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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Lorette D. Lefoy Mar Ene 01, 2019 4:27 pm

ENERO DE 1800 Y ALGO, RESIDENCIA DE ANISSA LEFOY, PARÍS.

Lorette llevaba en cama desde que había vuelto de Italia hacía un par de semanas. Nada más llegar su tía la había obligado a permanecer allí por su salud y un médico la había visitado al día siguiente, confirmándole lo que ella ya sabía... que está embarazada. Anissa casi se muere del susto cuando se enteró, vio como su tía comenzaba a procesar la información a cámara lenta y evidentemente sabía que solo había un hombre con el que su sobrina se había visto últimamente. Sin embargo como Lorie imaginaba no se lo tomó mal, todo lo contrario, pareció hasta dichosa de que su sobrina hubiera decidido seguir adelante sin que la presión social le hubiera hecho el pensarse no tener al niño... Claro que ella sabía que sus padres serían harina de otro costal y que le costaría muy cara la decisión de tener al bebé.

La francesa sabía que algunas mujeres de mucho dinero y familia de alta alcurnia habían estado en situaciones similares pero en la mayoría de casos sus padres pagaban a un matasanos para que la mujer o la chiquilla no llegara a formar al niño, claro que en muchos de los casos la mujer moría durante el proceso por lo terrible de la "operación". Lorette no se lo había planteado ni por una fracción de segundo, aun consciente de lo que supondría para ella y para su familia, su hijo había llegado para quedarse y ella ya le amaba, le importaba muy poco lo que la sociedad opinara sobre un niño con cuyo padre no está casada, sería un escándalo tremendo pero como todo en la sociedad parisina, se acabaría olvidando.

Lorie escuchó al médico y sintió que palidecía terriblemente... Reposo absoluto hasta el parto, embarazo complicado... Las palabras se replicaban en su cabeza como martillazos, tendría que dejar de trabajar hasta entonces, de hacer actividades que supusieran un esfuerzo físico y debía descansar, el desmayo había sido un aviso de que su cuerpo no estaba tolerando bien el embarazo, así como los vómitos constantes y la fatiga. Al principio sintió que las lágrimas plagaban sus ojos, su trabajo era importante, pero pediría una excedencia y volvería cuando le fuera posible. Anissa le dio un abrazo consolándola, escribiría a sus padres para pedirles que vinieran porque tenían que saberlo cuanto antes, mejor eso a que les llegara el rumor cuando su hija ya tuviera la tripa hinchada.

-Lo siento tía, siento que te hayas enterado así, yo misma no lo sabía hasta hace nada... -se justificó Lorie desde donde reposaba, con su tía sentada al lado y que le acariciaba el pelo de forma distraída.- Lorette, no importa, me tienes aquí para lo que necesites, ¿Lo sabes no? -preguntó con voz suave, la situación sería muy dura para su sobrina en los meses que estaban por venir y quería ser el pilar en el que pudiera apoyarse de necesitarlo, ella abrazó a su tía en un silencioso agradecimiento. Después asintió y tras un rato en silencio acabó quedándose dormida sobre la cama, del cansancio y el estrés por las noticias que tenía. Su tía escribiría a su familia, al College para solicitar la excedencia, a todos los lados que fuera necesario... Se encargaría de su enfermedad, la francesa no sabe que haría si ella no la estuviera cuidando y velando.

Cuando la francesa despertó, sin saber muy bien cuántas horas habían pasado ya, fue porque su tía estaba acariciándole el pelo con suavidad. La miró un momento y notó una expresión extraña en su mirada, pero no dijo nada.- Tienes visita -murmuró, mientras Lorette se incorporaba para quedar sentada en la cama, estaba totalmente tapada y con una trenza rubia medio deshecha. Sus ojeras eran visibles y no parecía tener muy buena cara, pero ella no se lo perdonaría si no la despertaba. Lorie se llevó la mano al vientre mientras farfullaba.- ¿Quién...? -y no terminó porque alguien abrió la puerta.

Camisón:


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Mensaje por Éferon Gianetti Miér Ene 02, 2019 9:10 am

La enfermedad pulmonar había remitido milagrosamente, en más de una ocasión, oyó a su nanna nombrar a la encantadora francesa que curó a su nieto con su sola presencia. Él realmente también lo pensaba, volverla a ver había supuesto un antes y un después en su vida, pensó en que jamás se volverían a ver y el simple hecho de ese pensamiento...sumía al italiano en un bucle de resignación, prepotencia y tristeza que enmascaraba con su día a día, con la vida inventada que volvía a llevar a cabo en París.

La antigua casa Gianetti, estaba siendo reformada por la señora Gilbert quién no admitía que lo hacía por su adorado italiano, la casa seguiría a nombre de la mujer pero ambos sabían que si le ocurriese cualquier cosa, terminaría siendo propiedad de Éferon. La dama le había proporcionado asilo político a su protegido, todas las pertenencias del italiano seguían en su casa, hasta su perro, se había acomodado tan bien al clima y al estilo de vida que llevarlo con él a Italia hubiese sido un error inmenso.

Hacía mucho no cocinaba, Anna Gilbert que nunca bajaba a las cocinas, se encontraba sentada en una cómoda silla acolchada de tonos azules, observaba al joven desenvolverse con maestría, de un lado para otro, entre ingredientes, en su verdadero terreno. Impresionada, sonrió ampliamente al contemplar un trozo de tarta de manzana ligeramente tostada y azúcar caramelizada por encima, en esta ocasión el italiano se había esmerado más en decorarla sólo para ella, otra simplemente dorada con huevo batido, se estaba enfriando en el alfeizar de la ventana.

-Tu favorita. Creo que ir con las manos vacías...sería un error y... tampoco sabría donde meter las manos, me pondría a gesticular como un necio y me terminarían por llamar loco de remate -la mujer se echó a reír saboreando un trozo de tarta, cerró los ojos sin poder decir absolutamente nada...hasta minutos después -Llévate esa condenada tarta de la ventana a casa de los Lefoy y déjame a solas con la mía, estás tardando y límpiate esa mejilla, tienes harina y azúcar -Éferon rió divertido, abandonando la cocina tras tomar la tarta y besar la mejilla de la mujer.

Volvía a recuperar la vitalidad aunque no se encontraba del todo recuperado, sus ojos verdes centelleaban de pura excitación, quizás Lorie no querría verle pero...tenía que intentarlo, con la tarta en mano y vestido como siempre impoluto, se presentó en la casa de su tía Anissa quién le dio paso en un silencio más de lo que solía por lo que se imaginó...un odio absoluto hacia su persona por hacerle sentir mal a su sobrina.

-Grazzie...si puede servir un par de trozos con un té sería perfecto...¿puedo pasar? -llamó un par de veces, al entrar...la contempló en la cama, se enteró de su estado febril y quiso visitarla, sabiendo que no era bien recibido -Bongiorno, estás...preciosa -murmuró a medida que se acercaba a la cama, se atrevía a tomar su mano y dejar un beso en el dorso, buscando como siempre su mirada...sólo con encontrarse bajo el mismo techo le bastaba -Cómo...¿cómo te encuentras? me enteré y...pese a que me tiraras un jarrón por ser el responsable de tu estado...-hizo una pausa incomoda y prosiguió ¿estado? ¿lo sabía? -Necesitas comer más..y por ello te traje una tarta, es de manzana...la señora Gilbert se quedó a solas con la suya, me ha implorado que no la moleste  -rió por lo bajo , intentando recompensarla...cuando estuvo enfermo no la trató bien, él pensaba que era por no alimentarse bien, no sabía que decir, se sentía verdaderamente culpable.

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Mensaje por Lorette D. Lefoy Miér Ene 02, 2019 10:43 am


La francesa se incorporó sobre la cama en cuanto escuchó la puerta, no es que estuviera estupenda ni excesivamente presentable para nadie, pero tendría que guardar reposo unos días y luego tomarse la vida con calma... durante 7 meses más. La perspectiva era descorazonadora para alguien como ella, acostumbrada a vivir a mil por hora y a depender enormemente del trabajo y de otras tantas actividades. Aun así no le quedaba otra que asumirlo, se preguntó quién sería y aunque no se lo esperaba tampoco le sorprendió que fuera Éferon el que atravesaba la puerta de su cuarto. Ella sonrió ligeramente, negó con la cabeza cuando le dijo que estaba preciosa.

