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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Tau Sayed Vie Abr 24, 2015 9:11 am

P or todos los dioses... ¿este barco puede tener más agujeros?-Aquel muchacho de tez palida sacudió sus pies al notar agua colándose por todos los huecos posibles. Aquel barco era de lo peor que había visto en todos sus años de viajes pero con su cartera casi vacía no podía hacer otra cosa.

No te quejes tanto muchacho, y disfruta de las vistas antes de que lleguemos a tierra.-Un hombre algo redondo con los pantalones empapados de agua le toco el hombro y rió escandalosamente. Tau la sonrió de vuelta observando y midiendo el comportamiento algo ebrio de su acompañante.-El agua no es mi mejor amigo que digamos.-Murmuró Tau por lo bajo mirando hacia el casco del barco como rompía el agua haciendo que su paso rápido le salpicase la cara. Tau se sentía mas seguro en tierra, al agua le tenia mucho respeto, le gustaba bañarse pero no era partidario de ir mas adentro su limite era el sentir la arena bajos sus dedos.

¡TIERRA A LA VISTA! - El pelo de Tau se removió violento cuando el aire le sacudió pero el muchacho observo en dirección del grito observando a lo lejos un pequeño puerto.- Le Havre...-Un susurro que se perdió en el viento al ver aquel puerto que le conectaría con la ya conocida París y el mejor compañero de viaje que ha podido tener.

Tau había viajado por distintas partes del mundo desde que salio de Egipto, de una forma o de otra había convivido en diferentes culturas y lugares... con poco dinero por supuesto pero eso no le había impedido nada, quizás le había ayudado a tener mas paciencia, ya que cuando te ves durmiendo en el banco de un parque a 10000 kilómetros de tu casa... te piensas dos veces las cosas y sobre todo... piensas en el dinero que has malgastado. Había hecho muchos amigos, se había divertido y había trabajado de vez en cuando y en los momentos de volver a Egipto en parte se sentía triste de dejar toda su aventura atrás pero sabia que volvería a por ella, lo primero era su madre la que solo conseguía "secuestrarle" en casa como mucho 4 días antes de que la sonrisa de Tau se fundiera con el horizonte y se perdiera ante los ojos de su madre.

Había estado en muchos sitios, prácticamente toda África se la había recorrido impresionado por la cantidad de tribus y países que iba conociendo. Había pasado por Turquía en dirección a la India donde su estancia se alargo dado que aquel gran país había entusiasmado al joven. Los horizontes asiáticos eran indescriptibles... parecía que aquellas personas iban adelantadas a cualquier otra persona de la tierra por lo que pasó varios meses en China donde aprendió un poco de su idioma aunque si que se centro en la meditación y en as artes marciales, que no se le daban mal pero no podía pararse solo en aquel lugar incluso teniendo un techo y comida. Hawai, una pequeña isla en la que sus preciosas mujeres encandilaron a Tau. América fue un gran descubrimiento para el ya que aprendió ciertos modales y sobre todo aprendió a vivir una vida llena de movimiento y fiestas, quizás no en salones lujosos pero si en otros lugares llenos de personas interesantes y sobre todo... como el. Los rascacielos, los lugares que descubrió... a veces aun sueña con todo eso a sabiendas que volverá pronto. Tau nunca había sentido mucha curiosidad por las zonas mas europeas... según lo que había visto en Egipto de las personas que llegaban de esos lugares no tenia mucho interés pero no iba a guiarse por prejuicios y por eso este viaje se iba a centrar en recorrerse todo lo posible sin morir esta claro...

Cuando llegó meses atrás a un pequeño puerto griego no puedo evitar fijarse en las casas blancas con la arena del mismo color, había descubierto un pequeño paraíso... había mucho sol, el agua parecía cristalina y los habitantes parecían tranquilos. Al salir de Grecia decidió que no podría aguantar mucho si no conseguía dinero por lo que pasó unas semanas conociendo zonas algo mas industriales y no tan paradisíacas en las que se ganaba algo mas de dinero.

