Café de París: Abriendo sus puertas por la mañana {Libre}

por **Rèmi Leblanc** Vie Dic 31, 2010 9:04 am

Eran aproximadamente las ocho de la mañana cuando el Café ya había abierto sus puertas y se preparaba a recibir a su clientela. Aún cuando Rèmi era el jefe, le gustaba participar activamente mas allá de dar ordenes y supervisar. Claro, si era el dueño debía hacer algo por aquel lugar que era suyo.

En estos momentos se encontraba fuera del Café barriendo la calle con calma, la escoba iba de un lado hacia otro dejando limpia la entrada. Por su mente no pasaba nada en particular, solo recordar lo bien que estaba durmiendo antes, aún cuando no sentía sueño por madrugar, pero si que calaba fuerte el frío a través de su abrigo. Si pasabas por su lado le podrías oír tararear alguna melodía y si te fijabas en su rostro verías una sonrisa que complacía.

Suponía que dentro todo debía estar en orden. Sillas en el suelo y sobre las mesas, comida lista para ser servida y lo que mas le gustaba a él, el aroma del pan por la mañana, aquel aroma que le despertaba el apetito a pesar de haber desayunado antes de ir al café.

por **Mircalla La Rouge** Vie Dic 31, 2010 9:48 am

"Deben ser las ocho de la mañana... " - pensó.
Mircalla volvía agotada de su ultimo trabajo en una de las mansiones de los nobles parisinos. Debía darse prisa, pues si no llegaba a tiempo al burdel para entregar el dinero, no podría quedarse ni una sola moneda de las que había ganado durante toda esa odiosa noche.
Ella odiaba esos "trabajitos" fuera del burdel, casas lujosas llenas de nobles borrachos, groseros y malhablados. Pero era la única forma de poder ahorrar más rápido para sus "pequeños caprichos" como ella los llamaba, puesto que con lo que ganaba normalmente difícilmente podía apenas comer.
Caminaba con algo de prisa, en su lijera ropa negra al estilo burlesco. su abundante maquillaje estaba un poco desmejorado por no haber sido retocado en toda la noche y su pelo estaba medio recogido dejando caer algunos de sus tirabuzones pelirrojos.

Pasó a toda prisa por delante de un Café en el que un joven camarero (a su parecer) barría la entrada con alegría. Ella le miró y en cierta manera envidió su trabajo y su felicidad... pero solo en cierta manera, pues ella sabía que, aunque diferentes, ella tenía ambas cosas, y a estas alturas no las cambiaría por nada del mundo. Navegando de pensamiento en pensamiento, no se percató de que una parte de su dinero se había caído cerca de aquel Café, por lo que siguió caminando casi danzando al compás del tiempo por aquella larga calle.

por **Rèmi Leblanc** Vie Dic 31, 2010 10:34 am

Aún cuando era temprano y hacía bastante frío, ya había gente en las calles. De reojo veía pasar a aquellos que caminaban por el frente o por la misma vereda que él estaba barriendo. Estaba concentrado en su tarea, por lo que pocas veces levantó la vista. Una cuando paso un hombre muy gordo, luego una señora con un pequeño en brazos que solo lloraba y de malcriado pues reclamaba que quería que le compraran algo que habían visto, y finalmente lo que mas llamó su atención fue una rojiza cabellera. No miró directamente a la dama a la cual pertenecían aquellos cabellos que parecían arder, pero si que era difícil no notar un cabello tan peculiarmente hermoso.

Estaba por terminar de barrer, aunque sentía que cada vez salía mas polvo, cuando escuchó un tintineo sobre el suelo. Se volteó a ver como unas monedas caían y otras rodaban. Escoba en mano fue hasta ellas y las recogió, otras tuvo que detenerlas con su pie pues seguían rodando. Cuando las tuvo todas en sus manos miró alrededor y nuevamente se topó con aquel cabello que había llamado su atención, cuya portadora caminaba a toda prisa. Corrió tras ella, aún con la escoba en la mano- Espere! Deténgase! Su dinero! -Gritó llamando la atención de la dama antes de lograr llegar con ella- Mademoiselle!

por **Mircalla La Rouge** Vie Dic 31, 2010 11:49 am

Mircalla se giró sobresaltada por los gritos que provenían de detrás suyo, para entontrarse con el supuesto camarero que antes había apenas vislumbrado.
Se cubrió rápidamente su ropa de cortesana que asomaban bajo su abrigo cruzándose de brazos, disimulando con ayuda del frío que esa mañana inundaba las calles de París. La cortesana tenía un aspecto un poco extravagante, entre burlesco y oscuro, que su rojo cabello y su pálida piel accentuaban aún más.