-Buenas tardes. De preciosa nada, pero bueno... necesitaba descansar -contestó con sencillez, se notaba el cansancio en su voz y sus labios cortados y sus ojeras oscuras indicaban que no estaba en la mejor de las formas. No rozaba la muerte como le había visto a él hacer unas semanas atrás, pero Lorette no se hallaba con una salud despampanante tampoco. Seguía vomitando a menudo y cada vez se mareaba con más frecuencia, un par de veces tuvo que pedir a su tía que la acompañara al baño. El médico le dijo que no todo el tiempo sería así, que podría hacer vida, pero con precaución y descanso. Anissa miraba desde la puerta con ansiedad, sin embargo una mirada de la joven bastó para que les dejara a solas.

Lorie no pudo evitar arrugar la nariz terriblemente cuando él habló de una tarta de manzana, muchos alimentos le provocaban ahora esa sensación de rechazo y náuseas, sin embargo intentó que no se le notara en exceso. Sintió los labios de él sobre el dorso de la mano y su pulso, delator y traicionero, se aceleró. Carraspeó levemente para que no se notara.- Muchas gracias pero... ya he comido, tía Anissa dará buena cuenta de la tarta por mí. Seguro que está deliciosa -mintió, pues a penas había comido. Se forzaba mucho por ingerir alimentos con todo eso de que el niño le absorbería mucha energía pero se encontraba tan mal recientemente que no era capaz de dar más de unos cuantos bocados. Aun así seguía confiando en la palabra del médico y en que no siempre se encontraría así.- ¿Como está la señora Gilbert? -y fue más que una mera formalidad, pues en el tiempo que habían pasado juntas había llegado a apreciar un poco a la anciana mujer.

Lorette retorcía con sus dedos la parte alta de la sábana, como acostumbraba a hacer cada vez que estaba excesivamente nerviosa. Se removió incómoda entre las sábanas, sabía que tenía que decírselo esa misma tarde sin falta pero las palabras no parecían querer salir de su boca como habían hecho en Italia. No entendía por qué, pero de pronto sentía miedo de que al decírselo su respuesta lo cambiara todo... para mal. Anissa entró un solo momento en la habitación para traerle a su sobrina un vaso de agua, que alivió su sed y les volvió a dejar a solas, en un silencio de lo más extraño y que gritaba a todas luces que algo le ocurría.


Última edición por Lorette D. Lefoy el Jue Ene 03, 2019 9:15 am, editado 1 vez
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Mensaje por Éferon Gianetti Jue Ene 03, 2019 8:51 am

La señora Gilbert, le había mencionado el estado de Lorette, solía hablar con su tía Anissa. Él llegó semanas después hasta que no estuvo recuperado no había vuelto a la ciudad parisina, en todo momento se preocupó por ella, en cierto modo se desmayó en la villa y ya de por sí no traía buen aspecto pero para él, para él estaba aún más preciosa.

Cuando apreció su sonrisa, la suya se acentuó, estaba más que hermosa y el hecho de verla así le hacía preguntarse ¿por qué? si ya para él era maravillosa. Al acercarse a la cama, pudo apreciarla mejor, no se encontraba bien y preguntarle sobre ello le costaba horrores por lo que dejó que ella le contase lo que viese oportuno. Tuvo claro que iría a verla pese a la negativa de no querer ni verlo en pintura pero eran mirarse a los ojos y volver a flotar, como si lo demás y el mundo no existiese.

No pasó desapercibida la mueca de...desagrado al mencionar lo de la tarta, no lo comprendió...quizás se había empachado a tarta de manzana y ya no querría más. Dejó escapar un suspiro, permaneciendo de pie, contemplándola...quería decir muchas cosas pero no sabía ni por dónde empezar. Al mencionar a Anna Gilbert, desvió su mirada esmeralda hasta la ventana, un visillo blanco impedía observar al exterior, asintió como que todo estaba bien intentando que su sonrisa no se apagase, aún conservaba sus palabras en su cabeza...grabadas a fuego.

-Benne, vendrá a visitarte en cuanto se cure del catarro...el viaje le ha trastocado, se quedó conmigo hasta que vine y le estoy ayudando en la decoración de su casa, la antigua propiedad Gianetti, se quiere mudar cuanto antes y...me ha pedido que me mude con ella -carraspeó por lo bajo, no podía ocultar la ilusión de volver a caminar por cada pasillo, perderse hasta la biblioteca... y permanecer allí durante horas -Cuando estés mejor puedes visitarnos...la biblioteca está intacta, sigue...siendo tuya -aguantó la sonrisa pero se desvaneció, no aceptaría su invitación y la comprendía, quería ayudarla pero sentía que su presencia no era buena para ella.

-Si fue algo que ingeriste en la villa...si algo te sentó mal allí puedo hacerte unas infusiones que te ayudarán a recomponerte y... según tengo entendido fue algo que te sentó mal ¿qué pudo ser? todo está mirado a la perfección y sentí mucho que fuese por un descuido. ¿Estás mejor? puedo hacerte tres infusiones diferentes, sólo déjame la cocina -él insistió en ello, ¿y si fueron las aceitunas? estaban fuertes y amargas... como le ocurriese algo no se lo iba a perdonar en la vida.

-Pueden ser...las aceitunas, la nanna se encontró mal también al ingerirlas pero le duró apenas unos días, ¿llegaste a comer aceitunas arregladas con el aderezo, Lorie? `-se sentó a su lado de la cama, contemplándola, no podía apartar la mirada de ella, se moría por tocarla pero asustado por el rechazo que eso supondría no se atrevió.
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Mensaje por Lorette D. Lefoy Jue Ene 03, 2019 9:43 am


Lorette le observaba atentamente con la mirada cansada, la última vez que se habían visto las cosas entre ellos no habían sido muy normales y ya nunca lo serían... menos aún cuando le contara aquella tarde lo que le pasaba en realidad. Ella le había pedido una amistad y se preguntaba si eso sería posible, le gustaría que los dos estuvieran en la vida de ese niño, aunque no pudiera ser de la forma tradicional pero que al menos contara con ambos. Él tenía todo el derecho del mundo a saberlo y a participar en las decisiones que atañían al futuro bebé.

-Es estupendo, me alegra que vayas a volver a la casa familiar... ni siquiera sabía que la habíais perdido, pero si me fijé en que llevaba vacía mucho tiempo -admitió, aunque tenía que reconocer que alguna vez había pasado en frente al no parecer haber vida dentro jamás se había atrevido a llamar o importunar a alguien. En realidad pensó que estaba vacía porque él había regresado a Italia y ya nunca había vuelto, no se imaginó que las razones fueran otras en aquel momento. Lorie le dedicó una sonrisa triste.- Te lo agradezco, no se si es buena idea, pero... Gracias de todas formas. En el College también tenemos una biblioteca impresionante, siempre que quieras acceso a ella no dudes en pedírmelo, pero por ahora no puedo dártelo... -La biblioteca del College era una de las más grandes de todo París y Francia, no en balde ocupaba un edificio entero, aun así lo recatado e íntimo de la de los Gianetti le gustaba más.

La francesa tomó aire, pensar en el trabajo que tenía que dejar de lado le causaba pesar. Había luchado toda su vida por ese puesto y le hacía inmensamente feliz y aunque su hijo también, en el fondo había confiado en poder compaginar ambas cosas antes de que naciera. Parecía que no sería posible.- Voy a estar una temporada sin... dirigirlo, el subdirector se ha hecho cargo de la institución en mi ausencia. Al menos desean que vuelva y no me han buscado ya sustituto para el puesto, pero esa es la razón por la que ahora mismo no podría darte acceso -expresó con evidente tristeza aunque rápidamente la sustituyó por una sonrisa al pensar en el pequeño, era por una buena razón y su puesto seguiría donde estaba cuando ella pudiera volver a él.- No tengo una intoxicación por comida Éferon, no se si alguien te ha dicho eso pero no es así -respondió de lo más atónita y extrañada por ello, en realidad casi le hizo gracia.

Comenzó a reírse suavemente, un empacho de aceitunas... Nada más lejos de la realidad ni tampoco tan simple, no pudo evitar sentirse momentáneamente contenta por la ocurrencia aunque el peso del cansancio y la verdad pudieron pronto con ella y volvieron a apagar esa risilla suave y ciertamente tonta.- Éfe... lo que me ocurre no se arregla con infusiones ni tomando menos aceitunas, te lo garantizo. No comí ninguna mientras estuve allí pero lo que me pasa no tiene nada que ver con eso -Lorie se detuvo y tomó una de sus manos entre las de ella, había llegado el momento pero tenía mucho, muchísimo miedo.

