AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La venganza en bandeja de plata ~ Privado
2 participantes
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La venganza en bandeja de plata ~ Privado
"Estimado Amigo,
Te escribo para informarte sobre mis últimos hallazgos. Como bien sabes, he seguido las pistas desde aquel día, ignorando a lo que decían los hechos, fijándome en aquello que los demás no veían. Mis pasos me han llevado hasta la sombra de una bestia de la luna, una bestia de clase alta, por lo que va a resultar bastante peligroso que te acerques a él, por lo que mi buen amigo, deberás tener cuidado, más del que siempre tienes. Este lobo es de otra élite. Responde al nombre de Ulrich Übermensch. Un rico de la clase alta procedente de Rusia.
Es mi información más fiable, espero no equivocarme con esto y que tú tampoco lo hagas, Gael. Andate con ojo.
Se celebra una fiesta de la clase alta esta semana en París, en el Palacio Royal, te he conseguido una invitación para que asistas, comportate como si fueses de la clase alta, esa gente no se anda con tonterías. Presentate a las 20:00, ropa elegante, sombrero... ya sabes.
Espero recibir noticias tuyas en cuanto te sea posible."
X.X
Me quedé absorto mirando la carta que Thomas me había enviado. ¿De verdad había encontrado al asesino de mi padre? Este viejo nunca dejará de sorprenderme, era un excelente cazador retirado, uno de mis más fieles amigos y aquí lo acababa de demostrar, jugándosela por mí al seguir a esa bestia y descubrir tanto de él. Acerqué la carta a la lumbre de las llamas, procedentes de la chimenea de mi salón, perdiendo para siempre alguna prueba que involucrase a Thomas en esto. Suspiré, intentando controlar la rabia que me estaba carcomiendo en esos momentos, quería estrangular con mis propias manos al susodicho, quería ver como sus ojos brillantes se volvían opacos, perdían toda la luz y escuchar su último aliento... Pero eso debía de esperar, cada cosa a su debido momento.
Abrí el armario de mi habitación, seleccionando con sumo cuidado la ropa que me debía de poner. ¿Fiesta de clase alta? Ahí iba a estar yo, el más presentable de todos los presentes, como si me limpiase el culo con billetes. Ajusté la corbata de color negro sobre la camisa blanca, para después pasarme las manos por el pelo, y colocarme un sombrero de copa. Miré al espejo, agarrándome el chaqué para estirarlo y verme más estilizado. Parecía un ricachon de clase alta y estaba muy guapo, la verdad. Guiñé un ojo al tipo del espejo y procedí a salir de mi casa, quedaba poco para la hora en la que me había dicho Thomas que asistiese y mejor ser puntual.
Las calles estaban transitadas pese al frío que hacía, un frío que te calaba los huesos, por lo que apreté el paso, pero no demasiado, no quería llegar sudado. El Palacio estaba algo lejos de mi casa, pero no quería coger un carro y llegar en la mitad de tiempo, prefería que este frío apagase la ira de mi interior, así todo iría muchísimo mejor con aquel tipo, no quería precipitarme,cagarla y acabar en alguna hoguera o sin cabeza sobre mis hombros. Con pies de plomo, así era como iba a actuar. Giré hacía la derecha, en dirección al palacio Royal, el cual se veían las luces a lo lejos y rebosaba en todo lujo de detalles, digno de la realeza.
-Gael Lutz- Dije al chico de la puerta, el encargado de decidir si entrabas o te marchabas según miraba en una lista de gente rica. Thomas me había dicho que estaba así que no debería de haber ningún problema. -Pase señor Lutz, que su estancia en el Palacio Royal sea agradable.- Le asentí con la cabeza y entré en aquel lugar digno de reyes. Nada más entrar, había dos señoritas a las cuales les dejé el abrigo y el sombrero de copa que llevaba para que lo guardasen en alguna estancia, aquí no los iba a necesitar, hacía calor.
Recorrí los pasillos hasta llegar al gran salón donde estaba teniendo lugar la fiesta, estaba todo repleto de caballeros bien arreglados y damas con elegantes vestidos y recogidos, todo perfectamente adecuado para esta situación. Pasé mis manos por el cabello y entré en la sala, uniéndome a la gente, siendo uno más de ellos. Conseguí una copa de champagne, frío y espumoso y le di un sorbo, mientras miraba a cada uno de los caballeros en busca del lobo. Una pena que hoy no hubiese luna llena, en un bosque todo es completamente distinto, él con sus garras y colmillos y yo con mis armas... Aquí iba a ser un tanto complicado propinarle un puñetazo, pero lo iba a intentar y no iba a ser lo único que iba a intentar hoy.
Te escribo para informarte sobre mis últimos hallazgos. Como bien sabes, he seguido las pistas desde aquel día, ignorando a lo que decían los hechos, fijándome en aquello que los demás no veían. Mis pasos me han llevado hasta la sombra de una bestia de la luna, una bestia de clase alta, por lo que va a resultar bastante peligroso que te acerques a él, por lo que mi buen amigo, deberás tener cuidado, más del que siempre tienes. Este lobo es de otra élite. Responde al nombre de Ulrich Übermensch. Un rico de la clase alta procedente de Rusia.
Es mi información más fiable, espero no equivocarme con esto y que tú tampoco lo hagas, Gael. Andate con ojo.
Se celebra una fiesta de la clase alta esta semana en París, en el Palacio Royal, te he conseguido una invitación para que asistas, comportate como si fueses de la clase alta, esa gente no se anda con tonterías. Presentate a las 20:00, ropa elegante, sombrero... ya sabes.
Espero recibir noticias tuyas en cuanto te sea posible."
X.X
Me quedé absorto mirando la carta que Thomas me había enviado. ¿De verdad había encontrado al asesino de mi padre? Este viejo nunca dejará de sorprenderme, era un excelente cazador retirado, uno de mis más fieles amigos y aquí lo acababa de demostrar, jugándosela por mí al seguir a esa bestia y descubrir tanto de él. Acerqué la carta a la lumbre de las llamas, procedentes de la chimenea de mi salón, perdiendo para siempre alguna prueba que involucrase a Thomas en esto. Suspiré, intentando controlar la rabia que me estaba carcomiendo en esos momentos, quería estrangular con mis propias manos al susodicho, quería ver como sus ojos brillantes se volvían opacos, perdían toda la luz y escuchar su último aliento... Pero eso debía de esperar, cada cosa a su debido momento.
Abrí el armario de mi habitación, seleccionando con sumo cuidado la ropa que me debía de poner. ¿Fiesta de clase alta? Ahí iba a estar yo, el más presentable de todos los presentes, como si me limpiase el culo con billetes. Ajusté la corbata de color negro sobre la camisa blanca, para después pasarme las manos por el pelo, y colocarme un sombrero de copa. Miré al espejo, agarrándome el chaqué para estirarlo y verme más estilizado. Parecía un ricachon de clase alta y estaba muy guapo, la verdad. Guiñé un ojo al tipo del espejo y procedí a salir de mi casa, quedaba poco para la hora en la que me había dicho Thomas que asistiese y mejor ser puntual.
