AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Le chaînon manquant [Privado]
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Le chaînon manquant [Privado]
Mi padre adoptivo, Aqueron, había optado por incluirme a mí en la búsqueda del inmortal que estaba sembrando el terror en Paris, y sobre el que mis hermanos habían comenzado a investigar antes que yo. Había pensado que mi forma de obtener pistas podía ser tan distinta a la de ellos, que quizás entre todos conseguiríamos dar con él, y terminar de una vez por todas con ese vampiro que terminaría provocando que la Inquisición comenzará otra caza de brujas, pero esta vez contra los de nuestra especie; hecho que queríamos evitar a toda costa.
La poca información que había conseguido obtener sobre ese ser de las tinieblas al que llevaba semanas persiguiendo, me llevaron esa noche a visitar uno de los barrios más empobrecidos de París, donde la inmundicia y las enfermedades iban cogidas de la mano. No me resultaba necesario usar mis habilidades como vampiresa para darme cuenta de que el hedor a muerte inundaba cada callejón, ni percibir el aura de la muchedumbre para asegurar que la mayoría de ellos moriría de innanición en cuestión de tiempo. Solo con escuchar los débiles latidos de sus corazones me era suficiente para saber el precario estado en el que se encontraban
Apenas unos minutos me fueron necesarios para percatarme de que aquel rastro me llevaba de nuevo a un callejón sin salida; un rastro erróneo que me había hecho perder una preciosa noche de mi eterna existencia. Con la intención de que el largo camino recorrido para llegar hasta allí no hubiese resultado inútil decidí tomarme una última copa de vino antes de marcharme. Adentrándome en una de las mugrosas tabernas de los alrededores, donde agradecí por una vez ser inmortal e incapaz de contraer alguna enfermedad contagiosa por beber de un vaso que bien parecía no haber sido lavado desde tiempo inmemoriales, tomé asiento para observar con curiosidad a la clientela del local. Lejos de mostrarse decaídos por las duras vidas con las que la mayoría de ellos tenían que lidiar, disfrutaban de cada minuto extra que la parca les regalaba.
Sonreía tras el vidrio de mi copa de vino, de la cual daba pequeños tragos con el fin de parecer una humana más, cuando un gran estruendo llamó mi atención y la del resto de desconocidos que allí se encontraban. Todas las miradas se dirigieron hacia el exterior a través de unas ventanas cuya suciedad convertía en una odisea averiguar lo sucedido en la calle.
Tanto yo como otros muchos clientes, salimos curiosos para tratar de descubrir cual había sido la razón de esa extraña explosión, cuando antes de que mis ojos llegasen a ver la verdadera razón, el olor a humo inundó mis fosas nasales y obtuve mi respuesta.
Gritos de auxilio y voces clamando al cielo en busca de ayuda retumbaban por doquier en un barrio donde de por sí reinaba el caos más absoluto. Gente corriendo de un lado a otro sin orden ninguno; unos que acudían con premura hacia el incendio para tratar de ayudar a las posibles víctimas, otros que huían de alli por la sencilla razón de salvar sus vidas, mientras yo, impasible, caminaba tranquilamente observando con atención a todos y cada uno de ellos. La conducta humana era algo que con el tiempo había aprendido a estudiar, y que me había servido en muchas ocasiones para encontrar a los humanos perfectos de los que alimentarme.
Pasados unos minutos y pareciendo que el fuego estaba controlado, mi atención comenzó a mermar y la opción de marcharme de nuevo hacia el centro de París para retomar el camino a casa iba tomando peso, pero de pronto una extraña aura llamó mi atención con creces. Asentí con suavidad en forma de un tímido saludo cuando nuestras miradas se cruzaron. Era extraño encontrar a un sobrenatural por esos lares, pero tal vez era el eslabón perdido que me había llevado a buscar pistas en aquel lugar.
La poca información que había conseguido obtener sobre ese ser de las tinieblas al que llevaba semanas persiguiendo, me llevaron esa noche a visitar uno de los barrios más empobrecidos de París, donde la inmundicia y las enfermedades iban cogidas de la mano. No me resultaba necesario usar mis habilidades como vampiresa para darme cuenta de que el hedor a muerte inundaba cada callejón, ni percibir el aura de la muchedumbre para asegurar que la mayoría de ellos moriría de innanición en cuestión de tiempo. Solo con escuchar los débiles latidos de sus corazones me era suficiente para saber el precario estado en el que se encontraban
Apenas unos minutos me fueron necesarios para percatarme de que aquel rastro me llevaba de nuevo a un callejón sin salida; un rastro erróneo que me había hecho perder una preciosa noche de mi eterna existencia. Con la intención de que el largo camino recorrido para llegar hasta allí no hubiese resultado inútil decidí tomarme una última copa de vino antes de marcharme. Adentrándome en una de las mugrosas tabernas de los alrededores, donde agradecí por una vez ser inmortal e incapaz de contraer alguna enfermedad contagiosa por beber de un vaso que bien parecía no haber sido lavado desde tiempo inmemoriales, tomé asiento para observar con curiosidad a la clientela del local. Lejos de mostrarse decaídos por las duras vidas con las que la mayoría de ellos tenían que lidiar, disfrutaban de cada minuto extra que la parca les regalaba.
Sonreía tras el vidrio de mi copa de vino, de la cual daba pequeños tragos con el fin de parecer una humana más, cuando un gran estruendo llamó mi atención y la del resto de desconocidos que allí se encontraban. Todas las miradas se dirigieron hacia el exterior a través de unas ventanas cuya suciedad convertía en una odisea averiguar lo sucedido en la calle.
Tanto yo como otros muchos clientes, salimos curiosos para tratar de descubrir cual había sido la razón de esa extraña explosión, cuando antes de que mis ojos llegasen a ver la verdadera razón, el olor a humo inundó mis fosas nasales y obtuve mi respuesta.
Gritos de auxilio y voces clamando al cielo en busca de ayuda retumbaban por doquier en un barrio donde de por sí reinaba el caos más absoluto. Gente corriendo de un lado a otro sin orden ninguno; unos que acudían con premura hacia el incendio para tratar de ayudar a las posibles víctimas, otros que huían de alli por la sencilla razón de salvar sus vidas, mientras yo, impasible, caminaba tranquilamente observando con atención a todos y cada uno de ellos. La conducta humana era algo que con el tiempo había aprendido a estudiar, y que me había servido en muchas ocasiones para encontrar a los humanos perfectos de los que alimentarme.
Pasados unos minutos y pareciendo que el fuego estaba controlado, mi atención comenzó a mermar y la opción de marcharme de nuevo hacia el centro de París para retomar el camino a casa iba tomando peso, pero de pronto una extraña aura llamó mi atención con creces. Asentí con suavidad en forma de un tímido saludo cuando nuestras miradas se cruzaron. Era extraño encontrar a un sobrenatural por esos lares, pero tal vez era el eslabón perdido que me había llevado a buscar pistas en aquel lugar.
Última edición por Leila Dracarys el Dom Ago 26, 2018 10:11 am, editado 1 vez
Leila Dracarys- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 32
Fecha de inscripción : 15/08/2017
Localización : Paris
Re: Le chaînon manquant [Privado]
La noche está cada vez más extraña, lleva una buena temporada con problemas uno tras otro donde no entiende qué es lo que está pasando. Ajeno a su misión, estos pequeños entresijos despiertan su curiosidad por saber más e ignora de forma constante las reprimendas de Karsh, el fantasma de su ancestro que la persigue como si fuera ella la única con la que pudiera estar atado. Una deuda que le quedó de su vida cegada por un abrupto acontecimiento y que le persigue y atormenta después de la muerte. La diferencia recae en que la hechicera no puede hacer caso omiso de ésto. Hay algo en estos patrones que le parecen extraños, así que aprovecha una ocasión en que Septimus está metido en la inquisición por una de sus misiones para dejar a Karsh fingiendo ser ella en la mansión del licántropo y sale a buscar de nuevo pistas.
Como vaticinó, esta noche es demasiado extraña. Hay diferentes sucesos que la contrarían. Desde algunos pequeños asaltos en un lugar, continuando con unos asesinatos clandestinos y de paso, un incendio. ¿Qué está sucediendo? Pareciera ser obra de un grupo de sujetos bien entrenados que están dejando un entramado de situaciones para que la policía no alcance a ver que todo está relacionado y considere que son hechos aislados. No para la hechicera, quien avanza en la oscuridad de la noche con un traje oscuro de pantalones y camisa, teniendo encima una larga túnica que cubre sus armas, sus cimitarras gemelas, así como algunas dagas en las botas. Esa misma túnica tiene una capucha con un velo grueso que oculta su rostro de la zona de los pómulos para abajo, haciendo que parezca anónimo.
Al ver el incendio, decide acercarse utilizando su magia para cambiar su apariencia y llamar poco la atención. Un vestido propio del sitio, el cabello oscuro y un rostro diferente, hacen que para cualquier sobrenatural parezca extraña. La diferencia recae en que cualquier humano estará impedido para sospechar de su presencia pensando que es una damnificada más o bien, una curiosa que se acerca para satisfacer su morbo de saber lo que sucedió en el sitio.
Sus pasos se detienen frente al incendio, evitando llamar la atención, se recarga contra una de las paredes analizando la situación. A su mirada, no pasa desapercibido aquéllos que realmente están ocupados en controlar este percance, los que intentan huir con miedo reflejado en sus rictus faciales y los que parecen fuera de contexto. Uno de ellos, es una mujer cuya aura refleja a una vampiresa. Parece una simple espectadora de no ser porque ¿Qué sobrenatural miraría el fuego como si fuera una gran atracción? Quizá para obtener alguna víctima. No puede estar segura de cuál es su papel en este sitio. Se detiene a pocos pasos de Lucinde, la saluda con una inclinación de cabeza tan sutil, que si alguien no estuviera atento, le pasaría desapercibida. La assassin devuelve el saludo con un leve retazo en su aura de desconfianza.
A pesar de eso, se despega de la pared para acercarse a la vampiresa. Las alturas son parecidas por lo que tiene al alcance sus orbes - ¿Es mi imaginación o este percance fue provocado? A últimas fechas la sociedad oculta a los ojos de los humanos parece más inquieta - está demasiado conversadora esta noche, se lo reconoce. Puede ser que la vampiresa tenga algo que ver con todo ésto. De eso se trata este artilugio. Cualquier cambio en su expresión puede darle pistas al respecto. Sabe de milenarios seres como ella, que son capaces de no emitir una sola expresión que haga sospechar de ellos. Es su sexto sentido el que se agudiza para indicar que quizá ella tenga algo que pueda decir que le ayude en esta situación. Además, siempre es bueno tener informantes en todos los lugares y el vampiro que ella persigue, es tan escurridizo, que deberá hacer uso de cualquier medio a su alcance para seguir su pista y atraparlo.
En tanto está esperando la respuesta, un movimiento por el rabillo del ojo atrapa su atención. Descuidando un poco el flanco, observa una sombra que se aleja lento por la zona como si no le preocupara un ápice todo el movimiento. Al contrario, parece que lo aprovecha para dirigirse a una de las zonas más desoladas, lo que atrapa la curiosidad de la hechicera - ¿Negocios o placer? Me llama la atención que esté por aquí de casualidad, señorita. Tenga cuidado, los inquisidores no tardarán en llegar y ya se sabe cuán ciegos son con eso de que las personas como usted y yo, somos malignas per natura y capaces de cualquier atrocidad como provocar un fuego - su mirada sigue fija en el sujeto que avanza hacia un sitio que no logra vislumbrar todavía. Mientras piensen que ella está platicando con la otra, llamará menos la atención. O eso, es lo que espera.