Sus manos temblaron sin poder evitarlo, iba a cambiar todo su mundo el decirlo en voz alta, absolutamente todo pero no podía contener mucho más tamaño secreto ni lo consideraba justo para él. Lo había sabido desde hacía semanas, casi estaba ya de tres meses y pronto su tripa sería lo suficientemente reveladora como para que alguien sospechara.- La verdad es que no estoy enferma, no es eso lo que me ocurre pero tengo mucho miedo porque una vez te lo diga absolutamente todo va a cambiar, entre tú yo y entre nosotros y el mundo. Estoy aterrada de lo que pasará y a cada momento que pasa se me hace más y más difícil decirlo...
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Mensaje por Éferon Gianetti Vie Ene 04, 2019 8:31 am

El invitarla a la biblioteca, suponía recordar esos momentos en los que se dieron tanto y compartieron vivencias e instantes que aún en la antigua mansión Gianetti, seguían intactos. Asintió, desviando la mirada hacia un punto inexistente, se negó a ir y la comprendía pero no podía evitar sentirse rechazado a cada paso que daba, con ella seis para atrás…la notaba tan lejos de él que el italiano siempre persistente, tenía que asumirlo…no, no podía ser ¿no le quedó claro todavía? Le recordaba al principio, alegaba ser amigos cuando ninguno de los dos podía del otro, ahora era mucho peor…porque ante él tenía a la mujer que amaba.

-No importa, me agrada pasar tiempo en la biblioteca, la señora Gilbert me pide siempre que le lea pasajes de sus novelas favoritas y de las mías propias, hace un tiempo en el que plasmo todo lo que se me ocurre en papel, garabatos…nada importante, la hago feliz y si es así…no me importa -finalizó tal como empezó la frase, seguía poniendo muros y él que vino a derribar obstáculos, se encontraba cada vez con más. No, no podían ni ella quería nada que tuviese que ver con la idea de estar juntos.

La sonrisa del italiano desapareció de golpe, un golpe bien dado de la realidad. Él mismo se levantó de la cama, abandonando su asiento para dirigirse con paso pesado hasta la ventana, perdió la mirada en el paisaje, en sus propios pensamientos… el hecho de que lo apartase creaba un vacío aún más grande en el pecho del italiano pero ¿Qué esperaba? Estaba prometido con otra, debía dejarle libre y en paz , sin embargo…no podía evitar buscarla, encontrarse con su mirada azul como el cielo, perderse en su sonrisa…y anhelar cada beso, cada caricia y lo que sentía cuando hacían el amor.

-Lo primordial es que estés bien, Lorie. El trabajo absorbe y si estás delicada, lo mejor es que estés…en casa -su tono era tranquilo y sereno pero en su mirada todo había cambiado de golpe ¿realmente hizo bien a verla? Se sentía horrible, no quería pensar en todo el daño causado a su Lorie, era mejor…marcharse, no fue buena idea pero…no se quería ir, atesoraba cada momento en el pasado y en el presente para él resultaba de más valor. No comprendía nada, sus palabras caían como saco roto, ¿qué iba a cambiar? Aún a peor sería imposible, el italiano bajó la mirada hasta sus propias manos, estaba inquieto y nervioso para lo que era él pero cuanto antes se marchase, antes evitaría mayor sufrimiento en ambos.

-Creo que debería irme, me espera la señora Gilbert -sentenció como si no hubiese oído lo último dicho por ella, ¿por qué razón? No quería distanciarse aún más de ella, si terminaba por pedirle que no se volviesen a ver más…no podría soportarlo. Se acercó a ella, tomando su mano, Éferon tembló a su contacto, el beso del dorso fue apenas un roce cargado de nerviosismo…estaba muerto de miedo -No te preocupes, no hace falta que me digas nada, todo es mejor así -porque oírla decirle que no quería volver a verle, decirle…que sus caminos no podían ir en la misma dirección…era algo que no podía soportar.

-Prefiero no me digas nada, per favore. Está bien, yo no podría… no quiero que me lo digas Lorie ¿de acuerdo? Si viene la señora Gilbert la acompañaré y…dejaré de traerte tartas si no son de tu gusto -todo paso dado lo vio como un rechazo por parte de Lorie, rechazar lo de la biblioteca, la tarta, ahora el “todo cambiará con lo que tengo que decirte”. Intercambió con ella una mirada intensa , en donde el amor se vio reflejado pero también la desesperanza y tristeza -Sólo quiero tu bien -y soltándola, se dirigió hacia la puerta…sólo quería marchar y no oír -Ciao, Lorie -apoyó la mano en el pomo, se detuvo un instante cerrando los ojos…volvía a sufrir en silencio.


Última edición por Éferon Gianetti el Vie Ene 04, 2019 8:47 am, editado 1 vez
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Mensaje por Lorette D. Lefoy Vie Ene 04, 2019 8:40 am


Lorette estaba tan nerviosa por lo que iba a decirle que las manos le temblaban con muchísima violencia, apartó las sábanas de su cuerpo, no quería estar en una posición estúpidamente tonta cuando se lo dijera… Algo no iba bien porque Éferon se levantó de golpe de la cama y se alejó de ella, Lorie le miró tensa desde donde estaba, preguntándose si acaso había unido dos más dos y de pronto no le interesaba lo más mínimo escuchar lo que ella tenía que decirle… Porque si, en su mente se lo imaginaba enfureciendo y marchándose para no volver nunca jamás a su lado.

Sintió sus ojos plagados de pesadas lágrimas cuando habló.- Pasaré en cama todo el tiempo que tenga que estar, lo asumo y lo comprendo porque no me queda otra, renunciar a mi trabajo es menos duro si le tengo al final –reveló, dando ya pistas sobre lo que iba a decirle y esperando que sus ojos comenzaran a comprender lo que estaba a punto de decirle, pero en lugar de eso parecía querer salir corriendo de allí y alejarse de ella.- ¡Espera! No puedes irte, todavía no he podido contarte lo que tengo que decir –farfulló sintiendo como la ansiedad martilleaba en su pecho, no podía dejar que se marchara sin saberlo o ya no encontraría el valor para decírselo más adelante.

Lorie se puso en pie tan deprisa que se mareó un poco y tuvo que apoyarse contra el pie de la cama para no caerse, sentía el mareo palpitar en sus oídos pero era urgente detenerle antes de que se fuera, llevó la mano con la que no se apoyaba a su brazo, agarrándole con nada de fuerza pero esperando que se detuviera.- Por favor… no te vayas, tengo miedo, mucho miedo y no quiero estar sola –sintió que las lágrimas comenzaban a salir, lágrimas de verdadera angustia y terror, si él se marchaba y la echaba de su vida la rompería en mil pedazos para siempre.

-Tienes que escucharme por favor, es importante, luego… te juro que admitiré tu decisión, que si quieres alejarte de nosotros para siempre lo comprenderé y no volveré a molestarte pero tienes que saberlo. Eres libre de hacer con esta información lo que creas correcto pero te suplico que me dejes decírtelo, me quema por dentro, no puedo más -respondió angustiada, las lágrimas seguían por su cara. Su equilibrio débil comenzaba a fallar, apollarse sobre el pie de la cama comenzaba a ser insuficiente y sospechaba que las piernas le temblaban tanto por los nervios, no solo por debilidad física.

Lorie tomó aire, era el momento, temblaba entera y las lágrimas salían a tropel de sus ojos. Su voz estaba ahogada pero creía que era lo bastante clara como para que él entendiera de una vez que no intentaba echarle de su vida, que no le rechazaba por placer sino por deber y que ella, en el fondo de su corazón, esperaba que fuera parte de la vida de su hijo, que tuviera un padre. Si él decidía marcharse ella admitiría su rol de madre soltera como mejor pudiera, intentando compensar a su hijo por tener un solo padre, pero no deseaba que eso pasara ni en mil años...- Estoy encinta, Éferon… Hace semanas que lo sé, voy a tener un bebé… y tú eres el padre –lo soltó todo de golpe, mareada y buscando su mirada, esperando que no la soltara y se fuera de allí a toda prisa.
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Ya pienso en tus manitas entre las mías [Privado] Empty Re: Ya pienso en tus manitas entre las mías [Privado]

Mensaje por Éferon Gianetti Vie Ene 04, 2019 10:21 am

No, no podía oír lo que tenía que decir porque supondría perderla nuevamente, esta vez…perderla del todo. Se negaba a aceptarlo, todo apuntaba a que ella le pediría que no se viesen más, dejase así las cosas y no lo empeorase aún más. ¿En qué momento se vio con derecho a volver a reclamarle nada? Aunque fuese solo una mirada, una sonrisa que no anidaba en sus labios, hacía mucho que no la veía sonreír y en parte, se echó la culpa de ello, era el culpable de su infelicidad y de que todo no fuese como debía ser, le mintió, le llenó el alma de ilusiones para luego arrebatársela de golpe como un ser cruel, uno que no era.

