AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El paso de Grudmond
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El paso de Grudmond
Hacia un par de semanas que había salido de Akershus rumbo a los fiordos, el viejo Olaf había abandonado tierras norteñas hacía algo mas de dos meses y nada sabíamos del mismo, habíamos escuchado rumores acerca de una tribu de druidas que se movían por el espesor del bosque buscando algo que había escapado de Asgar, temimos que Olaf hubiera acabado en las manos de estos seres extraños que se movían entre la naturaleza y no entre humanos.
Convertido en un gran lobo avanzaba con mas rapidez de lo que lo hubiera hecho un ejercito, el conde me había dejado claro que no debía intervenir si la situación era peligrosa, debía enviar una misiva y esperar refuerzos, solo eso, pero bien sabían todos que albergaba el espíritu de mi padre y no era de los que daba un paso atrás si podía darlo hacia delante.
Esa noche llegué al paso de Grudmond, por lo que me habían comentado era peligroso atravesarlo en luna llena por la cantidad de licanos salvajes que abundaban en aquellas tierras, lo mejor era ir a la pequeña aldea de Grundlin, con toque de queda al anochecer daban refugio a los viajeros que llegaban antes de que sus puertas quedaran selladas hasta que de nuevo el dios sol coronara el firmamento y con ese acto se llevara a las bestias hijas de Gaia.
Así acabé en una taberna bastante concurrida pidiendo habitación para pasar la noche, sentado en la mesa devoraba el potaje caliente que la simpatice hija del tabernero me había servido, mojaba el pan hambriento, era el primer plato de caliente que había tomado en días.
Traté de saber si como nosotros había escuchado rumores acerca de esa tribu de salvajes de las que el norte se había hecho eco, mas la joven solo escuchaba las habladurías de viajeros y mercenarios que como yo desconocían si solo era una leyenda pues nadie lo había visto.
-Por casualidad no habrás visto a este hombre verdad? -pregunté dejando caer sobre la mesa un retrato pintado a mano de Olaf.
Esta negó con la cabeza, no sacaría información de aquel antro, así que me limité a seguir hablando de todo y de nada mientras iba empujando la comida con el contenido de mi jarra.
Las puertas se abrieron poco después, entro por ellas un encapuchado, por el tamaño de su cuerpo menudo apostaría era una fémina y por el polvo que acumulaban sus botas parecía como yo buscar refugio en esta aldea antes de proseguir camino.
Convertido en un gran lobo avanzaba con mas rapidez de lo que lo hubiera hecho un ejercito, el conde me había dejado claro que no debía intervenir si la situación era peligrosa, debía enviar una misiva y esperar refuerzos, solo eso, pero bien sabían todos que albergaba el espíritu de mi padre y no era de los que daba un paso atrás si podía darlo hacia delante.
Esa noche llegué al paso de Grudmond, por lo que me habían comentado era peligroso atravesarlo en luna llena por la cantidad de licanos salvajes que abundaban en aquellas tierras, lo mejor era ir a la pequeña aldea de Grundlin, con toque de queda al anochecer daban refugio a los viajeros que llegaban antes de que sus puertas quedaran selladas hasta que de nuevo el dios sol coronara el firmamento y con ese acto se llevara a las bestias hijas de Gaia.
Así acabé en una taberna bastante concurrida pidiendo habitación para pasar la noche, sentado en la mesa devoraba el potaje caliente que la simpatice hija del tabernero me había servido, mojaba el pan hambriento, era el primer plato de caliente que había tomado en días.
Traté de saber si como nosotros había escuchado rumores acerca de esa tribu de salvajes de las que el norte se había hecho eco, mas la joven solo escuchaba las habladurías de viajeros y mercenarios que como yo desconocían si solo era una leyenda pues nadie lo había visto.
-Por casualidad no habrás visto a este hombre verdad? -pregunté dejando caer sobre la mesa un retrato pintado a mano de Olaf.
Esta negó con la cabeza, no sacaría información de aquel antro, así que me limité a seguir hablando de todo y de nada mientras iba empujando la comida con el contenido de mi jarra.
Las puertas se abrieron poco después, entro por ellas un encapuchado, por el tamaño de su cuerpo menudo apostaría era una fémina y por el polvo que acumulaban sus botas parecía como yo buscar refugio en esta aldea antes de proseguir camino.
Alrek Tollak- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 54
Fecha de inscripción : 21/06/2017
Re: El paso de Grudmond
Mis pasos se detuvieron a escasa distancia de la taberna, mis ojos la examinaron y mis manos afianzaron de mejor manera la capucha que cubría mi rostro para mantenerme resguardada de la mirada de extraños de la pequeña aldea. Grundin la llamaban sus habitantes y era ella la que a estas horas ya se encontraba cerrada para impedir la entrada de algunos seres que podrían presentar guerra en una noche como esta.
Mis ojos se detuvieron en la grande y plateada luna, a estas horas, en estos parajes, el astro indicaba precaución. Retomé mis pasos, unos cuantos hacia el frente y, al acercarme a la puerta de entrada, un par de siluetas se movilizó bloqueándome el paso.
