Pelear es de Valientes, huir de inteligentes (libre)

Su cuerpo se venció sobre el colchón cuando acabé de curar su pierna, esta gemía cansada, febril mientras hablaba conmigo o con quien fuera sobre la veracidad de mi promesa.
Hice a un lado la botella de alcohol, suficiente, no me importaba que sufriera, mi parte estaba hecha, su herida no supuraba mas pus lo que implicaba que se curaría, así ambos quedábamos en paz, a la próxima vez que nos viéramos, nos mataríamos, pero Hoy me serviría para hacer un intercambio justo.

Iba a marcharme cuando su diestra enganchó mi muñeca, mis ojos se elevaron para perderse en sus pardos.
-He de irme, he cumplido mi parte, tu hermano no tardará en oler tu sangre y aparecer aquí para salvarte -alegué con una ladeada sonrisa.
No sabía que había entre los dos pero algo mas que fraternidad, eso podía percibirlo en el anterior encuentro entre los gemelos, claro que en esa ocasión robaban mi barco.

Mantuvo el agarre unos instantes, mis ámbar centellearon en un amarillo radioactivo, ladeé la sonrisa dando un tirón para zafarme casi a la vez que la hechicera se desplomaba sobre la madera rota por el dolor.
Recogí los útiles, me aseguré de cambiar el vendaje y tras sentir que su fiebre bajaba desaparecí, Como el lobo que era, aunque la aceché, no quería que me la jugaran.

Como imaginaba no tardó mucho el brujo en aparecer en escena, el maldito que me robo el barco era quien se adentró en aquel antro preocupado. Minutos después salía con Siria entre sus brazos mientras ella se agarraba con fuerza de su cuello como si fuera su único salvavidas que tenía.
Aquello olía a desastre, uno digno de las novelas de shakespeare y así, sabiéndola a salvo, cumpliendo mi parte del trato desaparecí de nuevo esta vez rumbo a puerto, su hermana por mi navío, me gustaba cuando los planes salían bien, ahora solo necesitaba algo de tripulacion que meter en él.

El tiempo que había transcurrido desde que huyó de la zona inspeccionada por los títeres de Randulf, era un recuerdo vivo en su mente, constante que le atormentaba. Y menos aún recordaba, cuando comió por última vez, bebió un poco de agua de un riachuelo a su paso y siguió la marcha, el tiempo apremiaba y las alimañas, la acechaban entre las sombras esperando el momento perfecto para capturarla, ofrecerla al Rey loco para que tomase la decisión de qué hacer con ella, la traición se pagaba con la muerte pero antes la tortura estaba más que asegurada.

Bajo una capucha marrón, los pasos de la licantropa se perdieron por el puerto hasta encontrar su salvación: un navío que transportaba al norte un sinfín de menesteres, entre ellas, pieles, telas y productos que sólo algún nuevo rico o miembro de la clase alta del norte exigía para saciar sus caprichos. Fue fácil escabullirse, la tripulación dormía, si no había contado mal eran pocos, los suficientes para pasar desapercibida. Y fue así como polizón, pasó varios días escondida hasta que divisaron tierra.

Durante el viaje, pensó en su situación actual. El hecho de haber huido le llevó a un estado de decepción consigo misma, Brynja no solía rendirse y correr como una cobarde pero los acontecimientos y hechos le llevaron a tomar ciertos caminos y tomar decisiones por su propia seguridad. Cobarde y rota, ¿en quién se había convertido? La ira le cegó, en vez de saciar su sed de venganza lo único que obtuvo a cambio fue odio por la persona que amaba, traicionar y romper la promesa que le hizo al guerrero de protegerle, ser su escudo pasase lo que pasase pero no pudo evitar sucumbir al lado oscuro en donde mucho le ofrecieron y perdió aún más.

Sigilosa tal como entró en el navío, salió antes de que fuese descubierta. Su destino fue París, el lugar donde él se perdería para siempre. Desconocía si seguía aquí o no, el corazón permanece donde el correspondido late al mismo son, en su caso, en completa soledad. Perdió más de lo que creyó algún día, a gran parte de su manada, la confianza y la lealtad de los que quedaban vivos, ¿cómo volver a ser quien fue? No descansaría hasta volver a ser aquella a la que seguían y admiraban, costase lo que costase.

Unos niños rondaban por el lugar esperando alguna limosna o en su defecto, elegir al rival más débil y robar lo que tuviese en los bolsillos. No pasó desapercibido como uno de ellos se acercaba a un hombre alegando que por favor le ayudase, otro ya se encontraba metiendo descaradamente las manos en los bolsillos, esperando su botín. La lican, se acercó despacio, tendría tiempo de sobra para pillar a ese mocoso, tras la espalda del desconocido, los ojos ambarinos de la loba centellearon al mirar fijamente al niño que pedía y seguidamente, cogió de la ropa al otro, alzándolo un tanto.

