Yara Argent

Yara es una chica "problemática" a pesar de su apariencia tranquila y dulce. Tiene tendencia a meterse en líos casi sin querer, en ocasiones a desobedecer las órdenes impuestas o seguirlas pero a regañadientes. Es espabilada y ha aprendido a sacar la mayor ventaja de una situación en la que esté desfavorecida, como resultado de una vida de superación casi en solitario. Es muy leal con quien le obsequia con lo mismo, tozuda, pero no inflexible, por encima de todo está la propia supervivencia y si ha de cambiar de opinión respecto a algo para salir adelante no tiene inconveniente en hacerlo.

Fiel a sus amigos, confiada con aquellos pocos que la han apoyado en un mundo algo hostil, desconfiada con los extraños y sobre todo con aquellos que ostentan una clase social más alta.




Historia

Yara es solo Yara. Su apellido lo desconoce de momento, no sabe que forma parte de un antiguo clan de cazadores e inquisidores renombrados, los Argent. Esta gran familia de mucha reputación y clase, también tiene múltiples secretos y Yara es uno de ellos. Una mancha en el expediente de uno de sus inquisidores consagrados a la Iglesia, un error de cálculo que jamás debería haber sucedido y que se afanaron en tapar cuando nació. Hija del inquisidor y una desconocida mujer, Yara llegó al mundo sin que nadie la desease, aunque quién es su madre, es un misterio, sólo en los sótanos de la Inquisición se halla la respuesta a esa pregunta.

Los secretos de familia se quedan en la familia, y a veces ni siquiera todos los miembros están al tanto. Iban a mandarla con Bastien, que no tenía inconveniente en adoptar críos como Connor o Lys, pero las cosas se precipitaron y Yara terminó siendo personal del servicio de una familia cercana a los Argent, los Marceau, también inquisidores y gente afín a la causa de aniquilar a los sobrenaturales.

La familia tenía varios hijos e hijas, algunos entrarían al servicio de la Santa Iglesia, otros se dedicarían a los negocios familiares o a casarse y emparentar con familias pudientes, y Yara se crió como "amiga" para hacer compañía a las hijas menores del matrimonio. recibió educación, no tan exclusiva como la de las señoritas, pero al menos aprendió a leer, escribir y algo de historia y matemáticas. Conforme fue creciendo, ocupó el pusto de dama de compañía de una de ellas, Lorelien, atendiendo a todas horas sus necesidades y caprichos, acompañándola a todas partes cuando entraba y salía de la mansión, incluso a las fiestas donde debía cazar un marido importante, ese era el cometido de la joven noble. Las criadas se quedaban en discreto segundo plano, pero Yara observaba la pompa y el derroche y se preguntaba cómo podía estar el mundo tan mal repartido.

No sabía nada de su origen, sólo le dijeron que la dejaron en la puerta en un capazo, y eso es lo que ha creído toda su vida, una historia por desgracia muy frecuente en la sociedad parisina. No podía quejarse, no trabajaba en las faenas más arduas, compartía el cuarto sólo con Amelie, una ayudante de cocina, y tenía alguna tarde libre.

El servicio era muy chismoso y en aquel pequeño mundillo bajo las cocinas se urdían complots y caídas para desbancar a un mayordomo o a una ama de llaves, se propiciaban los rumores y se comerciaba con la información si alguno de los señoritos o señoritas se liaba con alguien del servicio. Era bastante odioso, y Yara tenía que estar siempre alerta porque un mal reporte a sus señores, una calumnia, y podría estar en la calle.

Le costaba acatar las órdenes, y más si éstas venían por parte de algunos superiores del servicio que le parecían puro veneno, pero tenía que lidiar con eso a diario.