Como vaticinó, esta noche es demasiado extraña. Hay diferentes sucesos que la contrarían. Desde algunos pequeños asaltos en un lugar, continuando con unos asesinatos clandestinos y de paso, un incendio. ¿Qué está sucediendo? Pareciera ser obra de un grupo de sujetos bien entrenados que están dejando un entramado de situaciones para que la policía no alcance a ver que todo está relacionado y considere que son hechos aislados. No para la hechicera, quien avanza en la oscuridad de la noche con un traje oscuro de pantalones y camisa, teniendo encima una larga túnica que cubre sus armas, sus cimitarras gemelas, así como algunas dagas en las botas. Esa misma túnica tiene una capucha con un velo grueso que oculta su rostro de la zona de los pómulos para abajo, haciendo que parezca anónimo.
Al ver el incendio, decide acercarse utilizando su magia para cambiar su apariencia y llamar poco la atención. Un vestido propio del sitio, el cabello oscuro y un rostro diferente, hacen que para cualquier sobrenatural parezca extraña. La diferencia recae en que cualquier humano estará impedido para sospechar de su presencia pensando que es una damnificada más o bien, una curiosa que se acerca para satisfacer su morbo de saber lo que sucedió en el sitio.
Sus pasos se detienen frente al incendio, evitando llamar la atención, se recarga contra una de las paredes analizando la situación. A su mirada, no pasa desapercibido aquéllos que realmente están ocupados en controlar este percance, los que intentan huir con miedo reflejado en sus rictus faciales y los que parecen fuera de contexto. Uno de ellos, es una mujer cuya aura refleja a una vampiresa. Parece una simple espectadora de no ser porque ¿Qué sobrenatural miraría el fuego como si fuera una gran atracción? Quizá para obtener alguna víctima. No puede estar segura de cuál es su papel en este sitio. Se detiene a pocos pasos de Lucinde, la saluda con una inclinación de cabeza tan sutil, que si alguien no estuviera atento, le pasaría desapercibida. La assassin devuelve el saludo con un leve retazo en su aura de desconfianza.
A pesar de eso, se despega de la pared para acercarse a la vampiresa. Las alturas son parecidas por lo que tiene al alcance sus orbes - ¿Es mi imaginación o este percance fue provocado? A últimas fechas la sociedad oculta a los ojos de los humanos parece más inquieta - está demasiado conversadora esta noche, se lo reconoce. Puede ser que la vampiresa tenga algo que ver con todo ésto. De eso se trata este artilugio. Cualquier cambio en su expresión puede darle pistas al respecto. Sabe de milenarios seres como ella, que son capaces de no emitir una sola expresión que haga sospechar de ellos. Es su sexto sentido el que se agudiza para indicar que quizá ella tenga algo que pueda decir que le ayude en esta situación. Además, siempre es bueno tener informantes en todos los lugares y el vampiro que ella persigue, es tan escurridizo, que deberá hacer uso de cualquier medio a su alcance para seguir su pista y atraparlo.
En tanto está esperando la respuesta, un movimiento por el rabillo del ojo atrapa su atención. Descuidando un poco el flanco, observa una sombra que se aleja lento por la zona como si no le preocupara un ápice todo el movimiento. Al contrario, parece que lo aprovecha para dirigirse a una de las zonas más desoladas, lo que atrapa la curiosidad de la hechicera - ¿Negocios o placer? Me llama la atención que esté por aquí de casualidad, señorita. Tenga cuidado, los inquisidores no tardarán en llegar y ya se sabe cuán ciegos son con eso de que las personas como usted y yo, somos malignas per natura y capaces de cualquier atrocidad como provocar un fuego - su mirada sigue fija en el sujeto que avanza hacia un sitio que no logra vislumbrar todavía. Mientras piensen que ella está platicando con la otra, llamará menos la atención. O eso, es lo que espera.
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 20/05/2018
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Le chaînon manquant [Privado]
Observaba con inquietud y desconfianza a esa peculiar hechicera cuya aura había captado por casualidad y que tras mi escueto saludo se aproximaba hacia mí con paso raudo. Era extraño que antes no me hubiese percatado de su presencia, puesto que si por algo me caracterizaba era por tener más o menos controlados todos los flancos cuando me hallaba en un lugar. Sin embargo ella había pasado desapercibida ante mis sentidos hasta ese momento. Negué con la cabeza suavemente tratando de quitarle importancia, frunciendo el ceño ligeramente puesto que a pesar de sentir que parecía acercarse tranquila, eran seres ante los que no podías bajar la guardia. En cualquier momento eran capaces de atacar con algún hechizo que podía ponernos en más de un aprieto. Escudriñé mientras tanto cada gesto, cada movimiento de la sobrenatural que parecía decidida a entablar una cordial conversación en un momento un tanto singular, principalmente porque jamás nos habíamos visto antes y las pocas víctimas que se había cobrado el incendio, promovían un ambiente tenso e intranquilo, cargado de hostilidad y miedo.
Alaridos y gruñidos de dolor podían escucharse a escasos metros de donde nos encontrábamos procedentes de débiles humanos que tras haber sido rescatados de las llamas y hallándose acostados sobre la terregosa calzada, gritaban de forma desgarradora por encontrar que considerables partes de su cuerpo habían sido abrasadas por las llamas.
Cabía mencionar especialmente una mujer de mediana edad que gritaba cual cerdo en una matanza. Puse los ojos en blanco, molesta por aquel sonido agudo de sus chillidos que se incrustaba en mi cerebro, consiguiendo que me doliese la cabeza de forma inminente.
Me acaricié ambas sienes con sendas manos tratando de apartar ese espantoso sonido de mi mente, antes de centrar de nuevo mi atención en la hechicera, que parecía que al igual que mi familia adoptiva, se había percatado de que numerosas revueltas en París no estaban sucediéndose por casualidad, lo que me llevó a pensar que esa enigmática mujer podía saber algo al respecto; o bien, que tal vez podríamos valernos de ayuda si es que ella estaba también buscando la razón de todos esos episodios aislado. Un resignado suspiró escapó de entre mis labios cuando traté de hacerme a la idea de que o degollaba a esa mujer con mis colmillos, o trataba de ignorar sus graznidos; optando esta vez por la segunda opción por haber demasiados ojos pendientes de la misma.- No sabría decirle si el incendio fue provocado o no; con toda la suciedad que hay acumulada en este lugar no sería extraño que una chispa de cualquier brasero o una colilla sin apagar desencadenase en este inesperado accidente.- realicé una pequeña pausa, desviando la vista hacia la taberna donde me encontraba cuando todo había comenzado, barriendo el lugar con la mirada hasta donde se había desarrollado el incendio.- Más estoy de acuerdo con vos en que últimamente París está siendo abordado por demasiados sucesos puntuales en distintas áreas de la ciudad, y que una explosión en un lugar como éste es de lo más extraño.
Sin necesidad de poner toda mi atención en el siguiente hecho, observé como la joven hechicera desviada su mirada durante unos segundos hacia una veloz sombra que parecía moverse con agilidad entre la muchedumbre, movimiento que capta también mi atención.- Es curioso que pregunte, puesto que tampoco es común encontrar a alguien como vos por estos lares.- continuo observando mi alrededor, sintiendo en lo más profundo de mi ser que hay algo que no encaja en todo aquello, incluyendo esa sombra que parece alejarse del lugar tras haber comprobado todo lo sucedido.- Ni trabajo, ni placer son las razones que me han traído hasta este lugar. Podría decirse que la búsqueda de respuestas es el motivo por el que me he visto envuelta en todo esto.
Moví ligeramente la mirada hacia el lugar por donde la sombra desaparece tras un callejón, inquieta por la actuación del sujeto.- Es un humano que ha dejado de serlo, o que dejará de serlo en breve. Su aura es extraña porque posee en su torrente sanguíneo sangre de vampiro, más no lo es. Sin embargo, ¿qué haría un esclavo de sangre paseando por aquí sin su amo, y marchándose con tanta premura si no fuese porque tiene algo de lo que informar a éste?- susurré sabiendo que solo ella me había escuchado, clavando mi mirada en la suya al tiempo que un leve destello rojizo cubría mis ojos.- Y creo que parte de mis respuestas van camino de ese callejón.- sentencié con una pícara sonrisa, poniéndome en marcha con tranquilidad para no llamar la atención, volteando la cabeza en varias ocasiones para comprobar si la hechicera tenía la misma curiosidad que yo en resolver aquellos percances que estaban sucediéndose en París, y que a pesar de no parecer correlativos, parecían estar siendo ejecutados estratégicamente.
Alaridos y gruñidos de dolor podían escucharse a escasos metros de donde nos encontrábamos procedentes de débiles humanos que tras haber sido rescatados de las llamas y hallándose acostados sobre la terregosa calzada, gritaban de forma desgarradora por encontrar que considerables partes de su cuerpo habían sido abrasadas por las llamas.
Cabía mencionar especialmente una mujer de mediana edad que gritaba cual cerdo en una matanza. Puse los ojos en blanco, molesta por aquel sonido agudo de sus chillidos que se incrustaba en mi cerebro, consiguiendo que me doliese la cabeza de forma inminente.
Me acaricié ambas sienes con sendas manos tratando de apartar ese espantoso sonido de mi mente, antes de centrar de nuevo mi atención en la hechicera, que parecía que al igual que mi familia adoptiva, se había percatado de que numerosas revueltas en París no estaban sucediéndose por casualidad, lo que me llevó a pensar que esa enigmática mujer podía saber algo al respecto; o bien, que tal vez podríamos valernos de ayuda si es que ella estaba también buscando la razón de todos esos episodios aislado. Un resignado suspiró escapó de entre mis labios cuando traté de hacerme a la idea de que o degollaba a esa mujer con mis colmillos, o trataba de ignorar sus graznidos; optando esta vez por la segunda opción por haber demasiados ojos pendientes de la misma.- No sabría decirle si el incendio fue provocado o no; con toda la suciedad que hay acumulada en este lugar no sería extraño que una chispa de cualquier brasero o una colilla sin apagar desencadenase en este inesperado accidente.- realicé una pequeña pausa, desviando la vista hacia la taberna donde me encontraba cuando todo había comenzado, barriendo el lugar con la mirada hasta donde se había desarrollado el incendio.- Más estoy de acuerdo con vos en que últimamente París está siendo abordado por demasiados sucesos puntuales en distintas áreas de la ciudad, y que una explosión en un lugar como éste es de lo más extraño.
Sin necesidad de poner toda mi atención en el siguiente hecho, observé como la joven hechicera desviada su mirada durante unos segundos hacia una veloz sombra que parecía moverse con agilidad entre la muchedumbre, movimiento que capta también mi atención.- Es curioso que pregunte, puesto que tampoco es común encontrar a alguien como vos por estos lares.- continuo observando mi alrededor, sintiendo en lo más profundo de mi ser que hay algo que no encaja en todo aquello, incluyendo esa sombra que parece alejarse del lugar tras haber comprobado todo lo sucedido.- Ni trabajo, ni placer son las razones que me han traído hasta este lugar. Podría decirse que la búsqueda de respuestas es el motivo por el que me he visto envuelta en todo esto.
