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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Pierrot Quartermane Jue Nov 29, 2012 10:21 pm

Identical twins do not possess identical souls

Lo había intentado, pero finalmente había sucumbido ante la necesidad de conocer un poco más de ese que se presumía era su hermano. Y por supuesto que lo era, no importaba cuánto lo negara Nigel o cuán confundido estuviera Pierrot, era imposible que dos personas, cuyo físico era idéntico, no compartieran la misma sangre. Mientras Nigel se negaba a aceptarlo, Pierrot empezaba a asimilarlo, a tomarlo como parte de su nueva vida, porque quisiera o no, su vida ya no era la misma y no lo sería jamás. Ahora sería reconocido como lo que era, como el hermano gemelo del Conde de Francia, como un integrante más de la familia Quartermane, uno digno, tal y como él lo había deseado, porque ahora era un hombre distinguido que había sido instruido para manejarse por la vida; sabía de arte, de música, de negocios, de modales; podía abordársele de casi cualquier tema y saldría victorioso, sin quedar como un ignorante, como solían catalogarlo meses atrás. Pero, pese a todo eso, aún se sentía extraño. Todavía no se acostumbraba a vestir como un caballero; seguían pareciéndole extravagantes muchas de las vestimentas que los hombres de la época elegían para portar y era esa la razón que lo orillaba a elegir las ropas menos ostentosas posibles.

Eligió un traje azul opaco para ese día especial en el que visitaría el sitio del que había sido sustraído siendo apenas recién nacido, y cuando llegó a su destino, se quedó de pie, frente al enorme jardín de la casona. La consternación lo invadió desde adentro al contemplar el hogar que le habían negado. La gran imaginación que siempre había poseído lo llevó a recrear una escena ilusoria en la cual fue capaz de contemplarse a sí mismo sobre el verde pasto, jugando y sonriendo, yendo de aquí a allá, lleno de barro. Sintió que los ojos se le humedecían pero no hubo lágrimas. Había aprendido a controlar sus emociones, uno de los tutores que Amanda le había proveído, le había mostrado lo importante que era no incordiar a los demás con sentimentalismos propios que difícilmente nadie más entendería, a ser un hombre capaz de guardarse sus memorias para los momentos justos.

Los ojos de Pierrot miraron incrédulos al infante de escasa edad que solo recorría el pasto con pasos torpes, y no fue capaz de quedarse inmóvil cuando el niño cayó de bruces, incapaz de detenerse, soltando al instante un llanto demoledor. Aprovechó que la reja estaba abierta y se acercó al niño corriendo; intentó ponerlo de pie y lo consoló como si tuviera suficiente experiencia en el trato con los pequeños. Increíblemente, el niño dejó de llorar al instante y ya sereno clavó sus ojos, pequeños y azules como el lapislázuli, en el hombre que le parecía increíblemente familiar. Pierrot sonrió y abrió la boca para decir algo, pero las palabras se resistieron a ser pronunciadas cuando escuchó a una mujer acercándose, corriendo directamente al lugar de los hechos. El muchacho se quedó mudo y en medio de su ensimismamiento recordó la pequeña historia que Amanda le había contado acerca de su hermano, de su familia y de su actual situación con ellos. Todo cuadró.

¿Es éste el hijo de mi hermano, de Nigel? —preguntó sin apartar la mirada del niño que ahora yacía entre los brazos de su madre. Pierrot estaba tan embelesado con el momento que ni siquiera se percató de la mirada atónita que la mujer le devolvía. Se dedicó a observar al más pequeño de los Quartermane, tan maravillado como si en su vida jamás hubiera visto a un bebé—. Mi sobrino… —susurró para sí mismo con una tenue sonrisa dibujada en los labios—. Es un niño muy hermoso —quiso tocarlo, pero cuando dio un paso al frente, finalmente comprendió lo que ocurría. Miró a la mujer de cabellera larga y oscura y dedujo que ella debía ser Claire, la esposa de Nigel, a la que engañaba con cuanta mujer se le cruzaba enfrente. No supo por qué, pero instintivamente sintió pena por ella, algo en sus ojos le dijo que no se merecía la vida que Nigel le estaba dando.

Lamento esto. Yo creí que… Lo lamento —se disculpó cuando se dio cuenta de que era más que obvio que ella no estaba al tanto de los recientes sucesos alrededor de su propia familia. Pese a ser sólo una víctima, sintió vergüenza de sí mismo; se sintió como un intruso intentando inmiscuirse en un lugar que no le correspondía, intentando colarse en una familia que quizá no tenía un sitio para él. Esperó a que la mujer dijera algo, pero ella parecía estar tan impactada por el increíble parecido físico que él tenía con su esposo, que sencillamente Pierrot dio por hecho que tal cosa no ocurriría.

Puedo irme si así lo prefiere, y volver otro día... O no volver —bajó la voz, lo suficiente para hacerle notar que verdaderamente lamentaba haberla contrariado de tal manera. Estuvo dispuesto a cumplir con su palabra, si es que ella le pedía que se fuera y no volviera nunca más.


