AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
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Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
Sentada en la barra de la taberna, ahí estaba yo. Un día rematadamente malo, empezando porque me había peleado con la mitad del campamento, siguiendo porque mi carreta se había negado a seguir adelante y me había dejado tirada, y terminando por que me había manchado la ropa de barro. Y así mismo me encontraba en aquellos momentos. Estaba allí, con la falda llena de pequeñas pero molestas manchitas de color marrón. Dichoso barro, además cuando se secaba no lo quitaba ni mi madre.
Resoplé por lo bajo y removí la jarra de cerveza que tenía enfrente de mis narices. Me había bebido la mitad, pero se me subía muy rápido a la cabeza. Además no estaba bien visto que las mujeres se dedicaran a beber birras en una taberna, y menos si supieran que casi no superaba los 18 años. Por supuesto no dejaba que nadie se me acercara con malas intenciones, una mala mirada bastaba para que se desviasen del camino. Había un solo asiento libre a mi lado, y por lo visto nadie se había atrevido todavía a poner su trasero ahí. ¿Por qué sería? A mi parecer no enviaba unas ondas tan negativas tampoco, solo estaba un poco mosca. Necesitaba distraerme con algo, aunque como siguiera bebiendo un poco más me iba a quedar sin rumbo alguno.
Aunque quizás era eso lo que pretendía, olvidarme de todo durante un rato y ser la princesita que siempre soñé con ser. Ni los gritos, ni la música, ni nada podía sacarme de aquel embote en el que estaba sumida en dichos instantes. Solo me sacó de mi ensimismamiento el sentir como si alguien se sentara a mi lado, así que torcí la cabeza un poco hacia aquel lado para ver quien era el... Valiente, que se atrevía a hacerlo.
Solo esperaba que no viniera para tocarme más la moral. Me sorprendí al darme cuenta de quién era, nunca me lo hubiera esperado. Aunque en realidad... No, su personalidad no cuadraba con aquellos lugares, según mi parecer claro.
Mi molestia se esfumó casi de golpe.
Resoplé por lo bajo y removí la jarra de cerveza que tenía enfrente de mis narices. Me había bebido la mitad, pero se me subía muy rápido a la cabeza. Además no estaba bien visto que las mujeres se dedicaran a beber birras en una taberna, y menos si supieran que casi no superaba los 18 años. Por supuesto no dejaba que nadie se me acercara con malas intenciones, una mala mirada bastaba para que se desviasen del camino. Había un solo asiento libre a mi lado, y por lo visto nadie se había atrevido todavía a poner su trasero ahí. ¿Por qué sería? A mi parecer no enviaba unas ondas tan negativas tampoco, solo estaba un poco mosca. Necesitaba distraerme con algo, aunque como siguiera bebiendo un poco más me iba a quedar sin rumbo alguno.
Aunque quizás era eso lo que pretendía, olvidarme de todo durante un rato y ser la princesita que siempre soñé con ser. Ni los gritos, ni la música, ni nada podía sacarme de aquel embote en el que estaba sumida en dichos instantes. Solo me sacó de mi ensimismamiento el sentir como si alguien se sentara a mi lado, así que torcí la cabeza un poco hacia aquel lado para ver quien era el... Valiente, que se atrevía a hacerlo.
Solo esperaba que no viniera para tocarme más la moral. Me sorprendí al darme cuenta de quién era, nunca me lo hubiera esperado. Aunque en realidad... No, su personalidad no cuadraba con aquellos lugares, según mi parecer claro.
Mi molestia se esfumó casi de golpe.
Indhira Jenovah- Gitano
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Fecha de inscripción : 12/12/2010
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Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
Las calles de París, siempre tan abarrotadas de gente, eran el escenario perfecto para que Tayend pudiera mezclarse y pasar desapercibido. Pese a que se habia puesto su vestimenta mas humilde (unas clazas con unas botas de montar desgastadas y un chaleco) su mentón bien afeitado y su pelo limpio y brillante destacaban entre la mayoria de la gente.
Entró en la taberna sin miramientos, lo hacía a menudo pese a las miradas curiosas y acusadoras de la gente. En aquellos momentos su padre estaría firmando un contrato y no volvería hasta bien entrada la noche o el dia siguiente, asi que tenia tiempo de sobras para poder pasar un buen rato y despejarse. Desde que habia muerto su madre visitaba demasiado a menudo aquellas tabernas, y eso era contraproducente para el negocio de su padre que le había prohibido cualquier escapada sin su consentimiento expreso
Se sentó en la mesa de siempre, al final de la taberna, y se lió con calma uno de sus cigarrillos. Su padre los odiaba y eso le hacia que le gustasen todavia más. Con una seña le pidió al tabernero que le trajese su vaso de ron añejo. Pese a que el vaso no era del todo transparente, el color rojizo de la bebida era inconfundible. Le gustaba esa taberna porque la bebida era buena, en comparacion con otros locales de París. Dio un largo trago a su bebida, el calor al deslizarse por su garganta parecia aliento de dioses, le hacía olvidar todas sus penas y preocupaciones, era libre otra vez, como lo fue con Louis.
Unas risas quejumbrosas apagaron su dicha. Un par de hombres se habian sentado en la mesa de al lado, y con su risa estridente e insultos disparatados estaban arruinando el momento preferido de Tayend. Vestian ropas normales, aunque despedían un intenso olor a pescado podrido que eclipsaba por completo el de su bebida y su cigarro.
Con un suspiro de resignacion buscó otro sitio donde sentarse, vislumbro en la otra punta de la taberna un solo asiento al lado de una muchacha que parecia haber tenido pequeños contratiempos con su indumentaria aunque no parecia ser un problema mayor que sus dos nuevos compañeros, por lo menos esperaba que no apestase a pescado.
Sin pensarselo dos veces se dispuso a ocupar dicho asiento. Dejo el vaso de ron encima de la mesa y solto una breve calada antes de sentarse y dedicarle una ensayada sonrisa de cordialidad.
-Bonjour mademoiselle
Saludó de forma cortés, aunque con un deje popular, se trataba de no desentonar demasiado,¿verdad?
Entró en la taberna sin miramientos, lo hacía a menudo pese a las miradas curiosas y acusadoras de la gente. En aquellos momentos su padre estaría firmando un contrato y no volvería hasta bien entrada la noche o el dia siguiente, asi que tenia tiempo de sobras para poder pasar un buen rato y despejarse. Desde que habia muerto su madre visitaba demasiado a menudo aquellas tabernas, y eso era contraproducente para el negocio de su padre que le había prohibido cualquier escapada sin su consentimiento expreso
Se sentó en la mesa de siempre, al final de la taberna, y se lió con calma uno de sus cigarrillos. Su padre los odiaba y eso le hacia que le gustasen todavia más. Con una seña le pidió al tabernero que le trajese su vaso de ron añejo. Pese a que el vaso no era del todo transparente, el color rojizo de la bebida era inconfundible. Le gustaba esa taberna porque la bebida era buena, en comparacion con otros locales de París. Dio un largo trago a su bebida, el calor al deslizarse por su garganta parecia aliento de dioses, le hacía olvidar todas sus penas y preocupaciones, era libre otra vez, como lo fue con Louis.
Unas risas quejumbrosas apagaron su dicha. Un par de hombres se habian sentado en la mesa de al lado, y con su risa estridente e insultos disparatados estaban arruinando el momento preferido de Tayend. Vestian ropas normales, aunque despedían un intenso olor a pescado podrido que eclipsaba por completo el de su bebida y su cigarro.
Con un suspiro de resignacion buscó otro sitio donde sentarse, vislumbro en la otra punta de la taberna un solo asiento al lado de una muchacha que parecia haber tenido pequeños contratiempos con su indumentaria aunque no parecia ser un problema mayor que sus dos nuevos compañeros, por lo menos esperaba que no apestase a pescado.
Sin pensarselo dos veces se dispuso a ocupar dicho asiento. Dejo el vaso de ron encima de la mesa y solto una breve calada antes de sentarse y dedicarle una ensayada sonrisa de cordialidad.
-Bonjour mademoiselle
Saludó de forma cortés, aunque con un deje popular, se trataba de no desentonar demasiado,¿verdad?
Tayend de Grey- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/01/2011
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Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
Estaba observando con atención al camarero que paseaba arriba y abajo de forma incansable, sirviendo una bebida tras otra sin parara ni un instante. No entendía como podía estar todo el rato así, yo ya me hubiera rendido. Pero una tenía que ganarse la vida de alguna forma en aquel recóndito lugar, o no tan recóndito.
Removí la bebida dentro de mi vaso, mientras observaba como el color amarillento hacía un pequeño torbellino, casi imperceptible, al son que yo movía dicho vaso. Estaba muy concentrada en aquello, y no oí que alguien se sentó a mi lado hasta que no alzó la voz para saludar.
Giré la cabeza hacia él. Era un hombre, sí. No debía ser muy mayor, no tenía la apariencia de pasar de los treinta. Vi que daba una profunda calada a un cigarro que llevaba en la mano y sonreí un poco. Yo nunca había fumado un cigarro, y me producía curiosidad saber a qué se debía aquel enganche que tenían, debía de ser por la nicotina que llevaba.
- Bonjour, monsieur.- respondí de forma cortés. Aunque no lo pareciera yo también tenía mis modales, y sabía comportarme frente a la gente. Ladeé la cabeza con curiosidad para ver que era lo que estaba tomando. No supe reconocerlo, de un tono rojizo, pero no me sonaba de nada. Debía ser wisky o algo parecido.- Claro, puede sentarse.- bromeé al ver que se sentaba ahí sin decir nada. Aunque prefería que fuese así, que no estuviera todo el rato preguntando por todo. Me gustaba más la gente algo lanzada.
Me permití unos instantes para observar al chico. Era apuesto, tenía unos rasgos que no llegaban a ser agresivos, pero sí masculinos, y sus ojos atrapaban. Me quedé, casi sin darme cuenta, observándole con detenimiento. Me inspiraba curiosidad el saber que hacía un hombre así dentro de una taberna de ese tipo. No encajaba su perfil con el tipo de lugar.