Moví ligeramente la mirada hacia el lugar por donde la sombra desaparece tras un callejón, inquieta por la actuación del sujeto.- Es un humano que ha dejado de serlo, o que dejará de serlo en breve. Su aura es extraña porque posee en su torrente sanguíneo sangre de vampiro, más no lo es. Sin embargo, ¿qué haría un esclavo de sangre paseando por aquí sin su amo, y marchándose con tanta premura si no fuese porque tiene algo de lo que informar a éste?- susurré sabiendo que solo ella me había escuchado, clavando mi mirada en la suya al tiempo que un leve destello rojizo cubría mis ojos.- Y creo que parte de mis respuestas van camino de ese callejón.- sentencié con una pícara sonrisa, poniéndome en marcha con tranquilidad para no llamar la atención, volteando la cabeza en varias ocasiones para comprobar si la hechicera tenía la misma curiosidad que yo en resolver aquellos percances que estaban sucediéndose en París, y que a pesar de no parecer correlativos, parecían estar siendo ejecutados estratégicamente.
Leila Dracarys- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 32
Fecha de inscripción : 15/08/2017
Localización : Paris
Re: Le chaînon manquant [Privado]
Todo es tan curioso que causa incomodidad. Desde la presencia de la vampiresa, el incendio, los humanos en el piso desgarrados de dolor, las idas y venidas de los otros mortales intentando apagar el fuego, sacando a los que quedan, atendiendo a los heridos. Es un caos y en medio de todo ésto, esa sombra es lo más curioso a pesar de que la vampiresa per se, lo pueda hacer más que misterioso. Ni negocios, ni placer. Búsqueda de respuestas. Están en la misma actividad, quizá no en la misma vía. - París es un nido de tantos seres, que es imposible que no se crucen. Estamos en el mismo negocio de la información, puede que no busque lo que tú, pero puede probarse - la expresión de la otra mostrando el callejón no pasa desapercibida y es apreciada porque Lucinde está dispuesta a meterse de cabeza al nido para ver qué más puede encontrar que le interese o le sirva.
El camino que la otra toma es cubierto por la hechicera que primero observa a su alrededor para comprobar que no sea una trampa. Y lo es, cuando aprecia a un par de seres que aparecen por otro sitio como si el movimiento de la vampiresa fuera suficiente para actuar. Emboscada ¿Por qué? ?Para qué? Se acerca a la mujer fingiendo que la conversación ha terminado entre dos mujeres curiosas, revisando sus heridas para presionar algunos puntos cortando la circulación y haciendo que, por lo menos, los gritos de la mujer sean menos para que no saturen tanto los oídos de los presentes. Un punto más y ella se desvanece en la inconsciencia, así será más fácil que la atiendan, porque a ojos vista, sigue respirando con facilidad. Ese tiempo invertido, es suficiente para que, al seguir los pasos de la vampiresa, quede atrás de los otros dos sujetos que se apresuran a entrar en el callejón.
En el desolado sitio, la sombra esperaba paciente como carnada la aparición de la depredadora para obtener lo que busca: vitae vampírica. Desaparecido su domitor, la requiere como el adicto al opio su dosis. La diferencia es que por más que sean ghouls, enfrentar a una vampiresa en su propio territorio puede ser letal. En cuanto la tienen bien adentro, los tres forman un triángulo dejando a la mujer acorralada a su particular punto de vista. Los pasos de la hechicera llegan justo cuando están atacando a la sobrenatural, intentando contener su presencia entre algunas redes y arpones como si pensaran que es una enorme ballena y le dieran ese tratamiento. Lucinde se queda mirando la escena durante un segundo antes de que su propio entrenamiento salga a la luz, tomando de las prendas a uno de los ghouls para hacerlo caer de espaldas golpeando unos puntos para dejarlo desmayado. Va a ir a por el segundo cuando observa que la vampiresa ya se hizo cargo del mismo. Se queda de pie intrigada - ¿De cuándo acá los ghouls atrapan vampiros? - se acerca a uno de ellos que sigue en el piso para presionar un par de lugares impidiendo que se desangre y provocando un dolor mayor - ¿Qué haces aquí? ¿Por qué atacaste a la mujer? ¿Provocaste el incendio? - el humano gime de dolor.
Se revuelca intentando escapar de la tortura, comprende que si no habla, será peor, así que canta como pajarito - nuestro domitor desapareció, queríamos algo de sangre, la necesitamos. Arrgghh, basta, basta. No, no provocamos el incendio, fue... fue un hechicero - intenta de nuevo escaparse. Lucinde mira a la vampiresa alzando una ceja - ¿Alguna otra duda? ¿Quién es tu domitor? ¿Hace cuánto que desapareció? - el hombre gime aún entre los estertores del castigo - Armand, desapareció hace... hace dos semanas, después de ir... al Teatro - eso no le suena muy raro. Se aleja de él para que la vampiresa se acerque a preguntar observando la escena a su alrededor. Tienen valentía si creen que pueden atrapar a alguien tan antiguo con redes. Es justo el uso de esa arma la que la convence de que buscaban su vitae y no asesinarla. El ruido del incendio continúa, el humo se vuelve más molesto dependiendo de las zonas llevado por el viento.
Hay otro más esperando al interrogatorio, por el momento, duerme el sueño de los justos gracias a Lucinde. - ¿Un hechicero provocó el incendio? ¿Eso es lo que buscas? Por cierto, mi nombre es Karsh y me gustaría que guardaras el secreto de que soy mujer, para algunas alimañas, es mejor que piensen que soy varón, me sirve para investigar - sí, está demasiado comunicativa esta noche. Todo es tan intrincado, espera que la otra responda para decidir qué hacer. Un vampiro desaparecido, un hechicero provocando incendios. ¿Qué le está pasando a París? Parece que algo está a punto de estallar.
El camino que la otra toma es cubierto por la hechicera que primero observa a su alrededor para comprobar que no sea una trampa. Y lo es, cuando aprecia a un par de seres que aparecen por otro sitio como si el movimiento de la vampiresa fuera suficiente para actuar. Emboscada ¿Por qué? ?Para qué? Se acerca a la mujer fingiendo que la conversación ha terminado entre dos mujeres curiosas, revisando sus heridas para presionar algunos puntos cortando la circulación y haciendo que, por lo menos, los gritos de la mujer sean menos para que no saturen tanto los oídos de los presentes. Un punto más y ella se desvanece en la inconsciencia, así será más fácil que la atiendan, porque a ojos vista, sigue respirando con facilidad. Ese tiempo invertido, es suficiente para que, al seguir los pasos de la vampiresa, quede atrás de los otros dos sujetos que se apresuran a entrar en el callejón.
En el desolado sitio, la sombra esperaba paciente como carnada la aparición de la depredadora para obtener lo que busca: vitae vampírica. Desaparecido su domitor, la requiere como el adicto al opio su dosis. La diferencia es que por más que sean ghouls, enfrentar a una vampiresa en su propio territorio puede ser letal. En cuanto la tienen bien adentro, los tres forman un triángulo dejando a la mujer acorralada a su particular punto de vista. Los pasos de la hechicera llegan justo cuando están atacando a la sobrenatural, intentando contener su presencia entre algunas redes y arpones como si pensaran que es una enorme ballena y le dieran ese tratamiento. Lucinde se queda mirando la escena durante un segundo antes de que su propio entrenamiento salga a la luz, tomando de las prendas a uno de los ghouls para hacerlo caer de espaldas golpeando unos puntos para dejarlo desmayado. Va a ir a por el segundo cuando observa que la vampiresa ya se hizo cargo del mismo. Se queda de pie intrigada - ¿De cuándo acá los ghouls atrapan vampiros? - se acerca a uno de ellos que sigue en el piso para presionar un par de lugares impidiendo que se desangre y provocando un dolor mayor - ¿Qué haces aquí? ¿Por qué atacaste a la mujer? ¿Provocaste el incendio? - el humano gime de dolor.
Se revuelca intentando escapar de la tortura, comprende que si no habla, será peor, así que canta como pajarito - nuestro domitor desapareció, queríamos algo de sangre, la necesitamos. Arrgghh, basta, basta. No, no provocamos el incendio, fue... fue un hechicero - intenta de nuevo escaparse. Lucinde mira a la vampiresa alzando una ceja - ¿Alguna otra duda? ¿Quién es tu domitor? ¿Hace cuánto que desapareció? - el hombre gime aún entre los estertores del castigo - Armand, desapareció hace... hace dos semanas, después de ir... al Teatro - eso no le suena muy raro. Se aleja de él para que la vampiresa se acerque a preguntar observando la escena a su alrededor. Tienen valentía si creen que pueden atrapar a alguien tan antiguo con redes. Es justo el uso de esa arma la que la convence de que buscaban su vitae y no asesinarla. El ruido del incendio continúa, el humo se vuelve más molesto dependiendo de las zonas llevado por el viento.
Hay otro más esperando al interrogatorio, por el momento, duerme el sueño de los justos gracias a Lucinde. - ¿Un hechicero provocó el incendio? ¿Eso es lo que buscas? Por cierto, mi nombre es Karsh y me gustaría que guardaras el secreto de que soy mujer, para algunas alimañas, es mejor que piensen que soy varón, me sirve para investigar - sí, está demasiado comunicativa esta noche. Todo es tan intrincado, espera que la otra responda para decidir qué hacer. Un vampiro desaparecido, un hechicero provocando incendios. ¿Qué le está pasando a París? Parece que algo está a punto de estallar.
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
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Re: Le chaînon manquant [Privado]
Decidida a no perder el rastro de aquel esclavo de sangre que había conseguido atraer mi atención, apremié rápidamente mi paso dentro de la normalidad si deseaba continuar pareciendo humana, consciente de que la hechicera me seguía a una distancia prudencial; probablemente asegurándose de que nadie más se aproximase a nosotras o de que la aparición de aquel ghoul fuese casual y no se tratase de una emboscada premeditada. Sin embargo, conocedora de mis habilidades y con un carácter difícil de domar y el culpable de haberme visto envuelta en algún que otro imprevisto en más de una ocasión, avancé sin percatarme a tiempo de que otras dos sombras se cernían sobre mí conforme alcanzaba la mitad del oscuro callejón.
Me detuve de pronto cuando comencé a percibir demasiados latidos para el único corazón que esperaba encontrar allí, entreabriendo ligeramente las piernas para conseguir mayor libertad de movimientos si necesitaba enfrentarme a más de un cazador. Más por suerte o por desgracia no eran simples humanos, sino esclavos de sangre sedientos de mi vitae los que antes de que pudiese reaccionar saltaron sobre mí con una especie de red con trazas de plata que abrasaba en mi piel. Su rapidez y su fuerza superaba a la de cualquier humano, de modo que sin quererlo, me vi durante unos segundos sometida a su merced. Siseé por el dolor que me provocaba la puñetera plata, refulgiendo mis ojos de un rojo sangre que mostraban la rabia e ira que sentía en mi interior. Más les valía ser rápidos, porque en cuanto me liberase de aquella red- que era cuestión de minutos- terminarían descuartizados por todo el callejón.
-¿Pero hacéis pedazo de inútiles? ¿Acaso queréis una muerte lenta y dolorosa?- gruñí cuando trataban de mantenerme inmóvil con una especie de lanzas mal hechas, mientras percibía como la hechicera se aproximaba a nosotros en silencio. Durante un instante dudé que ella pudiese estar de parte de ellos, que fuese también cómplice en aquella emboscada, hasta que con eficacia tomó a uno de los ghouls, dejándolo en estado de semiinconciencia a un lado. Esbocé una sádica sonrisa, por una parte porque la parecía no estar en el bando de esos pobres desgraciados, y por otra, porque me había regalado la distracción necesaria que necesitaba para que me liberase del ataque de éstos.