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Última edición por Pierrot Quartermane el Miér Oct 21, 2015 10:57 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Claire Quartermane Miér Dic 05, 2012 1:16 pm

Ella le besa la espalda repetidamente y él sonríe adivinando cuales son sus intenciones tal como antes, ella lo mira a los ojos y él la toma de las muñecas para elevarla hasta encontrar su boca tal como antes, ella le acaricia el rostro con cuidado y él la mira como un depredador a su presa, pero esta vez le desgarra los músculos del cuello hasta que la sangre le llega a la garganta y con eso comienza a arrebatarle la vida. Esto no es como antes, esto nunca ha sucedido, al menos no realmente. Claire recuerda el sueño que lleva más de una semana torturándola, intenta interpretar cada parte de él y siempre llega a las mismas conclusiones, siente el mismo anhelo y también el mismo miedo de que ese simbolismo de matarla todas las noches tenga relación con el rechazo hacia ella y con las evidentes marcas de sus encuentros con otras mujeres. Claire se siente fea, seca, vacía, marchitada, repulsiva y asquerosa. Se mira al espejo y puede observar que sus defectos sólo se han intensificado desde que Nigel volvió, la piel sin el brillo anterior, el cabello que ya no cae como una cascada caoba que pudiera ensalzar los pocos rasgos agraciados que quedan en ella y la falta de curvas en su cuerpo que se encarga de cubrir con la mayor cantidad de ropa posible sin que alguien sospeche. Ella entiende que él perdiera el deseo al verla por mucho que otros le han dicho que se debe a motivos distintos. Claire no es tonta ¿verdad?

La empleada continúa hablando y cada ciertos momentos le pide que repita algo de lo que ha dicho, quiere seguirle la línea de preguntas y peticiones pero su atención está puesta en León que continúa caminando con un poco de dificultad en ese terreno irregular. Parece querer jugar a atrapar las aves o tal vez sólo se fija en su propia sombra que se mueve a medida que él también lo hace. Por la mirada que Dorothea le entrega puede notar que está esperando que le responda algo pero es la misma mujer la que grita asombrada y apunta hacia donde el pequeño estaba momentos antes. Claire se gira y toda esa escena sucede en cuadros lentos que le permiten mirar en detalle y al mismo tiempo adivinar lo que quizás sucederá después. León se cae, comienza a llorar aunque es probable que no tenga heridas, Nigel lo levanta y el niño se calma. Espera… ¿Nigel? Claire comienza a correr y también lo hace su mente intentando encontrar una explicación para eso y probablemente algo con que deba cubrirlo, ¿es que acaso nunca le advirtieron que no debe estar al sol? Porque tiene que ser él, ella podría identificarlo aunque esté a kilómetros de distancia y León también parece haberlo hecho, lo mira como reconociéndolo y es recién ahí que puede notar que este Nigel se ve un poco más… humano. Luce incluso como el hombre que la visitaba en el burdel y no aquel que comparte su cama con ella sólo para asegurarse de que duerma ahí y no con otros.

Las ideas no llegan, todo lo que puede hacer es seguir mirándolo y ahora estirar los brazos para recibir a su hijo mientras sigue sin creer lo que acaba de escuchar. Mi hermano… Nigel tiene un hermano, gemelo claramente, y nunca se lo dijo. Nigel que siempre le contó de la existencia sólo de su abuelo como su familia ahora resulta tener un hermano. ¿Qué más no le dijo? ¿Ahora se enterará que también tiene un padre y una madre y quizás hasta otra esposa y más hijos? La respiración de Claire se aceleró al punto de sentir que aquella molestia en la garganta sólo se disiparía con llanto o gritos, pero la primera opción ya no era posible y menos con alguien que de algún modo en otro momento también habría considerado de su familia. Sólo la amenaza que hizo de irse le permitió recuperar la voz y también la compostura, — ¡No! ¡Espere! — necesita respuestas y tiene la fuente de todas ellas justo al frente, hay tanto no puede hablar con León ahí recordándole que aquello es lo que pudo ser si Nigel hubiese tomado una decisión distinta. Los tres bajo el sol, sólo preocupados de una rodilla raspada. — ¡Dorothea! ¡Dorothea llévate a León a su habitación! — aún con el reclamo del niño la empleada cumple y abre los ojos del mismo modo en que seguramente también lo hizo antes, el parecido es tan inmenso que llega a ser algo… escalofriante.

Después de volver a mirar a su alrededor y asegurarse de que están solos decide que no puede andar con más rodeos, está algo cansada de que la engañen, de esperar por algo que debería ser un hecho y no una posibilidad. — No se vaya… quiero hablar con usted… — se siente extraño tratarlo de ese modo, no acercarse a él y rodearle el cuello con los brazos, no seguir coqueteando aún después de tantos años de conocerse. — Quédese por favor… es bienvenido en la casa de su hermano… soy Claire, la esposa de Nigel y el pequeño que acaba de irse es León, nuestro primer hijo… y su sobrino... — Su barbilla se alza algunos grados, la sonrisa le tironea la comisura de los labios y la imagen de esposa aparece reemplazando a la que realmente habita debajo del maquillaje y los trajes. — ¿Cuál es su nombre? Me gustaría decir que Nigel me ha hablado sobre usted pero al parecer decidió mantener esa información en reserva… — suspiro involuntario, el dolor se acrecienta en el centro de su pecho, su corazón tiene una nueva marca y está cada vez más trizado, unido apenas por filamentos invisibles que se van cortando uno a uno. — ¿Le gustaría algo de beber? ¿Té, jugo de frutas o un café? — sonríe intentando ser una buena anfitriona, independiente de lo que ella sienta, de la advertencia de las lágrimas al interior de sus ojos, debe mostrarse entera si espera conseguir algo de eso. — ¿Quiere que hablemos acá o le gustaría conocer la casa? — la pregunta es más bien por cortesía, Claire no quiere imaginarse que el “otro” Nigel se acerque a la zona donde descansa el “verdadero” Nigel y se encuentren cara a cara.
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Mensaje por Pierrot Quartermane Sáb Ene 05, 2013 9:33 pm

