AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The indredible power of pure blood // Privado - Aúkoc
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The indredible power of pure blood // Privado - Aúkoc
Tras su encuentro con Kasia, las posibilidades de ayudar al lobo con su hija habían dado un giro inesperado, aunque no tanto después de la visión que había tenido en la que se le avisaba de que algo ocurriría en la fiesta y por la que había logrado demorar la marcha suicida de Aúkoc a las tierras del tirano a exigirle salvar la vida de su pequeña. Mas no se había atrevido a decir nada frente al resto, como tampoco la supuesta cambiante había querido que se supiera cuál era su verdadera naturaleza. Así que se la llevó a un lado y juntas charlaron un rato. La norna no se cortó en decirle quien era a lo que la otra mujer la miró sorprendida. Ambas eran seres únicos a su manera y con un poder inmensurable, contenido en un recipiente aparentemente humano. Sólveig tocó la frente de la yegua y conectaron. Un ser mágico como lo era Kasia venía a ser casi como un portal de energía. Así pues, una vez la norna le contó lo ocurrido con Saga, el unicornio accedió a compartir su poder para salvarle la vida. El ser mitológico era altruista y jamás se perdonaría no ayudar a una inocente niña castigada por la maldad humana, por una bruja chiflada y un rey tirano.
Mas la cosa no era tan simple como darle de beber la sangre directamente de una herida de la yegua, porque era algo tan fuerte que no se sabía lo que ocurriría. Había que tratar el fluido, que licuarlo y mezclarlo con algunas cosas que proporcionó la völva. Les dijeron que tampoco se despertaría de inmediato, que tomaría su tiempo y tal vez tardara incluso algunos días en abrir los ojos la niña. Pero así era casi mejor, pues llevaba mucho tiempo sumida en aquel sueño y lo más sano para su mente era que saliera lentamente como si despertara de una larga pesadilla, en vez de hacerlo de golpe. El tratamiento habitual para la chiquilla se había seguido llevando a cabo, masajeando sus extremidades, cambiándola de posición en la cama para que la sangre no se acumulara en un sólo punto y luego se le complicaran las cosas.
Sólveig se acercó al lobo que dormía junto a la niña, sujetando con devoción la mano de s hija. Le cubrió con una manta de piel y a la pequeña le retiró un mechón de cabello del rostro, justo cuando vio que sus párpados se movían aunque sin llegar a abrirse realmente. -Despierta, Aúkoc, despierta.- Posó la diestra en su hombro y le zarandeó un poco para que le hiciera caso. -La niña está reaccionando, no sé a qué, pero…- Aseguró, mientras el castaño la observaba a ella confuso y adormilado. -Sus párpados se mueven, mira.- Señaló al rostro de Saga para que viera lo que ocurría.
Mas la cosa no era tan simple como darle de beber la sangre directamente de una herida de la yegua, porque era algo tan fuerte que no se sabía lo que ocurriría. Había que tratar el fluido, que licuarlo y mezclarlo con algunas cosas que proporcionó la völva. Les dijeron que tampoco se despertaría de inmediato, que tomaría su tiempo y tal vez tardara incluso algunos días en abrir los ojos la niña. Pero así era casi mejor, pues llevaba mucho tiempo sumida en aquel sueño y lo más sano para su mente era que saliera lentamente como si despertara de una larga pesadilla, en vez de hacerlo de golpe. El tratamiento habitual para la chiquilla se había seguido llevando a cabo, masajeando sus extremidades, cambiándola de posición en la cama para que la sangre no se acumulara en un sólo punto y luego se le complicaran las cosas.
Sólveig se acercó al lobo que dormía junto a la niña, sujetando con devoción la mano de s hija. Le cubrió con una manta de piel y a la pequeña le retiró un mechón de cabello del rostro, justo cuando vio que sus párpados se movían aunque sin llegar a abrirse realmente. -Despierta, Aúkoc, despierta.- Posó la diestra en su hombro y le zarandeó un poco para que le hiciera caso. -La niña está reaccionando, no sé a qué, pero…- Aseguró, mientras el castaño la observaba a ella confuso y adormilado. -Sus párpados se mueven, mira.- Señaló al rostro de Saga para que viera lo que ocurría.
Sólveig- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 32
Fecha de inscripción : 24/01/2018
Re: The indredible power of pure blood // Privado - Aúkoc
La norna tras la fiesta de la cosecha aseguraba tener la solución para mi hija, no era tejer su destino, pero al parecer la yegua que había capturado Höor era quien obraría el milagro.
Las tres mujeres entraron en la casa esa noche, yo algo borracho incapaz de seguirles el ritmo acabé sucumbiendo al sopor sobre el lecho sujetando la diestra de mi hija.
No se el tiempo que estuve dormido, solo que abrí los ojos cuando la norna sacudió mis hombros forzándome a abrir mis ojos todavía turbios.
-¿que pasa? -pregunté adormilado.
Mis ojos volvieron a mi hija, parecía reaccionar, estaba mas sonrosada, mas caliente, mas viva, mi sonrisa se ensanchó ante lo evidente, remitía, fuere lo que fuere, lo que las tres habían hecho por ella funcionaba, se curaba.
-Solveig -susurré elevando la mirada para encontrarme con su cristalina mirada -se cura -afirme y medio pregunté poniéndome en pie impulsivamente para abrazarla.
Nuestros cuerpos quedaron anclados, mi espalda ligeramente arqueada pues ella era mas pequeña y mi rostro hundido entre esos mechones dorados hasta encontrar reposo mis labios en su inmaculado cuello.
-Gracias -aseguré entre susurros contra su piel.
Esto implicaba la despedida de ambos, lo sabia, su tiempo en Midgard terminaría y Giuliana abriría el portal de vuelta a las raíces del Fresno.
Mis dedos se enredaron en el pelo de su nuca cuando me separe de ella ligeramente, nuestros rostros quedaron enfrentados, mi aliento impactó en sus labios agitado por la emoción.
-Gracias -aseguré rozándolos.
