Hojas muertas [Leena]

Recuerdo del primer mensaje :

Necesitaba un lugar tranquilo para pensar, dejar que su imaginación volase sin límites, los parámetros eran mentales de modo que el prefería no plantear los propios le gustaba imaginarse que sus ideas salian despedidas en todas direcciones cuando nadie intentaba reprimirlas, como estas coloridas y volátiles, dando giros y tumbos por el aire, trepando por los arboles y arrojándose de las copas mas altas para volverse livianas antes de tocar el suelo y ascender nuevamente, en aquel espectáculo de luces y sombras.

Dejo caer su nuca sobre su espalda intentando vislumbrar asi el manantial de plata liquida alla en lo alto, ríos luminosos caian sobre el bosque dándole aquel aspecto lóbrego que a algunos tantos aterraba y que a el en cambio tanto fascinaba, porque aun y cuando su primera vez en aquel sitio habia supuesto un encuentro nada agradable no dejaba de ser un lugar perfecto para dejar volar su sombría imaginación, había conseguido un cuadernillo y llevaba un trozo de carboncillo entre los dedos.
Casi seis meses atrás habia estado en aquel mismo sitio, dibujando bajo aquel mismo árbol, suspiro ampliamente sentándose sobre el suelo húmedo, el olor de tierra mojada y arboles le traian un recuerdo a su natal Rumania, aquel mismo aroma se sentía a las lejanías de su casa cuando, incitado por su hermana comenzaba a correr hasta no ver mas su humilde morada, cuando continuaba hasta que las piernas le dolían, sonrio inconscientemente, un gusto vago, sin siquiera dejar entre ver su perlada dentadura.

Su mano comenzó entonces a bailar sobre el papel, con hábiles y largos trazos que prontamente comenzaron a tomar formas, lo que en un inicio fue una línea negruzca era ahora un rostro humano, un rostro femenino de delicadas y aniñadas facciones, aquel que le habia causado tanta curiosidad, curiosidad, bufo sonoramente mientras daba la vuelta a la hoja dejando el dibujo inconcluso y comenzando con uno nuevo, casi habia olvidado que su curiosidad podia ser como la de un niño, un animal furtivo que de no ser saciado comenzaba a devorar sueños y esperanzas, dejando tras de si una estela de incertidumbre y temor, recuerdos olvidados, o que pretendían serlo.

Algunas hojas muertas crujieron metros mas alla, donde la obscuridad devoraba a las personas, cubriéndolas como un fiel manto de invisibilidad. Observo hasta que los ojos le dolieron y tuvo que levantarse, dejando el cuadernillo y el carboncillo sobre el suelo -¿hay alguien?...- cuestiono al aire acercándose con lentitud, con aquel rostro impasible, de ojos caidos y mirada sosegada, seguramente se trataba de algun conejo de orejas caídas, sonrio ante la idea estirando el cuello para intentar ver mejor.

Sus ojos como el oro centellaban con la intensidad de una hoguera, sus cabellos de letárgicas lenguas de fuego se mantenía estático en su lugar, con aquel color del vino añejo, aquel rojizo que jamás llegaría a estar vivo. Apoyo su mano sobre el tronco de un fornido árbol, una rama se trozo contra su peso, crujiendo melodiosamente para ser seguida por un coro de grillos y cigarras, la orquesta de la naturaleza, le gustaba pensar, siguió avanzando por entre los arboles sin saber bien a donde iba, las hojas muertes crujian bajo sus pies lastimeras.

Avanzaba sobre el empedrado observando de soslayo a todos aquellos curiosos que le regalaban miradas inquisitorias a su acompañante, no era usual ver a una mujer vistiendo pequeños pantaloncillos y usando bolsas de lado, observaba como los orbes de los hombres recorrían aquel esbelto cuerpo como en cascada, frunció el ceño sin decir nada porque y a fin de cuentas desconocía todo de aquella joven aunque todo quería saber, atosigarla con cuestiones no era algo que estuviese en sus planes venideros.

Escucho sus palabras volteándola a ver –a mi también me das mucha curiosidad Leena…- confeso tranquilamente, porque en su rostro habia descifrado cosas que antes no hubiese podido imaginar, habia escuchado una historia muda, habia comprendido lo que aun no le contaba y ansiaba aun asi escuchar manar de sus labios quizas una bebida caliente lograse alojarlos y al final de la velada conocería mas de aquella inusual joven.