-Pillado. ¿Te piensas mocoso que puedes robar a cualquiera? Estáis locos, largo de aquí -lo soltó, la mirada de la mujer los asustó por lo que salieron disparados, el hombre podía haberse dado cuenta de las intenciones pero actuó sin pensar -El truco del “me tropiezo y mientras me disculpo te robo” es toda una hazaña. -sonrió bajo su capucha, alzando la mirada al navío que él parecía centrar la atención del viajero -Y mejor que estar laméntandose prefiero una copa, que sean dos y algo de comer…¡le he salvado! Aunque podía haberlo hecho solo -la sonrisa no desapareció, con suerte se llevaba algo de comer a la boca, allí no podría permanecer por mucho tiempo , la buscarían, estaba segura de ello.

Admiraba la perla negra, mi enorme y rápido navío que como la mas fiel de las furcias volvía a mis brazos cuando una panda de mocosos irrumpió en el puerto con sus gilipolleces de niños, de llevar una botella vacía se la hubiera abierto en la cabeza a uno de ellos, me recordaban a los insolentes niños Cannif, ruidosos y chillones siempre haciendo preguntas sin entender lo jodido que era estar de resaca.

Lo único bueno de esto es que apareció una morena encapuchada para evitar que esos mequetrefes me robaran, la situación era sin duda divertida pues mientras la loba los espantaba yo le había sustraído del cinto una bolsa de monedas que ahora unía como quien no quería la cosa a las miás.
Era un pirata ¿que esperaba de mi?

Cuando la chica me invitó a unas jarras en la taberna no sabía seguramente hasta que punto eran ciertas sus palabras.
-No te preocupes, dejame agradecerte que me hayas salvado de las hábiles manos de los ladrones terrestres.
Llevé mi garfio hacia ella como saludo para que lo cogiera -aquí el capitán Hook, el terror de los mares -me presenté con una gran reverencia que ni en la corte para que me identificara con facilidad aunque por su cara algo me decía que no tenía ni puta idea de lo que estaba hablando, así que pasé a otra cosa con un gesto de mano porque ya el tema no me resultaba tan interesante como si me hubiera alabado.

Acabamos en la taberna, allí tras ser servidos con unos vasos y una botella de ron la chica insistió en pagar, fue en busca de su bolsita y “¡ohhhhh, sorpresa, no estaba!!”
-¿Como puedes ser? -me pregunté haciendo el mejor teatro de mi vida mientras vaciaba los vasos con fluidez -esos pequeños bribones, los ensartaré con mi garfio si los pillo. Ahora no te preocupes, seré un caballero y pagaré -ensanché la sonrisa mirando de paso las tetas de la posadera rubia, ahí podía apoyar mi vaso sin miedo a que se volcara.

“At jeg var født til å prøve
Jeg har lært å elske
Være forståelse
Og tro på livet
Men du må ta valg
Være feil eller høyre
Noen ganger må du ofre de tingene du liker”

Spoiler:

Alejada a la idea de haber sido robada por nada más y nada menos que a quién había ido a “socorrer”, se alejó junto al capitán hacia la taberna más próxima. Los niños siempre le habían gustado y transmitido ternura pero esos maleducados y sinvergüenzas cuanto más lejos, mejor. Dio un trago a su bebida, oculta aún bajo su capucha, toda precaución era poca. No temía, de peores había salido y fiarse de alguien lo veía complicado, necesitaba salir lo antes posible y alejarse de su tierra amada y querida, volver con fuerzas renovadas.

-Cierto, cómo puede ser… -murmuró no muy confiada, estaba segura de que la bolsa de cuero pendía de su cintura en el encuentro con los mocosos por lo que no tenía que andar muy cerca. Lo observó con recelo, aprovechando que estaba distraído para pasear la mirada por cada rincón de su atuendo y buscar cualquier bulto sospechoso, en este caso sus monedas, interesada en ese hombre despreocupado…prefería el barco que poseía. -Cómo habrá podido ser…-repitió, dejando la jarra en la mesa y apoyando ambas manos en la mesa de madera, su mano buscó por los bolsillos de su ropa aunque él se negase o la apartase, le bastó un par de palmadas para ver que en el interior de su bolsillo delantero se hallaba su bolsa de monedas.

-Pues suena como mi saco ¿se me habrá caído dentro de tu ropa? Que yo sepa no hemos intercambiado tantas confianzas y Odín me libre, el pago ya está saldado y de paso, mi billete como pasajera, qué menos por haberme robado -lo escrutó con la mirada, estaba claro que si se negaba buscaría con más ahínco su bolsa de monedas y  se las echaría por encima de su cabeza -Me da igual el destino, ¿cuándo partimos? -insistió, dando un largo a su copa -He tratado con rufianes de toda índole, buen intento Capitán -sonrió convencida de que acababa de pagar su billete , a la libertad y conseguir su propósito.

Pidió a la tabernera dos jarras más, entornando los ojos cuando la vista se le iba a sus casi desnudos y considerables pechos, cuando un hombre pensaba con lo de ahí abajo era mucho más fácil tratar con él.

-Me niego a que uses mi dinero para pagar ciertas cosas, ¿aceptas? el trato sería justo, formo parte de tu tripulación hasta que lleguemos a puerto, me encargaré de las tareas del navío seas cuales sean a cambio de que me lleves, es simple -era su oportunidad, podría volver a intentarlo, le costaba horrores de abandonar su Norte, perderse en las aguas... alejarse de la tierra que ama más que a sí misma y había traicionado. ya era hora de dejar de lamentarse, reparar y volver a brillar con luz propia, no iba a permitir un no como respuesta.