Cerré los ojos dejando caer mi frente sobre la ajena, mis dedos se parearon por su mejilla sin soltar el pelo de su nuca.
-Te deseo -confesé sin miedo a que esto pudiera descolocarla, nos quedaba esa noche, porque no volver a enredarnos sobre las sabanas -no volveremos a vernos -susurré golpeando su boca de forma impulsiva con mis labios, lamiendo su lengua al adentrarse la propia entre sus belfos hambrienta.
Las tres mujeres entraron en la casa esa noche, yo algo borracho incapaz de seguirles el ritmo acabé sucumbiendo al sopor sobre el lecho sujetando la diestra de mi hija.
No se el tiempo que estuve dormido, solo que abrí los ojos cuando la norna sacudió mis hombros forzándome a abrir mis ojos todavía turbios.
-¿que pasa? -pregunté adormilado.
Mis ojos volvieron a mi hija, parecía reaccionar, estaba mas sonrosada, mas caliente, mas viva, mi sonrisa se ensanchó ante lo evidente, remitía, fuere lo que fuere, lo que las tres habían hecho por ella funcionaba, se curaba.
-Solveig -susurré elevando la mirada para encontrarme con su cristalina mirada -se cura -afirme y medio pregunté poniéndome en pie impulsivamente para abrazarla.
Nuestros cuerpos quedaron anclados, mi espalda ligeramente arqueada pues ella era mas pequeña y mi rostro hundido entre esos mechones dorados hasta encontrar reposo mis labios en su inmaculado cuello.
-Gracias -aseguré entre susurros contra su piel.
Esto implicaba la despedida de ambos, lo sabia, su tiempo en Midgard terminaría y Giuliana abriría el portal de vuelta a las raíces del Fresno.
Mis dedos se enredaron en el pelo de su nuca cuando me separe de ella ligeramente, nuestros rostros quedaron enfrentados, mi aliento impactó en sus labios agitado por la emoción.
-Gracias -aseguré rozándolos.
Cerré los ojos dejando caer mi frente sobre la ajena, mis dedos se parearon por su mejilla sin soltar el pelo de su nuca.
-Te deseo -confesé sin miedo a que esto pudiera descolocarla, nos quedaba esa noche, porque no volver a enredarnos sobre las sabanas -no volveremos a vernos -susurré golpeando su boca de forma impulsiva con mis labios, lamiendo su lengua al adentrarse la propia entre sus belfos hambrienta.
Aúkoc Lican- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 94
Fecha de inscripción : 28/11/2016
Re: The indredible power of pure blood // Privado - Aúkoc
Habían transcurrido cinco días desde que le dieran la sangre de Kasia diluida a la pequeña y, por fin, después de una espera que a todos se les hizo eterna, la cura estaba funcionando. Al ver la expresión del lobo, la norna sonrió, asintiendo, pues notaba la duda en sus palabras, como si no terminara de creérselo. ¿Y cómo no sentirse de ese modo? Llevaba meses la chiquilla sumida en un infinito sueño, sin moverse, sin parpadear, únicamente respirando para no abandonar, del todo, el mundo de los vivos.
En cuanto Aúkoc se levantó y la rodeó con sus brazos, Sólveig quedó estática como si acabaran de lanzarle un hechizo de congelación. Seguía sin acostumbrarse al modo que tenían los Midgardianos de relacionarse, de nadie en general, pues se había criado en completa reclusión con sus dos hermanas, sin muestra alguna de afecto ni contacto físico, salvo para los rituales que así lo requerían.
El vello de la nuca se le erizó con cada roce de aquel tacto caliente, más que el suyo por la condición ajena de licántropo. El beso en el cuello hizo que toda ella se estremeciera y en cuanto sus miradas se encontraron, las pupilas de la bruja titilaron. No sabía por qué, pero estaba nerviosa, ansiosa más bien, ella también notaba en su fuero interno algo retorcerse. Un pensamiento cruzó su mente “ahora querrán que vuelva”. Cuando la frente foránea se apegó a la suya, la norna alzó las manos y se abrazó al cuerpo ajeno con dedos trémulos y necesitados. Era su manera de anclarse a ese instante, a ese hombre, a ese recuerdo.
La gratitud del castaño le parecía excesiva, ella no había hecho nada, salvo tener una visión extraña. A quien debían agradecerle era a Kasia, ella había salvado a la niña. Pero no rechistó, porque no deseaba romper el momento. Aunque las últimas palabras del lobo antes de besarla, lograron que algo se le encogiera en el pecho, como aquella noche en que vio, por vez primera, a Aúkoc durmiendo con Saga, sumido en la pena. Eso era, lo que la embriagaba era tristeza.
Entreabrió los labios, dejando paso a la lengua ajena y en cuanto se fundieron en un profundo y apasionado beso, algo ocurrió. El abrazo de la hechicera se estrechó, apegándose más al cuerpo foráneo, deseando que no la mirase, porque podía sentir las cálidas lágrimas rodar, por segunda vez en su vida, por sus mejillas. Pero nada tenía que ver el dolor que sentía en aquel instante con el que sintió en su primer encuentro sexual con el licántropo.
En cuanto Aúkoc se levantó y la rodeó con sus brazos, Sólveig quedó estática como si acabaran de lanzarle un hechizo de congelación. Seguía sin acostumbrarse al modo que tenían los Midgardianos de relacionarse, de nadie en general, pues se había criado en completa reclusión con sus dos hermanas, sin muestra alguna de afecto ni contacto físico, salvo para los rituales que así lo requerían.
El vello de la nuca se le erizó con cada roce de aquel tacto caliente, más que el suyo por la condición ajena de licántropo. El beso en el cuello hizo que toda ella se estremeciera y en cuanto sus miradas se encontraron, las pupilas de la bruja titilaron. No sabía por qué, pero estaba nerviosa, ansiosa más bien, ella también notaba en su fuero interno algo retorcerse. Un pensamiento cruzó su mente “ahora querrán que vuelva”. Cuando la frente foránea se apegó a la suya, la norna alzó las manos y se abrazó al cuerpo ajeno con dedos trémulos y necesitados. Era su manera de anclarse a ese instante, a ese hombre, a ese recuerdo.
