No te muevas o me conocerás por quien soy realmente. (libre)

por **Larissa Paulou** Lun Jul 16, 2018 6:55 pm

No hacía tiempo de salir a la calle.

Las nubes, grises como el culo de una rata ocultaban el propio brillo del sol. Estaba aburrida y ¿Qué hacía? ¿Leer? ¿Otra vez? Solo pensar en eso sus ojos rodaban colocándose blanquecinos para después clavar su azul mirada en el horizonte a través de los cristales de la ventana del salón. No estaban solos, es más, ella estaba ahora con su familia en París, hacía un día de demonios y aburridos todos debían de estar. Pareciendo que la cosa se iba a alargar, sin poder evitarlo, cogió un libro, para cuando ella iba a abrirlo, la doncella más joven llegaba a la salita corriendo y alarmada, alarmando y balbuceando de que los cuervos se posaban en los arboles del jardín. Eso a Larissa le parecía normal pero sus padres no parecieron estar de acuerdo. Cuando vio que sus padres cogían ambos un rifle cada uno, Larissa entonces se alarmo pensando que a lo mejor si eran un problema los cuervos en su patio trasero.

Cuando estos se fueron al exterior en efecto, los cuervos parecían estar refugiándose de la inmensa lluvia que acontecía en ese momento, todos debajo del porche cosa que le hizo gracia a Larissa cuando vio tal escena, todos los cuervos alrededor del uno y del otro, un al lado del otro todos en fila.

Larissa, al ver que no había mucho que ver, se fue a otra salita, se tumbó en el diván y empezó la lectura del mismo libro que había leído la semana pasada. Se soltó las trenzas que colgaban de su cabello, dejando suelta y ondulada su larga y extensa melena, suspiró, tirando el libro por ahí. Larissa se revolvió un poco el pelo y tumbándose en el diván para tomar una siesta, esta no se dio cuenta, que por las ventanas de aquella sala de estar privada se estaba colando una persona que torpemente tropezó contra el diván. Este se tocaba la cabeza para quitarse el dolor que se hizo contra el diván pero alguien ya le estaba amenazando el cuello con un puñal de plata.

- ¿Qué? ¿Te diviertes? – Dijo Larissa, amenazando el cuello del intruso. Nadie excepto ella tenía ahora el control de la situación. Quien había entrado sin permiso a su hogar, precisamente hacia donde ella estaba descansando de no hacer nada realmente ahora las cosas parecían ponerse interesantes cuando posiblemente podía tener un nuevo juguete con el que divertirse mano a mano.

por **Sung Yun Oh** Sáb Jul 21, 2018 10:06 am

Céfiro, había pasado una larga temporada fuera de Paris. En ese tiempo, llevó su arte de la caza, por diferentes lugares, en donde pudo deshacerse de los mas variados especímenes de sobrenaturales, pero demás, formar un pequeño grupo de amigos, entre ellos cazadores, y cambiantes. Éstos últimos, eran sus aliados y amigos secretos, los cuales le debían favores que no podrían pagar en años, pues les salvó la vida.

Cuando emprendió el viaje de regreso a París, le acompañó un nuevo amigo, un cambiante ave, con el que acordó proveer de casa, protección y comida, con la condición de que le ayudara en sus andanzas. Fue así que pasadas unas semanas de su llegada, descubrió que una amiga, una cazadora con la cual había comenzado una amistad en uno de los lugares donde había estado trabajando, se instalaba con su familia. Conociendo el carácter de la joven, quien era en cierta forma como él, un ser que no gustaba de estarse quiero o de amoldarse a las formas protocolares, de una sociedad burguesa como la capital de Francia, Decidió hacerle una visita sorpresa, y pactar así, alguna salida de caza. Fue así que tras acordar con Ryan, - el cambiante ave - se decidió ir a merodear por la residencia de la familia Paulou. Allí, bajo un árbol frondoso, cubriéndose de la lluvia, observó a la joven, que parecía estar algo aburrida. Sonrió divertido, pues su amiga no había cambiado en nada.