Las calles estaban transitadas pese al frío que hacía, un frío que te calaba los huesos, por lo que apreté el paso, pero no demasiado, no quería llegar sudado. El Palacio estaba algo lejos de mi casa, pero no quería coger un carro y llegar en la mitad de tiempo, prefería que este frío apagase la ira de mi interior, así todo iría muchísimo mejor con aquel tipo, no quería precipitarme,cagarla y acabar en alguna hoguera o sin cabeza sobre mis hombros. Con pies de plomo, así era como iba a actuar. Giré hacía la derecha, en dirección al palacio Royal, el cual se veían las luces a lo lejos y rebosaba en todo lujo de detalles, digno de la realeza.
-Gael Lutz- Dije al chico de la puerta, el encargado de decidir si entrabas o te marchabas según miraba en una lista de gente rica. Thomas me había dicho que estaba así que no debería de haber ningún problema. -Pase señor Lutz, que su estancia en el Palacio Royal sea agradable.- Le asentí con la cabeza y entré en aquel lugar digno de reyes. Nada más entrar, había dos señoritas a las cuales les dejé el abrigo y el sombrero de copa que llevaba para que lo guardasen en alguna estancia, aquí no los iba a necesitar, hacía calor.
Recorrí los pasillos hasta llegar al gran salón donde estaba teniendo lugar la fiesta, estaba todo repleto de caballeros bien arreglados y damas con elegantes vestidos y recogidos, todo perfectamente adecuado para esta situación. Pasé mis manos por el cabello y entré en la sala, uniéndome a la gente, siendo uno más de ellos. Conseguí una copa de champagne, frío y espumoso y le di un sorbo, mientras miraba a cada uno de los caballeros en busca del lobo. Una pena que hoy no hubiese luna llena, en un bosque todo es completamente distinto, él con sus garras y colmillos y yo con mis armas... Aquí iba a ser un tanto complicado propinarle un puñetazo, pero lo iba a intentar y no iba a ser lo único que iba a intentar hoy.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
- Mensajes : 445
Fecha de inscripción : 23/12/2015
Edad : 32
Localización : Detrás de ti
Re: La venganza en bandeja de plata ~ Privado
“Como nada es más hermoso que conocer la verdad, nada es más vergonzoso que aprobar la mentira y tomarla por verdad”. Cicerón
Los gajes del oficio abrumaban al barón, que últimamente lo único que quería era relajarse y esperaba con ansías la vuelta de su esposa. Ella era la única que era capaz de mantenerlo tranquilo y calmarlo sobre todo durante aquellos momentos que solían hacer enardecer su sangre. Sin embargo aquella semana se le había indicado una tarea bastante especial, este año Rusia organizaría la fiesta de los embajadores en París y una gran cantidad de realeza junto a hombres y mujeres distinguidos de la política y economía francesa se congregarían en el Palacio Royal.
Toda la semana se había paseado en su mansión quejándose, pues aunque sabía que era un gran honor de la aristocracia Rusa; él era un soldado, la élite de las fuerzas armadas rusas y no tenía la menor idea de hacer una fiesta o si quiera de lo que las mismas se trataban aunque hubiese asistido a muchas en el Kremlin. Ahora extrañaba tanto a su mujer, seguramente si estuviera allí con él en ese momento, esta nueva empresa resultaría tan fácil y hasta cómica de vez en cuando. Sin embargo, esta vez le tocaría arreglárselas solo, y bien lo hizo cuando logró contratar varias personas de la actualidad Francesa que vivían para encargarse de la decoración, la comida, las invitaciones e incluso escribió con antelación a un teniente de los hussares polacos amigo suyo para la seguridad en aquel evento tan especial.
Sí, efectivamente hasta ese punto llegaba la tranquilidad del lobo, quien luego de una exhaustiva búsqueda, para las cuales era bastante diestro, se sentó en su viejo estudio a escribir y leer. Aunque con un poco de nerviosismo por la noche que se acercaba rápidamente.
“Nada es más frío que la irresoluta noche, cuando el viento cobija su soledad… Una sonrisa se finge desde el interior cálido de las entrañas, sin embargo la melancolía se denota cuando el corazón esta frío” U. Ubermensch
Al fin es hoy – murmuro el lobo, mientras desempolvaba el viejo uniforme de gala de general de la caballería Rusa, que fue otorgado hacía algún tiempo, tras la muerte de su padre, junto con el título de Barón por parte del Rey. Un suspiro se escapó entre sus labios, y luego de colocarse adecuadamente el traje, salió por la puerta de su habitación donde varios de sus sirvientes le esperaban para terminar de darle los toques finales. Poco a poco fue bajando por las amplias escaleras de la casa y se encontró de nuevo con algunas personas que vivían en la casa e iban a despedirle, pues la relación entre el barón y sus empleados siempre había sido bastante horizontal, pero al final de todos ellos y después de su escolta, se encontraba un desconocido. Este joven se acercó a él de último y le entrego una carta, a lo cual, el viejo lobo hizo caso omiso, sin embargo sabía lo que significaba.
- Gracias, muchacho – Exclamo el lobo, mientras extendía su brazo tomando el suyo y sacando un par de monedas de plata las dejaba en su mano, en símbolo de agradecimiento por su trabajo.
Pronto se acercó desde la carroza, un joven con uniforme militar similar al suyo, sin embargo con menos decoraciones, que indicaban un menor rango, que a distaba un poco de su forma orgullosa y segura de caminar hacia él.
- Señor, es hora de irnos – le interrumpió otro joven de no más de 25 años, quien había luchado junto a él durante la guerra y el viejo lobo le había tomado en bastante estima, tanto que lo había nombrado jefe de su escolta personal.
- Lo sé, lo sé… Pero llámame Ulrich – murmuro entre ellos mientras una risa cortaba su discurso – Vamos, Viktor… Hoy te vienes en la carroza conmigo, no voy a ser el único que no cabalgue hoy. – Exclamo mientras se montaba a la carroza con una sonrisa algo sarcástica, pues sabía de antemano que a los soldados de caballería no les gustaba montar en algo que no fuera su caballo.
Más tarde junto a Viktor, llegaba al Palacio Royal, en el cual como era de esperarse, hacía unas horas había comenzado la fiesta y algunos invitados, especialmente aquellos que no pertenecían a la realeza, se pavoneaban desde temprano entre ellos antes de ser opacados por quienes habían nacido con títulos reales.
Quédense afuera y vigilen los alrededores para que no haya ningún inconveniente esta noche – Ordenó con fuerza a su escolta y a los soldados que el rey Francés, había dispuesto a su necesidad para evitar algún inconveniente durante esta velada tan importante para la economía, las inversiones y los complots que siempre se generaban en aquellos tiempos. De repente, tomo del brazo a Viktor, como si de un niño pequeño se tratase y lo llevó hasta él – Hoy entras conmigo, es hora de hacerte una buena carrera militar – Susurro a su oído para luego saludar efusivamente a Artur, el Hussar Polaco que se había encargado de la seguridad interna del Palacio Royal.