La gratitud del castaño le parecía excesiva, ella no había hecho nada, salvo tener una visión extraña. A quien debían agradecerle era a Kasia, ella había salvado a la niña. Pero no rechistó, porque no deseaba romper el momento. Aunque las últimas palabras del lobo antes de besarla, lograron que algo se le encogiera en el pecho, como aquella noche en que vio, por vez primera, a Aúkoc durmiendo con Saga, sumido en la pena. Eso era, lo que la embriagaba era tristeza.
Entreabrió los labios, dejando paso a la lengua ajena y en cuanto se fundieron en un profundo y apasionado beso, algo ocurrió. El abrazo de la hechicera se estrechó, apegándose más al cuerpo foráneo, deseando que no la mirase, porque podía sentir las cálidas lágrimas rodar, por segunda vez en su vida, por sus mejillas. Pero nada tenía que ver el dolor que sentía en aquel instante con el que sintió en su primer encuentro sexual con el licántropo.
Sólveig- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 32
Fecha de inscripción : 24/01/2018
Re: The indredible power of pure blood // Privado - Aúkoc
Nuestra ultima noche juntos, si bien era cierto aquello empezó como lo hacen muchas relaciones que no acaban bien, con un secuestro y muchos insultos de por medio hoy nuestra relación era mucho mas diferente. Nuestras lenguas se enredaban en un baile apasionado, nuestros alientos cálidos jugaban a esconderse y a encontrarse mientras nuestros labios no pronunciaban la palabra adiós porque estaba presenté.
Su cuerpo se anclo al mio como lo hace un barco que no tiene otro rumbo que puerto y cuando abrió sus ojos eran faros dispuestos a marcar mi camino.
Pedirle que se quedara en Midgard, a mi lado era absurdo, ella era una norna, amaba el fresno, sus raíces y su vida.
La alcé entre mis brazos, su sonrisa se dibujo por un instante mientras rodeando mi cuello con su brazo volvía a perderse en un mar de sensaciones.
La hice miá sobre el lecho, despacio, sin prisa como al que le sobra tiempo sin tenerlo, jadeamos amándonos, gemimos odiando la perdida y sucumbimos al clímax olvidando que el adiós se acerca.
Por unos momentos nos quedamos quietos, yo aun dentro de ella, con los ojos cerrados mientras sentía sus dedos tejer letras en mi espalda.
-No quiero que te marches -confesé justo antes de oír con mis afilados sentidos a Höor entrar a la casona junto a Ulf y Giuliana.
Nos miramos unos instantes, eso significaba que era el momento de cruzar el velo, ella volvería a su hogar y yo me quedaría aquí, en Midgard con mi hija.
-Supongo que así ha de ser -dije acariciando su nariz con la propia en un gesto muy lobuno.
Nos vestimos y aun con su olor impregnado a fuego en mi piel bajamos de la mano donde el resto nos esperaban para empezar la ceremonia.
-No te soltaré -susurré acariciando con mis labios la ternilla de su oído -yo la había traído y yo la devolvería a su lugar.
Giuliana nos miro a los dos y asentimos, era el momento de la verdad y esta no tardó en transportarnos a través del portal al puente del arco iris.
-¿Estas preparada? -susurré hundiendo mis pardos en sus preciosos ojos azules.
Su cuerpo se anclo al mio como lo hace un barco que no tiene otro rumbo que puerto y cuando abrió sus ojos eran faros dispuestos a marcar mi camino.
Pedirle que se quedara en Midgard, a mi lado era absurdo, ella era una norna, amaba el fresno, sus raíces y su vida.
La alcé entre mis brazos, su sonrisa se dibujo por un instante mientras rodeando mi cuello con su brazo volvía a perderse en un mar de sensaciones.
La hice miá sobre el lecho, despacio, sin prisa como al que le sobra tiempo sin tenerlo, jadeamos amándonos, gemimos odiando la perdida y sucumbimos al clímax olvidando que el adiós se acerca.
Por unos momentos nos quedamos quietos, yo aun dentro de ella, con los ojos cerrados mientras sentía sus dedos tejer letras en mi espalda.
-No quiero que te marches -confesé justo antes de oír con mis afilados sentidos a Höor entrar a la casona junto a Ulf y Giuliana.
Nos miramos unos instantes, eso significaba que era el momento de cruzar el velo, ella volvería a su hogar y yo me quedaría aquí, en Midgard con mi hija.
-Supongo que así ha de ser -dije acariciando su nariz con la propia en un gesto muy lobuno.
Nos vestimos y aun con su olor impregnado a fuego en mi piel bajamos de la mano donde el resto nos esperaban para empezar la ceremonia.
-No te soltaré -susurré acariciando con mis labios la ternilla de su oído -yo la había traído y yo la devolvería a su lugar.
Giuliana nos miro a los dos y asentimos, era el momento de la verdad y esta no tardó en transportarnos a través del portal al puente del arco iris.
-¿Estas preparada? -susurré hundiendo mis pardos en sus preciosos ojos azules.
Aúkoc Lican- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 94
Fecha de inscripción : 28/11/2016
Re: The indredible power of pure blood // Privado - Aúkoc
La noche fue perfecta y, al mismo tiempo, terrible. El lobo la acarició y colmó de besos, ella se dejó llevar por todas las sensaciones que aquel hombre avivaba en la hechicera y entre suaves mordiscos, miradas llenas de palabras que no se decían y algún que otro arañazo, Aúkoc le hizo el amor a Sólveig. Se tomaron su tiempo, todo el que les permitieron, tiempo que no fue mucho y que, aunque lo hubiera sido, habría sabido a poco de todos modos.
Quiso responder a aquella confesión ajena, pero notó que la mirada del castaño se desviaba y fue consciente de que Giuliana y Ulf estaban ya en la casa. Había llegado la hora de separar sus cuerpos desnudos y vestirse. La norma se quedó en silencio durante un par de minutos, observando al licántropo calzarse los pantalones y colocarse la camisa. Parecía querer memorizarle con un acuciante temor a poder olvidarle. Dejó caer los párpados, tomó aire despacio pero profundamente y se vistió también, logrando evitar derramar más lágrimas que de nada servirían.