Aun gesto de Céfiro, Ryan, se convirtió en cuervo y tras volar varias veces sobre el tejado, haciendo graznidos, fue llamando a cuervos verdaderos, para luego, refugiarse de la lluvia en el porche de la mansión, como si fueran una bandada de pájaros que inesperadamente habían sido sorprendidos por la lluvia y buscado refugio cercano. Mientra todo ese espectáculo se llevaba a cabo, él, se deslizó sigilosamente hasta el ventanal abierto, que conducía a la pequeña sala d estar en donde antes había observado a Larissa. Se escondió tras una cortina, al momento en que sintió los pasos de la joven. Como era de esperar, la mujer siguió haciendo sus cosas, hasta que se tumbó en el sofá. Allí, cuando creyó que era el momento oportuno, Céfiro, salió de su escondite, con tan mala suerte que fue a golpear su pierna en el sofá y caer de bruces en la mullida alfombra. En un suspiro tenía encima de él a la joven, quien con una daga, le apretaba el cuello, increpándolo. Céfiro, le miró a los ojos, llevando sus brazos hacia detrás de su cabeza, como si hubiera decidido tomar una siesta en ese lugar. Sonrió de forma burlona, como era su costumbre, y suspiró, - Vaya vaya, parece que mi querida Rissa, ha olvidado rápidamente a sus aliados - el gesto en su rostro cambió, como si una gran desilusión lo hubiera embargado - Parece que tienes poca memoria, que ni reconoces a tus amigos -.

por **Larissa Paulou** Lun Jul 23, 2018 7:12 pm

Larissa, reaccionando rápido quitó el cuchillo del cuello de su antiguo amigo cazador y se le abalanzo encima, colocándose a horcajadas para robarle un beso apasionado, separarse y después abofetearle - ¡Maldito seas Céfiro! ¡Ahora apareces! –Dijo furiosa mientras se levantaba con cuidado de no romper su vestido y dejaba a Céfiro ahí tirado en el suelo - ¿Sabes que no tomé los malditos votos porque pensé que volverías a por mí? ¿Qué volverías para que fuéramos juntos a misiones y que íbamos a ser los mejores cazadores…juntos? – Volvamos un poco al pasado.

(···)

Hace tiempo atrás, cuando Larissa, tras ingresar en un convento ya que había perdido a su primer hijo y la muerte parecía que le perseguía, había ingresado en el convento pero semanas después, un joven herido llegó buscando auxilio de unas heridas realmente graves. Larissa y otra monja se encargaron de auxiliarle y entre una cosa y otra, Céfiro y Larissa se hicieron buenos amigos, casi amantes por la conexión que había saltado en chispas entre ambos y sabiendo que ambos parecían tener la cacería por las venas, sabían sin palabras que estaban hechos el uno para el otro. Todo esto pasaba cuando ella, recién cumplido los 21 estaba a punto de tomar los votos, pero Céfiro le prometió montones de aventuras, las ganas de a lo mejor ser cazadora a Larissa le pareció como regalo del cielo, pero cuando fue a donde habían quedado para irse juntos de aventuras, Céfiro no apareció.

(···)

Actualmente, 1800,

Larissa lo miraba con rabia en los ojos. La puerta fue golpeada - ¡Escóndete! – Dijo a Céfiro mientras esta se dirigía hacia la puerta para entreabrirla, no demasiado - ¿Sí padre? ¿Qué ocurre?

- ¿Va todo bien querida? Hemos escuchado…

- Ah no, es que estaba leyendo en voz alta – Dijo lo primero que se le ocurrió aunque el libro no lo había abierto a primeras ya que se había quedado dormida o quizás no ya que alguien interrumpió de manera demasiado abrupta para su propio gusto de irrumpir en una casa. – Todo está bien padre – Dijo con su característica sonrisa de “dejadme en paz”.

- Oh, está bien, está bien – Dijo su padre volviendo a cerrar la puerta para poder dejar tranquila a su adorada hija Larissa. Entonces, para cuando estaban las cosas más tranquilas, Larissa se cruzó de brazos delante de la cortina que asomaban un par de botas manchadas de barro.

por **Sung Yun Oh** Lun Ago 27, 2018 1:10 pm

La manera en que había sido recibido, le hizo lanzar una carcajada, que fue ahogada por un golpe en su estomago, de parte de aquella bella mujer que jamás pudo olvidar. - Auch, ¿así es que recibes a tu amigo? suerte que no soy tu enemigo - sonrió al expresarlo, ya que compprendía que estaba en falta. Céfiro, le debía una explicación, la había dejado esperando, cuando s suponía huirían juntos, pero no podía contarle que el padre de Larissa, lo había hecho meter en la cárcel, tal vez, descubriera las salidas de su querida niña y por esa razón, angustiado por los peligros que ésta pudiera enfrentar en compañía de un bueno para nada, era que le había dado una lección, que le llevó a parar con sus huesos a una mazmorra, por una corta temporada.