Y, justo cuando él estuvo a punto de dar media vuelta para salir de ahí, ella lo detuvo. Pierrot fue consciente de la agudeza con la que Claire lo observaba, como queriendo reconocer cada uno de sus rasgos y gestos. Cada movimiento que él hacía debía confundir cada vez más a la mujer, y solamente cuando advirtió esa mirada de consternación y esa hambre por obtener de una vez por todas las respuestas que pudieran serle dadas, la misma que él había mostrado ante Amanda en más de una ocasión cuando ella se había empecinado en hacerle esperar hasta el momento justo para contarle toda la verdad, fue sólo entonces cuando decidió no hacerle padecer el suplicio que él había sufrido.

Será un placer compartir un café con usted, señora Quartermane —se limitó a decir, y haciendo una leve reverencia con la cabeza que dejaba claro el agradecimiento a su invitación, cruzó el portón que dividía la calle de la majestuosa mansión que alguna vez había pertenecido a su también difunto abuelo, Lord Quartermane.

Dejó que la mujer lo condujera hasta el interior de la residencia y mientras avanzaban por el jardín, Pierrot intentó hacer el menos caso posible a las consternadas miradas que el personal de la casa dirigían a su presencia. Todos estaban tan sorprendidos como Claire, no lograban entender cómo podía existir un hombre tan parecido al Conde, y lo más increíble de todo es que no parecía compartir ese carácter tan arrogante que el verdadero Nigel poseía. Eso era lo que los diferenciaba y les hacía notar que, en definitiva, no se trataba de la misma persona. Pierrot saludó con una tímida sonrisa a cuanta persona se cruzó en su camino durante el trayecto por el inmenso jardín que la vivienda poseía, tan grande que era imposible no sentirse insignificante en medio de tanta belleza.

El interior de la casa era todavía mejor, la sala de estar tenía el tamaño suficiente como para albergar a media centena de personas. Los muebles eran tan elegantes y tan pulcros que desprendían un brillo casi cegador, con la apariencia de haber sido recientemente adquiridos, pero lo cierto es que hacía tiempo que formaban parte de la lujosa escenografía que fungía como hogar de los Quartermane. El decorado era sencillamente abrumador y claramente hacía hincapié al nivel económico del que la familia gozaba. Era apenas la segunda casa lujosa que Pierrot tenía oportunidad de conocer, la primera había sido la de Amanda, y le costaba muchísimo decidir cuál de las dos había logrado impresionarlo más.

Es una casa excepcional, la felicito —comentó para romper el repentino silencio que se había hecho presente durante el camino hasta la sala, el cual había comenzado a ser un tanto incómodo, al menos para él. Una de las sirvientas se acercó para ofrecerle la taza de café y él agradeció luego que le fue entregado. La sirvienta no pudo ocultar la sorpresa que se llevó al escuchar al hombre, que era idéntico a Nigel, agradeciéndole por su trabajo, algo que, por supuesto, el verdadero Nigel jamás había hecho... ni haría. La mujer se retiró luego de hacer una reverencia al invitado.

Pierrot dio un sorbo al café, más por cortesía que por verdaderas ganas. Luego colocó la taza sobre la mesa, preparándose para lo que realmente le había llevado hasta ese lugar.

¿Está él en casa? —quisiera o no, esa era una pregunta necesaria en un momento como ese, bajo las circunstancias que se encontraban. Claramente aún le costaba dirigirse a Nigel como lo que era, como su hermano gemelo y único familiar en su vida, con quien debía compartir propiedades y riquezas, y un apellido.

Alzó la vista, buscando el indicio de que su hermano estuviera presente y luego volvió a centrar su atención en la mujer que hacía un gran esfuerzo por no hacer completamente notoria su ansiedad por finalmente obtener respuestas—. No quisiera ser el causante de problemas en su matrimonio y está claro que a su esposo no le ha gustado en absoluto el haberse enterado de mi existencia. En cierta forma, lo entiendo… o intento hacerlo, pero debo admitir que en ocasiones su desprecio hacia mí se escapa de mi comprensión. He llegado a pensar que carezco del intelecto ideal para lograr comprenderlo. Intuyo que usted lo entenderá mejor que yo, es su esposo después de todo.

Se puso de pie y le dio la espalda, quedándose junto al ventanal que daba hacia el jardín, en el que habían estado minutos antes. Pierrot abrió un poco la gruesa cortina y observó a través del cristal, pero sus ojos no prestaron atención a los carruajes y personas que por la calle transitaban, o a la bella fuente situada en medio del jardín y las elegantes esculturas que la adornaban; su mirada yacía perdida y lo único que ocupaba su mente eran todos esos amargos recuerdos que visualizó mientras los relataba. La única razón que lo había orillado a tomar tal posición en la habitación, era el evitar el contacto visual con la dama mientras le contaba la tragedia en la que se había convertido su vida.

