AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Darkside (Priv.Nicolás D' Lenfent)
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Victorian Vampires :: :: CALLEJONES
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Darkside (Priv.Nicolás D' Lenfent)
Darkside
Tema Libre – Callejones de Paris
Sus pies se movían veloces a pesar de los minúsculos zapatos de tacon a los que no estaba acostumbrada. Llevaba un vestido negro con un escote discreto, guantes en el mismo color hasta los codos, y el cabello recogido tirante y bien alto. Aún debía llevar ese horrible color dia y noche, debía guardar luto por su familia fallecida hacia poco tiempo, y aunque detestaba ese recordatorio constante era necesario someterse a las reglas sociales que se imponían sobre sus propios deseos. Por ese mismo motivo había accedido a concurrir algunas horas a una velada en casa de Ladu Monthry, no la conocía, pero ella aseguraba haber sido cercana a su madre y además de querer expresarle sus sentidas condolencias planeaba presentarla a otras jóvenes de la alta sociedad parisina para que comenzara a adaptarse.
Adaptarse.
¿Iba a acostumbrarse algún día a esas calles ruidosas, al parloteo sin sentido de las mujeres, al té y las galletas adornadas y los suntuosos e incomodos vestidos? Había odiado cada minuto dentro de ese suntuoso salón lleno cargado de miradas curiosas, muchas jóvenes habían conversado con ella, pero se limitaban a darle el pésame y comentarle banalidades de la sociedad parisina que poco le interesaba. Le preguntaban si planeaba buscar esposo allí, o si regresaría pronto a Escocia. La verdad es que aún no sabía cuales serían sus próximos pasos, estaba demasiado abrumada por todo lo ocurrido como para toma decisiones definitivas. Sin embargo, el tiempo había pasado deprisa y mas pronto de lo esperado se hicieron las diez de la noche y las damas comenzaron a reitarse, muchas de ellas con su cochero privado, otras acompañadas de sus maridos. ¡Las chicas se casaban tan jóvenes allí! Incluso algunas de ellas hablaban orgullosas de su primer embarazo, y eran incluso menores que ella. A Isabelle se le revolvía el estómago, y lo mas increíble es que se las veía felices. No sabia si era porque no conocían otras posibilidades o porque habían aprendido muy bien a fingir.
Sin embargo ella ahora tenia otro problema, había rechazado el cochero que Thomas le había ofrecido para ir a buscarla, decidiendo que una caminata noctura de regreso le haría bien para despejar su cabeza. Extrañaba tanto el campo, el lago cercano a su casa, montar a Tiffany temprano al amanecer y comer junto al agua fresca. En Paris todo era ruidoso y sucio. La caminata había sido una pésima idea, tras intentar tomar por una calle lateral para evitar el bullicio de los carruajes se había perdido y ahora no tenia idea de como llegar a la casa de Thomas. Las calles esaban oscuras, a duras penas veía a unos pocos metros por delante de ella, y la zona estaba tan desolada que se le estrujo la garganta del miedo. El sonido de los gritos de un borracho que estaba recostado en la entrada de una casa derruida la sobresalto, haciéndola acelerar el paso. Sin embargo no tenia idea donde estaba o como orientarse. El sonido del agua le dio una pista, doblando a la izquierda de nuevo llegando al borde de uno de los canales que atravesaba la ciudad. Miro a los lados, ciertamente asustada, aferrando la falda de su vestido por si tenia que salir corriendo.
Adaptarse.
¿Iba a acostumbrarse algún día a esas calles ruidosas, al parloteo sin sentido de las mujeres, al té y las galletas adornadas y los suntuosos e incomodos vestidos? Había odiado cada minuto dentro de ese suntuoso salón lleno cargado de miradas curiosas, muchas jóvenes habían conversado con ella, pero se limitaban a darle el pésame y comentarle banalidades de la sociedad parisina que poco le interesaba. Le preguntaban si planeaba buscar esposo allí, o si regresaría pronto a Escocia. La verdad es que aún no sabía cuales serían sus próximos pasos, estaba demasiado abrumada por todo lo ocurrido como para toma decisiones definitivas. Sin embargo, el tiempo había pasado deprisa y mas pronto de lo esperado se hicieron las diez de la noche y las damas comenzaron a reitarse, muchas de ellas con su cochero privado, otras acompañadas de sus maridos. ¡Las chicas se casaban tan jóvenes allí! Incluso algunas de ellas hablaban orgullosas de su primer embarazo, y eran incluso menores que ella. A Isabelle se le revolvía el estómago, y lo mas increíble es que se las veía felices. No sabia si era porque no conocían otras posibilidades o porque habían aprendido muy bien a fingir.