Cuando tomó su brazo, Éferon se ancló al suelo de la habitación, incapaz de moverse, de disfrutar ese contacto y atesorar ese momento de acercamiento, no la tocaba y aún así para él fue suficiente. Los ojos del italiano se cerraron de golpe, intentaba por todos los medios no perder la compostura y la razón, se negaba a volver a pasar por lo mismo, no podría soportar perderla una sola vez más y aunque no se mereciese nada de ella…vivía con la incertidumbre de que todo podía ser, de que un día tendrían esa oportunidad…y entonces se despertaba, todo cambiaría y la encontraría durmiendo en su lecho…todo lo demás…una pesadilla.

Y cuanto dolía, como si le desgarraran el alma, oír su tono de voz suplicante y las lagrimas acariciando sus mejillas, se sintió tan desgraciado y ruin por hacerle sentir de esa manera. No iba a perdonárselo, hacerla sufrir era el peor de los castigos para él, sólo esperaba le dejase marchar y no seguir con la incertidumbre, sus almas por fin descansasen y cada uno retomase su vida como desease. Ahogó un suspiro, un nudo en la garganta comenzó a formarse y le impedía hablar, sin abrir los ojos, se giró para tenerla de frente, sostenerla entre sus brazos y ninguno de los dos cayese, fuese el sustento del otro. No dejaba de susurrar su nombre una y otra vez…implorando que detuviese su llanto.

-Lorie per favore, no…cálmate, tutto …tutto benne -susurró muy cerca de sus labios, los ojos de Éferon la contemplaron temerosos y al verla tan de cerca, no pudo más que admirarla como si fuese la primera vez, como si contemplase el ángel más hermoso de todos. Y el secreto vio la luz, las palabras de Lorie se grabaron con fuego en su mente “Estoy en cinta…tú eres el padre”, negó con la cabeza sin poder creer la información que su cerebro procesaba, fue él quien se dejó caer de rodillas al suelo sin dejar de mirarla fijamente, uno de sus brazos rodeo su cintura atrayéndole hacia sí. su rostro quedó a merced de su vientre, apoyando la frente en éste con sumo cuidado y sus labios, dejando pequeños besos sobre la ropa sin poder creer que un milagro tan maravilloso le hiciese sentir dichoso.

-Un bambino…-la risa del veneciano inundó la sala, no se apartaba de ella, la rodeó contra sí de tal forma que era imposible que se cayese, él no iba a dejar que se cayese. Los ojos esmeralda de Éferon se plagaron de lágrimas, la felicidad absoluta se reflejaba en sus ojos verdes, no podía…no podía creerlo -Lorie… -entre risas, rompió a llorar como un niño, tomándola entre sus brazos y elevarla, sus rostros quedaron a escasos centímetros del otro -Repítemelo, dilo… -no podía detener sus lagrimas, de felicidad y de infinita tristeza, ese niño no se merecía un padre como él, no podía darle nada y eso, aumentó el sofoco, las lagrimas le impidieron decir nada, sólo la abrazaba, dejando su rostro muy cerca de su cuello, perdiéndose en su aroma, sin atreverse a soltarla -Sólo tú podrías darme lo mejor de mi vita -murmuró muy cerca de su oído, la palma derecha acarició su apenas abultado vientre, se mordió el labio inferior de impotencia absoluta…-No tengo nada que ofrecerte salvo…estar a tu lado para sempre -la mano libre la tomó del rostro, la admiró un instante y negó con la cabeza -Me encantaría hacerte feliz todos los días, cada uno de ellos el resto de tu vida, amarte más incluso de lo que te amo, dártelo todo, asegurarle un futuro a ese niño…diome ¡un bambino! Seguro que será el mas hermoso de todos -con pesar, bajó la mirada, se sentía tan dicho pero tan impotente, no tenía donde caerse muerto -No tengo nada Lorie. Nada -quería lo mejor para los dos…para ese bebé, ella nunca podría ser su amiga, la amaba demasiado -Pensaba que no te podía amar más….pero me equivocaba
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Mensaje por Lorette D. Lefoy Sáb Ene 05, 2019 9:44 am


El pánico guiaba todos sus actos y todavía no comprendía como pudo encontrar el valor para soltarlo de una vez por todas. El saberlo y no decirlo amenazaba con destruirla en mil pedazos como un globo que va a estallar, pues así se sentía cuando lo dijo... A punto de desmoronarse. Cuando por fin lo soltó él se dejó caer de rodillas, probablemente por la impresión de la noticia, toda ella temblaba incluso aunque él comenzara a darle besos en el vientre, donde había un bebé formándose poco a poco, uno que en menos de lo que se imaginaba estaría entre ellos... Las lágrimas seguían saliendo a tropel, de forma escandalosa, no podía controlar el reguero de emociones que tenía dentro y comenzó a sollozar, con una mezcla de tristeza y felicidad de lo más confusa y traicionera.

Agradeció que él la rodeara porque estaba segura de que si la soltaba caería al suelo por la flojera y el llanto, parecía feliz y dichoso y ella lejos de contagiarse por tamaña felicidad siguió llorando, sintiendo el dolor de decirle aquello en unas circunstancias nada favorables para ambos. Como le hubiera gustado anunciarle algo así mientras la relación entre los dos fuera real u oficial... pero eso no era posible ya.- Voy a tener un bebé –repitió con voz angustiada, él decía que era lo mejor de su vida y ella en cierta manera también lo sentía igual, su bebé sería algo tan especial que solo pudo asentir levemente sintiendo aún el peso del disgusto.- No necesito nada... Solo necesito una cosa, pero no es posible, no es posible... –farfulló en tono ahogado, a él, le quería a él y no podía tenerle. Sentía su rostro cerca del cuelo, notaba sus lágrimas cálidas cayendo por su piel.

Lorie se dejó llevar cuando le alzó la cara con las manos y le besó, apasionadamente, un beso plagado de sal por las lágrimas de ambos y también en cierta medida curativo... Pero esa sensación duró poco, se apartó, no tenía que haberlo hecho. Acababa de cometer un error terrible y el ramalazo de dolor volvió a inundar su pecho con fuerza, recordándola que el padre de su hijo estaba prometido a otra y que nunca sería suyo. Sus sollozos se volvieron intensos, necesitó unos segundos para calmarse y poder hablar.- Lo siento, no puedo, no tenía que haberlo hecho... Es imposible –negó con la cabeza, lo que estaba diciendo le causaba mucho dolor, muchísimo, él no se hacía una idea. Confesarle que iban a tener un hijo juntos solo había hecho más real lo que sabía: que nunca podrían ser una familia.- No puedes amarme, por favor, no digas eso... -suplicaba, Lorie le suplicaba.

Se apartó de él, cogió un pañuelo de tela de la mesilla para secarse la cara, necesitaba recomponerse porque acababa de derrumbarse delante de Éferon y si ella flaqueaba todo aquello sería difícil para los dos, alguien tenía que ser fuerte, tenía que intentar mantener las cosas estables entre ellos y Lorette se sentía plenamente responsable de aquello.- Soy una persona horrible, no puedo dejar que me ames ni puedo amarte, pero deseo que estés en mi vida y en la de tu hijo... Voy a ir al infierno, me castigarán por sentir tanto -se sentó sobre la cama, agotada por el llanto y por toda la situación, convencida de que su alma estaba condenada a sufrir, que nunca podría tener un final feliz porque eso no existía para ella ni tampoco para él, solo esperaba que sí hubiera una vida feliz para su hijo.

-Estoy... Estoy agotada –expresó desde la cama, sintiendo como su armadura de mujer fuerte y cabal volvía poco a poco a su cuerpo, esa que se había roto como si fuera el globo en el que antes pensaba... Deseó poder tocarse a sí misma y ponerse una ilusión, una visión feliz, un final alternativo en el que ellos pueden estar juntos con su hijo, tener una vida feliz como una auténtica familia, pero sus poderes no funcionan así y Lorette está atrapada en una realidad en la que sufre de forma intensa y en la que no puede hacer nada para solucionarlo.
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Mensaje por Éferon Gianetti Dom Ene 06, 2019 4:55 pm

No cabía mayor felicidad, le había hecho tan feliz la noticia que no podía parar de sonreír. Tenerla entre sus brazos, confirmarle que iba a ser padre y en su vientre, el fruto de un amor sincero y verdadero. Éferon sintió una oleada de alegría acariciar cada parte de su cuerpo, una ola que lo arrasó todo a su paso. En su cabeza, las palabras de Lorie se habían dibujado con tinta imborrable, volvió a evadirse de todo, olvidar su situación por unos instantes y sonreír ampliamente por una esperanza que no existía…se lo confirmó ese “no ese posible”.

