AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Extintion // Año 1267 en una realidad paralela // Privado - Neo y Ondine
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Extintion // Año 1267 en una realidad paralela // Privado - Neo y Ondine
Las grandes razas, aquellas que antaño dominaron la Tierra, habían sido relegadas a la esclavitud, prácticamente extinguidas, consideradas un pecado, una blasfemia, una reliquia. Los ricos pujaban por poseerlos como amantes o como meros limpiabotas, mientras éstos luchaban por mantener el poco honor que les quedaba. Eran seres orgullosos, poderosos hace tiempo y ahora, ahora meras decoraciones en pequeños guiñoles manipulados por faraones de pega que cuyo único mérito era el de los contactos.
La caída había sido dura y complicada, pero los humanos habían logrado hacerse con el control del planeta, sometiendo a la madre naturaleza y a todos los animales que la habitaban. El mundo estaba condenado a una pronta destrucción, pues la avaricia de los hombres no conocía parangón. Consumían recursos, destrozaban todo a su paso, aniquilaban razas, vegetación y drenaban mares para desalarlos y beberse sus aguas. Lo más curioso de todo era que nadie conocía cómo había sucedido. Nadie salvo aquellos que lo habían vivido en carne propia, aquellos que habían sido encerrados, malditos y arrancados de sus tronos, decapitando así a sus pueblos.
La gárgola se retorcía en la cueva, creando ventiscas con sus fuertes alas, convirtiendo éstas en pequeños huracanes que todo lo removían, pero nada conseguían. ¿Cuántos años llevaba allí encerrada? El tiempo se había vuelto eterno y aunque no veía la salida o puesta del sol, la sentía en su cuerpo, en ese cuerpo que se rompía y hacía añicos. Su alma era inmortal como la de todos los de su especie y ni siquiera necesitaba alimentarse para sobrevivir, ni aún cuando parte de ella podía llegar a verse humana. Pero el paso del tiempo, la falta de los haces plata de la luna sobre la piedra y la tristeza, estaban dejando visibles huellas sobre aquella maltrecha figura antaño imponente.
La silueta se dejó caer en el suelo, levantando una pequeña nube de polvo que se disipó en poco tiempo. La espalda encorvada, el mentón casi tocando el pecho y la mueca alicaída de su rostro, evidenciaban que le faltaba poco para morir de pena. La gente creía que aquellos seres no tenían sentimientos, que eran fríos como el material del que “estaban hechos”, pero nada más lejos de la realidad, pues las gárgolas eran criaturas fascinantes, soberanamente inteligentes y amigables. Podían ser leales soldados y muy buenos confidentes, aunque lo que mejor se les daba era ser consejeros dada toda la información que acumulaban en sus cabezas, en sus recuerdos.
Un crujido al otro lado de la estancia de altos techos y sin puertas ni ventanas, hizo que la mole se diera la vuelta. Su gesto cambió, abriendo bastante los ojos y se fue acercando al origen del sonido a paso lento, pero pesado. Igual que un cascarón al romperse, el muro se fue resquebrajando y, poco a poco, una cegadora luz se fue abriendo paso en el oscuro interior de aquella gruta seca y olvidada.
La caída había sido dura y complicada, pero los humanos habían logrado hacerse con el control del planeta, sometiendo a la madre naturaleza y a todos los animales que la habitaban. El mundo estaba condenado a una pronta destrucción, pues la avaricia de los hombres no conocía parangón. Consumían recursos, destrozaban todo a su paso, aniquilaban razas, vegetación y drenaban mares para desalarlos y beberse sus aguas. Lo más curioso de todo era que nadie conocía cómo había sucedido. Nadie salvo aquellos que lo habían vivido en carne propia, aquellos que habían sido encerrados, malditos y arrancados de sus tronos, decapitando así a sus pueblos.
La gárgola se retorcía en la cueva, creando ventiscas con sus fuertes alas, convirtiendo éstas en pequeños huracanes que todo lo removían, pero nada conseguían. ¿Cuántos años llevaba allí encerrada? El tiempo se había vuelto eterno y aunque no veía la salida o puesta del sol, la sentía en su cuerpo, en ese cuerpo que se rompía y hacía añicos. Su alma era inmortal como la de todos los de su especie y ni siquiera necesitaba alimentarse para sobrevivir, ni aún cuando parte de ella podía llegar a verse humana. Pero el paso del tiempo, la falta de los haces plata de la luna sobre la piedra y la tristeza, estaban dejando visibles huellas sobre aquella maltrecha figura antaño imponente.
La silueta se dejó caer en el suelo, levantando una pequeña nube de polvo que se disipó en poco tiempo. La espalda encorvada, el mentón casi tocando el pecho y la mueca alicaída de su rostro, evidenciaban que le faltaba poco para morir de pena. La gente creía que aquellos seres no tenían sentimientos, que eran fríos como el material del que “estaban hechos”, pero nada más lejos de la realidad, pues las gárgolas eran criaturas fascinantes, soberanamente inteligentes y amigables. Podían ser leales soldados y muy buenos confidentes, aunque lo que mejor se les daba era ser consejeros dada toda la información que acumulaban en sus cabezas, en sus recuerdos.
Un crujido al otro lado de la estancia de altos techos y sin puertas ni ventanas, hizo que la mole se diera la vuelta. Su gesto cambió, abriendo bastante los ojos y se fue acercando al origen del sonido a paso lento, pero pesado. Igual que un cascarón al romperse, el muro se fue resquebrajando y, poco a poco, una cegadora luz se fue abriendo paso en el oscuro interior de aquella gruta seca y olvidada.
Oana- Realeza Francesa
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 26/04/2018
Re: Extintion // Año 1267 en una realidad paralela // Privado - Neo y Ondine
Tiempo de hombres, esta sin duda era su era, ellos campaban por un mundo que hace tiempo nso pertenecía.
