AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La presa caza al cazador [priv.Arden]
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La presa caza al cazador [priv.Arden]
El cielo parisino esta cubierto por aquellas nube tan habituales en él, algunas espesas otras, sin embargo, parecían hilos de humo que dejaban entrever la luna, la cual lucía en su esplendor en el cielo, creando un ambiente a la vez esplendoroso y lúgubre. La luz que otorgaba el satélite alumbraba perfectamente aquella oscura noche que podía albergar los peores de los demonios en ella. No era una noche precisamente para damiselas, pero quizás lo que rodaba por la noche, en ningún momento eran damiselas en apuros, quizás todo lo contrario, féminas peligrosas que podían acabar con cualquier ser nada mas chasquear los dedos.
Alguien vestida con unas botas y pantalones de cuero negro y granate ceñidos, armados en alguna parte con una fina capa de armadura de plata liviana para oculta con el cuero,un corsé armado igual pero de cuero negro y una cazadora de tipo victoriana negra y granates de las cuales, por dentro, en las muñecas, las tenia reforzadas de cuero marrón oscuro. Se alejaba de la zona céntrica de aquel parís que escondía grandes secretos que poca gente conocía. Quizás no llamaría la atención si fuera hombre, pero al contrario era una mujer con el pelo azabache recogido, con mirada penetrante y segura que caminaba hacia las afueras de París. Por suerte, al ser medianoche poca gente caminaría por allí.
Aunque quizás no solo su vestimenta era la que llamaba la atención portaba un cinturón el cual tenía una varias bolsas en las cuales guardaba balas normales y de plata y frascos de agua bendita. Por dentro de la chaqueta llevaba dos pistoleras y en la espalda colgada una ballesta con su carcaj en la cintura colgada. Para rematar, en sus botas por dentro, en fundas que se agarraban a la pierna, tenía una daga de plata y un machete. Iba bastante armada, como si fuera de cacería, pero no era hora para ir de caza...¿o si?
Su objetivo estaba marcado, había salido de Nôtre Dame con mas pistas que nunca para encontrar a aquel Nosferatu que ya llevaba tiempo buscando. Llevaba detrás de él bastante y ya por fin tenía algo mas claro donde se encontraba, ahora, todo consistía en darle caza. Beso su crucifijo de plata que portaba en el cuello y lo guardó debajo de la cazadora cayendo como siempre por el escote, para que estuviera oculto. Desde la muerte de su madre aquella reliquia la había protegido y tenía seguro que aquella noche también.
Había salido ya de la ciudad, estaba en las afueras, andaba despacio para que las ramas no crujieran demasiado a su paso o la tierra de sus pies. Ya nada estaba asfaltado allí y si lo estaba, a duras penas. Se agacho tras un carro mientras miraba el suelo, necesitaba encontrar huellas o alguna pista, o quizás el olor de sangre de algo, aunque debía de tener cuidado, bajo la luna llena se escondía mas monstruos y entre ellos licantropos.-Hoy no te escapas....-susurró casi para si misma mientras su mirada se fijaba en una azotea,quizás si subiera a una de ellas podría ver algo mejor, pero tendría que tumbarse para pasar inadvertida.
Alguien vestida con unas botas y pantalones de cuero negro y granate ceñidos, armados en alguna parte con una fina capa de armadura de plata liviana para oculta con el cuero,un corsé armado igual pero de cuero negro y una cazadora de tipo victoriana negra y granates de las cuales, por dentro, en las muñecas, las tenia reforzadas de cuero marrón oscuro. Se alejaba de la zona céntrica de aquel parís que escondía grandes secretos que poca gente conocía. Quizás no llamaría la atención si fuera hombre, pero al contrario era una mujer con el pelo azabache recogido, con mirada penetrante y segura que caminaba hacia las afueras de París. Por suerte, al ser medianoche poca gente caminaría por allí.
Aunque quizás no solo su vestimenta era la que llamaba la atención portaba un cinturón el cual tenía una varias bolsas en las cuales guardaba balas normales y de plata y frascos de agua bendita. Por dentro de la chaqueta llevaba dos pistoleras y en la espalda colgada una ballesta con su carcaj en la cintura colgada. Para rematar, en sus botas por dentro, en fundas que se agarraban a la pierna, tenía una daga de plata y un machete. Iba bastante armada, como si fuera de cacería, pero no era hora para ir de caza...¿o si?
Su objetivo estaba marcado, había salido de Nôtre Dame con mas pistas que nunca para encontrar a aquel Nosferatu que ya llevaba tiempo buscando. Llevaba detrás de él bastante y ya por fin tenía algo mas claro donde se encontraba, ahora, todo consistía en darle caza. Beso su crucifijo de plata que portaba en el cuello y lo guardó debajo de la cazadora cayendo como siempre por el escote, para que estuviera oculto. Desde la muerte de su madre aquella reliquia la había protegido y tenía seguro que aquella noche también.
Había salido ya de la ciudad, estaba en las afueras, andaba despacio para que las ramas no crujieran demasiado a su paso o la tierra de sus pies. Ya nada estaba asfaltado allí y si lo estaba, a duras penas. Se agacho tras un carro mientras miraba el suelo, necesitaba encontrar huellas o alguna pista, o quizás el olor de sangre de algo, aunque debía de tener cuidado, bajo la luna llena se escondía mas monstruos y entre ellos licantropos.-Hoy no te escapas....-susurró casi para si misma mientras su mirada se fijaba en una azotea,quizás si subiera a una de ellas podría ver algo mejor, pero tendría que tumbarse para pasar inadvertida.
