Somethin' that we'd die for, it's our curse

por **Élise Svärd** Dom Jun 25, 2023 3:57 pm

Calles Parisinas, Francia.
Febrero, 1839.
08:00
14 °C

Como cualquier otro día, la holmiense se encontraba de camino a su trabajo. Aquel atelier exclusivo en la capital francesa, cuyas prendas y accesorios eran confeccionados de manera personalizada y exclusivamente para la crème de la crème de la alta sociedad parisina. Distintas mujeres, nobles y de la clase alta, se paseaban frecuentemente por el recinto para adquirir diferentes creaciones de Madame Bouvier, una de las modistas más reconocidas no solo de Francia sino del resto de Europa, y cuyas habilidades habían sido noticia fuera de los dominios de la corona francesa. La joven Élise, había entrado a trabajar en aquel taller por casualidad, y poco a poco, comenzando como una simple ayudante, fue escalando puestos hasta convertirse propiamente en una de las empleadas de confianza de la mujer. Lejos estaba la muchacha de alcanzar un estatus social alto, puesto a que siempre sería vista por la clientela de aquel lugar como la empleada, pero enorgullecía a la muchacha la idea de ver algunas de las creaciones de su jefa en la piel de algunas mujeres de la aristocracia, y saber que ella contribuyó de alguna manera en la ejecución de dichas prendas y accesorios. Era una de las heroínas anónimas detrás de las prendas que vestían las damas. Pero eso no importaba, la estrella siempre sería Madame Bouvier y Élise lo tenía mucho más que asumido.

La muchacha se detuvo frente al atelier y giró la cerradura de la puerta, no sin antes introducir la llave que, con confianza, se había ganado de parte de su jefa para recibir al personal hasta que llegara la dueña del lugar y oficialmente comenzara la jornada laboral. No obstante, al entrar al recinto, un intenso escalofrío invadió el pequeño cuerpo de la muchacha. Se puso en total tensión y no pudo evitar comenzar a temblar mientras boqueaba sin apenas poder pronunciar palabra alguna. Un terrible asesinato había ocurrido, la escena era dantesca y lo peor de todo es que no se trataba de cualquier persona, era propiamente su jefa. La muchacha reaccionó, y aún con miedo, se acercó hasta el cuerpo de la mujer que estaba apenas agonizando, sobre un gran charco de sangre. Podía visualizar lo que parecían ser puñaladas en varias zonas de su cuerpo y no pudo evitar agacharse frente a esta e intentar reanimarla ―Madame, por favor reaccione. Míreme ―llevó el tronco de esta hasta su regazo, y con sus manos, levemente abofeteaba sus mejillas para hacerla reaccionar. Pero sus ojos desorientados finalmente se cerraron, y un último aliento por parte de esta fue suficiente para hacerle saber a la muchacha que ya era demasiado tarde. No pudo evitar comenzar a llorar, horrorizada, mientras dejaba el cuerpo de la mujer nuevamente sobre la superficie. Debía llamar a la policía y pedir ayuda. Tenía la esperanza de que quizá solo había perdido el conocimiento. Su cuerpo, específicamente sus piernas, sus brazos y sus manos se habían manchado de sangre luego de tomar a su jefa para intentar ayudarla.

Pero cuando quiso salir del lugar, para pedir ayuda. Dos empleadas del atelier, y con quién Élise no tenía la mejor de las relaciones, se quedaron paradas frente a la puerta del recinto y con expresiones de sorpresa, comenzaron a gritarle y a llamarle asesina. La rubia comenzó a temer y a negar, intentando explicar la situación, pero fue ignorada totalmente por las mujeres. Incluso una de ellas, fue a buscar a la policía para acusarla. La rubia no pudo evitar horrorizarse y comenzar a temer verdaderamente por su futuro, por lo que no tuvo otra alternativa más que empujar a la otra mujer que obstaculizaba la salida y salir corriendo.

— ¡Atrápenla, es una asesina! ― Gritaba la mujer, quién salió al exterior a vociferar mientras señalaba a la rubia. Esta última, desorientada, miedosa y con lágrimas en sus ojos, corría llena de sangre a través de las empedradas calles de la capital francesa. Debía huir de allí de inmediato. No tenía otra opción.