- ¿Le han dicho que tiene unos ojos muy bonitos?- pregunté, con una media sonrisa. Me quedé pensativa y me rasqué la nuca.- Me parece que esto debería ser al revés, pero bueno. Normalmente es el hombre el que le dice esas cosas a la mujer.- me reí ligeramente, de forma suave. No como aquellos que se oían por detrás, parecían rufianes pegando aquellas voces, se oían por todo el sitio. Seguro que ya iban borrachos o no les faltaba demasiado.
Removí la bebida dentro de mi vaso, mientras observaba como el color amarillento hacía un pequeño torbellino, casi imperceptible, al son que yo movía dicho vaso. Estaba muy concentrada en aquello, y no oí que alguien se sentó a mi lado hasta que no alzó la voz para saludar.
Giré la cabeza hacia él. Era un hombre, sí. No debía ser muy mayor, no tenía la apariencia de pasar de los treinta. Vi que daba una profunda calada a un cigarro que llevaba en la mano y sonreí un poco. Yo nunca había fumado un cigarro, y me producía curiosidad saber a qué se debía aquel enganche que tenían, debía de ser por la nicotina que llevaba.
- Bonjour, monsieur.- respondí de forma cortés. Aunque no lo pareciera yo también tenía mis modales, y sabía comportarme frente a la gente. Ladeé la cabeza con curiosidad para ver que era lo que estaba tomando. No supe reconocerlo, de un tono rojizo, pero no me sonaba de nada. Debía ser wisky o algo parecido.- Claro, puede sentarse.- bromeé al ver que se sentaba ahí sin decir nada. Aunque prefería que fuese así, que no estuviera todo el rato preguntando por todo. Me gustaba más la gente algo lanzada.
Me permití unos instantes para observar al chico. Era apuesto, tenía unos rasgos que no llegaban a ser agresivos, pero sí masculinos, y sus ojos atrapaban. Me quedé, casi sin darme cuenta, observándole con detenimiento. Me inspiraba curiosidad el saber que hacía un hombre así dentro de una taberna de ese tipo. No encajaba su perfil con el tipo de lugar.
- ¿Le han dicho que tiene unos ojos muy bonitos?- pregunté, con una media sonrisa. Me quedé pensativa y me rasqué la nuca.- Me parece que esto debería ser al revés, pero bueno. Normalmente es el hombre el que le dice esas cosas a la mujer.- me reí ligeramente, de forma suave. No como aquellos que se oían por detrás, parecían rufianes pegando aquellas voces, se oían por todo el sitio. Seguro que ya iban borrachos o no les faltaba demasiado.
Indhira Jenovah- Gitano
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Fecha de inscripción : 12/12/2010
Localización : Escondiéndome de ti
Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
Sonrio a modo de disculpa por no haber pedido permiso para sentarse, cuando estuvo en Reims los modales eran muy escasos. Aquella taberna comparada con aquellos tugurios del norte era una maravilla. Pese al constante ajetreo de Paris y que su olor tampoco era el ideal, el suelo se conservaba limpio y no estaba lleno de cucarachas y fluidos corporales de todo tipo.
Se llevo el vaso a los labios y bebió casi sin enterarse. Los años lo habian acostumbrado al alcohol, Tayend bañaba sus penas una y otra vez en los bares hasta perder el conocimiento. Sabia que eso era una forma de desaprovechar la vida, que acabaria siendo un vicio imposible de salir y que le condenaria ¿pero que mas daba? ¿tenia algo mejor en lo que gastarse su fortuna?. No podia expresar sus ideales ni en su propia casa, ni hacer nada por sacar a flote a su amada Francia, todos habian caido y para desgracia del frances, el seguia a flote aunque fuera a la deriva.
La pregunta de la joven le pillo totalmente desprevenido, volvió rapidamente la mirada hacia ella. -Nunca habia tenido el honor de recibir tales halagos - respondio con una media sonrisa, esta vez sincera. Sus ojos se posaron en ella, le parecia la antitesis de aquel mundo en el que estaba condenado a fingir, era totalmente distinta; con su tez morena, su pelo suelto, sus ojos expresivos, su facilidad para entablar una conversacion coherente lejos de las palabras dificiles y rebuscadas que con el paso del tiempo te salen de forma tan artificial que apenas sabes cual es su verdadero significado...era lo antagónico de todo lo que el detestaba
-Yo en cambio, no podria destacar un único rasgo de vos, todo me fascina - replicó acompañandolo de un leve asentimiento de cabeza -pero perdone que no me haya presentado, mi nombre es Tayend, todo un gusto poder conocerla - aunque lo indicado habria sido decir su apellido con sus títulos, besarle la mano o hacerle un breve saludo con la cabeza Tayend desisitió; no aguantaba más formalidades - ¿y vos mademoiselle, cual es vuestro nombre? si me es permitido preguntar...
Su bebida llego y soltó un par de monedas de su bolsillo que fueron a parar al camarero que sonrió agradecido por la buena propina. Todo se movía por influencias, puede que lo noble hubiera sido decir que lo hizo por compasion, o porque a el le sobraba el dinero, pero seria mentira. Para desgracia de Tayend habia conocido ese mundillo años atrás y sabía que una buena forma de que aquel tabernero negara que era un cliente habitual era soltar algunas monedas de más.
-¿Que trae a una bella dama como usted a un bar como este?- parecía joven para estar sola en un sitio como aquel y una chica atractiva como ella era blanco de los canallas que andaban sueltos a aquellas horas.
Se llevo el vaso a los labios y bebió casi sin enterarse. Los años lo habian acostumbrado al alcohol, Tayend bañaba sus penas una y otra vez en los bares hasta perder el conocimiento. Sabia que eso era una forma de desaprovechar la vida, que acabaria siendo un vicio imposible de salir y que le condenaria ¿pero que mas daba? ¿tenia algo mejor en lo que gastarse su fortuna?. No podia expresar sus ideales ni en su propia casa, ni hacer nada por sacar a flote a su amada Francia, todos habian caido y para desgracia del frances, el seguia a flote aunque fuera a la deriva.
La pregunta de la joven le pillo totalmente desprevenido, volvió rapidamente la mirada hacia ella. -Nunca habia tenido el honor de recibir tales halagos - respondio con una media sonrisa, esta vez sincera. Sus ojos se posaron en ella, le parecia la antitesis de aquel mundo en el que estaba condenado a fingir, era totalmente distinta; con su tez morena, su pelo suelto, sus ojos expresivos, su facilidad para entablar una conversacion coherente lejos de las palabras dificiles y rebuscadas que con el paso del tiempo te salen de forma tan artificial que apenas sabes cual es su verdadero significado...era lo antagónico de todo lo que el detestaba
-Yo en cambio, no podria destacar un único rasgo de vos, todo me fascina - replicó acompañandolo de un leve asentimiento de cabeza -pero perdone que no me haya presentado, mi nombre es Tayend, todo un gusto poder conocerla - aunque lo indicado habria sido decir su apellido con sus títulos, besarle la mano o hacerle un breve saludo con la cabeza Tayend desisitió; no aguantaba más formalidades - ¿y vos mademoiselle, cual es vuestro nombre? si me es permitido preguntar...
Su bebida llego y soltó un par de monedas de su bolsillo que fueron a parar al camarero que sonrió agradecido por la buena propina. Todo se movía por influencias, puede que lo noble hubiera sido decir que lo hizo por compasion, o porque a el le sobraba el dinero, pero seria mentira. Para desgracia de Tayend habia conocido ese mundillo años atrás y sabía que una buena forma de que aquel tabernero negara que era un cliente habitual era soltar algunas monedas de más.
-¿Que trae a una bella dama como usted a un bar como este?- parecía joven para estar sola en un sitio como aquel y una chica atractiva como ella era blanco de los canallas que andaban sueltos a aquellas horas.
Tayend de Grey- Humano Clase Alta
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Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
En aquellas horas ya no quedaba mucha gente franca por allí. Los paganos, los rufianes, toda aquella calaña de gente había salido a beber y disfrutar de la noche como pensaban que se merecían. Así que en el fondo agradecí que alguien que todavía iba cuerdo y no venía con malas intenciones se sentara a mi lado. Prefería que fuera él que no otro y tuviera que sacármelo de encima o, todavía peor, salir corriendo para que no hiciera algo indebido y luego la que saliera peor fuera yo. Sabía que no tendría que estar allí, pero necesitaba desahogar mis penurias en algún lado, y no quedaban demasiados sitios abiertos a dichas horas.
Vi que se giraba hacia mi y sonreí al ver la sorpresa en sus ojos. Parecía que no, no le decían aquello a menudo, y es que a muchas mujeres les gustaba recibir piropos pero al contrario, no decirlos.
- Trátame de tu, por favor. Me siento vieja cuando me tratan de vos.- dije con una media sonrisa divertida. Nunca había entendido por qué tantos modales, tan refinados. Por querer dar buen ejemplo a la sociedad de otros lugares del mundo habíamos terminado siendo casi una sociedad snob.- Mucho gusto, Tayend.- como vi que no hacía ningún tipo de saludo, me relajé. Odiaba que para presentarse la gente andara dando besuqueos por ahí.- Mi nombre es Indhira. Dhi, mejor.- me reí.
VI que el camarero volvía a traer una bebida, esta vez para el chico, y me quedé observando lo que tomaba. Seguía con la curiosidad, por que no podía saber que era realmente. Di un trago a la cerveza que tenía entre las manos y me pasé distraídamente la lengua por los labios para quitar los rastros de espuma que habían quedado. Al fin y al cabo no podía desperdiciar la bebida.
- Mmm...- empecé pensativa. Ladeé la cabeza hacia él.- Pues la verdad es que es un lugar... Acogedor, en cierto modo, para pasar el rato. Se que no debería estar por aquí pero diría que es el mejor lugar para estar ahora mismo.- asentí levemente mirando el vaso. Desvié mi mirada hacia la suya.- ¿Y qué hace el señor Tayend en dicho lugar?
La verdad es que no encajaba tan mal dentro del ambiente, con el cigarro y la bebida en mano podía parecerse a un hombre que frecuentaba la taberna, pero algo en su aspecto, o en su aura, me decía que no era de clase baja.
Vi que se giraba hacia mi y sonreí al ver la sorpresa en sus ojos. Parecía que no, no le decían aquello a menudo, y es que a muchas mujeres les gustaba recibir piropos pero al contrario, no decirlos.