- Ha llegado Ulrich Übermensch. Barón de Francia, general del tercer regimiento de caballería Rusa y Representante de Rusia en París. – Anunció el portavoz a la entrada del lobo.
Los gajes del oficio abrumaban al barón, que últimamente lo único que quería era relajarse y esperaba con ansías la vuelta de su esposa. Ella era la única que era capaz de mantenerlo tranquilo y calmarlo sobre todo durante aquellos momentos que solían hacer enardecer su sangre. Sin embargo aquella semana se le había indicado una tarea bastante especial, este año Rusia organizaría la fiesta de los embajadores en París y una gran cantidad de realeza junto a hombres y mujeres distinguidos de la política y economía francesa se congregarían en el Palacio Royal.
Toda la semana se había paseado en su mansión quejándose, pues aunque sabía que era un gran honor de la aristocracia Rusa; él era un soldado, la élite de las fuerzas armadas rusas y no tenía la menor idea de hacer una fiesta o si quiera de lo que las mismas se trataban aunque hubiese asistido a muchas en el Kremlin. Ahora extrañaba tanto a su mujer, seguramente si estuviera allí con él en ese momento, esta nueva empresa resultaría tan fácil y hasta cómica de vez en cuando. Sin embargo, esta vez le tocaría arreglárselas solo, y bien lo hizo cuando logró contratar varias personas de la actualidad Francesa que vivían para encargarse de la decoración, la comida, las invitaciones e incluso escribió con antelación a un teniente de los hussares polacos amigo suyo para la seguridad en aquel evento tan especial.
Sí, efectivamente hasta ese punto llegaba la tranquilidad del lobo, quien luego de una exhaustiva búsqueda, para las cuales era bastante diestro, se sentó en su viejo estudio a escribir y leer. Aunque con un poco de nerviosismo por la noche que se acercaba rápidamente.
“Nada es más frío que la irresoluta noche, cuando el viento cobija su soledad… Una sonrisa se finge desde el interior cálido de las entrañas, sin embargo la melancolía se denota cuando el corazón esta frío” U. Ubermensch
Al fin es hoy – murmuro el lobo, mientras desempolvaba el viejo uniforme de gala de general de la caballería Rusa, que fue otorgado hacía algún tiempo, tras la muerte de su padre, junto con el título de Barón por parte del Rey. Un suspiro se escapó entre sus labios, y luego de colocarse adecuadamente el traje, salió por la puerta de su habitación donde varios de sus sirvientes le esperaban para terminar de darle los toques finales. Poco a poco fue bajando por las amplias escaleras de la casa y se encontró de nuevo con algunas personas que vivían en la casa e iban a despedirle, pues la relación entre el barón y sus empleados siempre había sido bastante horizontal, pero al final de todos ellos y después de su escolta, se encontraba un desconocido. Este joven se acercó a él de último y le entrego una carta, a lo cual, el viejo lobo hizo caso omiso, sin embargo sabía lo que significaba.
- Gracias, muchacho – Exclamo el lobo, mientras extendía su brazo tomando el suyo y sacando un par de monedas de plata las dejaba en su mano, en símbolo de agradecimiento por su trabajo.
Pronto se acercó desde la carroza, un joven con uniforme militar similar al suyo, sin embargo con menos decoraciones, que indicaban un menor rango, que a distaba un poco de su forma orgullosa y segura de caminar hacia él.
- Señor, es hora de irnos – le interrumpió otro joven de no más de 25 años, quien había luchado junto a él durante la guerra y el viejo lobo le había tomado en bastante estima, tanto que lo había nombrado jefe de su escolta personal.
- Lo sé, lo sé… Pero llámame Ulrich – murmuro entre ellos mientras una risa cortaba su discurso – Vamos, Viktor… Hoy te vienes en la carroza conmigo, no voy a ser el único que no cabalgue hoy. – Exclamo mientras se montaba a la carroza con una sonrisa algo sarcástica, pues sabía de antemano que a los soldados de caballería no les gustaba montar en algo que no fuera su caballo.
Más tarde junto a Viktor, llegaba al Palacio Royal, en el cual como era de esperarse, hacía unas horas había comenzado la fiesta y algunos invitados, especialmente aquellos que no pertenecían a la realeza, se pavoneaban desde temprano entre ellos antes de ser opacados por quienes habían nacido con títulos reales.
Quédense afuera y vigilen los alrededores para que no haya ningún inconveniente esta noche – Ordenó con fuerza a su escolta y a los soldados que el rey Francés, había dispuesto a su necesidad para evitar algún inconveniente durante esta velada tan importante para la economía, las inversiones y los complots que siempre se generaban en aquellos tiempos. De repente, tomo del brazo a Viktor, como si de un niño pequeño se tratase y lo llevó hasta él – Hoy entras conmigo, es hora de hacerte una buena carrera militar – Susurro a su oído para luego saludar efusivamente a Artur, el Hussar Polaco que se había encargado de la seguridad interna del Palacio Royal.
- Ha llegado Ulrich Übermensch. Barón de Francia, general del tercer regimiento de caballería Rusa y Representante de Rusia en París. – Anunció el portavoz a la entrada del lobo.
Ulrich Übermensch- Licántropo/Realeza
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Fecha de inscripción : 05/01/2015
Localización : París
Re: La venganza en bandeja de plata ~ Privado
Continúe paseándome por el gran salón en busca del lobito ¿Cómo sería su aspecto? Seguramente sería imponente, moreno, alto, lo único que no podía calcular con exactitud era su edad, pues eran bestias no humanas y la edad en ellos era distinta a la de las personas normales, las únicas con derecho a poblar este mundo, de eso nos encargábamos nosotros, los cazadores. Seguramente iría el que más arreglado, así que me centré en los hombres que fuesen vestidos de esa manera, algunos ni siquiera se habían quitado los abrigos ni los sombreros ¿No sentían el calor que aquí hacía? Eso me provocó dar otro sorbo a la copa, yo tenía calor, quizá demasiado, provocado sin duda por la excitación y los nervios que me daba estar en esta situación, podía tocar la venganza con la yema de mis dedos.
Evité la mesa de los canapés y la bebida, quería estar lúcido y sereno para este encuentro, por lo que me desvié de ese camino, topándome de lleno con una dama vestida con un elegante traje de color perla, rubia y de unos espectaculares ojos azules. -Discúlpeme bella dama, estaba distraído.- La mujer dejó escapar una sonrisa y se apartó, reencontrándose de nuevo con otras señoras que la esperaban. Si quería hacer esto bien, no debía de llamar la atención de estas formas... Sólo me había faltado chocarme con la mesa del ponche y tirarlo todo...
Saqué el reloj de bolsillo que llevaba en el pantalón y miré la hora que marcaba, ya llevaba un rato la fiesta empezada y no había ningún rastro de Ulrich. ¿Thomas se habría equivocado? Lo veía poco probable, pero quizás a su edad entendiese y creyese oír cosas que ya no eran lo que de verdad sucedía. Odiaba pensar así de mi viejo amigo, pero un par de veces se me había pasado por la cabeza que debía retirarse de este trabajo, estaba ya algo mayor para jugar con mosquitos, lobos y cambiantes y siempre pensaba que alguna de sus salidas nocturnas para jugar iba a ser la última... Me daba terror perderlo, aunque eso no se lo diría nunca jamás.