Cuando reunió el suficiente para llegar a Alemania decidió partir y todavía da gracias por decidir salir aquel día y no el siguiente. Cuando llegó a Berlin las cosas eran bastante estrictas aunque la gente era bastante amigable pero no entendía porque tanta seriedad. No había mucho trabajo y Tau necesitaba comer y moverse, eso no era algo nuevo lo que si fue nuevo fue la manera en la que conoció a Ivar.
Tau acababa de despertar debajo de la copa de un árbol en un parque en Berlin y su estomago rugia como un león. Sin dinero en la cartera y sin nada mas que perder se dejó guiar por algunos olores hasta que dio con un pequeño mercado entre calles. Observo todo y cada persona, con paciencia se dio cuenta de que el ultimo puesto era el mas apropiado para hacerse con un par de manzanas y algo de pan por lo que se dirigió hacia allí atento siempre a su alrededor, cuando llegó al puesto mostró interés por los precios y por los productos mientras el hombre le indicaba y se movía, Tau por detrás iba metiendo en su bolsa comida aunque un golpe en su hombro de un muchacho algo mas mayor que el hizo que la ultima manzana se le cayera. Miró alarmado el suelo y luego todo a su alrededor antes de salir corriendo escuchando los gritos del hombre y como unos pasos le seguían de cerca. Tau era muy ágil pero no parecía dejar atrás a aquel extraño. Cuando vio que no podía exponerse mas ya que iba directo a la calle principal freno en seco y se giró dando la cara y esperando las consecuencias de su robo. La comida le pesaba en su bolsa pero eso no le impidió estudiar al chico frente a el, efectivamente debía tener o los mismos años que el o menos, casi la misma estatura, pelo corto y cara con una sonrisa...Tau no pudo evitar fruncir el ceño confundido ante su sonrisa ¿no le iba a entregar a las autoridades? la sorpresa fue mayor cuando aquel hombre saco de su bolsillo la manzana que se había caído al suelo y se la lanzo. Desde aquel momento ambos congeniaron y por supuesto Tau compartió su comida con su ya amigo Ivar. Hablaron durante horas, se conocieron y aquel chico que le perseguía... se convirtió en dos ojos mas para Tau, ambos se protegían y se cuidaban como hermanos y gracias a esa relación Tau se quedo mucho mas tiempo en Berlin, incluso viajaron a París pero ambos se tuvieron que despedir y separar, Tau quería seguir viajando por Europa incluso se lo propuso a Ivar pero el tenia un trabajo en Francia por lo que después de unos cuantos abrazos partió.

Por eso ahora, cuando Tau vio de fondo el puerto parisino recordó de nuevo todo esto.
su segunda casa... no por el país sino por la compañía. Su hermano de otra madre, su conciencia, Ivar Nottsverd.


Última edición por Tau Sayed el Miér Mayo 27, 2015 4:54 am, editado 4 veces
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Mensaje por Ivar Nottsverd Vie Mayo 22, 2015 2:10 pm

Le dolían las piernas a horrores. No es que no estuviera habituado al esfuerzo físico, sino que la novedad consistía en hacerlo con la finalidad de viajar a otra ciudad en vez de para trabajar. Lo curioso era que, objetivamente, le debiera de costar menos, ya que el recorrido era más ameno y no tenía que cargar con cajas de un lado para otro, pero la realidad era que se sentía agotado después de más de medio día caminando. Andaba escaso de dinero, para no variar, y tan sólo se había podido permitir contratar una diligencia hasta Ruán después de haber reservado el dinero correspondiente a la vuelta desde Le Havre para dos personas. Y eso que había tenido que aventurarse a desplazarse en el inestable techo del vehículo mientras los más pudientes se sentaban dentro del carruaje. Tampoco es que le importase, el recorrido se hacía menos aburrido y le divertía la idea de que, por una vez, los ricachones estuvieran por debajo de él. Por lo tanto, tras hacer noche en la ciudad de los mil campanarios, había tenido que recorrer los ochenta kilómetros restantes hasta el mar a pie. Por suerte, en el momento presente ya estaba llegando a su destino.

La ciudad estaba emplazada en la desembocadura del Sena, lo cual le confería el título no oficial de puerto de París, ya que la masa de agua no presentaba un recorrido lo suficientemente recto como para que resultase cómodo navegarlo. De hecho, el número de meandros que describía era sumamente exagerado para el curso final de un río. O eso pensaba Ivar, cuyos conocimientos geográficos se hallaban más cercanos a la nulidad que a la mediocridad. Por ello, el  lugar se hallaba repleto de marineros y de mozos que transportaban los cargamentos de los grandes navíos a embarcaciones más pequeñas o carros que pudieran hacer mejor el trayecto a la capital. Muchos eran como él, jóvenes con la suficiente fuerza como para no quejarse demasiado y con la suficiente inexperiencia como para no rechazar ser explotados. Era una ocupación dura, pero, al igual que él, tampoco contaban con muchas más opciones. Pasó entre ellos para dirigirse a los muelles con la intención de adivinar si el amigo al que se disponía a recoger había llegado ya a suelo francés, pero, como era de esperar, no logró encontrar ninguna pista que le sugiriera que alguna de las embarcaciones era la que le habría de traer, así que, sin más, giró sobre sus talones y se adentró de nuevo en la marabunta de gente y mercancías. Avanzó unos cuantos metros y pegó su cara al ventanal de una fachada de la que colgaba un cartel que nombraba al establecimiento como “Le cochon heureaux”. Era la taberna en la que habían quedado para encontrarse, pero, por lo que podía ver a través del sucio cristal, él no se encontraba allí. Entonces, decidiéndose a esperar, apoyó su espalda contra la pared y sacó cigarro y cerillas del bolsillo.