Durante un momento examinó algo desorientada aquel hombre que había echado a correr dando voces detrás suya. Tenía un aspecto oriental bastante curioso para residir en París, pero no le prestó mucha atención al dato puesto que ella tampoco era de aquel lugar... Con una mezcla de curiosidad y duda sus ojos verdes se posaron sobre el joven que tenía delante suyo y con una dulce pero rotunda voz le habló:
-¿Qué sucede? ¿Por que está dando voces así, monsieur? Va a despertar a todo París como continúe... - Bromeó, y una leve, casi inaudible risa escapó de su boca.

por **Rèmi Leblanc** Sáb Ene 01, 2011 5:34 pm

Llegó hacia ella y se detuvo escuchando la broma pero sin entenderla en seguida. De hecho pensó que lo que le decía era verdad y se ruborizó de vergüenza al imaginarse a si mismo como había corrido y gritado tras ella. Hasta que escuchó algo que parecía una risa y comprendió la broma, relajándose.

-No era mi intención despertar a la ciudad completa, solo llamar su atención Mademoiselle- Hizo una pequeña reverencia y le sonrió mirándole con cuidado a los ojos- Es que, estaba barriendo la calle y escuché un ruido y luego vi estas monedas caer -Estiró su mano entregándole el dinero- Han de ser suyas y no pretendía dejarla sin dinero, noté que iba caminando muy a prisa. -Volvió a sonreír, como ya le era costumbre, y de pronto recordó que había olvidado algo- Disculpe, mi nombre es Rèmi Leblanc, quizás si no está muy ocupada podría pasar al Café -Dijo amablemente, ni siquiera percatándose de la procedencia de aquella dama. Aunque en realidad, si se diera cuenta de que era una cortesana quizás no le importaría. No es que él estuviera en el lugar indicado para criticar a alguien por como lucía o de donde venía.

-Es mas, si gusta le invito algo ahora mismo ¿Lo acepta?- Preguntó y finalizó.

por **Mircalla La Rouge** Dom Ene 02, 2011 7:01 am

Observó como aquel joven le tendía las monedas casi perpleja, si hubiera llegado a perderlas definitivamente el castigo hubiera sido memorable. Durante unos instantes no supo qué decir, en blanco a causa de sus pensamientos que iban de aquí para allá imaginando a su dueña quejándose, incluso apaleándola, dejándola como una de sus menos protegidas...

-Gra... Gracias... - Logró tartamudear al fin - De verdad, si no llega a ser por vos... - Dejó la frase suspendida en el aire, temiendo pronunciar las palabras que había imaginado.

Él la había invitado a pasar dentro del Café, llevaba prisa pero sabía que podía inventar alguna excusa para poder llegar unos minutos más tarde, no se podría quedar mucho tiempo, pero le iría bien despejarse de aquella dura noche en la mansión.

-Encantada de conocerle... Me llamo Mircalla... Mircalla La Rouge. Y, mira por donde, acepto su invitación. - Sonrío de nuevo pensando en lo curioso de esa situación, no estaba muy acostumbrada a hablar con la gente de la calle sin recibir malas palabras a cambio. La vida de cortesana era singularmente... diferente.

Acompañó pues al joven hasta el interior del Café, sintiendo que el frío de la mañana los abandonaba apaciblemente.

por **Rèmi Leblanc** Dom Ene 02, 2011 10:57 am

En verdad, el rostro de temor, miedo o pánico que había tenido la mujer al imaginarse lo que podría haber pasado si perdía el dinero, fue lo que le hizo invitarle. Desconocía aquello que pasaba por su mente, pero si podía darse cuenta de su preocupación.

En el interior del café dejó a un lado la escoba y la llevó hasta una mesa para dos. No estaba tan alejada de la entrada, pues estaba cerca de una de los ventanales que daba hacia la calle, pero aún así había privacidad estar el borde del ventanal lleno de macetas con bellas flores.
Tomó la silla de la mesa en la cual se sentarían y la corrió hacia atrás para que la dama tomase asiento y luego se sentó frente a ella, apoyando las manos sobre la mesa más no los codos.- Me alegra que haya aceptado mi invitación Mademoiselle La Rouge, noté preocupación en sus ojos al darse cuenta que había perdido el dinero.

