba mejor que el resto de los parisinos.

Ensimismada caminó por la orilla del camino mientras el sol comenzaba a ocultarse. El clima era agradable y los olores a su paso enamoraban su paisaje, comenzaba a sentir un poco de relajación física, pero sabía de sobre que necesitaba un poco más.

¿Qué puede hacer que una gitana se relaje por completo? Bailar, sí, eso sería muy bueno, pero tomando en cuenta la forma en que huyó de su tierra natal, lo que menos deseaba en ese momento era bailar, ¿ver una obra de teatro? Aún sabiendo que en París resultaban más tolerantes, lo cierto es que podrían hacerle algún gesto de discriminación y no estaba dispuesta a soportarlo. ¿Entonces qué quedaba? Recorrer aquella calle de la perdición donde los bajos instintos se apoderan de los humanos y nadie juzga al ajeno porque van en busca de más. Un burdel no sería de su agrado, así que se limitó a simplemente acudir a la primer taberna que encontró para poder beber algo y regresar al camino a casa. Eso parecía una mejor idea que todo lo demás.

La gitana intentó entrar lo más discreta posible, pero aquello no funcionó. Las miradas de los presentes siempre iban a la puerta de entrada cuando alguien intentaba ser parte de la noche. Así que su presencia fue notoria.

Como pudo se inmiscuyó hasta la barra y tomó asiento pidiendo lo primero que toparon sus ojos. Se lo tomó de un jalón y esperó a que pasara el tiempo para sentir el calor correspondiente en el cuerpo. Lo siguiente llamó su atención.

— Debe ser muy sencillo encontrar que beber cuando los francos y la apariencia física son de ayuda, ¿no lo cree? — Cuestionó sonriendo, era una entrometida, sí, quizá hasta su vida podía correr riesgos por abrir demasiado la boca, pero Jofranka odiaba esa parte de los vampiros, el creer que por dinero, fuerza y belleza lo podían tener todo. ¿Qué pasaba con la inteligencia? Tomó la copa que recién le habían servido y la alzó en dirección del hombre — Salud — Sonrió y volvió a tomarlo de un trago.

Hola:

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