Su amigo en cuestión se llamaba Tau y, quizás no hubiera compartido un tiempo demasiado extenso de su vida con él, pero sí que había sido alguien importante. Su aparición había sido el evento que había vuelto a encauzar su camino después de una temporada a la deriva. Aún no terminaba de comprender por qué después de perder el contacto con su familia había avanzado tan al norte como para llegar a Berlín, pero el hecho es que terminó en las concurridas calles de la capital de Prusia –las cuales le llegarían a parecer vacías después de haber vivido en la abarrotada París-. Y tampoco lograba saber porqué de haber devuelto aquella manzana al muchacho en vez de emplearla para acallar su rugiente estómago. Suponía que tan sólo estaba falto de compañía y que su habilidad para inmiscuirse en problemas le había llevado hasta él. Sea como fuere, pronto se convirtieron en inseparables, dos confidentes sin rumbo por Europa, sobreviviendo como podían y divirtiéndose con aquello que les brindara la vida. La verdad es que fue gracias a él por lo que recuperó su buen ánimo y fue él el que avivó ese optimismo y ese ansia por vivir que nunca habían terminado de desaparecer en él. Pero, como todo, su compañía también hubo de legar a su fin cuando sus pies les llevaron a París. Allí Ivar encontró un trabajo que aparentaba ser estable y decidió asentarse, mientras que Tau mantuvo su intención de continuar viajando. Ese fue el momento en el que se separaron. Pero ahora el mediterráneo volvía a Francia y él, como no podía ser de otra forma, le recibía con los brazos abiertos. O lo haría, cuando se dignara a hacer acto de presencia.


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Mensaje por Tau Sayed Miér Mayo 27, 2015 5:18 am

E l primer movimiento de Tau  cuando la pasarela toco aquella mojada acera fue el estirarse antes de agarrar sus pertenencias. Una vez con la mochila bien colocada se inmiscuyo entre la gente intentando bajar el primero, pero frustrado por la cantidad de marineros robustos con cajas decidió hacerlo a la manera…Tau. Sin pensarlo pego un salto al borde del barco donde momentos antes había estado apoyado y se agarró a un par de cuerdas antes de coger impulso y caer en un par de cajas enormes apiladas ya en el puerto.

Escuchó como algunos de los hombres soltaban improperios y como otros reían al verle por lo que Tau saludo al estilo militar y farfullo.-Soy algo impaciente…

Tau tenía una gran habilidad por lo que no dudaba en utilizarlo siempre, sería estúpido por su parte teniendo tantas desventajas en la vida no aprovechar lo que estaba a su favor.
Aprovechando que estaba en un lugar alto empezó a buscar a su amigo pelirrojo, realmente tenía un buen radar pero había tanta cantidad de gente alborotada… pero eso no echo a Tau atrás para seguir moviéndose por cajas hasta que observo un cuerpo pegado a una pared de aquel antro de puerto.-¡ZANAHORIO! – Agitó los brazos para que le mirase y sabiendo que aquel grito no era muy común sabía que daría con él.
Pegó un salto y cayó al suelo teniendo que apoyar su mano en el suelo notando la humedad en ella pero aquello era lo de menos, su pantalón recibiría esa humedad y esa suciedad en forma de pañuelo y sin dar tiempo a pensar más serpenteo entre la gente mientras sacaba de su mochila un regalo para su hermano… -Te la debía- le dijo con una gran sonrisa antes de lanzarle una manzana roja.

La alegría que sentía en aquel momento no se comparaba con nada y con el impulso de esa sensación abrió sus brazos y le apretó entre ellos riendo e incluso levantándole un poco del suelo.- ¿Me has echado de menos? Ya se que si-Unos golpes en la espalda y su cuerpo se separó del de Ivar mirándole con atención, el tiempo no pasaba entre ellos dos, da igual que tardasen meses sin verse… la sensación de estar en casa con el siempre seguía ahí por eso sabía que Ivar valía la pena, por eso sabia que por Ivar podría hacer cualquier cosa, era una amistad a prueba de todo.
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Mensaje por Ivar Nottsverd Dom Jun 21, 2015 3:32 pm

La gente pasaba frente a él, yendo de un lado para otro y de otro para uno, pero ninguno de ellos presentaba las peculiares características que indudablemente diferenciaban a Tau del resto. Esa excitación y prisa colectiva que era inherente al ajetreo del puerto ponía nervioso a Ivar, que ya de por sí carecía de paciencia. Pero resoplaba, movía inquieto los pies y alzaba la mirada buscando un sol que jugaba con él a esconderse de tanto en tanto tras las blanquecinas nubes. Nada más. Por lo demás, tan sólo esperaba; y tan sólo esperaba por él. Que no se nos confunda el lector por estas palabras, por muy cercano que fuera Tau para el pelirrojo y por mucho que sus inclinaciones resultaran erradas para la época, su interés nunca se había desviado de lo que debía ser: una muy cercana amistad que sin duda se pudiera considerar fraternidad. Ni más, ni menos.

En determinado momento de su aparentemente interminable tormento tostándose al sol, escuchó una única palabra sobresaliendo de aquel mar de discrepantes ruidos. Una única palabra que le hizo alzar la ceja y desprenderse de la pera que había comenzado a devorar un par de segundos antes. La alzó y la lanzó disparada hacia el lugar de donde provenía la molesta denominación. No acertó, por supuesto, pero pasó lo suficientemente cerca de su objetivo como para dejar claras sus teóricamente posibles intenciones.

