La Mía Vita [Privado Arianne]

por **Gianella Massone** Miér Ene 26, 2011 7:56 pm

Frío. Esa era la palabra que describía mejor el ambiente de aquel día. Gente de bien, con sus abrigos aterciopelados y pintorescos gorros, pasaba en frente de los no favorecidos por la vida, algunos con sonrisas burlonas, otros con pedazos de fina comida cuyas migajas ni siquiera alcanzaban para ilusionar a quienes habían hecho de la calle su hogar y de la noche su mejor amiga.

A la ojiazul le había llamado la atención una mujer de agraciado cabello castaño, que permanecía sentada en una esquina junto con lo que correspondería a su hijo en sus brazos: un infante de cabello rubio ceniza pero que parecía perfectamente castaño por la suciedad que empolvaba su cuerpo. Al lado de ellos un cartón escrito con un francés un tanto defectuoso, quizás por ser extranjeros o quizás por su bajo nivel educacional, o quizás ambos. Adelante, una pequeña cajita con unas cuantas monedas.

Y todos pasaban de ellos descaradamente, sin apiadarse siquiera del hambriento niño que estiraba las manitos cuando alguien se detuvo frente a la desafortunada pareja masticando un dulce típico de la época, para luego retomar su caminata tras escupir dentro de la cajita, en clara señal de desprecio. El individuo se marchó y el niño se desanimó notablemente, comenzando a llorar.

Aquella triste realidad, le producía profunda rabia a Gianella, quien observó aquella penosa situación desde el otro lado de la calle, apoyada en un farol. Su puño izquierdo estaba apretado dentro del bolsillo de su harapiento pantalón y la capucha, por suerte, escondía aquellos ojos que ahora estaban amarillos de ira, reflejando la frustración de no poder hacer mucho, por no decir nada. Soltó un sonoro suspiro y continuó caminando con mueca molesta, queriendo encontrar indirectamente a aquel tipo, escondiendo sus colmillos a toda costa dentro de su rostro. Quería encontrarlo para darle su merecido, pero sabía que no debía hacerlo. La experiencia le decía que no.

por **Arianne C. Wickham** Miér Ene 26, 2011 9:25 pm

Era bastante humillante la forma en la que incluso la naturaleza se burlaba de mí y no solo de mí sino de todos aquellos que éramos pobres. Yo no tenía por qué salir a la calle, no encontraba motivo en especial ni importante pero tampoco podía seguir enclaustrada en el burdel así que me arme de valor para salir a las frías calles de Paris, muy tarde advertí que mi decisión había sido un error, tenía frió hasta por las pestañas pero trataba de no tiritar mientras caminaba por el asfalto. No pude evitar mirar con odio a todos aquellos de clase privilegiada que se paseaban por mi lado abrigados y resguardados del frio, a ellos no les importaba caminar o si una tormenta se desataba, todo estaba asegurado para ellos.

Mi falsa esperanza se fue desvaneciendo como vapor de agua en un día soleado. Si no pensaba la forma de ganar más dinero algún día yo ya no estaría paseando por las calles parisinas, sentí el frío recorrerme de solo pensar en eso pero algo mas había captado mi atención entre la multitud de pieles y vestidos pomposos. Una mujer con un niño en brazos sentados en una esquina que se veía triste de solo verla, me sentí afortunada de no tener que pedir limosna pero al mismo tiempo una tristeza profunda me invadió, yo no me consideraba mala, tal vez mis medios no eran los correctos pero solo eso, en cambio si había gente despreciable que se merecían algo peor que la muerte.