Cuando se había decidido a contarle la verdad, otra vez el mequetrefe de el inoportuno padre de Larissa, volvía a meterse entre ellos. rodó los ojos, mientras ella lo empujaba para que se escondiera. La escuchó dar una excusa falsa y estuvo a punto de largarse otra carcajada, pero recordó lo fuerte que era la joven, y que sus codazos y puñetazos, eran de rememorar, por lo que guardó silencio y esperó a quedar nuevamente solos. Cuando ella se paró delante de él, cortina de por medio, Céfiro, se deleitó viendo esas bellas facciones, - Te extrañe tanto - pensó, mas sus palabras se hicieron oír en sus labios, - Jamás te hubiera hecho esperar, no pude ir, hubiera matado a quien me lo impidió... Pero hacerlo, te hubiera alejado de mi, para siempre - terminó de hilar sus pensamiento en voz alta, mientras apartaba la cortina, y su mano derecha, acariciaba la mejilla, el filo de la mandíbula y acomodaba tras la oreja femenina, un mecho que permanecía caído. - ¿Acaso, un sientes rencor por mi ausencia? ¿o al menos te preocupó mi desaparición? - dijo con su mirada clavad en los orbes femeninos.

por **Larissa Paulou** Dom Sep 23, 2018 8:03 pm

Le dio un manotazo mientras este estaba retirándole el cabello detrás de la oreja – Me preocupe al principio, pero luego me di cuenta de que había sido demasiado estúpida para creer a alguien como tú, a alguien que me iba a dar lo que me había prometido – Fue en ese momento en cuanto su caminar hacia atrás la hizo detenerse e hizo mal, porque ese paron hizo que perdiera el equilibrio y cayera sobre el cuerpo musculado de Céfiro. Podía oler su esencia de cazador experto, podía sentir cada fibra de su cuerpo como se estaba tensando en su entrepierna por la sensación que le estaba difundiendo Céfiro sin que ella pudiera remediarlo apenas – Céfiro….- murmuro su nombre bien bajo, como si fuera un secreto entre ambos, pero pareciendo que quería tomar del néctar de sus labios Larissa lo empujó contra la pared, apartando la tentación de ella misma.

- ¿Qué has venido a hacer aquí, Céfiro? Sabes que mi padre no es que te tenga por el empleado del mes – Diciendo esas palabras, Larissa se estaba acomodando la ropa, su escote, su vestido, la bata de descanso que llevaba aquella noche lluviosa de entrada al otoño…Pero lo que estaba haciendo Céfiro en su hogar o al menos en los alrededores de París era una completa incógnita. Sentándose en el sofá que estaba cerca de los grandes ventanales Larissa se quedó observando a Céfiro, parecía que se había peleado con algún ser - ¿estás herido al menos? Puedo notar la tensión en todo tu cuerpo de una pelea – Alzo las cejas para demostrarle que estaba intentando resaltar lo evidente.

En ese momento, pájaros de alas negras se colocaban vigilantes hacia el norte de la ventana, como si estuvieran vigilando los alrededores a favor de Larissa y Céfiro. Fue entonces cuando Larissa los vio y su cara de “¿Qué está pasando?” lo decía todo, era como un poema puesto en su rostro - ¿Qué les pasa a los cuervos? Están alterados por la lluvia y no me da muy buena espina….– Larissa entonces se acercó hasta donde estaba Céfiro, se quedó esperando a ver que le respondía pero mientras tanto ella observó en sus ojos un deje de frustración – Me estás ocultando algo, ¿verdad? – Dijo ladeando el rostro de un lado a otro, se detuvo y pensó que sería mejor que estuviera sentada para escuchar la historia completa. Decidió sentarse en el escritorio que había entre Céfiro y el sofá en el que se había sentado antes, esperando una respuesta.