- Nos os hagáis los difíciles, su amo me espera.-
- Como saber con qué intenciones te presentas, a la mejor deberías quitarte la capucha para poder ver que te traes entre manos.-
Negué sin pasar por alto la amenaza implícita en el tono de sus voces. -Malgastáis mi tiempo, por no decir el de vuestro amo, que de enterarse os dará el castigo pertinente. No querréis que se echen a perder sus ganancias por culpa vuestra, ¿o si?-
Uno soltó un resoplido y se hizo a un lado, el otro aún me observó intentando sin éxito amedrentarme antes de realizar el mismo movimiento hacia su derecha. Una vez despejada la entrada, me interné en el recinto.
Mi mirada deambuló por los presentes, se encontraban sentados en las mesas de madera bebiendo de sus jarras distraídos. Olía a alimentos y a potajes característicos de este tipo de lugares y una que otra mesera de escote bajo se reía en el regazo de un cliente.
Pasé de largo junto a las mesas para dirigirme hacia un pasillo del fondo, en los laterales había diversas puertas, me detuve frente a la última y entré en ella para encontrarme con el dueño de la taberna que, sentado en el fondo frente a un escritorio, alzó la mirada hacia mí. -Has tardado.-
-He llegado antes de lo establecido, eso sin mencionar que olvidaste comentarme algunos detalles acerca de lo que iba a encontrarme en el camino.- Me acerqué al escritorio apoyando ambas manos en él para que mis incandescentes ojos le observaran.
Nos miramos fijamente y le vi ladear la boca y soltar la risotada. -Tal vez pasé por alto algún que otro detalle, pero aquí estás, asumo que has cumplido con el encargo.-
Moví la bolsa que cargaba en mi mano y de un golpe seco la dejé caer sobre el escritorio. -Si no fuera por el acuerdo no habría valido la pena hacer esto por ti.-
Los ojos ajenos se achicaron al escucharme. -Ya bastante hago con tratar contigo, podría haberle encomendado esto a cualquier otro.-
Lo miré fijamente, ambos sabíamos que lo que había dicho no era más que una fanfarronada. -Cumplí con mi parte, ahora cumple con la tuya.-
Debí de haberlo sabido, no podía confiar en que cumpliría su palabra. Un movimiento ligero de su mano bastó para que un par de hombres saliese de las sombras dando un paso hacia el frente. –¿Qué significa esto?-
-Tengo un negocio que mantener y la recompensa será cuantiosa a cambio de entregar a una peculiaridad como tú a las autoridades-
En cuanto me percaté de lo que pretendía comencé a retroceder y, antes de que uno de sus hombres lograse ponerme la mano encima, realicé una pirueta seguida de una veloz barrida con la pierna que logró que se diera de bruces contra la mesa.
Me arqueé con las rodillas flexionadas y las manos en el suelo, calibrando los movimientos del segundo.
-¿Qué esperáis? ¡Atrapadla de una vez!- El siguiente corrió hacia mí, con las manos en el suelo alcé las piernas y echando una hacia atrás estrellé mi bota en su rostro.
Ya habían entrado más hombres en el cuarto así que volví a caer sobre mis pies y tirando de la alfombra con vertiginosa velocidad logré que varios de ellos cayeran estrepitosamente sobre el suelo.
El escándalo causado retumbó hasta afuera de la habitación. Un hombre salió volando por los aires y chocó con la pared del pasillo, causando que se armara revuelo entre los clientes de la taberna.
A continuación, y para sorpresa de todos, una figura delgada y etérea cayo de pie sobre la barra y comenzó a moverse como una ráfaga de viento. Varios individuos salieron del pasillo para abalanzarse sobre mi así que sin perder una décima de segundo pasé por encima de diversas cabezas saltando de un lado a otro.
Mis ojos se detuvieron en la grande y plateada luna, a estas horas, en estos parajes, el astro indicaba precaución. Retomé mis pasos, unos cuantos hacia el frente y, al acercarme a la puerta de entrada, un par de siluetas se movilizó bloqueándome el paso.
- Nos os hagáis los difíciles, su amo me espera.-
- Como saber con qué intenciones te presentas, a la mejor deberías quitarte la capucha para poder ver que te traes entre manos.-
Negué sin pasar por alto la amenaza implícita en el tono de sus voces. -Malgastáis mi tiempo, por no decir el de vuestro amo, que de enterarse os dará el castigo pertinente. No querréis que se echen a perder sus ganancias por culpa vuestra, ¿o si?-
Uno soltó un resoplido y se hizo a un lado, el otro aún me observó intentando sin éxito amedrentarme antes de realizar el mismo movimiento hacia su derecha. Una vez despejada la entrada, me interné en el recinto.
Mi mirada deambuló por los presentes, se encontraban sentados en las mesas de madera bebiendo de sus jarras distraídos. Olía a alimentos y a potajes característicos de este tipo de lugares y una que otra mesera de escote bajo se reía en el regazo de un cliente.