- ¡Qué oportuno! – mencionó intentando mantener una seriedad no propia de él -. Viene el manzano y me da una manzana – se refería al mote que usaba para referirse a él cuando le llamaba de aquella manera que tan poca gracia le hacía, metiéndose con él al referirse a la torpeza que había demostrado en Berlín y que, de todas formas, les había llevado a conocerse. Después de ello, liberó la sonrisa que luchaba por aflorar y correspondió a su abrazo con igual o más fuerza con la que él parecía pretender aplastarle - . Creía que sí te había echado de menos, pero con estos saludos que me das… - bromeó antes de separarse -. Venga, vamos ahí. Debes de tener sed y creo que me llegan los francos para un par de cervezas – inclinó la cabeza para indicar al local que quedaba a sus espaldas y, antes de que pudiera aceptar o rechazar el ofrecimiento, el suizo ya se había adentrado en el establecimiento. Estaba harto de aguardar en la puerta.
El interior era claramente más oscuro que la calle y le costó unos cuantos segundos acostumbrar sus pupilas a aquella diferencia. Una vez habituado pudo comprobar que se encontraba a medio llenar y que el contraste con el vocerío exterior provocaba que las escasas conversaciones que se daban allí sonasen a lúgubre silencio. Sin embargo, Ivar sonrió a su compañero, sonrisa que significaba que esperaba que, de alguna manera, cambiasen aquello. Volvió la vista al frente y, tras un par de pasos, se sentó en uno de los taburetes de la barra.

- Un par de pintas para mí y para, aquí, mi camarada – indicó a la joven camarera que se hallaba para atender en la barra, que de joven no tenía nada y que de lo de camarera… Bueno, dejémoslo en que la sombra bajo su nariz lo dejaba en entredicho.


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Mensaje por Tau Sayed Vie Jun 26, 2015 10:26 am

Sigues teniendo la misma mala puntería que siempre…-Murmuro lo suficientemente alto para que Ivar lo escuchase, sabiendo que aquella broma le costaría algún comentario jocoso o quizás el castigo de pagar la primera ronda de aquel antro de puerto.

Su macuto pesaba en su espalda junto con su mochila hacia que el moverse entre la gente fuera más complicado aunque no es que fuera una gran fiesta… más bien un funeral con olor a alcohol barato y gente perezosa hasta para hablar.-Esto es el paraíso Ivar… eres el mejor llevando a la gente a sitios divertidos.-soltó una carcajada dándole un golpe en la espalda. Estaba seguro que su querido hermano simplemente quería darle algo de descanso después de su viaje y aquello tampoco era muy agradable para el… aunque eso se solucionaría rápido estando ellos dos juntos.

El tiempo que estuvieron juntos en Berlín fue una aventura día tras día, ambos estaban a gusto juntos… quizás Ivar se dedicaba a leer tirado en algún parque mientras Tau dormía, y en los bares siempre acaban formando su propia fiesta, no necesitaban más que cerveza… mucha cerveza. Tau estaba seguro que una parte de ambos estaba llena de levadura, cebada y todo el alcohol ingestado. Podrían sacar a la venta su propia cerveza y saldrían de pobres pero… era mucho más divertido beberla que crearla.

Mientras su pensamientos volaban con todo aquello escuchó vagamente a Ivar pidiendo un par de pintas para ellos, por lo que dejó caer sus cosas al suelo, al menos una zona que no estuviera demasiado sucia y estiró sus hombros antes de sentarse en aquel taburete que crujió bajo su peso. Observo a la… ¿mujer? Que les había atendido y despeino su ya despeinado pelo.-Ojala hubiera más camareras como usted, demuestre como se tira una buena pinta hermosura!- Miro a Ivar de reojo  y aguantó la risa mientras observaba como aquella mujer empezaba a querer lucirse.-Está será mi primera cerveza en París, todo un honor hacerlo aquí.-Agarro la jarra y la choco contra la de Ivar- ¡Por los que vuelven a su hogar y por los que descubren nuevos!- un rápido brindis antes de beber el primer trago haciéndole cerrar los ojos por el gusto del frescor no por el sabor que… bueno, digamos que había probado muchas mejores.-Gracias señorita-tira unos cuantos francos en la barra de madera y levanta la mano en dirección de Ivar-Yo pago la primera, me lo merezco y lo sabes.-Volvió a beber de aquella jarra sabiendo que aquello acababa de empezar.

Necesitan un poco de diversión por aquí, ¿no crees?-Mira alrededor y se fija en ambas salidas.-Beber, reír, cantar… y si te metes en algún lio tenemos una salida de emergencia-Bromea cada vez más a gusto.-Pero antes… cuéntame cómo te va, cuéntame todo! Hay cerveza de sobra par que no te dejes ningún detalle!-Y así después del tercer trago empezó a sentir como París le estaba recibiendo con los brazos abiertos.
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Mensaje por Ivar Nottsverd Sáb Jul 04, 2015 12:44 pm

Los labios de Ivar se curvaron irremediablemente ante el irónico comentario del egipcio, de una manera que, cualquiera que pudiese entenderla como consecuencia de amabilidad, era bien de mirada obtusa, bien de obtusa mente. La falta de simetría, sumada a la configuración de sus cejas expresaba una clara diversión producto de algo no completamente moral. Pero era precisamente a la que debiera de interesarle más percibir la situación tal y como era la que, precisamente, no debía hacerlo, a juzgar por la amplia sonrisa que devolvió al llevarles las cervezas. Pero el zanahorio no se percató de tal reacción, ya que su mirada no estaba prendida en el azabache de la moza, sino en la rubia que tenía delante. Una fresca rubia que se comió con los ojos y que cayó por su garganta nada más llegar a sus manos.

