Inmersa en una realidad paralela (Marko Santini)

por **Yulianna Fiódorovna** Jue Ago 25, 2011 1:05 pm

18:00. Un hermoso atardecer.

Yulianna estaba en su lugar favorito de la ciudad. No se trataba de la Torre Eiffel, tampoco de un tranquilo Café de media tarde, ni de un parque lleno de palomas. No. No era ninguno de aquellos lugares, y por extraño que parezca, si. Era la biblioteca. Aquel lugar donde uno se siente pequeño entre todos esos libros.

A pesar de tener una gran colección de obras de arte, Yulianna de vez en cuando iba por ese lugar, es decir, todas las semanas. Le encantaba leer, pensar, soñar, imaginar... Aquella tarde no sabía que hacer. Miró su reloj, eran las 16.00, no sabía que hacer, y ahora llevaba una hora allí. Sentada en la butaca de color beige que siempre la esperaba. Y estaba leyendo un clásico. Era de un autor Ruso; de su país natal. Y ella no sabía muy bie por qué, pero seguramente fuera porque añoraba aquel lugar, pero siempre escogía libros de esos autores. Eso no significaba que no le gustase más lectura que aquella, ni muchísimo menos, pero en aquel lugar, entre la tranquilidad le gustaba recordar. Aquella era una novela de amor "Tú, mi ángel". El autor se basaba en un amor imposible que se disputaba entre la pasión de los momentos fugaces, o una relación seria. Ella no podía más, él la dejaba ir, pero 25 años después el reencuentro había sido tan apasionado como la primera vez. 225 hojas. Lo había acabado. Se levantó para posarlo en su sitio. Se subió en un pequeño taburete, y entonces logró colocarlo. Seguramente, semanas después volvería a leerlo, pues era un libro de esos que no se olvidan.

Bajó de allí, no quería lastimarse, y cualquiera podría pasar y lastimarla. Cuando posó los pies en el suelo de nuevo y colocó el hermoso vestido entallado de color rojo esmeralda que aquel día vestía, decidió ir en busca de otra presa. Caminó decidida, pocos metros más allá del gran estante de roble. Aquel día Yulianna estaba radiante. Su mirada clara relucía, y su sonrisa era más sincera de lo normal.

Entonces encontró lo que buscaba. El libro era de tapa dura, y oscura. Se entontraba entre otros tantos colocado en una fila. Autor francés, pudo comprobar. Fue a cogerlo, pero entonces... no pudo, pues alguien desde el otro lado de la estantería lo había cogido. De manera cortés, Yulianna soltó el libro, para que la persona de al lado pudiera cogerlo. Y fue en ese preciso momento cuando Yulianna vio los ojos celestes grisáceos del hombre que tenía en frente, es decir, del otro lado de la estantería. Y entonces se quedó sin palabras. Estaba inmersa en una realidad paralela.

por **Marko Tartani** Jue Ago 25, 2011 2:21 pm

“El silencio es tu aliado cuando las cosas parecen salir mal… El silencio es nuestro amigo cuando el odio habita en el corazón… El silencio es como el cantico del alma que te devuelve la vida cuando menos lo esperas” El silencio mi querida Eris es un arma de doble filo, como ayuda por un lado por el otro solo te causa soledad… “¿Y aquellas palabras vienen de alguien que prefiere vivir en la soledad de su casa?” Yo hice mi elección vivir en soledad es algo que me agrada, aunque tu mejor que nadie sabe qué compañía nunca me ha faltado. “¿Le dices compañía a las ofrecidas de las cortesanas? O quizás a los depravados de los vampiros… a no me equivoco… yo soy tu única compañía Marko, quizás no física, pero siempre estoy rondando por tu cabeza”. Las palabras de Eris en el interior del brujo resonaron como cual eco se escucha en una habitación donde no hay nada más que las paredes a su alrededor.