Me temo que la historia no es tan larga como tal vez imagina… —sus palabras eran firmes y seguras, pero su voz delataba la profunda tristeza que todo le provocaba—. Según mis propias vivencias, hace veinticinco años mi madre dio a luz a dos varones idénticos, de los cuales uno le fue arrebatado. Ignoro si ella y mi padre intentaron buscarme o si encontraron pronta resignación y decidieron dedicarse a criar a Nigel como hijo único, haciendo de cuenta que nada ocurrió —una bocanada de aire escapó de sus labios, haciendo evidente lo mucho que aún le costaba hablar de ese tema. Sin saber la verdad, prefería aferrarse a la idea de que sus padres habían gastado gran parte de su fortuna intentando encontrarlo, y que había sido en vano, que habían sufrido su ausencia y que jamás habían logrado reponerse del todo a la pérdida—. El caso es que crecí lejos de todo esto, en una aldea no demasiado lejana y llamando madre a una mujer que en su lecho de muerte me confesó el pecado que cometió al mantenerme lejos de mi verdadera familia —hizo una pausa. Su rostro no mostró signos de rencor al recordar el rostro de la mujer que le había arruinado la vida—. Yo... la perdoné, a cambio de que me dijera dónde podía encontrar a mi verdadera familia. Y así fue como llegué hasta aquí.

Se giró y volvió a mirar a la mujer que parecía haberse quedado consternada ante la triste historia, probablemente porque ella era madre y entendía a la perfección el dolor que seguramente había sufrido la madre de su esposo al perder a uno de sus hijos.

Mi nombre es Pierrot y tanto Nigel como yo ignorábamos la existencia del otro. Acabo de enterarme que mi apellido es Quartermane, que tengo un hermano que es nada menos que el Conde de Francia, y que éste a su vez tiene una esposa y un bello hijo llamado León. Hasta hace unos días yo era un simple campesino, y en realidad sigo siéndolo porque claramente no me siento parte de… de todo esto, y porque mi hermano no tiene intención de que lo sea —rió amargamente y esperó con ansias ver qué posición tomaría ella, si lo despreciaría como Nigel había hecho, si lo expulsaría de su casa, negándole la oportunidad de formar parte de esa familia, de reclamar el sitio que por derecho le correspondía.


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Mensaje por Claire Quartermane Jue Feb 07, 2013 3:41 pm

Vaya que si es una situación aún más extraña. ¿Nigel le habrá hecho una reverencia a alguien alguna vez? Sólo puede recordar una durante una noche en el burdel en que al abrir la puerta ella ya lo esperaba desnuda sobre la cama, aquello fue mas bien un gesto irónico y no cargado del sentimiento que este hombre expresa. Con la mirada ida y los pensamientos aún más ausentes Claire sigue caminando y entregando sólo un movimiento de hombros a las preguntas silenciosas de los empleados. Aún cuando ella intentara demostrar que tenía todo bajo control, su rostro expresaba claramente la sorpresa que seguía manteniendo y también el temor que con cada pase crecía más. Una sonrisa algo tímida fue todo lo que pudo darle como respuesta al halago por esa casa. ¿Qué pensaría el hermano de su marido si supiera que hasta hace poco cada objeto estaba cubierto con telas blancas como si los integrantes de ese hogar estuvieran de viaje? No lo conoce lo suficiente aún como para adivinar sus palabras. Ignorante del intercambio de palabras entre el hombre y la empleada, su mente sigue dando vueltas los escenarios posibles que podría desencadenar toda la situación que vive. El mismo tono de voz áspero, seco y elevado que Nigel usó con ella durante la última discusión aparece, también su mirada distinta y los gestos que se han convertido en irreconocibles. ¿Qué esperaba entonces? ¿Qué él volviera transformado en un señor de la noche y además siguiera tratándola como si nada hubiese pasado? Quizás sí, quizás eso es lo que realmente deseaba, aunque claro, es extraño que Claire pueda conseguir cosas que son imposibles. — Sí… está descansando en nuestra habitación, al otro lado de la casa… — Sin darse cuenta, los había dirigido a ambos ahí, esperando quizás que la distancia fuera suficiente para evitar que su marido escuchara lo que sea que ahora este hombre pudiera revelarle.

Lo escucha, con atención, se siente incluso reflejada un poco en ciertos aspectos de lo que le comenta. Sí, Nigel es así, Nigel desprecia lo que pueda afectar el control que tiene sobre su vida y la de quienes lo rodean. Nigel jamás podría compartir lo que le pertenece, eso lo dejó claro al recordarle que aunque pasen muchos años y ellos ni se hablen, Claire seguirá siendo de su propiedad, para siempre. Pero en vez de aclarar que en realidad no lo entiende del todo tampoco, que lo conoce o que quizás creía conocerlo, que su matrimonio está tan lleno de problemas que no tiene idea de cómo sigue en pie, pese a todo eso prefiere mantener silencio antes que admitir sus fallas y falencias frente a un desconocido que además le da la espalda antes de que cambie de opinión. La historia que sale de los labios de Pierrot le parece inverosímil, algo inventado por alguna mente creativa que quiere engañarla y que de no ser por la evidencia física de la similitud en los hermanos jamás podría llegar a creer. ¿Qué dolores habrá pasado él? ¿Cómo Nigel puede rechazarlo de algún modo sabiendo todo aquello? ¿Es que acaso no se imagina que podrían ser ellos quienes estuvieran en esa posición? El rostro de Claire se contrae. Se imagina a su difunta suegra sufriendo del modo en que ella lo hizo, esperando respuestas que nunca llegarían, teniendo entre sus brazos a quien posee un rostro idéntico al del pequeño cuyo paradero desconocen. Pero lo que la diferencia con la madre de su esposo y su cuñado es que ella sabe lo que sucedió con su pequeña y también quién es el culpable de aquello. O en este caso, la culpable.