De un rápido movimiento alcancé el cuello de uno de ellos, hincándole los colmillos hasta la yugular, arrancándole un trozo de carne al retirarme segundos después, toda cubierta de sangre.- Uno menos.- apenas susurré con una sonrisa ladina, colocándome en pie y acercándome hasta donde la hechicera comenzaba a interrogar al único que de momento estaba consciente. Elevó los hombros como modo de disculpa fingida por la dantesca escena con el otro esclavo de sangre y cuando nuestras miradas se cruzan, tras lo cual ella comienza a realizar un completo interrogatorio. Entre tanto, me centro en limpiarme la sangre de las manos y las comisuras de los labios, escuchando con atención las inútiles razones del por qué me habían atacado. Era posible que fuese cierto, aunque la historia no parezca muy elaborada. Tampoco es que se pudiese pedir que esos seres fuesen muy inteligentes.
Me mantuve en silencio, analizando cada dato que nos da el ghoul, impresionada por el método de interrogación de la hechicera; lo que me indicaba que era mucho más de lo que aparentaba ser en un principio. Me aproximé hasta el interrogado cuando ésta pareció cederme el turno, decidiendo tomar un método bien distinto. Mordiéndome la muñeca, provocando que mi sangre se deslizase con suavidad por mi piel.- A partir de ahora, solo me obedecerás a mí. Si haces algo que no me gusta, te mataré después de hacerte sufrir como jamás podrías imaginar. Lo mismo haré si intentar traicionarme, si me molestas o me mientes…¿lo entiendes?- apunté ofreciéndole mi muñeca tras el asentimiento del esclavo, que incrédulo en la oportunidad que le ofrecía gateó hasta mí. Le permití que bebiese ligeramente de mi vitae, cerrando los ojos durante unos segundos al sentir la excitación que todo esto me producía. Sin previo aviso retiré la mano con rapidez, lamiendo posteriormente mi propia muñeca para cerrar los dos puntos producidos por mis colmillos con mayor rapidez.
-Me resulta extraño que un hechicero provocase el incendio, pero cabe la posibilidad de que estuviese tratando de ocultar algo al hacerlo.- pronuncié con la intención de que la hechicera escuchase mis propias premisas; sintiendo como el esclavo continuaba arrodillado a mi lado, como si de un perrito faldero se tratase.- Por otra parte, la desaparición de su Dominator también es desconcertante. – apunté mirando de reojo a mi nuevo esclavo de sangre, para después volver la mirada al que permanecía inconsciente.- Empecemos por entrar en el edificio para comprobar que pruebas eran las que quería ocultar el hechicero al quemarlo; algo me dice que el incendio y todo lo extraño que está sucediendo en París las últimas semanas está relacionado.
Avancé con tranquilidad hasta el ghoul que permanecía en el suelo.- ¿Quieres interrogarlo también? Yo más perros falderos no quiero, y esta noche todavía no he cenado…- apunté dejando en el aire cual sería el final de ese hombre, si es que podía llamarse así. Cuanto antes terminásemos con aquello, antes podríamos continuar con la investigación. Deseaba volver cuanto antes a casa, con un poco de suerte todavía podría pasear por el centro antes del amanecer. Además tenía que explicarle a Aqueron, mi padre adoptivo, el asunto del esclavo de sangre que me seguía; pondría el grito en el cielo y probablemente terminaría transformándolo en vampiro. No le gustaba que se utilizasen a los humanos de esa forma, así que la novedad me duraría más bien poco.
- Y no te preocupes, no tengo interés ninguno que los demás sepan si eres hombre o mujer; mientras tú lo tengas claro, es suficiente.- solté ignorando porque le daba tanta importancia a eso. Yo siempre había hecho lo que me había dado la gana siendo mujer; todo dependía de lo que te importase lo que opinasen los demás. Y para que engañarnos, a mi me importaba más bien poco la opinión del resto de la humanidad.
Me detuve de pronto cuando comencé a percibir demasiados latidos para el único corazón que esperaba encontrar allí, entreabriendo ligeramente las piernas para conseguir mayor libertad de movimientos si necesitaba enfrentarme a más de un cazador. Más por suerte o por desgracia no eran simples humanos, sino esclavos de sangre sedientos de mi vitae los que antes de que pudiese reaccionar saltaron sobre mí con una especie de red con trazas de plata que abrasaba en mi piel. Su rapidez y su fuerza superaba a la de cualquier humano, de modo que sin quererlo, me vi durante unos segundos sometida a su merced. Siseé por el dolor que me provocaba la puñetera plata, refulgiendo mis ojos de un rojo sangre que mostraban la rabia e ira que sentía en mi interior. Más les valía ser rápidos, porque en cuanto me liberase de aquella red- que era cuestión de minutos- terminarían descuartizados por todo el callejón.
-¿Pero hacéis pedazo de inútiles? ¿Acaso queréis una muerte lenta y dolorosa?- gruñí cuando trataban de mantenerme inmóvil con una especie de lanzas mal hechas, mientras percibía como la hechicera se aproximaba a nosotros en silencio. Durante un instante dudé que ella pudiese estar de parte de ellos, que fuese también cómplice en aquella emboscada, hasta que con eficacia tomó a uno de los ghouls, dejándolo en estado de semiinconciencia a un lado. Esbocé una sádica sonrisa, por una parte porque la parecía no estar en el bando de esos pobres desgraciados, y por otra, porque me había regalado la distracción necesaria que necesitaba para que me liberase del ataque de éstos.
De un rápido movimiento alcancé el cuello de uno de ellos, hincándole los colmillos hasta la yugular, arrancándole un trozo de carne al retirarme segundos después, toda cubierta de sangre.- Uno menos.- apenas susurré con una sonrisa ladina, colocándome en pie y acercándome hasta donde la hechicera comenzaba a interrogar al único que de momento estaba consciente. Elevó los hombros como modo de disculpa fingida por la dantesca escena con el otro esclavo de sangre y cuando nuestras miradas se cruzan, tras lo cual ella comienza a realizar un completo interrogatorio. Entre tanto, me centro en limpiarme la sangre de las manos y las comisuras de los labios, escuchando con atención las inútiles razones del por qué me habían atacado. Era posible que fuese cierto, aunque la historia no parezca muy elaborada. Tampoco es que se pudiese pedir que esos seres fuesen muy inteligentes.
Me mantuve en silencio, analizando cada dato que nos da el ghoul, impresionada por el método de interrogación de la hechicera; lo que me indicaba que era mucho más de lo que aparentaba ser en un principio. Me aproximé hasta el interrogado cuando ésta pareció cederme el turno, decidiendo tomar un método bien distinto. Mordiéndome la muñeca, provocando que mi sangre se deslizase con suavidad por mi piel.- A partir de ahora, solo me obedecerás a mí. Si haces algo que no me gusta, te mataré después de hacerte sufrir como jamás podrías imaginar. Lo mismo haré si intentar traicionarme, si me molestas o me mientes…¿lo entiendes?- apunté ofreciéndole mi muñeca tras el asentimiento del esclavo, que incrédulo en la oportunidad que le ofrecía gateó hasta mí. Le permití que bebiese ligeramente de mi vitae, cerrando los ojos durante unos segundos al sentir la excitación que todo esto me producía. Sin previo aviso retiré la mano con rapidez, lamiendo posteriormente mi propia muñeca para cerrar los dos puntos producidos por mis colmillos con mayor rapidez.
-Me resulta extraño que un hechicero provocase el incendio, pero cabe la posibilidad de que estuviese tratando de ocultar algo al hacerlo.- pronuncié con la intención de que la hechicera escuchase mis propias premisas; sintiendo como el esclavo continuaba arrodillado a mi lado, como si de un perrito faldero se tratase.- Por otra parte, la desaparición de su Dominator también es desconcertante. – apunté mirando de reojo a mi nuevo esclavo de sangre, para después volver la mirada al que permanecía inconsciente.- Empecemos por entrar en el edificio para comprobar que pruebas eran las que quería ocultar el hechicero al quemarlo; algo me dice que el incendio y todo lo extraño que está sucediendo en París las últimas semanas está relacionado.
Avancé con tranquilidad hasta el ghoul que permanecía en el suelo.- ¿Quieres interrogarlo también? Yo más perros falderos no quiero, y esta noche todavía no he cenado…- apunté dejando en el aire cual sería el final de ese hombre, si es que podía llamarse así. Cuanto antes terminásemos con aquello, antes podríamos continuar con la investigación. Deseaba volver cuanto antes a casa, con un poco de suerte todavía podría pasear por el centro antes del amanecer. Además tenía que explicarle a Aqueron, mi padre adoptivo, el asunto del esclavo de sangre que me seguía; pondría el grito en el cielo y probablemente terminaría transformándolo en vampiro. No le gustaba que se utilizasen a los humanos de esa forma, así que la novedad me duraría más bien poco.
- Y no te preocupes, no tengo interés ninguno que los demás sepan si eres hombre o mujer; mientras tú lo tengas claro, es suficiente.- solté ignorando porque le daba tanta importancia a eso. Yo siempre había hecho lo que me había dado la gana siendo mujer; todo dependía de lo que te importase lo que opinasen los demás. Y para que engañarnos, a mi me importaba más bien poco la opinión del resto de la humanidad.
Leila Dracarys- Vampiro Clase Alta
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Re: Le chaînon manquant [Privado]
Salir sin Septimus puede ser un gran error si algo se sale de control, sobre todo si está sumergiéndose en el territorio que han declarado como parte del coto de caza del vampiro que persigue. Si toca el virus que está propagando, enfermará y sus horas estarán contadas. Sólo basta poco para contagiarse. Se fija en lo que la vampiresa hace, cómo termina convirtiendo a su causa al que fuera humano y su adicción a la sangre le castigara. ¿Qué ven los humanos en la sangre vampírica? Para la hechicera, que nunca antes probó una gota, es un misterio que no quiere descubrir. Sabe que no depende de la mente de la persona que la ingiere, que es la vitae per se la que les ata a su voluntad. Y por ende, a la del vampiro que se la otorga.
Asiente con las palabras de la vampiresa - eso me temía, que oculte un rastro. Ahora hay que averiguar cuál es ese rastro - lo que significa ingresar al sitio con lo endeble que quedó. Desearía tener la habilidad de los vampiros de mirar lo que sucedió en instantes pasados. Se pregunta si la vampiresa no tiene ese poder. Si es así, ya lo descubrirá. Mirando cómo el humano sigue a su domitor, escucha lo que planea hacer la vampiresa. Así que al final, servirá de alimento. Pobre sabandija. Antes de salir, se asegura de que los otros dos estén bien muertos, observa sus auras, cuando las ve por completo apagadas, sigue su camino hacia el inmueble que ahora tiene mayor interés. Lucinde sabe qué la motiva, ¿Cuáles serán los deseos de esta mujer? - ¿Qué es lo que sospechas? Por mi parte, quisiera pensar que es parte de mi investigación. Estoy buscando a uno de los tuyos, está propagando una enfermedad letal. Mata a los humanos en poco tiempo, a los sobrenaturales los infecta por igual. Les hace marchitarse en cuanto vampiros, los licántropos parecen tener cierta resistencia, ni los hechiceros pueden escapar de la muerte. No sé qué pase con los cambiantes. Si eso fue lo que el mago ocultó, estoy más cerca de mi pesquisas - quizá ella, al ser vampiro, haya escuchado de éste.