Un hombrecillo de poca monta entró en el salón vociferando títulos y más títulos de Ulrich Ubermensch. Pues sí que debía de ser un tipo importante para que lo anunciasen de esas maneras. Lo vi entrar, elegante, moreno, de mí edad más o menos y me estaba dando bastante asco. Apreté los puños, por lo que tuve que acercarme a una de las mesas para dejar la copa, pues si continuaba apretando con tanta fuerza, la rompería, cortándome en la mano y echando todo esto a perder. No lo pensaba perder de vista, por lo que en todo momento mantuve mi mirada puesta en él, alternando con vistazos a mi al rededor, por si alguien se percataba de mis miradas, pues no eran de amor que digamos hacia su persona.
Aún no iba a acercarme a él, quería ver con cuanta gente se relacionaba, cuantos espías tenía trabajando para él si es que tenía alguno y sobre todo, cuánta seguridad había. Una persona tan importante para París y para esta fiesta, debía de tener al menos veinte guardias repartidos por todo el palacio a no ser que fuese lo bastante confiado como para no haber traído a nadie. Enemigos no le debían de faltar, y acababa de añadir uno más a su lista.
Paseé de nuevo por las mesas de la comida, quería ir acercándome poco a poco, despacio, pillarlo desprevenido, cogerle por la banda y llevarlo a un sitio en el que pudiésemos estar tranquilos, solos y decirle las cosas claras, quería que notase mis nudillos en su boca, hacerle sangrar un poquito, recordarle lo que hizo en su día... ¿Se acordaría de que mató a mi padre? Quizás para él fue una presa más, una diversión en medio de su noche de locura, quizás haya matado a tantos inocentes que no recuerde sus caras, ni sus nombres, y la familia a la que dejó rota no signifiquen nada para él... Como odiaba a las bestias y al tenerlo tan cerca, en su aspecto humano me hacía odiarlas aún más. Cogí dos copas de champagne y me dirigí a donde estaba, no podía más con toda esta mierda.
Evité la mesa de los canapés y la bebida, quería estar lúcido y sereno para este encuentro, por lo que me desvié de ese camino, topándome de lleno con una dama vestida con un elegante traje de color perla, rubia y de unos espectaculares ojos azules. -Discúlpeme bella dama, estaba distraído.- La mujer dejó escapar una sonrisa y se apartó, reencontrándose de nuevo con otras señoras que la esperaban. Si quería hacer esto bien, no debía de llamar la atención de estas formas... Sólo me había faltado chocarme con la mesa del ponche y tirarlo todo...
Saqué el reloj de bolsillo que llevaba en el pantalón y miré la hora que marcaba, ya llevaba un rato la fiesta empezada y no había ningún rastro de Ulrich. ¿Thomas se habría equivocado? Lo veía poco probable, pero quizás a su edad entendiese y creyese oír cosas que ya no eran lo que de verdad sucedía. Odiaba pensar así de mi viejo amigo, pero un par de veces se me había pasado por la cabeza que debía retirarse de este trabajo, estaba ya algo mayor para jugar con mosquitos, lobos y cambiantes y siempre pensaba que alguna de sus salidas nocturnas para jugar iba a ser la última... Me daba terror perderlo, aunque eso no se lo diría nunca jamás.
Un hombrecillo de poca monta entró en el salón vociferando títulos y más títulos de Ulrich Ubermensch. Pues sí que debía de ser un tipo importante para que lo anunciasen de esas maneras. Lo vi entrar, elegante, moreno, de mí edad más o menos y me estaba dando bastante asco. Apreté los puños, por lo que tuve que acercarme a una de las mesas para dejar la copa, pues si continuaba apretando con tanta fuerza, la rompería, cortándome en la mano y echando todo esto a perder. No lo pensaba perder de vista, por lo que en todo momento mantuve mi mirada puesta en él, alternando con vistazos a mi al rededor, por si alguien se percataba de mis miradas, pues no eran de amor que digamos hacia su persona.
Aún no iba a acercarme a él, quería ver con cuanta gente se relacionaba, cuantos espías tenía trabajando para él si es que tenía alguno y sobre todo, cuánta seguridad había. Una persona tan importante para París y para esta fiesta, debía de tener al menos veinte guardias repartidos por todo el palacio a no ser que fuese lo bastante confiado como para no haber traído a nadie. Enemigos no le debían de faltar, y acababa de añadir uno más a su lista.
Paseé de nuevo por las mesas de la comida, quería ir acercándome poco a poco, despacio, pillarlo desprevenido, cogerle por la banda y llevarlo a un sitio en el que pudiésemos estar tranquilos, solos y decirle las cosas claras, quería que notase mis nudillos en su boca, hacerle sangrar un poquito, recordarle lo que hizo en su día... ¿Se acordaría de que mató a mi padre? Quizás para él fue una presa más, una diversión en medio de su noche de locura, quizás haya matado a tantos inocentes que no recuerde sus caras, ni sus nombres, y la familia a la que dejó rota no signifiquen nada para él... Como odiaba a las bestias y al tenerlo tan cerca, en su aspecto humano me hacía odiarlas aún más. Cogí dos copas de champagne y me dirigí a donde estaba, no podía más con toda esta mierda.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Re: La venganza en bandeja de plata ~ Privado
“La noche es como la luna, perpetua y sin embargo no oscura, efímera pero eterna cada cierto tiempo… quien mejor que la noche para conocer al lobo, quien mejor que el lobo para aullar a la luna” U. Übermensch
Tras la resonada y exagerada presentación, se acercó hasta las primeras escaleras que habían para entrar a la sala, la cual se encontraba llena de invitados y junto con su fiel acompañante se acercaron a paso militar, recto, seguro y severo, con la cabeza en alto a la cantidad de gente que se acercaba a saludarle y a felicitarle por el éxito del esfuerzo colocado en palacio Royal para este encuentro anual que engordaría la billetera de más de un invitado. Ulrich miro al muchacho, quien al ver la cantidad de gente se asustó, y una sonrisa ladina se dibujó en su rostro, mientras tomándolo del brazo, lo colocó adelante suyo y acercándose a su oído le susurro.
- Vamos Viktor, es tu noche muchacho, ve a conseguir mujeres lindas – le guiña el ojo y lo suelta antes de saludar de mano al primer caballero que se acercó lo suficiente.
La atmósfera era tranquila, mas sin embargo era capaz de sentir cierto aroma en el ambiente, una esencia que denotaba rabia, pero más que eso un miedo casi absorto entre melodías de oscuros pensamientos y vacíos en su agitado corazón. El lobo no podía asegurar la razón de tal presencia en un lugar donde todos venían engalanados y apaciguados, casi dichosos de estar en tal reunión donde para los menos afortunados, es decir los burgueses, siempre encontraban diferentes oportunidades de aumentar su fortuna y conocer personajes que les servirían en el futuro.