Se volvió a sentir vivo ante ese beso, un beso plagado de dolor y sufrimiento pero coloreado con una paz que sólo ella era capaz de transmitir. Un brazo la sujetaba por la cintura y el otro le atraía hacia sí, dejando apoyada la mano en su mejilla derecha…en el que sus yemas apartaron los restos de lágrimas intentando conseguir que desapareciesen de una vez y devolver el brillo vivo de sus ojos aguamarina.

Y tras ese beso del que alimentó aún más su alegría, le fue arrebatada cuando aseguró que había sido un error. Él , no abrió los ojos, no podía porque terminaría derrumbado definitivamente. Con el sabor de un último beso, la dejó volver a la cama, en medio de la habitación con una sensación de pérdida que comenzaba a consumirle lentamente, intentando no perder la compostura, no hacerlo todo más difícil como si acaso era posible. Estaba condenado al fracaso, no ser feliz, no tener absolutamente nada. No podía ser un cobarde y huir, él no era así pero pecaba de sincero y no podía callarlo.

-Yo no lo siento, podría irme por donde he venido, darte la espalda pero me vas a dar lo único bueno que tendré en mi vida -susurró roto de dolor, incapaz de abrir los ojos y contemplarla…no podía tan siquiera ni respirar. Tuvo que apoyarse en la madera de la cama para no caer…-No te voy a mentir. Nunca lo he hecho y lo sabes. ¿No puedes dejar que te ame? Pero lo que no entiendes es que eso no puedes controlarlo, no lo pudimos controlar ni en el pasado ni en el presente…¿piensas que soy tan fácil y olvido sin más? -intentó que la voz no le delatase pero Éferon en ese momento estaba sufriendo mucho, debía de estar rebosante de alegría pero ¿qué podía ofrecerle si no más sufrimiento a ella? No quería estar fuera pero para el bien de los dos, sobre todo por seguridad a Lorie, lo más sensato sería desentenderse… no verse más.

-Ya me da igual visitar el infierno, me da igual si está benne o mal… a él no le he perdido pero a ti …sí -negó con la cabeza apartándose de la cama y dar un par de pasos hacia atrás -Espero que ese niño, pueda darte lo que yo no he podido. Mi dispiace…por haberte complicado la vida, por apagar tus sueños logrados y te doy las gracias por hacerme el hombre más feliz del mundo -no podía más, como siguiese allí terminaría derrumbado. -Te mandaré al médico de la familia, todo lo mejor que puedo darte…y mantendré las distancias si así lo prefieres. Aceptaré el lugar que merezco en su vida, no quiero destrozarte la vida Lorie ¿lo entiendes? Porque podrías ser feliz de nuevo, criar a ese niño con la imagen de un buen padre y …no la reputación de un apellido mancillado, escándalos y alguien que sólo te hace sufrir…ese niño no me lo perdonaría. No te deseo ningún mal, no puedo porque te amo, maldita sea ¡te amo! Y me da igual que digas que no puedes dejar que lo haga, eso no va a cambiar nunca -se giró de perfil, Éferon se sumía poco a poco en una tristeza absoluta de pura impotencia -No tengo nada pero os amaría como a nadie -se giró dándole la espalda pero sin poder dar un paso, no podía…y las lágrimas descendieron muy despacio por sus mejillas morenas.
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Mensaje por Lorette D. Lefoy Lun Ene 07, 2019 5:30 pm


Si todo pudiera ser como ambos deseaban estarían juntos, casados o no, pero juntos y esperando la llegada de su hijo con la mayor dicha del mundo. Pero el universo siempre parecía tener planes de lo más perversos para ambos y les agitaba y mareaba en un baile sin fin en el que se separaban y volvían a encontrar una y otra vez, destinados a amarse pero también a perderse o a no poder tenerse. Lorette no aguantaba más, aquella situación era cada vez más asfixiante para ella y se preguntaba cuando tendría un poco de paz emocional en medio de aquella tormenta de la que nunca podían escapar, ninguno de los dos.

Había decidido tomar el papel de la persona fuerte, la que se encarga de que ambos se controlen y no sucumban a algo que no pueden hacer. Pero ese papel era muy duro y se sentía la persona horrible de la película por estar todo el tiempo diciéndole que no es posible y encima haber tenido un momento de bajeza y haberle besado... Pensaría que nuevamente jugaba con él, pero ellos ya no eran unos críos como cuando se conocieron hacía tanto tiempo. Eran adultos que no podían más que observar como se perdían mutuamente sin poder hacer nada para solucionarlo.- Pues ahora tenemos que hacerlo Éferon, porque es lo correcto, porque estás prometido y porque no podemos estar juntos. A lo mejor somos unos necios, unos ilusos que se empeñan en intentar amarse una y otra vez cuando el mundo no parece dispuesto a dejarnos ser lo que somos y amar a quien queremos... Duele, estoy agotada de luchar contra viento y marea, de que mi corazón se resquebraje cada vez que quiero besarte, tocarte, abrazarte y no puedo...

Lorette no quería parar de luchar, sentía que merecía la pena no alejarle de su vida, que ahora tendrían algo precioso entre sus brazos pero no había podido evitar dejarse llevar por el dolor cuando pronunció esas palabras, que destilaban pesar puro y duro. Aun así sacó un poco de fuerza para, desde la cama, agarrar su mano entre las de ella y apretarla con fuerza.- No quiero que te alejes, tu no has fastidiado ningún sueño... Si acaso me has hecho ser más feliz, demasiado y a lo mejor soy castigada porque nadie merece ser tan dichoso –dijo negando con la cabeza para luego continuar.- Pero sea como fuera Éferon, la realidad es que eres su padre, siempre lo serás y espero que estés en su vida porque yo así lo quiero y se que él lo querrá, no necesito nada, médicos, dinero... Todo eso lo tengo, lo que necesito es tu apoyo, confianza y que estés en la vida de este niño que todavía no ha nacido porque te necesita y yo también te necesito. -dijo en voz suplicante, no podía darle su amor pero si podía ofrecerle un hijo... Y su vida, había estado investigando sus deudas, había solucionado un par y seguía con las demás.

Él le dio la espalda y Lorie se limitó a bajar la mirada, ella también le amaba pero, ¿Con qué derecho iba a decírselo cuando las cosas entre ellos no podían ser? Además, él ya lo sabía... Pero el amor no cambia nada, no hace que puedan estar juntos, no desaparece el compromiso ni el pasado, por desgracia.- No puedo prometerte que todo va a ir bien, ni siquiera que tu y yo podamos tener un final feliz, pero si puedo prometerte que una pequeña persona va a llegar a este mundo, estemos preparados sus padres o no... Y que somos nosotros dos los que debemos cuidar de él y hacer todo lo que nuestros padres no hicieron con nosotros, tratarle con respeto y amarle -dijo la francesa con tono decidido, pensando que él le daría la razón, habían tenido ambos padres que no habían hecho las cosas bien y podrían aprender de ello para mejorar, para que el pequeño no tuviera que pasar por lo mismo.

-No te vayas por favor –pidió aún sujetándole la mano y conteniendo todo un mundo en esa frase, no se limitaba a pedirle que no se fuera de esa habitación sino que le pedía que no se fuera de su vida, que no se marchara para nunca volver. Porque si él se iba se rompería en mil pedazos, como el globo que estalla y nada ni nadie jamás podría volver a recomponerla ni en mil vidas. Y su hijo, merecía tener a su padre con él, esperaba que él no se fuera pero tenía miedo de nuevo, de que todo se hubiera destrozado irremediablemente entre ellos.
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Mensaje por Éferon Gianetti Mar Ene 08, 2019 9:04 am

Oltremare.


Su mente se había bloqueado, ansiaba hallar la respuesta para detener este sufrimiento pero por más que intentaba pensar, los pros y los contras golpeaban su cabeza, negándole una respuesta y empujándolo fuera del círculo, el de la felicidad. Cierto que todo podía ser más fácil, renunciar a su actual compromiso y no pensárselo dos veces, se casaría con Lorie y criarían a ese niño con el amor, respeto y honor, como los que ellos no tuvieron. Tener padres y carecer de ellos sin infundirte unos valores era lo más terrible que podía suceder a alguien, por eso...él criaría a ese niño como a él su padre no lo crió, la presencia de la figura paterna en cada momento y escalón de su vida, contando con el apoyo incondicional de éste.

Cada palabra de Lorie se clavaba en el alma, dolía a la vez que sanaba pues tenerla bajo el mismo techo era un regalo, más saber que llevaba en sus entrañas el fruto de su unión, seguro que sería el bebé más dichoso del mundo sólo con tener a una madre como ella. lo amaría tanto que sólo de imaginarla con el pequeño o pequeña entre los brazos, sonrió como un tonto, un hombre completamente enamorado.