Si es un miembro de esa organización, querrá matarla, por lo que a pesar de lucir relajada, está lista para cualquier eventualidad. Ante ellas, queda el edificio, han logrado apagar las llamas en tanto ellas estaban ocupadas y hay poca gente ya rondando el lugar. Las auras de los que rodean son todas humanas. No hay alguien que sobresalga. Por las dudas, - demos un rodeo, busquemos un sitio desde el cual entrar sin ser vistos o bien, pueda invocar a algún espíritu de los que todavía rondan por aquí para que nos diga qué pasó - así, le confiesa su poder en nigromancia. Puede funcionar si contacta a algún alma que esté todavía sorprendida por lo que sucedió o bien, a una más antigua que pudiera verlo todo.
Avanzando, llegan a uno de los costados donde el anonimato está protegido. Se queda en silencio antes de mirar a la vampiresa - decide, lo invoco o entramos, ahí hay un agujero lo bastante grande, sólo es saltar y listo - señala uno a dos metros de altura, pueden agarrarse del filo y trepar para llegar dentro. Están protegidos por el edificio de a lado, que no tiene ventanas, así que nadie las verá. - Y gracias por lo del nombre, me es importante para que cuando llegue, busquen a un hombre, eso me sirve para catalogar si estoy en una emboscada o bien, las intenciones de quienes me buscan - se sonríe de lado. Incluso Septimus cae en esa trampa, la diferencia es que con el licántropo, es más elaborada.
Asiente con las palabras de la vampiresa - eso me temía, que oculte un rastro. Ahora hay que averiguar cuál es ese rastro - lo que significa ingresar al sitio con lo endeble que quedó. Desearía tener la habilidad de los vampiros de mirar lo que sucedió en instantes pasados. Se pregunta si la vampiresa no tiene ese poder. Si es así, ya lo descubrirá. Mirando cómo el humano sigue a su domitor, escucha lo que planea hacer la vampiresa. Así que al final, servirá de alimento. Pobre sabandija. Antes de salir, se asegura de que los otros dos estén bien muertos, observa sus auras, cuando las ve por completo apagadas, sigue su camino hacia el inmueble que ahora tiene mayor interés. Lucinde sabe qué la motiva, ¿Cuáles serán los deseos de esta mujer? - ¿Qué es lo que sospechas? Por mi parte, quisiera pensar que es parte de mi investigación. Estoy buscando a uno de los tuyos, está propagando una enfermedad letal. Mata a los humanos en poco tiempo, a los sobrenaturales los infecta por igual. Les hace marchitarse en cuanto vampiros, los licántropos parecen tener cierta resistencia, ni los hechiceros pueden escapar de la muerte. No sé qué pase con los cambiantes. Si eso fue lo que el mago ocultó, estoy más cerca de mi pesquisas - quizá ella, al ser vampiro, haya escuchado de éste.
Si es un miembro de esa organización, querrá matarla, por lo que a pesar de lucir relajada, está lista para cualquier eventualidad. Ante ellas, queda el edificio, han logrado apagar las llamas en tanto ellas estaban ocupadas y hay poca gente ya rondando el lugar. Las auras de los que rodean son todas humanas. No hay alguien que sobresalga. Por las dudas, - demos un rodeo, busquemos un sitio desde el cual entrar sin ser vistos o bien, pueda invocar a algún espíritu de los que todavía rondan por aquí para que nos diga qué pasó - así, le confiesa su poder en nigromancia. Puede funcionar si contacta a algún alma que esté todavía sorprendida por lo que sucedió o bien, a una más antigua que pudiera verlo todo.
Avanzando, llegan a uno de los costados donde el anonimato está protegido. Se queda en silencio antes de mirar a la vampiresa - decide, lo invoco o entramos, ahí hay un agujero lo bastante grande, sólo es saltar y listo - señala uno a dos metros de altura, pueden agarrarse del filo y trepar para llegar dentro. Están protegidos por el edificio de a lado, que no tiene ventanas, así que nadie las verá. - Y gracias por lo del nombre, me es importante para que cuando llegue, busquen a un hombre, eso me sirve para catalogar si estoy en una emboscada o bien, las intenciones de quienes me buscan - se sonríe de lado. Incluso Septimus cae en esa trampa, la diferencia es que con el licántropo, es más elaborada.
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
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Re: Le chaînon manquant [Privado]
Desconocía hasta que punto sajar la vida de un esclavo de sangre sería aceptable por Aqueron, inmortal que me había adoptado e impuesto unas claras normas si quería estar bajo su amparo. No matábamos humanos, y si nos alimentábamos de ellos era por la voluntad de éstos, más nunca sometiéndolos a nosotros ni convirtiéndolos en ghouls. Aunque no por ello demoré en arrodillarme junto al cuerpo inconsciente de uno de ellos, y terminar en apenas unos segundos con su patética existencia.
Limpiándome los restos de sangre de las comisuras de los labios con un pañuelo de satén blanco, me puse en pie de nuevo, avanzando con tranquilidad hasta la entrada del callejón donde se había detenido la hechicera; sintiendo como el esclavo que había sobrevivido me seguía a escasos metros.
-No teníamos noticias de lo que me estás contando. ¿Estás segura de ello?- pregunté sorprendida, deseando que se equivocase con respecto al virus, puesto que si estuviese en lo cierto, ninguno estaríamos a salvo. Quería ir corriendo a contarle a Aqueron lo que había descubierto, pero no tenía nada más que ofrecerle. ¿Dónde estaba ese vampiro? ¿Por qué lo hacia? ¿Y qué relación tenía con el hechicero que parecía haber provocado el incendio? Demasiadas preguntas sin respuesta para terminar mi investigación.
Preocupada por la información que la joven había compartido conmigo, traté de explicarle la razón de que yo me encontrase allí.
- Mi familia y yo llevamos semanas buscando a un inmortal que ha tomado la costumbre de dejar demasiados cadáveres a su paso. Pero no es solo que es incapaz de borrar sus huellas, sino que además descuartiza a sus víctimas, las somete, a las mujeres las viola…es capaz de crear escenas que harían vomitar a cualquiera.
Avanzamos en silencio, sumida cada una en sus propios pensamientos. Si tenía razón, la situación era mucho más peligrosa de lo que habíamos planeado en un principio y deberíamos hacer algo al respecto. No sería la primera vez que mi familia ofrecía sus servicios a las autoridades para algún caso clave donde nuestras habilidades particulares eran de gran ayuda. El caos que rodeaba el edificio en llamas antes de que desapareciésemos tras el ghoul que ahora nos seguía, prácticamente había sido controlado. Pocos humanos se encontraban en la zona, y bomberos y autoridades policiales había desaparecido del lugar. Es lo que tiene un barrio de pobres, pensé; la atención es mínima. Negué con la cabeza, escudriñando con atención el edificio, tratando de percibir si había alguien con vida en su interior. Había algo extraño…que no era un humano, pero…fruncí el ceño, desconcertada por no saber que era lo que no terminaba de catalogar en el interior del edificio.
Asentí con la cabeza la propuesta de la hechicera, mientras continuaba sumida en mis propias elucubraciones, tratando de buscar una lógica a todo aquello.- Quédate aquí y trata de invocar algún espíritu que pueda ayudarnos o darnos información. Él se quedará contigo para cubrirte.- apunté mirando a ambos. Sabía que no infringiría una orden recién dada por mí, y que el ghoul cuidaría de que a la hechicera no le sucediera nada, por su bien.- Yo voy a entrar. Imagino que la estructura no estará muy estable ni el aire adecuado para vuestra respiración. Mi rapidez para huir no es la misma que la tuya, ni mi necesidad para respirar tampoco—bromeé con esto último.- No me gustaría ser la responsable de una muerte humana y un bicho raro.- guiñé un ojo, apostándome bajo el agujero que pensaba alcanzar sin problema de un solo salto.
- No tardaré, e intentaré dar con aquello que el hechicero quería hacer desaparecer con el incendio, aunque si éste está relacionado con el virus que está extendiendo el vampiro, imagino que lo que quiere hacer desaparecer también lo estará.- apunté finalmente antes de desaparecer con rapidez con un solo salto, introduciéndome en el interior del edificio, lejos de miradas indiscretas, sintiendo como el suelo crujía bajo mis pies. Tal vez fuese el antídoto lo que había tratado de hacer desaparecer, o la fórmula química de la cepa del virus que estaban extendiendo. Esperaba de corazón que la hechicera tuviese suerte con sus invocación, pensé mientras avanzaba con cuidado, atenta a cualquier posible derrumbamiento.
Limpiándome los restos de sangre de las comisuras de los labios con un pañuelo de satén blanco, me puse en pie de nuevo, avanzando con tranquilidad hasta la entrada del callejón donde se había detenido la hechicera; sintiendo como el esclavo que había sobrevivido me seguía a escasos metros.
-No teníamos noticias de lo que me estás contando. ¿Estás segura de ello?- pregunté sorprendida, deseando que se equivocase con respecto al virus, puesto que si estuviese en lo cierto, ninguno estaríamos a salvo. Quería ir corriendo a contarle a Aqueron lo que había descubierto, pero no tenía nada más que ofrecerle. ¿Dónde estaba ese vampiro? ¿Por qué lo hacia? ¿Y qué relación tenía con el hechicero que parecía haber provocado el incendio? Demasiadas preguntas sin respuesta para terminar mi investigación.
Preocupada por la información que la joven había compartido conmigo, traté de explicarle la razón de que yo me encontrase allí.
- Mi familia y yo llevamos semanas buscando a un inmortal que ha tomado la costumbre de dejar demasiados cadáveres a su paso. Pero no es solo que es incapaz de borrar sus huellas, sino que además descuartiza a sus víctimas, las somete, a las mujeres las viola…es capaz de crear escenas que harían vomitar a cualquiera.
Avanzamos en silencio, sumida cada una en sus propios pensamientos. Si tenía razón, la situación era mucho más peligrosa de lo que habíamos planeado en un principio y deberíamos hacer algo al respecto. No sería la primera vez que mi familia ofrecía sus servicios a las autoridades para algún caso clave donde nuestras habilidades particulares eran de gran ayuda. El caos que rodeaba el edificio en llamas antes de que desapareciésemos tras el ghoul que ahora nos seguía, prácticamente había sido controlado. Pocos humanos se encontraban en la zona, y bomberos y autoridades policiales había desaparecido del lugar. Es lo que tiene un barrio de pobres, pensé; la atención es mínima. Negué con la cabeza, escudriñando con atención el edificio, tratando de percibir si había alguien con vida en su interior. Había algo extraño…que no era un humano, pero…fruncí el ceño, desconcertada por no saber que era lo que no terminaba de catalogar en el interior del edificio.
Asentí con la cabeza la propuesta de la hechicera, mientras continuaba sumida en mis propias elucubraciones, tratando de buscar una lógica a todo aquello.- Quédate aquí y trata de invocar algún espíritu que pueda ayudarnos o darnos información. Él se quedará contigo para cubrirte.- apunté mirando a ambos. Sabía que no infringiría una orden recién dada por mí, y que el ghoul cuidaría de que a la hechicera no le sucediera nada, por su bien.- Yo voy a entrar. Imagino que la estructura no estará muy estable ni el aire adecuado para vuestra respiración. Mi rapidez para huir no es la misma que la tuya, ni mi necesidad para respirar tampoco—bromeé con esto último.- No me gustaría ser la responsable de una muerte humana y un bicho raro.- guiñé un ojo, apostándome bajo el agujero que pensaba alcanzar sin problema de un solo salto.
