Fate [Victoire]

por **Jannick Diermissen** Jue Jul 05, 2018 8:54 pm

El sol le quemaba y los sonidos de las personas alegres a su alrededor le fastidiaban. Enamorados por un sitio y otro, todos creyendo en hermosos finales felices de cuentos de hadas; todo eso era lo opuesto a lo que vivía el brujo que permanecía sentado en una pequeña banca. ¿Qué le había motivado a ir hasta ese lugar? La monotonía. No deseaba pasar más tiendo encerrado en las cuatro paredes de su habitación o en la biblioteca; mucho menos en uno donde pudiera ver las miradas de sus sirvientes en espera de alguna orden. Además de que existía otro motivo, últimamente Edvige estaba misteriosamente tranquila y de alguna manera, eso le daba mala espina. Claro que el matrimonio ya había llegado a un aparente acuerdo sobre la manera en que debían proceder, sin embargo, aquella calma no dejaba de hacerle recordar a Jannick el dicho de “La calma que precede a la tormenta”.

Terminó por cerrar un libro de hechizos antiguos que cargo a modo de distracción y maldijo haber creído que el exterior sería un sitio apropiado para relajarse, pues todo cuanto le rodeaba era demasiado colorido y alegre, lo que solo le provocaba frustración en el líder del clan Diermissen. De manera lenta y apesadumbrada se levanto de la banca, tomando su libro entre sus manos, camino con calma en busca de otro lugar o cosa que hacer antes de volver a su residencia. Algún otro brujo habría cargado con más cuidado aquel libro, pero no él, que confiaba en que nadie le entendería a menos que fuera un brujo o algún inquisidor o cazador, pero esas personas pocas veces atacaban a gente tan importante como él y eso le permitía mantenerse mucho más confiado de lo que estaba ya.

Trató de recordar que era lo que había estado leyendo, solo para poder dejar de pensar en sus problemas, pues enfocado como estaba creía que no pondría atención a nada y eso funciono. Caminando más bien como si fuera un cuerpo con un alma adherida y manipulada por alguien más, fue como termino estrellándose en contra de algo.
– Demonios… – fue lo único que menciono ante su descuido, observando como su libro ahora yacía en el suelo y con molestia dirigió su mirada hacía la persona con quien chocaba – fíjate por donde andas – reclamó para después inclinarse y recoger su libro.

por **Victoire Boujie** Jue Jul 12, 2018 8:30 pm

La vida de Victoire no había sido muy fructífera desde que estaba viuda y tenía la compañía de ambos de sus dos hijos, pero la reciente noticia de que había contraído una enfermedad en donde no encontraban solución alguna, Victoire, sabía de una curandera que podría a lo mejor ayudarla contra lo que le estaba pasando. Su mejor amiga le comento que existía a una bruja que lo mismo podría ayudarla pero que se encontraba fuera de Francia. Victoire entonces, para que su hijo no se preocupase de su madre, este se quedó al cuidado de su mejor amiga quien los cuidaría como si fuera su segunda madre y en su ausencia Victoire podría estar completamente tranquila pero no demasiado ya que estaba lejos de su amor y le echaría de menos.

Cuando llego a tierras del Sacro imperio germánico, lo primero que hizo fue ir al hotel para registrarse y se dio un baño que le relajó cada músculo de su cuerpo. Se quedó pensando en aquella noche tórrida que paso junto aquel extraño que le había bendecido con gemelos, sin poder evitarlo, su cuerpo emitió un escalofrío que le hizo gemir sin que pudiera evitarlo – Mmm extraño que aún está en mis pensamientos – Pensó para sí misma y sin poder evitarlo acabó por masturbarse dentro de la bañera hasta que llegó al clímax y ya que sí quedó bien relajada.

Salió de la bañera toda empapada, dejando que las gotas de agua siguieran resbalando por su piel tersa y perfecta, sus cabellos cada vez estaban más largos y notando que hacía un buen día su cuerpo no tenía ganas de salir en aquel momento. Se quedó desnuda durante toda la mañana, era su forma de decir “Aquí estoy, que la naturaleza me vea” aunque tuviera las ventanas cerradas. Todo parecía estar bien, cuando de repente, la enfermedad le volvió a atacar, sus fuerzas menguaron y por la boca escupía sangre, pero una sangre oscura que parecía que estuviera llena de aceite de los barcos, un líquido oscuro y parecía enteramente de un envenenamiento o maldición que en ese momento, por el motivo que fuera le estaba matando poco a poco. Por alguna razón, en alguna parte de sí misma, sentía como que tenía que llamar al padre de su hijo, al verdadero, tendría que encontrarlo pero ¿Cómo iba a hacerlo? ¿Por la sangre de sus hijos o cómo? Sus hijo estaba en París, sano y salvo. No quería que supiera este nada de su situación. Un niño de 13-14 años de edad que casi parecía un jovencito bien educado que tuviera que preocuparse de su madre, no, era tiempo de que su hijo disfrutase de su infancia antes de que tuviera que crecer demasiado rápido.

Cuando parecía que estaba mejor, fue a su bolsa de viaje, sacó la caja de madera donde tenía sus remedios caseros desde que empezó con los síntomas y se tomó un brebaje de color carmesí que le curaría nuevamente durante tres días el malestar. Comenzó a vestirse, su cuerpo recuperaba las fuerzas y cuando acabó de vestirse, llamaron a la puerta de su habitación. Le entregaron una carta y antes de que se fuera el botones pidió que viniera alguien a limpiar la mancha del cuarto de baño en donde había expulsado el líquido oscuro. Si tenía que dar explicaciones las daría pero por el momento que lo limpiaran y cuando leyó la carta un abismo de esperanza reboto en su corazón.

Se alisto rápidamente y salió por la puerta principal del hotel con prisa, sin ver con quien se cruzaba hasta que escuchó una voz casi conocida que no había escuchado desde hace 13 años.

Fate [Victoire]

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