por **Loreto de Dieu** Mar Sep 25, 2018 7:12 pm

- ¡Las órdenes son claras! – Dijo el general antes de propinarle una bofetada a Loreto por haberle levantado la voz y haber comentado claramente que el General no tenía ni idea de los planes o de las órdenes. Sin embargo cuando salió, fue suspendida durante una semana y estaba en París. Pensaba si los Paulou, una familia de cazadores de renombre aceptarían a la hija de uno de los amigos del Sr. Paulou a pasar unos días mientras ella buscaba una casa. Por lo que en una noche que llovía a cántaros, Loreto se desplazaba desde la frontera alemana hasta la hermosa ciudad en donde por seguro el clima no sería diferente.

Debió de ser bruja en otro tiempo ya que para cuando estaban pasando pueblos y más pueblos franceses, por mucho que le pesara no podía salvar a todas las personas que veía por el camino y dándose cuenta de su error su General tenía razón pero ahora estaba con una semana de vacaciones. El general era listo. No era sabio dejar a Loreto libre pues era bien valiosa en sus cuentas de batalla por lo que le dio una semana para que se calmara y relajara. Entonces si que pensó en ir a la casa de los Paulou, seguramente Larissa estaba crecida. Pocas veces se habían cruzado ya que viajaba mucho cuando era mucho más joven.

- Madre mía – Dijo viendo como llovía estando al norte de París. Notificó al cochero que se detuviera debajo de un árbol, ella misma ayudó al cochero a poner rocas y ramas debajo de las ruedas del carruaje para que estos no se hundieran con el barro de la lluvia, a los caballos los pusieron debajo de los árboles en donde decidieron acampar durante la lluvia o hasta que terminase de llover. Había pasado una hora cuando la lluvia por fin se estaba calmando, fue entonces cuando el cochero volvió a su sitio, todo se recogió y de manera inmediata el viaje de nuevo empezó hasta París.

Tardó un día más en llegar hasta París y para su sorpresa de nuevo hubo lluvias fuertes que a la hora esta amainaba y se volvía fría, como avisando de lo que se acercaba, como avisando de que se acercaba el frío otoñal que muy poco le gustaba. Cuando llegó a París, fue directamente a una pareja que salía del teatro y preguntando la dirección por fín se dirigió hacia la casa de los Paulou. Pudo ver que varios cuervos y un poco de lluvia adornaba el paisaje nocturno, el mayordomo de la mansión salió para poder recibirla – Dile a tu señor que Loreto de Dieu está aquí – Dijo con una sonrisa bajo el paraguas que había abierto antes de salir del carruaje. Cuando el mayordomo después de un rato le dijo que ya podía entrar, Loreto fue sonriendo y abrazó al hombre como si este fuera su padre adoptivo. Escuchó que lamentaba lo de sus padres y todo era comentario pero ella lo agradecía.

por **Sung Yun Oh** Jue Sep 27, 2018 7:57 pm

Sonrió divertido al comprobar que aún la joven cazadora sentía por él, mas en esos momentos, su mente no podía desviarse a temas menos serios del que le había traído hasta la ciudad, y hasta su amiga. Era verdad que le agradaba su compañía, que deseaba pasar horas charlando de todo el tiempo que estuvieron separados, pero debí pedirle un favor, y no estaba seguro, si ella aceptaría. Mas al ver que sin siquiera decir una palabra, Larissa supo que él se traía algo entre manos, no pudo mas que agradecerle en silencio, mientras dejaba el escritorio, y se acercaba hasta el sillón, donde ésta se había sentado. Se sentó en otro sillón cercano al de la joven, colocó sus codos en sus piernas y con sus manos entrelazadas, llevó su mirada a la de Larissa, - Siempre supe que eras intuitiva - dijo sonriendo - claro que he venido para saludarte y pasar un agradable momento juntos, pero... también a pedirte me ayudes - terminó diciendo, borrando la sonrisa de sus labios, y oscureciendo su mirada, mostrando una seriedad, que la cazadora conocía, esa que se presentaba en el rostro del cazador cuando una misión comenzaba. Se detuvo antes de continuar, resopló un tanto incomodo, ya que tendría que sincerarse con ella y contarle que por años había sido un hijo bastardo sin siquiera saberlo.