Pasé de largo junto a las mesas para dirigirme hacia un pasillo del fondo, en los laterales había diversas puertas, me detuve frente a la última y entré en ella para encontrarme con el dueño de la taberna que, sentado en el fondo frente a un escritorio, alzó la mirada hacia mí. -Has tardado.-
-He llegado antes de lo establecido, eso sin mencionar que olvidaste comentarme algunos detalles acerca de lo que iba a encontrarme en el camino.- Me acerqué al escritorio apoyando ambas manos en él para que mis incandescentes ojos le observaran.
Nos miramos fijamente y le vi ladear la boca y soltar la risotada. -Tal vez pasé por alto algún que otro detalle, pero aquí estás, asumo que has cumplido con el encargo.-
Moví la bolsa que cargaba en mi mano y de un golpe seco la dejé caer sobre el escritorio. -Si no fuera por el acuerdo no habría valido la pena hacer esto por ti.-
Los ojos ajenos se achicaron al escucharme. -Ya bastante hago con tratar contigo, podría haberle encomendado esto a cualquier otro.-
Lo miré fijamente, ambos sabíamos que lo que había dicho no era más que una fanfarronada. -Cumplí con mi parte, ahora cumple con la tuya.-
Debí de haberlo sabido, no podía confiar en que cumpliría su palabra. Un movimiento ligero de su mano bastó para que un par de hombres saliese de las sombras dando un paso hacia el frente. –¿Qué significa esto?-
-Tengo un negocio que mantener y la recompensa será cuantiosa a cambio de entregar a una peculiaridad como tú a las autoridades-
En cuanto me percaté de lo que pretendía comencé a retroceder y, antes de que uno de sus hombres lograse ponerme la mano encima, realicé una pirueta seguida de una veloz barrida con la pierna que logró que se diera de bruces contra la mesa.
Me arqueé con las rodillas flexionadas y las manos en el suelo, calibrando los movimientos del segundo.
-¿Qué esperáis? ¡Atrapadla de una vez!- El siguiente corrió hacia mí, con las manos en el suelo alcé las piernas y echando una hacia atrás estrellé mi bota en su rostro.
Ya habían entrado más hombres en el cuarto así que volví a caer sobre mis pies y tirando de la alfombra con vertiginosa velocidad logré que varios de ellos cayeran estrepitosamente sobre el suelo.
El escándalo causado retumbó hasta afuera de la habitación. Un hombre salió volando por los aires y chocó con la pared del pasillo, causando que se armara revuelo entre los clientes de la taberna.
A continuación, y para sorpresa de todos, una figura delgada y etérea cayo de pie sobre la barra y comenzó a moverse como una ráfaga de viento. Varios individuos salieron del pasillo para abalanzarse sobre mi así que sin perder una décima de segundo pasé por encima de diversas cabezas saltando de un lado a otro.
Laena Elvaris- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 08/04/2019
Re: El paso de Grudmond
Padre siempre decía que tenía un imán para los problemas, mientras iba enseñando aquel retrato dibujado de Olaf por las mesas esperando que alguien pudiera darme noticias sobre su paradero, un estruendo en una habitación contigua atrapó la atención de los presentes.
Enarqué una ceja por los claros signos de batalla cuando un cuerpo corpulento terminó estampado contra la pared frontal de la taberna, una especie de sombra atravesó el umbral de la puerta, se movía a toda velocidad y saltando se encaramó a una de las mesas esquivando ahora a tres tipos que se lanzaron a atraparlo.
No sabía que había pasado pero el espectro estaba solo y el resto trataban de matarlo, así que desenvainé la espada con fiereza y antes de que dos mas buscaran darle caza interpuse mi acero en su camino convirtiéndome en su nuevo enemigo.
-Hazte a un lado guerrero o acabaras muerto -rugió una de las moles tratando de darme un derechazo que esquivé con facilidad agachando mi cuerpo y virando sobre mi pie derecho me instalé en su espalda sajando sus talones con una pasada.
El tipo cayó de bruces al suelo, los ríos carmesí tiñeron la taberna mientras ahora si la gente se alzaba de sus asientos y salían despavoridos por la puerta.
-Corre -urgí al muchacho para que aprovechara el desconcierto mientras yo detenía a dos mas que azuzados por su jefe parecían ansioso por dar caza al esquivo.
Supuse que seria algún ladrón, abundaban en estas tierras azotadas por el hambre, si bien no estaba de acuerdo con aquellos que asaltaban caminos, no era menos cierto que dar de comer a tu gente nunca debería ser pagado con la vida, así que iba a protegerle intentando causar pocas bajas en aquella taberna.
Golpeé la frente de un segundo con el mango logrando que cayera de bruces inconsciente a mis pies y un tajo en el costado de un tercero bastó para frenar a otros dos que corrían ahora tras nosotros.