- Dios, ¡cómo te echaba de menos! – exclamó a la bebida sin elevar el tono, tras el necesario sonidito de satisfacción. Desde luego que en una taberna de un puerto cualquiera no podía encontrarse la mejor cerveza del mundo, pero después de la larga jornada de viaje y de varios días sin probar el tan adorado brebaje, casi parecía elixir de dioses. Y, tras aquel alivio, no tuvo más remedio que corregir a su amigo – Sólo para que lo sepas, estás en Le Havre, no en París. Aún nos queda un trecho antes de regresar. Te diría que nos llevará una o dos jornadas si no supiera que vas a querer pararte en cada taberna que nos encontremos en el camino – se metió con él, aunque, sinceramente, la realidad no distaba tanto de aquella exageración.

Luego movió su camiseta para permitir que el aire se moviera en su interior. Hacía calor y, aunque el sombrío interior resultaba un lugar agradable, el sofoco aún no había desaparecido de su piel. Dado que la acción no surtió efecto bebió una segunda y una tercera vez.

- ¿Qué te voy a contar? ¡Me abandonaste a mi suerte en esa fétida ciudad! – se quejó, aunque su tono transmitiera que ni era la realidad, ni lo que pensaba – Vivo en una habitación pequeña y sigo trabajando en el puerto. Mi jefe es un explotador, pero… ya nos las cobramos cuando no mira – guiñó un ojo a su compañero -. ¡Ah, bueno! Y alguna que otra historia de faldas, pero nada a lo que seas ajeno – añadió finalmente. Obviamente se trataba de una bravuconada ficticia que no tenía intención de concretar - ¿Y tú qué? Cuéntame, ¿por dónde has estado viajando? ¿Ya visitaste la ciudad de los perros? Dicen que es casi tan grande como París – preguntó refiriéndose a Londres, ya que, como muchos otros, detestaba a los británicos y les llamaba así.

Entonces, en lo que esperaba respuesta, aprovechó para humedecer su garganta por cuarta vez. Al alzar el cuello para facilitar el verter del líquido, se percató que, a la derecha de ellos, al fondo del local, había un grupo de tres hombres cuchicheando entre ellos y lanzando alguna que otra mirada hacia ellos de vez en cuando. Tampoco les prestó mucha atención, prefería atender al relato de su hermano.


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Mensaje por Tau Sayed Dom Jul 05, 2015 1:11 pm

La ciudad de los perros… el único perro que hay aquí eres tú, pero con esa cerveza… es como cuando le das un buen chuletón a un chucho, ¡nunca lo soltara! –Soltó una carcajada más alta de lo debido, llamando la atención de todos los que estaban en el lugar.-Disculpen, sigan con sus suaves conversaciones…-Levantó su jarra en dirección de todo el bar antes de chocarla con la de Ivar y beber otro trago.

-¿No se supone que en los puertos parisinos hay más movimiento? Esto es como el cementerio de Berlín donde dormimos una vez ¿lo recuerdas?- se pasa sus dedos por su cabello despeinándose mientras recordaba aquello-Estuve a puntito-Hizo un gesto con sus dedos casi tocándose yema con yema-De tirarte a uno de los huecos de los ataúdes… pero, llámame buena persona, porque no lo hice.-Se terminó su pinta y la deslizo con maestría por la madera maloliente de aquella taberna.

¡ME VOY A QUEDAR SECO!- dijo hacia la camarera que no les quitaba ojo de encima.- Mi amigo es que le gusta disfrutar del momento ¿Sabes? Prefiere ir lento y profundo-Guiño un ojo a la camarera moviendo las caderas a la par que decía aquello, señalo con la cabeza hacia el zanahorio-Quizás Ivar te lo demuestre más tarde.

Sabía que estaba jugando con fuego pero hacia tanto que no veía a Ivar y se hacían aquellas bromas que tenía que soltarlas de seguido. No pudo aguantar otra carcajada cuando la camarera lanzó un beso a Ivar y le puso otra pinta sin cobrarla. Se tapó la boca intentando con todas sus fuerzas no reírse pero aquello era imposible, se estaba poniendo rojo de aguantar por lo que termino riendo durante unos minutos, incluso se apoyó contra Ivar dándole alguna palmada en la espalda antes de despeinarle el pelo.- Al menos te has sacado una cerveza gratis hermano.

