Ivar Thorkenstad

por **Ivar Thorkenstad** Mar Oct 12, 2021 10:25 am

DATOS BÁSICOS

▲NOMBRE DEL PERSONAJE▲

Ivar Thorkenstad

▲EDAD▲

32 años aparentes / 42 reales / Mordido a los 22 años

▲ESPECIE▲

Licántropo

▲FACCIÓN A LA QUE PERTENECE▲

Ninguna

▲TIPO, CLASE SOCIAL O CARGO▲

Clase Alta

▲ORIENTACIÓN SEXUAL▲

Heterosexual

▲LUGAR DE ORIGEN▲

Bergen, Noruega

▲HABILIDADES/PODERES▲

Propios de la raza:

• Transformación: Habilidad de cambiar de forma humana a animal y viceversa. Cuando el licántropo está en su forma transformada aumenta un 50% su potencia física.

• Sanación acelerada: Habilidad para sanar rápidamente heridas y contusiones no tan graves (esto no aplica al desmembramiento; si les arrancan un brazo, el brazo no volverá a crecer). El tiempo de recuperación varía según el personaje y la gravedad de la herida o lesión. Cuando se trata de balas de plata o fuego pueden morir si las heridas son muy graves.

• Percepción del aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder también les permite reconocer a otros licántropos cuando no están transformados e identificar a los vampiros gracias a su aura pálida y su característico olor.

Poderes propios en su persona:

• Mimetismo: La capacidad de confundirse con el entorno para protegerse o disimular su presencia.

• Aullido: Habilidad para aturdir y dejar paralizado, por algunos instantes, a sus enemigos por medio de un aullido ensordecedor. En ese momento, el sonido golpea fuertemente el oído del enemigo y en ocasiones puede llegar a destrozarle los tímpanos o incluso causarle algunas lesiones cerebrales. El aullido también sirve para llamar otros de su misma raza.

• Bloqueo mental: Es la habilidad para bloquear su mente y nadie (ni siquiera los vampiros que leen mentes) pueden saber lo que piensa.

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

El silencio nunca fue la primera opción para Ivar, pero las batallas lo convirtieron en lo que es hoy en día. Un hombre hermético y distante, pero siempre presente. Como una sombra.

En su infancia su risa solía inundar la casa y era Reidar, y no él, el que cargaba con las responsabilidades de ser el primogénito. Una vez su hermano desapareció el temperamento de Ivar fue forjado con acero. Siempre amado por sus padres y por su pueblo, pero con una expectativa tal que el futuro se presentaba abrumador para alguien tan joven. Un niño que dejó de serlo a base de pérdidas, sangre y dolor.

No es hasta entrada su adolescencia cuando comprendió que jamás podría estar a la altura de su hermano. Todo el mundo parecía saber qué hubiera pasado si Reidar aún estuviera entre ellos, y por tanto, las comparaciones, aunque humildes, eran demasiadas. Ivar demostró a base de luchas que no solo podía cumplir con lo que se esperaba de él, sino que sería mejor. Aprendió por las malas que no había piedad para sus enemigos, mató a aquellos que amenazaban a los suyos y dejó la sangre en sus manos hasta que esta se secaba. Un recordatorio para él mismo. Para recodar porqué luchaba.

En ocasiones, su silencio resulta inquietante. ¿Qué piensa el joven Thorkensand? Cuando miras a la muerte a los ojos tantas veces como Ivar, la respuesta nunca llega. Siempre analizando, captando los gestos en el rostro ajeno que delatan, y pronunciando las palabras justas para conseguir sus propósitos. Una sonrisa encantadora, una mirada mortal. Suculentamente elocuente, con un poder de convicción que pocos reyes portan, Ivar podría susurrarte una nana y hacerte creer que la sangre que brota de tu herida no es nada.

Quizás por eso, resulta desconcertante que en ocasiones se muestre tan temerario. Algunos dirían que es valentía, otros locura. Lo que está claro es que Ivar es inesperado y, aunque jamás lo admitirá, sus movimientos, por muy analícos que puedan parecer, están guiados por la intuición. O, como algunos dicen, el corazón.

Su conversión en licántropo ha afilado su temperamento, constantemente en lucha consigo mismo, reprimiendo los impulsos y las sensaciones que la bestia reclama.

HISTORIA

Todo cambió con el asalto. Aquella noche su pueblo, su hogar y su familia se perdió para siempre. Ivar jamás podrá olvidar el fuego, era tanto que todo lo que los rodeaba era del color de las llamas. Incluso los ojos verdes de su madre estaban teñidos de rojo.

Era medianoche y el ataque fue inesperado, pero no implacable. Ivar era aún muy pequeño para luchar, aún así sujetó su espada con firmeza entre su madre, demasiado enferma para luchar, y el atacante que había arrasado con la puerta de su hogar. Iban a morir, él lo sabía, pero moriría como un guerrero y ascendería al Valhalla. Sin embargo, los dioses no estaban listos para recibirlo aquella noche, porque su hermano apareció como una flecha para protegerlo. Como tantas otras veces. Ivar recuerda el alivio que lo recorrió al ver a Reidar luchar contra el enemigo hasta matarlo. Cruzaron una mirada, la última, antes de que Reidar les gritase que huyesen. Ivar confiaba en su hermano con todas sus fuerzas, él era el mayor, él era el guerrero, el primogénito. Si Reidar decía que huyesen lo harían, los tres juntos. Pero cuando Ivar volvió la vista atrás desde la tabla de madera que descendía hacia los cimientos de la casa, todo se paralizó. Un nuevo atacante arrastraba a su hermano como un peso muerto hasta el exterior, Reidar estaba lleno de sangre y sus ojos estaban cerrados. Ivar trató de correr hacia él, pero una mano lo mantuvo en el sitio y le tapó la boca, ahogando sus gritos. Su madre lo sujetó y arrastró por el pasadizo hasta que llegaron a la linde del bosque, donde los más jóvenes y ancianos se preparaban para huir.