La mano de la rubia aferró la foránea con fuerza. Sentía que en cuanto la soltara, todo se perdería. Estaba convencida que en cuanto llegara al fresno, harían algo por borrarle el recuerdo de aquellas semanas vividas en Midgard. Miró al lobo con los ojos anegados de tristeza. -No me sueltes...- Respondió ella en un susurro, uno que sonó a súplica y que implicaba mucho más que únicamente cruzar con ella. Le estaba pidiendo que la retuviera, aunque fuera egoísta, aunque no lo tuviera permitido, aunque el mismísimo Odín se lo prohibiera.
El portal se abrió y ambos lo cruzaron. Ésta vez el puente había sido directo, se ahorraban cruzarse con Heimdall, el otro extremo del trayecto daba, sin más, con las raíces del fresno. Sin embargo, en cuanto llegaron allí, demorando ambos todos y cada uno de los pasos que emprendieron, se encontraron con una barrera. -Seguramente la pondrían después de… bueno, mi secuestro.- Comentó, no muy convencida con la palabra, pero era la que mejor se ajustaba a los hechos ocurridos. Posó su mano sobre aquel escudo, convencida de que a ella se le abriría, sin embargo lo que recibió fue un buen chispazo que le hizo dar un salto hacia atrás. -¡Auch!- Se quejó, mirándose la palma, roja y algo pelada, como si la hubiese colocado sobre una paella ardiendo. Sólveig frunció el ceño tras cruzar miradas con Aúkoc y pronto apareció una de las viejas brujas al otro lado.
La mujer sonrió, o algo parecido, pues solamente tenía tres dientes. Su mirada estaba vacía, literalmente, pues no había ojos allí bajo la capucha, sino sólo unas cuencas negras con párpados medio abiertos que daban paso a dos abismos. -Ya no eres bien recibida aquí, desertora. Tus hermanas ya no te necesitan, ahora hay otra ocupando tu lugar y aquellas a las que conociste ni te recuerdan. Sin embargo, tu castigo será rememorar siempre lo que has perdido y sobre ti y todos aquellos que te rodean, penderá la desgracia por los siglos de los siglos.- La anciana alzó una mano, chasqueó los dedos y el portal entero se vino abajo, escupiendo a la norma y al lobo de regreso en el salón en el que seguían Ulf y Giuliana, los cuáles se quedaron sorprendidos al ver, no sólo la manera en la que regresaban, sino en que lo hicieran los dos y juntos.
Quiso responder a aquella confesión ajena, pero notó que la mirada del castaño se desviaba y fue consciente de que Giuliana y Ulf estaban ya en la casa. Había llegado la hora de separar sus cuerpos desnudos y vestirse. La norma se quedó en silencio durante un par de minutos, observando al licántropo calzarse los pantalones y colocarse la camisa. Parecía querer memorizarle con un acuciante temor a poder olvidarle. Dejó caer los párpados, tomó aire despacio pero profundamente y se vistió también, logrando evitar derramar más lágrimas que de nada servirían.
La mano de la rubia aferró la foránea con fuerza. Sentía que en cuanto la soltara, todo se perdería. Estaba convencida que en cuanto llegara al fresno, harían algo por borrarle el recuerdo de aquellas semanas vividas en Midgard. Miró al lobo con los ojos anegados de tristeza. -No me sueltes...- Respondió ella en un susurro, uno que sonó a súplica y que implicaba mucho más que únicamente cruzar con ella. Le estaba pidiendo que la retuviera, aunque fuera egoísta, aunque no lo tuviera permitido, aunque el mismísimo Odín se lo prohibiera.
El portal se abrió y ambos lo cruzaron. Ésta vez el puente había sido directo, se ahorraban cruzarse con Heimdall, el otro extremo del trayecto daba, sin más, con las raíces del fresno. Sin embargo, en cuanto llegaron allí, demorando ambos todos y cada uno de los pasos que emprendieron, se encontraron con una barrera. -Seguramente la pondrían después de… bueno, mi secuestro.- Comentó, no muy convencida con la palabra, pero era la que mejor se ajustaba a los hechos ocurridos. Posó su mano sobre aquel escudo, convencida de que a ella se le abriría, sin embargo lo que recibió fue un buen chispazo que le hizo dar un salto hacia atrás. -¡Auch!- Se quejó, mirándose la palma, roja y algo pelada, como si la hubiese colocado sobre una paella ardiendo. Sólveig frunció el ceño tras cruzar miradas con Aúkoc y pronto apareció una de las viejas brujas al otro lado.
La mujer sonrió, o algo parecido, pues solamente tenía tres dientes. Su mirada estaba vacía, literalmente, pues no había ojos allí bajo la capucha, sino sólo unas cuencas negras con párpados medio abiertos que daban paso a dos abismos. -Ya no eres bien recibida aquí, desertora. Tus hermanas ya no te necesitan, ahora hay otra ocupando tu lugar y aquellas a las que conociste ni te recuerdan. Sin embargo, tu castigo será rememorar siempre lo que has perdido y sobre ti y todos aquellos que te rodean, penderá la desgracia por los siglos de los siglos.- La anciana alzó una mano, chasqueó los dedos y el portal entero se vino abajo, escupiendo a la norma y al lobo de regreso en el salón en el que seguían Ulf y Giuliana, los cuáles se quedaron sorprendidos al ver, no sólo la manera en la que regresaban, sino en que lo hicieran los dos y juntos.
Sólveig- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 32
Fecha de inscripción : 24/01/2018
Re: The indredible power of pure blood // Privado - Aúkoc
Caímos nuevamente en Midgard, escupidos por la ancestral magia de la norna, sin tiempo a decir nada, a protestar o congratularnos, la evidencia es que Solveig había sido desterrada por mis actos.
Busque sus ojos ahora perdidos en la nada, creo que trataba de asumir lo que había pasado.