Una de sus manos se estira, rodea el antebrazo de Pierrot con los dedos y presiona lo suficiente para demostrar con ese gesto lo que quizás no es capaz de expresar con palabras. Claire se siente siempre limitada por su falta de educación, por no tener los conocimientos que le permitan reflejar sus verdaderas intenciones. ¿Para qué los necesita ahora? Su nuevo cuñado termina de hablar y ella siente una inesperada empatía hacia él, un calor dentro de su pecho que le dice que tienen más en común de lo que alguna vez pensó. Divertida situación en la que se encuentra. Lo mira a los ojos y aunque tienen la misma forma, el mismo color, nota claramente que las diferencias son abismales. Ahí no se encuentra el egoísmo, la pedantería o el deseo que su esposo suele tener impregnado como un sello imborrable. Un nudo se genera en su garganta, sus primeras palabras salen quebradas y tiene que repetirlas para que él pueda entenderlas, — puede llamarme Claire… me gustaría que fuera de ese modo… somos familia después de todo ¿no? — una sonrisa quebrada como su propio corazón. Ella no se aleja, no deja que su miedo lo separe de él o quizás esa distancia breve entre ellos es también una declaración de su pensamiento. Claire comprende lo que Nigel hace pero eso no significa que deba compartirlo y si él no confió en ella para decirle todo sobre su hermano, bueno, entonces ahora puede aguantarse que ella no lo expulse de la que también es su casa. — Mi madre también es una campesina, yo lo habría sido de haber seguido viviendo con ella, entré en este lugar sólo por enamorarme de su hermano… si usted cree que no es parte de esto me gustaría que supiera que no es el único. — Necesita encarecidamente dejarle claro que no hay diferencias entre ellos, tal vez de ese modo logrará que confíe ella.

Claire si es tonta, pero es también una manipuladora experta, alguien que maneja las situaciones para transformarlas a su favor. ¿Es por eso entonces que le sonríe amable y su tono de voz es como el que usa con León? Claro, quiere convencerse de eso, quiere engañarse con que aquel es el motivo y no esa secreta esperanza de que Pierrot sea todo lo que Nigel no es, que posea las características que alguna vez esperó que su esposo tuviera y que le ayude a descubrir si puede seguir amando a alguien a quien apenas cree conocer o si simplemente está con él porque no existe una opción de tener una vida en la que no esté presente. — Nigel y yo tuvimos dos hijos, pero perdimos a nuestra pequeña… puedo entender lo que vivió vuestra madre, el dolor que tiene que haber significado el no conocer el paradero de uno de sus hijos… pero me es difícil comprender lo que usted vivió al enterarse de que su propia historia estaba basada en una mentira. — Cuando da un paso atrás, su mano se mueve para tomar su propio brazo, ahora se siente un poco incorrecto el mantenerse cerca de alguien a quien su esposo aborrece. ¿Es traicionarlo el no compartir con él un punto de vista? Es algo más que eso, Claire lo sabe, pero hace oídos sordos. No podrá esconder este encuentro ni tampoco planea hacerlo. Decide entonces volver al sofá y tomar su taza para aliviar con su contenido la sequedad de su boca. — ¿Puedo hacerle algunas preguntas más? No quiero que crea que quiero importunarlo o algo similar, pero me gustaría saber sobre usted, de su vida, de lo que sabe sobre Nigel… yo no conocí a vuestro abuelo ni conozco si existen más parientes vivos, mi esposo siempre se refirió a su familia como nuestros hijos, él y yo… tal vez es la realidad o lo que él considera como tal… — y es en esa frase donde Claire realmente acepta que su vida también puede estar basada en una mentira.
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Mensaje por Pierrot Quartermane Jue Feb 20, 2014 8:08 pm

Pierrot no hizo el menor intento por disimular el nerviosismo que le causó saber que Nigel se encontraba en casa, además, hacerlo hubiera sido algo en vano porque a Pierrot no se le daban esas cosas; no sabía mentir, era la persona más sincera y transparente con la que la señora Quartermane trataría en mucho tiempo, sino es que en toda su vida. El cuerpo del muchacho se tensó al instante y discretamente dirigió sus ojos hacia la escalera que conducía a la habitación matrimonial en el segundo piso. Él no conocía la casa, nadie le había indicado dónde ésta se encontraba, pero podía sentir la presencia de su hermano. Tal vez era cierto todo eso que se dice sobre los gemelos y poseían una extraña conexión, o quizá le alarmaba tanto que él pudiera descubrirlo allí, hablando con su esposa, que estaba empezando a delirar. ¿Se había imaginado también que ella lo había tocado? No, eso fue verdad, y no podía creerlo. Alzó la vista y abrió los ojos completamente sorprendido. ¿Cómo Claire Quartermane podía ser tan diferente a su esposo y al mismo tiempo estar casada con él? ¿O acaso él se comportaba con ella de otro modo? Quizá él era el único que se merecía su odio y desprecio, aunque seguía sin comprender por qué. La miró a los ojos y le dolió recordar las confesiones de Amanda Smith, donde había asegurado el hombre infiel que Nigel era, dando a entender que no había sido una ni dos las amantes que había tenido, sino un gran número. A Pierrot le pareció una estupidez que Nigel despreciara lo que tenía en casa para buscarlo en otra parte. Es que además de egoísta, ¿era ciego y no se había dado cuenta lo hermosa que era su esposa, que además era la madre de su hijo? Cada vez le costaba más asimilar la clase de hombre que era su hermano, tal vez era él quien debía despreciarlo y no al revés.