Lexa Azcuénaga- Inquisidor Clase Alta
- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 01/07/2018
Localización : Donde menos te lo esperas
Re: La presa caza al cazador [priv.Arden]
Nosferatu, es una palabra rumana. Su significado es tan incierto como el origen de la leyenda. Sin embargo, hay dos cosas que son reales: Los Nosferatus, y las leyendas. ‘Básicamente’, y me refiero a MUY ‘básicamente’, son vampiros. Ahora, a ese nefasto cúmulo de deseos impuros insatisfechos, la perversión de la vida y la difamación de la muerte; sumen milenaria existencia, imbatible experiencia, sádica existencia y a mí. No tengo muchas esperanzas de que esto salga tan bien como deseo; pero si no lo intento, no lo averiguaré jamás. Siempre tengo un último recurso, pero no es la idea. Salí lúgubre de la mansión; silenciosa, más de la costumbre. Es la culpa y lo sé. Primero, porque he mentido en mis confesiones, ¿cómo explicarle al padre Mario, que Kendrick está en mi vida porque así lo deseo? Ni siquiera me atrevo a mencionar el pecado que promulgue con mis labios al llevar su intensa masculinidad a mi boca y propiciar sus gemidos de placer. Jamás, ni aunque me torturen, confesaré, el pecado que permití que depositara en mi cuerpo, con mis piernas abiertas, y su boca tan rosada y carnosa, devolviendo el suculento favor hasta que gemí rogando que se detuviera. Eso es algo, que definitivamente, prefiero arreglar a solas con Dios. Y con mi amor me estoy ganando la entrada al infierno… Lucifer ha de gozar con mi presencia a saber que mi único pecado es el amor y el placer que deseo otorgar desmedidamente a quienes amo. Con suerte, y luego de una centuria de torturas, terminemos siendo amigos. Por eso, necesitaba salir sola y despejar mi mente. Me siento acosada por mis propios pensamientos y el aire fresco y la soledad, espero me proporcionen la habilidad de resolver mis dilemas antes de que a fría muerte me encuentre peleando desesperada por mi vida en soledad, una vez más.
El ropaje es, a pesar de la armadura, mucho más liviano que es un estúpido vestido. Incluso ahora en verano, llevar 7 kilos de tela para proteger una virtud que debiere alcanzar, estar protegida, con un simple no; es ridículo. Mayor cantidad de teas, mayor posibilidad de infecciones cutáneas. Lo bueno de tener un padre médico, es que debo reconocer, mi vida como dama, ha sido mucho más sencilla de lo que pudiera esperarse. Mismo proceso una vez más. La tela elástica, la armadura, mi armamento: Dos fajos de dagas de plata, ungidas en veneno y agua bendita del lado derecho y sólo agua bendita del lado izquierdo. El cinto a mi cadera, con una colección de cuatro pistolas de plata, y dos machetes de gran porte. Un detalle más esta noche, siendo que estoy siguiendo las pistas del vampiro que deje en suspenso cuando… él apareció. Un collarín de plata. No es cómodo, debido a la falta de flexibilidad, pero me otorgaba el movimiento necesario; y evitaba la mordida, claro está. No podía ser un novato, hablamos de que tiene al menos más de mil años. Lo que las mujeres del prostíbulo me han dicho, y lo que cuentan los rumores en la noche, no hablamos de alguien normal. Es extraño, muy extraño. Cubro mi cuello con una estola de seda negra. Una exquisitez que pocos puedan pagar. Y yo usándola para cazar… Mi fiel compañero. Mi sombrero en una mano y mi cruz a la otra. El párroco espera, con gran rostro de desapruebo. No es por la cacería, esa la desaprueba diario, es por e escoces nuevamente en mi vida, estando consciente de su condición de Licántropo. No dirá nada a la inquisición, pero no tiene que agradare a situación tampoco.
La oración del buen morir. La que entregó a los cruzados, con mi cruz, una de las pocas que han queda en el vaticano luego de que los cruzados desaparecieran, ahora en mis manos. Muy poco la reconocerían. Recibo mi bendición y dejo que mi instinto y mi caballo me lleven a las afueras. No es realmente una confrontación lo que busco, necesito explorar. No sé si tiene esclavos de sangre que le protejan durante el día, ni a dónde va de noche. Llego hasta lo más lejano en las afueras de la ciudad y me coloco mi tapado. El sol no terminaba de ocultarse cuando llegue a la zona. Busque el techo de un edificio. Nada bueno para ocultarme realmente, pero la choza cumple con su función. Repaso los artilugios en mi tapado. Bombas de humo y de estruendo. Cosas básicas, trucos que nos trajeron del lejano oriente. Las horas se hacen infinitas. Dos veces debí escabullirme como malandra para poder ocuparme de mis necesidades fisiológicas. Medianoche y ni una señal. Entra por aquí a la ciudad. Los rastros de muertos lo delatan. No es tan cuidadoso como debería. Quizá, como todo buen vampiro, se cree intocable, más allá de las manos humanas. Aún no me conoce, arreglaré ese concepto en su cabeza, rápidamente. Tirada boca arriba, con mi oído como única arma, conté estrellas y pensé sobre mis desfortunas. Extraño a papá, siempre tenía una solución para todo… Un movimiento extraño, capto mi atención. Rodando sobre mi misma, asome levemente mi cabeza. Un extraño agachado tras un carruaje. Hablando de extrañezas en este caso. Mira hacia mi posición y rápidamente me oculto intentando pasar inadvertida. ¿Qué rayos hace aquí? ¿Tenía el cabello largo? Una mujer. Miro mi sombrero sobre mi estómago. Allí oculto mi cabello. Tan extraño me parece pensar, que hay más como yo ahí afuera. *¿Me vio?*