Se quitó las lágrimas de los ojos con su camisa blanca e intento tranquilizarse.-Ya sabes que soy un culo inquieto pero después de separarnos en Berlín no es que haya hecho grandes recorridos, y al final mira donde estoy… de nuevo cuidando tu blanco trasero.-Miró un segundo donde se había fijado que Ivar prestó atención y se dio cuenta que aquellos hombres se habían movido hasta la barra prácticamente al lado suyo. Tau suspiró y elevo una ceja mirando a Ivar transmitiéndole con la mirada, mientras bebía un trago de su cerveza, lo que estaba pensando.

-¿Esta es tu forma de darme la bienvenida hermanito? Es bastante peculiar.-observo a su alrededor pensando que podría utilizar en el caso de que aquellos hombres buscasen un enfrentamiento y dio con el objeto perfecto.- ¿Sabes que el corte del cristal es de lo peor para curar? Es tan limpio el corte que penetra más que cualquier golpe.-Habló distraídamente intentando que Ivar entendiera la indirecta.- Y bueno Ivar… creo que mis líos de faldas van a quedar atrás muy pronto, por otros nuevos… en todos los sentidos.-Giró su cuerpo hacia aquellos 3 hombres y bebió otro gran trago de cerveza.- Buenas tardes caballeros-Bajó del taburete y dejo sus cosas tras la barra.-Es solo para que no caigan encima de ello cuando les tire al suelo.-Miro a Ivar de reojo y sin pensarlo y con su mano derecha impacto aquella jarra de cerveza de pleno en la mejilla de uno, tirándole al suelo.-Oh perdón… ¿aún no os habíais puesto de acuerdo para robarnos? Creo que vuestro compañero necesita una siesta.-Y sin decir más y como siempre iba a pasar ya fuera por culpa de uno u otro… se habían metido en un nuevo lio.

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Mi hermano de otra madre. [Privado, Ivar Nottsved] Empty Re: Mi hermano de otra madre. [Privado, Ivar Nottsved]

Mensaje por Ivar Nottsverd Mar Jul 07, 2015 7:57 pm

- Y dale, que no estamos en París – volvió a repetir, sin pronunciar contestación laguna a que su hermano le hubiera llamado chucho. Nadie iba a hacerle cambiar de opinión, los perros se encontraban al otro lado del canal y no había más que hablar. Y tampoco sus comentarios le iban a quitar el placer de disfrutar la bebida. ¡Ah, no! Y si eran dos jarras, menos iba a protestar -. Cerveza gratis. No me voy a quejar. Muchas gracias, preciosidad – le regaló un guiño a la del mostacho, en contestación al beso. Luego, se acercó a Tau para susurrar -. Es todo lo que va a conseguir de mí. Mi mástil no encalla en cualquier playa mal cuidada.

Cuando terminó la primera ronda, se limpió la boca con la manga –al tiempo que su compañero usaba la suya para limpiarse los ojos- y se guardó un eructo de satisfacción tan sólo porque había una dama delante. Y bien era sabido que cualquier galán debía aparentar educación frente a un miembro del otro género –por mucho que a este galán en concreto no le interesase dicha dama. Ni ninguna otra, a decir verdad-.

- ¿El cementerio de Berlín? ¿Quieres decir en el que nos metiste después de que te pillara el padre de aquella jovencita haciendo cosas indecentes? – sonrió, incapaz de evitar demostrar que en el fondo no tenía nada que reprocharle – Casi nos cae una buena porque al señor no le vale con una mujer del vulgo. No, tiene que irse a por las de alta alcurnia y pasa lo que pasa.

La verdad era que aquella noche había sido bastante singular. La huida por las callejuelas de la capital prusiana, el encerrarse en aquel lugar maldito, incluso habían tenido que noquear a un par de los guardias que iban tras ellos. Lo cierto era que a Ivar no le gustaban los cementerios, su familia siempre le había contado historia acerca de fantasmas y de lo peligrosos que podían ser para los que poseían su don si no tenía cuidado. Sea como fuere, posiblemente fuera su hechizo de protección, ese que había lanzado mientras se había ido a ”mear” para que Tau no se percatara de su anormalidad, lo que había impedido que les buscaran en aquel maldito lugar.

De pronto, su alegre expresión quedó nublada por las palabras de su amigo, que no parecían seguir el hilo de la conversación o tener cabida en aquel jovial momento. Pero no le desconcertó más que por un instante. Gracias al silencio que reinaba en la amplia sala pudo sentir a sus espaldas la presencia de alguien que momentos antes no estaba ahí. De reojo intentó buscar a los hombres que les habían estado observando y, como suponía, no se encontraban en los asientos que antes ocupaban. Pero su sonrisa volvió de golpe cuando se escuchó el sordo sonido de aquella jarra estampada contra el rostro de uno de los tres hombres. Por fin tenían algo con lo que entretenerse.

De un salto, el pelirrojo se puso en pie y se giró para asestar un puñetazo directo a la mandíbula de su oponente, que ya se veía con intenciones de lanzarse sobre él. Por el desconcierto, no lo logró, pero su compañero pronto hubo de dirigirse hacia a él con un preparado derechazo directo a su estómago. Por los pelos, pero Ivar hizo gala de sus buenos reflejos y logró atrapar la muñeca de su oponente.