Me pusé en pie para ayudarla a incorporarse mientras la mirada del cambiante y de Höor buscaban respuestas.
-La han desterrado -alegué antes de con un gesto de cabeza pedir que nos dejaran solos, creo que Solveig necesitaba un respiro.
Höor y Ulf se despidieron de nosotros y se marcharon por la puerta, no sin decirnos antes que estaban para lo que los necesitáramos, la norna parecía ausente, no comprender el porque de los actos de las que hasta ahora habían sido sus hermanas.
-Lo siento -susurré girándola para que centrara en mi su mirada -nunca quise eso para ti pero necesitaba que mi hija volviera, estaba desesperado, espero me perdones y comprendas que como padre no me arrepiento de lo que hice, de no hacerlo hubiera condenado a mi hija a muerte.
Sabía lo que pensaba, que por no condenar a mi hija la había condenado a ella a una vida en Midgard, entre hombres.
-Te mantendré, me ocuparé de ti, no has de preocuparte por nada, creo que no ha sido tan malo este tiempo a mi lado ¿no? -pregunté con una picara sonrisa mientras trataba de que sonriera y se relajara.
La norna no parecía asumir, estaba triste, apagada, supongo que acaba de perder su inmortalidad, envejecería, era una humana mas y eso complicaba todo demasiado.
-Se que ahora no lo ves, pero créeme, ser humano no es tan malo.
Busque sus ojos ahora perdidos en la nada, creo que trataba de asumir lo que había pasado.
Me pusé en pie para ayudarla a incorporarse mientras la mirada del cambiante y de Höor buscaban respuestas.
-La han desterrado -alegué antes de con un gesto de cabeza pedir que nos dejaran solos, creo que Solveig necesitaba un respiro.
Höor y Ulf se despidieron de nosotros y se marcharon por la puerta, no sin decirnos antes que estaban para lo que los necesitáramos, la norna parecía ausente, no comprender el porque de los actos de las que hasta ahora habían sido sus hermanas.
-Lo siento -susurré girándola para que centrara en mi su mirada -nunca quise eso para ti pero necesitaba que mi hija volviera, estaba desesperado, espero me perdones y comprendas que como padre no me arrepiento de lo que hice, de no hacerlo hubiera condenado a mi hija a muerte.
Sabía lo que pensaba, que por no condenar a mi hija la había condenado a ella a una vida en Midgard, entre hombres.
-Te mantendré, me ocuparé de ti, no has de preocuparte por nada, creo que no ha sido tan malo este tiempo a mi lado ¿no? -pregunté con una picara sonrisa mientras trataba de que sonriera y se relajara.
La norna no parecía asumir, estaba triste, apagada, supongo que acaba de perder su inmortalidad, envejecería, era una humana mas y eso complicaba todo demasiado.
-Se que ahora no lo ves, pero créeme, ser humano no es tan malo.
Aúkoc Lican- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 94
Fecha de inscripción : 28/11/2016
Re: The indredible power of pure blood // Privado - Aúkoc
La norma se quedó allí en el suelo durante un par de minutos, sentada con las piernas medio flexionadas y las manos por detrás del cuerpo como punto de apoyo. Su mirada estaba perdida, fija en el punto en el que, instante atrás, había estado el portal que la comunicaba con su mundo. Su viejo mundo. Su vieja vida. Su viejo “hogar”. En un momento había perdido todo aquello que había conformado su historia desde el día en que naciera. Ya no tenía un lugar junto a sus hermanas, ellas ni siquiera la recordaban según había dicho la anciana. Era como si, de un solo plumazo, hubiesen borrado su existencia.
Estaba sumida en aquellos pensamientos negativos hasta tal punto que ni se percató de la presencia de los norteños cerca de ellos ni tampoco de su posterior marcha, dejándolos a solas. Las manos del lobo la sujetaron de las muñecas para incorporarla y ella se dejó hacer sin oponer resistencia, pues su mente seguía ausente. Las yemas de Aúkoc rozaron la mejilla de Sólveig, logrando que sus orbes se movieran mínimamente y las pupilas titilaran por un instante. Mas fue su voz la que empezó a calar en ella, regresándola a la realidad que se le había venido, sin quererlo, encima.
Podía sentir el calor de aquel tacto traspasar su piel y expandirse. Era relajante, aunque toda ella parecía ir a cámara lenta como si no terminara aún de asimilar todo aquello que había sucedido. Las palabras foráneas eran simples, no decían nada complicado y, sin embargo, le resultaba complicado seguir el hilo de la conversación. De estar centrada le hubiese respondido que a ella le daba igual, que no necesitaba que la mantuviera, que encontraría el modo de arreglárselas por su cuenta. Pero no estaba razonando. Aquella burbuja en la que había estado toda su vida había explotado y no en cualquier parte, sino que le había reventado frente a la cara, dejándola completamente descolocada.
Estuvo en silencio mientras el contrario intentaba consolarla diciéndole lo que fuera. Mas la bruja del fresno seguía sin pronunciar ni una sílaba. No culpaba al licántropo, no le echaba en cara que la hubiese llevado a Midgard para salvar a su hija. Sólveig no lamentaba su tiempo allí. Pero no podía comprender que hubiese sido tan fácil eliminarla de la vida de alguien, de la de sus hermanas. Ella no podría olvidarlas jamás, ni tampoco Yggradsil y sus raíces o las enérgicas aguas de Urd.
Agachó la cabeza y se miró las manos. No habían cambiado, seguían siendo las mismas que semanas atrás habían estado tejiendo los hilos del destino. Pero ya nunca más podría hacerlo. Era extraño, porque no lo había estado echando de menos mientras el lobo le pedía que urdiera el sino de su hija para cambiarlo. Pero ahora que sabía que jamás lo haría de nuevo, sentía añoranza y tristeza acumulándose en su pecho.