Le sorprendió enterarse también de los orígenes de Claire, nunca imaginó que una mujer tan elegante, tan distinguida y con una vida tan aparentemente perfecta, hubiera sido alguna vez una campesina, como su madre. Tal vez por eso aún conservaba un poco de humildad y se mostraba generosa con él, tal vez no se debía solamente a que había causado en ella lástima.

Siento mucho escuchar eso… Claire —se limitó a decir cuando la joven mujer se animó a contar algo de su historia con Nigel, tal vez la parte más triste.

Sintió extraño llamarla por su nombre, en el fondo sentía que era impropio viniendo de él, pero la sinceridad de la mujer logró convencerlo, animarlo. También se animó a tomar asiento cuando ella lo hizo, y la imitó cuando tomó la taza y remojó sus labios en ella. El café caliente que bebió tuvo un efecto tranquilizante su organismo; su cuerpo se relajó.

Me temo, señora, que lo que le he contado es lo único que sé —confesó con algo de pesar. A él también le hubiera gustado poder compartir más datos sobre la familia, pero lamentablemente el único que podía hablarle del tema era el mismo que renegaba de su existencia, orillándolo a abandonar toda esperanza de que algún día pudiera sentarse con él, como los hermanos que eran, y le contara detalles sobre sus padres y su abuelo—. Ignoro cualquier información sobre mis padres, sobre mi abuelo o la existencia de otros parientes vivos. Según sé, Nigel y yo somos los únicos, todos están muertos —sintió un ligero malestar cuando mencionó aquello.

Todavía no podía creer que cuando al fin conocía sus orígenes, se encontraba con la mala noticia de que todos habían fallecido. Le dolía, aunque no los hubiera conocido, porque seguían siendo sus padres, su familia. Cuando todo se hubiera calmado, deseaba tener la posibilidad de ir al cementerio y visitar sus tumbas, dejarles unas flores, presentarse ante ellos, aunque ya no pudieran escucharlo. Estaba seguro de que eso le daría un poco de consuelo.

Levantó la vista y miró a Claire. La miró unos momentos mientras se animaba a pronunciar lo que se le atoraba en la garganta.

Umh, ¿Claire? —la llamó finalmente con un tono tímido, casi temeroso—. Sé que usted no me conoce, que todo esto debe significar una gran confusión para usted, algo difícil de asimilar pero, me gustaría pedirle un favor, o mejor dicho, a hacerle una petición. Por supuesto que puede negarse si así lo desea, estaría en todo su derecho... —dejó la taza de café sobre la mesita y prestó toda su atención a la mujer que le observaba con intriga—. Yo… —titubeó— quisiera poder frecuentar a mi sobrino. Me gustaría estar cerca de él, verlo crecer. Nunca tuve una familia, significaría mucho para mí. ¿Cree que pueda verlo nuevamente antes de irme? Nuestro encuentro fue algo tan rápido que no he tenido tiempo para disfrutarlo.

A Pierrot no le bastaba con robarle el amor de su esposa a su propio hermano, también iba detrás de su hijo, y no descansaría hasta apropiarse de todo. O al menos eso era algo que alguien como Nigel pensaría…
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Mensaje por Claire Quartermane Dom Ago 17, 2014 1:05 am

Antes de que Pierrot terminara aquella última petición, los ojos de Claire se inundaron con lágrimas y en su garganta se formó un nudo apretado que incluso le dificultaba respirar. Se sentía agobiada a la vez que confundida. ¿Cómo podría responder a semejante pregunta? ¿Es que acaso él no sabía de lo que era capaz Nigel? Las manos de la mujer comenzaron a temblar, su cuerpo entero parecía una hoja movida por el viento fuerte del invierno, incluso su rostro pareció perder el color mientras pensaba cómo dejar salir las palabras que tenía atrapadas. Respiró profundo y se centro en los ojos del hombre que tiene al frente. Se ve honesto, trasparente, verdadero, totalmente diferente a su esposo. Y quizás esta señal es la que necesita. Es por eso que se pone de pie y atraviesa la pequeña distancia entre ambos sofás para sentarse junto a él, sus rodillas casi pueden tocarse pero los dedos de Claire descansan sobre su propio regazo, sus ojos también lo hacen.

—La verdad es que… —la voz de Claire se quiebra un momento y no es capaz de seguir. ¡Cuánto desearía ser capaz de simplemente expresarlo todo! ¿Y qué la detiene? Pierrot no la conoce, no tiene una imagen de ella que deba mantener, no perdería nada si se abre por completo y simplemente deja salir lo que ha llevado dentro por tanto tiempo. —Sí, me gustaría que siguiera viendo a León, que pasara tiempo con él, que saliéramos los tres de paseo durante las tardes y le enseñaran a montar a caballo ya que tanto le gustan… pero es complicado… no creo que Nigel lo aprobaría, tendría que preguntarle a él primero y luego darte una respuesta… —la sonrisa de la mujer es a medias, como si tuviera que ser ella quien pide disculpas por todo eso. ¿Por qué simplemente no se hace lo que ella dice? Tal vez ese día en la iglesia firmó un contrato para ser esclava y no para ser esposa. Pero quejarse por lo malo del último tiempo parece inútil comparado a la felicidad que tuvo en los primeros años. Quizás todos los matrimonios son así, quizás sólo tiene que ser fuerte y soportar. Podría compararlo con algo más pero no conoce a otras mujeres casadas y está segura que de conocerlas no le hablarían de los problemas que tienen.