Sin embargo ella ahora tenia otro problema, había rechazado el cochero que Thomas le había ofrecido para ir a buscarla, decidiendo que una caminata noctura de regreso le haría bien para despejar su cabeza. Extrañaba tanto el campo, el lago cercano a su casa, montar a Tiffany temprano al amanecer y comer junto al agua fresca. En Paris todo era ruidoso y sucio. La caminata había sido una pésima idea, tras intentar tomar por una calle lateral para evitar el bullicio de los carruajes se había perdido y ahora no tenia idea de como llegar a la casa de Thomas. Las calles esaban oscuras, a duras penas veía a unos pocos metros por delante de ella, y la zona estaba tan desolada que se le estrujo la garganta del miedo. El sonido de los gritos de un borracho que estaba recostado en la entrada de una casa derruida la sobresalto, haciéndola acelerar el paso. Sin embargo no tenia idea donde estaba o como orientarse. El sonido del agua le dio una pista, doblando a la izquierda de nuevo llegando al borde de uno de los canales que atravesaba la ciudad. Miro a los lados, ciertamente asustada, aferrando la falda de su vestido por si tenia que salir corriendo.
Isabelle
by emme
Isabelle Benaqua- Realeza Escocesa
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Re: Darkside (Priv.Nicolás D' Lenfent)
Darkside
«"En algún pliego secreto, dicen que todo escrito está, también lo estará nuestro encuentro, si habrá recuerdos el lo sabrá..."». —Nicolás D' Lenfent
L
La tenebrosidad predominante de las calles parisinas se han vuelto en el existir de Nicolás, por más que fantasee con la irrealidad de las cosas, el emplear la ilusión para rememorar cómo se veía París frente a sus ojos, es una tortura infinita que él mismo se provoca porque vivir bajo la mentira de poseer la vista, le está matando, deteriorando su ser por estar carente de visión, está consumiéndose en una negrura que ningún humano y ningún monstruo es capaz de soportar. Mas, es él quien sobrevive, refugiándose en la protección de los débiles, el hallar alguna razón tras seguir huyendo del maldito suicidio, tan cobarde es, tan miserable ha sido desde su nacimiento.Deambulando entre las calles más concurridas hacia las más desoladas permanece, escuchándose a su paso en forma de eco, el toqueteo del bastón sobre el suelo. Todo un lóbrego galán andante, que por más que desee pasar inadvertido, su porte y el estilo frac expone lo aristócrata. Cuya cabellera siempre va caída al lado izquierdo para cubrir la cicatriz de su ojo faltante, mientras con el otro, aquella iris es cubierta con una tela blanquecina. Nadie se ha percatado y porque así lo desea, de su ceguedad. Razón del porqué en su mayoría va acompañado de un cuervo sobre su hombro, justo del lado faltante del ojo. Sin embargo, en esta ocasión, quería estar solo, consumirse en su propio suplicio.
Hasta que se enfrentó ante un dolor viviente. Uno que grita silenciosamente por ayuda, este con el que puede ocurrir una tragedia, y fue hasta el amparo de aquel aturdimiento.
—Disculpe Mademoiselle, ¿se encuentra bien? —cuestionó con prudencia tras el estado presentado por la mujer. Retirándose el sombrero por respeto a ella y a su sobresalto. Podía percibir el miedo recorrerle en su dermis, el latir de ese inofensivo corazón le incitó a perseguir su armoniosa melodía; un bombardeo tan dulce y provocativo, tan temeroso y apasionado. Temía la mujer, más lo que le atrajo de su aura fue una poderosa tristeza, una pena tan real como la que el inmortal viste tras esa cáscara de porcelana que le embellece, transformando la horrorosidad de su naturaleza con una belleza inigualable.