A los pocos minutos llegó una mesera y les entregó la carta, una a cada uno y él gentilmente dio las gracias. Abrió la carta para leer el menú aunque aquello le parecía gracioso pues lo conocía de memoria.- No se abstenga, puede pedir lo que desee el dueño no se enojará porque lo tiene al frente.-Cerró la carta y la dejó sobre la mesa, dando unas miradas hacia la calle.

-Disculpe mi intromisión pero ¿A qué se debía tanto apuro? - Preguntó con cuidado.

por **Mircalla La Rouge** Lun Ene 03, 2011 8:17 am

Se sentó tranquilamente en la silla que él le había ofrecido, nada habituada a esos tratos por parte de ninguno de sus "conocidos". No se quitó el abrigo, pues sabía que podría incomodar sinó al joven que tenía delante, a alguno de sus clientes. Después de todo, era una fría mañana de invierno, no sería tan extraño.
Observó como Rèmi se sentaba en frente de ella y en un momento estaban ambos mirando la carta. Se sorprendió al escuchar que él era el dueño de aquel lugar, pues le parecía bastante joven para el puesto...

-Así que sois vos el dueño de este lugar... tengo que admitir que os había confundido con un camarero por vuestra edad. - dijo un poco avergonzada.

Cerró también la carta y una pregunta rompió el silencio que ella no se había atrevido a romper. Rémi le había preguntado por su apuro, y ella debía responder con más cuidado del que él le había formulado la pregunta, pues no quería destrozar aquella maravillosa situación en la que podía dejar de pensar en su trabajo e incluso su vida por unos instantes. Después de unos momentos al fin respondió, cauta y alerta.

- Yo... debía volver a entregar el dinero que había conseguido esta noche... Para serle sincerca, monsieur, debía volver al Burdel lo antes posible para poder quedarme una pequeña parte de el dinero que casi pierdo de no ser por vos... Os lo agradezco, y espero no incomodarle debido a mi profesión. - Bajó la mirada esperando la reacción del joven dueño del Café.

por **Rèmi Leblanc** Lun Ene 03, 2011 3:11 pm

Si, él era joven y además intentaba no parecer el dueño, o al menos no como los que él imaginaba. No le gustaba abusar de su 'poder' aún cuando con la invitación que le había hecho a Mircalla si lo hacía.- ¿De verdad si me veo joven? Bueno, solo tengo 24 años, además el Café lo compré hace poco...entiendo que creyera aquello, descuide.- Dijo comprensivo.

Le miro de soslayo, mientras se fijaba en aquel ensortijado y rojizo cabello. Puso mas atención en su rostro cuando la joven comenzó a hablar y asintiendo ante su relato. Detuvo el vaivén de su cabeza y sus ojos se ensancharon al escuchar el lugar en el cual trabajaba, pues no lo habría sospechado por si mismo de buenas a primeras.

De pronto algo en su cabeza hizo 'click' al entender que la mujer frente a él era cortesana y el color subió a sus mejillas haciéndole sonrojarse. No es que él fuera virgen, pero no era un hombre mujeriego tampoco.- Entiendo...-Dijo en un susurro y tomó el menú entre sus manos. Tocio para aclarar su voz.- No hay problema alguno por aquello...¿Es un trabajo, no? Independiente de lo que éste conlleve. -Aún algo avergonzado, miro a una mesera y la llamó haciendo un gesto con sus manos- Entonces, no le retraso mas y mejor pedimos algo para desayunar, de seguro le caerá excelente -Sonrió y finalizó.

por **Mircalla La Rouge** Lun Ene 03, 2011 4:24 pm

No pudo evitar fijarse en como él se ruborizaba un poco al escuchar el nombre de su profesión. Tampoco se extraño, pues lo normal habría sido un descortés despido acompañado de malas palabras, lo que no le hubiera sentado muy bien después de confesar el lugar hacia donde se dirigía con tanta sinceridad. En cierta medida se alegró a causa de la reacción de éste, haciendo que se le escapara una leve sonrisa de apatía, puesto que parecía adivinar como se sentía aquel joven que tenía enfrente a una de recién descubierta cortesana del Burdel. Sin duda le habría impactado y esto era en cierta medida bastante gracioso.

Una mesera, siguiendo la indicación de Rèmi, se acercó a la mesa.

-Uhmmm... para mí... un capuccino, por favor.