No se lo tomo muy a pecho, y prosiguió con los saludos pertinentes a los presentes que cada vez más y más se acercaban a saludarle como si de un rey se tratase. Cosa que para no mentir, molestaba mucho a Ulrich, quien nunca fue conocido por su sociabilidad, pero la responsabilidad de su cargo así lo dictaban y él estaba dispuesto a hacer lo necesario para ser el mejor en su puesto. Así termino de saludar a todos quienes tuvieron la osadía o merecían el ser saludados y dejando a Viktor con una hermosa dama que minutos antes había mostrado interés en el joven, se dispuso a caminar por el lugar, observando que todo estuviera en su lugar y saliera a la perfección, sobretodo porque en pocos momentos estarían llegando las demás personalidades de la época que vestían más títulos que ropa y a quienes la fiesta era realmente dirigida. Tras unos momentos en los que por fin estuvo satisfecho, decidió dirigirse hacia uno de los grandes balcones que poseía el edificio y donde menos gente se congregaba por el frío clima.
Al llegar, traspaso las puertas abiertas y camino por la piedra tallada hasta llegar al barandal del mismo material que separaba el cálido y etéreo ambiente humano con los hermosos jardines que susurraban junto el viento aromas entre canciones al ser iluminados por la luna. Repaso su reloj que cargaba en el bolsillo derecho de su traje. Aún era temprano, sin embargo se sentía ya como el final del día para el lobo, de pronto un suspiro abrió paso a través de su cuerpo, después de todo en noches como estas, la extrañaba más que de costumbre. Una sensación perturbo rápidamente los sentidos de Ulrich mientras sintió con más fuerza esa presencia, ocasionando que un escalofrío le recorriese completo.
El instante fue cortado por el siempre inesperado joven Viktor, quien entre sus brazos traía a dos mujeres y ya un poco entrado en copas, solamente podía hablar de las hazañas en batalla de su héroe, del personaje quien en su melancólica y taciturna vida se habría convertido en su padre hacia algunos años, cuando lo recogió de un campo de batalla y lo llevo a su hogar. Ulrich no pudo evitar reírse y por un momento olvido aquello que le molestaba, mientras recibía al joven y saludaba con una reverencia y un beso en el dorso de la mano a ambas mujeres, quienes además de ser hermosas, eran bastante cultas por lo que pudo notar en poco tiempo, sin embargo su mente seguía nublada en la extraña presencia que se acercaba poco a poco, ignorante en su deseo y sobrevalorando sus capacidades.
Tras la resonada y exagerada presentación, se acercó hasta las primeras escaleras que habían para entrar a la sala, la cual se encontraba llena de invitados y junto con su fiel acompañante se acercaron a paso militar, recto, seguro y severo, con la cabeza en alto a la cantidad de gente que se acercaba a saludarle y a felicitarle por el éxito del esfuerzo colocado en palacio Royal para este encuentro anual que engordaría la billetera de más de un invitado. Ulrich miro al muchacho, quien al ver la cantidad de gente se asustó, y una sonrisa ladina se dibujó en su rostro, mientras tomándolo del brazo, lo colocó adelante suyo y acercándose a su oído le susurro.
- Vamos Viktor, es tu noche muchacho, ve a conseguir mujeres lindas – le guiña el ojo y lo suelta antes de saludar de mano al primer caballero que se acercó lo suficiente.
La atmósfera era tranquila, mas sin embargo era capaz de sentir cierto aroma en el ambiente, una esencia que denotaba rabia, pero más que eso un miedo casi absorto entre melodías de oscuros pensamientos y vacíos en su agitado corazón. El lobo no podía asegurar la razón de tal presencia en un lugar donde todos venían engalanados y apaciguados, casi dichosos de estar en tal reunión donde para los menos afortunados, es decir los burgueses, siempre encontraban diferentes oportunidades de aumentar su fortuna y conocer personajes que les servirían en el futuro.
No se lo tomo muy a pecho, y prosiguió con los saludos pertinentes a los presentes que cada vez más y más se acercaban a saludarle como si de un rey se tratase. Cosa que para no mentir, molestaba mucho a Ulrich, quien nunca fue conocido por su sociabilidad, pero la responsabilidad de su cargo así lo dictaban y él estaba dispuesto a hacer lo necesario para ser el mejor en su puesto. Así termino de saludar a todos quienes tuvieron la osadía o merecían el ser saludados y dejando a Viktor con una hermosa dama que minutos antes había mostrado interés en el joven, se dispuso a caminar por el lugar, observando que todo estuviera en su lugar y saliera a la perfección, sobretodo porque en pocos momentos estarían llegando las demás personalidades de la época que vestían más títulos que ropa y a quienes la fiesta era realmente dirigida. Tras unos momentos en los que por fin estuvo satisfecho, decidió dirigirse hacia uno de los grandes balcones que poseía el edificio y donde menos gente se congregaba por el frío clima.
Al llegar, traspaso las puertas abiertas y camino por la piedra tallada hasta llegar al barandal del mismo material que separaba el cálido y etéreo ambiente humano con los hermosos jardines que susurraban junto el viento aromas entre canciones al ser iluminados por la luna. Repaso su reloj que cargaba en el bolsillo derecho de su traje. Aún era temprano, sin embargo se sentía ya como el final del día para el lobo, de pronto un suspiro abrió paso a través de su cuerpo, después de todo en noches como estas, la extrañaba más que de costumbre. Una sensación perturbo rápidamente los sentidos de Ulrich mientras sintió con más fuerza esa presencia, ocasionando que un escalofrío le recorriese completo.
El instante fue cortado por el siempre inesperado joven Viktor, quien entre sus brazos traía a dos mujeres y ya un poco entrado en copas, solamente podía hablar de las hazañas en batalla de su héroe, del personaje quien en su melancólica y taciturna vida se habría convertido en su padre hacia algunos años, cuando lo recogió de un campo de batalla y lo llevo a su hogar. Ulrich no pudo evitar reírse y por un momento olvido aquello que le molestaba, mientras recibía al joven y saludaba con una reverencia y un beso en el dorso de la mano a ambas mujeres, quienes además de ser hermosas, eran bastante cultas por lo que pudo notar en poco tiempo, sin embargo su mente seguía nublada en la extraña presencia que se acercaba poco a poco, ignorante en su deseo y sobrevalorando sus capacidades.
Ulrich Übermensch- Licántropo/Realeza
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Re: La venganza en bandeja de plata ~ Privado
¿Donde se había metido el desgraciado? Unas mujeres me habían cortado el paso, me habían robado las copas de la mano, mirándome coquetas y haciendome proposiciones indecentes, pero como un buen caballero que era, ya tenía pareja esta noche, la cual había perdido la pista. Suspiré de pura rabia y volví sobre mis pasos, volviendo otra vez a la mesa de comida y de bebida, cogiendo de nuevo dos copas, aunque esta vez, las cogí de vino tinto. El rojo haría mejor juego con su ropa, le taparía la sangre salpicada por mis puñetazos en su nariz... O quizás la que le salpicase fuese la mía, siendo honesto, él estaba mejor protegido por la seguridad que pudiera haber aquí, que yo.