Elevó de nuevo la cabeza, momento en que las miradas de ambos se encontraron y, por fin, los labios de Sólveig se despegaron, ligeramente resecos al haber estado en silencio, respirando algo agitada y confusa, sin relamerse ni una sola vez siquiera en un buen rato. -¿Por qué no… me siento diferente?- Si ya no era una norma, si había pasado a ser mortal. ¿Por qué, a pesar del pequeño vacío, todo lo demás se sentía igual?
Estaba sumida en aquellos pensamientos negativos hasta tal punto que ni se percató de la presencia de los norteños cerca de ellos ni tampoco de su posterior marcha, dejándolos a solas. Las manos del lobo la sujetaron de las muñecas para incorporarla y ella se dejó hacer sin oponer resistencia, pues su mente seguía ausente. Las yemas de Aúkoc rozaron la mejilla de Sólveig, logrando que sus orbes se movieran mínimamente y las pupilas titilaran por un instante. Mas fue su voz la que empezó a calar en ella, regresándola a la realidad que se le había venido, sin quererlo, encima.
Podía sentir el calor de aquel tacto traspasar su piel y expandirse. Era relajante, aunque toda ella parecía ir a cámara lenta como si no terminara aún de asimilar todo aquello que había sucedido. Las palabras foráneas eran simples, no decían nada complicado y, sin embargo, le resultaba complicado seguir el hilo de la conversación. De estar centrada le hubiese respondido que a ella le daba igual, que no necesitaba que la mantuviera, que encontraría el modo de arreglárselas por su cuenta. Pero no estaba razonando. Aquella burbuja en la que había estado toda su vida había explotado y no en cualquier parte, sino que le había reventado frente a la cara, dejándola completamente descolocada.
Estuvo en silencio mientras el contrario intentaba consolarla diciéndole lo que fuera. Mas la bruja del fresno seguía sin pronunciar ni una sílaba. No culpaba al licántropo, no le echaba en cara que la hubiese llevado a Midgard para salvar a su hija. Sólveig no lamentaba su tiempo allí. Pero no podía comprender que hubiese sido tan fácil eliminarla de la vida de alguien, de la de sus hermanas. Ella no podría olvidarlas jamás, ni tampoco Yggradsil y sus raíces o las enérgicas aguas de Urd.
Agachó la cabeza y se miró las manos. No habían cambiado, seguían siendo las mismas que semanas atrás habían estado tejiendo los hilos del destino. Pero ya nunca más podría hacerlo. Era extraño, porque no lo había estado echando de menos mientras el lobo le pedía que urdiera el sino de su hija para cambiarlo. Pero ahora que sabía que jamás lo haría de nuevo, sentía añoranza y tristeza acumulándose en su pecho.
Elevó de nuevo la cabeza, momento en que las miradas de ambos se encontraron y, por fin, los labios de Sólveig se despegaron, ligeramente resecos al haber estado en silencio, respirando algo agitada y confusa, sin relamerse ni una sola vez siquiera en un buen rato. -¿Por qué no… me siento diferente?- Si ya no era una norma, si había pasado a ser mortal. ¿Por qué, a pesar del pequeño vacío, todo lo demás se sentía igual?
Sólveig- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 24/01/2018
Re: The indredible power of pure blood // Privado - Aúkoc
La norna estaba aturdida, no era para menos, acababan de desterrarla de su hogar, nunca mas tejería el destino de los hombres, ni regaría las raíces del fresno, ahora relegada a una vida mortal todo parecía darle vueltas y sin embargo admito que una parte de mi se sentía complacido, había hecho buenas migas con la joven de ojos profundos, admito me gustaba mas de lo que estaba dispuesto a reconocer y mi intención no era abandonarla, todo lo contrarío, la ayudaría en esta transición ya que todo había sido culpa mía.
Aparté unos mechones de su rostro contemplándola, ella se miraba las manos preguntándome por que motivo no se sentía distinta. No comprendí exactamente que quería decir, así que una interrogación tiñó la pupila de mis ojos al chocar con sus iris.
-¿Distinta? Supongo que sigues siendo tu, es decir, la mujer que llevas siendo desde que llegaste a Midgard, por eso no eres distinta.
Me relamí los labios sintiendo contra ellos el cálido aliento de la bruja que aun perdida en su mar de dudas trataba de entender lo que había sucedido para ser desterrada de sus tierras.
-Soy el culpable -dije con rotundidad tratando así de que dejara de pensar -pero te lo recompensaré, la vida en Midgard esta llena de diversión, de aventuras, sabes que yo puedo darte ambas cosas, algo que allí nunca tendrías, te he visto entre los míos, te gusta, no odias esto ni tampoco yo te causo rechazo...tendrás que vivir con lo que un día fuiste y ya no eres.
Dejé caer mi frente de forma cansina sobre la suya, nuestras narices se rozaron como si nuestras bocas necesitaran del alimento del otro.
-Me has ayudado a devolver a mi hija la vida ..- susurré y aunque eso podía sonar a agradecimiento y lo era, lo que me hacia jadear contra su boca era deseo, la voz ronca que usaba para hablar eran ganas, ganas de besarla, de enredarnos en el lecho ahora como seres libres, sin alcohol de por medio, pena o penitencia solo porque queríamos saber hasta donde podía llegar lo nuestro.
No podía prometerle mucho, era un alfa, de una de las fronteras, nunca existía paz en mi mundo y eso ella lo sabía pues seguramente habría tejido partes de mi destino como sus otras dos hermanas, pero si podía prometerle que intentaría que encontrara en Midgard un hogar ya fuera a mi lado al de otro mortal.
Aparté unos mechones de su rostro contemplándola, ella se miraba las manos preguntándome por que motivo no se sentía distinta. No comprendí exactamente que quería decir, así que una interrogación tiñó la pupila de mis ojos al chocar con sus iris.
-¿Distinta? Supongo que sigues siendo tu, es decir, la mujer que llevas siendo desde que llegaste a Midgard, por eso no eres distinta.
Me relamí los labios sintiendo contra ellos el cálido aliento de la bruja que aun perdida en su mar de dudas trataba de entender lo que había sucedido para ser desterrada de sus tierras.