El ropaje es, a pesar de la armadura, mucho más liviano que es un estúpido vestido. Incluso ahora en verano, llevar 7 kilos de tela para proteger una virtud que debiere alcanzar, estar protegida, con un simple no; es ridículo. Mayor cantidad de teas, mayor posibilidad de infecciones cutáneas. Lo bueno de tener un padre médico, es que debo reconocer, mi vida como dama, ha sido mucho más sencilla de lo que pudiera esperarse. Mismo proceso una vez más. La tela elástica, la armadura, mi armamento: Dos fajos de dagas de plata, ungidas en veneno y agua bendita del lado derecho y sólo agua bendita del lado izquierdo. El cinto a mi cadera, con una colección de cuatro pistolas de plata, y dos machetes de gran porte. Un detalle más esta noche, siendo que estoy siguiendo las pistas del vampiro que deje en suspenso cuando… él apareció. Un collarín de plata. No es cómodo, debido a la falta de flexibilidad, pero me otorgaba el movimiento necesario; y evitaba la mordida, claro está. No podía ser un novato, hablamos de que tiene al menos más de mil años. Lo que las mujeres del prostíbulo me han dicho, y lo que cuentan los rumores en la noche, no hablamos de alguien normal. Es extraño, muy extraño. Cubro mi cuello con una estola de seda negra. Una exquisitez que pocos puedan pagar. Y yo usándola para cazar… Mi fiel compañero. Mi sombrero en una mano y mi cruz a la otra. El párroco espera, con gran rostro de desapruebo. No es por la cacería, esa la desaprueba diario, es por e escoces nuevamente en mi vida, estando consciente de su condición de Licántropo. No dirá nada a la inquisición, pero no tiene que agradare a situación tampoco.
La oración del buen morir. La que entregó a los cruzados, con mi cruz, una de las pocas que han queda en el vaticano luego de que los cruzados desaparecieran, ahora en mis manos. Muy poco la reconocerían. Recibo mi bendición y dejo que mi instinto y mi caballo me lleven a las afueras. No es realmente una confrontación lo que busco, necesito explorar. No sé si tiene esclavos de sangre que le protejan durante el día, ni a dónde va de noche. Llego hasta lo más lejano en las afueras de la ciudad y me coloco mi tapado. El sol no terminaba de ocultarse cuando llegue a la zona. Busque el techo de un edificio. Nada bueno para ocultarme realmente, pero la choza cumple con su función. Repaso los artilugios en mi tapado. Bombas de humo y de estruendo. Cosas básicas, trucos que nos trajeron del lejano oriente. Las horas se hacen infinitas. Dos veces debí escabullirme como malandra para poder ocuparme de mis necesidades fisiológicas. Medianoche y ni una señal. Entra por aquí a la ciudad. Los rastros de muertos lo delatan. No es tan cuidadoso como debería. Quizá, como todo buen vampiro, se cree intocable, más allá de las manos humanas. Aún no me conoce, arreglaré ese concepto en su cabeza, rápidamente. Tirada boca arriba, con mi oído como única arma, conté estrellas y pensé sobre mis desfortunas. Extraño a papá, siempre tenía una solución para todo… Un movimiento extraño, capto mi atención. Rodando sobre mi misma, asome levemente mi cabeza. Un extraño agachado tras un carruaje. Hablando de extrañezas en este caso. Mira hacia mi posición y rápidamente me oculto intentando pasar inadvertida. ¿Qué rayos hace aquí? ¿Tenía el cabello largo? Una mujer. Miro mi sombrero sobre mi estómago. Allí oculto mi cabello. Tan extraño me parece pensar, que hay más como yo ahí afuera. *¿Me vio?*
Arden Annice Gladstone- Cazador Clase Alta
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Re: La presa caza al cazador [priv.Arden]
Había ojeado varias veces el mismo tejado, era como si hubiera alguien más en aquella zona. Pensaba que si no la había fallado la vista alguien estaba en aquel tejado el cual se planteaba subir para vigilar la zona. Pues bien, actuó normal, como si no hubiera visto nada, en cuclillas se puso a mirar un espejo para observar el resto de las afueras del lugar, pasado un tiempo decidió guardar el espejo y acomodarse en el carromato estirando su cuerpo y sus brazos hacia arriba como si la estuviera entrando un sueño repentino. Después de todo eso y bostezar, se levantó de aquel escondrijo y se dirigió al lado contrario del tejado donde estaba la figura sospechosa para ocultarse en aquellos edificios.
Debía de pensar en como llegar hasta allí si no levantar sospechosas. Por lo menos había disimulado bien lo de marcharse de allí. Ahora tenía que hacer lo mas difícil y era acercarse hasta aquel tejado. Empezó a dar rodeo alejándose hasta cruzar a la linea de edificios donde se encontraba la figura escondida en el tejado. De vez en cuando intento asomarse con disimulo para ver que la figura seguía ahí. Comenzó a acercarse a ese edificio por la parte de atrás con cuidado, sabía que esas casas a pesar de estar en las afueras estaban habitadas por lo que no podría entrar en ellas como si nada. Así que no tenía otra opción que escalar aquella casa que para su suerte no era muy alta.
El haber nacido en una familia de Inquisidores significaba que su entrenamiento había empezado desde pequeña. Y por lo tanto, se intensifico en años posteriores dando como resultado que era capaz de hacer cosas que el resto de gente seguramente no podría hacerlo con la facilidad que ella lo hacia. Era mucho más ágil sobretodo dado por su constitución física por lo que para ella no era ningún problema escalar un edificio de esa clase. Saco unos guantes de aquellas muñequeras que tenía de cuero marrón por dentro de la cazadora y se los puso en sus manos. Eran guantes sin dedos pero por lo menos la ayudaría en la escalada y que no la sudaran las manos. Sin mas dilación empezó a subir con cautela y sigilo primero por el alfeizar de una ventana y agarrándose pro algún saliente, impulsándose cuando era necesario para llegar al siguiente saliente.