Surcaba los cielos siendo el príncipe de todos ellos y como no, mi maldición vino de mano de una mujer, una doncella de oscuros cabellos y dones mágicos que se adentró en mi mundo ocmo si fuera el suyo.
En esa época el mundo quedaba repartido por las razas mas poderosas jamas conocidas, enanos, elfos, dragones, orcos y humanos, estos últimos quedaban mas relegados a variopintos pueblos y su hegemonía era difusa hasta que ella nació como su salvadora bajo la constelación de Artemisa.
Luego había otras razas minoritarias como eran las Gargolas, las silfides y demás seres mitológicos como tras la aniquilación se convirtió mi raza.
Yo era por ese entonces un macho joven, madre y padre reinaban por entonces en un mundo donde si bien la paz no existía si lo hacía el equilibrio.
En aquel entonces los Dragones suponíamos la raza mas poderosa y todos nos rendían tributo, pero todo cambió cuando esa mujer entró en nuestro mundo y de él aprendió.
Ascendió rápido, de esclava a mi prometida, si, una vez creí en el amor hasta que la guerra de su mano exploto, lideró a los humanos, bien armados, conocedores de nuestros puntos débiles y numerosos como ratas destruyeron a muchos de los nuestros relegando a unos pocos a una isla condenados a morir de tristeza o de incursiones que los propios hombres harían con falacias y escusas para matar a los últimos que aun quedaban sobre la faz de la tierra.
Ella llegó a un pacto con su padre, mantenerme vivo pero preso, no deseaba mi muerte, no me sonó convincente pues lo que ella llamó piedad a mi me sonó a condena y así quedé ligado a ella y a su descendencia.
Ella en inicio me traía alimento para que no pereciera, me encerró en un templo sumergido en la ladera de una peligrosa montañas y allí pasé mis días hasta hoy...rumiando mi venganza, odiando a los hombres y decidido a aniquilarlos y devolver la hegemonía a los míos.
Surcaba los cielos siendo el príncipe de todos ellos y como no, mi maldición vino de mano de una mujer, una doncella de oscuros cabellos y dones mágicos que se adentró en mi mundo ocmo si fuera el suyo.
En esa época el mundo quedaba repartido por las razas mas poderosas jamas conocidas, enanos, elfos, dragones, orcos y humanos, estos últimos quedaban mas relegados a variopintos pueblos y su hegemonía era difusa hasta que ella nació como su salvadora bajo la constelación de Artemisa.
Luego había otras razas minoritarias como eran las Gargolas, las silfides y demás seres mitológicos como tras la aniquilación se convirtió mi raza.
Yo era por ese entonces un macho joven, madre y padre reinaban por entonces en un mundo donde si bien la paz no existía si lo hacía el equilibrio.
En aquel entonces los Dragones suponíamos la raza mas poderosa y todos nos rendían tributo, pero todo cambió cuando esa mujer entró en nuestro mundo y de él aprendió.
Ascendió rápido, de esclava a mi prometida, si, una vez creí en el amor hasta que la guerra de su mano exploto, lideró a los humanos, bien armados, conocedores de nuestros puntos débiles y numerosos como ratas destruyeron a muchos de los nuestros relegando a unos pocos a una isla condenados a morir de tristeza o de incursiones que los propios hombres harían con falacias y escusas para matar a los últimos que aun quedaban sobre la faz de la tierra.
Ella llegó a un pacto con su padre, mantenerme vivo pero preso, no deseaba mi muerte, no me sonó convincente pues lo que ella llamó piedad a mi me sonó a condena y así quedé ligado a ella y a su descendencia.
Ella en inicio me traía alimento para que no pereciera, me encerró en un templo sumergido en la ladera de una peligrosa montañas y allí pasé mis días hasta hoy...rumiando mi venganza, odiando a los hombres y decidido a aniquilarlos y devolver la hegemonía a los míos.
Anshar Knight- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 26
Fecha de inscripción : 30/08/2018
Re: Extintion // Año 1267 en una realidad paralela // Privado - Neo y Ondine
El agua estaba en calma, los peces nadaban tranquilos en bancada, oscilando sus pequeñas aletas caudales, moviéndose todos a la vez como si estuvieran conectados neurológicamente. El brillo de sus escamas creaba efectos iridiscentes bajo el mar, en una zona poco profunda. Bajó aquel apacible paseo, la arena comenzó a vibrar lentamente, con pausa. Los jureles parecían no percatarse de ello, pues proseguían con su danza marina, con su búsqueda de plancton y de a saber qué otras cosas. Verlos era bonito, pero no tenía sentido. No hacían nada de provecho salvo comer y dar vueltas sin rumbo fijo, sin destino. De repente, el agua se agitó y la arena se entremezcló con el fluido, creando nubes oscuras. Los peces se agitaron, rompieron filas e intentaron huir despavoridos. Para algunos fue demasiado tarde y fueron atrapados por grandes tentáculos azulados. Las ventosas los retenían y la musculatura del cefalópodo los estrangulaba, si es que a un ser que respira a través de branquias eso le afecta en modo alguno.
De entre la densa polvareda aparecieron unos cabellos rojos como el fuego que ondeaban con el movimiento nervioso de las corrientes que se habían creado. Y pronto, de aquel lugar en el que se había desatado el terror submarino, emergió un rostro hermoso plasmado con una sonrisa. La cecaelia hacía acto de presencia en busca de comida. De cintura para arriba era una mujer bella, arrebatadora, pero no tenía piernas, sino ocho tentáculos de pulpo gigante con los que se desplazaba por el fondo marino o se impulsaba cuando lo necesitaba. Tenía brazos y manos para agarrar cosas, pero los apéndices de cefalópodo eran más prácticos y podían ejercer mayor fuerza. Era un ser mágico, una criatura que siempre había sido escasa en el mundo, pero que, desde la aparición de una amenaza concreta, había rozado casi la extinción. Se ocultaba más que nunca, sentía miedo, algo que jamás antes le había ocurrido. Debía mantenerse a salvo y protegida. O eso era lo que le había inculcado su madre, la que hasta hacía poco había sido la otra única ejemplar de su especie. Ahora, Ondine estaba sola. Era la última cecaelia conocida y ella no estaba dispuesta a mantenerse oculta por el resto de sus días.