- ¡Pero Tau! ¿Tan sólo unos momentos en suelo francés y ya armando escándalo? Alguien va a tener que darte un correctivo – su intervención quedó cortada por el rugido de uno de los dos hombres contra él -. Seguro que nuestra amiga estará encantada de hacer los honores. Y en cuanto a ti, ¿no te han dicho que es de mala educación gritar cuando otro... – una sentencia demasiado larga para que alguno de los tres no se lanzase sobre él, derribándole al suelo. Podría haberse roto la nariz del golpe, pero, nuevamente, su agilidad le sirvió para que sus brazos recibieran el impacto. De lo que no se libró, sin embargo, fue de la patada propiciada directamente en su abdomen – Putain! – se quejó antes de rodar sobre sí mismo y ponerse en pie.

En ese momento tuvo un pequeño instante para observar la escena. El rubio de sus contrincantes –porque por alguna razón suponía que el rubio se escondía bajo la gruesa capa de mugre que empapaba su cabello- se encontraba justo delante de él. Otro, contra el que Tau había reventado su cerveza, se hallaba junto a él, dispuesto a presentar pelea, mientras que el tercero, el más bajito, se hallaba en medio, sin decidirse a quién enfrentarse. La camarera, por su parte, se había retirado hasta la pared del fondo, aparentemente asustada, y el escaso resto de clientes no se había movido del sitio. Al menos de momento.

- ¡Ay, señor! ¡Hermano, no sé si peleo contra un hombre o contra una bestia! ¡Porque con tanta suciedad que tiene no sé si… - logró volver a detener el brazo del hombre - …no sé si ha salido del vientre de su puta madre o del coño de una burra! – y, tras eso, recibió un bien merecido puñetazo, que le dolió, pero no consiguió agriar la satisfacción que le provocaba insultar al ladrón.


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Mi hermano de otra madre. [Privado, Ivar Nottsved] Empty Re: Mi hermano de otra madre. [Privado, Ivar Nottsved]

Mensaje por Tau Sayed Dom Jul 12, 2015 5:43 am

¿Estos franceses no están acostumbrados a beber de una jarra? Están lamiendo el suelo todo el rato…-Al que había estampado el vidrio contra la cara, y que ahora no paraba de sangrar, pareció que aquel comentario no le hizo gracia y se echó sobre Tau estampándole contra la barra.-¡JODER!-aquel golpe le proporcionaría un buen moratón en su espalda al día siguiente.

Al notar varios golpes en sus costillas dejó que su codo se estampase contra el centro de la espalda de aquel hombre enano, escuchando como volvía a caer al suelo. Tau aprovechó para darle directamente en la cara con su pie y a continuación en sus costillas, estando seguro de que el ya no se levantaría. Cogió aire cometiendo el error de no encargarse del otro que ahora había atestado un puñetazo en su mejilla haciéndole tropezar contra un taburete.-Hermano… creo que es hora de que terminemos con esto.-Según lo dijo agarro con fuerza el taburete y golpeo el cuerpo de aquel rubio cenizo, que le había hecho sangrar por el puñetazo, tirándole al suelo inconsciente-Bueno…-Suspiró con fuerza y se unió a Ivar el cual estaba contra aquel hombre lleno de mugre-Mira que he leído de seres sobrenaturales… pero de esta clase nunca.-Echó su brazo atrás y su puño golpeo contra la nariz de aquel tipo la cual crujió.-Eso ha dolido…-Agitó su mano en el aire mientras le veía caer.-El tenia ventaja… la mierda era como su armadura-bromeó, quejándose después por el golpe en su cara-Vámonos de aquí…-Agarró su mochila y su equipaje y dejo algunas monedas en la barra.-Mis disculpas señorita…creo que hoy tiene trabajo extra-Dio un golpe en la espalda de Ivar y salió corriendo del aquel lugar a carcajada limpia.

No sabía dónde se dirigía pero tenía demasiada adrenalina como para parar. Sabía que el zanahorio iba tras el por lo que siguió corriendo hasta dar con una pequeña zona verde donde tiró sus cosas y se tumbó descansando.-Es de las mejores bienvenidas que me han dado…-se removió en su lugar dado el dolor en su espalda pero tampoco iba a estar quejándose.- ¿Estas bien?-Levantó su tronco para sentarse, mirando a su mejor amigo en frente.-Se te ha pegado un poco de mierda… por toda tu ropa-Bromea mientras tocaba su mejilla notando un corte en ella por el puñetazo. –Has dejado el listón muy alto con esto Ivar… ¿Qué más sorpresas me tienes preparadas?

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Mensaje por Ivar Nottsverd Vie Jul 31, 2015 3:40 pm

Ivar presentaba una amplia y sonrisa, consecuencia de la adrenalina que inundaba su cuerpo. La había echado de menos y la excitación de reencontrarse con ella le hacía ser más bravucón que de costumbre. No es que durante el largo tiempo pasado separado de su camarada hubiera estado cargado de aburrimiento o carente de problemas de aquel tipo, pero lo cierto era que con ningún otro de sus compañeros de juerga sentía ese firme lazo que los unía y que ocasionaba esa buena conexión que no se daba con ningún otro de sus amigos.