No Tardó mucho pero en cuando estuvo en la cima llevo su mano a la pistolera interior de la chaqueta que llevaba abierta para mejor accesibilidad a la pistola y la sacó mientras escudriñaba el lugar en busca de la figura que si no estaba muy equivocada estaba no muy lejos de donde se encontraba ella. Adelante, enfrente de ella quizás tumbada, en cuanto avanzara lo averiguaría y vería que era o quien era para estar escondida en un tejado como aquel. Podía ser cualquier cosa y un movimiento en falso podría ser su fin.
Debía de pensar en como llegar hasta allí si no levantar sospechosas. Por lo menos había disimulado bien lo de marcharse de allí. Ahora tenía que hacer lo mas difícil y era acercarse hasta aquel tejado. Empezó a dar rodeo alejándose hasta cruzar a la linea de edificios donde se encontraba la figura escondida en el tejado. De vez en cuando intento asomarse con disimulo para ver que la figura seguía ahí. Comenzó a acercarse a ese edificio por la parte de atrás con cuidado, sabía que esas casas a pesar de estar en las afueras estaban habitadas por lo que no podría entrar en ellas como si nada. Así que no tenía otra opción que escalar aquella casa que para su suerte no era muy alta.
El haber nacido en una familia de Inquisidores significaba que su entrenamiento había empezado desde pequeña. Y por lo tanto, se intensifico en años posteriores dando como resultado que era capaz de hacer cosas que el resto de gente seguramente no podría hacerlo con la facilidad que ella lo hacia. Era mucho más ágil sobretodo dado por su constitución física por lo que para ella no era ningún problema escalar un edificio de esa clase. Saco unos guantes de aquellas muñequeras que tenía de cuero marrón por dentro de la cazadora y se los puso en sus manos. Eran guantes sin dedos pero por lo menos la ayudaría en la escalada y que no la sudaran las manos. Sin mas dilación empezó a subir con cautela y sigilo primero por el alfeizar de una ventana y agarrándose pro algún saliente, impulsándose cuando era necesario para llegar al siguiente saliente.
No Tardó mucho pero en cuando estuvo en la cima llevo su mano a la pistolera interior de la chaqueta que llevaba abierta para mejor accesibilidad a la pistola y la sacó mientras escudriñaba el lugar en busca de la figura que si no estaba muy equivocada estaba no muy lejos de donde se encontraba ella. Adelante, enfrente de ella quizás tumbada, en cuanto avanzara lo averiguaría y vería que era o quien era para estar escondida en un tejado como aquel. Podía ser cualquier cosa y un movimiento en falso podría ser su fin.
Lexa Azcuénaga- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/07/2018
Localización : Donde menos te lo esperas
Re: La presa caza al cazador [priv.Arden]
La caza en si es la acción de dar muerte a un animal en estado salvaje. La casaca se suda a cada minuto del trayecto. Duerme a quienes no son persistentes, exaspera a los impacientes, cansa a los débiles, y resquebraja tu alma con cada imagen terrorífica que se imprime en las pupilas. Despierta a los dormilones, ásperas caminatas, comidas frías y poco agradables, te enfrente a una naturaleza inhóspita, con lluvias torrenciales y escarchas despiadadas. Pero ante todos estos sacrificios, está la recompensa del cazador. Una sola pieza en perspectiva basta para que todas las molestias se disipen: Su presa. Esta es una tarea, que aquel que no la lleva adelante con plena convicción, se convierte en una tortura que termina socavando su existencia. Una habilidad, que se debe desarrollar paralelamente es la detectivesca. Aquel que no sabe rastrear, y unir piezas en su mente; podrá perseguir a su presa toda la vida, sin darle una verdadera caza. No cualquiera entra en este juego, porque no mucho pueden soportarlo, pero quienes lo hacen, sabes que hay algo malo en ellos desde el principio. ¿Quién está dispuesto a perder su vida por alguien que ni siquiera le conoce, y mucho menos sabe el sacrificio que vive diariamente, para que pueda dormir tranquilo esa noche?
Persona particulares, tienen métodos particulares, pero los detalles es lo que resumen la mente de tu competidor. Ahora sé que me vio. También sé qué hace esto desde hace mucho, que es una mujer y no utiliza su espejo en cielo abierto, usualmente. ¿Y cómo lo sé? Primero, lleva un espejo de bolsillo. Algo típico de dama, y se nota que no lo utiliza a campo abierto, porque de ser así, sabría que con la luna en su punto alto de la media noche, hace reflejos. Ella nunca lo notaría, pero en ciertos momentos, cuando los claros de la luna se cuelan en el reflejo un pequeño rayo de luz se marca sobre la pared frente a mí. Eso indica que me vio y me está buscando, está intentando saber de mí. Si es tan lista como para usar un espejo, quiere decir que esta de cacería. Sólo una dama elegante de sociedad, tiene un espejo de mano. Lo que un pequeño detalle, dice de una sola persona. ¿Cazadora? ¿Inquisidora? ¿O simplemente una idiota? Las casas, por supuesto, están habitadas, deberá subir por el mismo lugar que yo lo hice. No tiene más opciones. Agudizo mi oído, y en cuanto un ‘casual’ bostezo suena tan falso como una flor de papel chino, sólo es cuestión de esperar y escuchar. Me ruedo sobre mi cuerpo hacia la parte trasera y con el arma en la mano, aguardo pacientemente; panza abajo, sombrero puesto ahora, y mi pistola apuntando sobre la cornisa.