De reojo miré como el pícaro salía de la taberna sujetándome la puerta para que lo siguiera y en cuanto mi cuerpo traspasó el umbral, el muchacho cerró las compuertas atravesando un palo para que no pudiera seguirnos y permitirnos ganar algo de tiempo.
-El paso es peligroso cuando cae la noche - le advertí al verlo tomar su montura sin bajarse la capucha.
Caí de rodillas al suelo pronto mi cuerpo cambió, una pelaje tupido y rojo centelleó bajo el filo plata de la noche, mi boca se afiló en forma de hocico lleno de dientes con dos afilados colmillos y así, con forma de inmenso lobo rojo, emprendí camino abriéndome paso entre el caos guiando al caballo del pequeño delincuente que me iba a tener que explicar muchas cosas una vez abandonáramos aquella ciudad.
Enarqué una ceja por los claros signos de batalla cuando un cuerpo corpulento terminó estampado contra la pared frontal de la taberna, una especie de sombra atravesó el umbral de la puerta, se movía a toda velocidad y saltando se encaramó a una de las mesas esquivando ahora a tres tipos que se lanzaron a atraparlo.
No sabía que había pasado pero el espectro estaba solo y el resto trataban de matarlo, así que desenvainé la espada con fiereza y antes de que dos mas buscaran darle caza interpuse mi acero en su camino convirtiéndome en su nuevo enemigo.
-Hazte a un lado guerrero o acabaras muerto -rugió una de las moles tratando de darme un derechazo que esquivé con facilidad agachando mi cuerpo y virando sobre mi pie derecho me instalé en su espalda sajando sus talones con una pasada.
El tipo cayó de bruces al suelo, los ríos carmesí tiñeron la taberna mientras ahora si la gente se alzaba de sus asientos y salían despavoridos por la puerta.
-Corre -urgí al muchacho para que aprovechara el desconcierto mientras yo detenía a dos mas que azuzados por su jefe parecían ansioso por dar caza al esquivo.
Supuse que seria algún ladrón, abundaban en estas tierras azotadas por el hambre, si bien no estaba de acuerdo con aquellos que asaltaban caminos, no era menos cierto que dar de comer a tu gente nunca debería ser pagado con la vida, así que iba a protegerle intentando causar pocas bajas en aquella taberna.
Golpeé la frente de un segundo con el mango logrando que cayera de bruces inconsciente a mis pies y un tajo en el costado de un tercero bastó para frenar a otros dos que corrían ahora tras nosotros.
De reojo miré como el pícaro salía de la taberna sujetándome la puerta para que lo siguiera y en cuanto mi cuerpo traspasó el umbral, el muchacho cerró las compuertas atravesando un palo para que no pudiera seguirnos y permitirnos ganar algo de tiempo.
-El paso es peligroso cuando cae la noche - le advertí al verlo tomar su montura sin bajarse la capucha.
Caí de rodillas al suelo pronto mi cuerpo cambió, una pelaje tupido y rojo centelleó bajo el filo plata de la noche, mi boca se afiló en forma de hocico lleno de dientes con dos afilados colmillos y así, con forma de inmenso lobo rojo, emprendí camino abriéndome paso entre el caos guiando al caballo del pequeño delincuente que me iba a tener que explicar muchas cosas una vez abandonáramos aquella ciudad.
Alrek Tollak- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 54
Fecha de inscripción : 21/06/2017
Re: El paso de Grudmond
Continué saltando ágilmente sobre diversas cabezas mientras varios de los hombres intentaban darme caza. Acton debería de haber cumplido con su parte del trato, en su lugar me traicionaba con la intención de entregarme y por mi parte, terminar en manos de los soldados que había visto cuando me movilizaba entre los árboles de los bosques circundantes, distaba mucho de entrar en mis planes, así que continué saltando.
Los hombres tenían algo en común, al igual que muchos bravucones de Midgard, sus movimientos resultaban toscos y con poca precisión. Cada vez que uno de ellos pretendía atraparme, mis botas ya habían marcado la trayectoria en el aire y saltaban hacia otra mesa, provocando que se dieran de frente contra la que dejaba detrás de mi.
En medio de sus intentos varias espadas salieron a relucir y mientras caía grácilmente sobre un nuevo mueble de madera con las piernas flexionadas, la imagen de un hombre joven se interpuso para darme ventaja mientras elevaba su arma en el aire y comenzaba a blandirla en contra de algunos.
Aproveché la ventaja que me estaba facilitando y emprendí la carrera hacia la salida. A medio camino otro hombre se atravesó para intentar atraparme por lo que realicé una pirueta giratoria y, con la fuerza de esta, di una patada que le alcanzó en el estómago y le lanzó volando hasta caer contra la pared más cercana.
Alcancé como una ráfaga la puerta, la abrí y aguardé a que mi inesperado aliado alcanzase la misma. Me aseguré de mantenerla cerrada por fuera con una tabla de madera y caminé hacia una de las monturas atadas en el exterior.
-Easime biome, ni am vamme going ana harna tye.- susurré apenas audiblemente al acercarme y acariciar su cuello despacio. Con un movimiento ágil trepé sobre su lomo y aferré las riendas.