De entre la densa polvareda aparecieron unos cabellos rojos como el fuego que ondeaban con el movimiento nervioso de las corrientes que se habían creado. Y pronto, de aquel lugar en el que se había desatado el terror submarino, emergió un rostro hermoso plasmado con una sonrisa. La cecaelia hacía acto de presencia en busca de comida. De cintura para arriba era una mujer bella, arrebatadora, pero no tenía piernas, sino ocho tentáculos de pulpo gigante con los que se desplazaba por el fondo marino o se impulsaba cuando lo necesitaba. Tenía brazos y manos para agarrar cosas, pero los apéndices de cefalópodo eran más prácticos y podían ejercer mayor fuerza. Era un ser mágico, una criatura que siempre había sido escasa en el mundo, pero que, desde la aparición de una amenaza concreta, había rozado casi la extinción. Se ocultaba más que nunca, sentía miedo, algo que jamás antes le había ocurrido. Debía mantenerse a salvo y protegida. O eso era lo que le había inculcado su madre, la que hasta hacía poco había sido la otra única ejemplar de su especie. Ahora, Ondine estaba sola. Era la última cecaelia conocida y ella no estaba dispuesta a mantenerse oculta por el resto de sus días.
Ondine Bay- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 8
Fecha de inscripción : 30/08/2018
Re: Extintion // Año 1267 en una realidad paralela // Privado - Neo y Ondine
Una vez recuperada de la ceguera inicial, sus párpados de piedra quedaron abiertos y ella avanzó en dirección al agujero que se había formado en la pared. El suelo retumbaba a cada paso que daba la gárgola. Se apoyó con una mano en la parte alta del muro derruido para evitar que se le siguiera cayendo parte de la cueva encima. Ya en el exterior con el sol brillando esplendorosamente, comprobó que el groso de aquella pared era, en realidad, insignificante. Eso le pareció extraño, pues ella había intentado derribarlo en innumerables ocasiones con su descomunal fuerza y jamás había logrado crear, ni siquiera, una grieta. Alguna clase de magia tenía que haber estado implicada en su cautiverio, de no ser así, hacía años que hubiese escapado de la gruta que se convirtió en prisión para ella.
Observó a su alrededor y no vio nada, estaba sola. No había indicios de vigilancia ni del responsable de su captura, de su encierro. Desplegó sus grandiosas alas marmóreas y emprendió el vuelo, alejándose cuanto antes del lugar que jamás quería tener que volver a pisar. Sólo cuando estuvo bien arriba en el cielo se dignó a detenerse, dar la vuelta entre las nubes y mirar atrás. Gruñó y después gritó con fuerza, algo que hizo que la montaña entera se tambaleara y que diversas bandadas de aves emprendieran asustadas el vuelo.
Partió con un único pensamiento en la cabeza: Encontrar a quien fuera el o la culpable de su aprisionamiento. Daría con esa persona costara lo que costara, tardara el tiempo que tardara. Ella era eterna a su manera, mas lo que no sabía, todavía, era que ya no quedaban más gárgolas sobre la faz de la Tierra. Ella era el último ejemplar y el perdurar de la especie estaba en sus manos pétreas.
Tras enterarse de la cruel realidad, de descubrir que estaba más sola que nunca y de lo que se había imaginado todos aquellos años en la cueva, logró contactar con una especie de bruja que le habló sobre sus visiones en las que la vislumbraba a ella y a otros dos seres. Le dijo que debía encontrar a una cecaelia y a un dragón, que sólo juntos podrían destruir al ser causante de aquella casi extinción. Que no sólo ellos, sino muchos seres estaban en peligro por culpa de la humanidad y que si no hacían algo, y pronto, el hombre exterminaría el planeta entero en menos de dos siglos.
Observó a su alrededor y no vio nada, estaba sola. No había indicios de vigilancia ni del responsable de su captura, de su encierro. Desplegó sus grandiosas alas marmóreas y emprendió el vuelo, alejándose cuanto antes del lugar que jamás quería tener que volver a pisar. Sólo cuando estuvo bien arriba en el cielo se dignó a detenerse, dar la vuelta entre las nubes y mirar atrás. Gruñó y después gritó con fuerza, algo que hizo que la montaña entera se tambaleara y que diversas bandadas de aves emprendieran asustadas el vuelo.
Partió con un único pensamiento en la cabeza: Encontrar a quien fuera el o la culpable de su aprisionamiento. Daría con esa persona costara lo que costara, tardara el tiempo que tardara. Ella era eterna a su manera, mas lo que no sabía, todavía, era que ya no quedaban más gárgolas sobre la faz de la Tierra. Ella era el último ejemplar y el perdurar de la especie estaba en sus manos pétreas.
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Tras enterarse de la cruel realidad, de descubrir que estaba más sola que nunca y de lo que se había imaginado todos aquellos años en la cueva, logró contactar con una especie de bruja que le habló sobre sus visiones en las que la vislumbraba a ella y a otros dos seres. Le dijo que debía encontrar a una cecaelia y a un dragón, que sólo juntos podrían destruir al ser causante de aquella casi extinción. Que no sólo ellos, sino muchos seres estaban en peligro por culpa de la humanidad y que si no hacían algo, y pronto, el hombre exterminaría el planeta entero en menos de dos siglos.
Oana- Realeza Francesa
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 26/04/2018
Re: Extintion // Año 1267 en una realidad paralela // Privado - Neo y Ondine
A través de la grieta la joven alada, la gárgola que conocía de antaño se presentaba, como si llegara el momento de nuestra venganza, el camino se abría ausente de condena y redención.
