En un teatro abandonado - Privado

por **Vasily Kalinnikov** Jue Ago 02, 2018 6:49 pm

Julien, era un alma que prefería la soledad, a estar rodeado por extraños, aún, por su propia familia, aquella que le diera un apellido y le ayudara a ser quien era ahora. Por lo que sería muy extraño para quien le conociere, verle caminar junto a una dama, una mujer tan bella, tan llamativa. Aunque apena dejaba ver sus rojos cabellos, al estar cubriéndolos con una caperuza que le tapaba el rostro. Él se sintió eufórico, tras lograr que la joven decidiera acompañarle, pues, en cierta forma, sus vidas, - las de ambos - comenzaban nuevamente. Julien le había prometido borrar de su mente y de su alma, la idea de acabar con su vida, y por otro lado, pensaba hacer que ella, pudiera comprender que no existía ningún maleficio en el color de sus cabellos, que muy por el contrario, solo resaltaban sus bellos ojos, casi siempre cargados de tristeza, y sus rasgos, que la volvían inolvidable.

Apenas abandonar el cabaret, tomaron un coche, que los llevó por diferentes calles de París, a un sector de la ciudad, no tan conocido, y que se podía observar a simple vista, que en otras épocas, había sido una zona de residencia importantes, de edificios que por su belleza, en decoración y arquitectura, parecían pequeños palacios. Muchos de aquellas construcciones,habían perdido a sus dueños, tras la revolución de mil setecientos ochenta y nueve. Pasando una calle, les dio la bienvenida, una pequeña plazoleta, descuidada, con arboles que en la madrugada, parecían ser viejos espectros que deambulaban por el lugar. Como un ritual, Julien inclinó la mirada y elevó una plegaria, por las almas de todos aquellos noble, y sirvientes que habían perecido en las denominadas noches de limpieza. Estaba seguro que si en esos momentos su vista recorría la desierta plazoleta, podría ver las luces azuladas, llamas etéreas que volaban de un lugar a otro, almas en pena, que buscaban de algún modo encontrar el camino a la luz, al mas allá.

Unas pocas calles mas, el coche se detuvo, ante un imponente edificio, de varios pisos, con una entrada principal, que demostraba que alguna vez había sido un lugar importante, por sus nobles materiales, - En éste viejo teatro, mis padres solían traerme, cuando era pequeño, su dueño, amigo de la familia, me enseñó a tocar el piano, y me prometió que siempre las puertas de su hogar estarían abiertas para mi - sonrió, sabiendo que lo que decía era solo la pura verdad. El dueño de aquel teatro, le quería como si en verdad fuera su hijo, y él, le devolvía el cariño, sintiéndole como un tío. Subieron las escalinatas, y al llegar a la puerta cristalera, de la fachada del teatro, Julien, pasó su mano por los bordes de lo que alguna vez fuera la taquilla, allí, apretando un dispositivo escondido, un compartimiento se abrió, dejando ante sus ojos una dorada llave, - Voila, aquí la tiene señorita, nuestro pase a un mundo diferente -, fueron sus palabras, al momento de girar su cuerpo y encontrar la intensa mirada de Fia, - no debes temer, a veces en la oscuridad, solemos ver los objetos mas aterradores de lo que son - quiso advertirle al recordar que su tío, era un eximio titiritero,y que el teatro, alguna vez, había sido el mas especializado en ese arte.