Las lobas que hirieron a la luna con plata |Privado|

por **Corinne Strasse** Sáb Abr 11, 2020 11:19 am

"En la venganza, como en el amor, la mujer es más bárbara que el hombre."
Friedrich Nietzsche.

Otra noche más allí atrapada, con las cadenas de plata alrededor del cuerpo. Otra noche de luna llena que solitaria trataría de reducir a la bestia de su interior, sin muchas más esperanzas que las veces anteriores. Lo presentía; lo sentía. Aquella noche su loba no tenía intenciones de esperar mansa la vuelta de su humanidad. No sería más una loba vestida de cordero, ni tenía planeado ser-lo en el futuro. Ahora la loba con más ahínco iba a protegerla. En este punto de la historia pese a ser una noche solitaria para ambas dualidades, ya no estarían más solas. Jamás en la vida se sentirían más nunca de esa forma. Corinne aún lo desconocía y faltaria mucho para que lo supiera, empero la loba, era otro cantar. Ella ya lo sabía, ahí estaban a su amparo, a su letal protección y no pensaba fallarles. Desde el primer instante había sido consciente del pequeño cambio, de aquellos minúsculos seres con el que compartiría cuerpo y sangre. Tan pequeños, tan débiles, tan vulnerables que con más razón iban a necesitar que la bestia asumiera el control las noches más peligrosas. Los humanos eran débiles, sus mentes complejas los hacían dudar en las situaciones de mayor rapidez mental. Allá donde la loba veía la ocasión perfecta para matar, Corinne dudaría, y ahora, en estos tiempos, la loba no iba a dejar que la humana se entrometiera en su afán y necesidad de asegurar y proteger a su familia.

Esta necesidad de autoprotección llevó a la bestia a arañar desde el interior el caparazón humano que la amordazaba en su interior, sumiendo a la humana en el desconcierto las noches anteriores a la luna llena y esta noche no fue distinta. A cada hora que más se acercaba la hora de emerger, más se aseguraba de darle los aviso correspondientes. El dolor de cabeza, el cosquilleo en su piel y los ojos enrojecidos; sensibles eran una de esas múltiples señales que le avisaban de que la hora estaba cerca. Les dio día libre a todos sus trabajadores de la casa y quedándose sola a dos meras horas de la luna llena, empezó su autoencarcelamiento en la torre. Lo hizo a consciencia e igualmente, cuando Corinne fue devorada por su mitad animal,y todo su cuerpo fue transformado de la contorsión dolorosa del proceso, solo hizo falta diez minutos de lucha consigo para abrir los grilletes y escapar de aquellas paredes. La mente humana fue golpeada y maltrecha sin remisión y posibilidad de fuga en un rincón de la gran bestia blanca y está, vencedora por siempre, no tardó en internarse en lo más hondo y oscuro del bosque Francés. Ahí estaba, sus grandes patas impulsandose con fuerza entre los matorrales, un doquier de aromas se presentaron ante su aguda olfato y siguiendo en línea recta por aquel bosque, siguió hasta que el aroma del agua y la sed viraron su rumbo hacia el extremo este del perímetro.

Por esta vez la bestia no fue en busca de sus víctimas favoritas de la inquisición. Los inquisidores condenados de su naturaleza, eran un plato exquisito que jamás podía negarse, sin embargo esta noche el animal decidió detenerse tranquilamente a beber en la ladera del río que encontró. En aquella parte tan alejada del bosque no solía encontrarse visitantes y los pocos que podía haber, no les tenia ningun miedo. La bestia corrió, pisó con fuerza la tierra bajo sus garras y deteniendo su voraz carrera ante el río, olisqueó con calma y una vez estuvo segura, bajó a beber agua. Bebió tranquila y contemplando su reflejo en las ondas del agua, una mirada amarilla le devolvió la mirada. Gruñó y dejando de beber se embaró completamente. Sus orejas se pusieron alerta y allí, enmedio de esa clariana alumbrada por la luz de la luna, escuchó los gruñidos y pasos de otra licantropa yendo directamente hacia ella. Arañó con sus garras el suelo y con el cuerpo flexionado, preparada; en expectativa, dejó que el olor de la licántropa se apoderara de todos sus instintos. La caza empezaba y por desgracia, aquella invitada inesperada olía a lo único que podía despertar sus instintos de venganza.

por **Gianna Castiglione** Lun Abr 13, 2020 6:22 pm

"Tened cuidado con la ira de de alguien que ha sufrido.”