Busqué al lobo entre toda la multitud que atestaba el gran salón, pero por más que alzaba la barbilla para ver entre la gente, no conseguía verlo. ¡Malditas mujeres! Dejé escapar un gruñido de rabia, tenía que calmarme, pues si continuaba de este modo, nada mas visualizar al lobo le iba a propinar un puñetazo. Sólo me quedaba buscar en los amplios balcones, por lo que me dirigí en esa dirección. ¿Había salido a tomar el aire? Sin duda era un hombre conocido en el mundo de los ricachones, tanto que se habría visto obligado a salir de su propia fiesta para alejar a la multitud que lo acosaba con conversaciones banales y por cortesía. ¿Lo tiraría del balcón para su sorpresa? Sería divertido, pero no era lo correcto, quizás la caída no lo matase, quizás solo se quedase lisiado... Y yo acabaría preso.
Tras unos minutos, lo tuve a cierta distancia de mí. Estaba hablando con un hombre y dos mujeres. Genial, ¿Que me inventaba ahora? Cuadré los hombros y caminé despacio, él seguramente por su condición, notaba mi presencia desde que el hombrecillo había vociferado su llegada, así que no le iba a pillar desprevenido. ¿Cómo se le hablaba a alguien tan importante como él? Iba a tener que reprimirme mucho... Aclaré mi garganta cuando me quedaban escasos cuatro metros de ellos, allá íbamos, a coger al lobo por las fauces.
-Señores, Damas... Un placer conocerlos.
- Di levemente la espalda al muchacho y a las damas, dejando clara mi posición de que me importaban menos que un cero a la izquierda. Alcé una de las copas en dirección a Ulrich, ofreciendosela. -Sir Übermensch ¿Os complace una copa?- Mantuve mi mirada en todo momento clavada en los orbes del lobo, no me fiaba ni un pelo de volver a perderlo de vista estando tan cerca, podría pillarme desprevenido y darme mi merecido por venir en forma hostil a por él en "su territorio".
La tensión que se había creado al estar tan cerca era tan glacial como el ártico y se podía cortar perfectamente con un cuchillo, por lo que decidí dar un pequeño sorbo para calmar todos los sentimientos que estaban revolucionados en mi interior. -Me gustaría, si tiene usted unos minutos, hablar de algo importante para sus negocios... A solas.- Miré de reojo al muchacho, el cual estaba algo afectado por el alcohol y a las damas, las cuales eran bellas y sin duda de alta cuna, o eso parecía con esos pomposos vestidos, pero aquí, parecía de alta cuna hasta yo. Miré con impaciencia al lobo y después al muchacho, esperando que se diese cuenta de que sobraba, el tema del cual íbamos a hablar era demasiado importante para que su presencia y la de las damas lo estropeasen todo, sólo esperaba que Ulrich fuese sensato y un caballero y se quedase conmigo a solas. Quien sabe, quizás le dejase explicar su historia, conocer los motivos por los que había matado a mi padre, para después en vez de simplemente matarlo quitándole la cabeza de sus hombros y quemarlo en una pira de fuego, también lo torturase rompiéndole todos los huesos de su feo cuerpo.
Busqué al lobo entre toda la multitud que atestaba el gran salón, pero por más que alzaba la barbilla para ver entre la gente, no conseguía verlo. ¡Malditas mujeres! Dejé escapar un gruñido de rabia, tenía que calmarme, pues si continuaba de este modo, nada mas visualizar al lobo le iba a propinar un puñetazo. Sólo me quedaba buscar en los amplios balcones, por lo que me dirigí en esa dirección. ¿Había salido a tomar el aire? Sin duda era un hombre conocido en el mundo de los ricachones, tanto que se habría visto obligado a salir de su propia fiesta para alejar a la multitud que lo acosaba con conversaciones banales y por cortesía. ¿Lo tiraría del balcón para su sorpresa? Sería divertido, pero no era lo correcto, quizás la caída no lo matase, quizás solo se quedase lisiado... Y yo acabaría preso.
Tras unos minutos, lo tuve a cierta distancia de mí. Estaba hablando con un hombre y dos mujeres. Genial, ¿Que me inventaba ahora? Cuadré los hombros y caminé despacio, él seguramente por su condición, notaba mi presencia desde que el hombrecillo había vociferado su llegada, así que no le iba a pillar desprevenido. ¿Cómo se le hablaba a alguien tan importante como él? Iba a tener que reprimirme mucho... Aclaré mi garganta cuando me quedaban escasos cuatro metros de ellos, allá íbamos, a coger al lobo por las fauces.
-Señores, Damas... Un placer conocerlos.
- Di levemente la espalda al muchacho y a las damas, dejando clara mi posición de que me importaban menos que un cero a la izquierda. Alcé una de las copas en dirección a Ulrich, ofreciendosela. -Sir Übermensch ¿Os complace una copa?- Mantuve mi mirada en todo momento clavada en los orbes del lobo, no me fiaba ni un pelo de volver a perderlo de vista estando tan cerca, podría pillarme desprevenido y darme mi merecido por venir en forma hostil a por él en "su territorio".
La tensión que se había creado al estar tan cerca era tan glacial como el ártico y se podía cortar perfectamente con un cuchillo, por lo que decidí dar un pequeño sorbo para calmar todos los sentimientos que estaban revolucionados en mi interior. -Me gustaría, si tiene usted unos minutos, hablar de algo importante para sus negocios... A solas.- Miré de reojo al muchacho, el cual estaba algo afectado por el alcohol y a las damas, las cuales eran bellas y sin duda de alta cuna, o eso parecía con esos pomposos vestidos, pero aquí, parecía de alta cuna hasta yo. Miré con impaciencia al lobo y después al muchacho, esperando que se diese cuenta de que sobraba, el tema del cual íbamos a hablar era demasiado importante para que su presencia y la de las damas lo estropeasen todo, sólo esperaba que Ulrich fuese sensato y un caballero y se quedase conmigo a solas. Quien sabe, quizás le dejase explicar su historia, conocer los motivos por los que había matado a mi padre, para después en vez de simplemente matarlo quitándole la cabeza de sus hombros y quemarlo en una pira de fuego, también lo torturase rompiéndole todos los huesos de su feo cuerpo.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Re: La venganza en bandeja de plata ~ Privado
“Y no importará jamás tu esencia, y no pensarás jamás en ella. Lo que se va, jamás regresa, porque siempre se trasforma, resígnate o lucha contra el cauce del destino que se torna más y más violento mientras te acercas al final.” U. Übermensch
La noche se hacía cada vez más fría y el panorama que se podía apreciar desde el balcón era tan embelesador que cualquier humano lo hubiese soportado, al menos eso se notaba en el rostro de las chicas, que aunque escondidas entre ambos hombres, parecían perdidas sus miradas en el paisaje que denotaba la noche iluminada solo por los fascinantes y románticos haces de luces de una luna casi llena que se paseaba imponente en el firmamento. Las suaves brisas del aire solo hacían que los cuerpos se acercarán más y más. El lobo simulaba los movimientos tan naturales para ellos, intentando no parecer anormal entre ellos, pues su calor corporal siempre excedía los límites normales para los humanos y le permitía viajar incluso en la noche más fría con apenas ropa encima. La conversación poco a poco se volvía más amena y familiar, al parecer una de las mujeres que les acompañaban había conocido a Viktor en la infancia por breves momentos aún le recordaba.