Desde debajo de la capucha que cubría mi rostro observé como la figura frente a mi caía de rodillas y comenzaba a transformarse. Bajo la luz de las estrellas, un hermoso pelaje rojizo emergió cubriendo a un lobo. -Shape shifter…- pensé.
Alcé el brazo para señalar adelante, indicándole de esa forma que estaba dispuesta a seguirle con la mayor celeridad posible. A nuestras espaldas se escuchó un estruendo, varios hombres intentaban romper la puerta de la taberna.
Alcancé a ver sobre mi hombro el brillo de la hoja de un hacha rompiendo la madera y un potente silbido atravesó el aire, seguido del sonido de canes que comenzaron a seguirnos el rastro.
El corcel sobre el que cabalgaba adquirió mayor velocidad y el lobo frente a nosotros continuó guiando nuestros pasos. Asi emprendimos una veloz carrera movilizándonos por las calles de Grundin para eludir a los empedernidos perseguidores y a sus perros.
Esperaba que la criatura que continuaba guiándome conociera algún que otro atajo que nos resultase de suma utilidad en estos momentos.
Los hombres tenían algo en común, al igual que muchos bravucones de Midgard, sus movimientos resultaban toscos y con poca precisión. Cada vez que uno de ellos pretendía atraparme, mis botas ya habían marcado la trayectoria en el aire y saltaban hacia otra mesa, provocando que se dieran de frente contra la que dejaba detrás de mi.
En medio de sus intentos varias espadas salieron a relucir y mientras caía grácilmente sobre un nuevo mueble de madera con las piernas flexionadas, la imagen de un hombre joven se interpuso para darme ventaja mientras elevaba su arma en el aire y comenzaba a blandirla en contra de algunos.
Aproveché la ventaja que me estaba facilitando y emprendí la carrera hacia la salida. A medio camino otro hombre se atravesó para intentar atraparme por lo que realicé una pirueta giratoria y, con la fuerza de esta, di una patada que le alcanzó en el estómago y le lanzó volando hasta caer contra la pared más cercana.
Alcancé como una ráfaga la puerta, la abrí y aguardé a que mi inesperado aliado alcanzase la misma. Me aseguré de mantenerla cerrada por fuera con una tabla de madera y caminé hacia una de las monturas atadas en el exterior.
-Easime biome, ni am vamme going ana harna tye.- susurré apenas audiblemente al acercarme y acariciar su cuello despacio. Con un movimiento ágil trepé sobre su lomo y aferré las riendas.
Desde debajo de la capucha que cubría mi rostro observé como la figura frente a mi caía de rodillas y comenzaba a transformarse. Bajo la luz de las estrellas, un hermoso pelaje rojizo emergió cubriendo a un lobo. -Shape shifter…- pensé.
Alcé el brazo para señalar adelante, indicándole de esa forma que estaba dispuesta a seguirle con la mayor celeridad posible. A nuestras espaldas se escuchó un estruendo, varios hombres intentaban romper la puerta de la taberna.
Alcancé a ver sobre mi hombro el brillo de la hoja de un hacha rompiendo la madera y un potente silbido atravesó el aire, seguido del sonido de canes que comenzaron a seguirnos el rastro.
El corcel sobre el que cabalgaba adquirió mayor velocidad y el lobo frente a nosotros continuó guiando nuestros pasos. Asi emprendimos una veloz carrera movilizándonos por las calles de Grundin para eludir a los empedernidos perseguidores y a sus perros.
Esperaba que la criatura que continuaba guiándome conociera algún que otro atajo que nos resultase de suma utilidad en estos momentos.
Laena Elvaris- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 08/04/2019
Re: El paso de Grudmond
En cuanto sentí la tierra bajo mis patas corrí como alma que lleva el diablo hacía la nada, el bosque era peligroso para almas cándidas y esperaba poder librarme allí de los secuaces del tabernero y que el pobre ladronzuelo no sufriera daños en el intento, si algo había visto en ese muchacho es cierta habilidad para esquivar a la muerte, supongo eso era un plus en cada rebelde y tampoco podíamos culpar en estas tierras a que nadie se hiciera con pertenencias ajenas para llenar el buche.
Alzaba la tierra bajo mis zarpas, zigzagueando entre los arboles, mi cuerpo derrapaba, tras de mi la montura ligera del chico y como no los corceles mas pesados de guerra de los mercenarios, podríamos aprovechar eso sin duda para perderlos de vista, hubiera ladeado la sonrisa de no tener un largo hocico y bajo esa premisa tiré a la derecha allá donde el bosque se convertía en una densa selva llena de matorrales, escarpadas laderas y como no zarzales que dificultarían muy mucho el paso de las monturas.
Miré hacia atrás de vez en cuando, el chico disparaba el arco cuando una lluvia caía sobre si mismo siendo esquivada no sin dificultad por el mismo.