- Trátame de tu, por favor. Me siento vieja cuando me tratan de vos.- dije con una media sonrisa divertida. Nunca había entendido por qué tantos modales, tan refinados. Por querer dar buen ejemplo a la sociedad de otros lugares del mundo habíamos terminado siendo casi una sociedad snob.- Mucho gusto, Tayend.- como vi que no hacía ningún tipo de saludo, me relajé. Odiaba que para presentarse la gente andara dando besuqueos por ahí.- Mi nombre es Indhira. Dhi, mejor.- me reí.
VI que el camarero volvía a traer una bebida, esta vez para el chico, y me quedé observando lo que tomaba. Seguía con la curiosidad, por que no podía saber que era realmente. Di un trago a la cerveza que tenía entre las manos y me pasé distraídamente la lengua por los labios para quitar los rastros de espuma que habían quedado. Al fin y al cabo no podía desperdiciar la bebida.
- Mmm...- empecé pensativa. Ladeé la cabeza hacia él.- Pues la verdad es que es un lugar... Acogedor, en cierto modo, para pasar el rato. Se que no debería estar por aquí pero diría que es el mejor lugar para estar ahora mismo.- asentí levemente mirando el vaso. Desvié mi mirada hacia la suya.- ¿Y qué hace el señor Tayend en dicho lugar?
La verdad es que no encajaba tan mal dentro del ambiente, con el cigarro y la bebida en mano podía parecerse a un hombre que frecuentaba la taberna, pero algo en su aspecto, o en su aura, me decía que no era de clase baja.
Indhira Jenovah- Gitano
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Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
Estaba claro que la muchacha no era de clase alta, pese a que su forma de vestir ya lo dejaba claro, no seria la primera vez que algún noble se disfrazara o vistiera de modo muy distinto al suyo para no desentonar. Además, eso era..¿cerveza?. Negó con la cabeza divertido mientras miraba la bebida. La cerveza no era uno de los tragos mas populares y menos entre las mujeres, pese a todo no dijo nada por miedo a incomodarla.
-El placer es mío Dhi - contestó sonriéndole.
El nombre no parecía muy francés, pero París destacaba por la diversidad en sus ciudadanos. Había gente de muy diversos países que llegaban a la capital francesa para admirar sus teatros y escritores, hacer negocios, alistarse en el frente o buscar trabajo aunque de estos últimos muy pocas veces se hablaba.
No había tenido en cuenta que al preguntarle a Dhi por sus motivos de estar ahí, le haría a él la misma pregunta. Frunció el ceño pensativo, no sabia que decir. Le podía mentir contestándole que estaba haciendo tiempo para esperara a un amigo, quizás que había perdido su dinero y no podía permitirse otra cosa, o también le podía decir la verdad, que era un noble que se la pasaba en tabernas para emborracharse como un rufián.
- Buscar una compañía tan cautivante como la tuya mademoiselle - acabó mintiendo con su mejor sonrisa y un guiño de ojos.
Los borrachos del fondo parecían estar pasándose de copas, y tras un aviso del tabernero fallido empezaron a cantar a gritos una balada de pescadores. Tayend chasqueó la lengua con fastidio. Sabía que en las tabernas solía haber pequeños problemas con borrachos, pero tenia la esperanza de que el tabernero los pudiera echar, cosa que no parecía muy probable debido a que los dos borrachos eran bastante corpulentos.
-¿Has tenido algun problema antes de venir aquí?- preguntó reparando de nuevo en el barro de su vestido e intentando ignorar los cantos desafinados del fondo.
Tayend de Grey- Humano Clase Alta
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Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
No me pasó por alto la mirada que le dirigía a mi bebida. Sí, lo sabía, no estaba bien visto entre las mujeres beber, y mucho menos aquel tipo de alcohol. La cerveza era para los hombres, para los trabajadores, para los borrachos. Era eso lo que muchos pensaban, pero la verdad a mi me daba igual. A veces me gustaría ser un hombre, porque ellos tenían más libertad y más posibilidades en aquel mundo. Pero no, me había tocado el camino difícil y ahora lo ahogaba en la bebida amarillenta y la espuma que tenía delante de mis morros.
Me apoyé con un codo en la barra y posé mi mejilla en la mano, mientras giraba ligeramente el taburete hacia él para poder charlar de forma más cómoda, que me terminaría por coger una tortícolis en el cuello si seguía por ese camino. Esperé mientras una respuesta, que parecía haberse quedado saturada en la garganta de aquel hombre y no salió hasta dentro de unos instantes.
Sonreí de lado cuando dijo aquello y negué ligeramente con la cabeza, dando otro trago a la bebida.
- ¿Eso se lo dices a muchas mujeres para cautivarlas?- pregunté mirándole con curiosidad, me había salido la vena sarcástica.- ¿O tengo el honor de ser la única?
Hacía unos pocos minutos dos hombres habían venido con la misma historia, y ahora estaban sentados en el otro lado del bar observando recelosos si Tayend corría la misma suerte que ellos y lo echaba. Pero no, no sería así, al menos por el momento. Él no había intentado meter la mano en un lugar que no tocaba.
Escuché su pregunta y me miré las ropas con un gesto de desagrado. Anda que no, caerse en un charco de barro era un problema gordo para mi, pero supuse que no lo era demasiado a los ojos del resto, que tan solo miraban el espectáculo.
- Me habrán echado una maldición para que me caiga por todas partes.- dije, pero me salió un mascullo por que los hombres que había ahí detrás armando jaleo me estaban poniendo de los nervios.
Me giré para mirarles y resoplé por lo bajo.
- ¿Esta gente no se cansa nunca o qué?- gruñí en voz lo suficientemente alta como para que me oyeran, pero estaba mirando a mi acompañante, sonreí un poco.
Me apoyé con un codo en la barra y posé mi mejilla en la mano, mientras giraba ligeramente el taburete hacia él para poder charlar de forma más cómoda, que me terminaría por coger una tortícolis en el cuello si seguía por ese camino. Esperé mientras una respuesta, que parecía haberse quedado saturada en la garganta de aquel hombre y no salió hasta dentro de unos instantes.
Sonreí de lado cuando dijo aquello y negué ligeramente con la cabeza, dando otro trago a la bebida.
- ¿Eso se lo dices a muchas mujeres para cautivarlas?- pregunté mirándole con curiosidad, me había salido la vena sarcástica.- ¿O tengo el honor de ser la única?
Hacía unos pocos minutos dos hombres habían venido con la misma historia, y ahora estaban sentados en el otro lado del bar observando recelosos si Tayend corría la misma suerte que ellos y lo echaba. Pero no, no sería así, al menos por el momento. Él no había intentado meter la mano en un lugar que no tocaba.
Escuché su pregunta y me miré las ropas con un gesto de desagrado. Anda que no, caerse en un charco de barro era un problema gordo para mi, pero supuse que no lo era demasiado a los ojos del resto, que tan solo miraban el espectáculo.
- Me habrán echado una maldición para que me caiga por todas partes.- dije, pero me salió un mascullo por que los hombres que había ahí detrás armando jaleo me estaban poniendo de los nervios.
Me giré para mirarles y resoplé por lo bajo.
- ¿Esta gente no se cansa nunca o qué?- gruñí en voz lo suficientemente alta como para que me oyeran, pero estaba mirando a mi acompañante, sonreí un poco.
Indhira Jenovah- Gitano
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Localización : Escondiéndome de ti
Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
El camarero iba de arriba abajo preocupado, la gente comenzaba a irse de la taberna por el tremendo alboroto descontrolado de los borrachos, ¿esque no sabian lo que era el respeto?, estaba claro que no. Con todas las jarras que habian tomado lo mas seguro esque su paga diaria se hubiera esfumado con los litros de alcohol.
-Unicamente a las que de verdad se lo merecen
Respondio intentando sonar cortés aunque parecio mas divertido que otra cosa. No porque fuera mentira lo que decia, no tenia ninguna necesidad de mentir a una mujer que acababa de conocer en una taberna, sino mas bien por el echo de sentirse comodo por primera vez en el dia, lejos de su casa y sus "obligaciones".
No pudo evitar sonreir cuando le contó su pequeño percance. Habia llovido bastante en los ultimos dias, por lo que las afueras y caminos estaban encharcadas y parecia que Dhi habia tenido el infortunio de haberse caido en una de ellas. Intentó quitarle una costra de barro reseca de la manga que parecia haberle salpicado, y tiro los restos al suelo.
-Espero que no te hayas hecho daño- contestó dando un nuevo sobro a su vaso- y bueno...no pienso que existan maldiciones, mas bien habra sido un pequeño y desagradable percance- dijo haciendose oir entre los berridos de borracho.
Rió ante el comentario mordaz de Dhi a los hombres del fondo, no sabia si habia sido muy inteligente llamarles la atencion estando tan borrachos pero sin duda habia sido valiente. Sus dudas se disiparon cuando uno de ellos con caminar burlon se presentó entre ambos jovenes con una sonrisa de suficiencia.
-¿Dices algo señorita?-comentó remarcando el "señorita" con excesiva educación.
-Unicamente a las que de verdad se lo merecen
Respondio intentando sonar cortés aunque parecio mas divertido que otra cosa. No porque fuera mentira lo que decia, no tenia ninguna necesidad de mentir a una mujer que acababa de conocer en una taberna, sino mas bien por el echo de sentirse comodo por primera vez en el dia, lejos de su casa y sus "obligaciones".
No pudo evitar sonreir cuando le contó su pequeño percance. Habia llovido bastante en los ultimos dias, por lo que las afueras y caminos estaban encharcadas y parecia que Dhi habia tenido el infortunio de haberse caido en una de ellas. Intentó quitarle una costra de barro reseca de la manga que parecia haberle salpicado, y tiro los restos al suelo.
-Espero que no te hayas hecho daño- contestó dando un nuevo sobro a su vaso- y bueno...no pienso que existan maldiciones, mas bien habra sido un pequeño y desagradable percance- dijo haciendose oir entre los berridos de borracho.
Rió ante el comentario mordaz de Dhi a los hombres del fondo, no sabia si habia sido muy inteligente llamarles la atencion estando tan borrachos pero sin duda habia sido valiente. Sus dudas se disiparon cuando uno de ellos con caminar burlon se presentó entre ambos jovenes con una sonrisa de suficiencia.
-¿Dices algo señorita?-comentó remarcando el "señorita" con excesiva educación.