-¿Alejarme? No iba a hacerlo pero sé el daño que te causa tenerme cerca por la misma razón que la mía. Te mereces toda la dicha del mundo, ese niño es una bendición ¿si ha llegado en el peor o mejor momento? Eso no importa, está ahí y por él tenemos que seguir luchando, no me cansaré de hacerlo y aunque pequé de sincero...me alegro de haberlo hecho. Ese bebé va a llenar nuestro vacío, colorear nuestra vida gris y será quien nos una para siempre, estemos juntos o separados, es la prueba de que nos amamos como nadie y por mi parte, será así para siempre -sus orbes esmeralda centellearon, no estaba mintiendo y no se arrepentía de cada palabra, Éferon sentía y lo haría hasta el último instante de su vida.

No, no podía ponerlos en peligro y ahora con más razón, si seguía con el compromiso y pagaba las deudas, todo acabaría..al menos esa parte y Lorette quedaría fuera de esa historia, también su futuro hijo. Ajeno a lo que hacía por él, pagar sus deudas...él mismo se estaba complicando la vida por ocultar ciertas cosas, no ser sincero y quizás...ese era el mejor momento para serlo ¿era el mejor momento? dudaba y no, no podía verla sufrir aún más.

-No voy a irme... esperaba que me lo pidieras -sentado en el borde de la cama, se quitó el calzado y junto a ella, se metió en la cama, el muy osado ni preguntó pero tampoco hacía falta. Atesoró ese momento, envolviendo a Lorie entre sus brazos y dejar que apoyase su mejilla en su pecho, los dedos de Éferon se enredaron en su sedoso cabello dorado, siseando, necesitaban ese momento.

-Tú decides si es el momento en el que te lo cuente todo…no quiero ver más lagrimas. No más ¿de acuerdo? No lo soportaría

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Mensaje por Lorette D. Lefoy Mar Ene 08, 2019 7:36 pm


Ella solo deseaba tener un remanso de paz entre tanto drama, un momento de felicidad para solo pensar que va a tener un hijo, un momento de dicha completo y una pequeña criatura que vendrá al mundo para no dejarla sola nunca más. Se llevó la mano a la tripa, tocó a ese bebé esperando que su calor traspasara hasta él. Ella sintió que el mundo conspiraba en su contra de la peor forma posible pero que aun así su hijo era un pequeño regalo, una calma que llegaría en medio de una tormenta constante y de una vida llena de estrés y vacío. Ahora no podría centrarse solo en su carrera o en no sentir nada, tenía que darlo todo por el pequeño cuya referencia en el mundo sería su madre, cuyo vínculo con la francesa jamás se rompería. Ya casi podía imaginar su pequeña manita entre las de ella, chiquitita y suave.

-El daño... No importa, lo soportaré, tengo que hacerlo. -respondió con un leve suspiro pues así era, asumiría todo lo que le tocara asumir en la vida, se había permitido que el pesimismo la venciese durante aquel encuentro en el que le había desvelado la verdad, pero no podía volver a sucumbir a él, al fin y al cabo, ¿Podía el destino marear su vida más todavía?- Yo también siento eso Éfe, quiero que lo sepas. Este pequeño... No me arrepiento de nada ni de que él vaya a llegar a nuestras vidas, siento que ya le amo y creo que puedo ser una buena madre. Y si... pase lo que pase siempre será real, sabremos que lo nuestro existió, salga bien o mal  -dijo con voz triste pero resignada, al menos el niño sabría llegado el momento que fue concebido por amor y que aunque sus padres no pudieron estar juntos él no era ningún error ni un bebé no deseado si no todo lo contrario.

-Puedes pedírmelo las veces que quieras pero la respuesta siempre va a ser la misma. Mis sentimientos no han cambiado, no cambiarán nunca y siempre te voy a pedir que te quedes, aunque sea egoísta, aunque nos haga daño a los dos, a los tres... Da igual, no puedo hacer otra cosa, no puedo verte marchar por esa puerta así que te retengo conmigo –dijo de forma apasionada pues así lo sentía y era una verdad absoluta para ella, sabía que aferrarse a él estaba mal, ¿Pero que podía hacer? El se metió en la cama con ella y la abrazó con fuerza y Lorette se abandonó al abrazo como si el fuera la roca que el náufrago encuentra en medio del mar mientras se está ahogando, con dolorosa y acuciante necesidad de sentir su contacto y afecto.

Estaba tan a gusto entre sus brazos, apoyó la mejilla en su pecho y se limitó a escuchar el latido de su corazón, preguntándose en qué punto del embarazo podría escuchar el de su hijo y si sonaría igual, seguramente sí, al final la sangre llama a la sangre. Se permitió cerrar los ojos unos minutos, abandonada en la sensación de calma, con los ojos hinchados por las lágrimas, el cabello alborotado en la trenza y el alma repentinamente en paz, una paz que solo sentía cuando estaba con él. El dolor no se podía ir, pero si se podía apaciguar, como en ese momento.- Puedes contarme lo que quieras, lo sabes... Yo también tengo algo que contarte pero creo que hoy ya ha sido un día demasiado intenso, pero será pronto, lo prometo. Aun así tu puedes contarme lo que quieras, sabes que te escucharé y apoyaré me digas lo que me digas. -farfulló desde su pecho, no sabía que le iba a contar pero le daba exactamente igual, ella todavía guardaba un secreto de lo más peliagudo y complicado aunque al menos por ahora se había quitado el peso de encima de saberse encinta y no poder decírselo a nadie.

-No solo te pido que no te vayas, también te prometo que yo tampoco me iré -respondió esperando que sus palabras supusieran el ánimo que le hacía faltar para que le contara aquello que quería decirle. Sus palabras destilaban verdad y auténtica compasión, Lorie no juzgaba a nadie y menos lo haría con él y jamás de los jamás se plantearía abandonarle por nada que el le dijera, ya se sentía fatal por como reaccionó tras saber su compromiso de aquella manera torcida pero había aprendido la lección y estaba preparada.
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Mensaje por Éferon Gianetti Miér Ene 09, 2019 8:05 am

A él le ocurría lo mismo, no importaba el daño que suponía acercarse a ella si podía estrecharla entre sus brazos, aspirar el olor de su cabello, besar sus labios...aquellos que tan dulce le sabían, le volvieron loco desde el primer segundo. Era ella y no habría otra que la sustituyese, ella sin darse cuenta le había robado el corazón, le pertenecía y era algo que ambos sabían, Lorie se convirtió en su mundo y esos sentimientos quedaron intactos a lo largo del tiempo.

Sus palabras en referencia al bebé, dibujaron en los labios del italiano una sonrisa, tan dulce como las caricias perdidas en el cabello dorado de la francesa. La entendía y comprendía perfectamente pues él, sentía que ya lo amaba, los amaba a los dos y nada ni nadie podía asemejarse a lo que sentía por ella. Supo desde aquella noche cuando la contempló tocando el violín que se había perdido en sus ojos aguamarina, en su suave y aterciopelada voz. Ella se había convertido en su todo, iba a darle lo más maravilloso del mundo, la alegría de su vida, su orgullo y qué mejor que fruto del amor que se profesaban.

-No eres egoísta, ninguno de los dos lo somos...pero quiero que sepas una cosa, todo lo que hago, cada decisión que tomo la medito muy bien, para no crearte problemas, mantenerte al margen de mis historias con mi nueva vida. Hace siete años el Éferon que conociste desapareció, no tenía en realidad idea de la vida y ahora... el hombre en quien me he convertido me ha hecho darme cuenta de que sin luchar por mucho que pierdas, no consigues tu propia felicidad y...quiero que seamos felices, quiero...ser lo suficientemente bueno para ti y no un desechado de la sociedad, alguien que se disfraza cada día y se pone la máscara que ellos desean ver, contigo yo yo...yo mismo y eso nadie va a arrebatártelo

Estaba siendo sincero, el reencuentro después de siete años lo cambió todo. Sabía que no sería fácil, las decisiones tomadas pesaban, devolviéndole un soplo de aire fresco a sus pulmones. Ahora debía atar cabos, devolver a ese hombre que fue un poco de cordura, luchar por ella, ser un Gianetti con el apellido limpio y forjado en verdad, borrar toda mentira.

-Sí, ha sido un día muy intenso, creo que deberías descansar, prometo que cuando despiertes estaré aquí. No tenemos prisa, nos queda toda la vida...-y sin querer le había hecho una promesa, quizás la más significativa de su vida. La estrechó entre sus brazos al afirmar que no se iría, perderla supondría un dolor tan grande que ...era mejor no pensarlo. Siseó besando su cabeza, tarareando una canción italiana, la que tantas veces le cantó su nanna para dormirle.