Era el momento, me frené en seco dejando que su montura me sobrepasara y sin que esta lo esperara lancé un par de bocados al aire asustandola, el chico cayó de bruces al suelo, pero el caballo continuó su salvaje galopada desbocado, me lancé sobre el chico ocultándolo entre los matorrales, agazapado observé como el resto de guerreros pasaban de largo pensando que el ladrón todavía galopaba sobre su caballo, si todo iba bien mas adelante encontraría zarzas, la montura pequeña podría desenvolverse bien y llegar al rio a salvo, por contra los guerreros quedarían maltrechos y atrapados si se mantenían sus trece de seguir al tipo y lo mas seguro es que cansados acabaran reculando y volviendo a la taberna.
Cuando dejé de escuchar el golpe de los cascos en tierra me lace recuperando mi forma humana, mi ceño se frunció de inmediato y alcé el dedo en dirección del chico antes de que abriera la boca.
-de nada -casi rugí -pero vas a tener que explicarme que ha pasado y por que he tenido que desviarme de mi camino por tu culpa. Sígueme, hay una parte donde el rio lleva poco caudal y podremos cruzarlo con facilidad, al otro lado estará tu caballo.
El ladrón parecía petrificado lo que me llevó a enarcar una ceja y a mirarme de arriba a bajo.
-Cuando crezcas entenderás lo bien dotado que estoy -alegué con una media sonrisa -soy Alrek, hijo del general Ulf ¿y tu eres?
En el norte mi padre era leyenda, así que no creí necesaria dar mas información al respecto.
Alzaba la tierra bajo mis zarpas, zigzagueando entre los arboles, mi cuerpo derrapaba, tras de mi la montura ligera del chico y como no los corceles mas pesados de guerra de los mercenarios, podríamos aprovechar eso sin duda para perderlos de vista, hubiera ladeado la sonrisa de no tener un largo hocico y bajo esa premisa tiré a la derecha allá donde el bosque se convertía en una densa selva llena de matorrales, escarpadas laderas y como no zarzales que dificultarían muy mucho el paso de las monturas.
Miré hacia atrás de vez en cuando, el chico disparaba el arco cuando una lluvia caía sobre si mismo siendo esquivada no sin dificultad por el mismo.
Era el momento, me frené en seco dejando que su montura me sobrepasara y sin que esta lo esperara lancé un par de bocados al aire asustandola, el chico cayó de bruces al suelo, pero el caballo continuó su salvaje galopada desbocado, me lancé sobre el chico ocultándolo entre los matorrales, agazapado observé como el resto de guerreros pasaban de largo pensando que el ladrón todavía galopaba sobre su caballo, si todo iba bien mas adelante encontraría zarzas, la montura pequeña podría desenvolverse bien y llegar al rio a salvo, por contra los guerreros quedarían maltrechos y atrapados si se mantenían sus trece de seguir al tipo y lo mas seguro es que cansados acabaran reculando y volviendo a la taberna.
Cuando dejé de escuchar el golpe de los cascos en tierra me lace recuperando mi forma humana, mi ceño se frunció de inmediato y alcé el dedo en dirección del chico antes de que abriera la boca.
-de nada -casi rugí -pero vas a tener que explicarme que ha pasado y por que he tenido que desviarme de mi camino por tu culpa. Sígueme, hay una parte donde el rio lleva poco caudal y podremos cruzarlo con facilidad, al otro lado estará tu caballo.
El ladrón parecía petrificado lo que me llevó a enarcar una ceja y a mirarme de arriba a bajo.
-Cuando crezcas entenderás lo bien dotado que estoy -alegué con una media sonrisa -soy Alrek, hijo del general Ulf ¿y tu eres?
En el norte mi padre era leyenda, así que no creí necesaria dar mas información al respecto.
Alrek Tollak- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 54
Fecha de inscripción : 21/06/2017
Re: El paso de Grudmond
El lobito rojo tenía sus trucos y muy pronto aprendí, que aparte de lobo también tenía algunas mañas de zorro, repentinamente lanzó unas dentelladas al aire que asustaron al corcel e inevitablemente me lanzaron por los aires. Afortunadamente caí de bruces en un área de tierra que humedecida por el clima resultó más bien blanda.
Sin darme tiempo de nada se tomó la libertad de dirigir el resto de la maniobra al lanzarse sobre mi y ocultarme entre un grupo de tupidos arbustos, aunque tuve que escupir algo de hierba que inevitablemente acabó entre mis dientes.
No sé exactamente porqué se había autonombrado líder de las maniobras, porque ciertamente yo no dejaba de ser lo que era y por lo tanto también guardaba mis propios trucos, pero teniendo en cuenta que lo hacía para bien y que aparentemente se preocupaba por mí, no me resistí a que continuara dirigiendo el asunto.
A los pocos minutos mis perseguidores alcanzaron la zona y ambos nos mantuvimos en silencio, aguardando. Por momentos los cascos se acercaban, y un nuevo silbido sirvió para avisarles a todos que alguien había dado con las huellas del corcel que ahora debía de correr perdido en el bosque.