Fruncí el entrecejo cuando vi semejante acto de humillación a la mujer con su hijo. Tuve el reflejo de arcada pero lo contuve mientras seguía con la mirada a la persona que había escupido dentro de la cajita del niño, el cual empezó a llorar de forma tan desenfrenada y amarga que incluso a mí se me hizo devastador. No podía seguir viendo eso. Mis pies actuaron por si mismos echándose a andar rápidamente desviando la mirada de aquella escena que me había puesto los pelos de puntas. Mire el piso mientras me repetía internamente que nadie nunca me haría lo que les hicieron a ellos, yo tenía mucho que ofrecerle al mundo y jamás permitiría que algo así me pasara. Mientras yo seguía evitando aquella imagen mental mis manos se posaron en los hombros de una chica-Disculpa-dije evitando con las manos que chocáramos. Necesitaba salir de ahí y necesitaba hacerlo ya.

por **Gianella Massone** Miér Ene 26, 2011 10:06 pm

Su corazón ardía de impotencia, su mente maquinaba todo tipo de muertes crueles en donde la sangre saltando del cuerpo era lo más suave que imaginaba, y su alma animal deseaba por todos los medios hacer algo al respecto. Sin embargo, su cuerpo dejó de moverse. Y no por iniciativa propia, sino que porque un par de manos se posaron en sus altos hombros. Manos femeninas, suaves y delicadas, seguidas de una voz de similares características hicieron que la loba mirase por unos segundos los ojos de quien le había detenido. No le preocupó que los suyos estuvieran de color amarillo con la pupila algo rasgada, tampoco le importó que al hablarle se vieran su par de colmillos. Era una simple humana, y al parecer una de las que se ganaba la vida de maneras un tanto inmorales pero muy gratificantes para el género masculino. - Permiso... - respondió secamente, como un leve gruñido. Sin esperar respuesta de la mujer se hizo a un lado y continuó su caminata, doblando por una calle y metiéndose a un callejón, avanzando los metros suficientes para que los "normales" transeúntes no le vieran, con el fin de hacer una maniobra de descarga emocional que tanto costaba controlar.

En un movimiento golpeó la pared con el puño derecho, descubriéndose su rostro por la violencia del gesto. Juntó los dientes enseñando sus colmillos y golpeó con el puño izquierdo, relajando ambas manos y apoyando las palmas en el muro, respirando agitado, buscando tranquilidad para poder seguir soportando esa tremenda injusticia.

por **Arianne C. Wickham** Vie Ene 28, 2011 6:36 pm

Si, tenía que admitirlo. Esa escena me había calado muy hondo, con todas las fuerzas que podía tener en ese instante hice mi mayor esfuerzo para desechar la imagen que seguramente me perseguiría en sueños, era un lastima todo eso pero no podía preocuparme por los demás cuando yo también estaba igual, era yo o ellos y prefería salvar mi vida y subir mi posición económica antes que nada. Seguí caminando mientras observa a a todo el mundo, había algo aparte de esa crueldad que me había llamado la atención, le joven de ojos azules con la que me había topado hace no más de un minuto. Si fuera una bruja estaría segura de que ella también había presenciado toda la escena y que estaba temblando de ira por dentro, yo estaba loca y tal vez era un producto de mi imaginación pero así lo sentí, una ironía que la hizo tan suya hasta el grado de hablarme con voz gruesa y enojada.

De cualquier forma al parecer se había ido o eso creía yo hasta que el llegar a un callejón solo y sin mucho chiste, por el rabillo del ojo note una silueta femenina, no sabía que hacia allí y en realidad no me hubiera detenido de no haber visto lo que hacía. Chocaba su puño contra la pared en una fuerza impresionante y casi monstruosa, me limite a abrir los ojos y permanecer en silencio preguntándome si se abría lastimado, la gente estaba muy zafada sí, pero ese acto solo lo había visto entre los hombres, la fuerza había sido demasiada como para no tener algún rasguño o agujero en la piel. Caí en cuenta mucho después que era la misma chica con la que había chocado, al parecer todas mis conjeturas sobre que se apropió de la injusticia ajena se quedaban cortas, hacerse daño de esa forma estaba mal, yo no lo haría pero ella no era como yo. Nadie era como yo.