Matar, eso haríamos, eso haría yo y comenzaría por la causante de todo, aquella humana que fingía ser inocente y con la que me prometí engañado como un vulgar niño, quizás no a ella pero su descendencia sería aniquilada, aquellos que me mantuvieron con vida, ultrajado en un permanente encierro de hechizos serian condenados a muerte bajo mi criterio.
Centré mis ojos en aquel pelo castaño, en las dulces formas de su rostro, y me acerqué despacio, sin pensar en nada mas que en la criatura mítica que tenia frente a mi y que como yo clamaba venganza.
-¿cuantos de los nuestros quedan sobre la faz de la tierra? -pregunté deslizando la yema cálida de mi dedo por su pétreo rostro.
Una vez fui rey de todas las cosas, de aquellos seres que copaban la tierra, una vez hubo paz, una vez los humanos nos aniquilaron pero no volvería a pasar.
-¿que ha pasado en este tiempo, debes haberlo visto todo echa piedra desde tu pedestal ¿que es del mundo que nos vamos a encontrar?
Recordé en ese instante a la pelirroja, la preciosa chica pulpo que antaño logro volver loco a mas de uno ¿que sería de ella? Reducida quizás a la mas absoluta pobreza de su existencia? Nos habían arrebatado todo, la dignidad, el honor, pero ahora nos llenaríamos de belicosidad y devolveríamos las cosas a su respectivo lugar.
-Nos vamos -sentencie trasformandome en un enorme dragón rojo que pronto extendió sus alas como antaño para salir volando por esa grieta que al paso de mi cuerpo se agrieto creando un boquete de dimensiones colosales, mi prisión ahora era como un volcan.
Matar, eso haríamos, eso haría yo y comenzaría por la causante de todo, aquella humana que fingía ser inocente y con la que me prometí engañado como un vulgar niño, quizás no a ella pero su descendencia sería aniquilada, aquellos que me mantuvieron con vida, ultrajado en un permanente encierro de hechizos serian condenados a muerte bajo mi criterio.
Centré mis ojos en aquel pelo castaño, en las dulces formas de su rostro, y me acerqué despacio, sin pensar en nada mas que en la criatura mítica que tenia frente a mi y que como yo clamaba venganza.
-¿cuantos de los nuestros quedan sobre la faz de la tierra? -pregunté deslizando la yema cálida de mi dedo por su pétreo rostro.
Una vez fui rey de todas las cosas, de aquellos seres que copaban la tierra, una vez hubo paz, una vez los humanos nos aniquilaron pero no volvería a pasar.
-¿que ha pasado en este tiempo, debes haberlo visto todo echa piedra desde tu pedestal ¿que es del mundo que nos vamos a encontrar?
Recordé en ese instante a la pelirroja, la preciosa chica pulpo que antaño logro volver loco a mas de uno ¿que sería de ella? Reducida quizás a la mas absoluta pobreza de su existencia? Nos habían arrebatado todo, la dignidad, el honor, pero ahora nos llenaríamos de belicosidad y devolveríamos las cosas a su respectivo lugar.
-Nos vamos -sentencie trasformandome en un enorme dragón rojo que pronto extendió sus alas como antaño para salir volando por esa grieta que al paso de mi cuerpo se agrieto creando un boquete de dimensiones colosales, mi prisión ahora era como un volcan.
Anshar Knight- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 26
Fecha de inscripción : 30/08/2018
Re: Extintion // Año 1267 en una realidad paralela // Privado - Neo y Ondine
La mujer pulpo se arrastró por el fondo marino, levantando polvo a cada movimiento, espantando peces, pero al mismo tiempo atrayéndolos. La cecaelia era así, un depredador, pero también una salvadora. Ella necesitaba alimentarse, pero una vez saciada su hambre, protegía aquellos que la rodeaban sin importar que, en un futuro, pudieran terminar siendo comida para la pelirroja. Su aura desprendía una especie de luz capaz de atraer a otros seres, mas únicamente se apreciaba bajo el agua y en cuanto salía, no sólo desaparecía aquel brillo, sino también sus útiles y amados tentáculos, convirtiendo al increíble animal mitológico en una mera humana sin poderes aparentes.
Reptó hasta la orilla y, poco a poco, su cuerpo fue asomándose a la directa y caliente luz del sol. Su piel se secó con suma rapidez y a medida que eso sucedía, su silueta cambiaba. Se tumbó en la arena y dejó que la mutación ocurriera, con calma. No tenía prisa, los cefalópodos rara vez la tenían. Tardó varios minutos porque hacía demasiado tiempo que aquel suceso no tenía lugar. Había pasado años oculta bajo el mar, a salvo, como una cobarde. Pero ya no más. Había llegado la hora de actuar, su corazón se lo dictaba y su instinto la avisaba que se acercaba algo peor que una guerra y que ella era necesaria.
Se cubrió el rostro con el antebrazo al escuchar un extraño sonido y se tomó la molestia de despegar los párpados. Recortada por los rayos del sol pudo ver una enorme silueta alada y, junto a esta, otra más pequeña, también con vistosas alas que doblaban el tamaño del cuerpo que cargaban. De nuevo el ruido, uno que no tardó en identificar como la llamada de un dragón furioso. Apoyó ambas manos en la húmeda orilla, incorporándose y sonrió al ver que aquellas dos criaturas aterrizaban a varias decenas de metros de su posición. Ya a aquella distancia pudo reconocer al primero, al rey de reyes. -Años ha, Neo. Qué honor tenerte aquí- Terminó de levantarse, desnuda como estaba, con arena adherida a su piel clara. No tenía motivo alguno para avergonzarse, era un ser hermoso y lo sabía. Los peces iba sin vestir toda la vida y ese pudor que ostentaban los humanos le parecía una soberana tontería.