- No tardaré, e intentaré dar con aquello que el hechicero quería hacer desaparecer con el incendio, aunque si éste está relacionado con el virus que está extendiendo el vampiro, imagino que lo que quiere hacer desaparecer también lo estará.- apunté finalmente antes de desaparecer con rapidez con un solo salto, introduciéndome en el interior del edificio, lejos de miradas indiscretas, sintiendo como el suelo crujía bajo mis pies. Tal vez fuese el antídoto lo que había tratado de hacer desaparecer, o la fórmula química de la cepa del virus que estaban extendiendo. Esperaba de corazón que la hechicera tuviese suerte con sus invocación, pensé mientras avanzaba con cuidado, atenta a cualquier posible derrumbamiento.
Leila Dracarys- Vampiro Clase Alta
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Re: Le chaînon manquant [Privado]
No le sorprende que la primera respuesta de la vampiresa sea poner en duda sus palabras, muchos están haciendo lo mismo y por eso, es que la enfermedad sigue avanzando - te contaré un secreto, mi organización fue atacada por uno de los esbirros de este vampiro, por eso me enviaron. Ya vi la enfermedad con mis propios ojos y para darle más realce a ésto, mi organización hizo un pacto con la Inquisición, ¿Te suena lógico que el Santo Oficio esté preocupado? No estoy a favor de la cacería de los sobrenaturales por ser herejes. Sin embargo, si me ordenan matar a uno, lo haré. Y no está en este momento en mi lista tu nombre - mientras más franca, mejor - debo encontrar la fuente de ésto o todos pagaremos las consecuencias - si le está confiando ésto, es para que ella pueda abrir mejor los ojos y se cuide.
Y recibe lo mismo: franqueza. Se queda pensando en tanto sigue caminando - si me das informes sobre algo que puedas ver de mi misión, puedo hacer que mis informantes busquen lo que estás persiguiendo, así ambas nos beneficiamos - propone pensando que así deberían funcionar las cosas entre los sobrenaturales: ayudándose los unos a los otros y no complicándose las existencias como lo hace Septimus al ser parte de la Inquisición. Si el mundo entendiera que no todos los inhumanos son malvados, podrían unir fuerzas hacia los que sí lo son, como los dos vampiros que las mujeres buscan. A veces los caminos son entrecruzados y saber que ella puede apoyar, sería de mucha ayuda.
Al llegar al edificio, a la zona elegida, arquea una ceja mirando a la mujer en tanto le da sus razones del por qué permanecer ahí invocando a uno de los espíritus en tanto ella entra. - He pasado por demasiadas cosas como para morir en un edificio, acepto tu propuesta porque tienes razón. Dentro no puedo respirar, fíjate bien en las paredes, en los restos carbonizados, si fue un hechizo, puede haber rastros de magia o bien, de algún conjuro y eso significan círculos de runas - le recomienda como hechicera que es. Es lo que cualquiera haría, incluso ella ahora mismo va a crear un círculo para invocar. Extraña a Karsh, podría invocarlo de no ser porque teme que su charada caiga en casa de Septimus. Su careta está tan bien trabajada, que el inquisidor no sospecha que tiene hospedada a una hechicera asesina, con habilidades por encima de la media. Él la piensa una mujer común y corriente y para los deseos de Lucinde, así debe continuar.
- Ten cuidado con eso, no bebas de nadie, el virus se transmite por fluidos corporales: saliva, sangre, semen. Si bebes, estás perdida porque los vampiros todavía no se curan. Aléjate de cualquier herida que implique un intercambio de fluidos - recomienda con tono neutro, no piensa ordenar, sólo explicar lo que ella está buscando y le preocupa. Una vez que desaparece dentro, Lucinde toma una tiza del bolsillo haciendo el círculo, con cuidado de que sea perfecto. De vez en cuando mira hacia los lados para asegurarse que nadie la observa. Se concentra en las marcas, recita las palabras jalando con su voluntad a los resquicios de los espíritus que vagan por el lugar. El primero que aparece, es demasiado antiguo y no aporta mucha información. Lo despacha e invoca un segundo. Éste tiene la piel quemada, es perfecto. Justo cuando va a empezar a preguntar, escucha ruidos. Voltea hacia el edificio viendo llegar a la mujer.
- Eres muy oportuna, espero que él pueda darme respuestas - le aprecia con rapidez la figura, por si necesita ayuda.
Y recibe lo mismo: franqueza. Se queda pensando en tanto sigue caminando - si me das informes sobre algo que puedas ver de mi misión, puedo hacer que mis informantes busquen lo que estás persiguiendo, así ambas nos beneficiamos - propone pensando que así deberían funcionar las cosas entre los sobrenaturales: ayudándose los unos a los otros y no complicándose las existencias como lo hace Septimus al ser parte de la Inquisición. Si el mundo entendiera que no todos los inhumanos son malvados, podrían unir fuerzas hacia los que sí lo son, como los dos vampiros que las mujeres buscan. A veces los caminos son entrecruzados y saber que ella puede apoyar, sería de mucha ayuda.
Al llegar al edificio, a la zona elegida, arquea una ceja mirando a la mujer en tanto le da sus razones del por qué permanecer ahí invocando a uno de los espíritus en tanto ella entra. - He pasado por demasiadas cosas como para morir en un edificio, acepto tu propuesta porque tienes razón. Dentro no puedo respirar, fíjate bien en las paredes, en los restos carbonizados, si fue un hechizo, puede haber rastros de magia o bien, de algún conjuro y eso significan círculos de runas - le recomienda como hechicera que es. Es lo que cualquiera haría, incluso ella ahora mismo va a crear un círculo para invocar. Extraña a Karsh, podría invocarlo de no ser porque teme que su charada caiga en casa de Septimus. Su careta está tan bien trabajada, que el inquisidor no sospecha que tiene hospedada a una hechicera asesina, con habilidades por encima de la media. Él la piensa una mujer común y corriente y para los deseos de Lucinde, así debe continuar.
- Ten cuidado con eso, no bebas de nadie, el virus se transmite por fluidos corporales: saliva, sangre, semen. Si bebes, estás perdida porque los vampiros todavía no se curan. Aléjate de cualquier herida que implique un intercambio de fluidos - recomienda con tono neutro, no piensa ordenar, sólo explicar lo que ella está buscando y le preocupa. Una vez que desaparece dentro, Lucinde toma una tiza del bolsillo haciendo el círculo, con cuidado de que sea perfecto. De vez en cuando mira hacia los lados para asegurarse que nadie la observa. Se concentra en las marcas, recita las palabras jalando con su voluntad a los resquicios de los espíritus que vagan por el lugar. El primero que aparece, es demasiado antiguo y no aporta mucha información. Lo despacha e invoca un segundo. Éste tiene la piel quemada, es perfecto. Justo cuando va a empezar a preguntar, escucha ruidos. Voltea hacia el edificio viendo llegar a la mujer.
- Eres muy oportuna, espero que él pueda darme respuestas - le aprecia con rapidez la figura, por si necesita ayuda.
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
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Re: Le chaînon manquant [Privado]
A pesar de que hayan pasado considerables minutos desde que los bomberos consiguieron apagar el incendio del edificio donde me estoy metiendo corriendo un riesgo que creo necesario para resolver el enigma del hechicero desaparecido y el nuevo virus que parece extenderse por París , el humo abunda por doquier, imposibilitando para cualquiera que porte una visión normal el avanzar si quiera unos metros. Dejar a la hechicera y al gholum en el exterior había sido la mejor opción, puesto que en caso opuesto tendría que haber estado guiándolos para poder avanzar, y de todas formas no habrían podido respirar allí dentro.
Era consciente de que tenía que ser rápida, el tiempo valía oro en un lugar que se derrumbaría de un momento a otro según me hacían saber los crujidos de las paredes y el suelo. Al parecer, el hechicero se había salido con la suya, y conseguiría borrar cualquier rastro importante cuando el edificio estuviese totalmente derrumbado. Pero para ello todavía quedaban unos minutos, y siempre habían dicho que era bastante rápida en conseguir mi objetivo. Sonreí con malicia al darme cuenta de que no se referían exactamente a lo mismo que estaba buscando ahora, pero lo mismo daba. Era eficiente en mis objetivos y punto. Subí con rapidez varias plantas, buscando cualquier rastro de haber estado utilizando algún tipo de magia o hechizo, pero nada. Pero el olor a cuerpos quemados y sin vida fue todo lo que consiguieron captar mis sentidos.
Un gran estruendo en la siguiente planta, que además era la última, me hizo replantearme si continuar con mis pesquisas o salir rápidamente de allí antes de que todo cayese a plomo y quedase retenida bajo los escombros, más un pequeño reflejo de un resquicio de magia llegó hasta mí, y sin dudarlo ni un momento me encaminé escalones arriba. La planta contaba con varias viviendas donde no parecía haber nada, algunos muebles quemados y cristales rotos. Observé esos cristales con atención, puesto que quizás eran los que me habían jugado una mala pasada, pero entonces, mientras continuaba caminando por la última planta, llamó mi atención una puerta totalmente cerrada, cuando en el resto de las viviendas todas estaban abiertas ya que sus residentes habían intentado salvar sus vidas saliendo a toda prisa.
Encogiéndome de hombros, puesto que poco tenía que perder, me encaminé hacia el lugar, abriendo con cautela la puerta de una sonora patada. Al igual que el resto todo había sido comido por las llamas, sin embargo, encontré aquello que estaba buscando. Magia. La esencia de haber practicado recientemente magia en aquel lugar era palpable incluso para alguien como yo, y solo tuve que fijarme en la mayor concentración. Una pequeña pizarra llena de garabatos estaba rota en el suelo, junto con una probeta con un líquido morado que decidí no tocar. Apenas quedaban unas gotas en su interior, y no sabía si sería importante o no, pero el siguiente estruendo del suelo fue el pistoletazo de salida para que saliese de allí cuanto antes. Así que enrollando todos los trozos que había rotos de la pizarra dentro de un manta, así como probetas y todo aquello que pensé útil, salté desde la última planta del edificio, esperando que no hubiese nadie fuera que me viese caer de pie cual gato que salta desde un balcón.
-Te traigo unas cuantas piezas para que te entretengas haciendo un puzzle.- bromeé acercándome a la hechicera, que parecía concentrada en un callejón. Observe lo que había pintado en el suelo.- Vaya, había un dibujo muy parecido en el suelo del edific…comencé a decir justo cuando el mismo quedó reducido a escombros.- Nada, no he dicho nada.- dejé la bolsa en el suelo junto a la pared, donde me apoye para recuperar un poco el aliento.- ¿Y este quien es?- pregunté por aquella extraña ilusión que parecía verse en el centro del círculo.
Era consciente de que tenía que ser rápida, el tiempo valía oro en un lugar que se derrumbaría de un momento a otro según me hacían saber los crujidos de las paredes y el suelo. Al parecer, el hechicero se había salido con la suya, y conseguiría borrar cualquier rastro importante cuando el edificio estuviese totalmente derrumbado. Pero para ello todavía quedaban unos minutos, y siempre habían dicho que era bastante rápida en conseguir mi objetivo. Sonreí con malicia al darme cuenta de que no se referían exactamente a lo mismo que estaba buscando ahora, pero lo mismo daba. Era eficiente en mis objetivos y punto. Subí con rapidez varias plantas, buscando cualquier rastro de haber estado utilizando algún tipo de magia o hechizo, pero nada. Pero el olor a cuerpos quemados y sin vida fue todo lo que consiguieron captar mis sentidos.