En cuanto se asoma su cabeza es el reluciente caño de mi fiel protectora lo que encuentra frente a su rostro. – “Buenas noches señorita, ¿No es muy tarde ya para que una fina dama como usted este dando vueltas en los tejados, una noche como hoy?” – Una sonrisa algo burlona acompaña mi tono de voz, que fuerzo a que suene más grave. Con el cabello recogido y escondido en el sombrero, aún llevo la ventaja. – “¿Quién eres, y qué haces en mi casa?” – El que no sepa quién soy me da la ventaja mientras que la ala ancha no permita ver mi rostro con exactitud. – “Movimientos lentos ahora, no querríamos que usaras esa arma pesada que traes contigo, ¿o sí?” – Esto es lógica, pura y simple lógica. Si esta versada en la noche, aunque no fuera nadie, ni buscara hacer nada arriesgado, ha de llevar una protección con ella. Desde el infante que lleva los clientes hacia las puertas de los lugares dónde se fuma opio, hasta las prostitutas en los burdeles más caros, tienen algún tipo de protección con ellos. – “¿Cómo te llamas, damita?” – Saber quién es y que desea, es lo primordial; y con la ventaja de hacerme pasar por la dueña de la casa, se verá en la obligación de responder a las preguntas.
Persona particulares, tienen métodos particulares, pero los detalles es lo que resumen la mente de tu competidor. Ahora sé que me vio. También sé qué hace esto desde hace mucho, que es una mujer y no utiliza su espejo en cielo abierto, usualmente. ¿Y cómo lo sé? Primero, lleva un espejo de bolsillo. Algo típico de dama, y se nota que no lo utiliza a campo abierto, porque de ser así, sabría que con la luna en su punto alto de la media noche, hace reflejos. Ella nunca lo notaría, pero en ciertos momentos, cuando los claros de la luna se cuelan en el reflejo un pequeño rayo de luz se marca sobre la pared frente a mí. Eso indica que me vio y me está buscando, está intentando saber de mí. Si es tan lista como para usar un espejo, quiere decir que esta de cacería. Sólo una dama elegante de sociedad, tiene un espejo de mano. Lo que un pequeño detalle, dice de una sola persona. ¿Cazadora? ¿Inquisidora? ¿O simplemente una idiota? Las casas, por supuesto, están habitadas, deberá subir por el mismo lugar que yo lo hice. No tiene más opciones. Agudizo mi oído, y en cuanto un ‘casual’ bostezo suena tan falso como una flor de papel chino, sólo es cuestión de esperar y escuchar. Me ruedo sobre mi cuerpo hacia la parte trasera y con el arma en la mano, aguardo pacientemente; panza abajo, sombrero puesto ahora, y mi pistola apuntando sobre la cornisa.
En cuanto se asoma su cabeza es el reluciente caño de mi fiel protectora lo que encuentra frente a su rostro. – “Buenas noches señorita, ¿No es muy tarde ya para que una fina dama como usted este dando vueltas en los tejados, una noche como hoy?” – Una sonrisa algo burlona acompaña mi tono de voz, que fuerzo a que suene más grave. Con el cabello recogido y escondido en el sombrero, aún llevo la ventaja. – “¿Quién eres, y qué haces en mi casa?” – El que no sepa quién soy me da la ventaja mientras que la ala ancha no permita ver mi rostro con exactitud. – “Movimientos lentos ahora, no querríamos que usaras esa arma pesada que traes contigo, ¿o sí?” – Esto es lógica, pura y simple lógica. Si esta versada en la noche, aunque no fuera nadie, ni buscara hacer nada arriesgado, ha de llevar una protección con ella. Desde el infante que lleva los clientes hacia las puertas de los lugares dónde se fuma opio, hasta las prostitutas en los burdeles más caros, tienen algún tipo de protección con ellos. – “¿Cómo te llamas, damita?” – Saber quién es y que desea, es lo primordial; y con la ventaja de hacerme pasar por la dueña de la casa, se verá en la obligación de responder a las preguntas.
Arden Annice Gladstone- Cazador Clase Alta
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Re: La presa caza al cazador [priv.Arden]
Por desgracia la había descubierto, si sabía lo que su mente planeaba, por lo que ahora mismo, la Inquisidora sabía que era algo más que una joven chica. Ambas eran jóvenes, si no tenían la misma edad sería muy parecida y por lo visto tenía las armas muy bien cuidadas por lo que pudo apreciar al ver como la encañonaba. Sin más, guardó su arma en la pistolera y puso sus manos en jarras mientras la miraba con cierto poderío en su mirada. La verdad es que de entre todas las mujeres que había conocido en París, aquella la caía bien a pesar de que la estuviera encañonando.
-primero, de fina tengo poco, como ves no gasto vestidos. Segundo, si fuera tu casa seguramente gastarías tu poco dinero en arreglarla y no en mantener tus armas. Tercero, estas esperando algo y yo he venido de caza y cuarto ¿como te llamas tu? soy Lexa -dijo esto ultimo con su acento Ruso. Mientras la miraba con cierta paciencia para luego agacharse poco a poco para ponerse en cuclillas.
Seria un poco tonto por su parte estar de pie tanto tiempo dejando en vista su figura femenina mientras sabía que allí había un nosferatu rondando. Llevaba mucho tiempo detrás de aquella bestia y no podía escapar esa noche, esa noche no. No podía perder mas tiempo allí, por lo que tenía que despedirse de aquella mujer y avanzar por las afueras de la ciudad, para dar caza a aquel ser de la noche. Se mordió el labio inferior mientras juntaba sus manos y hacia una pequeña reverencia a la mujer que tenía delante.