Pasaron pocas semanas hasta que encontraron un nuevo asentamiento, un lugar seguro donde poder empezar de nuevo. El pueblo vikingo se recuperaba poco a poco y mientras se creaban nuevas alianzas con los clanes vecinos para garantizar la seguridad de sus gentes, las rondas de búsqueda seguían activas. Reidar Thorkenstad, primogénito de su clan, había desaparecido.

Ivar comprendió con solo ocho años que la vida jamás volvería a ser la misma. Todas y casa una de las expectativas que había aceptado su hermano sin ninguna oposición recayeron en Ivar con peso extra. Sus entrenamientos se convirtieron en una obligación para un niño que solo quería escapar de la realidad, que solo quería recuperar a su hermano. Con una madre enferma y muda por la tristeza, y un padre sin pierna después del ataque, toda la responsabilidad cayó de pronto en el pequeño Ivar. Si bien Ivar pronto igualó a Reidar en destreza en sus entrenamientos, le costó varios años comprender el poder que le otorgaría un arma.

Por eso, cuando otro ataque invadió su pueblo, Ivar se proclamó victorioso. Hijo de su padre, representó una batalla sanguinaria, pero justa. Y después de esa, vinieron muchas más. Con solo veinte años Ivar lideró a jefes de otros clanes y a pueblos vecinos para arrasar contra aquellos que los amenazaban, para acabar con todo aquel que quisiera dañar a los de su propia sangre. En cada salto, ganaba. En cada asalto, buscaba en secreto al hermano que perdió.

Ivar Thorkenstad se convirtió en un guerrero implacable, en un líder nato. Bondadoso con su gente e inclemente con sus enemigos. Abarcó más terreno, construyó pueblos y barcos, liberó esclavos y torturó a aquellos que lo merecían. Para cuando cumplió los veintidos estaba dispuesto a casarse con la mujer que amaba y formar una familia, dar un heredero al apellido Thorkenstad.

Pero un mensaje lo cambió todo. Uno de sus emisarios tenía sospechas de haber encontrado a su hermano. Después de tantos años y de tantos intentos la esperanza de Ivar tuvo que decidir entre dos caminos: seguir hacia el futuro o abrir el pasado. Estuvo a punto de rendirse, pero la sangre llama a la sangre.

Después de meses de búsqueda Ivar descubrió que su hermano era un licántropo, una de esas criaturas a las que tan acostumbrado estaba de cazar. Una de esas bestias que había atacado a su gente tantas otras veces. No supo qué lo destrozó más, si descubrir que seguía vivo o la naturaleza de su supervivencia.

En una de sus expediciones, justo cuando estaba más cerca de un encuentro con Reidar, Ivar fue descubierto. Luchó contra una horda de licántropos y aunque hizo honor a su nombre, fue gravemente herido. El licántropo que lo atacó, por algún motivo, sabía quién era Ivar y, por supuesto, sabía cuáles eran sus motivos. Aquel licántropo le confesó una verdad absoluta, y es que "nunca vivirás lo suficiente para recuperar a tu hermano, no siendo humano". Ivar no tuvo que decir nada, solo extendió su brazo hacia la bestia y dejó que lo mordiera. Fue el sacrificio que hizo por la sangre, por los Thorkenstad.

Poco recuerda del dolor que sintió cuando fue mordido, fue tanto el sufrimiento que una parte de él ha borrado esa memoria. Pero sí recuerda las visiones, el grito de una mujer, la sombra de su hermano, los ojos sanguinarios de un antepasado y la voz de los dioses. Sus propios dioses y otros ajenos.

Cuando abrió los ojos de nuevo supo que había sido elegido, y quisiera o no aceptar ese destino lo perseguiría por el resto de sus días.

Convivir con su condición se convirtió en la mayor de sus luchas. La mente de Ivar jamás volvió a ser la misma, y sus principios tampoco. Tardó años en aprender a escuchar al monstruo de su interior, a controlarlo, mientras tanto evitando la profecía a la que había sido vinculado.

Ivar solo quería encontrar a su hermano, pero los dioses son caprichosos y los peligros más grandes de lo que parecen. Ragnar, aquel del que hablaban las leyendas de sus antepasados, apareció para recordarle su posición, para confirmar que sus visiones no sólo estaban unidas a los dioses, sino al futuro.

Ivar Thorkenstad tenía que encontrar a la portadora del Ragnarok y matarla.

Actualmente Ivar se encuentra en París recabando información sobre el paradero de Reidar y su misión para con los dioses. Si tiene que matar, necesita un motivo mayor que solo una leyenda. Planea reunirse con uno de sus espías y decidir su destino.

DATOS EXTRA

·Desde su conversión en licántropo sus poderes quedaron recluidos y toda magia quedó ahogada dentro de él, palpitando en su naturaleza.
·Ivar tiene una cicatriz que le cubre la ceja derecha hasta la mejilla, fruto de una batalla en la que casi queda ciego.
·Odia ser licántropo y añora la familiaridad de su propia magia, pero no se arrepiente de su decisión.
·Reprime sus pesadillas con leche de amapola, pero no siempre funciona.
·Es un excelente jinete y, aunque es diestro con la espada y el hacha, prefiere el arco.
·Jamás ha bebido alcohol.
·Es extremadamente organizado.
·Su alma está ligada a los dioses aunque él aún no lo sabe.

por **Ghenadie Monette** Mar Oct 12, 2021 11:03 pm

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