—Pero si es durante las tardes quizás no sea necesario que él lo sepa ¿o sí? No digo que tengamos que mentir, pero es simplemente no decirle que saldremos… después de todo a esa hora él está durmiendo, no notaría la ausencia de León y mía… incluso de noche tampoco nota nuestra presencia… —y luego de decir esto cierra los ojos un instante que le parece eterno. Hay tanto dolor en todo que un acto equivocado se siente correcto y esta mentira que irá creciendo es también un secreto que desea mantener, por el bien de todos los involucrados. —Quiero que León sea feliz, que sea un niño feliz y pueda disfrutar de su infancia como estoy segura ni usted ni yo pudimos hacerlo… sin trabajar, sin pasar hambre, sin temerle a nadie, sin temer separarse de su familia, sin ropas rotas ni frío en invierno… quiero que sea feliz y tenga una familia… usted es parte de su familia, Pierrot, aún si Nigel no quiere que sea de ese modo. —No está en sus planes comenzar a llorar, pero lo hace. Llora por la angustia de sentir que todo se desmorona, llora por el dolor de una vida rota y las tantas mentiras que le golpean el rostro.

La taza sigue humeando frente a ella, no sabe si Pierrot ha probado su café o si le gustaría agregarle más leche o un poco más de azúcar. Es una pésima anfitriona, es una pésima esposa, es natural que Nigel no quiera ni acercarse a ella después de todo. —¿Por qué Nigel no lo quiere cerca? ¿Ya se encontraron? ¿Él sabe vuestra existencia? — dice mirándolo de reojo, con los otros entrecerrados y enrojecidos por las lágrimas que no dejan de caer. Ahí la aflicción se hace física pero se limpia el rostro antes de que el gemelo de su marido pueda verla. Es una vergüenza mostrarse así de débil, ser vulnerable es sinónimo de terminar aún más lastimada. Quizás él no quiera volver si cada encuentro será de ese modo. Sería entonces culpa de Claire que León pierda además a su tío. —León no va a entender por qué su padre lo trata bien de día pero apenas soporta verlo de noche… —
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Mensaje por Pierrot Quartermane Miér Oct 21, 2015 11:16 pm

Oh, por favor, no se ponga así —se apresuró a decir en cuanto notó que el semblante de la mujer se descomponía dando paso al llanto—. Mi intención al venir aquí no era atormentarla, se lo aseguro.

Muy en el fondo sabía que ella no lloraba por algo que él hubiera dicho, sino por cosas que Nigel había hecho, pero eso no lo hacía sentir menos culpable. Después de todo, era evidente que él con su presencia, y esa cara idéntica a la de su hermano, había contribuido a sacar a flote la melancolía. De uno de los bolsillos internos de su chaqueta sacó un pañuelo blanco, perfectamente doblado, y se lo ofreció para que pudiera limpiarse las lágrimas. Cuando sintió que Claire se tranquilizaba y era capaz de proseguir, decidió retomar la conversación.

Mi hermano y yo tuvimos un encuentro, sí, nada agradable, si debo confesarlo —torció el gesto al recordar la horrible experiencia en que se había convertido su primer acercamiento con Nigel—. El porqué le molesta tanto, no solo mi presencia, sino mi existencia en sí, es algo que solo él puede responder —negó suavemente con la cabeza—. Lo único que puedo decirle es que cuando lo tuve enfrente, incluso antes de que empezara a hablarme, percibí su desprecio. Me miraba con tanta repulsión, había tanta frialdad en sus palabras, que me desarmó por completo. Desde luego, no era lo que yo esperaba. Hasta se atrevió a amenazarme de muerte…

La mirada de Pierrot se perdió un momento y en silencio recordó todo lo que pronunciaba; cada una de las palabras de Nigel, sus gestos, su lenguaje corporal que era propio de alguien que se siente amenazado. No resultó agradable recordarlo pero, definitivamente, había sido mucho peor vivirlo.

Podría entender que esté confundido —continuó, aún con la mirada distraída—, dudoso, y quizá sorprendido ante mi repentina aparición, de verdad, no lo culparía, pero lo que él siente va más allá de todo eso. Es algo mucho más encarnizado —la miró a los ojos y la contempló un momento en silencio. Luego, como si sus pensamientos se hubieran aclarado al fin y de manera definitiva, dijo—: Nigel me odia, Claire, y yo ya he perdido la esperanza de que algún día me acepte —un suspiro se le escapó de los labios.

¿Se estaba dando por vencido? Tal vez. Pensaba que lo mejor que podía hacer era no esperar algo que, muy probablemente, nunca llegaría. Curiosamente, aunque le dolía en el alma tener que renunciar a su propia sangre, comprender por qué lo hacía le produjo una sensación bastante parecida a la tranquilidad, de resignación ante su destino. Nigel lo había dicho claramente: jamás lo aceptaría como su hermano, y él no podía obligarlo a retractarse. Quizá en el fondo de su alma siempre aguardaría la débil esperanza de que algún día él reconsiderase sus palabras, pero no permitiría que tal deseo, si éste jamás se realizaba, le amargara la existencia.