—No tenga miedo, solo quiero ayudarla. Sé que no lo ha pedido pero no es un lugar adecuado para alguien como usted—. Mantuvo cierta distancia de ella, lo que más deseaba era brindar seguridad. Pero, por alguna extraña sensación, esa aura, ese aroma, esa presencia le resultaba familiar. Lástima que no pueda apreciar ese rostro o que su cuervo estuviera presente para detallarle sus facciones bien definidas, ya que de ser así podría haber recordado esa aparición.
Nicolás D' Lenfent- Vampiro/Realeza [Admin]
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Re: Darkside (Priv.Nicolás D' Lenfent)
Darkside
Tema Libre – Callejones de Paris
Su cabeza intentaba idear un plan coherente para sacarla de una situación de riesgo inminente. No conocía la ciudad, no tenía idea de cómo volver a la casa en donde se hospedaba y parecía haberse metido en una zona bastante peligrosa. Había sido absurdo caminar sola de noche especialmente desconociendo el camino de regreso. ¿En que estaba pensando? Evidentemente el duelo la tenía aún demasiado abstraída para pensar con claridad. Se mordió el labio, inquieta, viendo hacia los lados del canal no solo en búsqueda de una pista que pudiera orientarla de regreso sino atenta a cualquier peligro inminente que resultarle amenazante. Estaba preparada para correr, sin embargo, los zapatos escogidos para esa ocasión no iban a resultarle útiles para una huida veloz. La luna redondeada en el cielo era la mayor fuente de luz con la que contaba ese callejón, y fue gracias a ella que pudo identificar al portador de la voz masculina que resonó en el silencio de la noche. Sus ojos inquietos se fijaron en aquella figura que se aproximaba lentamente, iba vestido de modo elegante lo cual aunque no le aseguraba nada, le daba un atisbo de alivio. Era difícil precisar la edad del hombre que se había detenido cerca de ella, lo suficientemente próximo como para escucharlo y verlo con claridad, pero a una distancia prudente para no asustarla.
Frente a su pregunta dudó. ¿Debía reconocer frente al extraño que estaba perdida? ¿Eso la dejaría aun mas expuesta al peligro? No respondió enseguida, y escucho el resto de sus palabras, indecisa en confiar en sus buenas intenciones. Las personas en la ciudad siempre le habían generado cierta desconfianza inicial, y no estaba acostumbrada a lidiar demasiado con ellos. –Me dirijo a la residencia de los Deboní-respondió en un tono más bajo e inseguro de lo que hubiera deseado, mostrarse como un gatito asustado sólo le daría a ese hombre la seguridad de que podía hacer lo que quisiera con ella. Bien sabia Isabella que las mujeres presentaban desventaja física frente a muchos de los hombres, sencillamente poruña diferencia de fuerza, sin embargo aquel que tenía enfrente llevaba un extraño bastón, lo cual la hizo pensar que presentaba algún problema para caminar. Fruncio el ceño algo desconcertada por es detalle, sin saber que pensar del desconocido. -¿Puede orientarme hacia donde se encuentra ese lugar?-consideraba que con cierta guía podría llegar por sus propios medios, estaba segura de que no estaba demasiado lejos.
Frente a su pregunta dudó. ¿Debía reconocer frente al extraño que estaba perdida? ¿Eso la dejaría aun mas expuesta al peligro? No respondió enseguida, y escucho el resto de sus palabras, indecisa en confiar en sus buenas intenciones. Las personas en la ciudad siempre le habían generado cierta desconfianza inicial, y no estaba acostumbrada a lidiar demasiado con ellos. –Me dirijo a la residencia de los Deboní-respondió en un tono más bajo e inseguro de lo que hubiera deseado, mostrarse como un gatito asustado sólo le daría a ese hombre la seguridad de que podía hacer lo que quisiera con ella. Bien sabia Isabella que las mujeres presentaban desventaja física frente a muchos de los hombres, sencillamente poruña diferencia de fuerza, sin embargo aquel que tenía enfrente llevaba un extraño bastón, lo cual la hizo pensar que presentaba algún problema para caminar. Fruncio el ceño algo desconcertada por es detalle, sin saber que pensar del desconocido. -¿Puede orientarme hacia donde se encuentra ese lugar?-consideraba que con cierta guía podría llegar por sus propios medios, estaba segura de que no estaba demasiado lejos.