Un gran estruendo en la siguiente planta, que además era la última, me hizo replantearme si continuar con mis pesquisas o salir rápidamente de allí antes de que todo cayese a plomo y quedase retenida bajo los escombros, más un pequeño reflejo de un resquicio de magia llegó hasta mí, y sin dudarlo ni un momento me encaminé escalones arriba. La planta contaba con varias viviendas donde no parecía haber nada, algunos muebles quemados y cristales rotos. Observé esos cristales con atención, puesto que quizás eran los que me habían jugado una mala pasada, pero entonces, mientras continuaba caminando por la última planta, llamó mi atención una puerta totalmente cerrada, cuando en el resto de las viviendas todas estaban abiertas ya que sus residentes habían intentado salvar sus vidas saliendo a toda prisa.
Encogiéndome de hombros, puesto que poco tenía que perder, me encaminé hacia el lugar, abriendo con cautela la puerta de una sonora patada. Al igual que el resto todo había sido comido por las llamas, sin embargo, encontré aquello que estaba buscando. Magia. La esencia de haber practicado recientemente magia en aquel lugar era palpable incluso para alguien como yo, y solo tuve que fijarme en la mayor concentración. Una pequeña pizarra llena de garabatos estaba rota en el suelo, junto con una probeta con un líquido morado que decidí no tocar. Apenas quedaban unas gotas en su interior, y no sabía si sería importante o no, pero el siguiente estruendo del suelo fue el pistoletazo de salida para que saliese de allí cuanto antes. Así que enrollando todos los trozos que había rotos de la pizarra dentro de un manta, así como probetas y todo aquello que pensé útil, salté desde la última planta del edificio, esperando que no hubiese nadie fuera que me viese caer de pie cual gato que salta desde un balcón.
-Te traigo unas cuantas piezas para que te entretengas haciendo un puzzle.- bromeé acercándome a la hechicera, que parecía concentrada en un callejón. Observe lo que había pintado en el suelo.- Vaya, había un dibujo muy parecido en el suelo del edific…comencé a decir justo cuando el mismo quedó reducido a escombros.- Nada, no he dicho nada.- dejé la bolsa en el suelo junto a la pared, donde me apoye para recuperar un poco el aliento.- ¿Y este quien es?- pregunté por aquella extraña ilusión que parecía verse en el centro del círculo.
Leila Dracarys- Vampiro Clase Alta
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Re: Le chaînon manquant [Privado]
La vampiresa hacía gala de los años que tiene a cuestas, se nota por la agilidad con que vuelve con algo entre las manos. La hechicera le escucha atenta, asintiendo con la cabeza - ahora jugamos al puzzle - las siguientes palabras se pierden con el estruendo del edificio cayendo. Por inercia, la mujer se lleva la mano a uno de sus bolsillos sacando un pañuelo para cubrirse nariz y boca. La nube de cenizas, polvo y demás gases, es tremenda, removiendo sus cabellos rubios tiñéndolos de gris. El resto de la noche, será de precipitación de todos los elementos que se combinaron, quizá hasta llueva. Alza la mirada al cielo, las nubes se conglomeran. Tendrán que ser más rápidas antes de que el agua caiga, sacude la cabeza haciendo que los restos del polvo caigan - es uno de los que estuvieron dentro, veamos si puede ayudarnos - la carne quemada del hombre es visible ante sus ojos como si fuera tangible.
Lucinde tose un poco antes de ordenar - ¿Viste quién provocó el incendio? - el fantasma tiembla por la fuerza con que la comanda entra en su ser, impidiendo que se niegue a responder - no, sólo estuve en la planta alta cuando el fuego empezó. No pude sacar a mis - un sonido más extraño del que cualquiera escuchara vibró en su alma - hijos o a mi esposa, que estaban enfermos - otra vez ese sonido. El ghoul se atemoriza, Lucinde observa a su alrededor moviendo sólo los ojos dilucidando y comprendiendo - ¿De qué estaban enfermos? - el espíritu se estremece con dolor, agitándose, como si alguien procurara hacerle daño cada que habla del tema - no puedo, él me niega seguir aquí, los otros, los guardianes, los - la hechicera asiente.
Dibuja rápido algo más en el círculo, se muerde un dedo hasta sacar sangre dejando caer las gotas - por mi voluntad, ato tu alma a mi determinación. Eres mío durante el tiempo que te retenga y después, irás atravesarás el Velo. Nadie se impone sobre tu alma, eres mío - el fantasma se contorsiona, grita, se rasguña dejando la piel al rojo vivo antes de que se desdibuje con rapidez sobrenatural, como si parpadeara y volviera a su figura translúcida más serena - habla - los espasmos son violentos, pero logra su cometido - gripa, tos, desmayos, sangre por ojos y boca, convulsiones, uno de mis hijos murió - se remueve de nuevo, intentando escapar, el sonido lúgubre emana de nuevo por su pecho. Lucinde comprende - ¿Quién fue el primero en enfermar? ¿Hubo algo raro cuando lo hizo? - el fantasma se queja en voz alta, inaudible para aquéllos humanos, sólo perceptible para oídos sobrenaturales.
El ghoul sigue temblando como hoja, grita cuando ve que el fantasma empieza a descomponerse - él me llama, él me llama, ¡Él me llama! - Lucinde frunce los labios - dame su nombre - presiona en tanto deja caer más sangre al círculo - te ato a mi voluntad, responde mis preguntas y podrás partir - el fantasma se queja de nuevo, las manos desaparecen del esfuerzo por mantener la orden de Lucinde, el sonido es más agresivo y gutural, - mi hija menor, cuando comió la manzana que le dio el vecino del piso de arriba. Ella... duele, duele ¡Duele! - la hechicera blasfema al notar que todo el cuerpo va desapareciendo a velocidad alarmante - ¡Dame su nombre y los vengaré! - el viento se concentra en el pecho del fantasma tomando fuerza. Agita las capas, los ropajes de quienes están cerca del círculo de invocación.
El fantasma lanza un alarido gutural antes de desaparecer y justo cuando lo está haciendo, logra exclamar - Vincenzo Di Malaga - la explosión barre el círculo de poder, creando una pequeña hecatombe con un nexo violento. La mujer alza las manos para invocar un hechizo que lo contraponga, el ghoul se siente atraído al centro de ese pequeño remolino de energía sobrenatural, por más que afianza los pies, es arrastrado como si quisiera tragarlo. Lucinde siente lo mismo como la vampiresa, tienen que poner fuerza para no ser devoradas. Por fin, la hechicera termina de lanzar el contrahechizo y el nexo desaparece de golpe, con casi el pie del ghoul dentro. En cuanto todo termina, la assassin resopla con violencia, cayendo sobre su culo en el piso con el rostro lleno de sudor y el cuerpo tembloroso. - nigromante, de los que hay que tener cuidado, capaz de invocar en cada uno de la víctimas un hechizo para que no hablen. ¡Qué poder tiene el bastardo! - pasea su pañuelo por su frente manchándose de barro por la combinación de las gotas de sudor y el polvo. - ¿Qué encontraste? - pregunta a la vampiresa antes de sonreír - decidí ayudar en tu empresa de la vampiresa, espero que sea menos difícil que todo ésto - se mofa divertida.
Lucinde tose un poco antes de ordenar - ¿Viste quién provocó el incendio? - el fantasma tiembla por la fuerza con que la comanda entra en su ser, impidiendo que se niegue a responder - no, sólo estuve en la planta alta cuando el fuego empezó. No pude sacar a mis - un sonido más extraño del que cualquiera escuchara vibró en su alma - hijos o a mi esposa, que estaban enfermos - otra vez ese sonido. El ghoul se atemoriza, Lucinde observa a su alrededor moviendo sólo los ojos dilucidando y comprendiendo - ¿De qué estaban enfermos? - el espíritu se estremece con dolor, agitándose, como si alguien procurara hacerle daño cada que habla del tema - no puedo, él me niega seguir aquí, los otros, los guardianes, los - la hechicera asiente.
Dibuja rápido algo más en el círculo, se muerde un dedo hasta sacar sangre dejando caer las gotas - por mi voluntad, ato tu alma a mi determinación. Eres mío durante el tiempo que te retenga y después, irás atravesarás el Velo. Nadie se impone sobre tu alma, eres mío - el fantasma se contorsiona, grita, se rasguña dejando la piel al rojo vivo antes de que se desdibuje con rapidez sobrenatural, como si parpadeara y volviera a su figura translúcida más serena - habla - los espasmos son violentos, pero logra su cometido - gripa, tos, desmayos, sangre por ojos y boca, convulsiones, uno de mis hijos murió - se remueve de nuevo, intentando escapar, el sonido lúgubre emana de nuevo por su pecho. Lucinde comprende - ¿Quién fue el primero en enfermar? ¿Hubo algo raro cuando lo hizo? - el fantasma se queja en voz alta, inaudible para aquéllos humanos, sólo perceptible para oídos sobrenaturales.
El ghoul sigue temblando como hoja, grita cuando ve que el fantasma empieza a descomponerse - él me llama, él me llama, ¡Él me llama! - Lucinde frunce los labios - dame su nombre - presiona en tanto deja caer más sangre al círculo - te ato a mi voluntad, responde mis preguntas y podrás partir - el fantasma se queja de nuevo, las manos desaparecen del esfuerzo por mantener la orden de Lucinde, el sonido es más agresivo y gutural, - mi hija menor, cuando comió la manzana que le dio el vecino del piso de arriba. Ella... duele, duele ¡Duele! - la hechicera blasfema al notar que todo el cuerpo va desapareciendo a velocidad alarmante - ¡Dame su nombre y los vengaré! - el viento se concentra en el pecho del fantasma tomando fuerza. Agita las capas, los ropajes de quienes están cerca del círculo de invocación.
El fantasma lanza un alarido gutural antes de desaparecer y justo cuando lo está haciendo, logra exclamar - Vincenzo Di Malaga - la explosión barre el círculo de poder, creando una pequeña hecatombe con un nexo violento. La mujer alza las manos para invocar un hechizo que lo contraponga, el ghoul se siente atraído al centro de ese pequeño remolino de energía sobrenatural, por más que afianza los pies, es arrastrado como si quisiera tragarlo. Lucinde siente lo mismo como la vampiresa, tienen que poner fuerza para no ser devoradas. Por fin, la hechicera termina de lanzar el contrahechizo y el nexo desaparece de golpe, con casi el pie del ghoul dentro. En cuanto todo termina, la assassin resopla con violencia, cayendo sobre su culo en el piso con el rostro lleno de sudor y el cuerpo tembloroso. - nigromante, de los que hay que tener cuidado, capaz de invocar en cada uno de la víctimas un hechizo para que no hablen. ¡Qué poder tiene el bastardo! - pasea su pañuelo por su frente manchándose de barro por la combinación de las gotas de sudor y el polvo. - ¿Qué encontraste? - pregunta a la vampiresa antes de sonreír - decidí ayudar en tu empresa de la vampiresa, espero que sea menos difícil que todo ésto - se mofa divertida.