Reptó hasta la orilla y, poco a poco, su cuerpo fue asomándose a la directa y caliente luz del sol. Su piel se secó con suma rapidez y a medida que eso sucedía, su silueta cambiaba. Se tumbó en la arena y dejó que la mutación ocurriera, con calma. No tenía prisa, los cefalópodos rara vez la tenían. Tardó varios minutos porque hacía demasiado tiempo que aquel suceso no tenía lugar. Había pasado años oculta bajo el mar, a salvo, como una cobarde. Pero ya no más. Había llegado la hora de actuar, su corazón se lo dictaba y su instinto la avisaba que se acercaba algo peor que una guerra y que ella era necesaria.
Se cubrió el rostro con el antebrazo al escuchar un extraño sonido y se tomó la molestia de despegar los párpados. Recortada por los rayos del sol pudo ver una enorme silueta alada y, junto a esta, otra más pequeña, también con vistosas alas que doblaban el tamaño del cuerpo que cargaban. De nuevo el ruido, uno que no tardó en identificar como la llamada de un dragón furioso. Apoyó ambas manos en la húmeda orilla, incorporándose y sonrió al ver que aquellas dos criaturas aterrizaban a varias decenas de metros de su posición. Ya a aquella distancia pudo reconocer al primero, al rey de reyes. -Años ha, Neo. Qué honor tenerte aquí- Terminó de levantarse, desnuda como estaba, con arena adherida a su piel clara. No tenía motivo alguno para avergonzarse, era un ser hermoso y lo sabía. Los peces iba sin vestir toda la vida y ese pudor que ostentaban los humanos le parecía una soberana tontería.
Ondine Bay- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 8
Fecha de inscripción : 30/08/2018
Re: Extintion // Año 1267 en una realidad paralela // Privado - Neo y Ondine
La bruja le indicó dónde podría encontrar a ese dragón, aunque no le mencionó su nombre, por lo que Oana no tenía ni idea de quién sería. Habían pasado decenas de años, tal vez siglos, desde que la encerraran y el mundo había cambiado mucho. La orografía era distinta, el viento había modificado montañas y lo mismo habían hecho los ríos con los valles y otros trozos de terreno. Sin embargo, lo más afectado habían sido las zonas boscosas, puesto que algunas incluso habían desaparecido, dejando paso a pueblos y ciudades creados por los hombres. Aquellos a los que nada les importaba salvo sí mismos. Destruían todo sin miramientos, sin darle tiempo a la naturaleza para adaptarse. La gárgola estaba convencida que todo había sido una masacre. Así pues, con aquella información, extendió sus alas y fue a buscar al animal más poderoso conocido.
Descendió en picado contra la tapiada gruta desde casi la estratosfera, porque con su peso no bastaba, necesitaba coger impulso y multiplicar el impacto con tal de poder perforar la piedra. Ella estaba hecha de un mineral especial, el más difícil de romper del mundo conocido y por conocer, pero aún así no podía arriesgarse. El choque fue doloroso y le tembló hasta el último grano de arena. Rebotó contra el suelo y cuando se alzaba, quejándose por el golpe, pudo escuchar el muro resquebrajarse y empezar a caerse trozo a trozo, hasta abrirse una brecha.
Se acercó, pero antes de adentrarse, usó uno de los trozos que seguía en pie de la montaña para, de un golpe seco, volver a colocar el hombro en su sitio, porque con el impacto se le había dislocado. Se coló después de un salto, observando con sus ojos acostumbrados a las noches oscuras y cerradas en las que únicamente la luz de la luna iluminaba, y eso cuando no estaba ausente. Pudo ver una silueta moverse y a la que estuvieron a poca distancia, reconoció aquel rostro que conocía de antaño. Sonrió. -Me alegra saber que eres tú, Neo.- Una lágrima escurrió por su mejilla, sabiendo que él era el último de su especie, igual que ella era la única gárgola remanente. Posó su mano sobre la ajena cuando éste la acarició y dejó caer sus pétreos párpados. Estaba debilitada por el choque, así que ya no aparentaba ser la mole al completo, sino que estaba en una fase intermedia en la que su apariencia era la de la Oana humana, pero con la piel marmolada y dura todavía.
Las preguntas ajenas la hicieron negar. -He estado prisionera como tú. No he visto nada… Pero la bruja de los abismos me ha dicho que somos los últimos. El hombre nos ha casi extinguido a todos… debemos parar esto o pronto no quedaremos ni uno sólo.- Asintió cuando le escuchó decir que se iban y, aún cansada como estaba, desplegó nuevamente sus alas y fue volando junto al dragón, sin importarle cuál fuera su destino.
Vio al reptiliano descender cuando se aproximaban a la orilla del mar y ella fue tras él. La arena allí era fina y oscura, parecida a las cenizas. El agua, en cambio, era clara, cristalina y pura. Aunque se veía más opaca por el color de su fondo. Neo parecía conocer a la mujer pelirroja que estaba desnuda y se acercaba a ellos, sin embargo, la gárgola no la había visto nunca. Le tendió la mano cuando la tuvo delante, adoptando su forma humana, la suya con ropas, para recuperar poco a poco las energías perdidas. -Soy Oana, un placer.-
Descendió en picado contra la tapiada gruta desde casi la estratosfera, porque con su peso no bastaba, necesitaba coger impulso y multiplicar el impacto con tal de poder perforar la piedra. Ella estaba hecha de un mineral especial, el más difícil de romper del mundo conocido y por conocer, pero aún así no podía arriesgarse. El choque fue doloroso y le tembló hasta el último grano de arena. Rebotó contra el suelo y cuando se alzaba, quejándose por el golpe, pudo escuchar el muro resquebrajarse y empezar a caerse trozo a trozo, hasta abrirse una brecha.