Isabelle
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Última edición por Isabelle Benaqua el Jue Abr 04, 2024 10:01 am, editado 1 vez
Isabelle Benaqua- Realeza Escocesa
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Re: Darkside (Priv.Nicolás D' Lenfent)
S
e hallaba frente a ella, sometido ante una penumbra infinita y el golpeteo de aquel silencio ante el amparo brindado, recela y tendría que hacerlo si descubriera su verdadera naturaleza, pero no está ahí para saciar el hambre o mitigar su dolor agónico, por casualidad u obra del destino hizo caso a su acallado llamado, más la extraña sensación de conocerla predominaba en el raciocinio, tratando de descubrir la dueña del aroma desprendido de sus cabellos, de la melodiosa voz resonada de esa delicada boca, pero no había rastro de aludir. «¿Quién es? ¿A quién tiene enfrente?». Caviló mientras estaba en espera de su aprobación y más tras interpretar sus pensamientos, no deseaba exponer su monstruosidad así que no había otra alternativa que actuar como si se tratara de un humano más. Finalmente replicó, ladeando un poco el rostro al pronunciar en el pensamiento Deboní, por la participación a una mascarada de un viejo conocido, tiene noción de las influencias que dicho apellido posee, ya que se encontró algunos miembros de este apellido privilegiado, sin en cambio no tuvo la oportunidad de conversar con ellos. —Desconozco la ubicación exacta de los Deboni, aunque tras ser de un distinguido apellido podría estar situado en la zona privilegiada—. Interactuó con ella con una peculiar cordialidad. Intentando no maquillar una media sonrisa tras suponer que no podía caminar bien, dado su juicio y ahora que se enfoca en su acento, no es una mujer francesa, ya que en primera instancia tendría que saber la formalidad de los caballeros al emplear un bastón, y en segunda, su voz.
—Acompañeme, le guiaré el camino —con una voz fiable le extendió la mano para que se colocara a su lado y emprendieran la caminata al mismo tiempo. —Si no le incomoda, puedo saber, ¿qué es lo que hacía en este lugar? Quiero suponer que se perdió, porque de ser francesa no habría llegado a este lugar a menos que quisiera morir en el intento. Yo nací aquí y no diría exactamente que sea la ciudad de la luz, el verdadero faro de la humanidad. Es inquietante París—. Trataba de despejar su miedo hacia él al advertirle lo que callan sobre esa ciudad, mantener el secreto a la humanidad sobre lo sobrenatural y las bestias que aguardan para atacar. Pero por su lucidez, le daba a entender la desinformación sobre esas cosas.
En ese momento, la penumbra en su interior se torno tenue, sintiéndose confortable con su presencia, es una sensación que creyó haber olvidado, que ante el camino podía desaparecer todo a su alrededor y solo enfocarse en su voz, en el sonido de sus pisadas y del propio bastón, en el latir de ese corazón que comenzaba a sosegarse, y en la respiración de la joven, porque esa melodiosa voz es delicada y tierna. Convirtiéndose ese recorrido en algo grato, esperando lo mismo para ella porque procuraba Nicolás mantenerla en el centro del sendero, recordando que la luz de la luna siempre se refleja en esa demarcación, sobre todo, Nicolás jamás demostró indicio alguno de su ceguedad, su demás sentidlos se desarrollaron sin ser impedimento alguno. Así que, tomo la mejor opción de distraerla en la conversación para evitarle escuchar los sonidos de los dipsómanos o depravados.
Nicolás D' Lenfent- Vampiro/Realeza [Admin]
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Re: Darkside (Priv.Nicolás D' Lenfent)
Darkside
Tema Libre – Callejones de Paris
La inquietaba no distinguir las facciones del extraño en la oscuridad de la noche, la enorme luna plateada no acababa de ser suficiente a fin de darle mas información sobre los detalles de su rostro. Lucia ropa elegante, de buena calidad, digna de un noble y alguien adinerado, sin embargo era extraño que estuviera en esa zona que sin duda era peligrosa. Lo mismo igualmente podria pensarse de ella, aunque era evidente que en su casa no era algo voluntario sino que estaba perdida. ¡No pensó que la ciudad fuera tan grande! Necesitaría un mapa o un guia que al menos le mostrara las zonas seguras y le indicara las que era mejor invitar. Estaba casi segura de que si se lo pedía a Thomas él lo haría con gusto, pero algo en ese hombre le generaba repulsión, y prefería mantenerse lo mas lejos de él que le fuera posible. El sonido suave del rio que estaba a pocos metros de alli la calmaba, no podía verlo porque la oscuridad devoraba ese pequeño caudal de agua, pero le traía recuerdos del lago que tanto amaba cerca de su casa de campo, cuando era pequeña sus padres le permitían pasar allí las tardes de verano, jugar con su hermana, u otros niños de los criados. Sin embargo cuando creció sus padres consideraron que no debían alentar esa clase de comportamientos en una dama y solo le permitían acercarse al agua a contemplarla. Un modo sencillo de que perdiera la gracia. Echaba de menos zambullirse en la frescura del agua del lago, sintiendo como abrazaba su cuerpo. Se estremeció ante el recuerdo y volvio su atención al desconocido caballero.