Cerró los ojos, su voz susurrante se perdió hasta detenerse, él también se había quedado dormido, era la primera vez que compartían un movimiento tan íntimo como ese, cercano a la necesidad física. Cuando despertó, no supo donde se encontraba hasta que la vio descansar a su lado, la contempló en silencio...estaba tan cerca pero tan lejos.

-Te prometo que al final de la historia, estaremos los tres juntos, sólo...dame tiempo -la abrazó contra sí, se había hecho de noche y no , no estaba dispuesto a irse -Me quedo a cenar, así me aseguro que vuelve el apetito y os poneis ambos gorditos -susurró con mucho cariño.
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Mensaje por Lorette D. Lefoy Vie Ene 11, 2019 12:22 pm


Se sentía una mala persona porque le retenía con ella cuando ambos sufrían y no podían estar juntos. Abrazarse, estar así era lo más parecido a tener la felicidad al alcance de las manos y que te la quiten de mala forma justo cuando vas a tocarla. Ninguno de los dos tenía la culpa de lo que pasaba ahora, habían tomado sus decisiones y sus caminos se habían separado de forma irremediable pero ahora que estaban juntos de nuevo... Qué terrible era la sensación de que no podía ir todo como querían, daba igual que él dijera que no era egoísta porque se sentía totalmente así. Ella siempre fue una mujer de Dios, comedida, tímida... y se había quedado encinta de un hombre sin estar casada y encima no le importaba, sin duda estaba convencida de que se había ganado su ingreso en el infierno pero si eso suponía tener a su hijo y tenerle a él, pagaba el precio encantada.

-Voy a ir al infierno Éfe... Lo sé, se que iré y sin embargo lo que más me duele es que no me importa. Una mujer cristiana de verdad no habría engendrado un hijo fuera de un matrimonio y sin embargo no me importa, ya le quiero, se que va a ser el eje central de mi vida y me tortura saber que he condenado mi alma y que aun así pagaría el precio de la condena una y cien veces más por ti y por mi hijo... -con esas palabras le desnudaba su corazón, su temor y todo lo que pasaba por su cabeza raudo. El pensamiento de que ya no era buena cristiana y de que traicionaba todos su valores y principios por querer tener al niño. Sabía que él no era religioso pero siempre había respetado sus creencias y esperaba que lo hicieran en aquel momento también.- Tu ya eras suficientemente bueno para mí y ahora también lo eres. Jamás he pensado que no lo seas, eres bueno, cariñoso, intenso, amable... Eres un buen hombre y mi vida no habría sido lo mismo de no haberte conocido y necesito que comprendas que aunque las cosas no salgan bien, no me arrepiento de nada -comentó en tono triste, sin añadir nada más.

No dijo nada más, escuchó su promesa silenciosa y su abrazo estrecho y comenzó a notar como el sueño comenzaba a inundar su cuerpo. Dejó de sentir todo; el dolor, la angustia, todo lo malo se fue... Y se quedó dormida sin darse cuenta, disfrutando de aquel remanso de paz pequeño y escaso que no podría tener siempre, menos aún cuando él se casara o si tuviera en cuenta lo que le deparaba el destino a ella. Y entonces... nuevamente, el destino volvió a mostrarle algo que la puso sumamente tensa: En su premonición pudo ver a un hombre rubio, elegantemente vestido y de ojos color avellana que besaba su mano con elegancia mientras sus padres, que estaban justo detrás, les presentaban. Lorie no entendía las voces de sus padres, la premonición era confusa, ellos parecían muy felices por presentarle a aquel hombre y entonces la premonición se fue tan rápido como vino.

Cuando abrió los ojos desorientada lo primero que vio fue su mano entrelazada a una mano de tono caramelo que conocía muy bien. Abrió los ojos del todo y recordó que estaba en su habitación, pero debía ser mucho más tarde porque estaba todo oscuro. Alzó la cabeza frotándose los ojos y él seguía allí a su lado, pero estaba despierto. Se preguntó cuanto tiempo había dormido y de pronto un ramalazo de desazón recorrió su estómago al pensar en la premonición, ¿Qué narices había significado ahora esto? ¿Qué intentaba enseñarle el futuro? Se apartó el cabello lacio de la cara.- Es... Es muy tarde, seguramente la cena esté pronto. -respondió, incorporándose y abandonando la cama, aunque aquello le dolió sumamente sabía que en algún momento tenían que separarse. Invitó a Éfe a salir un momento del cuarto para vestirse, pues no podía bajar a cenar en camisón. Cuando estuvo sola en la habitación tomó el primer vestido sencillo que encontró y se lo puso... Pero cuando intentó ajustarse el corsette se dio cuenta de que no le entraba.

Se le escapó una risilla tonta, gracias a su hijo podía prescindir de esos elementos feos de tortura, no hay mal que por bien no venga. Así que con expresión triunfal tiró el corsette al suelo y le dio una patada. Se sentía cómoda, se rehizo la trenza del pelo y bajó tal cual a cenar. Él esperaba fuera de la puerta, no habría problema porque seguro que Anissa había anunciado ya que tenían un invitado aquella noche. Lorie le miró y le contó una cosa más antes de bajar, una noticia que a ella le pareció alegre en medio de tanto dolor.- Me he comprado una propiedad no muy lejos de casa de mi tía, está a solo diez minutos de aquí. Es mi primera casa propia, así el bebé puede tener su cuarto. Mi tía casi llora cuando se lo dije pero que vayamos a estar tan cerca le ha alegrado mucho -dijo contándole aquella noticia que le parecía buena, una casa propia por fin. También se moría por decirle que de sus deudores la mitad ya habían sido pagados o satisfechos y que estaba un poco más cerca de devolverle su vida... Pero no dijo nada, tenía una última cosa que regalarle al final de ese proceso y quería que fuera una gran sorpresa.
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Mensaje por Éferon Gianetti Sáb Ene 12, 2019 6:46 pm

Un suspiro hondo al oírle decir todo aquello, no se arrepentía de nada por el simple hecho de tener a ese niño, la prueba de que lo de ambos fue real  y lo sería pasase lo que pasase.  A él tampoco le importaba ir al infierno con tal de haber compartido esos momentos de felicidad absoluta.  Éferon la estrechó entre sus brazos en completo silencio, deseando asegurarle que todo saldría bien y estarían juntos, los tres pero no podía saberlo con certeza…  y en ese momento realmente pensó en que su futuro hijo y ella estarían mejor sin él en su vida.  Siempre rodeado de problemas, de personas tóxicas, en un mundo donde solo importaba las apariencias.

Él la contempló una vez más alejarse de su lado, no podía reprochárselo pero ese vacío no se llenaba por mucho que desease, sentía que cada segundo era desperdiciado y debía hacer algo antes de que fuese demasiado tarde pero ¿qué? Podrían ponerlos en peligro, si se enterasen de la existencia de ese niño, sería su fin pues cambiarían el objetivo a su debilidad que eran ellos dos para extorsionarle, advertirle que si pronto no pagaba sus deudas…  lo perdería todo como aquellos que se sintieron engañados por su padre.

Y con esos pensamientos, bajó lenta y pesadamente cada escalón que separaba la planta superior de la inferior. Sabía ocultarlo muy bien, en cuanto la puerta se cerró, el semblante del italiano cambió de golpe, por unos segundos dudaba que pudiese recomponerse…  todo se estaba complicando demasiado. Sería más fácil romper el compromiso, pedírselo a Lorie sin importar lo demás pero no era tan fácil, cuando bajó el último escalón, su tía Anissa se encontraba paseando por el hall. Éferon no pudo ni mirarla a la cara, no quería que nadie viese su propia frustración, le dedicó una reverencia y desvió la mirada hacia una de las ventanas, aguardando a Lorie, no se percató de que había bajado hasta que la oyó hablar.

-Estás tan hermosa. -sin perder la sonrisa, buscó su mano para dejar un sentido beso y acompañarla en la mesa, él no estaba como siempre, las palabras de Lorie le habían calado hondo, ya amaba a ese niño y él los amaba a los dos.  Contuvo la respiración unos segundos antes de atreverse a tomar la mano de Lorie bajo la mesa, aferrándose a ella como si en algún momento fuese a desaparecer. Éferon ahora sí que sentía miedo, miedo de que a los dos le ocurriese algo por su culpa, el italiano la incitó a comer con una breve sonrisa, no desistiría hasta que se lo comiese todo -Me alegra saber tal cosa - sonrió pero ni eso podía darle, comió degustando cada plato, en silencio…conversando con ambas hasta que se quedaron a solas, en el momento que se cerró la puerta, ambas manos las entrelazó entre las suyas.