-Soy el culpable -dije con rotundidad tratando así de que dejara de pensar -pero te lo recompensaré, la vida en Midgard esta llena de diversión, de aventuras, sabes que yo puedo darte ambas cosas, algo que allí nunca tendrías, te he visto entre los míos, te gusta, no odias esto ni tampoco yo te causo rechazo...tendrás que vivir con lo que un día fuiste y ya no eres.
Dejé caer mi frente de forma cansina sobre la suya, nuestras narices se rozaron como si nuestras bocas necesitaran del alimento del otro.
-Me has ayudado a devolver a mi hija la vida ..- susurré y aunque eso podía sonar a agradecimiento y lo era, lo que me hacia jadear contra su boca era deseo, la voz ronca que usaba para hablar eran ganas, ganas de besarla, de enredarnos en el lecho ahora como seres libres, sin alcohol de por medio, pena o penitencia solo porque queríamos saber hasta donde podía llegar lo nuestro.
No podía prometerle mucho, era un alfa, de una de las fronteras, nunca existía paz en mi mundo y eso ella lo sabía pues seguramente habría tejido partes de mi destino como sus otras dos hermanas, pero si podía prometerle que intentaría que encontrara en Midgard un hogar ya fuera a mi lado al de otro mortal.
Aúkoc Lican- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/11/2016
Re: The indredible power of pure blood // Privado - Aúkoc
Aunque confusa, una parte de ella entendía que con su marcha había traicionado al fresno y comprendía, aunque no lo deseara, que su penitencia era un pago justo por su falta. El problema no había sido que se la llevaran de Yggdrasil, sino que ella no había peleado por regresar antes. Llegado cierto momento, había dejado de lado su necesidad de volver con sus hermanas y se había centrado en lo que estaba descubriendo en Midgard. Las conversaciones, las miradas cómplices, los sentimientos de las personas, su esfuerzo por ser mejores, verles luchar día a día por reconstruir aquello que un tirano les había quitado, sin rendirse. Había conocido la voluntad de la gente, el corazón de los guerreros, las almas de los niños. Y todo mucho más de simples visiones.
Había sentido el dolor del lobo por la situación de su hija y había llegado a compartir su pena. Recordaba perfectamente la noche que ebrio recorrió su cuerpo con las manos y la llevó a otro mundo entre jadeos y gruñidos roncos. Aúkoc le había hecho ver mucho de los mortales y le había abierto las puertas a sí mismo en cierto grado. Sólveig había creado un vínculo con lo terrenal. Una conexión con el licántropo que ahora reposaba su frente contra la de ella, mientras sus dedos acariciaban sus hombros y descendían por los brazos hasta rodear suavemente las muñecas de la castaña. Los claros orbes de la norna se perdieron en los ajenos que además de pardos tenían un ligero tono ambarino. Sentía al lobo dentro del alfa, lo notaba en sus gestos, en el modo de tocarla, de observarla o incluso en cómo respiraba. Él decía ser el culpable de lo sucedido, pero la bruja sabía que no era cierto. -La culpa es mía.- Respondió después de que él dijera que ella le había ayudado a salvar a Saga. Vio entonces el desconcierto en el rostro ajeno, porque él no la veía culpable en absoluto. -Yo dejé de luchar… Dejé de necesitar regresar a toda a costa… Quería quedarme.- Admitió sin vergüenza en la voz, sin pena, sin arrepentimiento. Pero sabía que su deseo era algo malo y que con él había condenado a todos aquellos que en Midgard la habían ayudado. Su traición pesaría sobre todos ellos y eso era lo único que preocupaba a Sólveig. -Siento mucho todo el daño que os voy a causar...- Ahora su tono estaba teñido de dolor, de uno mucho mayor del que jamás había experimentado con sus visiones. Porque ese era un dolor vívido, real, uno que le nacía del corazón.
Iba a añadir algo más, aunque fuera un sinsentido, aunque fuera inútil lamentarse ahora que ya todo había ocurrido y que la sentencia estaba hecha por los dioses, por aquellos que manejaban a los mortales a su antojo. Pero la puerta se entreabrió y por ella asomó la chiquilla la cabeza. Observó con detenimiento la escena antes de pedir permiso para acercarse, alegando que quería que su padre le contara un cuento antes de irse a dormir, porque no podía conciliar el sueño. Tanto tiempo en coma había causado ciertos estragos en la pequeña y que le costara dormir era el más evidente.
Había sentido el dolor del lobo por la situación de su hija y había llegado a compartir su pena. Recordaba perfectamente la noche que ebrio recorrió su cuerpo con las manos y la llevó a otro mundo entre jadeos y gruñidos roncos. Aúkoc le había hecho ver mucho de los mortales y le había abierto las puertas a sí mismo en cierto grado. Sólveig había creado un vínculo con lo terrenal. Una conexión con el licántropo que ahora reposaba su frente contra la de ella, mientras sus dedos acariciaban sus hombros y descendían por los brazos hasta rodear suavemente las muñecas de la castaña. Los claros orbes de la norna se perdieron en los ajenos que además de pardos tenían un ligero tono ambarino. Sentía al lobo dentro del alfa, lo notaba en sus gestos, en el modo de tocarla, de observarla o incluso en cómo respiraba. Él decía ser el culpable de lo sucedido, pero la bruja sabía que no era cierto. -La culpa es mía.- Respondió después de que él dijera que ella le había ayudado a salvar a Saga. Vio entonces el desconcierto en el rostro ajeno, porque él no la veía culpable en absoluto. -Yo dejé de luchar… Dejé de necesitar regresar a toda a costa… Quería quedarme.- Admitió sin vergüenza en la voz, sin pena, sin arrepentimiento. Pero sabía que su deseo era algo malo y que con él había condenado a todos aquellos que en Midgard la habían ayudado. Su traición pesaría sobre todos ellos y eso era lo único que preocupaba a Sólveig. -Siento mucho todo el daño que os voy a causar...- Ahora su tono estaba teñido de dolor, de uno mucho mayor del que jamás había experimentado con sus visiones. Porque ese era un dolor vívido, real, uno que le nacía del corazón.