No atendió mucho a lo que él pedía, pues seguía pensando en la curiosa reacción de aquel joven. La mesera se alejó al fin después de que éste pidiera su desayuno y ella despertó de sus cavilaciones y hablo con cierto toque pícaro:

-Y... ¿vos no os habéis pasado nunca por el Burdel? Hay muy buenas chicas por alli, y de muy variados precios... - No pensó que quizás sus palabras incomodarían más a Rèmi, pues para ella eran de lo más normales - Además de muy habilidosas... ¿O es que ya tenéis una mujer monsieur Leblanc?

Seguía mirandole pícaramente, casi instintivamente, mordiéndose el labio y clavando sus verdes ojos en él.

por **Rèmi Leblanc** Jue Ene 06, 2011 12:40 pm

- Solo un café normal, algo cargado - Pidió a la mesera. Puso sus manos sobre la mesa y tamborileó los dedos de la derecha. Algo avergonzado aún. Apenas le escuchó hablar le puse atención, pero no imaginó qu la conversación tomara ese giro

-¿Qué yo que? Ah no, no he pasado por aquel lugar...-Respondió tosiendo después para disimular su nerviosismo. La verdad es que si había pasado alguna vez por el Burdel, cuando tenía 17 años, había ido con unos amigos y termino iniciándose ahí.- ...no recientemente. -Aceptó con las mejillas enrojecidas mirando hacia un lado- Años atrás si, pero ya tengo vagos recuerdos en verdad...estoy seguro de que hay mujeres hermosas, pero no me parece correcto pagar por una mujer, ya lo hice una vez y no volveré a hacer.

Esta vez controló mas sus reacciones, volviendo a tomar la imagen serena, calma y agradable que tenia siempre. Negó con la cabeza y contestó- No, no tengo mujer alguna, ni siquiera alguna que me quite el sueño por las noches...y usted? ¿Tendrá algún hombre en el que esté interesada?

Poco tardó la mesera trayendo el pedido. Un capuccino para la dama y un café cargado para Rèmi. Los dejó en la mesa y se retiro. Por su parte, él sentía la mirada de Mircalla, y le parecía que solo buscaba ponerle nervioso de nuevo. Y lo estaba consiguiendo.

-Disculpe la pregunta pero, ¿Le gusta su trabajo?- Finalizó.

por **Mircalla La Rouge** Dom Ene 09, 2011 7:51 am

Ella se dio cuenta enseguida de que su conversación le estaba incomodando de verdad. No había prestado mucha atención a lo que ella misma había preguntado, no había pensado en que podría poner nervioso a cualquiera que no estuviera familiarizado con la profesión y sin darse cuenta se había dejado llevar por el momento. Escuchó las palabras de Rèmi con atención, casi con una mirada de disculpa por haber empezado tal conversación. Escuchó como el le preguntaba si había algún hombre en su vida, ella sonrío casi irónica y contestó:

-No... hay muchos hombres en mi vida, pero ninguno en el que volcar mi cabeza, ninguno me va a robar mis sueños, claro está que el amor no es una de las prioridades de una cortesana... - Hablaba cuidando más sus palabras, no quería incomodarle aún más, puesto que era una de las personas que no le miraba asqueado por su profesión, o deseoso de ella... Se sentía cómoda hablando con él.

La increíblemente rápida de la mesera colocó sus pedidos enfrente de ambos y se marchó a seguir con sus tareas. Ella dio un sorbo a su capuccino, reconfortantemente caliente, que le hizo sentir bien. Recibió entonces otra pregunta, esta vez algo más complicada bajo su punto de vista.

-Mi trabajo... al principio era extraño, me crié en un burdel de Italia ¿sabéis? Cosas de la vida, supongo. Eran todas muy amables conmigo ciertamente, no tengo queja alguna, y se me enseñó bien el oficio... Al principio solo bailaba o cantaba en un pequeño escenario que teníamos pero cuando tuve edad de trabajar empecé a ser una de las cortesanas de aquel burdel y tampoco era como yo lo imaginaba. Pero me acostumbré rápido... decidí venirme a París a probar suerte, intentar actuar en algún lugar y poder olvidar aunque sea durante las actuaciones de mi trabajo. No es que no me guste, llevo demasiados años como para decir eso, es solo que me esperaba algo más, siempre me ha gustado mucho el teatro, pero sé que algún día llegaré a ello, no pierdo la esperanza... -Sonrío amablemente, agradeciendo la pregunta pues, después de contar aquello que no había contado a nadie (excepto a alguna cortesana de Italia), se sintió realmente más tranquila.

- Y vos... ¿vos nacistéis aquí? ¿O pertenecéis a otro lugar como yo...?

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