El calor que nos brinda el sol [May]

por **Anuar Dutuescu** Dom Ene 09, 2011 2:53 pm

El olor de tierra húmeda y soledad golpearon su rostro como una ráfaga de frio viento, aquel dia era peculiarmente mas gélido que los anteriores, el invierno azotaba Paris sin decencia alguna y por un segundo que pareció jamás existir su mente se cuestiono a si misma sobre aquellos indigentes que en las calles residían, calentándose con papel y buscando que comer en los callejones mendigando como quien decía por las sobras de la alta alcurnia. Los azares y el destino no le habían acunado en un seno adinerado su familia por otro lado sin bien jamás carente de comida ni techo debía privarse de ciertas prendas costosas y cuotas altísimas requeridas para recibir educación y habia sido de aquella forma en que el mismo se habia educado en casa, basado en las lecturas que su madre le hacia a su hermana y en los viejos libros que su padre mantenía empolvados en una repisa aledaña al sofá.

El astro rey irradiaba aun aquel calor que, por el frio ambiente parecía no poder llegar hasta su rostro, no sentía el calor lamer sus mejillas ni enrojecer su nariz o hacerle sentirse asfixiado. Se agacho recogiendo una piedra de extraña complexión, de bordes aplanados y tacto suave como si de algun modo alguien la hubiese pulido y dejado sin mas en aquel sitio a espera de que algun curioso la tomase le dio curiosidad entonces saber que tan lejos en el agua podia llegar. Arrojo la piedrecilla con toda la fuerza de que fue capaz escuchándole chapotear tres veces sobre la superficie cristalina del lago para después hundirse y con ella parecieron hundirse parte de sus problemas, residirían ahora en el fondo de aquel cuerpo de agua estático y esperaría a que nadie puede jamás encontrarlos

El frio se colo por entre sus ropas como dagas traspasando su tersa piel el frio era un dolor inmediato y en poco tiempo y una vez entrada la noche serian un suicidio a la larga, no esperaba seguir en aquel sitio cuando el sol no pudiese ya brindarle aquel calor invisible que mantenía su cuerpo en movimiento –pero olvidar no esta en la naturaleza del hombre- farfullo arrojando otra piedra esta vez sin cuidado alguno, y el objeto se hundió en el primer intento.

por **Etháin** Dom Ene 09, 2011 3:40 pm

Tras los pulcros cristales de mi habitación observaba cómo el sol escupía su radiante luz sobre toda cosa expuesta a él. Suspiré y se me ocurrió de salir fuera, aunque sabía que hacía frío.
Era temprano, por ello no encontré obstáculos entre mi decisión y la puerta de mi casa, por la que salí con sigilo tras dejar una nota a mis sirvientes y escabulléndome hacia el patio trasero para que ningún perro advirtiera de mis intenciones.
Corriendo como si estuviera haciendo una travesura, me infiltré en el bosque, recordando el camino que conducía hacia mi lugar favorito de todo París, un pequeño lago de aguas cristalinas que solía permanecer en silencio bajo el embrujo de la soledad. La misma que residía en mi pecho.
Sin pensarlo dos veces, me quité el vestido rojo que minutos antes me había puesto y lo colgué con cuidado y algo disimulado de la rama de uno de los árboles que se había convertido sin quererlo en una cortina.
Y así, desnuda, acaricié el agua fría una vez, para luego lanzarme de cabeza y nadar libremente por aquellas aguas tranquilas y silenciosas.
Unos minutos después, una piedra impactó en mi hombro derecho, haciéndome volver hacia el causante de tal atropello que, probablemente, no sabía de mi presencia allí.
Sin decir nada, hice un gesto con la mano para que el muchacho lanza-piedras supiera que estaba allí y no me matara de un piedrazo.
¿Qué hacía allí?

por **Anuar Dutuescu** Dom Ene 09, 2011 4:03 pm

Se encontraba divagando sabiendo que necesitaba ir por medicamentos a alguna tienda de vagos precios pues lo que en su bolsillo llevaba era el dinero reunido para la comida de las dos próximas semanas, al fin habia conseguido para tener una comida decente, carne y quizas algo de verduras y frutas para hacer agua de sabores ahora aquel dinero seria para las medicinas de Sophia, mas valiosa era su salud que pasar algunos días sin comer, su cuerpo se habia cansado ya de reclamarle aquella desfachatez de no comer mas alla de algunas piezas de pan y manzanas y quiera quizas por ello de su delgado cuerpo.

Un movimiento en las apacibles aguas de la laguna le hizo alzar el rostro antes de arrojar la tercera piedra y por un segundo le pareció ver el rostro de una mujer, joven aun, saludándole o quizas gritándole no alcanzaba a oir, si algun sonido provenía de aquellos labios a la lejanía, dejo caer laa piedra con el resto de sus iguales bajo sus pies acercándose hasta quedar al borde de la tierra, no entraría y aunque jamás lo admitiera nadar era algo que jamás habia aprendido a hacer, porque todas las cosas que sabia por su propia cuenta las habia aprendido aprender a nadar en soledad era peligroso caía en riesgo de morir ahogado, no, prefería no saber.

Le observo con aquella fijeza que solo de sus ojos podia proceder y su impasible rostro no se deformo ni turbo de la presencia de una extraña porque el sol brillaba aun sobre su cabeza para creer que pudiese tratarse de alguna vampireza y la luna le mantenía a salvo de cualquier licántropo, los cambiaformas por otro lado resultaban ser agradables de modo que el asunto estaba resuelto, aquella joven no seria mayor inconveniente ni alguien de quien esperar lo peor –disculpa- exclamo desde su lugar con los iris color de miel divergiendo a lo ancho del cuerpo de agua –podrías enfermar si sigues hay dentro- asevero en voz baja y sin mayor interés en el asunto. La humana, como debía suponer, no habia hecho aun ningun comentario, acción o actitud que levantara la curiosidad en el como aquella fiera que solia ser.