Sin embargo algo andaba mal y el lobo podía presentirlo, sus poderes se hacían más intensos mientras se acercaba la luna llena y sus instintos más agudos. La noche que había comenzado tan bien, pronto se tornaba de color rojo, oscureciendo los tenues azules y verdes que pintaban el tierno y misterioso paisaje afuera de las puertas del palacio donde la algarabía y el bullicio formaban una atmosfera casi desesperante para su alma. De pronto mientras los escuchaban, una de las chicas le abrazo por la cintura, dejándose caer un poco y recostándose en su hombro, al parecer estaba algo cansada y el gélido clima había calado en su cuerpo. El lobo la miro de soslayo mientras sintió como ambas miradas ajenas se posaron sobre ellos, sobre la situación que aunque para el pareciese el del padre y una hija, se tergiversaba en la mente de sus alicorados compañeros. Las risas empezaron a fluir mientras la involucrada con su larga cabellera negra causaba cosquillas en el brazo del lobo al movimiento de su cabeza que poco tiempo duraría allí, pues fue invadida por la vergüenza. El lobo la tomo por la cadera y se acercó un poco a ella a manera de sostén cuando se levantó.
- ¿Estás Bien? – Le pregunto mientras la analizaba, pues su mirada se había perdido por un instante en el paisaje y el cuerpo del lobo que la sostenía, temiendo que las circunstancias confundieran la conversación misma.
- Solo un poco mareada – contesto entre risas mientras se acercaba más al lobo.
- Bueno – le susurro alejándose un poco mientras quitándose su chaqueta se la colocaba a la joven, como excusa para evitar un mal acercamiento entre ambos, pues notaba que a estas alturas, la joven había perdido el buen juicio.
Los ánimos se calmaron por un momento y de pronto anécdotas comenzaron a fluir nuevamente sobre las travesuras de infancia, que cuando pequeños realizaron un verano en aquel viejo pueblo del cual Ulrich jamás conoció la gloria. Por el contrario, el único momento en el que la vio, fue durante su completa destrucción, momento en el cual recogió a Viktor desde los escombros de una ciudad fantasma. Un tierno beso despejo los recuerdos de la mente de Ulrich mientras dando un par de pasos se apartaba de ambos, sonriendo con una ternura paternal.
Sin embargo sus sentidos pronto le avisaron de un peligro inminente que se acercaba, y en ese momento lo divisó al otro extremo del balcón. Una figura algo escueta y desaliñada que se acercaba sin un propósito claro, sentía su mente intranquila y revuelta por las emociones. Su cuerpo se tensó por un momento y evitándolo, comenzó a ver a la tierna chica que hablaba sin parar y cuyos labios parecían rojas fresas de la campiña. Un suspiro se dejó escapar al sentirlo entre ellos y con una mirada poco agradable acertó a sus ojos. Un chasquido de dientes prosiguió mientras dejando a la chica junto a la pareja, dio un pequeño paso frente al muchacho.
- Yo no bebo messie – exclamo con autoridad frente al joven – Tendrá que darme un momento, estoy ocupado por si no lo ve, y dudo en conocerle a usted como para acceder a su petición, lo veré al final de la velada si aun así lo desea – prosiguió mientras con una seña en sus gestos indico a los guardias para que lo escoltasen de nuevo en la fiesta.
La noche se hacía cada vez más fría y el panorama que se podía apreciar desde el balcón era tan embelesador que cualquier humano lo hubiese soportado, al menos eso se notaba en el rostro de las chicas, que aunque escondidas entre ambos hombres, parecían perdidas sus miradas en el paisaje que denotaba la noche iluminada solo por los fascinantes y románticos haces de luces de una luna casi llena que se paseaba imponente en el firmamento. Las suaves brisas del aire solo hacían que los cuerpos se acercarán más y más. El lobo simulaba los movimientos tan naturales para ellos, intentando no parecer anormal entre ellos, pues su calor corporal siempre excedía los límites normales para los humanos y le permitía viajar incluso en la noche más fría con apenas ropa encima. La conversación poco a poco se volvía más amena y familiar, al parecer una de las mujeres que les acompañaban había conocido a Viktor en la infancia por breves momentos aún le recordaba.
Sin embargo algo andaba mal y el lobo podía presentirlo, sus poderes se hacían más intensos mientras se acercaba la luna llena y sus instintos más agudos. La noche que había comenzado tan bien, pronto se tornaba de color rojo, oscureciendo los tenues azules y verdes que pintaban el tierno y misterioso paisaje afuera de las puertas del palacio donde la algarabía y el bullicio formaban una atmosfera casi desesperante para su alma. De pronto mientras los escuchaban, una de las chicas le abrazo por la cintura, dejándose caer un poco y recostándose en su hombro, al parecer estaba algo cansada y el gélido clima había calado en su cuerpo. El lobo la miro de soslayo mientras sintió como ambas miradas ajenas se posaron sobre ellos, sobre la situación que aunque para el pareciese el del padre y una hija, se tergiversaba en la mente de sus alicorados compañeros. Las risas empezaron a fluir mientras la involucrada con su larga cabellera negra causaba cosquillas en el brazo del lobo al movimiento de su cabeza que poco tiempo duraría allí, pues fue invadida por la vergüenza. El lobo la tomo por la cadera y se acercó un poco a ella a manera de sostén cuando se levantó.
- ¿Estás Bien? – Le pregunto mientras la analizaba, pues su mirada se había perdido por un instante en el paisaje y el cuerpo del lobo que la sostenía, temiendo que las circunstancias confundieran la conversación misma.
- Solo un poco mareada – contesto entre risas mientras se acercaba más al lobo.
- Bueno – le susurro alejándose un poco mientras quitándose su chaqueta se la colocaba a la joven, como excusa para evitar un mal acercamiento entre ambos, pues notaba que a estas alturas, la joven había perdido el buen juicio.
Los ánimos se calmaron por un momento y de pronto anécdotas comenzaron a fluir nuevamente sobre las travesuras de infancia, que cuando pequeños realizaron un verano en aquel viejo pueblo del cual Ulrich jamás conoció la gloria. Por el contrario, el único momento en el que la vio, fue durante su completa destrucción, momento en el cual recogió a Viktor desde los escombros de una ciudad fantasma. Un tierno beso despejo los recuerdos de la mente de Ulrich mientras dando un par de pasos se apartaba de ambos, sonriendo con una ternura paternal.