Tayend de Grey- Humano Clase Alta
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Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
Me daba pena ver a aquel camarero tan simpático andar arriba y abajo como un loco por que aquella panda de borrachos paganos le pedían cada dos por tres una jarra nueva. Y estaba por levantarme e ir a ayudarlo, pero sería de muy mal ver dejar a Tayend allí tal cual, además de que parecía que todavía podían desenvolverse bien.
Me reí al escucharle y le miré.
- ¿Así que yo lo merezco?- pregunté con una pequeña sonrisa. Era una persona afortunada, yo. Todo el mundo parecía querer ayudar, todo el mundo aportaba su granito de arena para hacer el día más llevadero. Aunque aquello era lo que muchos intentaban, y no estaba de más intentar alegrar a otra persona el momento. Aunque fuera por unos minutos, olvidarse de todo.
Vi que sonreía e hinché los mofletes, mientras observaba como me quitaba un trozo de barro seco que se me había quedado enganchado en la manga de la camisa abombada que llevaba puesta.
- No, que va, soy fuerte como una roca.- dije convencida, mientras observaba la tarea que se traía entre manos.- ¿No crees que existan? Cuidado con a quién se lo dices, que igual te lanza una de verdad.- bromeé un poco, riendo.- Supongo que sí, habrá sido la mala suerte.
Me giré en el taburete, completamente, para ponerme de cara a aquel hombre que venía más borracho que una cuba. El aliento le apestaba a alcohol, y casi hizo que me echara hacia atrás en mi asiento. Era asqueroso, así de simple. Además llevaba los ojos rojos y llorosos. Me recordaba a una rana.
- He dicho, por si no lo ha escuchado bien, que si no se van a callar nunca.- le dije en toda la cara. A ver, alguien les tenía que decir algo, y yo no me podía quedar callada como si nada sucediera. Y eso que normalmente no perdía los estribos, pero ese tipo de gente realmente me provocaban demasiado.- Es que está molestando, usted y sus amigos, a toda la taberna. Y la verdad es que me empiezan a zumbar los oídos.- cualquiera que me oyera hablar así... Parecía lo que realmente era, una gitana, una chica de clase baja.
Me reí al escucharle y le miré.
- ¿Así que yo lo merezco?- pregunté con una pequeña sonrisa. Era una persona afortunada, yo. Todo el mundo parecía querer ayudar, todo el mundo aportaba su granito de arena para hacer el día más llevadero. Aunque aquello era lo que muchos intentaban, y no estaba de más intentar alegrar a otra persona el momento. Aunque fuera por unos minutos, olvidarse de todo.
Vi que sonreía e hinché los mofletes, mientras observaba como me quitaba un trozo de barro seco que se me había quedado enganchado en la manga de la camisa abombada que llevaba puesta.
- No, que va, soy fuerte como una roca.- dije convencida, mientras observaba la tarea que se traía entre manos.- ¿No crees que existan? Cuidado con a quién se lo dices, que igual te lanza una de verdad.- bromeé un poco, riendo.- Supongo que sí, habrá sido la mala suerte.
Me giré en el taburete, completamente, para ponerme de cara a aquel hombre que venía más borracho que una cuba. El aliento le apestaba a alcohol, y casi hizo que me echara hacia atrás en mi asiento. Era asqueroso, así de simple. Además llevaba los ojos rojos y llorosos. Me recordaba a una rana.
- He dicho, por si no lo ha escuchado bien, que si no se van a callar nunca.- le dije en toda la cara. A ver, alguien les tenía que decir algo, y yo no me podía quedar callada como si nada sucediera. Y eso que normalmente no perdía los estribos, pero ese tipo de gente realmente me provocaban demasiado.- Es que está molestando, usted y sus amigos, a toda la taberna. Y la verdad es que me empiezan a zumbar los oídos.- cualquiera que me oyera hablar así... Parecía lo que realmente era, una gitana, una chica de clase baja.
Indhira Jenovah- Gitano
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Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
Nunca había creído en supersticiones, ni en maleficios ni en brujería. Creía que eran cuentos de personas que se refugiaban en lo anti-natural para intentar explicar cosas que bueno…era difíciles de explicar. Las ideas de seres monstruosos, vampiros y demás criaturas era una idea totalmente descabellada para el joven francés.
-No creo que existan las maldiciones-sentencio con voz firme- pero en el caso de que existieran…¿Cuál me echarías? ¿quizás una para que apareciera una nariz de bruja, o dientes de vampiro?
Bromeó haciendo entender que veía todo aquello absurdo, aunque siguió la broma de Dhi. Al haber tenido una educación tan dura , una adolescencia llena de ajetreos políticos y su gusto por la lectura se había creado la idea de que el mundo estaba totalmente regido por la política y por lo científico. Bien era cierto que creía en Dios -sálvese quien pueda sin en la familia de Grey alguien era contrario al catolicismo- pero de ahí a creer en seres sobrenaturales había un largo camino.
Vio como se acercaba el hombre hacia ellos y tuvo que ponerse la mano en la boca para aguantar la sonrisa al ver enfrentarse a la joven con aquel armario que desprendía un pestilente olor, era algo realmente impresionante.
-Bueno es suficiente…-susurro mientras se levantaba- por favor monsieur, acompáñeme un momento a la salida
Pidió de manera cortes pero aquel hombre no parecía intención de acompañarlos. Tayend sopesó sus oportunidades, pese a haber ido a una guerra y a haber combatido no tenia nada que hacer contra un hombre como aquel con las manos desnudas, así que por su bien esperaba no tener que llegar a las manos.
-Creo que lo mejor es que se vaya usted, y me deje charlar con su amiga....monsieur -contestó el imitando en tono burlón a Tayend.
-
-No creo que existan las maldiciones-sentencio con voz firme- pero en el caso de que existieran…¿Cuál me echarías? ¿quizás una para que apareciera una nariz de bruja, o dientes de vampiro?
Bromeó haciendo entender que veía todo aquello absurdo, aunque siguió la broma de Dhi. Al haber tenido una educación tan dura , una adolescencia llena de ajetreos políticos y su gusto por la lectura se había creado la idea de que el mundo estaba totalmente regido por la política y por lo científico. Bien era cierto que creía en Dios -sálvese quien pueda sin en la familia de Grey alguien era contrario al catolicismo- pero de ahí a creer en seres sobrenaturales había un largo camino.
Vio como se acercaba el hombre hacia ellos y tuvo que ponerse la mano en la boca para aguantar la sonrisa al ver enfrentarse a la joven con aquel armario que desprendía un pestilente olor, era algo realmente impresionante.
-Bueno es suficiente…-susurro mientras se levantaba- por favor monsieur, acompáñeme un momento a la salida
Pidió de manera cortes pero aquel hombre no parecía intención de acompañarlos. Tayend sopesó sus oportunidades, pese a haber ido a una guerra y a haber combatido no tenia nada que hacer contra un hombre como aquel con las manos desnudas, así que por su bien esperaba no tener que llegar a las manos.
-Creo que lo mejor es que se vaya usted, y me deje charlar con su amiga....monsieur -contestó el imitando en tono burlón a Tayend.
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Tayend de Grey- Humano Clase Alta
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Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
Escuché lo que decía y asentí ligeramente con la cabeza. Mucha gente no se creía lo de las maldiciones, ni yo misma podía creérmelo a veces. Tan solo podía ver el futuro, leer la mano... A veces, aunque no demasiados eran los que se atrevían a conocer lo que les esperaba. Además de que les asustaba. Yo creía que era mejor así, sin saberlo, cometiendo errores que les ayudarían a crecer como personas, como humanos.
- No creo, nunca he echado ninguna maldición a nadie, de todos modos tampoco lo haría. No me veo capaz de tales cosas.- comenté ladeando la cabeza con la vista clavada en el vaso vacío que tenía entre mis manos, lo hacía girar hacia un lado y hacia el otro manteniendo el equilibrio. Era cierto, nunca me había atrevido a lanzar una maldición de esas, no tenía suficiente coraje como para hacerlo.
Me quedé observando al hombre que había ignorado durante unos instantes, pero que se estaba haciendo ya insoportable. Además de que aquel hedor que desprendía todo él me producía unas nauseas tremendas. Esperaba que no tardaran demasiado en irse o la que se iría sería yo. Bueno, no, más bien no. No era partidaria de retirarme cuando algo me molestaba.
Suspiré profundamente cuando Tayend le dijo que le acompañara fuera un momento y él se negó de todos modos. Estaba tan borracho que ni siquiera sabía lo que hacía, seguro que al día siguiente no se acordaría de nada.
- Resulta que él estaba conmigo antes.- dije señalando ligeramente a Tayend con la mano, pero sin resultar agresiva. Tan solo le estaba exponiendo los hechos de forma tranquila, no quería gritar, no quería rebajarme a su altura.
Se veía la lascivia en sus ojos ya de lejos. Me producía un asco terrible, aquel borracho. Hice una mueca, me veía de lejos lo que pretendía, y eso tan solo hacía que se me revolviera el estómago de mal gusto.
- Ahora, ¿puede retirarse, si es tan amable, por favor?- pedí por segunda vez, con voz algo más severa. "Contrólate, Dhi, eres una chica, no puedes dar tan mal ejemplo. Además, mírale, es un armario, no podrías con él ni en mil años." pensaba por dentro.
- No creo, nunca he echado ninguna maldición a nadie, de todos modos tampoco lo haría. No me veo capaz de tales cosas.- comenté ladeando la cabeza con la vista clavada en el vaso vacío que tenía entre mis manos, lo hacía girar hacia un lado y hacia el otro manteniendo el equilibrio. Era cierto, nunca me había atrevido a lanzar una maldición de esas, no tenía suficiente coraje como para hacerlo.
Me quedé observando al hombre que había ignorado durante unos instantes, pero que se estaba haciendo ya insoportable. Además de que aquel hedor que desprendía todo él me producía unas nauseas tremendas. Esperaba que no tardaran demasiado en irse o la que se iría sería yo. Bueno, no, más bien no. No era partidaria de retirarme cuando algo me molestaba.
Suspiré profundamente cuando Tayend le dijo que le acompañara fuera un momento y él se negó de todos modos. Estaba tan borracho que ni siquiera sabía lo que hacía, seguro que al día siguiente no se acordaría de nada.
