La mia vita è basata sulla mancanza di te...

por **Tiziano M. Graziani** Sáb Nov 10, 2018 9:24 pm

Es extraño, cuando pienso en cuánto tiempo ha pasado en realidad desde que te perdí, me doy cuenta de que haberme mantenido en este plano, en este mundo, a pesar de tu ausencia, es una maldición en toda regla. Es extraño, y cruel, y confuso, porque, proporcionalmente, he vivido muchísimo más tiempo con tu ausencia sobre mis hombros, que el que hemos compartido juntos. No sé exactamente cuándo ni cómo, pero marcaste mi existencia de una manera imborrable. Me hiciste tu esclavo, me encadenaste a tu propia alma, y me dejaste, por siempre, suspirando detrás de tu sombra, a tus pies. Soñando con tu regazo. No hay día en que no recuerde el brillo de tus ojos, cambiantes, al reflejar el Sol. O el maravilloso sonido de tu risa, emocionada, cuando finalmente descubrías uno de los regalos que te había escondido en la casa tras uno de mis viajes. O la ilusión dibujada en tu expresión cuando supiste que había una vida, nacida de ambos, creciendo en tu interior. ¿Cómo olvidarte, si eras un ángel venido de los cielos, y me mostraste que el mundo podía ser maravilloso y sencillo al mismo tiempo, sin necesidad de otra cosa que no fuera el amor que nos teníamos? Como amarte lo era entonces, echarte de menos es ahora mi único objetivo, misión y característica. Por, y para siempre. Condenado a sufrir el silencio del vacío que dejaste.

Viendo el mundo girar, y los minutos, horas, días, semanas, meses y años, seguir pasando, sin intención alguna de detenerse. Rezando porque tuvieras razón en que la vida es un ciclo, y que al morir regresamos al mundo de otra forma. Y preguntándome si, cuando renazcas de nuevo en esta tierra, seré capaz de sentirlo, y de buscarte, y de reconocerte cuando finalmente te encuentre. De amarte seré capaz siempre, sea cual sea tu forma, pero temo perder la cordura, la sensación de pertenencia, antes de que regreses. ¿Y si nuestro amor no es mutuo? ¿Y si tú no sientes lo mismo? Con tanto anhelo como el que ahora me ocupa, estoy convencido de que te obligaría a amarme, aunque tuviera que usar la fuerza. Y te sujetaría, para nunca soltarte. Porque ya te perdí una vez. No pasaré por una segunda.

Vaticano, 1700

por **Tiziano M. Graziani** Jue Ene 10, 2019 9:15 pm

Las noches de tormenta me llevan irremediablemente a recordar la primera vez que te vi. Cuando apareciste, venida de la nada y sin previo aviso, y descolocaste mi mundo entero con una simple mirada. Sé que te lo dije alguna vez, pero desde el primer momento en que te miré, en que mis ojos coincidieron con los tuyos, supe que el resto de mi vida estaría unido a la tuya. No sentí miedo, ni siquiera un atisbo de duda. Lo supe, con la misma certeza con la que supe que nunca querría a ninguna otra que no fueras tú... Lo que jamás imaginé fue que nuestra eternidad tendría una duración tan corta. Que me serías arrebatada de un modo tan terrible. Y que yo me quedaría estancado aquí, en una cruel realidad en la que ya no existes. En la que no estás conmigo. Mi felicidad, desde el momento en que decidí que te seguiría por siempre, siempre estuvo supeditada a la tuya. Sin ti, ¿qué me queda? Sin ti, ¿qué sentido tiene seguir aquí? Me hace un poco de gracia que nunca me creyeras cuando te decía estas cosas. Si pudieras verme, tú también te reirías. Mis sentimientos por ti eran tan fuertes que ni siquiera la muerte pudo arrancarme de este mundo, y la ironía de todo ello se ha manifestado en una realidad en la que yo estoy, y tú no.

Este mundo desprovisto de color, de sonido, de sensaciones, de emociones. Estoy sin estar, y sin querer estarlo. Quizá sí tenían razón cuando me avisaban de que me habías embrujado. Quizá debí escucharles cuando me dijeron que me traerías dolor, y no únicamente felicidad. Pero, ¿sabes qué? Aún habiendo sabido que nuestro destino estaría manchado con sangre, lágrimas y este dolor interminable, hubiera seguido los mismos pasos, hubiera cometido los mismos errores, y me hubiera enamorado igualmente de ti.

A pesar de que con tu ausencia mi corazón se haya muerto, jamás se lo habría dado a ninguna otra. Fuiste, eres y serás, la que da un significado a la palabra amor. La única. Lloraré tu muerte en mi propia muerte, aunque ya ni siquiera estés para consolarme.

Vaticano, 1700

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