-Bueno pues si todo esta arreglado...tengo que irme a cazar, o llevó algo o no tendré para comer-comentó utilizando metáforas. La verdad es que en cierta manera era correcto, puesto que si no llevaba algo a la inquisición que mostrara que había dado caza, quizás la bajaran la financiación y ella vivía de la iglesia. Acababa de llegar a Francia y sobretodo a París, necesitaba que la inquisición de allí la tuviera confianza y sobretodo hacerse un nombre allí, por lo que si las cazas se las daba bien, tendría la aprobación de la iglesia francesa, y aunque sabía que su madre había pertenecido a la Inquisición de aquel país pero quería hacerse un nombre por ella misma.
No creía que fuera un ser sobrenatural, puesto que usaba armas y las armas normalmente los usaban los humanos. Las bestias ya tenían sus poderes satánicos para matar y devastar a aquel mundo. Además, sus ojos la repasaban poco a poco, no vestía con la superioridad que lo hacían los vampiros o algunos licantropos. Además llevaba el pelo recogido, lo que demostraba que se lo había retirado para que no la molestara si tenía que moverse de forma rápida, a sobrenatural aquello no le haría falta, ya eran rápidos de por se.
-primero, de fina tengo poco, como ves no gasto vestidos. Segundo, si fuera tu casa seguramente gastarías tu poco dinero en arreglarla y no en mantener tus armas. Tercero, estas esperando algo y yo he venido de caza y cuarto ¿como te llamas tu? soy Lexa -dijo esto ultimo con su acento Ruso. Mientras la miraba con cierta paciencia para luego agacharse poco a poco para ponerse en cuclillas.
Seria un poco tonto por su parte estar de pie tanto tiempo dejando en vista su figura femenina mientras sabía que allí había un nosferatu rondando. Llevaba mucho tiempo detrás de aquella bestia y no podía escapar esa noche, esa noche no. No podía perder mas tiempo allí, por lo que tenía que despedirse de aquella mujer y avanzar por las afueras de la ciudad, para dar caza a aquel ser de la noche. Se mordió el labio inferior mientras juntaba sus manos y hacia una pequeña reverencia a la mujer que tenía delante.
-Bueno pues si todo esta arreglado...tengo que irme a cazar, o llevó algo o no tendré para comer-comentó utilizando metáforas. La verdad es que en cierta manera era correcto, puesto que si no llevaba algo a la inquisición que mostrara que había dado caza, quizás la bajaran la financiación y ella vivía de la iglesia. Acababa de llegar a Francia y sobretodo a París, necesitaba que la inquisición de allí la tuviera confianza y sobretodo hacerse un nombre allí, por lo que si las cazas se las daba bien, tendría la aprobación de la iglesia francesa, y aunque sabía que su madre había pertenecido a la Inquisición de aquel país pero quería hacerse un nombre por ella misma.
No creía que fuera un ser sobrenatural, puesto que usaba armas y las armas normalmente los usaban los humanos. Las bestias ya tenían sus poderes satánicos para matar y devastar a aquel mundo. Además, sus ojos la repasaban poco a poco, no vestía con la superioridad que lo hacían los vampiros o algunos licantropos. Además llevaba el pelo recogido, lo que demostraba que se lo había retirado para que no la molestara si tenía que moverse de forma rápida, a sobrenatural aquello no le haría falta, ya eran rápidos de por se.
Lexa Azcuénaga- Inquisidor Clase Alta
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Re: La presa caza al cazador [priv.Arden]
¡Pero cuanta comodidad y parsimonia para mostrarse tan descaradamente! Regla número 1 de la cacería: Mantente fuera de la vista y percepción de todo y todos; no sólo de tu presa. Regla número 2: Sé paciente, toda buena cacería involucra no arrebatarse para llegar al objetivo, deja que la presa venga a ti. Regla número 3: Conoce el ecosistema, todo es parte del gran círculo de la vida, conoce el ambiente, sus alrededores, el hábitat en el que se hospeda la presa, habla de él, de sus hábitos y lo que te enfrentarás. Regla número 4: Conoce a tu presa. Tomate el tiempo necesario para saber cómo es, que es, que es lo que desea, y como lo obtiene. Cada minuto que pasas conociéndolo, es un minuto que ganas al poder predecir y anticipar sus movimientos, en lugar de ser presa de tu propia ignorancia… Las reglas eran muchas, realmente muchas, esos eran los puntos principales. Dentro de cada punto, había todo un capítulo desarrollado de cómo llevar eso adelante; de la utilidad que tenía y el porqué debía hacerse. Pero lo más importante, lo que estaba en la primera hoja, escrito con letra imprenta de gran tamaño, cubriendo la mayor parte de esta, era una única frase. Y entre signos de admiración, decía: ¡LOS HUMANOS JAMÁS DEBEN SABER SOBRE LA EXISTENCIA DE SOBRENATURALES, QUIÉN ES USTED O LO QUE HACE! Ya voy sintiendo ganas de prestarle el libro…
Comienzo a creer que no ha entendido nada de lo que he dicho, puesto que respondió literalmente a mi ironía y se acomoda como si fuera la dueña del tejado. Mi cara de confusión me delata, con el ceño levemente fruncido y la parte derecha del labio superior levantada. Bien, aclarado, la discreción no es lo suyo y la sutileza aún menos. Ruedo los ojos, al menos es inofensiva como parece. Nueva, definitivamente debe ser nueva en esto; y la ansiedad no le deja pensar bien. Tiene un acento extraño, aunque no termino de distinguirlo, es, realmente, a lo que menos atención le estoy prestando en este momento. Por más que intente disimularlo, se nota que no está en busca de perdices. Después de todo, es pasada la media noche, ¿Qué clase de idiota sale de caza a estas horas? Segunda observación, puede que no sea una dama en todo su esplendor, pero definitivamente, por el tipo de ropa, no es pobre. No creo que sea para ‘comer o perecer’, que está de cacería. Creo que ambas sabemos exactamente lo que está ocurriendo y tácitamente ignoramos la situación. No es lo mío, debo ser honesta. Llevo demasiados problemas en la mente como para además ocuparme de la enseñanza a novatos. Y se anuncia que está lista para partir cuando el sonido comienza a hacerse notar.