- Resulta que él estaba conmigo antes.- dije señalando ligeramente a Tayend con la mano, pero sin resultar agresiva. Tan solo le estaba exponiendo los hechos de forma tranquila, no quería gritar, no quería rebajarme a su altura.
Se veía la lascivia en sus ojos ya de lejos. Me producía un asco terrible, aquel borracho. Hice una mueca, me veía de lejos lo que pretendía, y eso tan solo hacía que se me revolviera el estómago de mal gusto.
- Ahora, ¿puede retirarse, si es tan amable, por favor?- pedí por segunda vez, con voz algo más severa. "Contrólate, Dhi, eres una chica, no puedes dar tan mal ejemplo. Además, mírale, es un armario, no podrías con él ni en mil años." pensaba por dentro.
Indhira Jenovah- Gitano
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Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
Las cosas se estaban empezando a complicar y los pocos que quedaban en la taberna parecían haberse dado cuenta. El otro hombre se acercó hasta su compañero que estaba algo alterado, el camarero farfullaba que se tranquilizaran todos y el resto de la gente salia por miedo a que se iniciera una pelea y los pillara dentro.
Las palabras de Dhi no parecieron tranquilizar mucho a aquel hombre que de pronto habia dejado de ser un borracho pesado para convertirse en un rufián pervertido. Tayend maldijo la mala suerte que habia tenido, iba a la taberna para olvidar sus problemas y acaba teniendo más. Solo esperaba que no sacaran un arma de fuego, no seria la primera vez que alguien acaba lastimado por una disputa en taberna como esa.
-Aléjese de ella y déjenos en paz, tome un par de francos para que se tome algo en otro establecimiento-Le advirtió de manera cortante, quizás demasiado, pero estaba ya realmente cabreado. El alcohol no era excusa para comportarse de una manera así, y menos con una mujer.
Tayend sintió un intenso dolor en el labio y cayó de espaldas al suelo. El sabor a metal comenzaba a inundarle la boca cuando se levantó para hacer frente a aquel canalla pese a que no tuviera ninguna posibilidad. El hombre pareció titubear y dio un paso hacia el joven Frances dispuesto a comenzar una pelea en toda regla.
El tabernero salió de una puerta cargado con un mosquete casi oxidado, estaba claro que o era un veterano de guerra o algún familiar cercano lo habia sido. Los gritos y las amenazas le parecían lejanas por el golpe, no sabia muy bien quien hablaba a quien, lo que si tenia seguro es que si la pelea seguía no iba a salir beneficiado. Finalmente los dos hombres salieron bruscamente de la taberna, que ya estaba completamente vacía, tirando algunas mesas y sillas por su paso.
-Y vosotros largo también, y como vuelva a montar pelea en mi taberna le prohíbo la entrada por muy noble que sea de Grey-exclamo el tabernero a Tayend mientras bajaba su arma de fuego. La cara del pequeño hombre se habia puesto roja de la rabia y una vena palpitaba sin descanso por su frente.
No tenia ni ganas ni paciencia para replicarle, ¿encima venia con esas?, que se fuera al infierno él y su chabola mugrienta. Habia mil tabernas en Paris en las que seria bien recibido, no tenia que aguantar esa humillación. Olvidándose de sus modales y de su acompañante abrió la puerta de un empujón saliendo de aquella maldita lugar.
Las palabras de Dhi no parecieron tranquilizar mucho a aquel hombre que de pronto habia dejado de ser un borracho pesado para convertirse en un rufián pervertido. Tayend maldijo la mala suerte que habia tenido, iba a la taberna para olvidar sus problemas y acaba teniendo más. Solo esperaba que no sacaran un arma de fuego, no seria la primera vez que alguien acaba lastimado por una disputa en taberna como esa.
-Aléjese de ella y déjenos en paz, tome un par de francos para que se tome algo en otro establecimiento-Le advirtió de manera cortante, quizás demasiado, pero estaba ya realmente cabreado. El alcohol no era excusa para comportarse de una manera así, y menos con una mujer.
Tayend sintió un intenso dolor en el labio y cayó de espaldas al suelo. El sabor a metal comenzaba a inundarle la boca cuando se levantó para hacer frente a aquel canalla pese a que no tuviera ninguna posibilidad. El hombre pareció titubear y dio un paso hacia el joven Frances dispuesto a comenzar una pelea en toda regla.
El tabernero salió de una puerta cargado con un mosquete casi oxidado, estaba claro que o era un veterano de guerra o algún familiar cercano lo habia sido. Los gritos y las amenazas le parecían lejanas por el golpe, no sabia muy bien quien hablaba a quien, lo que si tenia seguro es que si la pelea seguía no iba a salir beneficiado. Finalmente los dos hombres salieron bruscamente de la taberna, que ya estaba completamente vacía, tirando algunas mesas y sillas por su paso.
-Y vosotros largo también, y como vuelva a montar pelea en mi taberna le prohíbo la entrada por muy noble que sea de Grey-exclamo el tabernero a Tayend mientras bajaba su arma de fuego. La cara del pequeño hombre se habia puesto roja de la rabia y una vena palpitaba sin descanso por su frente.
No tenia ni ganas ni paciencia para replicarle, ¿encima venia con esas?, que se fuera al infierno él y su chabola mugrienta. Habia mil tabernas en Paris en las que seria bien recibido, no tenia que aguantar esa humillación. Olvidándose de sus modales y de su acompañante abrió la puerta de un empujón saliendo de aquella maldita lugar.
Tayend de Grey- Humano Clase Alta
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Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
Vi por el rabillo del ojo como la gente empezaba a ponerse nerviosa, algunos se levantaban para marcharse refunfuñando por lo bajo, otros tenían la mirada asustada y salían de allí con prisa. Pero aquellos hombres se habían quedado allí plantados y no parecían tener la intención de moverse de donde estaban.
Vi como empezaba a ponerse grotesco, aquel borracho, y se acercaba más de la cuenta. Era más fuerte y más grande, Dios... No podía hacer nada contra él si intentaba alguna cosa sucia. Pero por suerte las palabras de Tayend intervinieron. Pero no de la forma que yo esperaba. Creía que aceptaría lo que él le ofrecía, aunque también me sorprendió, y se largaría de allí a tomar algo en otra taberna. Pero no. En un visto y no visto el puño de dicho hombre impactó contra la cara de mi acompañante, que se cayó del taburete al suelo.
Me levanté de un revuelo para agacharme a su lado.
- ¡Basta, basta ya, dejadle, no ha hecho nada!- empecé a gritar yo también. Habíamos intentado calmar las cosas pero ellos no estaban dispuestos a escuchar a nadie. Le estaba sangrando el labio, ¡le sangraba el labio! Ver aquel pequeño río rojo me hizo marearme. Todo estaba sucediendo con demasiada rapidez como para que mi cerebro pudiera atar todos los cabos.
Era como estar en un tiovivo que nunca se quedaba quieto. Solo alcancé a ver al dueño de la taberna salir armado, amenazando con una especie de rifle, para que todos se largaran de su bar y no montaran una escena que le dejara el local destrozado.
Ellos salieron primero, y me estremecí cuando vi que tiraban mesas por el suelo dejándolo todo desperdigado por ahí. Me quedé parada cuando dijo que Tayend era un noble, levanté la cabeza de golpe pero él ya estaba saliendo por la puerta. Ni me había dado cuenta de que ya no se encontraba en el suelo.
Me llevé una mano a la cabeza y dejé como acto reflejo el dinero por la bebida sobre la barra. Era una estupidez, pero lo había hecho igualmente. Después fui hacia la puerta para salir afuera y sentir el aire de la noche en la cara.
Espera... Volví a tantearme la frente. Había un lugar en especial que me dolía, encima de la ceja derecha. Cada vez que lo tocaba me punzaba como si me clavaran agujas. Lo que me faltaba.
Tantos gritos dentro de la taberna. Tantos gritos... Como si hubiera retrocedido en el tiempo, todavía resonaban en mi cabeza con demasiada fuerza. Me llevé las manos a los oídos y me agazapé instintivamente.
- Dejadme en paz, dejadme en paz.- repetía en voz baja con los ojos cerrados fuertemente. El pánico a los gritos. Era eso.
{Off: Quizás me he extendiendo un poco demasiado... xD}
Vi como empezaba a ponerse grotesco, aquel borracho, y se acercaba más de la cuenta. Era más fuerte y más grande, Dios... No podía hacer nada contra él si intentaba alguna cosa sucia. Pero por suerte las palabras de Tayend intervinieron. Pero no de la forma que yo esperaba. Creía que aceptaría lo que él le ofrecía, aunque también me sorprendió, y se largaría de allí a tomar algo en otra taberna. Pero no. En un visto y no visto el puño de dicho hombre impactó contra la cara de mi acompañante, que se cayó del taburete al suelo.
Me levanté de un revuelo para agacharme a su lado.
- ¡Basta, basta ya, dejadle, no ha hecho nada!- empecé a gritar yo también. Habíamos intentado calmar las cosas pero ellos no estaban dispuestos a escuchar a nadie. Le estaba sangrando el labio, ¡le sangraba el labio! Ver aquel pequeño río rojo me hizo marearme. Todo estaba sucediendo con demasiada rapidez como para que mi cerebro pudiera atar todos los cabos.
Era como estar en un tiovivo que nunca se quedaba quieto. Solo alcancé a ver al dueño de la taberna salir armado, amenazando con una especie de rifle, para que todos se largaran de su bar y no montaran una escena que le dejara el local destrozado.
Ellos salieron primero, y me estremecí cuando vi que tiraban mesas por el suelo dejándolo todo desperdigado por ahí. Me quedé parada cuando dijo que Tayend era un noble, levanté la cabeza de golpe pero él ya estaba saliendo por la puerta. Ni me había dado cuenta de que ya no se encontraba en el suelo.
Me llevé una mano a la cabeza y dejé como acto reflejo el dinero por la bebida sobre la barra. Era una estupidez, pero lo había hecho igualmente. Después fui hacia la puerta para salir afuera y sentir el aire de la noche en la cara.
Espera... Volví a tantearme la frente. Había un lugar en especial que me dolía, encima de la ceja derecha. Cada vez que lo tocaba me punzaba como si me clavaran agujas. Lo que me faltaba.
Tantos gritos dentro de la taberna. Tantos gritos... Como si hubiera retrocedido en el tiempo, todavía resonaban en mi cabeza con demasiada fuerza. Me llevé las manos a los oídos y me agazapé instintivamente.