-puedes preguntar cualquier cosa…si eso es lo que deseas te contestare todo siempre y cuando me prometas hacer lo mismo- le indico buscando con la mirada aquel sitio al cual anteriormente habia ya asistido en compañía de otras personas, el sitio donde habia conocido al pintor Gerard y del cual habia terminado huyendo, aquella noche su mundo habia colapsado y de alguna forma sorprendente habia despertado entre callejones con una resaca insoportable, porque no era una persona que acostumbrase tomar y en efecto su cuerpo parecía no tener resistencia alguna ante los estragos del alcohol.

-¿Qué dices?- le cuestiono deteniéndose –es aquí- le indico abriendo la puerta en espera de que la morena pasara primero, quizas no fuese un gallardo joven o refinado muchacho mas conocía la educación básica que todo hombre debía tener, aquella que las madres se encargaban de inculcar y los padres se esmeraban en pulir. El olor del café y el pan recién horneado deleitar sus sentidos apenas abrió la puerta.

Sus piernas tomaron una textura llena de pequeños puntos, ella decidió abrazarse mientras caminaban, soltando bufidos por aquel frió insoportable, era mas del que había previsto y temía no controlar su temperatura corporal,anhelaba entrar al cálido local y tomar una gran bebida caliente que la reconfortara, y al fin poder relajarse de aquel día tan lleno de curiosidades.

Caminaron lo suficiente como para calentarse un poco, escuchando al joven acompañante hablar volvió a sonreír de aquella manera que solo podía cuando alguien le agradaba genuinamente. -Prometido-. Susurro, sabia que no era verdad aquello de contar todo acerca de su vida, pero trataría de responder la mayoría de las preguntas con la mayor de la sinceridades, siempre y cuando esas respuestas no la comprometieran ni la pusieran en peligro, o peor aun, la dejaran sin aquel acompañante tan agradable que tenia esta noche.

Relamió sus labios y siguió las ordenes de Anuar, entro casi frenándose completamente a la espera de El, su mirada recorría el agradable local, era tan caliente como esperaba, y los aromas de aquel lugar le revivían miles de recuerdos que su mente agradecía, tomo del brazo al joven acompañante e hizo que juntos caminaran hasta la primera mesa vacía que visualizo. -Lindo lugar-. Expreso, sonriente ante el joven, se sentó con sumo cuidado esperando que Anuar hiciera lo mismo.

Solía frecuentar tanto locales que sentía que eran gran parte de su vida, hasta sentía cada uno de ellos como su hogar, su mente así los veía y ella disfrutaba aquella sensación tan escasa que aquellos locales podían ofrecerle, siempre había querido comprar uno y establecerse en alguna colonia, vivir una vida normal y pacifica, pero sabia que aquello era mas que imposible, entrelazo sus dos manos curvando sus labios sin quitar su vista del joven frente a ella.

El calor del local le reconfortaron el alma, le hicieron sentir aquel calor interno que solo el hogar y aquella clase de sitios podían hacerle sentir a uno, una sensación de estar en el lugar correcto aunque de ello no podia estar seguro y su cuerpo podría mentir como mentia de tantas otras cosas. Se encaminaron sujetos por los brazos a la mesa mas lejana y desocupada alla donde los oídos ajenos y las personas a las cuales nunca faltaba curiosidad, decidieran oir su conversación hasta enterarse de cosas que uno no debía saber y ellos mismos no debían pronunciar por discreción mas la curiosidad a el le flaqueaba como a muchos otros, nublándole el uso de razón y sapiencia del cual tan galantemente hacia uso siempre que le fuese posible, no como medio de pavonearse como un militar lo haría con su uniforme ni un estudioso con los títulos sino con la discreción de quien cuida un preciado bien.

Tomo lugar frente a la joven rebuscando con la mirada a algun mesero solo esperaba, y en los cielos aguardaba, que no fuese aquella mujer de grandes pechos que por algun motivo que el no lograba comprender habia intentado filtrear con aquel pintorcillo curioso a quien el vampiro habia llevado meses atrás a compartir mesa con ellos, aquella mujer le habia parecido poseía una mirada lasciva lo cual no habia podido sino alejar su atención de ella. Porque la mirada que reflejaba aquello solo podia esconder la depravación que su alma poseía.

Observo a la mujer frente a el descifrándola con la mirada -¿Qué eres?- le cuestiono a fin de cuentas inclinando su cuerpo hacia enfrente en un tangible gesto de confidencialidad, no deseaba que nadie mas escuchase aquello -¿eres una cambiaformas?...¿o tu don es predecir la buena nueva?, dudo que seas una simple humana hubiese temido entonces en el bosque de saber lo que en el habita…¿Qué eres?- le cuestiono nuevamente.