La acomodo cubriéndole la boca. – “No me importa. Sólo quietita y calladita, que ahí viene el faisán que estabas esperando. Y entre tu perfume y el ruido que haces tenemos suerte si no nos descubre” – Le susurró al oído, rápido y casi sin mover la boca. No sé qué clase de vampiro es, sólo sé lo que muestra. Llevo semanas en esto. Fui marcando en un mapa de la ciudad el rastro de víctimas; todo me remite, que debe estar por esta zona. Utiliza este sendero de entrada a París como su coto de caza, por lo cual, su morada no puede estar muy lejos, a menos que… Un… hombre, eso parece ser, a través del hueco de desagüe que hay en el techo, para evitar que la acumulación de agua lo desfonden. Está tirando un cadáver… Tomo la cabeza de la muchacha a mi lado para que vea por el mismo. ¿Me equivoque? ¡Me equivoque! Este no es su coto de caza, es su cementerio de descarte. No vive aquí, es listo, muy listo. ¡Merde! Comme c'est stupide! Debo seguirlo.
Comienzo a creer que no ha entendido nada de lo que he dicho, puesto que respondió literalmente a mi ironía y se acomoda como si fuera la dueña del tejado. Mi cara de confusión me delata, con el ceño levemente fruncido y la parte derecha del labio superior levantada. Bien, aclarado, la discreción no es lo suyo y la sutileza aún menos. Ruedo los ojos, al menos es inofensiva como parece. Nueva, definitivamente debe ser nueva en esto; y la ansiedad no le deja pensar bien. Tiene un acento extraño, aunque no termino de distinguirlo, es, realmente, a lo que menos atención le estoy prestando en este momento. Por más que intente disimularlo, se nota que no está en busca de perdices. Después de todo, es pasada la media noche, ¿Qué clase de idiota sale de caza a estas horas? Segunda observación, puede que no sea una dama en todo su esplendor, pero definitivamente, por el tipo de ropa, no es pobre. No creo que sea para ‘comer o perecer’, que está de cacería. Creo que ambas sabemos exactamente lo que está ocurriendo y tácitamente ignoramos la situación. No es lo mío, debo ser honesta. Llevo demasiados problemas en la mente como para además ocuparme de la enseñanza a novatos. Y se anuncia que está lista para partir cuando el sonido comienza a hacerse notar.
La acomodo cubriéndole la boca. – “No me importa. Sólo quietita y calladita, que ahí viene el faisán que estabas esperando. Y entre tu perfume y el ruido que haces tenemos suerte si no nos descubre” – Le susurró al oído, rápido y casi sin mover la boca. No sé qué clase de vampiro es, sólo sé lo que muestra. Llevo semanas en esto. Fui marcando en un mapa de la ciudad el rastro de víctimas; todo me remite, que debe estar por esta zona. Utiliza este sendero de entrada a París como su coto de caza, por lo cual, su morada no puede estar muy lejos, a menos que… Un… hombre, eso parece ser, a través del hueco de desagüe que hay en el techo, para evitar que la acumulación de agua lo desfonden. Está tirando un cadáver… Tomo la cabeza de la muchacha a mi lado para que vea por el mismo. ¿Me equivoque? ¡Me equivoque! Este no es su coto de caza, es su cementerio de descarte. No vive aquí, es listo, muy listo. ¡Merde! Comme c'est stupide! Debo seguirlo.
Arden Annice Gladstone- Cazador Clase Alta
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Re: La presa caza al cazador [priv.Arden]
La verdad es que no la estaba cayendo en gracia aquella mujer, mas que nada por que ella no se echaba ningún perfume para salir de cacería, puesto que dentro de su feminidad ella era le menos femenina de las inquisidoras. Parecía que ambas iban a chocar bastante, ahora quizás era mejor que se hubiera olvidado de aquel encuentro y siguiera su camino por otro lado hasta que sintió que la chica la acomodó en el tejado tapándola la boca sin poder quejarse. Fue entonces cuando sus ojos se fijaron en un cuerpo que estaba desprendiéndose de cadáveres. Por fin había mostrado la cara aquel ser que andaba buscando.
Pronto con algo de desazón apartó la mano de aquella fémina de su rostro, o mas bien de su boca molesta. No tenía claro si sabía lo que era aquello, pero ella gracias a la inquisición sabía perfectamente que criatura estaba buscando en aquel lugar donde se encontraba. Mientras se acomodaba bien en el tejado y observaba la escena,miró por el rabillo del ojo a la otra chica-sabes que no es un vampiro ¿verdad?-desveló puesto que estaba claro que ambas tenían los mismos objetivos.Lo dijo en voz baja, casi era un susurro inaudible para ambas chicas. La había dado aquella información para que no se confiara demasiado y por su forma de actuar pensaba que era alguien demasiado orgullosa.