- Dejadme en paz, dejadme en paz.- repetía en voz baja con los ojos cerrados fuertemente. El pánico a los gritos. Era eso.
{Off: Quizás me he extendiendo un poco demasiado... xD}
Indhira Jenovah- Gitano
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Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
En aquellas horas había poca gente que caminara por esa calle, pero los pocos que habían se giraban para ver mejor a Tayend. La camisa la llevaba medio suelta y con pequeñas gotas de un rojo escarlata. El labio comenzaba a hincharse y el golpe -junto con la bebida- le habían dejado aturdido. Se paró en seco y apoyó las manos en las rodillas respirando con dificultad.
¿Donde se supone que iba? a su casa seguro que no, muchas tabernas ya habían cerrado y no tenia ánimo ni ganas para entrar en un burdel. Quería alejarse de aquel sitio antes de que le rompiera la nariz al enano calvo de tabernero. Giró por una callejuela y se sentó en el suelo con la espalda apoyada en la pared. Aquel sitio apestaba a orina y perfume barato pero a Tayend le venia sin cuidado, se había acostumbrado a la peste cuando tuvo que vivir en los barrios bajos de Reims.
Se reincorporó rápidamente dándose cuenta por primera vez que había dejado a su acompañante sola, en la calle a aquellas horas. Maldijo en alto atrayendo varias miradas curiosas agazapadas en las sombras que sabe Dios que harían.
Volvió corriendo a la entrada de la taberna y la vio fuera agazapada y susurrando algo que no llegaba a comprender. Se agacho junto a ella y envolvió su rostro entre sus manos alzándola para poder mirarla de frente. Llevaba las manos tapando sus oídos y sus ojos fuertemente cerrados. Tayend no entendía que sucedía, miro alrededor en busca de...algo!, pero no había nadie.
-Tranquila, no pasa nada, esta todo bien...mírame...esta todo bien ¿vale?
Le susurró acariciándole el pelo con ternura. Necesitaba calmarla y calmarse. Nunca había tenido que consolar a alguien y menos sin saber que ocurría, ¿le habría hecho algo el tabernero antes de cerrar? lo dudaba, aquel hombre era estúpido pero no un pervertido. Se limpio la boca con la manga dejando un rastro inconfundible por su paso, le había roto el labio pero con unos cuantos puntos quedaría como nuevo.
¿Donde se supone que iba? a su casa seguro que no, muchas tabernas ya habían cerrado y no tenia ánimo ni ganas para entrar en un burdel. Quería alejarse de aquel sitio antes de que le rompiera la nariz al enano calvo de tabernero. Giró por una callejuela y se sentó en el suelo con la espalda apoyada en la pared. Aquel sitio apestaba a orina y perfume barato pero a Tayend le venia sin cuidado, se había acostumbrado a la peste cuando tuvo que vivir en los barrios bajos de Reims.
Se reincorporó rápidamente dándose cuenta por primera vez que había dejado a su acompañante sola, en la calle a aquellas horas. Maldijo en alto atrayendo varias miradas curiosas agazapadas en las sombras que sabe Dios que harían.
Volvió corriendo a la entrada de la taberna y la vio fuera agazapada y susurrando algo que no llegaba a comprender. Se agacho junto a ella y envolvió su rostro entre sus manos alzándola para poder mirarla de frente. Llevaba las manos tapando sus oídos y sus ojos fuertemente cerrados. Tayend no entendía que sucedía, miro alrededor en busca de...algo!, pero no había nadie.
-Tranquila, no pasa nada, esta todo bien...mírame...esta todo bien ¿vale?
Le susurró acariciándole el pelo con ternura. Necesitaba calmarla y calmarse. Nunca había tenido que consolar a alguien y menos sin saber que ocurría, ¿le habría hecho algo el tabernero antes de cerrar? lo dudaba, aquel hombre era estúpido pero no un pervertido. Se limpio la boca con la manga dejando un rastro inconfundible por su paso, le había roto el labio pero con unos cuantos puntos quedaría como nuevo.
Tayend de Grey- Humano Clase Alta
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Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
Estaba completamente desierto. La oscuridad colmaba la calle a excepción de los bares que todavía estaban abiertos y los pocos farolillos que se habían encargado de encender. Por lo demás, estaba completamente sola. Y sin embargo todavía seguían resonando en mi cabeza los chillidos de alguien que no conseguía ubicar dentro de mi propia cabeza. Estaba perdida, perdida en los recuerdos. Y aquellos gritos podían pertenecer fácilmente a mi madre, o a una amiga, o a...
Abrí los ojos de golpe cuando noté que alguien me ponía la mano en la cabeza. Pensé en los primeros instantes que serían aquellos rufianes, que habían vuelto por que no tenían suficiente con montar un espectáculo increíble dentro del bar. Y yo no estaba en condiciones de defenderme.
Sin embargo al único que vi allí agachado a mi lado fue a Tayend. Pensaba que se había marchado, y que estaba enfadado conmigo por haberles dicho algo a aquellos hombres antes. Por que si no lo hubiera hecho seguramente no se habría armado tal jaleo.
- ¿No estás enfadado?- le pregunté, quitándome las manos de los oídos. Me daba miedo que la gente se enfadara conmigo, podía reconocerlo perfectamente, tampoco me avergonzaba de ello. Era una cosa natural, ¿no? Simplemente no quería defraudar a las personas de mi alrededor.
Vi que tenía el labio partido e instintivamente alargué la mano para quitarle un rastro de sangre que se había dejado desde la herida por la mejilla.
- Tienes sangre.- dije, aunque era una evidencia como una casa. Me sentía culpable, aunque también temía que se hubiera cabreado conmigo y me fuera a gritar o algo así por haber dicho aquello dentro de la taberna.- Estás... estás sangrando.- volví a repetir mientras intentaba detener aquella pequeña hemorragia, olvidándome de lo que había dicho el dueño de la taberna, de que él era un noble.
Ya estaba todo en silencio, el peligro de los recuerdos había pasado de largo, estaba algo más tranquila pero igualmente sentía el corazón latirme, todavía con fuerza, en el pecho. Me costaría bastante tiempo volver a entrar a un sitio de esos. De todos modos aquella noche todavía era larga y no tenía ni una pizca de ganas de regresar al campamento, donde seguro que algunos me acribillarían con preguntas como que dónde había estado, qué le había pasado a mi ropa, etc. Y no estaba con ánimo para responder a ello.
- Ellos... Y, y tu...- miré hacia la puerta de dicha taberna, esperando que comprendiera lo que intentaba decirle y no me salían las palabras. Me dejé caer al suelo, quedando sentada y me pasé las manos por los ojos. Perfecto, ahora tenía ganas de llorar. ¿Pero por qué? El susto, supuse, que había sido el susto.- Lo siento, si no hubiera dicho aquello seguro que no habría pasado todo esto.
Siempre terminaban por salirme mal las cosas cuando empezaban a ir bien, al parecer era propensa al desastre, quisiera o no aceptarlo.
Abrí los ojos de golpe cuando noté que alguien me ponía la mano en la cabeza. Pensé en los primeros instantes que serían aquellos rufianes, que habían vuelto por que no tenían suficiente con montar un espectáculo increíble dentro del bar. Y yo no estaba en condiciones de defenderme.
Sin embargo al único que vi allí agachado a mi lado fue a Tayend. Pensaba que se había marchado, y que estaba enfadado conmigo por haberles dicho algo a aquellos hombres antes. Por que si no lo hubiera hecho seguramente no se habría armado tal jaleo.
- ¿No estás enfadado?- le pregunté, quitándome las manos de los oídos. Me daba miedo que la gente se enfadara conmigo, podía reconocerlo perfectamente, tampoco me avergonzaba de ello. Era una cosa natural, ¿no? Simplemente no quería defraudar a las personas de mi alrededor.
Vi que tenía el labio partido e instintivamente alargué la mano para quitarle un rastro de sangre que se había dejado desde la herida por la mejilla.
- Tienes sangre.- dije, aunque era una evidencia como una casa. Me sentía culpable, aunque también temía que se hubiera cabreado conmigo y me fuera a gritar o algo así por haber dicho aquello dentro de la taberna.- Estás... estás sangrando.- volví a repetir mientras intentaba detener aquella pequeña hemorragia, olvidándome de lo que había dicho el dueño de la taberna, de que él era un noble.
Ya estaba todo en silencio, el peligro de los recuerdos había pasado de largo, estaba algo más tranquila pero igualmente sentía el corazón latirme, todavía con fuerza, en el pecho. Me costaría bastante tiempo volver a entrar a un sitio de esos. De todos modos aquella noche todavía era larga y no tenía ni una pizca de ganas de regresar al campamento, donde seguro que algunos me acribillarían con preguntas como que dónde había estado, qué le había pasado a mi ropa, etc. Y no estaba con ánimo para responder a ello.
- Ellos... Y, y tu...- miré hacia la puerta de dicha taberna, esperando que comprendiera lo que intentaba decirle y no me salían las palabras. Me dejé caer al suelo, quedando sentada y me pasé las manos por los ojos. Perfecto, ahora tenía ganas de llorar. ¿Pero por qué? El susto, supuse, que había sido el susto.- Lo siento, si no hubiera dicho aquello seguro que no habría pasado todo esto.
Siempre terminaban por salirme mal las cosas cuando empezaban a ir bien, al parecer era propensa al desastre, quisiera o no aceptarlo.
Indhira Jenovah- Gitano
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Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
Por fin abrió sus grandes ojos marrones y la pudo observar, le brillaban con fuerza, estaba asustada y el no sabia como tranquilizarla. Retiró las manos de sus oídos y Tayend se separó un poco de ella para no incomodarla. La acababa de conocer y sentía como si hubiera compartido con ella mucho mas que un par de bebidas en una taberna al atardecer.
Su pregunta le hizo ladear la cabeza. ¿Enfadado?. En realidad Tayend esperaba que fuera ella la enfadada. Se había ido del bar dejándola sola al amparo de la noche y no había sido capaz de poner fin a las disputas del bar. No tenia sentido que pensara eso.
-No tendría derecho a estarlo Dhi, y creo que te debo una disculpa por el comportamiento de esta noche, mi enfado no debió ser motivo para abandonarte en estas calles.