Se acercó, pero antes de adentrarse, usó uno de los trozos que seguía en pie de la montaña para, de un golpe seco, volver a colocar el hombro en su sitio, porque con el impacto se le había dislocado. Se coló después de un salto, observando con sus ojos acostumbrados a las noches oscuras y cerradas en las que únicamente la luz de la luna iluminaba, y eso cuando no estaba ausente. Pudo ver una silueta moverse y a la que estuvieron a poca distancia, reconoció aquel rostro que conocía de antaño. Sonrió. -Me alegra saber que eres tú, Neo.- Una lágrima escurrió por su mejilla, sabiendo que él era el último de su especie, igual que ella era la única gárgola remanente. Posó su mano sobre la ajena cuando éste la acarició y dejó caer sus pétreos párpados. Estaba debilitada por el choque, así que ya no aparentaba ser la mole al completo, sino que estaba en una fase intermedia en la que su apariencia era la de la Oana humana, pero con la piel marmolada y dura todavía.
Las preguntas ajenas la hicieron negar. -He estado prisionera como tú. No he visto nada… Pero la bruja de los abismos me ha dicho que somos los últimos. El hombre nos ha casi extinguido a todos… debemos parar esto o pronto no quedaremos ni uno sólo.- Asintió cuando le escuchó decir que se iban y, aún cansada como estaba, desplegó nuevamente sus alas y fue volando junto al dragón, sin importarle cuál fuera su destino.
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Vio al reptiliano descender cuando se aproximaban a la orilla del mar y ella fue tras él. La arena allí era fina y oscura, parecida a las cenizas. El agua, en cambio, era clara, cristalina y pura. Aunque se veía más opaca por el color de su fondo. Neo parecía conocer a la mujer pelirroja que estaba desnuda y se acercaba a ellos, sin embargo, la gárgola no la había visto nunca. Le tendió la mano cuando la tuvo delante, adoptando su forma humana, la suya con ropas, para recuperar poco a poco las energías perdidas. -Soy Oana, un placer.-
Oana- Realeza Francesa
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Fecha de inscripción : 26/04/2018
Re: Extintion // Año 1267 en una realidad paralela // Privado - Neo y Ondine
Extintos, poderosos y extintos, ese parecía ahora haberse convertido en nuestro sino y todo gracias a aquella lacra llamada humanidad, engañosos sus actos, falacias cada una de sus palabras y el amor, efímero, tanto como sus vidas que se me antojaban ahora innecesarias.
Los hombres nos habían relegado a la nada, en mi caso fue un amor utópico e irreal ,desconocía que había mantenido presa a la gárgola en aquel triste encierro del que al parecer como yo se había liberado hace poco, peor necesitábamos algo mas, mejor dicho a alguien mas, todos únicas vertientes de una moneda por sellar.
Sobrevolé el cielo de nuevo, admito que la sensación de poder era inigualable, llevaba tanto tiempo con las alas replegadas que ahora abiertas por completo mi aspecto imponía como el de una voraz bestia, la gárgola marmólea y bella planeaba tras de mi con aquel deje de saber que nada sería en vano, llegaba la hora de vengarnos.
Descendimos en la orilla del mar, aguas que besaron la arena mientras los pasos de una tercera figura emergía hasta quedar ante ambos desnuda, ladeé la sonrisa, demasiado tiempo sin verla y sin embargo su belleza no había sufrido perdida.
-Es tiempo de sangre, alzaremos un imperio y aquellos que nos han relegado al olvido y al destierro serán castigados por eso.
Fui un día príncipe, ahora por contra sería el rey de todos y cada uno de los seres que como nosotros aun quedarían sobre la faz de la tierra ¿como empezar la reconquista? Pues con cabeza porque lejos de ser meros monstruos eramos también fáciles de confundir con humanos.
-Tomaremos la forma repulsiva de la humanidad y nos fundiremos con ellos, descubramos como ha evolucionado todo mientras hemos permanecido presos, escuchemos, descubramos sus puntos débiles y donde debemos atacar para que una vez lo hagamos la victoria sea nuestra y la perdida letal.
Los hombres nos habían relegado a la nada, en mi caso fue un amor utópico e irreal ,desconocía que había mantenido presa a la gárgola en aquel triste encierro del que al parecer como yo se había liberado hace poco, peor necesitábamos algo mas, mejor dicho a alguien mas, todos únicas vertientes de una moneda por sellar.
Sobrevolé el cielo de nuevo, admito que la sensación de poder era inigualable, llevaba tanto tiempo con las alas replegadas que ahora abiertas por completo mi aspecto imponía como el de una voraz bestia, la gárgola marmólea y bella planeaba tras de mi con aquel deje de saber que nada sería en vano, llegaba la hora de vengarnos.
Descendimos en la orilla del mar, aguas que besaron la arena mientras los pasos de una tercera figura emergía hasta quedar ante ambos desnuda, ladeé la sonrisa, demasiado tiempo sin verla y sin embargo su belleza no había sufrido perdida.
-Es tiempo de sangre, alzaremos un imperio y aquellos que nos han relegado al olvido y al destierro serán castigados por eso.
Fui un día príncipe, ahora por contra sería el rey de todos y cada uno de los seres que como nosotros aun quedarían sobre la faz de la tierra ¿como empezar la reconquista? Pues con cabeza porque lejos de ser meros monstruos eramos también fáciles de confundir con humanos.
-Tomaremos la forma repulsiva de la humanidad y nos fundiremos con ellos, descubramos como ha evolucionado todo mientras hemos permanecido presos, escuchemos, descubramos sus puntos débiles y donde debemos atacar para que una vez lo hagamos la victoria sea nuestra y la perdida letal.