-¿y ahora que? ¿Listilla?- la provocó,susurrando,la rusa sin mirarla a la cara observando a aquella figura que seguía en su tarea. Quizás también aprendería un poco el actuar de otras personas en cuestiones de caza, ella había empezado su trabajo de inquisidora en solitario apenas un mes, siempre había actuado con inquisidores rusos bajo el ojo sobre protector de su padre, por tanto era algo inexperta en la caza en solitario. Ella estaba ansiosa por dar caza a aquel ser de la noche, además de que era una tarea complicada y que quizás contar con la ayuda de aquella muchacha no la iría nada mal y como no tenía lazos con ella a daría completamente igual si la pasaba algo o perdía algún miembro.
Pronto con algo de desazón apartó la mano de aquella fémina de su rostro, o mas bien de su boca molesta. No tenía claro si sabía lo que era aquello, pero ella gracias a la inquisición sabía perfectamente que criatura estaba buscando en aquel lugar donde se encontraba. Mientras se acomodaba bien en el tejado y observaba la escena,miró por el rabillo del ojo a la otra chica-sabes que no es un vampiro ¿verdad?-desveló puesto que estaba claro que ambas tenían los mismos objetivos.Lo dijo en voz baja, casi era un susurro inaudible para ambas chicas. La había dado aquella información para que no se confiara demasiado y por su forma de actuar pensaba que era alguien demasiado orgullosa.
-¿y ahora que? ¿Listilla?- la provocó,susurrando,la rusa sin mirarla a la cara observando a aquella figura que seguía en su tarea. Quizás también aprendería un poco el actuar de otras personas en cuestiones de caza, ella había empezado su trabajo de inquisidora en solitario apenas un mes, siempre había actuado con inquisidores rusos bajo el ojo sobre protector de su padre, por tanto era algo inexperta en la caza en solitario. Ella estaba ansiosa por dar caza a aquel ser de la noche, además de que era una tarea complicada y que quizás contar con la ayuda de aquella muchacha no la iría nada mal y como no tenía lazos con ella a daría completamente igual si la pasaba algo o perdía algún miembro.
Lexa Azcuénaga- Inquisidor Clase Alta
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Re: La presa caza al cazador [priv.Arden]
Lo único que nos separa de la muerte, es el tiempo que se acorta en cada instante que nos encaminamos a ella. La señal de la cruz se forma en mi frente, pecho y hombros de izquierdo a derecho. Una plegaria interna para el alma perdida, cuyo cruel enemigo, no tiene ni el honor, ni la dignidad de honrar su vida o su muerte. Descartado como un trapo viejo, lo deja tirado a un lado sin santa sepultura. El mundo está lleno de tinieblas, pero todos merecen, llegar a la luz. Esto no está bien. Sólo la frase de la chica a mi lado me desconcentra de mi oración. ¿No es un vampiro? Pero no abrí la boca, no quería más ruido. Incluso si es alguna clase de esbirro, por seguro es un esclavo de sangre, lo que implica la posibilidad de sentidos aumentados. Y aunque mi vista a ella fue sería y segura antes de retomar la imagen de presa; la tristeza aún embarga mi corazón. Todas las amas vales, Dios, recuerda que sufrió, pesa su corazón y recíbele con brazos abiertos a su sacrificio.
Espere que comenzara a andar antes de hablar. – “¿Ahora? Ahora le seguimos.” Comienzo a bajar, buscando la zona más adecua para no saltar e impactar vibrante contra el terreno. Sino sé que enfrento, no voy a alertarlo. Busco el lado de la pared que utilice para subir. El hueco que me permitió escalar, es igual de benigno para el descenso.* ¿Ves? Si soy listilla, muy listilla. Mucho más que el promedio en general. Por el contrario, estoy al tanto de que mi capacidad para percibir el mundo es… infantil como mínimo. Incluso el infierno puede ser ligero sin pesares, si te protegen entre almohadones. Así fue esta vida de cazadora hasta hace unos meses donde mi hermano, y último miembro de mi familia, desapareció. Desprotegida y temerosa, no dudo en avanzar al destino que me toque, pero no por eso, dejo de ser una ‘listilla’ precavida.*
Espero a que la acompañante no solicitada baje también. – “¿A qué te refieres con que no es un vampiro?” Comienzo buscar arbustos, arboles, cualquier cosa que pueda representar un escondite a la vista del hombre, a quién comienzo a seguir silenciosa. El resguardo desaparecerá en unos 300 metros, y la idea de estar expuesta, no me agrada en lo absoluto.
Espere que comenzara a andar antes de hablar. – “¿Ahora? Ahora le seguimos.” Comienzo a bajar, buscando la zona más adecua para no saltar e impactar vibrante contra el terreno. Sino sé que enfrento, no voy a alertarlo. Busco el lado de la pared que utilice para subir. El hueco que me permitió escalar, es igual de benigno para el descenso.* ¿Ves? Si soy listilla, muy listilla. Mucho más que el promedio en general. Por el contrario, estoy al tanto de que mi capacidad para percibir el mundo es… infantil como mínimo. Incluso el infierno puede ser ligero sin pesares, si te protegen entre almohadones. Así fue esta vida de cazadora hasta hace unos meses donde mi hermano, y último miembro de mi familia, desapareció. Desprotegida y temerosa, no dudo en avanzar al destino que me toque, pero no por eso, dejo de ser una ‘listilla’ precavida.*
Espero a que la acompañante no solicitada baje también. – “¿A qué te refieres con que no es un vampiro?” Comienzo buscar arbustos, arboles, cualquier cosa que pueda representar un escondite a la vista del hombre, a quién comienzo a seguir silenciosa. El resguardo desaparecerá en unos 300 metros, y la idea de estar expuesta, no me agrada en lo absoluto.
Arden Annice Gladstone- Cazador Clase Alta
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