El contacto de su mano por el rostro le sobrecogió, intentaba limpiárselo pese a que parte de la sangre ya estaba seca. Sabia que sangraba pero en aquellos momentos no le importaba, la miraba con el ceño algo fruncido preguntándose si estaría bien, parecía aturdida pero él no era el mejor para hablar en aquellos momentos. Un pequeño escozor le surco el labio cuando la joven puso el dedo sobre su herida para contener la hemorragia, Tayend tragó saliva. Hacia mucho que nadie tenia un gesto así con él, el corazón le palpitaba con fuerza y temía que sus latidos fueran tan fuertes que hasta la joven se diera cuanta. Le cogió con suavidad la mano y limpio el pequeño rastro de sangre que tenia en el dedo índice con las suyas propias.
Observó en silencio como se sentaba en el suelo y frotaba los ojos húmedos. Tenia la garganta reseca aunque no sabia si era por el ron o por la conmoción, de todas maneras no tenia nada coherente que decir. La imitó sentándose también en el suelo enfrente de ella y se pasó las manos por el pelo alborotándoselo.
-Merecía desde hace mucho que alguien me rompiera la cara, solo tuviste la mala suerte de estar presente en el momento que lo hicieron.
Bromeó intentando sacarle una de sus bonitas sonrisas
Su pregunta le hizo ladear la cabeza. ¿Enfadado?. En realidad Tayend esperaba que fuera ella la enfadada. Se había ido del bar dejándola sola al amparo de la noche y no había sido capaz de poner fin a las disputas del bar. No tenia sentido que pensara eso.
-No tendría derecho a estarlo Dhi, y creo que te debo una disculpa por el comportamiento de esta noche, mi enfado no debió ser motivo para abandonarte en estas calles.
El contacto de su mano por el rostro le sobrecogió, intentaba limpiárselo pese a que parte de la sangre ya estaba seca. Sabia que sangraba pero en aquellos momentos no le importaba, la miraba con el ceño algo fruncido preguntándose si estaría bien, parecía aturdida pero él no era el mejor para hablar en aquellos momentos. Un pequeño escozor le surco el labio cuando la joven puso el dedo sobre su herida para contener la hemorragia, Tayend tragó saliva. Hacia mucho que nadie tenia un gesto así con él, el corazón le palpitaba con fuerza y temía que sus latidos fueran tan fuertes que hasta la joven se diera cuanta. Le cogió con suavidad la mano y limpio el pequeño rastro de sangre que tenia en el dedo índice con las suyas propias.
Observó en silencio como se sentaba en el suelo y frotaba los ojos húmedos. Tenia la garganta reseca aunque no sabia si era por el ron o por la conmoción, de todas maneras no tenia nada coherente que decir. La imitó sentándose también en el suelo enfrente de ella y se pasó las manos por el pelo alborotándoselo.
-Merecía desde hace mucho que alguien me rompiera la cara, solo tuviste la mala suerte de estar presente en el momento que lo hicieron.
Bromeó intentando sacarle una de sus bonitas sonrisas
Tayend de Grey- Humano Clase Alta
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Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
Apoyé todo mi peso sobre la pared de la taberna, rugosa y fría, que me calmaba los nervios que me habían subido desde el estómago por el cuello y me dejaban la boca más seca que el palo de una escoba. Me quedé observando la noche durante unos instantes, imaginando que ahora morarían por allí fuera seres como los que me contó Enya que existían, seres nocturnos que atacaban a las personas para alimentarse. Por eso me centré en ver si había alguna energía negativa por allí.
Nada, solo estábamos nosotros y un silencio por en medio.
- Tranquilo, supongo que yo tampoco estaba de muy buen humor desde el comienzo de la noche, así que estamos en paz.- dije con una pequeña sonrisa que asomó con cierta timidez por mi rostro. De todos modos me seguía preocupando aquella herida, y también que no se hubiera hecho daño en otro lado.- ¿Te duele algo más?¿O estás bien? Ay, es que me has preocupado al verte allí en el suelo.- me quejé haciendo una mueca, arrugando la nariz graciosamente.
Al parecer todo estaba en orden, nadie había salido seriamente perjudicado de la pelea y resultaba ser que se estaba mejor en las frías e invernales calles que no dentro de la cálida pero cargada taberna.
Noté como la herida palpitaba contra mi dedo, rápido, quizás era su corazón, quizás no. Cuando uno se hacía daño podía notar de forma más clara los latidos. Me sonrojé levemente cuando me cogió las manos para limpiar los pequeños rastros de sangre que habían quedado marcados en mis dedos. Le observé mientras hacía aquello, y noté como se me subían los colores, uno a uno, a la cara, para terminar con un rojo en las mejillas.
Vi como se sentaba ahí enfrente como si nada, sin importarle que pasara alguien y le dijera algo por estar ahí plantado. Aunque a mi tampoco me importaba, y nadie pasaba por las calles ya, así que no había problema alguno. Sonreí cuando vi cómo se dejaba todo el pelo alborotado, le quedaba bien, pero me hacía cierta gracia el cambio que había dado. De ir bien peinado y arreglado a ir con la ropa medio mal puesta y el pelo todo desordenado. No parecía para nada un noble, y aquello me hacía sentir más cómoda y menos tensa.
- Me lo hubieras dicho, que yo pego mucho más flojo y no te hubiera hecho daño.- dije con un mohín del labio, pero me reí. Me había quedado más tranquila de saber que no se había enfadado conmigo, y que todo estaba en su sitio. Me llevé una mano a la cabeza sin perder un nuevo buen humor y sonreí ligeramente.- Creo que me va a salir un buen chichón en la cabeza como recuerdo.- puse los ojos en blanco para que supiera que no se trataba de nada grave. Mi torpeza me había vuelto a jugar una mala pasada una vez más.
Nada, solo estábamos nosotros y un silencio por en medio.
- Tranquilo, supongo que yo tampoco estaba de muy buen humor desde el comienzo de la noche, así que estamos en paz.- dije con una pequeña sonrisa que asomó con cierta timidez por mi rostro. De todos modos me seguía preocupando aquella herida, y también que no se hubiera hecho daño en otro lado.- ¿Te duele algo más?¿O estás bien? Ay, es que me has preocupado al verte allí en el suelo.- me quejé haciendo una mueca, arrugando la nariz graciosamente.
Al parecer todo estaba en orden, nadie había salido seriamente perjudicado de la pelea y resultaba ser que se estaba mejor en las frías e invernales calles que no dentro de la cálida pero cargada taberna.
Noté como la herida palpitaba contra mi dedo, rápido, quizás era su corazón, quizás no. Cuando uno se hacía daño podía notar de forma más clara los latidos. Me sonrojé levemente cuando me cogió las manos para limpiar los pequeños rastros de sangre que habían quedado marcados en mis dedos. Le observé mientras hacía aquello, y noté como se me subían los colores, uno a uno, a la cara, para terminar con un rojo en las mejillas.
Vi como se sentaba ahí enfrente como si nada, sin importarle que pasara alguien y le dijera algo por estar ahí plantado. Aunque a mi tampoco me importaba, y nadie pasaba por las calles ya, así que no había problema alguno. Sonreí cuando vi cómo se dejaba todo el pelo alborotado, le quedaba bien, pero me hacía cierta gracia el cambio que había dado. De ir bien peinado y arreglado a ir con la ropa medio mal puesta y el pelo todo desordenado. No parecía para nada un noble, y aquello me hacía sentir más cómoda y menos tensa.
- Me lo hubieras dicho, que yo pego mucho más flojo y no te hubiera hecho daño.- dije con un mohín del labio, pero me reí. Me había quedado más tranquila de saber que no se había enfadado conmigo, y que todo estaba en su sitio. Me llevé una mano a la cabeza sin perder un nuevo buen humor y sonreí ligeramente.- Creo que me va a salir un buen chichón en la cabeza como recuerdo.- puse los ojos en blanco para que supiera que no se trataba de nada grave. Mi torpeza me había vuelto a jugar una mala pasada una vez más.
Indhira Jenovah- Gitano
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Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
El frío invernal le aclaraba la mente y le despejaba las ideas, el contacto con los adoquines le hicieron sentir un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo. Había olvidado su chaqueta en la taberna pero ya estaba cerrada y no era cuestión de entrar ahí reclamándola después de la que se había armado.
Asintió satisfecho de que todo hubiese quedado claro, no quería que por un malentendido acabara arruinándose del todo la noche. Le entraban ganas de reírse al imaginarse la estampa que darían si cualquiera que pasara por la calle los viera. Estaba hecho un harapo pero se sentía mas cómodo así que con el traje que le apretaba en los hombros y los zapatos que le hacían rozadura.
-Aparte del labio y alrededores me duele mi orgullo, aunque no lo parezca me ha pegado alguien borracho y se ha ido sin recibir ni un solo rasguño. Eso hiere profundamente el ego masculino
Señalo riéndose y aunque lo dijera en broma tenia una parte de razón. ¿Que hombre no hubiera querido poder cargarse a aquellos dos borrachos sin despeinarse, hasta que suplicaran clemencia? después quizás el tabernero les invitaría a todas las rondas que quisieran por haberle limpiado el local y lo mantendría abierto hasta que a ellos les diera la gana en vez de tener que estar en la calle pasando frío...habría sido genial.
-Ohh, me lo tendrías que haber propuesto antes, si lo llego a saber no dejo que ese tipo me hubiera pegado
Bromeó sentándose a su lado. El frío le recorrió la espalda de nuevo con las piedras de la pared, giró la cabeza hacia Dhi y sonrió. Un chichón era un recuerdo apropiado para aquella noche, solo que esperaba que cuando se fuera no se olvidara de todo.
-Me gusta cuando ríes
Sentencio de repente. Se le había pasado por la cabeza y lo había soltado sin mas, se quedo contemplando el cielo en busca de alguna estrella que no se viera superada por los farolillos de las casetas. A lo pocos segundos apartó la vista resignado.
Asintió satisfecho de que todo hubiese quedado claro, no quería que por un malentendido acabara arruinándose del todo la noche. Le entraban ganas de reírse al imaginarse la estampa que darían si cualquiera que pasara por la calle los viera. Estaba hecho un harapo pero se sentía mas cómodo así que con el traje que le apretaba en los hombros y los zapatos que le hacían rozadura.