La treta cumplió su cometido, el sonido de los perseguidores comenzó a alejarse, al ser guiados por el noble animal que mis manos ya no dirigían hasta que las voces se perdieron en la nada.
Me senté un momento para terminar de escupir la hierba que de buen sabor no tenía nada y cuando me puse de pie, el hermoso pelaje rojo brillante comenzó a desaparecer frente a mis ojos para ser reemplazado por otra forma.
Me quedé quieta y mi mirada adquirió un brillo especial al observarlo. Algo decía acerca del corcel y parecía estar enfadado, pero mi atención estaba inmersa en la contemplación de su rostro.
Tenía las pestañas oscuras, barba de unos días y su pelo era rubio como el brillo del sol. Sonreí de lado al contemplarle, su figura era delgada y atlética, tenía músculos definidos que le otorgaban apariencia fuerte y, cuando señaló lo evidente e inevitablemente reparé en su sobresaliente miembro viril, sentí que algo ardía en mi interior.
-Alrek...- repetí su nombre y atraída por él me acerqué y coloqué delicadamente mi mano sobre su pecho. -Lauca…- susurré en mi lengua al descubrir cómo era la temperatura de su piel.
-Soy Laena.- expliqué, dejando caer la capucha que cubría mi rostro para dejar al descubierto mi cabello rojizo. Pareció sorprenderse al mirarme, no estaba muy segura de por qué, me puse de puntillas casi, casi, como si fuera a besarlo y pude oler el aroma que desprendía su piel, a heno y naturaleza y por unos segundos nos miramos.
-Busco a uno de los míos…- Con un leve movimiento de mis dedos coloqué unos mechones de pelo detrás de mi oreja mientras le revelaba mi secreto.
-Me obligaron a traerles algo que codiciaban y a cambio me lo devolverían, pero me han engañado, aún lo tienen prisionero a él y a otro más al que creo que llaman Olaf.-
En un instante escuché un nuevo sonido. -Será mejor que cambies de forma y nos dirijamos hacia el río lo antes posible.-
Una saeta pasó a toda velocidad a un lado mío cuando con velocidad increíble la eludí. Di un salto para trepar a un árbol y comenzar a moverme de rama en rama, de árbol en árbol, mientras él se movilizaba velozmente por tierra.
Sin darme tiempo de nada se tomó la libertad de dirigir el resto de la maniobra al lanzarse sobre mi y ocultarme entre un grupo de tupidos arbustos, aunque tuve que escupir algo de hierba que inevitablemente acabó entre mis dientes.
No sé exactamente porqué se había autonombrado líder de las maniobras, porque ciertamente yo no dejaba de ser lo que era y por lo tanto también guardaba mis propios trucos, pero teniendo en cuenta que lo hacía para bien y que aparentemente se preocupaba por mí, no me resistí a que continuara dirigiendo el asunto.
A los pocos minutos mis perseguidores alcanzaron la zona y ambos nos mantuvimos en silencio, aguardando. Por momentos los cascos se acercaban, y un nuevo silbido sirvió para avisarles a todos que alguien había dado con las huellas del corcel que ahora debía de correr perdido en el bosque.
La treta cumplió su cometido, el sonido de los perseguidores comenzó a alejarse, al ser guiados por el noble animal que mis manos ya no dirigían hasta que las voces se perdieron en la nada.
Me senté un momento para terminar de escupir la hierba que de buen sabor no tenía nada y cuando me puse de pie, el hermoso pelaje rojo brillante comenzó a desaparecer frente a mis ojos para ser reemplazado por otra forma.
Me quedé quieta y mi mirada adquirió un brillo especial al observarlo. Algo decía acerca del corcel y parecía estar enfadado, pero mi atención estaba inmersa en la contemplación de su rostro.
Tenía las pestañas oscuras, barba de unos días y su pelo era rubio como el brillo del sol. Sonreí de lado al contemplarle, su figura era delgada y atlética, tenía músculos definidos que le otorgaban apariencia fuerte y, cuando señaló lo evidente e inevitablemente reparé en su sobresaliente miembro viril, sentí que algo ardía en mi interior.
-Alrek...- repetí su nombre y atraída por él me acerqué y coloqué delicadamente mi mano sobre su pecho. -Lauca…- susurré en mi lengua al descubrir cómo era la temperatura de su piel.
-Soy Laena.- expliqué, dejando caer la capucha que cubría mi rostro para dejar al descubierto mi cabello rojizo. Pareció sorprenderse al mirarme, no estaba muy segura de por qué, me puse de puntillas casi, casi, como si fuera a besarlo y pude oler el aroma que desprendía su piel, a heno y naturaleza y por unos segundos nos miramos.
-Busco a uno de los míos…- Con un leve movimiento de mis dedos coloqué unos mechones de pelo detrás de mi oreja mientras le revelaba mi secreto.