Tome aire y me acerque con paso sigiloso a una distancia considerable-¿Estas bien?-desvié la mirada pues si había sangre de seguro me quedaría ahí tirada como muerto fresco, no soportaba la sangre, su olor, su color, la forma en que resbala sobre la piel, todo en la sangre era asqueroso para mí y no quería verla. Mire a la chica de arriba hacia a abajo con cuidado de no ver rojo, tal vez lo había pasado por alto pero ¡Había golpeado un muro!

por **Gianella Massone** Vie Ene 28, 2011 7:46 pm

Pero no había sangre, ninguna mísera gota de aquel líquido rojo recorría las manos de la licántropa. Lo que sí recorría su cuerpo era rabia, y mucha frustración. Su respiración era lenta y pesada, escuchándose perfectamente a pesar del gran ajetreo de las calles. Apoyó por unos segundos la cabeza en la pared con el área de la frente y luego cerró los ojos por breves lapsos de tiempo. Tenía que calmarse a toda costa...pero no por la mujer que en aquel instante le preguntaba si estaba bien, sin tener aparente miedo de ella, lo que le extrañaba un poco; sino que porque no podía hacer nada para mejorar aquella situación tan injusta que había presenciado, y no podía martirizarse por ello. Ya podría hacer algo si conseguía mejor estatus social...¿pero qué podía lograr si cada vez que intentaba trabajar su propia "bestialidad" le traicionaba? Así había pasado casi veinte años y muchas veces le daban ganas de desistir, pero muchas más veces seguía adelante, motivándose con sus propios sueños.

Miró a la mujer mientras separaba manos y cabeza de la golpeada muralla e hizo sonar sus nudillos como para ajustar sus huesos tras aquellos feroces golpes que habían resonado como dos estruendos. - Perfectamente... -respondió con claro sarcasmo ya con sus ojos azules normalizados, dando un sonoro suspiro. - Supongo que me viste golpear la pared...no te preocupes, no te haré nada...por el momento. -susurró mientras se cruzaba de brazos, dedicándose a mirar fijamente, casi intimidatoriamente a la mujer que se había decidido a verla.

por **Arianne C. Wickham** Sáb Ene 29, 2011 12:42 pm

-Dicen que lo cortés no quita lo valiente-dije de forma y seria sin inmutarme ante su sarcasmo mientras que con la lengua tocaba la punta de uno de mis colmillos-Pero supongo que en este caso eso no aplica-añadí refiriéndome con respecto a ambas, yo era muy gentil o eso creían las personas y eso me convenía que creyeran dependiendo de lo que tuvieran o lo que no y al parecer ella no tenía mucho, así que mis dos opciones eran: ser mala o ser buena. Escogí esta última, no tenía nada que darme y yo estaba aburrida así que si podía sacar una plática lo haría. No pude ocultar mi expresión aburrida ante su ultimo comentario, si ella cree que me asustaba su intento de intimidar estaba equivocada, lo que más me había asustado en esta vida me había pasado hace no muchos años y se había quedado donde debería, en el pasado. Internamente me alegraba de que no le hubiera pasado nada ya que mi curiosidad me hubiera valido un desmayo ¡Dios, como odiaba la sangre. Me mordí el labio y mire por la calle de donde veníamos las dos-Mira…te vi hace rato, sé que no me incube pero no logras nada enojándote…la vida se cobra todo y ellos pagaran-escupí las palabras hasta el grado de lastimarme la lengua, yo no era quien para decirle eso pues usaba a las personas pero en realidad era tonto que tratar de sacar su ira por medio de golpes. Suspire de forma cansada, al parecer era alguien difícil de tratar y con sentimientos tan radicales que no entendería lo que decía.

Me coloque una mano en la cintura, sabía que debía dejarla sola así que eso haría. Me di la media vuelta apoyando todo mi peso en mis talones y girando sobre los mismos, no tenía por qué hacer eso, no tenía por qué arriesgarme a que una loca desquiciada me hiciera algo, tratar de ser amable en verdad no me funcionaba, cuando lo fingía extrañamente las personas caían a mis pies.

por **Gianella Massone** Sáb Ene 29, 2011 10:11 pm

La mujer parecía no ceder, ni sentirse intimidada en absoluto por la "pobre" que tenía delante. Desconocía si ella sabía su condición...pero no le importaba demasiado. Su olor seguía siendo molesto como el de un humano, como uno de esos tantos seres que coexistían con ella y otras entidades; olor que le recordaba incluso a ella misma, lo que le hacía a veces preguntarse, quizás de manera infantil, por qué no había sentido esa "asquerosidad" antes. Gianella mantuvo su postura coporal y facial hasta que la joven humana empezó a opinar...y de hecho no era de su incumbencia. Con mueca de molestia decidió responderle a la osada acompañante que el destino le había traído al callejón y que ahora decidía darse la vuelta, interpretándolo la loba quizás, erróneamente, como un movimiento despectivo.