Anshar Knight- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 30/08/2018
Re: Extintion // Año 1267 en una realidad paralela // Privado - Neo y Ondine
-Yo soy Ondine.- El pulpo hizo un leve movimiento de cabeza y sus rojizos cabellos ondearon con el viento como si siguiera aún bajo el agua. Era capaz de vivir en una burbuja invisible a la vista en la que toda ella permaneciera envuelta en su elemento y únicamente con ciertos gestos se hacía evidente el truco que utilizaba. No era vital, podía, perfectamente, sobrevivir en el exterior, pero así se encontraba más cómoda y, al mismo tiempo, era capaz de retener mayores cantidades de energía sumergida en agua salada.
La cecaelia no era un ser agresivo por naturaleza, era más bien tímido, aunque su gran tamaño y fuerza le convertía en uno de los más temidos depredadores del fondo marino. Cazaba para alimentarse básicamente y, cuando la situación lo requería, para defender el que era su territorio. Sin embargo, el dragón tenía razón y era momento de alzarse y luchar por los suyos, por los pocos que quedaban como ellos y por la memoria de los que ya les habían dejado. Era tiempo de sangre y venganza, de recordarles a los humanos que el planeta no era suyo y que debían cuidarlo, junto a todos los seres que en éste habitaban.
-Debemos intentar localizar a los que quedan porque, aunque seamos pocos, deben saber que no están solos. Juntos seremos más fuertes y poderosos. Juntos podremos hacernos escuchar de otro modo.- Porque todos los seres sobre la faz de la Tierra debían ser conocedores de la verdad y defender a sus familias, su raza entera, su mundo. -Vayamos, partamos de inmediato, pues ya hemos esperado bastante. Ya hemos permanecido demasiado tiempo encerrados y ocultos por miedo a ser exterminados. Es hora de demostrarle al mundo de lo que somos capaces- Se escuchó una especie de chasquido y millones de gotas microscópicas salieron despedidas desde la cecaelia hacia fuera. Su pequeña esfera se había roto, ella la había hecho estallar para poder partir con mayor comodidad. Pues viendo como aquel par habían llegado, querrían también irse volando y ella eso no podía hacerlo, así que debería montar sobre el dragón y con la burbuja no podría hacerlo.
La cecaelia no era un ser agresivo por naturaleza, era más bien tímido, aunque su gran tamaño y fuerza le convertía en uno de los más temidos depredadores del fondo marino. Cazaba para alimentarse básicamente y, cuando la situación lo requería, para defender el que era su territorio. Sin embargo, el dragón tenía razón y era momento de alzarse y luchar por los suyos, por los pocos que quedaban como ellos y por la memoria de los que ya les habían dejado. Era tiempo de sangre y venganza, de recordarles a los humanos que el planeta no era suyo y que debían cuidarlo, junto a todos los seres que en éste habitaban.
-Debemos intentar localizar a los que quedan porque, aunque seamos pocos, deben saber que no están solos. Juntos seremos más fuertes y poderosos. Juntos podremos hacernos escuchar de otro modo.- Porque todos los seres sobre la faz de la Tierra debían ser conocedores de la verdad y defender a sus familias, su raza entera, su mundo. -Vayamos, partamos de inmediato, pues ya hemos esperado bastante. Ya hemos permanecido demasiado tiempo encerrados y ocultos por miedo a ser exterminados. Es hora de demostrarle al mundo de lo que somos capaces- Se escuchó una especie de chasquido y millones de gotas microscópicas salieron despedidas desde la cecaelia hacia fuera. Su pequeña esfera se había roto, ella la había hecho estallar para poder partir con mayor comodidad. Pues viendo como aquel par habían llegado, querrían también irse volando y ella eso no podía hacerlo, así que debería montar sobre el dragón y con la burbuja no podría hacerlo.
Ondine Bay- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 30/08/2018
Re: Extintion // Año 1267 en una realidad paralela // Privado - Neo y Ondine
Tras la breve presentación y el dejar claro que todos buscaban lo mismo, de un modo o de otro, la gárgola desplegó sus alas y en cuanto la pelirroja se subió sobre el lomo del dragón, juntos emprendieron el vuelo hacia su nuevo destino. Ahora ya estaban los tres, aquellos que la visión de la bruja había vaticinado que vengarían la muerte de los suyos y restablecerían el orden en el mundo. Ellos eran los encargados de sanar al planeta de aquella enfermedad que lo atacaba y consumía a pasos agigantados: La humanidad. Así que, como bien había dicho Neo, en sus formas humanoides se mezclarían entre los portadores del virus y juntos darían con el modo de devolverle a la Tierra su libertad y a los suyos una nueva oportunidad para la vida.
Lo más lógico era acudir a una gran ciudad, a aquella con más habitantes. Por un lado, sería más sencillo entremezclarse, pasar desapercibidos y, por otro, sería el lugar perfecto para encontrar a alguien poderoso e influyente cuya caída hiciera un efecto cadena que terminara por destruir a una humanidad decadente. Así pues, se dirigieron hacia la capital del reino, pero, obviamente, no podían descender allí como si nada, porque todos les verían. Debían llegar a pie o a caballo como hacían los humanos y aterrizar a una distancia prudencial, a poder ser en los bosques.
Descendieron al localizar una zona verde y espesa, un terreno aún sin destruir por el hombre. Los árboles se veían aún sanos y el río no había sido cortado por ninguna presa y eso le permitía nutrir a la vegetación de agua suficiente como para seguir floreciendo cada primavera.
Las alas de piedra de Pana se replegaron y fueron ocultando en su espalda, al tiempo en que su piel abandonaba la marmoreidad para volverse cálida al tacto y sonrosada. Observó a su lado, a la pelirroja desmontando y al antiguo rey recobrando su forma más pequeña, pero no por ello menos poderosa. Cualquiera que se enfrentara a él sabría que a pesar de su aspecto, seguía siendo exageradamente fuerte y aún mantenía el dominio sobre el fuego, el cual era capaz de expulsar a su antojo cuando le fuera necesario. No en vano su raza había sido la que primero se encargó de diezmar la humanidad por miedo a las represalias si éstos reaccionaban a tiempo. Un solo dragón era capaz de aniquilar ciudades enteras con sólo sobrevolarlas y escupir sobre ellas su aliento de volcán. -¿Y cuál es el plan ahora?- Quiso saber la gárgola.