Sus rojizos y lacios cabellos caian sobre su frente y orejas rozando su nuca, su nariz casi aguileña se encontraba roja por el frio aire que azotaba a cada momento su rostro, retrocedió, porque no deseaba caer.

por **Etháin** Lun Ene 10, 2011 3:38 am

El joven se percató finalmente de mi presencia en el agua, aunque a decir verdad, sus palabras eran certéreas. No quería enfermar.

Nadé a un ritmo suave hacia la orilla dónde él se encontraba con una sonrisa de oreja a oreja, aunque sabía que mis pómulos y mi nariz había enrojecido.
Sin mediar más palabra, me alcé del agua sin preocuparme por la presencia del chico y me dirigí hacia un árbol que se hallaba a no más de un metro de distancia tras el cuerpo del muchacho, tomando una pequeña toalla y cubriéndome con ella mi cuerpo desnudo y acercándome a él para poder tomar algo el sol, pues entre los árboles sólo podía obtener la sombras.

Le miré curiosa, vacilando sobre si hablarle o no. Finalmente, dejé que mi personalidad extrovertida saliera a flote.

- ¿Te da miedo el agua?- le pregunté, recordando cómo había retrocedido como si le temiera.

Reí levemente y mordí mi labio inferior, esperando su respuesta con mucho, quizás demasido, interés.

por **Anuar Dutuescu** Lun Ene 10, 2011 4:27 pm

Su mirada se desvió en el instante mismo en que aquel diminuto y desnudo cuerpo salió del agua, goteaba a montones y la tierra bajo sus pies comenzó a adquirir una tonalidad diferente siendo muestra obvia del camino que habia decidido tomar, no le siguió con la mirada por parecerle una imprudencia y rotuna falta de respeto porque quizas no fuese un noble ni ningun ser de refinada educación mas los modales se enseñaban hasta el morada mas humilde, o aquello solia decir su madre.

Miedo, negó aunque quizas debía haber asentido –el miedo es algo relativo, del miedo nace la valentía, yo no podría ser valiente ante el agua porque no conozco el miedo ante ella, mas la prudencia debe ser un don, hay que ser prudente cuando algo se desconoce- contesto encogiéndose de hombros sin mayor asombro, retrocediendo varios metros mas porque no deseaba resbalar ni por error suponía que aquella adolescente no poseia la fuerza de sacarle a flote y quizas de intentarlo ambos terminarían ahogados, residiendo en el fondo del lago como sus pesares.

-¿Qué hace usted aquí?...no parece correcto que una señorita ande nadando por ahí desnuda- asevero enarcando notoriamente una de aquellas pobladas y bien definidas cejas, quizas su suerte no seria la misma si fuese el alguna especie de pervertido o pedófilo, quizas algo horripilante hubiese ocurrido en aquel lugar se alegro entonces, de haberla encontrado el y no otro.

Viro el rostro observándola por el rabillo del ojo, quizas no era prudente seguir ahí a fin de cuentas desconocía a aquella joven.

por **Etháin** Mar Ene 11, 2011 6:24 am

Cuando el joven me explicó aquello de la temerosidad y el valor, casi se me escapa una carcajada. Sin embargo, la solté cuando objetó sobre mi presencia en aquél lugar, generalmente desierto.

- Digamos que adoro romper las normas establecidas.- sonreí de forma traviesa y algo pícara.

Terminé de vestirme y me dirigí hacia él con una sonrisa jovial y casi angelical, extendiendo mi mano hacia él mientras mis ojos le recorrían de hito a hito, llenos de curiosidad. Me mordí el labio antes de hablar de nuevo, con voz seria pero sin faltar aquél toque seductor característico de mi voz.

- Mi nombre es May Cross, caballero.- me presenté con un guiño disimulado y acompañado por una suave risa infantil.

por **Anuar Dutuescu** Mar Ene 11, 2011 2:12 pm

-romper las normas no es siempre lo mas inteligente- sonrio de medio lado porque el no podia decir que gozaba de seguirlas y ciertamente en los últimos años apenas y se habia volteado a verlas de modo que no, no le gustaba romperlas sencillamente no le interesaba si sus actos estaban o no en lo moralmente establecido por aquella sociedad decadente y altos mandos que solo brindaban hipocresía a sus actos.

No le volteo a ver porque bastaba con oir su voz para imaginar su rostro, con aquellas sonrisas que parecían no poder provenir de un rostro como aquel, no, no anhelaba ver la decadencia de una persona –un placer doamna May, yo soy…Anuar…Dutuescu- pronuncio en aquella lengua extraña que denotaba con tanta certeza su natal Rumania, lugar donde nacian las mas grandes y terribles historias de vampiros –pero podemos dejarnos de galanterías, no soy yo un caballero- asevero volteándola a ver, con una media sonrisa de lado.

por **Etháin** Mar Ene 11, 2011 2:31 pm

Vaya, visto lo visto, con él no era necesario fingir quién no era, algo que me alivió en cierto modo. Me senté en el césped justo a su lado y clavé mis ojos en el lago, respirando aquella brisa que tanto adoraba.

- En tal caso, tampoco soy una dama.- reí, alzando la vista hacia él y conmoviéndome levemente cuando me encontré con sus ojos y su sonrisa ladeada.

¿Quién era? ¿Qué hacía allí? No parecía francés... ¿de dónde procedía? Esas y otras preguntas rondaban por mi cabeza pero ninguna fue lo suficientemente inteligente para formularla en alto.

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