-No me arrepiento de nada, Lorie. Sólo de una cosa… -una de sus manos soltó la de la joven y se inclinó para depositar un beso en sus carnosos labios, un beso sentido que dolió infundiéndole vida, se retiró despacio atesorando cada segundo -Pienso amarte hasta el último segundo de mi mísera existencia, sólo quiero saber si confías en mí ¿confías en mí? todo puede cambiar…podrías venir conmigo, cometer la locura de dejarlo todo…criarlo como merece sin más que todo el amor que podamos brindarles y aunque es una locura…no me importa…sé que no quieres oír esto pero no me arrepiento, no lo haría jamás porque no habría mejor madre que tú para mi hijo, será el ángel más hermoso de todos -abandonó la silla, aprovechando que Lorie se encontraba sentada, se aproximó a su vientre dejando de nuevo besos y caricias, hablándole directamente -Te prometo que no te voy a fallar nunca, prometo que amaré a tu madre más que a mi propia existencia y recuperaros va a ser mi objetivo principal…sois todo para mí, hijo…o hija…per favore, cuídala… por mí -Éferon bajó la mirada, acariciando con mucha ternura el vientre de Lorie -Soy tan feliz -buscó su mirada y sonrió, no quería marcharse de allí, el temor se unía a la felicidad, mezclándose… no podía apartar la mirada de ella.
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Mensaje por Lorette D. Lefoy Sáb Ene 26, 2019 3:54 pm


Aquel abrazo silencioso fue lo suficientemente significativo como para que se dijeran todo sin pronunciar nada, un abrazo que además les juntaba lo suficiente como para que su futuro hijo estuviera en el medio, justo en el centro de los dos y como debería ser, a pesar de que las cosas no fueran a salir como ella había pensado. Tras aquel abrazo y vestirse ambos habían bajado las escaleras para dirigirse al lugar donde cenarían y como ella sospechaba su tía lo había dispuesto todo para que la comida fuera agradable y suficiente para su acompañante italiano. Él dijo que estaba hermosa y ella lo sintió como una bonita mentira, con el cabello peinado de cualquier manera y la tez pálida por el malestar no era la mujer más bonita del universo, pero sabía que él no lo decía por hacer un simple y banal cumplido.

-Tu siempre me ves más hermosa de lo que en realidad soy -respondió con una leve sonrisa en sus labios carnosos y abultados, ahora más por la palidez de su cuerpo. Ambos llegaron a la mesa y se sentaron a comer, en soledad. El servicio le dijo que su tía Anissa se había sentido indispuesta pero ella sabía que aquella era su forma de concederles el tiempo de una cena a solas, sabiendo que en aquellos momentos lo necesitarían y que pronto separarían sus caminos sin saber a ciencia cierta cuando volverían a juntarse.- Espero que la cena te agrade, no es gran cosa pero solo puedo comer ciertos alimentos y mi tía como es tan encantadora se ha solidarizado conmigo y ahora solo sirve en casa lo que yo puedo comer por mi embarazo. Le estoy eternamente agradecida por cuidar de mí -dijo con una sonrisa resignada, no era una excelente gastrónoma pero había lamentado perder el derecho a comer ciertos alimentos deliciosos.

El servicio había servido y se habían marchado, ella acarició sus nudillos cuando decidió tomar su mano bajo la mesa, en un gesto sencillo pero casi sin pensarlo demasiado. Ambos comían en un silencio ciertamente extraño pero no incómodo, habían dicho mucho y no sentían la necesidad de hacerlo cenando. Lorette comió poco, aún sentía náuseas al hacerlo pero si lo suficiente como para que ella y su hijo no-nato estuvieran bien alimentados. La cena transcurría con tranquilidad, pronto estuvieron completamente solos y él comenzó a hablar, sin embargo no tuvo tiempo de procesar las palabras porque de pronto besó sus labios. Abrió los ojos sorprendida pero rápidamente los cerró, abandonada a la calidez y la comodidad de unos labios que conocía casi como si fueran los suyos propios, pero la sensación terminó tan rápido como vino. No podía culparle, aquello les torturaba pero ella había hecho lo mismo.

-Éferon, yo... -no sabía que añadir, su declaración ardiente le hacía daño y feliz al mismo tiempo. Ella le había dicho que no era posible, él seguía prometido por mucho que ahora hubiera un niño en el medio y seguía pensando eso, sin embargo la felicidad se escapaba de su control y amenazaba con inundarla si no mantenía la calma, también el dolor de saber que no podían tener esos sentimientos aunque lo desearan.- Confío en tí... ¿Ir contigo? -dijo con voz casi ronca, le pedía que se fuera con él, no se lo esperaba y sintió como sus labios palidecían al escucharle, se le llenaron los ojos de lágrimas. Era imposible, no podía irse con él, ¿Qué pasaba con su hijo si estaba embarazada de riesgo? ¿Con su tía? ¿Su carrera? Si se marchaba lo tiraba todo por la borda y les condenaba a ambos a una vida inestable, a no saber qué pasaría al día siguiente, soltó su mano con delicadeza pero con dolor.- No... No podemos marcharnos. Mi embarazo, es un embarazo de riesgo. A penas puedo caminar, viajar supondría arriesgarme a perderle, mi bebé podría fallecer por intentarlo. Además mi puesto, mi tía... Me hacen feliz también -la última parte a penas se comprendió pues rompió a llorar, comprendía que él le hubiera pedido todo aquello pero solo había conseguido hacerla muy desdichada por saber que deseaba escaparse con él pero no podía.

El llanto se le escapó, tuvo que usar una servilleta de tela limpia para secar sus ojos, a penas podía hablar.- Lo siento, lo siento mucho, no puedo marcharme, no podemos marcharnos... Duele -contestó ella entre lágrimas amargas, deseaba no haber escuchado eso nunca, no haber sabido que marcharse es una opción hermosa que jamás podrá ser real para ella. De pronto se sentía desolada y terriblemente cansada, necesitaba dormir, se llevó la mano al vientre a penas abultado, le dolía la zona.- Estoy muy cansada, creo que es mejor que te marches  -respondió con voz ronca, se apoyó en la mesa para levantarse, con pesadez y los ojos aún llorosos.- Gracias por venir a verme  -respondió con una sonrisa agria, despidiéndose de él por aquella noche.
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Ya pienso en tus manitas entre las mías [Privado] Empty Re: Ya pienso en tus manitas entre las mías [Privado]

Mensaje por Éferon Gianetti Dom Ene 27, 2019 6:01 am

La impulsividad, algo que no podía controlar y escapaba de sus manos. Fue muy impulsivo al pedirle tal cosa, podían empezar de cero lejos de todo, centrarse tan sólo en la felicidad que entre los dos podían crear como algo tan simple que amarse. No soltó sus manos, las sostuvo hasta que ella deshizo todo contacto piel con piel, de rodillas, sin importarle otra cosa que contemplarla en el más imponente silencio, esperando una respuesta que aunque la conocía, quería pensar realmente que estaba equivocado.

Los ojos esmeralda del italiano, se fijaron en ella, apretando ligeramente sus manos y asentir al desenlace de sus palabras. No la culpaba, ni tampoco podía echarle en cara nada porque la comprendía, él mejor que nadie sabía que no podría apagar sus sueños y cortarle las alas que aquel día acarició antes de que alzara el vuelo. Éferon no era egoísta pero en ese instante en el que sintió que podía perderlo como al mismo tiempo, recuperarlo…ser ese hombre que debería ser, aguardando y protegiendo a su familia pero entonces, se dio cuenta de que él en sí sólo sería la figura paterna de ese niño…nada más, por mucho que Lorie lo amase.

-Acepto tu decisión. Y lo siento, nunca fui egoísta pero me arriesgué por serlo una vez… no volveré a incomodarte, sólo me dedicaré a cuidarte, a estar contigo del modo que me permitas - un enorme muro volvió a alzarse entre ambos, Éferon se sintió vacío pero no abandonó su sonrisa, los ojos del italiano se cerraron un instante antes de levantarse. No quería irse, sentía que si lo hacía todo cambiaría… ¿por qué tenía esa desagradable sensación de pérdida?

-Espero descanses, no dudes en mandarme a llamar si me necesitas, creo que… lo que ahora deberías es descansar. Volveré en unos días - no, no podía fingirlo, estaba derrotado pero aún así esa incansable sonrisa seguía dibujada en sus labios. Se inclinó a ella, apoyando una mano en la silla, aferrándose con fuerza a la madera para no caer y depositó un beso en su cabello dorado, aquel en el que se perdió tantas veces… -Buona notte, Lorie-la mano libre acarició su mejilla, bajando tímidamente hasta su vientre al cual acarició con mucho mimo, un amor infinito…amaba a ese ser más que nada en este mundo.
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