- Tu sabes que he preferido siempre ocultar mi apellido, que jamás pensé que necesitaría uno para ser alguien en la vida, y menos un cazador - en ningún momento separó su mirada de la ajena - pues, que desde un tiempo ha esta parte, mi situación ha cambiado mucho, de ser un don nadie, he recibido una herencia, y con ella... una medio hermana -, dijo ésto ultimo realmente agobiado y bajando por primera vez su mirada, - Dios, ¿puedes creer eso? a mi me tiene que pasar, yo que no quería ni un perro para que me haga compañía - suspiró, - y viene la vida y me trae una hermana, a la que no conozco y por la que preocuparme - chasqueó la lengua, para luego resoplar nuevamente.

Llevó sus manos a la nuca y se la frotó, para después gritar y revolverse los cabellos tan cortos que no se podía despeinar. - Necesito que me ayudes, debo encontrar una casa en donde se supone que una joven de sociedad debe habitar, sirvientes, y todo eso que ustedes las señoritas molestas necesitan para estar seguras y tranquilas -, sabía que molestaría ese comentario a su amiga, pero sonrió de costado, puesto que le gustaba molestarla, y ademas, sería una forma de romper el silencio helado que se había creado en la habitación.

por **Larissa Paulou** Mar Oct 23, 2018 6:22 pm

- De ese tipo hay muchas casas a la redonda y por toda la ciudad de París, Céfiro – Larissa resopló pues aquella noticia le había venido de repente, como si alguien disparase contra un barril lleno de pólvora y le hubiera estallado en la cara – y poco puedo hacer si no sé o si no me das más detalles – Larissa se echó el pelo hacia atrás, se acercó un poco a Céfiro siempre con la técnica de acercar su escote que prácticamente estaba enseñando todo con ese conjunto de descanso hogareño y la bata que le caía por un hombre de manera muy vaga - La sorpresa es el móvil de cada descubrimiento, puedo darte un premio si quieres.

Sonriendo de lado, Larissa sacaba su lado divertido, pero no se estaba refiriendo a un tipo de premio pero una mano se posó sobre la musculatura del brazo de Céfiro en el que en el interior de ella tuvo que evitar un rugido de querer violarlo en aquel momento, aquellos ojos la tenían completamente desquiciadamente loca – Voy a ayudarte a encontrarla – guiñándole un ojo tras decir aquellas palabras Larissa se levantó para acomodarse mejor el vestido y sentándose de nuevo se quedó mirando a Céfiro - ¿Sabes algo de ella? O ¿Algún detalle? ¿Quién te dijo que tenías una media hermana…? Es más, ¿Cómo ha pasado todo? Deberías de contármelo todo desde el principio por si pillo alguna incoherencia que lo mismo pueda ser “intuitiva” como bien dices que soy – Diciendo esto, en el exterior escucharon como la puerta principal se abría y escuchaba al mayordomo dando la entrada a Loreto.

- Ahora no… -Larissa rodó los ojos y rápidamente tomó a Céfiro de la mano para arrastrarlo consigo misma hasta una estantería en donde de este tiró del lomo de un libro en el que hizo que se abriera una puerta de un pasadizo secreto. Cuando obligó a Céfiro a pasar por dentro, cerró la estantería y después la puerta y volviéndole a coger de la mano lo llevo por la estrecha escalera de caracol hacia arriba que conducía a sus propios aposentos. Abrió una cortina roja y lo que era una puerta de madera, la abrió dando paso a una gran habitación de colores plata y tonos azules apagados. – Vaya, disculpa el desorden – Rápidamente Larissa fue a coger los papeles que había sobre la gran mesa de madera, papeles sobre cosas que no quería que nadie supiera y recogió unas prendas que estaban en la cama y las metió a saco dentro de uno de los armarios empotrados de la enorme habitación – Ah, ya est…- No pudo acabar la frase al haberse enredados sus pies con una tela azul aguamarina de seda y tul que había escondido con rapidez hace unos días y a causa de no haberlo recogido, ahora estaba en el suelo boca abajo – Uff - ¿Por qué le pasaba cuando tenía visita de hombres atractivos delante de ella?

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