- ¿Realmente piensas eso? ¿Y qué te gustaría que hiciera? ¿Que les aplaudiera?, ¿Que les besara los pies? ¡¡Ese tipo de gente ni siquiera merece estar viva!! - dijo con convicción, percibiéndose la molestia evidente que provocaba en ella el asunto, - Si la vida cobrara todo lo que hacemos...entonces todos serían unos pobretones que no tendrían donde caerse muertos...¡tal y como la mujer y el niño! Además...esas palabras que dices son sólo porque te crees incapaz de hacer algo al respecto...como todos los demás que quieren todo con un chasquido de dedos... - reflexionó con algo de resentimiento, dando a conocer parte de las conclusiones que sus largos años de vida le habían entregado.

por **Arianne C. Wickham** Miér Feb 02, 2011 7:56 pm

-No, lo que digo es que no sería tan tonta como para hacer algo o más bien para asesinar a alguien por un problema que no es mío-levante las cejas sin moverme ni un poco-¿Crees que la muerte es la solución?-no pude evitar bufar al preguntarle eso-La muerte solo es un lindo final…nada más-me encogí de hombros, todas las personas que eran felices ahora estaban tres metro bajo tierra, lo mejor era admirarlo y dejar que la vida siguiera su curso. Si te amarrabas a cosas y cargabas cruces que no eran tuyas definitivamente acabarías tan pálido como muerto de accidente trágico, era tonto creer que tomar la justicia en tus manos era la solución pero no era así, solo te volvías más enferma, mas loca pero allá el mundo y sus traumas-En fin-suspire mientras jugaba con uno de los rizos de mi cabello castaño.

Seguramente la mujer que tenía enfrente pensaba que su vida era dura. Tener constantes abortos, haber sido violada antes de que asesinara a tu madre enfrente de tus ojos, eso era duro y ahí seguía yo, tan viva que incluso un recién nacido sentiría envida. Tal vez jamás le tocaría probar las mieles de la desgracia y creo que tampoco la de los placeres, no la culpaba, había gente que no ambicionaba a más de lo que tenía y se hacía de problemas que no eran suyos, eso sí que era sufrir de a gratis, ojala yo hubiera tenido esa opción. Esa vida me había tocado y mientras no obtuviera lo que quería no sería del todo feliz pero tampoco infeliz, no es que le llevara tan mal al fin y al cabo.

Off: Siento lo corto :S Pero ando muy vaga

por **Gianella Massone** Vie Feb 04, 2011 3:02 pm

- Si uno no se hace cargo de los problemas...¿entonces quién? - respondió con otra pregunta, hablando con seguridad y pasión, era un tema que realmente le importaba..- Puede que la muerte sea un final feliz para ellos, pero el estar vivos es mucho premio para gente tan despreciable. No puede ser que no sean capaces de apiadarse de un niño y darles un par de monedas...después de todo, tienen millones de ellas...- dijo mientras tensionaba un poco su cuerpo controlando la rabia que siempre tomaba su cuerpo al hablar de aquel tema, aunque más que rabia, era frustración de no poder hacer algo realmente importante al respecto. - Ellos de seguro deben tener hijos...con todas las comodidades habidas y por haber...y no son...

Tuvo que parar y cerrar los ojos con fuerza, retrocediendo un par de pasos hasta quedarse en la pared, apoyada en ésta, respirando lenta y pesadamente a la vez que una de sus manos se iba a su pecho, sintiendo cómo subía y bajaba a mayor velocidad de la normal. Gianella sabía lo que estaba sucediendo: tenía que calmarse como sea.

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