Iba a añadir algo más, aunque fuera un sinsentido, aunque fuera inútil lamentarse ahora que ya todo había ocurrido y que la sentencia estaba hecha por los dioses, por aquellos que manejaban a los mortales a su antojo. Pero la puerta se entreabrió y por ella asomó la chiquilla la cabeza. Observó con detenimiento la escena antes de pedir permiso para acercarse, alegando que quería que su padre le contara un cuento antes de irse a dormir, porque no podía conciliar el sueño. Tanto tiempo en coma había causado ciertos estragos en la pequeña y que le costara dormir era el más evidente.
Sólveig- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 32
Fecha de inscripción : 24/01/2018
Re: The indredible power of pure blood // Privado - Aúkoc
¿Su culpa? Que estupidez, yo la secuestré contra su voluntad, yo la traje a Midgard, yo la force borracho, yo era el único responsable de que Solveig no pudiera volver con sus hermanas y lo sentía porque siempre pensé que el castigo sería para mi y no para ella, me equivoque.
Entonces susurró esas palabras contra mis labios, unas que lograron que asomara mi sonrisa. quería quedarse ¿conmigo? ¿por mi?
-Quedarte ..-alargué la palabra picaramente contra su boca antes de tomarla como el bárbaro que era.
En ese momento se abrió la puerta, entraba mi hija Saga que quería escuchar un cuento antes de dormirse.
Abrí los brazos para recibirla, ella sonrió feliz corriendo hacia mi y la lacé en vuelo bajo la atenta mirada de la Norna, gracias a ella hoy mi hija estaba con ambos, gracias a ella mi hija no había ido a Hel.
Me tumbé en la cama con Saga apoyada en mi pecho, estiré la mano para que la norna nos acompañara, mi hija se llevaba bien con ella y la verdad es que la idea de que ambas conectaran, la idea de recuperar una familia me hacía feliz de alguna manera.
Yo nunca iba a olvidar a la madre de mi hija, la ame, la amaba, pero era tiempo de volver a ilusionarme y aunque los lobos amamos de pro vida, los dioses me habían puesto delante a una mujer con la que quería, si ella me dejaba empezar algo.
Solveig se acercó despacio, seguramente miles de veces había tejido escenas similares a esa y sin embargo apostaba la vida a que era la primera vez que la experimentaba.
La dejé tumbarse a mi lado, sus dedos se enlazaron a los míos y mientras mi diestra se deslizaba por el pelo de mi pequeña.
-Me vengaré de los que me han hecho eso -dijo mi hija haciendo gala de su carácter ferreo
-Empecemos el cuento -dije con una ladeada sonrisa -- Yo también , a veces, he sentido un gran odio por los que han tomado tanto sin ningún pesar por lo que hacen. Pero el odio te desgasta, y no le hace daño a tu enemigo. Es como tomar tu el veneno deseando que tu enemigo muera. He luchado contra estos sentimientos muchas veces. Es como si tuviera dos lobos dentro de mi.
Dentro de cada uno de nosotros está ocurriendo una pelea, una pelea terrible entre esos dos lobos y la misma pelea está ocurriendo dentro de ti también. Uno es blanco y el otro es negro. Uno está lleno de rabia y lucha contra todos incesantemente. Es la ira
El otro lobo es bueno y no hace ningún daño a nadie. A veces es difícil vivir con estos dos lobos dentro de mí, pues los dos tratan de dominar mi espíritu.
-¿Que lobo ganará? -preguntó mi hija
-Aquel al que alimentes mas
Entonces susurró esas palabras contra mis labios, unas que lograron que asomara mi sonrisa. quería quedarse ¿conmigo? ¿por mi?
-Quedarte ..-alargué la palabra picaramente contra su boca antes de tomarla como el bárbaro que era.
En ese momento se abrió la puerta, entraba mi hija Saga que quería escuchar un cuento antes de dormirse.
Abrí los brazos para recibirla, ella sonrió feliz corriendo hacia mi y la lacé en vuelo bajo la atenta mirada de la Norna, gracias a ella hoy mi hija estaba con ambos, gracias a ella mi hija no había ido a Hel.
Me tumbé en la cama con Saga apoyada en mi pecho, estiré la mano para que la norna nos acompañara, mi hija se llevaba bien con ella y la verdad es que la idea de que ambas conectaran, la idea de recuperar una familia me hacía feliz de alguna manera.
Yo nunca iba a olvidar a la madre de mi hija, la ame, la amaba, pero era tiempo de volver a ilusionarme y aunque los lobos amamos de pro vida, los dioses me habían puesto delante a una mujer con la que quería, si ella me dejaba empezar algo.
Solveig se acercó despacio, seguramente miles de veces había tejido escenas similares a esa y sin embargo apostaba la vida a que era la primera vez que la experimentaba.
La dejé tumbarse a mi lado, sus dedos se enlazaron a los míos y mientras mi diestra se deslizaba por el pelo de mi pequeña.
-Me vengaré de los que me han hecho eso -dijo mi hija haciendo gala de su carácter ferreo
-Empecemos el cuento -dije con una ladeada sonrisa -- Yo también , a veces, he sentido un gran odio por los que han tomado tanto sin ningún pesar por lo que hacen. Pero el odio te desgasta, y no le hace daño a tu enemigo. Es como tomar tu el veneno deseando que tu enemigo muera. He luchado contra estos sentimientos muchas veces. Es como si tuviera dos lobos dentro de mi.
Dentro de cada uno de nosotros está ocurriendo una pelea, una pelea terrible entre esos dos lobos y la misma pelea está ocurriendo dentro de ti también. Uno es blanco y el otro es negro. Uno está lleno de rabia y lucha contra todos incesantemente. Es la ira
El otro lobo es bueno y no hace ningún daño a nadie. A veces es difícil vivir con estos dos lobos dentro de mí, pues los dos tratan de dominar mi espíritu.
-¿Que lobo ganará? -preguntó mi hija
-Aquel al que alimentes mas
Aúkoc Lican- Licántropo Clase Alta
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