-Me obligaron a traerles algo que codiciaban y a cambio me lo devolverían, pero me han engañado, aún lo tienen prisionero a él y a otro más al que creo que llaman Olaf.-
En un instante escuché un nuevo sonido. -Será mejor que cambies de forma y nos dirijamos hacia el río lo antes posible.-
Una saeta pasó a toda velocidad a un lado mío cuando con velocidad increíble la eludí. Di un salto para trepar a un árbol y comenzar a moverme de rama en rama, de árbol en árbol, mientras él se movilizaba velozmente por tierra.
Laena Elvaris- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 08/04/2019
Re: El paso de Grudmond
¿Una mujer? Admito que no lo esperaba, no porque no las viera capaces, por Odin que lo eran, había mordido el polvo con mas de una.
Mis lobunos ojos se perdieron en los suyos, sobre sus puntas se alzó para captar mi fragancia, cerca nuestros labios, casi nuestra nariz se rozaba, bien sabía lo que su instinto le pedía porque el mio no era menos salvaje del de la dama.
Mi diestra apartó un mechón de pelo de su oreja y en ese intente comprendí de lo que se trataba, mitos y leyendas había escuchado acerca de esta característica raza.
-Parece que el sino nos ha unido, tu quieres salvar a uno de los tuyos y yo a uno de los míos, quizás debamos tomar el mismo camino.
Trabajar juntos nos depararía mas suerte que enfrentar por separado a la muerte, supongo que podríamos complementarnos bien, ladeé la sonrisa recuperando mi forma lobuna, un enorme lobo rojo que había percibido que de nuevo nos perseguían.
Un mordisco en el aire basto para pedirle que subiera sobre mi lobo y que se afianzara bien a mi tupido pelaje porque no íbamos precisamente a ir despacio.
Sus piernas rodearon mi cuerpo, no necesitó mas para comprender lo que le pedía porque apretó con fuerza para no caer hundiendo sus dedos en mi piel.
Un salto y me introduje entre la maleza, el bosque era cada vez mas frondoso, los que me seguían a caballo tenían cierta dificultad por seguir mi paso y aunque una lluvia de saetas cayó sobre nosotros no me fue difícil zigzaguear derrapando evitando que el acero nos atravesara.
No tarde demasiado en dejar atrás a unos caballos que por lo escarpado del terreno no podían seguir avanzando, ademas de que al no llevar perros de presa les resultaba imposible seguir mi rastro que se confundía de forma fácil entre la hojarasca y las piedras de gran tamaño.
Me detuve frente a un lago de aguas mansas, allí podríamos refrescarnos, ella parecía tener mas información que yo sobre aquellos que habían capturado a nuestros allegados, así que era hora de hablar y poner las cartas sobre la mesa.
De nuevo ante sus ojos cambie de forma, ladeé la sonrisa cuando sus ojos volvieron a mi envergadura.
-¿Los de tu especie la tienen mas pequeña? -pregunté divertido
Mis lobunos ojos se perdieron en los suyos, sobre sus puntas se alzó para captar mi fragancia, cerca nuestros labios, casi nuestra nariz se rozaba, bien sabía lo que su instinto le pedía porque el mio no era menos salvaje del de la dama.
Mi diestra apartó un mechón de pelo de su oreja y en ese intente comprendí de lo que se trataba, mitos y leyendas había escuchado acerca de esta característica raza.
-Parece que el sino nos ha unido, tu quieres salvar a uno de los tuyos y yo a uno de los míos, quizás debamos tomar el mismo camino.
Trabajar juntos nos depararía mas suerte que enfrentar por separado a la muerte, supongo que podríamos complementarnos bien, ladeé la sonrisa recuperando mi forma lobuna, un enorme lobo rojo que había percibido que de nuevo nos perseguían.
Un mordisco en el aire basto para pedirle que subiera sobre mi lobo y que se afianzara bien a mi tupido pelaje porque no íbamos precisamente a ir despacio.
Sus piernas rodearon mi cuerpo, no necesitó mas para comprender lo que le pedía porque apretó con fuerza para no caer hundiendo sus dedos en mi piel.
Un salto y me introduje entre la maleza, el bosque era cada vez mas frondoso, los que me seguían a caballo tenían cierta dificultad por seguir mi paso y aunque una lluvia de saetas cayó sobre nosotros no me fue difícil zigzaguear derrapando evitando que el acero nos atravesara.
No tarde demasiado en dejar atrás a unos caballos que por lo escarpado del terreno no podían seguir avanzando, ademas de que al no llevar perros de presa les resultaba imposible seguir mi rastro que se confundía de forma fácil entre la hojarasca y las piedras de gran tamaño.
Me detuve frente a un lago de aguas mansas, allí podríamos refrescarnos, ella parecía tener mas información que yo sobre aquellos que habían capturado a nuestros allegados, así que era hora de hablar y poner las cartas sobre la mesa.
De nuevo ante sus ojos cambie de forma, ladeé la sonrisa cuando sus ojos volvieron a mi envergadura.
-¿Los de tu especie la tienen mas pequeña? -pregunté divertido
Alrek Tollak- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 54
Fecha de inscripción : 21/06/2017
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