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
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Re: Le chaînon manquant [Privado]
Las cenizas flotaban movidas por pequeñas corrientes de aire en el taciturno y desconcertante ambiente que se había formado después del descomunal incendio que sin duda alguna había sido provocado por el hechicero desconocido, encontrándose éstas esparcidas por todo el lugar debido a la explosión producida por el desplome del edificio. La onda expansiva había sido considerable, lanzando con rabia ladrillos y maderas por doquier, resultando desconcertante que ningún tipo de escombro nos hubiese golpeado tras el derrumbe. Las cenizas caían plácidamente como pequeños copos de nieve en una fría noche invernal, cubriéndolo todo de un tono gris plateado. Sacudí varias veces mi cabeza mientras la hechicera comenzaba a preguntarle inquisitivamente al espíritu, tratando de liberar mi sedoso cabello de esas molestas y diminutas motas grises con olor a barbacoa, claudicando finalmente tras varios intentos puesto que seguían cayendo sobre mí sin compasión. Bufé molesta por manchar mis ropajes y cabellos de esa forma, tratando de concentrarme en las respuestas que ofrecía aquel pobre desgraciado que había terminado siendo pasto de las llamas, desviando así mi atención sobre mi enfado.
Un molesto y continuo sonido parecía envolver toda la escena; podría percibir el nerviosismo del espíritu y el miedo del ghoul, que buscaba continuamente la mirada en busca del origen de aquel molesto ruido mientras los latidos de su corazón iban en aumento, en la misma proporción que la tentación de dale un pequeño mordisquito en la yugular. Suspiré con resignación apoyándome ligeramente en el muro que teníamos tras las espaldas, observando con una paciencia que no poseía a ese pobre inútil que contestaba a la hechicera, obligado por algún tipo de magia a satisfacer sus deseos. Más la situación comenzó a tornarse de lo más extraña.
-No deberías…- susurré cuando la humana mordió su dedo para conseguir un poco de su sangre. Mis ojos refulgieron rojos durante un instante y el paladar se me resecó. A pesar de controlar mi sed, en momentos como ese me era muy difícil no ceder a mis instintos; y debía admitir que no lo estaban poniendo demasiado fácil. Sentía la tensión de la hechicera, en su desacompasado corazón, que parecía pronosticar que no gozaba de demasiado tiempo con el ente, puesto que éste parecía estar siendo engullido por una especie de fuerza sobrenatural oculta, que imaginé que sería la responsable del ruido ensordecedor que provocaba que el ghoul no dejase de temblar, y al mismo tiempo aterraba al ente. Negué con la cabeza, incorporándome cuando éste último comenzó a desaparecer. ¿Pero qué diablos estaba sucediendo allí? No tenía dudas de que aquel hechizo debía de estar provocado por el brujo al que buscábamos y que era el responsable de más de una fechoría. Detestaba a los hechiceros, no podías fiarte de ninguno; solo había que ver todo lo que estaba sucediendo a espaldas de los ignorantes mortales que no conseguían ver más allá de lo que tenía delante.
Todo lo que sucedió a continuación fue tan repentino que todavía me preguntaba como habíamos conseguido salir con vida de aquello. Un nombre desconocido fue pronunciado en voz alta por el ente antes de ser engullido por una especie de remolino del más allá, cuyo destino no compartió con nosotros por décimas de segundo. La bruja consiguió lanzar un contrahechizo a tiempo, consiguiendo que simplemente la onda expansiva nos hiciera caer de culo sobre la calle empedrada. - ¿Qué infierno es ese?-pregunté colocándome el cabello hacia atrás, después de que hubiese terminado todo frente a mis ojos.- ¿Vincenzo? ¿Reconoces a ese hombre?- pregunté levantándome del suelo y sacudiendo mi ropa, que parecía haber sido sacada de un basurero. No había escuchado ese nombre en mi vida, así que la información que habíamos obtenido del ente de poco me servía para atar cabos o continuar con mis pesquisas.
- Dudo que haya algo más extraño y difícil de lo que acabamos de ver.- cogí las piezas que había encontrado de aquella pizarra, para acercarlas a la hechicera colocándome en su lugar. El ghoul continuaba temblando, y deduje que para que resultase de utilidad deberían pasar unas cuantas horas hasta que se le pasase el estado de shock.- ¿Por donde empezamos?
Un molesto y continuo sonido parecía envolver toda la escena; podría percibir el nerviosismo del espíritu y el miedo del ghoul, que buscaba continuamente la mirada en busca del origen de aquel molesto ruido mientras los latidos de su corazón iban en aumento, en la misma proporción que la tentación de dale un pequeño mordisquito en la yugular. Suspiré con resignación apoyándome ligeramente en el muro que teníamos tras las espaldas, observando con una paciencia que no poseía a ese pobre inútil que contestaba a la hechicera, obligado por algún tipo de magia a satisfacer sus deseos. Más la situación comenzó a tornarse de lo más extraña.
-No deberías…- susurré cuando la humana mordió su dedo para conseguir un poco de su sangre. Mis ojos refulgieron rojos durante un instante y el paladar se me resecó. A pesar de controlar mi sed, en momentos como ese me era muy difícil no ceder a mis instintos; y debía admitir que no lo estaban poniendo demasiado fácil. Sentía la tensión de la hechicera, en su desacompasado corazón, que parecía pronosticar que no gozaba de demasiado tiempo con el ente, puesto que éste parecía estar siendo engullido por una especie de fuerza sobrenatural oculta, que imaginé que sería la responsable del ruido ensordecedor que provocaba que el ghoul no dejase de temblar, y al mismo tiempo aterraba al ente. Negué con la cabeza, incorporándome cuando éste último comenzó a desaparecer. ¿Pero qué diablos estaba sucediendo allí? No tenía dudas de que aquel hechizo debía de estar provocado por el brujo al que buscábamos y que era el responsable de más de una fechoría. Detestaba a los hechiceros, no podías fiarte de ninguno; solo había que ver todo lo que estaba sucediendo a espaldas de los ignorantes mortales que no conseguían ver más allá de lo que tenía delante.
Todo lo que sucedió a continuación fue tan repentino que todavía me preguntaba como habíamos conseguido salir con vida de aquello. Un nombre desconocido fue pronunciado en voz alta por el ente antes de ser engullido por una especie de remolino del más allá, cuyo destino no compartió con nosotros por décimas de segundo. La bruja consiguió lanzar un contrahechizo a tiempo, consiguiendo que simplemente la onda expansiva nos hiciera caer de culo sobre la calle empedrada. - ¿Qué infierno es ese?-pregunté colocándome el cabello hacia atrás, después de que hubiese terminado todo frente a mis ojos.- ¿Vincenzo? ¿Reconoces a ese hombre?- pregunté levantándome del suelo y sacudiendo mi ropa, que parecía haber sido sacada de un basurero. No había escuchado ese nombre en mi vida, así que la información que habíamos obtenido del ente de poco me servía para atar cabos o continuar con mis pesquisas.
- Dudo que haya algo más extraño y difícil de lo que acabamos de ver.- cogí las piezas que había encontrado de aquella pizarra, para acercarlas a la hechicera colocándome en su lugar. El ghoul continuaba temblando, y deduje que para que resultase de utilidad deberían pasar unas cuantas horas hasta que se le pasase el estado de shock.- ¿Por donde empezamos?
Leila Dracarys- Vampiro Clase Alta
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Re: Le chaînon manquant [Privado]
La garganta está invadida del polvo que se desprendió al derrumbarse el edificio. Mezclado con las cenizas que siguen cayendo del cielo como si fueran una nevada, la nariz le pica con fuerza. Ni siquiera el pañuelo detiene esa alergia. En tanto recupera la vertical cuando el nexo violento es sólo un recuerdo, su respiración agitada denota cuánta energía gastó en ésto. En ocasiones, necesita ver la dimensión de sus actos para que el resultado no sea éste. De estar con algún enemigo, sería su muerte. De reojo observa al ghoul que está catatónico porque en su humana mente, estos acontecimientos son de una dimensión diferente a lo que vivió con el vampiro que le esclavizó. Curioso es el hecho de que Leyla parece tan tranquila como si todo ésto fuera algo que viviese con regularidad.
Atrae su atención con los objetos que trajo consigo. Los toma observando con curiosidad y atención cada rasgo, cada parte de los trazos que en éstos se encuentran. Si estaba pálida por el esfuerzo sobrehumano, ahora parece blanco papel. Ésto es obra de un hechicero de tal poder, que ella se siente incapaz de contrarrestar tanta magia. Resopla con evidente fastidio - voy a necesitar ayuda con ésto. ¿Cómo era el lugar donde lo encontraste? - inquiere con tono nervioso. Las manos le tiemblan un poco, dentro de su experiencia en la Liga, jamás encontró a un ser con tales habilidades. Busca con la mirada hasta encontrar una tela sucia y llena de polvo y cenizas. Se agacha para sujetar el textil y hacer de él un pequeño bolso donde mete los objetos - tendré que analizarlos después con más calma y detalle - le explica mirando a su alrededor.
Si es capaz de tanta nigromancia, se pregunta qué más puede hacer. Le preocupa que haya algo de ese virus en el aire porque el ghoul y ella pueden quedar infectados. - Debería llamar a alguien para que me ayude en esta encomienda. Si tienen un hechicero tan poderoso, mis habilidades serán inútiles como ya viste cuando intenté que el fantasma me dijera todo. Al menos tengo un nombre, eso puede ayudar. Pondré a mis contactos a buscarlo. De momento, estoy en un callejón sin salida hasta nuevo aviso. Ahora dime, ¿En qué puedo ayudarte? Avancemos al menos en tu encomienda, Leila - propone porque tal cual, su misión será descubrir qué son todos estos símbolos y para qué se utilizaron. Un misterio quedó resuelto: el hechicero incendió el edificio para contener la infección. ¿Por qué? ¿Para qué? Esas preguntas seguro que las descubre cuando analice lo que la vampiresa obtuvo.
Atrae su atención con los objetos que trajo consigo. Los toma observando con curiosidad y atención cada rasgo, cada parte de los trazos que en éstos se encuentran. Si estaba pálida por el esfuerzo sobrehumano, ahora parece blanco papel. Ésto es obra de un hechicero de tal poder, que ella se siente incapaz de contrarrestar tanta magia. Resopla con evidente fastidio - voy a necesitar ayuda con ésto. ¿Cómo era el lugar donde lo encontraste? - inquiere con tono nervioso. Las manos le tiemblan un poco, dentro de su experiencia en la Liga, jamás encontró a un ser con tales habilidades. Busca con la mirada hasta encontrar una tela sucia y llena de polvo y cenizas. Se agacha para sujetar el textil y hacer de él un pequeño bolso donde mete los objetos - tendré que analizarlos después con más calma y detalle - le explica mirando a su alrededor.
Si es capaz de tanta nigromancia, se pregunta qué más puede hacer. Le preocupa que haya algo de ese virus en el aire porque el ghoul y ella pueden quedar infectados. - Debería llamar a alguien para que me ayude en esta encomienda. Si tienen un hechicero tan poderoso, mis habilidades serán inútiles como ya viste cuando intenté que el fantasma me dijera todo. Al menos tengo un nombre, eso puede ayudar. Pondré a mis contactos a buscarlo. De momento, estoy en un callejón sin salida hasta nuevo aviso. Ahora dime, ¿En qué puedo ayudarte? Avancemos al menos en tu encomienda, Leila - propone porque tal cual, su misión será descubrir qué son todos estos símbolos y para qué se utilizaron. Un misterio quedó resuelto: el hechicero incendió el edificio para contener la infección. ¿Por qué? ¿Para qué? Esas preguntas seguro que las descubre cuando analice lo que la vampiresa obtuvo.
Lucinde Virtanen- Hechicero Clase Alta
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