Los golpes iban y venían, ocasionando una retahíla de quejidos que terminó fusionándose con el golpe que propició contra el suelo aquel asiento volador. El pelirrojo se hallaba centrado en su oponente, fijándose bien en todas sus intentonas por golpearle y buscando huecos en su defensa para atacarle. Por eso no se esperó que su hermano le llamase, haciendo que por un momento se desconcentrada. Ese instante fue aprovechado por el rubio, que volvió a lanzarle un puñetazo que le dio de lleno, otra vez en el estómago. Ivar gruñó, pero logró recuperarse para hacer la zancadilla al ladrón, derribándole, y se dispuso a correr para perseguir a Tau. No quería quedarse atrás y cambiar la compañía de su amigo por la de esos tres hostiles ingratos.

Como si la vida les fuera en ello, abandonaron la taberna y se perdieron por las callejuelas de Le Havre hasta que las casas volvieron a abrirse, dejando ver un amplio descampado al que se dirigieron. Si bien el mediterráneo se lanzarse directo a probar el colchón de hierba, Ivar se reclinó hacia adelante, apoyando sus manos en las rodillas y respirando exageradamente.

- No tengo intención de... parar hasta que... tus huesos acaben en el calabozo - le respondió en cuanto pudo, a lo que siguió un improperio fruto del repentino cansancio -. ¿Qué estás sugiriendo? ¿Qué necesito un baño? Te recuerdo que yo no soy una de tus señoritas a la que debas seducir. No me van esas perversiones - bromeó mientras se dejaba tirar al lado de él para descansar mejor - No deberíamos tardar mucho en irnos. Como avisen a la guardia y den con nosotros, lo vamos a pasar un poco mal - luego rebuscó en el saco que tenía por mochila hasta dar con dos manzanas, una de las cuales le lanzó al otro -. Como ves, yo también venía preparado - le guiñó un ojo antes de dar el primer mordisco a la suya. Estaba algo ácida, pero eso no le importó -. Y ahora que no tenemos interrupciones, ¿me vas a contar tus aventuras o te vas a buscar alguna otra excusa para dejarme con la intriga?


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Mi hermano de otra madre. [Privado, Ivar Nottsved] Empty Re: Mi hermano de otra madre. [Privado, Ivar Nottsved]

Mensaje por Tau Sayed Sáb Ago 08, 2015 2:45 pm

Yo pensaba que uno de los estandartes de los suizos era su buena presencia…-Lanzó al aire de forma exagerada la suciedad ficticia que había quitado de Ivar y sonrió ampliamente.-aparte del chocolate claro…-Cuando el zanahorio lanzó la manzana su tripa se lo agradeció sonando. Cuando el primer mordisco resonó en el aire y noto el sabor acido no pudo evitar que un sonido de gusto junto a un estremecimiento se hiciera eco en su cuerpo.

-Como debe ser…-Choco su manzana contra la de el en forma de brindis y mientras piensa la respuesta a la pregunta de Ivar observa a su alrededor. Solo se escuchaba la respiración de ambos junto a la trituración de aquella manzana gracias a sus dientes, lo cual dio paz al joven egipcio. Ivar le hacía sentir bien, y aquel empiece de aventura le había dado la adrenalina que había perdido en sus viajes y por lo cual decidió volver con Ivar.-Bueno hermano…un caballero no habla de sus conquistas.-Le miró serio por unos segundos antes de que la comisura de su boca se levantase sin poder aguantar más la sonrisa.-Una pena que yo no lo sea durante mucho tiempo…

Mientras terminaba aquella manzana tumbados juntos en ese parque comenzó a contarle de forma resumida cada una de las aventuras que había tenido, como había aprendido algo de arte marcial, como casi le detienen por ser encontrado con un par de señoritas casadas en una de las casas de ellas, como había decidido que en algún momento volvería a Grecia a explorarlo bien, aprovecho para invitarle a aquello.-Hay muchas más historias… pero no las quieras saber todas de golpe.- Se levantó de un salto y ofreció su mano a su amigo.- Tengo que llegar a París… y creo que nos quedan algunas horas.-Colocó la camisa de Ivar y de mojo el dedo gordo del dedo para limpiarse sabiendo que aquello le sacaría de quicio al estar tratándole como un bebé.-Que guapo-le aprieta las mejillas antes de estirárselas.-Todo un caballerito…-No pudo evitar la carcajada después de aquello, alejándose para no llevarse un golpe por parte de Ivar.-¿Nos vamos? Ahora te toca a ti contarme que líos has armado por aquí…-Le abrazó por los hombros y salieron de aquella zona de descanso que habían improvisado.

-Por cierto… necesito enviarle dinero a mi madre, ¿crees que sería seguro? ¿O debería viajar a El Cairo? –hacia algunas semanas que no enviaba nada y sabía que su madre jamás le diría nada, pero él no usaba aquel dinero para nada, quería que su madre estuviera tranquila y disfrutase de la vida que jamás pudo disfrutar antes.

Y así con sus cuatro posesiones y su amigo bajo el brazo, se dispuso a llegar a la ciudad de la luz… París.
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