Dudó frente a su ofrecimiento de acompañarla, sin embargo parecía mejor que la alternativa de vagar sin rumbo en las calles peligrosas de una ciudad desconocido. No es que pudiera fiarse de ese caballero del que desconocía incluso el apellido, aunque siendo que no estaba familiarizada con la sociedad parisina eso no le resulta de gran información, igualmente asintió considerando aquello un gesto con buenas intenciones, y sabiendo que era en ese momento laa mejor posibilidad al alcance. Extendió su mano enguantada en un gesto de saludo elegante. -Isabelle -se presentó, prefiriendo no usar su nombre completo, sólo por su acaso, espero que de ser un caballero educado como aparentaba respondería tambien con una presentación formal. -Efectivamente, llegué a la ciudad recientemente, estoy aqui por… asuntos familiares.-no iba a explicarle a aquel extraño todo lo ocurrido con su familia, además no tenía sentido entrar en detalles que nada tenían que ver con aquel encuentro. -Soy escocesa. -Sospechaba que él se daría cuenta, su acento y su cabello intensamente peligroso solían delatarla con facilidad. Tomó el brazo que él le ofrecía de modo cortés, sintiéndose rápidamente algo más segura dada su proximidad. -No estoy muy habituada a las grandes ciudades y francamente es mi primera vez en París… No puedo disentir de su apreciación, ya que disfruto más del campo y los espacios abiertos. -comenzó a andar a su lado, acoplándose a su paso, notando que se desviaban de la zona del río, supuso que hacia una zona más iluminada y transitada, a los lejos podía escuchar el murmullo de voces.- Es complicado orientarse aqui… las calles son confusas-funcio ligeramente el ceño sintiéndose ridícula al decir eso en voz alta. Los sonidos y olores de la ciudad eran tan diferentes a los que acostumbraba que se sentía en ocasiones muy confundida. No sabía cuanto tiempo iba a poder estar en Paris sin sentirse ahogada por su incesante ritmo citadino.
Dudó frente a su ofrecimiento de acompañarla, sin embargo parecía mejor que la alternativa de vagar sin rumbo en las calles peligrosas de una ciudad desconocido. No es que pudiera fiarse de ese caballero del que desconocía incluso el apellido, aunque siendo que no estaba familiarizada con la sociedad parisina eso no le resulta de gran información, igualmente asintió considerando aquello un gesto con buenas intenciones, y sabiendo que era en ese momento laa mejor posibilidad al alcance. Extendió su mano enguantada en un gesto de saludo elegante. -Isabelle -se presentó, prefiriendo no usar su nombre completo, sólo por su acaso, espero que de ser un caballero educado como aparentaba respondería tambien con una presentación formal. -Efectivamente, llegué a la ciudad recientemente, estoy aqui por… asuntos familiares.-no iba a explicarle a aquel extraño todo lo ocurrido con su familia, además no tenía sentido entrar en detalles que nada tenían que ver con aquel encuentro. -Soy escocesa. -Sospechaba que él se daría cuenta, su acento y su cabello intensamente peligroso solían delatarla con facilidad. Tomó el brazo que él le ofrecía de modo cortés, sintiéndose rápidamente algo más segura dada su proximidad. -No estoy muy habituada a las grandes ciudades y francamente es mi primera vez en París… No puedo disentir de su apreciación, ya que disfruto más del campo y los espacios abiertos. -comenzó a andar a su lado, acoplándose a su paso, notando que se desviaban de la zona del río, supuso que hacia una zona más iluminada y transitada, a los lejos podía escuchar el murmullo de voces.- Es complicado orientarse aqui… las calles son confusas-funcio ligeramente el ceño sintiéndose ridícula al decir eso en voz alta. Los sonidos y olores de la ciudad eran tan diferentes a los que acostumbraba que se sentía en ocasiones muy confundida. No sabía cuanto tiempo iba a poder estar en Paris sin sentirse ahogada por su incesante ritmo citadino.
