Shadows in a suit -Libre-

por **Azrael** Mar Oct 09, 2018 6:23 pm

Una persona que se envuelve entre sombras en un lugar en el que las sombras nacen y desembocan en la oscuridad de la noche, suele quedarse siempre en paz, como si estuviera en su hogar de toda la vida, pero la vida por la que pasa por una persona ya esta sea inmortal o mortal siempre en algún momento llega la sensación de que una pesada carga yace sobre sus hombros y que en algún momento, siempre se tiene ganas de querer deshacerse de esa pesada carga que ha acarreado durante toda la vida.

Azrael pertenecía a una Hermandad de vampiros que tenían por una ética muy estricta y era que estos en lugar de alimentarse de humanos, se alimentaban entre sí, se alimentan para poder mantener la pureza de sangre y aunque no sea su horario, siguen a la de un licántropo, cazan humanos moribundos que nadie echa en falta para poder al menos subsistir con su dieta de sangre humana, pero por el resto de los días del mes, no tocaban ni una gota de ningún ser humano.

Esa noche sin ir mucho más lejos, Azrael descansaba sobre una tumba sin nombre, alimentando sus negros pensamientos con más negros pensamientos, pensando en que desperdicio que Agnes se haya encaprichado de un mísero humano, que pena que en toda su vida le haya interesado poco el tema del amor cuando él solamente lo usa como excusa para echar una cana al aire con alguna prostituta que desea salir de las penas de la prostitución. Esa noche, sus sentidos estaban en calma hasta que empezó a escuchar cánticos procedentes de una capilla. Con la curiosidad a flor de piel, sus pies se encaminaron para encontrarse con lo que era un entierro, múltiples personas se amontonaban a altas horas de la noche alrededor de un cadáver envuelto en una tumba de buena madera, una corona más grande que su propio ego y presentes llorando de manera hipócrita sobre los remaches de madera del ataúd.

Azrael que estaba ajeno a lo que estaba pasando, pudo asustar a una niña pequeña que se había girado para verlo, le había mostrado sus peligrosos colmillos y la niña corrió hacia los brazos de su madre, pero fue un completo error. Aquel funeral no era otro que de algún inquisidor y reconoció al grupo de inquisidores cuando este se cercioró de que el mismo ataúd decía el nombre del tipo y su antigua profesión. Inmediatamente, Azrael, como oveja asustadiza sus pasos se movieron rápidos sobre el suelo de piedra de aquel lugar y se fue hacia otra parte del cementerio, buscando que nadie le cortara la cabeza en ese mismo momento. Maldita sea. Había asustado a la niña o a una futura inquisidora o…ya sabía lo que tenía que hacer. Tenía que matar al infante ahora mismo pero lo mismo ese grupo de inquisidores se lanzarían sobre él mientras que él era uno solo contra muchos.

Mejor era la escapada como un auténtico cobarde.

¡Maldita sea!

por Deirdre** Vie Nov 02, 2018 10:20 am

La mayoría de las noches, me perdía en el lugar más seguro que creía en la ciudad de París: el cementero de Mortmatre. Desde que pisé ese lugar, no dejé de visitarlo en cuanto me fuese posible y el trabajo no me lo impedía, si Camille supiese que en vez de dormir… me escapaba para volver a aquel sitio, no podría olvidarlo aunque quisiera. Allí descubrí la falta que me hacía esas compañías ausentes y (sin parecer que me volví completamente loca) me acompañaban hasta el amanecer.

Bajo la capucha oscura, perdí la mirada en un grupo de personas quiénes daban su último adiós a un ser querido, no me atreví a acercarme demasiado, sólo observé desde una distancia prudencial. Un grito me sobrecogió, el de una niña ¡¿por qué motivo ese grito tan desgarrador?! Un fantasma, la imaginación que a veces nos jugaba una mala pasada o realmente vio algo que le resultó escalofriante y ese algo no tardó en abandonar el lugar como si fuese humo.

Lo seguí con la mirada, la sombra se movía ágil y muy rápido pero pude conseguir llevar el ritmo suficiente para conocer su paradero, se detuvo de golpe e hice lo mismo sin ser consciente de que apoyé la mano en una de esas lápidas de mármol donde aún no se encontraba nadie y fue tal el movimiento que se cayó al suelo, partiéndola en miles de pedazos. Ahogué un grito por mi torpeza, no tendría solución a no ser que saliese corriendo pero ¿Desde cuándo fui así? Jamás, emendaría mi error aunque con ello tuviese que pagarlo durante meses.

No fui consciente de que fui descubierta y al recordarlo , busqué a la sombra con la mirada, parpadeé al ver que había desaparecido ¡si acababa de detenerse! No podía ser, quizás sí que necesitaba dormir pero fue tan real que incluso llegué hasta quedar frente a frente, mi terquedad no me dejaría dormir durante días si al final no lograba alimentar mi curiosidad y tenía tanta gula de meterme en lo que no me llamaban…

Corrí aprisa , buscando entre la oscuridad , casi me tropiezo con ramas secas en el suelo. El llanto se fundía con el aire, hacía viento y el cielo gris oscuro amenazaba con descargar sobre la ciudad, me detuve apoyando la mano en uno de esos ángeles que adornaban las lápidas, busqué el nombre de dicha persona, una mujer joven de mi edad descansaba frente a mis ojos. Su foto la mostraba radiante y feliz, como seguro fue en vida, la sonrisa fue contagiada congelándose al instante en el que vi una silueta reflejada en el cristal de dicho retrato.

Al girarme, pude ver no sé si otro ángel hermoso pero no se alejaba mucho de serlo, a mí me pareció el ser más puro que había visto en mi vida, esa fue mi primera impresión. Me mordí el labio inferior esperando a que no fuese otra de mis alucinaciones pero…parecía real. ¿Quién sería el dueño de esa sombra? ¿un ángel quizás?

-Al final no pudo huir, le encontré -bromeé seguido de una risa, ni en los peores momentos podrían borrarla.

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