Sin embargo sus sentidos pronto le avisaron de un peligro inminente que se acercaba, y en ese momento lo divisó al otro extremo del balcón. Una figura algo escueta y desaliñada que se acercaba sin un propósito claro, sentía su mente intranquila y revuelta por las emociones. Su cuerpo se tensó por un momento y evitándolo, comenzó a ver a la tierna chica que hablaba sin parar y cuyos labios parecían rojas fresas de la campiña. Un suspiro se dejó escapar al sentirlo entre ellos y con una mirada poco agradable acertó a sus ojos. Un chasquido de dientes prosiguió mientras dejando a la chica junto a la pareja, dio un pequeño paso frente al muchacho.
- Yo no bebo messie – exclamo con autoridad frente al joven – Tendrá que darme un momento, estoy ocupado por si no lo ve, y dudo en conocerle a usted como para acceder a su petición, lo veré al final de la velada si aun así lo desea – prosiguió mientras con una seña en sus gestos indico a los guardias para que lo escoltasen de nuevo en la fiesta.
Ulrich Übermensch- Licántropo/Realeza
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Re: La venganza en bandeja de plata ~ Privado
Mis ojos no querían creer lo que estaban viendo, Ulrich estaba con una de las damas, dándole su chaqueta para que esta, alcoholizada perdida no tuviese frío. ¿Si tenía frío porque narices no se metía dentro del salón? Estas damas no sabían ya ni que hacer por llamar la atención de un hombre rico al que engatusar una noche, quedarse preñadas y poder vivir la vida a costa del pobre desgraciado que había vaciado su virilidad en ellas una única noche. Esperaba que el imbécil del lobo no hiciese tal cosa, según había oído hablar entre las damas, estaba comprometido con una mujer, así que el cazarlo, se había convertido en algo primordial para ellas... Vaya, pues sí que le quería cazar mucha gente, al susodicho. Aunque yo prefería mil veces, si yo fuese él, el que me cazase antes un cazador que una de esas arpías. De mí quizás pudiese escapar, de ellas una vez que le echasen el lazo no.
En todo momento en el que duró las cuatro palabras que me dijo, no aparté la mirada de sus ojos. ¿No bebía? Mejor, más bebida para mí cuando terminase esta tontería, me estaba cansando de tanto paripé. ¿Alguna vez se habría emborrachado tanto antes de transformarse para luego, transformarse y ser un licántropo ebrio? Me imaginé esa cómica escena, quizás por eso ya no bebía, si ya se volvían locos en estado lupino, como para estarlo además ebrio... Sería capaz de matar a su propio bebé del vientre de su esposa. Una mueca apareció en mis labios... Que asco de imagen.
Pero... ¿Que cojones acababa de hacer? Había sudado de mi cara de unas formas inimaginables, diciendo que hablaríamos cuando a él le diese la gana. Eso tenía sentido, pues era el anfitrión, pero yo llevaba esperando este encuentro dieciséis años... Ya había esperado bastante. Me giré hacia los guardas, los cuales estaban ya en mi espalda. -No va a ser necesario sus servicios, ya me sé el camino yo solo.- Solté como si fuese un ladrido, estaba muy cabreado con el lobo de las narices, tenía hasta ganas de darle un puñetazo en esa cara fea que tenía. Me giré de nuevo hacía Ulrich, las damas borrachas y el ayudante, pero sólo miraba al lobo, para mí, en ese balcón, sobraban todos los demás. -Tenga cuidado sir Ubermensch... Si le viene mejor, yo sin duda lo prefiero, podemos hablar cuando haya luna llena, sin duda esa luz es mucho más brillante que la que tenemos esta noche y será mejor para ambos encontrarnos cuando la luna brille con total plenitud.- Alcé una ceja, dejando claro, pero lo suficientemente ambiguo para que las mentes ebrias de sus acompañantes no captasen lo que en realidad estaba diciendo, que sabía lo que era Ulrich y la importancia de este encuentro.
Di las dos copas que aún conservaba en mis manos a las damas. -Para ustedes, señoritas.- Me acerqué a la que Ulrich tenía más cerca, y le susurré al oído, sabía que el lobo me escucharía, pero me daba igual, quería provocarle, pero sin darle motivos suficientes como para que me echase de la fiesta. -Al señor Ubermensch, le apasiona la plata...- La mujer, seguramente para engatusarlo más, intentaría toda la noche darle cosas de plata, lo cual iba a ser muy divertido para mí. -Si me disculpan, no les causaré más molestias, volveré a la fiesta.- Giré sobre mis talones no sin antes lanzar una mirada de ira a Ulrich y caminé despacio, como si me pesasen los pies, en dirección al gran salón donde tenía lugar la fiesta, con los guardias delante de mí.
En todo momento en el que duró las cuatro palabras que me dijo, no aparté la mirada de sus ojos. ¿No bebía? Mejor, más bebida para mí cuando terminase esta tontería, me estaba cansando de tanto paripé. ¿Alguna vez se habría emborrachado tanto antes de transformarse para luego, transformarse y ser un licántropo ebrio? Me imaginé esa cómica escena, quizás por eso ya no bebía, si ya se volvían locos en estado lupino, como para estarlo además ebrio... Sería capaz de matar a su propio bebé del vientre de su esposa. Una mueca apareció en mis labios... Que asco de imagen.
Pero... ¿Que cojones acababa de hacer? Había sudado de mi cara de unas formas inimaginables, diciendo que hablaríamos cuando a él le diese la gana. Eso tenía sentido, pues era el anfitrión, pero yo llevaba esperando este encuentro dieciséis años... Ya había esperado bastante. Me giré hacia los guardas, los cuales estaban ya en mi espalda. -No va a ser necesario sus servicios, ya me sé el camino yo solo.- Solté como si fuese un ladrido, estaba muy cabreado con el lobo de las narices, tenía hasta ganas de darle un puñetazo en esa cara fea que tenía. Me giré de nuevo hacía Ulrich, las damas borrachas y el ayudante, pero sólo miraba al lobo, para mí, en ese balcón, sobraban todos los demás. -Tenga cuidado sir Ubermensch... Si le viene mejor, yo sin duda lo prefiero, podemos hablar cuando haya luna llena, sin duda esa luz es mucho más brillante que la que tenemos esta noche y será mejor para ambos encontrarnos cuando la luna brille con total plenitud.- Alcé una ceja, dejando claro, pero lo suficientemente ambiguo para que las mentes ebrias de sus acompañantes no captasen lo que en realidad estaba diciendo, que sabía lo que era Ulrich y la importancia de este encuentro.
Di las dos copas que aún conservaba en mis manos a las damas. -Para ustedes, señoritas.- Me acerqué a la que Ulrich tenía más cerca, y le susurré al oído, sabía que el lobo me escucharía, pero me daba igual, quería provocarle, pero sin darle motivos suficientes como para que me echase de la fiesta. -Al señor Ubermensch, le apasiona la plata...- La mujer, seguramente para engatusarlo más, intentaría toda la noche darle cosas de plata, lo cual iba a ser muy divertido para mí. -Si me disculpan, no les causaré más molestias, volveré a la fiesta.- Giré sobre mis talones no sin antes lanzar una mirada de ira a Ulrich y caminé despacio, como si me pesasen los pies, en dirección al gran salón donde tenía lugar la fiesta, con los guardias delante de mí.
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