El tiempo había corrido rápido y aun no encontraba lo que necesitaba, aquellos textos antiguos sobre las artes ocultas, el brujo se había pasado el día inspeccionando cada estantería en busca de aquel autor francés que había escrito sobre la reencarnación, sobre las vidas pasadas; aquel libro que prohibido estaba fuentes cercanas a él, le habían comentado que en aquella biblioteca lo encontraría. Un francés que con palabras bonitas había dejado guardado los más oscuros secretos de las brujas de Salem que quemadas en las hogueras maldijeron a sus atacantes, definitivamente el brujo necesitaba saber que había pasado ahí, Eris le había contado que ella poseyó a una de aquellas brujas, y como buen oyente las palabras de ella habían alimentado la curiosidad. El saber era algo gratis para quien sabe cómo buscar lo que necesitaba.

“Cuando alimento tu curiosidad es cuando más puedo ver de lo capaz que eres para encontrar respuestas que ni yo misma he sabido.” Sabes que leer siempre me ha gustado, desde niño oculte mis sentimientos en las lecturas, tu misma sabes que leer es solo un pasatiempo que sobrevalorado esta. “Lo sé, pero… ¿no te basta con tener una gran colección en tu casa que ahora tienes que venir a una biblioteca pública?” No seas así, que en este lugar encontrare lo que necesito. Y así fue, vio el libro de tapa dura a una altura razonable, extendió su brazo derecho para llegar a él, estaba trancado así que jalo con un poco más de fuerzas, no lo vio venir pero aquel libro estaba siendo tomado también por otra persona una mujer a la cual solo le vio los ojos y parte de la cabellera, celestes igual que él; sin más alzo una ceja y tomo prisionero el libro que andaba buscando. En ese momento se encontraba en una encrucijada, no sabía que decir o que hacer – Disculpadme Madeimoselle – Su voz sonó con aquel típico acento Italiano que tanto le gustaba ocupar para ocasiones donde quería salir victorioso. Aquella disculpa iba con una mezcla entre culpa y posesión, claro según podía ver en los ojos ajenos una historia de amor de aquello podría tratarse pero salvo que ella fuera bruja, que suponía que no lo era, no era relevante que ella se quedara con aquel libro. Egoísta estaba siendo más era una parte de él que necesitaba ese libro – ¿Lo necesita? – pregunto cómo cual niño se preocupa por las necesidades del otro.

“¿Desde cuando te quedas parado como estatua?” Desde que empecé a entender que en la vida no se está solo, en cada esquina uno se encuentra con alguien y por muy inmerso que yo me encuentre en soledad siempre hay alguien detrás. El brujo hablo suavemente a su voz interior, nadie más que ella podía escucharlo ya que su comunicación era a través de pensamientos…

por **Yulianna Fiódorovna** Jue Ago 25, 2011 3:38 pm

Yulianna volvió a la vida real. Aquel joven de cabellera rubia la miraba. Ambos lo hacían. Allí, entre libros. En aquel lugar que tanto le encantaba. Cuando notó que había regresado de esa "parálisis", quiso reaccionar de manera correcta. Entonces él habló. Era Italiano. Recordó su último viaje a ese país. Intenso. Inolvidable. Le encantaría volver. De nuevo sumergida en un mar de pensamientos, pero aquel muchacho esperaba una respuesta, un saludo... Y ella se lo dio.

-No... no se preocupe. Todo suyo. -Por un momento pensó que tal vez podría buscar otro libro, pues al fin y al cabo no lo necesitaba, pero sí que se había encaprichado con él. Había sido como un flechazo. O... ¿sentiría eso por la persona del otro lado? "¡Qué tontería"!. Se intentó convencer a sí misma de que ver esos ojos, esa intensa mirada no causaría nada en ella. Pero no era así. Aún continuaba inmersa en esos ojos claros. Sin duda eran el punto débil de ella.

Observó ahora más disimuladamente a aquel joven. Parecía ... ¿pensativo? No podría explicarlo, pero eso en aquel momento daba igual.

-Disculpe. -Dijo con una sonrisa de medio lado. Pero en el preciso momento en el que dejó de sonreir se arrepintió de no haberle dicho su nombre. Ahora ya era tarde, ¿o no? Sí, pues... ¿cómo presentarte a un completo desconocido? Solo habían coincidido en un libro... pero deseaba volver a escuchar esa melodiosa voz. Pero era tarde.

Suspiró y se giró. Debía buscar otro libro.

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