Plata y titanio (privado)

Brillaba el sol en lo alto del mediodía de ese jueves. Jueves, domingo, miércoles…¿qué más daba el dia que fuera? Todos eran iguales. Desde aquella noche en el cabaret en el que le había dicho a Joe todo lo que se había callado, presa del alcohol, no se habían vuelto a hablar. Pasaba los días tanteando la ciudad, deambulando y buscando lugares que mereciesen la pena para seguir adelante con los objetivos de aquella revolución, de la guerra de sangre que se avecinaba. No pensaba estar en el bando perdedor.

Ese día acabaron en el jardín botánico. ¿Qué cojones se suponía que hacían allí? ¿Exponían plantas? Yupi. Muy divertido. Ese lugar no le servía para nada… un momento. ¿Tendrían marihuana? Decidió entrar, pagando el ticket y dejando que los ghouls de Joe la siguieran, pagando cada cual su boleto. Que se fueran a la mierda, no iba a ponerles las cosas fáciles, tampoco al vampiro. Quizás con suerte encontrase peyote, maría o cualquier cosa fumable que le permitiese un viaje lejos de ese tiempo y esa cárcel en la que vivía.*

Dicen que las coincidencias no existen y podría negar la evidencia fingiendo un fortuito encuentro con la "adopción temporal" de Joe, mas sería una burda mentira, la había seguido hasta el botánico, tenía que reconocer que aquel lugar n ole pegaba demasiado, como buen depredador la había estado vigilando y bueno, digamos que me divertía aquel caos que arrastraba consigo la morena.

No me costó demasiado cargarme a uno de los Ghoulds, menso aun herir al segundo ..no lo mate porque quería buscara a Joe, quería oír su bramido porque le astro sol lo mantenía preso en su castillo mientras yo paseaba tendiéndole el brazo y una buena conversación a su juguetito.

Con el ocaso un Joe desesperado aparecería en escena, más...quedaban horas para mi disfrute y por desgracia para su ira. Paseé por entre las flores, arrugué la nariz ligeramente al captar los distintos aromas de las azaleas, jazmín, rosas...hasta que finalmente me encontré de frente con ella.

-Que grata coincidencia ¿Isa? -me hice el tonto, mas no merecía la pena pues pronto la dama se daría cuenta de que yo era el enemigo que los Black mas temían y ella mi pequeña venganza momentánea -¿puedo acompañaros en busca de...? -hice una pausa pensativo - ¿habéis venido a por alguna planta para decorar vuestra oscura cárcel? ..quiero decir ¿habitación?.*

Sabía su nombre, eso ya no le resultaba extraño porque al parecer los Black eran bastante conocidos y ella era la nueva adquisición de uno de ellos, lo que le resultaba raro es que fuera de día, eso denotaba que no era uno de ellos.

— Isadora Duncan para usted, no nos conocemos, así que menos confianzas.— se acercó a unas flores anaranjadas, fijándose en el cartel que estaba en latín, y se encogió de hombros, no entendía ni una sola palabra.— Buscaba tranquilidad, pero…— se giró y le hizo una mueca con una sonrisa falsa, fijándose entonces en su rostro, que le era desconocido.— ya no será posible porque usted ha decidido abordarme.*

-Creo que soy lo más emocionante que le ha pasado últimamente señorita Isadora Duncan y si me permite acompañarla -dije extendiendo el brazo con galantería para que la joven lo tomase -podría demostrárselo ¿que tiene que perder? cuando el sol caiga podrá volver a las fiestas de mascaras con su dueño, quiero decir con el señor Black ¿no ansias ser libre al menos un par de horas?*

—Soy libre, aunque no lo crea. Estoy aquí por mi propia decisión…— se refería a “aqui” de 1800, no del jardín, porque estaba claro que en esos momentos, vigilada por hombres de Joe, no era “libre” del todo. Tomó el brazo de forma correcta pero sin acercarse demasiado, alguien que tenía tanta confianza como para abordarla sabiendo quién era era peligroso sin duda.— ¿Y quién es usted? Porque parece saber lo que quiero y lo que no, pero juraría que nunca hemos hablado.*

Mi sonrisa se ladeó al escuchar su pregunta y sin responder todavía encaminé mis pasos junto a la viajera hacia un pequeño laberinto que había en el centro del botánico.

-Soy un gran depredador y como tal he hecho mis deberes, no os mentiré, llevo tiempo observándoos, no estáis hecha para ser controlada, mas bien creo que necesitáis tomar vuestras propias decisiones y no hacerlo os...¿como decirlo? -busqué en su mirada la palabra acertada -¿os cabrea?

Me encogí de hombros antes de proseguir con mi disección de los hechos.

-Soy Askar Wolf y creo que vos debéis haber oido hablar de mi y no para bien ¿cierto? seguramente se habrán quedado cortos en halagos hacía mi persona, pues si lo descrito es malo os garantizo que soy mucho peor. Os preguntareis porque os cuento la verdad desde el inicio y no os trato de embaucar..pues ciertamente porque creo que tras un tiempo vos vendréis en mi busca para que os salve de los Black, puede que si hoy os hablo de traicionar a Joe me mandéis a la mierda, pero ...lo traicionareis y yo os ayudaré a que caiga.*

Askar Wolf, ni más ni menos allí en el jardín paseando de su brazo porque estaba convencido de que traicionaría a Joe.

— Ah sí… traicionar. Aquí en este tiempo lo del honor lo tenéis muy arraigado, lamento decirte que en el siglo XXI todo el mundo va a su puto rollo y no pasa nada. Una pena… lo valores familiares se van a la mierda.— Le guiñó un ojo porque no estaba segura de que él supiera de su naturaleza real, pero al decírselo así con medias tintas quizás intuyera que ella no era lo que se veía a simple vista.— ¿No tendrás una máquina del tiempo, verdad? Lástima, esa es la única razón con la que seguro que conseguirías que fuera a buscarte.— Se separó un instante de él y sin reparo alguno lo repasó de arriba a abajo.— Joder tío, pareces algún modelo de esos de Calvin Klein.*

-¿una maquina del tiempo? sería útil sin duda -bromeé -pero no, no la tengo, por contra tengo un lecho cómodo y por la ventana entra bastante luz- le guiñe un ojo.
Ella me había repasado de arriba a bajo con descaro y yo no era reacio a mantener relaciones esporádicas con mujeres guapas y sin duda ese era su caso, ademas tenía un aliciente que me la ponía especialmente dura, joder a los Black - no se que es Calvin Klein, pero si eso es algún apellido raro.. -me quedé pensativo- no, tampoco soy de eso.

—No, claro que no. Pasean en gallumbos y les pagan por eso. Si, no todo es lógico y civilizado en mi tiempo.¡Ah,! Aquí está.— Soltó la manga de Askar y se arremangó un poco la falda para sacar una daga de la bota y cortar un trozo de una planta redonda, chata y con pinchos.— Peyote, endémica en México. Con esto no habrá fiesta ni gala a la que pueda acudir, a menos que me arrastren. Las alucinaciones son bestiales, pero como andes de bajón…— la viajera parecía conocer bien las drogas psicotrópicas, no en vano le habían metido unas cuantas en el psiquiátrico, pero también las había experimentado tras la guerra, para paliar las noches de insomnio, las visiones, los recuerdos y las pesadillas.*