Lo más lógico era acudir a una gran ciudad, a aquella con más habitantes. Por un lado, sería más sencillo entremezclarse, pasar desapercibidos y, por otro, sería el lugar perfecto para encontrar a alguien poderoso e influyente cuya caída hiciera un efecto cadena que terminara por destruir a una humanidad decadente. Así pues, se dirigieron hacia la capital del reino, pero, obviamente, no podían descender allí como si nada, porque todos les verían. Debían llegar a pie o a caballo como hacían los humanos y aterrizar a una distancia prudencial, a poder ser en los bosques.
Descendieron al localizar una zona verde y espesa, un terreno aún sin destruir por el hombre. Los árboles se veían aún sanos y el río no había sido cortado por ninguna presa y eso le permitía nutrir a la vegetación de agua suficiente como para seguir floreciendo cada primavera.
Las alas de piedra de Pana se replegaron y fueron ocultando en su espalda, al tiempo en que su piel abandonaba la marmoreidad para volverse cálida al tacto y sonrosada. Observó a su lado, a la pelirroja desmontando y al antiguo rey recobrando su forma más pequeña, pero no por ello menos poderosa. Cualquiera que se enfrentara a él sabría que a pesar de su aspecto, seguía siendo exageradamente fuerte y aún mantenía el dominio sobre el fuego, el cual era capaz de expulsar a su antojo cuando le fuera necesario. No en vano su raza había sido la que primero se encargó de diezmar la humanidad por miedo a las represalias si éstos reaccionaban a tiempo. Un solo dragón era capaz de aniquilar ciudades enteras con sólo sobrevolarlas y escupir sobre ellas su aliento de volcán. -¿Y cuál es el plan ahora?- Quiso saber la gárgola.
Oana- Realeza Francesa
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Fecha de inscripción : 26/04/2018
Re: Extintion // Año 1267 en una realidad paralela // Privado - Neo y Ondine
Volamos surcando en libertad aquel cielo que una vez perteneció a mi raza, mi encierro había supuesto el fin de muchas cosas y la hegemonía de esas ratas.
Sentía sobre mi piel los muslos desnudos de la pelirroja y como la gárgola me sobrevolaba rauda contemplando mi magnánimo poder.
No podíamos aterrizar en la ciudad sin llamar la atención de esa gentuza, así que aterrizamos en una zona boscosa.
Allí recuperamos nuestra forma humana y también nuestra desnudez, ,mis ojos se deslizaron por los cuerpos de sendas mujeres.
-Tendremos que copular, no nos reproduciremos solo batallando contra la humanidad -sentencié con el poder que me otorgaba mi posición frente al de ellas dos.
Ambas me contemplaron en silencio, bien sabía las señoritas que no me faltaba razón, pero ahora lo importante era llegar a la ciudad, buscar alojamiento e información sobre todo aquello que había sucedido en esta época de ausencias.
Robamos prendas de ropa típicas de la época en una granja de las afueras, colgaban de un hilo unas faldas y corpiños y unos pantalones algo roídos así como una camisola blanca
nada que ver con las ropas que un día ostentamos yo y mis compañeras, pero de momento nos servirían.
Así llegamos a la ciudad, buscamos una pensión en la que alejarnos, una habitación para los tres y por suerte los ancianos dueños de aquel edificio aceptaron que a cambio de hacerles algunos arreglos no tuviéramos que pagar ni pensión, ni alojamiento
Al parecer las monedas eran importantes para vivir en este nuevo mundo, atrás quedó el trueque o el intercambio de oro y piedras preciosas.
Una vez en el habitáculo contemplé a sendas mujeres.
-Bibliotecas, allí encontraremos libros, necesitamos información. Necesitamos descubrir si quedan mas de los nuestros camuflados entre la barbarie y necesitamos saber donde golpear para someterlos.
Sentía sobre mi piel los muslos desnudos de la pelirroja y como la gárgola me sobrevolaba rauda contemplando mi magnánimo poder.
No podíamos aterrizar en la ciudad sin llamar la atención de esa gentuza, así que aterrizamos en una zona boscosa.
Allí recuperamos nuestra forma humana y también nuestra desnudez, ,mis ojos se deslizaron por los cuerpos de sendas mujeres.
-Tendremos que copular, no nos reproduciremos solo batallando contra la humanidad -sentencié con el poder que me otorgaba mi posición frente al de ellas dos.
Ambas me contemplaron en silencio, bien sabía las señoritas que no me faltaba razón, pero ahora lo importante era llegar a la ciudad, buscar alojamiento e información sobre todo aquello que había sucedido en esta época de ausencias.
Robamos prendas de ropa típicas de la época en una granja de las afueras, colgaban de un hilo unas faldas y corpiños y unos pantalones algo roídos así como una camisola blanca
nada que ver con las ropas que un día ostentamos yo y mis compañeras, pero de momento nos servirían.
Así llegamos a la ciudad, buscamos una pensión en la que alejarnos, una habitación para los tres y por suerte los ancianos dueños de aquel edificio aceptaron que a cambio de hacerles algunos arreglos no tuviéramos que pagar ni pensión, ni alojamiento
Al parecer las monedas eran importantes para vivir en este nuevo mundo, atrás quedó el trueque o el intercambio de oro y piedras preciosas.
Una vez en el habitáculo contemplé a sendas mujeres.
-Bibliotecas, allí encontraremos libros, necesitamos información. Necesitamos descubrir si quedan mas de los nuestros camuflados entre la barbarie y necesitamos saber donde golpear para someterlos.
Anshar Knight- Cambiante Clase Alta
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