Isabelle
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Isabelle Benaqua- Realeza Escocesa
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Re: Darkside (Priv.Nicolás D' Lenfent)
P
or un momento creyó que estaba rememorando una remembranza, pero desde esa perspectiva generada parecía ser el recuerdo de alguien más; «hallándose en un lago, y en la esquina de este se reflejaba una cabaña, con el sonido de risas de unos pequeños zambullirse o esconderse en ese lugar. Una escena que el mismismo Nicolás en algún momento apreció». Estás imágenes que pasaron como oleada de viento en su mente, era gracias a la habilidad de interpretar los pensamientos. Como también, sus demás sentidos desarrollados le permitieron percibir el movimiento de ese brazo alzado por la fricción de la tela, significando el ofrecimiento de su mano, por lo que el inmortal de inmediato tomó su muñeca con delicadeza y se inclinó, depositando un beso sobre el guante de su mano. Si en el principio no hizo mención de su identidad fue para mantenerla a salvo ya que aquel que se relaciona con el emperador termina muerto. Por ello, considero enfocarse simplemente en auxiliar su salida de ahí, que, ir más allá de unos formalismos innecesarios, así que simplemente emitió una media sonrisa, pronunciando su identidad con afán de respetar la confianza de otorgarle su nombre si es que es verdadero, en tanto añoraba que le fuera desconocido, que fuese simplemente un extraño para ella. —Nicolás D' Lenfent, aunque las condiciones de conocernos no sean tan gratas. Señorita Isabelle.Ante su cercanía no espero que le tomara del brazo, sospechaba que quizás sólo avanzaría pero se equivocó, y de la misma manera que comenzó a depositar su confianza, él la mantuvo, guardando cierta distancia el brazo del mismo cuerpo y previniendo en lo que la conversación se torna interesante. —Comprendo señorita, y sí que está muy lejos de casa. Pero esto no es solo París, hay sublimes lugares que podrían ser de su agrado. Le invito a regocijarse de la laguna, del bosque, o la playa. Solo le pido que no vaya sola, así sea de día y mucho menos de noche. —Todo parecía ser una ilusión, de no haber sentido la temperatura de la mujer, o el bombardeo de su corazón, habría confundido esto con un ensueño.
Poco a poco detrás de ellos iba desvaneciéndose la oscuridad, reflejándose más sus facciones puesto que no solo era la luz de la luna alumbrándolos, sino las luces de las farolas comenzaron a aparecer en su camino. Los murmullos se fueron tornando en vibraciones perfectas, diferenciándose la sonoridad de las voces, como la distinción del paso de los carruajes y el andar de los sujetos mientras van desapareciendo las edificaciones descuidadas y siendo reemplazadas por construcciones perfeccionistas, detonando el glamour parisino. Quedando atrás el laberinto sombrío del callejón.
—Enfrente de estas cuadras saldremos al pasaje del Palacio Royal. Estos callejones están diseñados para ocultar a las celebridades de los residentes. Aunque es más que nada para mantener en secreto aquellas relaciones inapropiadas. —El saber de Nicolás es una amplia gama de nunca acabar, el pasar de los años conlleva historias inolvidables, y cada detalle de la vida observada, son recuerdos muy marcados, siendo que podría ser él mismo la historia de París. Queriendo compartir un poco de su sabiduría, que comenzará a apreciar aquel lugar por la antigüedad y no por pequeños detalles que hacen perder el encanto, como justo temer a los callejones.
—¿Le agradaría caminar y conocer un poco de esta ciudad, o prefiere que le brinde un carruaje a su destino? —interpeló, haciéndose notar el caballero. Ladeando el rostro hacia la calle principal, estaban frente a una calle central que conecta a varios destinos, y sobre todo, frente a ellos se vislumbra el dinamismo de la población.
Nicolás D' Lenfent- Vampiro/Realeza [Admin]
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