Ana, así la llamaba la anciana mujer con la que ahora vivía Gianna. Se habían encontrado por accidente. La mujer de avanzada edad vivía sola debido al abandono de sus hijos, mientras que la italiana vivía en una casa vacía y a punto de caerse en medio del bosque tras haber perdido la memoria. Apenas recordaba que una mañana cualquiera amaneció en medio de una ladera, completamente cubierta de sangre y sin tener idea ni siquiera de su propio nombre. Esa mañana entre la ira que sentía y la confusión, limpió su cuerpo en el paso cercano del río y caminó por mucho tiempo tratando de encontrar algo. En sueños escuchaba cosas, pero todas eran tan borrosas que le era imposible hilar algo coherente para creer que cualquiera de las situaciones que soñaba podía ser real.

Esa mujer la había ayudado a soportar un poco más el ruido, dado que en las primeras ocasiones que Gianna se acercaba a la ciudad, se sentía tan atormentada por lo que llegaba a sus oídos que siempre tenía que volver tras sus pasos e internarse nuevamente en el bosque. La mujer vivía a las afueras de la ciudad, había ruido, pero la mejora iba en aumento en cada convivencia con ella. Aquella señora había acogido a Gianna por recordarle a una de sus hijas, y se habían llevado bien hasta que ella, dado lo avanzado de su edad, falleció.

A partir de entonces, Gianna había regresado al bosque, cazaba incluso en su forma humana y en muchas ocasiones disfrutaba de alimentarse de animales crudos. Casi se podía decir que su nueva naturaleza como licántropo le daba un aire salvaje a esa mente perdida y la abrazaba como si cuidara de ella. No es que la italiana necesitara protección, dado que desde la infancia había sido fuertemente entrenada y poseía muchas habilidades tanto en la lucha cuerpo a cuerpo como en el uso de armas, especialmente si eran de filo.

Antes de la pérdida de memoria, Gianna era de carácter más bien tranquilo e incluso cargado de sarcasmo. Era atenta, disciplinada y aprendía con rapidez lo que fuera necesario. Protegía a los suyos y amaba profundamente. Por lo mismo es que el primer problema para que alguien como ella pudiera caer, había sido la traición de su prometido, misma que lo llevó a ser asesinado por el esposo de la que fuera su amante. Luego de eso su depresión la llevó a tomar decisiones equivocadas: Primero haberse acostado con Astor Gray cuando bien conocía su fama y, después, olvidar por completo que antes de ver a Roland Sarkozy debía prestar atención al ciclo lunar. Esa última noche como humana había ido a verlo, ambos olvidaron la luna llena y entonces sucedió lo inevitable, pese a que de algún modo Roland había intentando controlarse lo suficiente como para no matarla. Ella, por su parte, había podido asesinarlo antes de ser mordida, pero no podía, no lo hizo precisamente por tratarse de él.

¿Tan turbia sería su vida como para valer la pena que ahora empezara de cero? Fue el último pensamiento que tuvo antes que la luna llena llegara con toda su ira a cobrarle con absoluto dolor la transformación. Era una agonía terrible, era sentir que te quebraban cada hueso para cambiarle su forma en unos pocos segundos. Al terminar, daba paso a una gran bestia, fuerte, salvaje y en el caso de Gianna, completamente iracunda.

A partir de la transformación, una presencia cercana le generó curiosidad y molestia. Avanzó pesadamente sin importarle ser detectada y al otro lado del agua la vio. Normalmente, la estatura de Gianna era superior a la mayoría de mujeres de la época. Tanto ella como su hermana superaban el metro ochenta de estatura y en el caso de Gianna, la forma licántropa parecía hacer más fuerte aquella condición. En cuanto tuvo al frente a la otra, sus garras rastrillando el suelo fueron una invitación a la lucha. La italiana inclinó el rostro y sus grandes colmillos esbozaron un gruñido bajo y grave que incitaban también a su similar. Esa noche nada iba a ser tranquilo.

Las lobas que hirieron a la luna con plata |Privado|

Las lobas que hirieron a la luna con plata |Privado|

Re: Las lobas que hirieron a la luna con plata |Privado|