-Aparte del labio y alrededores me duele mi orgullo, aunque no lo parezca me ha pegado alguien borracho y se ha ido sin recibir ni un solo rasguño. Eso hiere profundamente el ego masculino
Señalo riéndose y aunque lo dijera en broma tenia una parte de razón. ¿Que hombre no hubiera querido poder cargarse a aquellos dos borrachos sin despeinarse, hasta que suplicaran clemencia? después quizás el tabernero les invitaría a todas las rondas que quisieran por haberle limpiado el local y lo mantendría abierto hasta que a ellos les diera la gana en vez de tener que estar en la calle pasando frío...habría sido genial.
-Ohh, me lo tendrías que haber propuesto antes, si lo llego a saber no dejo que ese tipo me hubiera pegado
Bromeó sentándose a su lado. El frío le recorrió la espalda de nuevo con las piedras de la pared, giró la cabeza hacia Dhi y sonrió. Un chichón era un recuerdo apropiado para aquella noche, solo que esperaba que cuando se fuera no se olvidara de todo.
-Me gusta cuando ríes
Sentencio de repente. Se le había pasado por la cabeza y lo había soltado sin mas, se quedo contemplando el cielo en busca de alguna estrella que no se viera superada por los farolillos de las casetas. A lo pocos segundos apartó la vista resignado.
Tayend de Grey- Humano Clase Alta
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Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
Observaba con latente atención alrededor, durante unos pocos instantes más, para afirmar que no había nadie más allí. Desde que había descubierto que existían de verdad aquellos seres estaba más nerviosa de lo normal, pero por alguna extraña razón me sentía más segura si estaba Tayend allí a lado. Respiré tranquila y una sonrisa suave asomó por mis rasgos mientras me acomodaba allí sobre la piedra helada, dispuesta a pasar el rato que quisiera. Yo no tenía prisa, por lo que él marcaría el fin de nuestro especial encuentro.
No pude evitarlo, reí cuando dijo que le dolía el ego y me cubrí la boca con una mano.
- Oh Dios mío, no he podido evitarlo.- dije sin dejar de reír del todo por ser incapaz.- El ego de un hombre es muy sensible, al parecer. Pero tranquilo, seguro que las personas que había dentro del bar mañana no se acordarán de la escena, así que no te preocupes por eso. La única que lo sabrá seré yo.- comenté divertida. Levanté un dedo y me lo puse delante de los labios.- Pero no voy a decir nada, lo juro.
Cierto, no le iba a contar lo que había sucedido dentro de la taberna, además de que tampoco había nadie a quién contarle algo así. Solo lo sabíamos los que estaban presentes dentro del lugar en el preciso momento, y yo me acordaría por mucho, mucho tiempo. Y no solo por la pelea.
Él, el hombre sentado a mi lado, el que se había metido con aquel armario para que me dejara en paz, tenía algo especial en... No sabría decirlo, en él. Quizás era su voz, quizás eran sus ojos, o su forma de comportarse. No tan formal como algunos otros hombres que había conocido.
- Todavía estás a tiempo de pedirlo.- bromeé cogiéndome los puños como hacían los tipos duros. Aunque casi que yo no imponía nada, con aquella figura tan pequeña que tenía y esos brazos tan delgaditos. Me resigné con un suspiro dramático.- Me rindo, no valgo para mujer dura de roer.- mira, y me salió en rima y todo.
Le observé durante unos instantes cuando dijo aquello. Después ladeé la cabeza con curiosidad y una sonrisa se me dibujó en el rostro. Vaya, la verdad había sonado sincero, no como los cumplidos artificiales que habían salido alguna vez.
- A mi cuando me miras.- solté también de repente. ¿Eso había salido de mi boca, de la mía? Ostras, nunca habría imaginado que diría eso en voz alta. Me había sonado muy... Muy... Cursi. Sí, algo que yo normalmente no acostumbrara a decir, demasiado meloso para que saliera de mis labios. Pero igualmente lo había dicho en voz alta, no podía controlar mis pensamientos.
Me empecé a poner roja como un tomate de huerta y miré el suelo, observando con mucho interés una hormiga que caminaba por allí por casualidad acarreando sobre su espalda un buen trozo de pan.
No pude evitarlo, reí cuando dijo que le dolía el ego y me cubrí la boca con una mano.
- Oh Dios mío, no he podido evitarlo.- dije sin dejar de reír del todo por ser incapaz.- El ego de un hombre es muy sensible, al parecer. Pero tranquilo, seguro que las personas que había dentro del bar mañana no se acordarán de la escena, así que no te preocupes por eso. La única que lo sabrá seré yo.- comenté divertida. Levanté un dedo y me lo puse delante de los labios.- Pero no voy a decir nada, lo juro.
Cierto, no le iba a contar lo que había sucedido dentro de la taberna, además de que tampoco había nadie a quién contarle algo así. Solo lo sabíamos los que estaban presentes dentro del lugar en el preciso momento, y yo me acordaría por mucho, mucho tiempo. Y no solo por la pelea.
Él, el hombre sentado a mi lado, el que se había metido con aquel armario para que me dejara en paz, tenía algo especial en... No sabría decirlo, en él. Quizás era su voz, quizás eran sus ojos, o su forma de comportarse. No tan formal como algunos otros hombres que había conocido.
- Todavía estás a tiempo de pedirlo.- bromeé cogiéndome los puños como hacían los tipos duros. Aunque casi que yo no imponía nada, con aquella figura tan pequeña que tenía y esos brazos tan delgaditos. Me resigné con un suspiro dramático.- Me rindo, no valgo para mujer dura de roer.- mira, y me salió en rima y todo.
Le observé durante unos instantes cuando dijo aquello. Después ladeé la cabeza con curiosidad y una sonrisa se me dibujó en el rostro. Vaya, la verdad había sonado sincero, no como los cumplidos artificiales que habían salido alguna vez.
- A mi cuando me miras.- solté también de repente. ¿Eso había salido de mi boca, de la mía? Ostras, nunca habría imaginado que diría eso en voz alta. Me había sonado muy... Muy... Cursi. Sí, algo que yo normalmente no acostumbrara a decir, demasiado meloso para que saliera de mis labios. Pero igualmente lo había dicho en voz alta, no podía controlar mis pensamientos.
Me empecé a poner roja como un tomate de huerta y miré el suelo, observando con mucho interés una hormiga que caminaba por allí por casualidad acarreando sobre su espalda un buen trozo de pan.
Indhira Jenovah- Gitano
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Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
Observo complacido como se reía, aunque fuera de él. Se había alarmado al encontrarla en aquel estado, y ciertamente aún no sabia que había ocurrido, quizás se había asustado con todo lo ocurrido. No la conocía lo suficiente para saber si frecuentaba las tabernas, pero si no lo hacia toparse con un tipo como ese debía ser impactante. De cualquier manera ya estaba bien y era lo importante.
-Creo que ese es precisamente el problema -dijo mirándola divertido - Mi ego esta herido porque lo vistes, lo que piensen ellos no me importa en absoluto, pero si lo que creas tu. De ellos solo espero que con todo lo que bebieron tengan mañana un difícil despertar.
Estaba seguro de que en un par de días nadie se acordaría de aquel incidente, pero no iba a volver para comprobarlo. Dejaría de ir a tabernas durante algunas semanas, por si acaso alguien se le ocurría hablar de aquello. Afortunadamente aquellos chismes solo recorrían los barrios bajos y pocos de ahí sabrian quien era él en realidad.
" A mi cuando me miras ". Se giro algo sorprendido hacia ella, no esperaba una respuesta. Sonrío cuando vio que se sonrojaba, y le acaricio las mejillas con el dorso de la mano. El tenia las manos heladas y el contacto con su piel fue agradable, hizo pequeños círculos por sus mejillas y la apartó con cuidado cuando desaparecieron aquellas manchas rosadas.
Siguió con la vista lo que Dhi miraba, una pequeña hormiga cargaba a cuestas la comida para llevarla a su hormiguero. Era tan vulnerable..podía acabar con su vida con un mínimo esfuerzo igual que habían hecho otros con el. Apartó la pierna para que pudiera pasar y con sus rápidos pasos se alejó de ellos adentrándose en una de las tantas callejuelas oscuras.
-Si te están esperando en casa puedo acompañarte, aunque no sirva como guardaespaldas puedo hacerte compañía
Pregunto al caer en la cuenta de que era ya tarde. A él no le quedaba mucha familia en París y el único al que tenía era su padre que estaba ocupado esa noche, nadie se enteraría cuando volviera, pero esperaba que ella no tuviera esos problemas familiares.
-Creo que ese es precisamente el problema -dijo mirándola divertido - Mi ego esta herido porque lo vistes, lo que piensen ellos no me importa en absoluto, pero si lo que creas tu. De ellos solo espero que con todo lo que bebieron tengan mañana un difícil despertar.
Estaba seguro de que en un par de días nadie se acordaría de aquel incidente, pero no iba a volver para comprobarlo. Dejaría de ir a tabernas durante algunas semanas, por si acaso alguien se le ocurría hablar de aquello. Afortunadamente aquellos chismes solo recorrían los barrios bajos y pocos de ahí sabrian quien era él en realidad.
" A mi cuando me miras ". Se giro algo sorprendido hacia ella, no esperaba una respuesta. Sonrío cuando vio que se sonrojaba, y le acaricio las mejillas con el dorso de la mano. El tenia las manos heladas y el contacto con su piel fue agradable, hizo pequeños círculos por sus mejillas y la apartó con cuidado cuando desaparecieron aquellas manchas rosadas.
Siguió con la vista lo que Dhi miraba, una pequeña hormiga cargaba a cuestas la comida para llevarla a su hormiguero. Era tan vulnerable..podía acabar con su vida con un mínimo esfuerzo igual que habían hecho otros con el. Apartó la pierna para que pudiera pasar y con sus rápidos pasos se alejó de ellos adentrándose en una de las tantas callejuelas oscuras.
-Si te están esperando en casa puedo acompañarte, aunque no sirva como guardaespaldas puedo hacerte compañía
Pregunto al caer en la cuenta de que era ya tarde. A él no le quedaba mucha familia en París y el único al que tenía era su padre que estaba ocupado esa noche, nadie se enteraría cuando volviera, pero esperaba que ella no tuviera esos problemas familiares.
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