A él no volveré a buscarlo, pero usted, y León… ¿Debería abandonar mi intención de acercarme a ustedes? —ladeó el rostro y le mantuvo la mirada, como esperando que ella le respondiese con un rotundo “no”—. Nada me gustaría más que hacer todas esas cosas que usted ha dicho, pero tampoco deseo arriesgarla. Ahora que al fin conozco a mi hermano y sé de lo que es capaz, no puedo evitar temer por ustedes. Por eso, quizá sería mejor que me vaya… —pronunció al mismo tiempo que se ponía de pie—. Pero antes, por favor, lléveme con León. Le juro que solo será un momento.

No estaba en su naturaleza ser tan insistente con las personas, mucho menos mostrarse desconsiderado y de paso poner en peligro a otros, pero las ganas de convivir con su sobrino, aunque fuera unos minutos más, le hacía abandonar toda su fuerza de voluntad.
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Mensaje por Claire Quartermane Mar Dic 08, 2015 9:39 pm

La pregunta de Pierrot no era algo que tuviera una fácil respuesta, ni tampoco algo que pudiera meditar durante mucho tiempo. Los ojos del hombre estaban sobre ella insistiendo en silencio para que dijera algo, probablemente un sí, a esa válida inquietud. Pero de hacerlo, de decir que sí, Claire no estaría sólo accediendo a su petición, estaría también en parte eligiendo el bando contrario, dando el gusto a alguien a quien su esposo había declarado como su enemigo. Es así como la mujer también se puso de pie, imitó los movimientos del gemelo de su marido pero se quedó sin palabras un poco más. ¿Qué hacer? ¿Qué puede hacer alguien que debe tomar todas las decisiones por su cuenta? ¿Qué debe hacer ella cuando lo que diga ahora podrá cambiarle el futuro a ella pero también  a su hijo?

—No abandone su intención de acercarse a nosotros… —lo susurró mirándolo de frente —se lo pido aunque sé que esto traerá feas consecuencias, sea parte de nuestras vidas… —Claire lo dijo también en voz baja, esperando que sólo él escuchara y que el resto del personal cercano no fuera con chismes donde Nigel. Porque si de algo está segura es que su esposo sería capaz de destruir todo lo poco que le queda en la vida si se enterara de esto y también que en esa casa hay quienes parecen jugar a dos bandos, llevando información que ella creía que nadie conocería. ¿Estaba bien lo que había dicho? No es como si tuviera más opciones, el cambio en las facciones del gemelo eran claros y no podía ahora arrepentirse después de darle la ilusión de una familia que está seguro nunca esperó tener. O quizás es como ella, quizás sí tuvo a alguien que lo cuidara pero no del mismo modo.

Inesperadamente Claire recordó a su hermana Juliette, no era algo que sucediera muy seguido y no porque no quisiera hacerlo. Claire decidió no recordar a su hermana, ni a su madre, porque los recuerdos son muy dolorosos y suficiente dolor tiene con estar casada con el monstruo más grande que conoce. ¿Dónde estarán ambas? ¿Seguirán vivas? ¿Podrán sentir que ella ya no es feliz? Quizás debería averiguar sobre ellas sólo para no sufrir con alguna sorpresa como lo han hecho Pierrot y Nigel. —Quédese, tome asiento, yo le diré a alguien que traiga a León acá… prefiero que lo vea acá. —No quiere decirlo en voz alta, pero ese “acá” que ha repetido más de una vez se refiere a afuera, en el sol, lejos del terror que le causa saber que están compartiendo el techo con alguien como quien duerme adentro. —La niñera lo traerá… —Claire alzó su mano algo temblorosa y en cosa de segundo estuvo el niño nuevamente en sus brazos. Se sentía nerviosa como si estuviera haciendo algo prohibido, secreto, tenía incluso el corazón desbocado a punto de salirse de su pecho.

Con igual temor permitió que el gemelo de su esposo tomara al niño, quería verlos juntos, quería saber cómo se sentiría que León conociera el amor de su padre, el calor de un padre que eligió el egoísmo antes que su familia. La garganta de Claire se cerró nuevamente y debió mirar a otro lado antes de volver a romper en llanto, fue una fortuna que las lágrimas no salieran esta vez. Quizás ya no le quedan más, quizás siempre cree lo mismo y luego sabe que otra vez se ha equivocado. —Dorotea, traeme un vaso con agua… —la empleada la miró sabiendo lo que estaba sucediendo en su interior, Claire no se sentía del todo fuerte pero se obligó a volver la vista hasta Pierrot. Eso era lo que siempre había esperado o quizás muy cercano a lo que su imaginación formaba. No eran necesarias palabras ni tampoco que se conocieran demasiado, era sólo cómo se miraban, eran las pequeñas manos de León tocando a quien seguramente cree que es su padre, es su hijo sonriendo de manera idéntica a cómo lo hacía Nigel cuando ella era capaz de hacerlo feliz. —Usted le agrada, ¿se da cuenta? León quizás no sabe bien quién es usted o tal vez lo confunde con su padre, pero sabe que le agrada y por eso me agrada a mí también… y es por eso es que quiero que esté presente en nuestra familia… ¿lo hará entonces? ¿Se quedará para nosotros? —


PS: Amarte <3
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